Partida Rol por web

-Buenos dias, Enrietta -contestó Gheorghe cuando la muchacha entró en la habitación- No te preocupes por mi ni por Mikail, a no ser que él opine lo contrario -dijo mirando a su compañero por si el si requería algo de Enrietta- Nos acabamos de despertar, iremos a las cocinas a por el desayuno cuando podamos.

Gheorghe se volvió hacia el Sargento Dominik- Aquí la tiene sargento, llevando eficientemente a cabo su trabajo, como cada día. Enrietta, el Sargento Dominik preguntaba donde estabas.

Dominik mira a la joven con intensidad unos segundos, y luego asiente

- Ha llegado una comitiva de nobles al castillo. El señor Durius debe ser avisado por si decide llevar sus mejores galas, o ropa elegante. Y todos debemos estar atentos para no hacerle sentir verguenza de nuestros actos. Las damas nobles son Radovina Szantovich de Bran, y Dubieta Szantovich. ¿Aqui todo marcha bien o hay algún problema?

- No te preocupes- le dijo intentando quitar importancia a la efusividad de Innya. Y lo cierto era que en ese momento no le importaba. El Mayordomo estaba más preocupado por lo que podía haber pasado que por lo que realmente estaba ocurriendo.

Aun podía escuchar el estrépito causado por las copas al caer y ver la jarra derramando todo su contenido sobre el suelo. También se veía a sí mismo ordenando a alguien limpiar todo el estropicio y buscando a quien pudiese reparar los abollones de la jarra y las copas. Al final terminaba llegando tarde a la cita y sin lo que había considerado que era un buen detalle. Por suerte la escena se había limitado a su imaginación, pero la impresión había sido tan problemática y real que se negaba a marcharse.

- Qué… sorpresa maestre Maserrak. Inesperado, sin duda. ¿Deseáis algo?

Descuida Enrietta, no te cargaremos con más tareas. – Dijo a la joven belleza. Luego volviéndose al sargento, se pronunció – No tenemos nada que reportar, la noche ha transcurrido sin percances y hemos estado descansando en la mañana. – Volvió su rostro hacia su compañero y le dedicó un guiño con el ojo que permanecía oculto a Dominik. - ¿Desea que le comuniquemos la situación al señor, o bien quiere informárselo en persona? – Concluyó solemne el sinvergüenza.

- Como decía, Mayordomo Otto - me dispuse a repetir lo que acababa de decirle, parecía un tanto distraido.- He pasado por aquí para preguntaros cómo había ido la entrevista, aunque veo que todo ha ido bien... En realidad lo que ocurre es que hemos terminado las lecciones del día - puse mi mano sobre el hombro del pequeño Lindor.- de modo que había pensado que, dado que su familia se encontraba en el castillo, quizás podrían volver juntos a casa... aunque ya veo que Innya tiene trabajo - sonreí.- ¿Todo bien entonces, Mayordomo Otto?

Más tarde, cuando el joven Lindor se había marchado ya a su casa tras una dura jornada de estudio, percibí que había olvidado algo en la sala de estudios. No es que fuera imprescincible, pero me gustaba tener mis cosas a mano, por lo que pudiera pasar. Mientras recogía el material me sorprendió un ruido en la puerta: alguien llamaba.

- Adelante - dije volviéndome para ver de quién se trataba.

Visany y Dagu entraron en la habitación, parecían un poco confusos y al parecer el Mayordomo Otto les había pedido que vinieran a verme.

- ¡Oh! Sois vosotros... ¿Qué tal ha ido todo? ¿Está el Mayordomo Otto contento con vosotros?

- Maserrak, me preguntaba si... - miró al maestro de su sobrino con aire de duda. Pero hacía mucho que se conocían, él los había hecho llegar hasta allí, tras su terrible epopeya al abandonar Slobozia. Y por tanto había una confianza más allá de lo que la cortesía habitual en el Castillo le hubiera permitido de no ser así. Por eso le tuteó, como siempre había hecho, esperando que el Mayordomo comprendiera y aceptara la situación. - ...verás, el Mayordomo nos ha dicho que deberemos quedarnos a vivir en el Castillo. Pero ni Pavetta ni Niziya saben esto. ¿Quizá podrías explicárselo...?

De pronto se giró hacia Otto, mordiéndose el labio.

- Porque... ¿debe ser así, señor? Es decir, ¿debemos vivir en el Castillo para poder trabajar aquí...? En mi caso no me importa, pero los chicos... Bueno, su madre vive en la casa que el Caballero Durius cedió a mi hermana. Pavetta, la madre de Lindor. Quizá... también ella podría emplearse aquí, y vivir en el Castillo, con sus hijos...

Ya estaba. Lo había soltado todo, la idea que le rondaba desde que el Mayordomo había dicho que debían quedarse ne el Castillo. Vivían de la caridad de Pavetta, que les había acogido en su casa. Pero, si todos se empleaban en el Castillo... ya no habría necesidad de que fuera así.

En la intimidad de los aposentos que le habían asignado, Radovina descansó para prepararse. Sabía que lo que venía era un sutil juego de movimientos tácticos, que debería guardarse de estocadas verbales aún más fieras y peligrosas que las del acero.

Estaba allí de motu propio, y nadie la esperaba, más bien había aparecido en la Corte del Duque como un forúnculo en la espalda. Era posible que no sólo no fuera bienvenida, sino que la despidieran a cajas destempladas. Todo dependía de aquellos con los que el Duque convivía, a los que debía su amistad y lealtad, que serían quienes decidirían y aconsejarían. Estaba claro que Dubieta no tendría problemas con ellos, ella sí que era esperada. Y quizá más...

No se le escapaba que ese Caballero Durius era la mano derecha del Duque. Y un esposo deseable para una viuda como Dubieta. Y viceversa. Aunque... también para ella, desde luego, si bien no para él en su caso...

FLAVIU KREVCHESKI:

- Te mueves sigiloso por el castillo, observándolo todo.

GUARDAESPALDAS DEL DUQUE:

- Como cada noche que el Duque celebra sesión de la Corte, sus guardaespaldas de elite magyares aparecen en el salón principal, probablemente surgidos de algún pasadizo secreto.

SALON PRINCIPAL DEL CASTILLO DE BALGRAD:

- Los seis amenazadores y bestiales guerreros se quedan en silencio mirando fijamente a todo el que esté aguardando al Duque en el Salón Principal.

- Miran con ojos asesinos al Chambelán, aguardando que éste golpee el suelo con su bastón ceremonial para anunciar la llegada del Duque.

ANUNCIO DE NUEVA ESCENA: SALON PRINCIPAL DEL CASTILLO DE BALGRAD.

- Aquellos que ya estuvieran en el Salón o que se dirijan allí ahora, deben anunciarlo aquí para cambiar de escena.

El Senescal se encuentra ya bastante recuperado, mi señora- respondió a Dubieta- no suele cometer esos errores, puede que haya sido así o simplemente por complacerla. Quizás pueda contestaros él mismo cuando este recuperado- el Senescal no solía equivocarse en ese tipo de cosas. Quizás se encontraba peor de lo que él pensaba o lo había hecho a propósito. Ya le preguntaría.

Sin embargo, su atención se fue hacia una situación mucho mas importante. Tras la aparición de los amenazadores guardaespaldas del Duque, provenientes de la temida elite magyares, significaba que el Duque iba a hacer acto de presentación. Tras esperar a que los soldados se colocasen en su posición -con una eficiencia y rapidez asombrosa-, y estos le lanzasen una mirada inyectiva a él -nunca se acostumbraría a la misma- el Chambelán dió un rápido pero contundente golpe con su bastón y alzando la voz dijo:

Atención, damas y caballeros, tengo el sumo placer y honor de anunciar la llegada de nuestro Excelentísimo Duque- y tras decir esto, esperó a que toda la Corte se levantase en el acto ante la presencia de nuestro señor, observando quien lo hacía y quien no. 

Aguardando a que su señora se levantase, Schaar imitó el gesto de ésta de manera cortés y respetuosa tras el anuncio del chambelán, obligando a Tiberiu a seguir sus movimientos.

Etérea como un copo de nieve, y casi igual de blanca, Radovina entró en el Salón. Había descansado, tomado un baño, y vestido con sus mejores galas, ayudada por su Ama de Llaves y su doncella. La habían peinado, untado con esencias, masajeado. Llevaba pocas joyas, pero de una belleza y un valor que por sí solos hablaban de la importancia que daba al acto de presentación.

Su apariencia era, sin embargo, nada recargada ni ostentosa, sino de de sencilla elegancia, regia simplicidad.

Valru esperó obedientemente a su señor, el caballero Durius. No era adecuado ir por su cuenta a la recepción del Duque, pero si Durius iba, el debería ir...

"La corte siempre es igual, independientemente de todo lo demás..."

Pero parecía que Durius estaba algo distraído... Tras esperar otro respetuoso minuto, Valru carraspeó levemente, con la esperanza de que aquel sonido sacara de su ensimismamiento a su señor. 

La noche había llegado más rápido de lo esperado en aquel montón de paja, tras tanto trabajo, el tiempo parecía transcurrir de distinta forma.

Bien hora de descansar, todo el mundo estará en la corte... quizá ha comenzado ya... bueno pasaré por las cocinas a tomar algo antes de dormir, ya tengo ganas... quizá vea a Bucur y al resto, supongo que habrán descansado sin problema... ¿qué habrá sido del caballero Iacobus?

Vasilov se levantó y estirándose se encaminó a las cocinas en busca de algún alimento.

El senescal aparece en el salón principal, aguardando junto al chambelán con el que ha venido pero manteniéndose en un segundo plano. 

Tras oir que nos dan permiso para entrar abro la puerta y entramos.

- Ignoro si el Mayordomo Otto está contento con nosotros mas por lo menos no nos ha despachado sino que nos ha dado de comer y nos ha citado en vuestros aposentos para una segunda conversación mientras despachaba con nuestra tía.

- Ansío saber que es lo que el Mayordomo Otto tiene pensado para con nosotros.