Partida Rol por web

A pesar de que el plan del Oso no hubiese salido del todo como esperaba, tras los resultados de la pelea se sentia satisfecho consigo mismo por haber sido de algo de ayuda. Pero habia bajado la guardia y cuando se quiso dar cuenta, Shaina era presa de Cerbero.

Apretando los dientes con fuerza por la impotencia, cerro los puños con resignada violencia y se cruzo de brazos. Con voz aspera y mas gruesa de lo normal, respondio: "Te escucho".

Afrodita ni siquiera se molesta en fingir que le cuesta esquivar tu patada. Antes de que te des cuenta, se ha movido casi imperceptiblemente lo suficiente como para que ya no la alcances con tu golpe.

-Yo también sé dar patadas- te dice- Supongo que serán igual de ineficaces, pero al menos te enseñaré a saltar con más elegancia. ¡Argh! ¡Sucios humanos! Estáis a mil años luz del más humilde de los Dioses del Olimpo.

Salta y te imita, aunque en sus movimientos es grácil como una hoja mecida por el viento.

El caballero de Amilo espira bajo tus poderosos brazos. Ciertamente, era un caballero de una determinación y un poder realmente admirables. Eso os lleva a pensar a ambos en lo injusto que es vivir para luchar. Muchas veces uno se encuentra en ambos bandos con caballeros dignos de ser salvados, caballeros de gran coraje que creen defender una causa justa, o que al menos creen en aquello que defienden.

Aldebarán ha vencido, pero la derrota de su rival no es la típica victoria que produce orgullo. Os deja una sensación vacía. Había que hacerlo, sí, pero los Caballeros de buen corazón no disfrutan matando a sus rivales...

Cerbero lanza a Shaina hacia tus brazos. Recoges el cuerpo inconsciente de tu compañera sin dificultad, aunque sí con sorpresa por haber entregado su presa sin necesidad.

-Sólo está inconsciente. Despertará en unos minutos como mucho- te dice, preparado por si decides atacarlo- Ya te dije que no tengo la intención de matar. Geki del Oso, no tengo mucho tiempo. Tengo que contarte algo, y debo hacerlo ya. Sé que pertenezco al reino del Inframundo. Si descubren que los estoy traicionando porque no creo en su causa, me matarán. Lo que voy a decirte es muy importante. Pero antes de ello, te demostraré que voy en serio dándote una información vital. Nuestro objetivo no es el Santuario- te dice, sus ojos parecen sinceros- Atacarlo no era más que una excusa. Afrodita sabía de la debilidad de corazón de Saga, y quería tentarlo para unirse a nosotros. He sentido su cosmos... A juzgar por lo que he notado, Saga no ha accedido. Eso significa que está en peligro. Ahora mismo está en el Partenón, peleando con Afrodita. Es una Diosa muy poderosa. Va a necesitar ayuda. Quiero que muera, porque parece estar del lado del Inframundo, pero es mentira... ¡Es mentira!- Cerbero aprieta los puños con furia- ¡Sólo aspira a que renazca el mundo de los muertos para hacerse con el poder! ¡Eso significa matar a mi Doncella! ¡Y no pienso tolerarlo! Geki del Oso, puedo teletrasportarte al Templo del Patriarca si lo deseas- te tiende la mano- La pregunta es... ¿Confiarás en mí?

Te mira suplicante mientras tiende su mano hacia ti.

Saga cruzó los brazos delante de su rostro para frenar la patada de Afrodita, pero no pudo contenerla del todo y cayó hacia atrás golpeándose contra la pared aunque apenas sintió daño alguno.

¡Jajajaja! Después de tanto alardear de la grandeza de los dioses, esperaba que fueses capaz de algo más que esto, Afrodita. ¿Quieres ver de lo que es capaz un verdadero dios?

Saga separó las piernas y estiró los brazos a cada lado de su cuerpo. Si mano izquierda se elevaba por encima de su cabeza mientras bajaba la derecha a la altura de su cintura. Con las palmas totalmente abiertas proyectando luz en cada una de ellas, movió elegantemente los brazos como si estuviesen trazando una perfecta circunferencia. Y entonces,veloz como el rayo estiró los brazos ante el pecho con las palmas hacia Afrodita. La luz que desprendían sus manos se unió convirtiéndose en una gran bola de luz.

El gran secreto de Géminis, ¡EXPLOSIÓN GALÁCTICA!

La bola de luz salió disparada hacia la diosa mientras Saga mantenía firmemente la posición.

El Santo de Bronce coje al vuelo a Shaina y comprueba que en verdad esta solo inconciente. Escucha atentamente al Caballero del Inframundo, con sorpresa y consusion. "¿Saga? No me sorprende, pero Athena confia en el... Si Cerbero esta en lo correcto, deberia ir ayudarlo, pero... Su voz titubeo, pero tomo coraje y pregunto: "Suponiendo que confio en ti Cerbero, dime por que has acudido en mi ayuda. Sabes bien que soy un Santo de Bronce, uno de los bajos rangos entre las huestes de Athena. Podrias haber pedido ayuda a un Santo de Oro o tal vez de Plata. No lo comprendo". Se quedo unos segundos en silencio, pensando, mirando a sus pies que de repente le parecian muy chicos.

Luego observo a Shaina que aun yacia en sus brazos. Debia tomar una decision. Asintio en silencio con la cabeza, y se coloco los inertes brazos de la Santo de Plata alrededor de su cuello, en forma de cruz, para que pueda sostenerse por si misma. Y luego, decidio, dando unos pasos al frente, comento sus exigencias: "De acuerdo. Ire a donde sea que me lleves. Pero sere sincero contigo. No confiare en tu palabra hasta comprobar lo que me dices. Si en verdad Saga esta peleando con Afrodita, llevarnos a esa pelea sera como acorralar un par de indefensos conejos frente a un hambriento y feroz lobo. Por eso, no tomare tu mano como aliados, sino tu cuello como enemigos. Acepta y prometo no hacerte daño, a menos que lo vea necesario. Niegate y habras perdido el tiempo. Tu decides."

La palabra del Oso era definitiva. El no tenia nada que perder, estaba frente a un poderoso enemigo, el cual le solicitaba ayuda. Si en verdad la necesitaba aceptaria sus condiciones. Solo en eso podia confiar Geki.

Finalmente el combate había terminado. El inerte cuerpo del caballero de Estigia yacía bajo mis manos. Me incorpore con un sentimiento de contrariedad. Había vencido al enemigo, pero no por ello me encontraba satisfecho. No por haber vencido de esta manera. Sabía que no había más opción que acabar con su vida. Ambos habíamos jurado proteger a nuestra señora hasta nuestro último aliento. Pero aunque fuera el enemigo, no podía evitar sentirme mal por matar a un caballero de tal valía.

Salí del cráter lentamente y con la cabeza gacha, mirando al suelo. Seiya, Shiryu, Shura, el propio caballero de Estigia. Muchos buenos y valientes caballeros habían perdido la vida en lo que llevábamos de guerra, y esta parecía no haber hecho otra cosa que comenzar. Deseaba fervientemente que fueran las únicas vidas que se perdieran, pero las experiencias de las anteriores guerras no eran muy halagüeñas…

El Caballero de Aries observa sin decir nada como Amilo de Estigia expira entre los brazos de Aldebarán, que lo deja deslizarse, roto como un juguete tirado, al suelo. Dágona había sido inexpresiva y de aspecto cruel, pero Amilo tenía nobleza en los ojos, y sus palabras eran la marca de un corazón valiente. Mu no sabía cómo un hombre con esa fuerza de propósito y esa determinación podía aceptar el verse envuelto en un asunto tan repulsivo, pero eso no cambiaba lo que era o le hacía menos digno de admiración. Con un par de pasos, se plantó junto a Aldebarán y le posó la mano en el hombro. Los ojos de los dos caballeros se encontraron, y Mu asintió, un gesto que era tanto un reconocimiento del valor del fallecido Amilo de Estigia, como un gesto de gratitud hacia su amigo por haber venido en su ayuda, aun cuando por sus órdenes no debería haberlo hecho. Quizás de no haber sido así el combate habría sido distinto.

Qué desperdicio. Cosas como esta me convencen de que Hades y quien le siga deber estar loco o, por lo menos, totalmente engañando. No se como alguien puede esperar sacar algo de una guerra, que no sean hombres buenos muertos.

Percibes perfectamente cómo en el templo del Patriarca Saga acaba de hacer explotar su cosmos, proyectando su ataque más poderoso, la Explosión Galáctica, contra alguien.

En ese momento intentas hacer uso de tus poderes telequinéticos para introducirte en su mente, y ver lo que está sucediendo...

Tal es el poder de Saga, que te resulta imposible contactar con su mente, pero algo sí has sacado en claro. Por un instante, has logrado sentir las últimas palabras que acaba de decir, tan solo hace un momento:

¡Jajajaja! Después de tanto alardear de la grandeza de los dioses, esperaba que fueses capaz de algo más que esto, Afrodita. ¿Quieres ver de lo que es capaz un verdadero dios? El gran secreto de Géminis, ¡EXPLOSIÓN GALÁCTICA!

-Tiene una explicación- te dice, mientras toma tu mano y se la coloca alrededor del cuello, sin dudarlo. Aprieta tu mano rodeando su garganta, para asegurarse de que no se podría soltar si tú no se lo permitieses- Confío en la pureza de tu corazón, y en el de tu amiga, la mujer caballero que llevas a tu espalda. Es esa pureza la que ha hecho que no esté muerta. Sé que puedo confiar en vosotros.

Al instante, os veis envueltos en una nube negra que os rodea. De pronto, vuestros pies dejan de tocar el suelo, y os sentís como levitando.

-Para mi propósito no me sirve un caballero poderoso. Se notaría demasiado. No. Lo entenderás en cuanto te lo explique- te dice, mientras levitáis rumbo al partenón- Reconozco que mi sistema no es exactamente una teleportación en toda regla... Más bien, se parece más a viajar a bordo de una nube- reconoce, y se ríe, aunque no puedes ver su rostro- Geki del Oso. Perséfone va a ser enviada al inframundo, lo quiera o no. No quiero que muera, pero no quiero que se convierta en un títere en manos de Afrodita y sus secuaces infiltrados entre el ejército de la Doncella. Debe ser una reina justa, y no manipulada por esos bellacos que pretenden convertirla en un ser despiadado. Por eso... Por eso...- dice con fervor- Vosotros, los caballeros de Atenea que habéis jurado proteger a la niña Verité, debéis acceder al Inframundo. Bien, yo sé dónde está la caída a los Infiernos. Soy el único que os puede indicar cómo bajar.

Llegáis a la puerta del Partenón. Se escuchan estas palabras de Saga:

¡Jajajaja! Después de tanto alardear de la grandeza de los dioses, esperaba que fueses capaz de algo más que esto, Afrodita. ¿Quieres ver de lo que es capaz un verdadero dios? El gran secreto de Géminis, ¡EXPLOSIÓN GALÁCTICA!

Y se produce un estruendo ensordecedor.

-Creo que llegamos tarde, caballero- te dice, mientras toma en brazos a Shaina- Ve a combatir a Afrodita. Ayuda a tu amigo. Yo entraré cuando ella se vaya o muera. no quiero que descubra que la estoy traicionando. Cuando el combate acabe, Geki, prometo contarte por qué he venido a buscarte a ti y no a la bestia que se encuentra ahora mismo en el Partenón.

Afrodita esquiva el portentoso ataque de Saga, aunque para ello ha debido de moverse tan rápido que parecía sobrepasar la velocidad de la luz.

-Impresionante, debo admitirlo- te dice, asombrada- Nadie había hecho que debiera emplearme al máximo para defenderme. Podrías matar al mismísimo Zeus con un golpe así. Pero ahora- Afrodita eleva las manos hasta que sus brazos quedan completamente estirados por encima de su cabeza- Te enseñaré la diferencia entre un caballero de oro y un Dios. Yo también emplearé mi técnica más poderosa, Saga. Por despiadada que creas que soy, reconozco cuándo un caballero se merece el honor de morir víctima de la más poderosa de mis técnicas...

En ese momento, pasos a la entrada del Partenón interrumpen su ataque. Afrodita baja los brazos.

-¡Vaya! Creo que vienen amiguitos tuyos- dice, socarrona- Dejémosles entrar. No quisiera evitarles el placer de ver cómo te mato.

Saga ve cómo Afrodita esquiva, no sin dificultad, su mejor ataque. Apretó los puños con fuerza, mirándola con odio.

¡Maldita sea! ¿Qué tengo que hacer para que mueras? Si ni siquiera mi técnica más poderosa logra rozarte, perderé el combate. ¡Tengo que pensar en algo ya!

Cuando ella se disponía a atacar de nuevo, Saga se colocó en guardia, sin perder detalle de cada movimiento. Pero entonces, ella se detuvo. Era cierto, se oían pasos y voces al otro lado de la puerta. Aún frente a la diosa, se quedó mirando la entrada, esperando el momento en que viera abrirse las enormes puertas.

¿Qué están haciendo aquí? ¡Este combate es mío!

¿Matarme? Ni lo sueñes, Afrodita. Has tenido suerte en esquivar mi ataque, pero te aseguro que el próximo golpe que te lance, será el último.

Mu levanta la cabeza como si tuviese un resorte, y mira hacia el templo del Patriarca. Cuando habla, su voz es tensa.

Afrodita está en el Santuario. Está luchando con Saga. Acabo de percibir sus cosmos, y he oído las palabras del Patriarca.

¿Qué hacer? Por poderoso que sea Saga, Afrodita es una diosa... es una lucha desigual y puede acabar fácilmente en desastre, y si alguien ve las habitaciones de Saori vacías sabrá que Verité no está aquí y todo habrá sido en vano. Shura habrá muerto por nada.

No podemos actuar caóticamente otra vez. Tenemos que mantenernos en nuestros puestos, más vendrán a pasar a través de nuestras Casas. Somos la primera línea, no podemos ceder terreno o pornto estaremos atrapados. Pero Saga...

Tenemos que ir a ayudarle. Están demasiado cerca de las habitaciones de Saori, se puede descubrir todo. Además...

Además tenemos una cuenta pendiente con esa perra indigna que se hace llamar "diosa". Por Seiya, Shiryu, y todos los que cayeron en el Olimpo.

... pero no podemos dejar desprotegida la entrada. Somos la primera línea, si retrocedemos, pronto toda nuestra defensa retrocederá. Hay que ser firmes.

¿Pero de qué sirve ser firmes con el enemigo ya dentro?

Alguien debe ir a ayudar a Saga. Pero, ¿quien?. Tu yo yo tenemos un deber que cumplir aquí, y el resto... están demasiado lejos. Nadie puede llegar más rápido que nosotros por el camino que Marin nos mostró.

Aldebarán ha sido herido en el combate. Pero so se rendirá. A mi me han tocado aún, pero este es mi templo. Soy el guardían de la puerta. Si no estoy yo, ¿para que tener siquiera puertas?. Salvo que...

Eso no es del todo cierto, querido amigo niego lentamente con la cabeza mientras continuo mirando fijamente al caballero de Aries tu lo has debido de notar igual que yo. Su cosmos estaba lleno de orgullo y lealtad hacia su señora. Es esta la que ha enloquecido, pero el se ha mantenido siempre a su lado, demostrando su valía como caballero.

De repente, la actitud del caballero del carnero cambio radicalmente. Al parecer había sentido un cosmos dentro del santuario. Pero el nombre que dijo era el último que había esperado y deseado escuchar en estos momentos. Y se encontraba prácticamente en lo más profundo del santuario. Mu tenía razón había que actuar rápido antes de que la diosa descubriera la mentira. Pero el debía quedarse, no solo era la primera línea de defensa del santuario, sino que además era uno de los caballeros pocos con las habilidades necesarias para liderarlos en caso extremo.

Esta vez fui yo el que cogió al caballero de Aries de los hombros con mis enormes manos tienes razón amigo mío. Nadie puede llegar más rápido que nosotros gracias al camino que nos enseño Marin. E igual de cierto es que tenemos el deber de proteger la entrada. Pero ese es tu deber, lo cual solo nos deja una solución.

Una afable sonrisa asoma en mi rostro sé lo que estás pensando. Al contrario que tu, yo he sido alcanzando por el enemigo en combate. Pero no te preocupes, esto no es más que un leve rasguño comienzo a reírme para dar más credibilidad a mis palabras, pero el hilillo de sangre que se veía en el interior de mi casco la restaba. Tu mismo lo has dicho, ellos piensan que Verite se encuentra en las habitaciones de Saori. Si eso fuese cierto, mandaríamos refuerzos en cuanto detectáramos problemas. Y es por eso por lo que debo de ir yo.

Tu debes de quedarte aquí, no solo porque eres el guardián de la primera casa, sino porque eres el único capaz de reparar armaduras. Tu habilidad es necesaria en esta guerra. Pero yo solo tengo una habilidad, y es este enorme cuerpo que los dioses me han proporcionado. Y pienso hacer buen uso del el en esta guerra. Partiré de inmediato por el camino de la guardia, y si encuentro a algún caballero lo mandare hacia aquí inmediatamente para que te ayuden. Buena suerte amigo y dicho esto me lanzo a la carrera todo lo rápido que me permite mi enorme cuerpo por el camino que antes nos enseñara la caballero del águila en dirección al centro del santuario, rezando para no llegar demasiado tarde.

Cerbero coloco los grandes, fuertes y peligrosas manos de Geki alrededor de su cuello, y apreto con delicadeza fuerza. Esto sorprendio y enmudecio al Santo, que llevaba en sus espaldas a una inconciente Shaina. Pero antes de que pudiera darse cuenta, una extraña sensacion de levitacion los envolvio. Jamas habia sentido el Oso tal cosa. Y no le agrado. No... por un momento creyo que se descompensaria, pero antes de que eso ocurriera ya habian llegado al Templo de Athena.

Entre un leve jadeo que intentaba ocultar, y un poco mareado, el Caballero del Inframundo lo instaba a que fuese participe de la lucha entre Saga y Afrodita. Al Oso le costaba trabajo creer que el Santo de los Gemelos estuviese teniendo problemas, ademas justo llego cuando lanzaba uno de sus devastadores golpes. Pero si Cerbero estaba en lo cierto, no habi mucho que pensar, de todos modos, ya habria tiempo para arrepentirse. Dejo con cuidado a Shaina apoyada en una de las paradas, y mirandola fijo rogo que esto no fuese una trampa. "Como asi sea, yo mismo te buscare en los confines del Infierno y sabras de las Furia del Oso". No quiso decirselo verbalmente al Transportador, pero su promesa era fiel.

Sin dudarlo mas, Geki del Oso, entro al Recinto del Patriarca, para ser, en todo lo posible de ayuda al Santo de Geminis.

Una extraña sensacion envolvio a Geki del Oso. Esta provenia de sus grandes manos que tenia alrededor del cuello a uno de los desertores del Inframundo, Cerberos. Y en su espalda, el corpulento Santo de Bronce, tenia colgando una inconciente Shaina.

Cuando los tres llegaron al Recinto, este dejo con cuidado a su Capitana apoyada en la pared, y jurando a sus principios, rogando de que Cerbero fuese una suerte de aliado, irrumpio en la batalla entre Saga y Afrodita, esperando que la situacion sea favorable para los Santos de Athena.

Aldebarán partió raudo y veloz hacia el templo del Gran Patriarca. En tan solo unos minutos se apareció ante la puerta. Geki del Oso acababa de entrar.

En medio de la sala se veía a Afrodita luchando contra Saga de Géminis. el combate entre la Diosa y el Patriarca debía haber sido extremadamente violento, pues parte del mobiliario de la sala aparecía destruido. el trono en el que se había sentado Hebe y que había desatado el caos tan solo unas horas antes se encontraba hecho añicos entre los dos caballeros.

-¿Tres contra uno?- dijo Afrodita, y comenzó a reír- Ni aunque fueseis 50 podríais vencer a un Dios.

Saga de Géminis estaba tan colérico que sus ojos y su pelo habían cambiado ligeramente de color. Parecía estar fuera de sí.

Aldebarán sale corriendo hacia el templo del Gran Patriarca, dejándote solo cubriendo el frente.

Mu sintió deseos de protestar. Si bien es cierto que nadie más poseia la habilidad de reparar aramduras, no había ningún hermano de armas que estuviese por encima de los demás. La fuerza de Aldebarán, tanto de corazón como de cuerpo, era tan indispensable para el Santuario como su habilidad, la sabiduría calmada de Shaka, el poder de Saga, la furia ardiente de Aiolia, las armas de Dohko o, incluso, la implacabilidad de la que habían hecho gala Milo o Máscara de Muerte. Las doce armaduras doradas eran una sola voluntad, la espada que Atenea nunca llegaba a sujetar pero siempre estaba en su mano. Su deber no era más pesado que el suyo, ni su vida más necesaria.

Pero el Toro Dorado estaba resulto. Lo leía en sus ojos, y era inutil discutir cuando estaba así. El creía en lo adecuado de su actuación, aunque pareciese más un sacrificio que una ayuda, y no sería Mu de Aries quien pudiese desviar a un toro a la carga hacia su destino. No dijo nada, no había necesidad. Aldebarán era su amigo, y sabía que le entendía perfectamente. Se limitó a asentir.

Buena suerte, amigo mío. Te mantendré el sitio caliente para cuando vuelvas- dijo, con una tenue sonrisa. Lo mas parecido al humor que el flemático Carnero de Oro podía conseguir.

Espero que vuelvas. Sin tu humor, no se que será de las reuniones.

Aldebarán se lanzó a la carrera hacia las habitaciones del Patriarca. Mu se volvó y se sentó sobre sus piernas en el suelo. Habían logrado una primera victoria para Verité, detenido una primera oleada. Pero no se engañaba. Vendrían más.

Mientras en el Partenón se libra una batalla, tu cosmos, el más perceptivo de entre todos los caballeros de Athena, percibr algunas cosas que te chocan horriblemente. Sucesos que van a cambiarlo todo, a darle la vuelta a vuestro rol en esta batalla...

Es el cosmos de Verité... Te estaba proyectando una imagen en la mente...

-¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!- exclamó la pequeña. Justo antes de desvanecerse por un hueco abierto en el espacio y el tiempo. La puerta al Inframundo la estaba absorviendo, sin poder evitarlo. Y con la niña, también a Jabu, el caballero del Unicornio.

-¡Jabuuuuu! ¡Socorroooooooooo!!!!!!!!!!!- fueron las últimas palabras de la criatura, antes de desaparecer, junto a Jabu, por el hueco.

En ese instante, el hueco se cerró, tras haberlos engullido a los dos, sin dejar rastro.

En ese instante, en cuanto la imagen cesó de golpear tu mente, percibes un alarido salvaje.

-¡¡¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!!!!!!- La voz no era la de la criaturita, era la de Nikola, quien gritaba no muy lejos de la entrada al Santuario- ¡¡¡¡¡nooooooooooooooooooooooooooo! ¡NO PUEDE SEEEEEEEEEEEEEEEEEEERRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

El último alarido hace que su cosmos se desboque, incapaz a controlarlo. Acaba de ver cómo la misión de toda su vida, proteger a la doncella, ha fracasado. Es presa de la desesperación.