Partida Rol por web

Una vez terminaron los eventos ocurridos en aquella condenada noche de festividad, las órdenes se distribuyeron rápidamente, llegando a aquellos que no habían tenido ocasión de recibirlas de primera mano: con carácter inmediato se realizarían una serie de entrenamientos especiales, cuyo objetivo era un nuevo plan de ataque pergeñado por el Lord General Hephaestus. Con la salvedad de los nativos de Lantan, los penales y los del 13º de Asedio, que debían realizar entrenamientos por separado.

A esos tres regimientos les tocó esperar un poco más antes de ser recogidos, en especial a los Enviudadores. Los primeros camiones se llevaron, conjuntamente, a los otros dos regimientos, mientras que a ellos les tocó esperar unos diez minutos más hasta recibir transporte. Pero eventualmente llegaron los camiones, y les transportaron hasta las pistas de despegue que había estado instalando el ala de ataque en la ciudad. Eran nuevas, muy nuevas, y se podía ver como en diversos puntos las obras aún no habían acabado, pero por lo menos las aeronaves podían despegar y repostar sin demasiadas complicaciones. 

Allí, les esperaban algunos sargentos de instrucción de estas alas, con sus uniformes de piloto, así como un transporte Chimera con los colores del regimiento. 

En la intimidad de la compañía del regimiento de Enviudadores Quintus decidió compartir aquello que le rodaba la mente.-Soy el único al que le parece raro de cojones que nos organicen un puto entrenamiento en mitad de una jodida guerra. Ya sabéis que no soy de cuestionar ordenes, se hará lo que se mande pero no entiendo porqué agotarnos en balde en lugar de asignarnos un objetivo táctico en el frente.-tras los incidentes del Torcedor no había que ser muy listo para notar que la Inquisición tenía mucho que ocultar, y hasta cierto punto eso se la sudaba. Quintus no era e los que ponían pegas, aunque no podía evitar estar preocupado por su compañía, al fin y al cabo eran lo más parecido a una familia que tenía.-¿Cómo llevas lo de poder estirar las piernas Nicodemus? Aprovecha que parece que hoy nos llevan de excursión.-el Enviudador le dio dos palmadas en el hombro antes de salir del vehículo para formar al lado a la espera de ordenes

Lo del inquisidor me había dejado descompuesto, al final seguía vivo y de una pieza, pero eso no evitaba que el respecto hacía la inquisición y su sagrado deber, que me metieron en la scholam surtía efecto, pero ahora tenía que entrar en un entrenamiento para poder preperanos, coincidía con Quintus, tal vez no era el mejor momento, pero era preferible a estar sin hacer nada "Estoy contigo, pero prefiero mil veces entrenar y hacer algo, a esperar a que vengan los hereticos a por nosotros, tenemos muchas batallas por librar y tiempo que recuperar" le digo al otro especialista en armas de plasmas, "Tal vez esto es la preparación para la próxima batalla, a saber que objetivo nos van a asignar si creen que tenemos que volver a aprender lo que sabemos" pero me fijo en el detalle de que en nuestro campo de entrenamiento hay asignados sargento de instrucción de las fuerzas de la armada, "¿Alguien sabe porque hay gente de la armada aquí?" pregunto a mis compañeros.

Se alegró de estar de nuevo rodeado de los suyos, pese a haber disfrutado de la compañía de varios miembros del resto de regimientos, pero era duro hacer amistades nuevas y de las que te pudieras fiar. - Poco a poco, grandullón. - se dijo a sí mismo. 

Su compañero Qintus tenía razón, y así se lo hizo saber. - Es verdad Noctis, es raro de cojones, pero...creo que vamos a tener que empezar a acostumbrarnos a las cosas raras, estando bajo el ala de quien estamos. - empezaba a tener claro que, mientras estuvieran bajo el auspicio de la inquisición, éstas cosas les iban a pasar con cierta asiduidad. 

Cayo, sin embargo, se lo tomaba con entusiamos, un entusiasmo que le había echado en falta anteriormente - Amigo, ya era hora que te soltaras, siempre ibas un poco "acongojado"...¡bien por tí! Aunque no tengo ni idea de porqué está la Armada aquí...pero o yo soy calvo, o esto me huele a que vamos a hacer algún viajecito especial, que nunca habrá sucedido, no sé si me explico. - que hubieran pilotos de naves junto a un chimera....sospechoso.

Sonrió ampliamente al ver a Nico y a Flavia, sanos y salvos, él tan dicharachero como siempre, y ella tan buenorra. - Bueno, parece que la quinta de la viuda se junta otra vez.... - el chiste era malo, pero la ocasión la merecía. 

Flavia iba junto a Nicodemus desde que lo hubieran latigado, era raro verla lejos de él, y mucho más raro que no le ofreciera cosas y lo cuidara como una hermana mayor. Al fin y al cabo se habían criado juntos.

-Eh…-Saludo a los demás antes de montar en el camión donde los llevaban a entrenar.

-Seguro que los altos mandos han ideado algún plan del palo “Escalar la muralla con piolets” y ahora nos van a enseñar a escalar. A mi me viene bien, me estaba oxidando con tanto beber y fumar.- La mujer se acarició uno de los bíceps, pensando que quizá había perdido volumen. Eso era malo porque tenia que cargar cosas pesadas siempre.

Quintus chasqueó la lengua.-Hay que joderse, lo que es de cajón es que no vamos a morder la mano que nos da de comer. Si la Inquisición quiere dar esto por cerrado, así sea, la gloria de ser reconocido por una astarte en persona nunca nadie podrá arrebatármela.-sonrió contento para si, habría sido bonito que trascendiera la mención, pero en Enviudador no era un persona ambiciosa. Se alegraba de poder volver a formar parte de la familia de Enviudadores, con sus mases y sus menoses.- Fumar y beber, joder si también te hubieras quedado con las tías ibámos a estar bien jodidos. Creo que más que escalar nos van a convertir en una compañía de altos vuelos.- dijo señalando a los vehículos.- Somos asedio y este planeta esta jodido de cojones, es cuestión de tiempo que el mando quiera romper la brecha. Allí nos van a mandar, querrán que rompamos el cerco pero primero tocará aprender a saltar; vaya hostias.-nunca pensó que llegaría a tener que saltar con jetpack o participar en un asalto aéreo.

El que debía ser un sargento mayor, a juzgar por las insignias, guardó un chrono de bolsillo tras asentir, aparentemente satisfecho por la hora de llegada, y se acercó con los suyos a las escuadras del 13º que había presentes.

-Señores. Bienvenidos a esto que quieren llamar aeropuerto-dijo, con cierta sorna-he aquí el resumen: las órdenes son clasificadas por el momento, pero se nos ha informado de que ustedes van a aprender a saltar. Y para eso están aquí. Les van a soltar, o mejor dicho, les vamos a soltar, en algún punto del territorio enemigo. ¿Cuándo y dónde? Ni puta idea. Pero espero que, por su bien, sea tras las líneas y no en medio de todo el jaleo. 

-Así que empezaremos por lo básico. Van a aprender a tirarse a pelo. Y después, iremos subiendo la dificultad y añadiendo cacharros. ¿Han hecho esto alguna vez? ¿Tienen alguna experiencia de vuelo?

-Ninguna señor, lo más lejos que he saltado es donde me han llevado mis piernas señor. Así que en cuanto a técnica de vuelo o despliegue aéreo me temo que estamos jodidos señor. Aprenderemos cuanto esté dispuesto a enseñarnos señor.-Quintus se cuadró ante el sargento mayor esperando la orden de descanso. Prefería ser totalmente sincero que no dárselas de listillo.

La verdad es que no había duda alguna de que iba a entrenarnos para que saltáramos sobre la línea enemiga, así que no nos quedaba otra que hacerlo, "No, no han entrenado para saltar, como han dicho mi compañero, carecemos de esos conocimientos, pero estamos dispuestos a aprender todo lo que usted este dispuesto a enseñarnos" le digo a sargento

Flavia hizo el correspondiente saludo al sargento mayor, cuadrándose ante este y respondiendo lo que habían preguntado.- No señor.- Tenia la sensación de que durante la subida de dificultad las cosas se complicarían, y alguno terminaría hecho pegatina en el suelo en vez de en el campo de batalla. Suspiró no muy convencida con la idea de que ahora fueran tropas paracaidistas.

Como sus compañeros, Albius negó. - No, pero como ya le han dicho mis compañeros, aprenderemos o moriremos en el intento. - 

Con las respuestas dadas, al Sargento le tenía que quedar más que claro que estaban dispuestos a todo, y que lo harían sin rechistar, les gustara o no. 

Albius dedicó una mirada de preocupación a su compañero Nicodemus, más callado de lo normal y arropado por Flavia desde que los habían vuelto a ver. Esperaba que se encontrara bien y pudieran seguir disfrutando de la vida como hasta ahora, hasta que el Emperador decidiera llevarlos a su diestra.

Luego miró a Noctis y asintió. Había acertado de lleno el muy cabrón. Que bueno. 

-La gracia está en que no mueran. Pero bueno, haremos lo que podamos-concedió el sargento mayor. 

-Por el momento nos olvidaremos del mastodonte que tienen ahí aparcado-dijo, con un cabeceo hacia el chimera, mientras echaba a andar hacia una nave amplia-y vamos a ver qué tal vuelan sin alas. Creo, por las holopelículas propagandísticas, que el entrenamiento de infantería contempla una carrera de obstáculos, con cosas que trepar y superar. Esto va a ser parecido, aunque solo es un obstáculo-informaba, casi amigablemente, asumiendo que todos ellos le estaban siguiendo. Abrió las puertas de dicha nave, probablemente un hangar de alguna clase, y otro de los suyos se apresuró para activar un interruptor que encendió grandes focos en el techo. 

Todo el interior había sido despejado para hacer paso a lo que parecía una torre de andamiaje de varios pisos, tanto de en equivalencia de altura como en estructura per se de la misma, rodeada de colchonetas y con algunas planchas o trampolines instalados en cada piso de altura. Todo ello se remataba con unas poleas, seguramente el instrumento de seguridad que impediría que acabaran hechos puré. 

-Eso sí, es grandecito. Empezaremos por saltos con cuerda desde media altura. Dejen sus armas en esas taquillas de ahí, así como toda la munición que lleven. Solo uniforme y armadura. Veo que Pherson ya está en su puesto-comentó con un asentimiento a otro de la naval que estaba ya cerca de los trampolines intermedios, preparando los amarres de seguridad-suban hasta allí una vez se hayan librado de armamento, y una vez les ate, vamos a ver qué saben de saltar antes de empezar a pulirles.

Tras deshacerse de la carga extra y el equipo innecesario Quintus se dirigió a la plataforma de salto escuchando las indicaciones del sargento instructor se colocó el arnés y subió las escaleras. Les hizo un gesto a sus hermanos antes de lanzar y se tiro al vació intentando seguir las instrucciones del instructor, los años de obediencia en la Schola le hacían asimilar rápido las lecciones y cuando la cuerda se tensó el cuerpo de Quintus reaccionó como un resorte acompañando el peso hacia delante cayendo de pie y dando un par de pasos para mantener la posición.

Albius torció el morro con una mueca divertida cuando escuchó lo que iban a hacer con ellos, pero el casco impidió que le vieran la misma. 

Nunca había pensado que los harían saltar de una nave atmosférica, pero entendía las ventajas tácticas que reportaría en una batalla. Encogiéndose de hombros, siguió al Sargento como el resto, hasta llegar al hangar. Allí contempló, mirando hacia arriba, la rudimentaria torre de entrenamiento, con un poco de desconfianza, pero aquella gente parecía que sabía lo que hacía, así que siguió las instrucciones, dejó todo en la taquilla menos lo que les permitían llevar, y esperó su turno. 

El primero fue Quintus, y el cabrón lo clavó como si llevara toda su vida haciéndolo. - Buena esa, Noctis. - le dijo desde arriba. 

Le engancharon la polea y la cuerda, y escuchó atentamente las instrucciones. Luego, con un salto, imitó a Quintus. No le salió tan bien como a él, necesitando un par de pasos de más, pero como su compañero, demostró que si eran Schola, era por algo. 

...ómo llevas lo de poder estirar las piernas Nicodemus...

El medicae salió de su ensoñación hacia ninguna parte, después de haber sido mutilado, ajustado su propia mutilación y haberse encontrado con las fuerzas del infierno, todo ello en menos de un puñado de horas.

-Estoy bien -sonrió, y se encogió de hombros- Estoy... bien. Sólo haciendo números.

Con el uniforme de relajo tras despojarse de su armadura, Nicodemus volvió a centrarse en el mundo (lo que le llevó un esfuerzo en aquel momento) y concentrarse en la cuerda y en el salto que tenía. El medicae podía ser una persona más nervuda que fornida, pero sabía como explotar su (relativa) falta de masa porque, como buen medicae, a veces la habilidad de poder llegar hasta alguien con rapidez era tan importante o más como la habilidad de poder saber, exactamente, qué era lo que había que hacer cuando llegó.

El salto fue perfecto: nadie que viniera de una schola era ajeno a los ejercicios de rappel, y el Treceavo demostró que, por mucho que fueran un destacamento de asedio terrestre, estaban preparados para lo que fuese. Con los pies de nuevo en el suelo, las botas haciendo contacto, sintió a la vez el orgullo de un buen trabajo bien hecho en quipo y un latigazo cervical que casi le arranca las pelotas desde la garganta.

-...gheh.

Ambas dos cosas le ayudaron, irónicamente, a volver a centrarse.

-Listo. Buen trabajo, equipo. ¡Siguienteeee!

Quintus dio unas sonoras palmadas mientras se quedaba asombrado por la técnica de vuelo del medicae.-¡Eh Nico!¿Donde te has dejado las alas? Ahí que ver de lo que es uno capaz con tal de estirar las piernas.-se alegraba de ver que el reciente cautiverio no había hecho mella en el soldado. Ahí estaba, dándolo todo en la primera oportunidad que se le planteaba, no se esperaba menos de un Enviudador.

Ciertamente, el salto de Nicodemus fue de una ejecución asombrosa, Albius, que estaba atento por si su amigo necesitaba ayuda o se iba de bruces, no pudo menos que aplaudir junto a Noctis, ahora sí, con el casco quitado y enganchado en la cintura, y una sonrisa de oreja a oreja. - ¡Vaya salto Nico! ¿Seguro que no has hecho ésto antes? - 

Quedaban Cayo y Flavia, y no esperaba menos que verlos aterrizar con la misma soltura que el resto*. - ¡Vamos chicos! - les animó mientras subían la torre. 

Pfeh, ejercicio fisico, pensó.

Flavia hizo lo que tenia que hacer, asegurandose de que todo estaba en orden antes de realizar el salto; cuando terminó este extendió los brazos para recuperar la compostura como la habian enseñado cuando hacia ejercicios en la schola, y luego se reunió con los demás. Suponia que lo de palmearle el hombro a alguno no correspondia ahora con el sargento delante, asi que lo dejo para mas adelante.

-Bueno, ¿luego saltaremos desde mas alto o qué, sargento?.- Preguntó chocando las manos entre si, haciendolas resonar en la estancia donde se encontraban.

-No deberían mentir a un suboficial, ustedes han hecho esto antes-replicó el instructor, tras ver los primeros saltos de la escuadra-bueno, al menos casi todos-replicó al ver como Cayo aterrizaba muy dolorosamente sobre una de sus piernas-soldado, o tiene más cuidado, o sale de aquí en camilla.

 Aparentemente estaba satisfecho con lo que veía, y le hizo una seña al tal Pherson para que preparara el nivel superior.

-Aún haremos de ustedes infantería de abordaje. Mismo ejercicio, pero ahora desde arriba, como ha adivinado la soldado. Y haremos unos cuantos saltos. Si veo que se les da bien, empezarán a familiarizarse con el cacharro que va a impedir que se conviertan en manchas en el suelo. Demuéstrenme de que están hechos, treceavo.

Esta vez la altura complicó el salto, Quintus no calibró bien y en el último tramo la cuerda de sujeción se le enredó en una pierna haciendo cae aparatosamente de lado. El soldado intentó rodar para absorber el impacto de la caída, aunque se notaba que el trompazo había sido considerable este no profirió ningún insulto y cojeando volvió de nuevo a la fila para intentarlo de nuevo.