Tirk estaba tan aburrido, que atendia a la conversación, y ya que estaba estaria bien sacar algo mas de información-señor, agradeceriamos saber quienes son esas otras personas que le apoyan, sera de gran ayuda saber en quien confiar para esta tarea, y a quien podemos pedur ayuda si fuera necesario.-Tirk no parecia tan tonto, o tan inocente como aparentaba normalmente.
Movil
Lylo leyó todas las cartas. No había mucho más de interés en ellas. Tan solo que aquella mujer y aquel hombre se amaban. Pero daba la sensación de que esa mujer no era su esposa y que se trataba de una amante. Posiblemente su mujer no lo sabía. O quizá sí. Pero hubo un momento en las cartas en que ella dejó de escribir. Parecía que había decidido dejarla y ella no entendía la razón. Su última carta estaba escrita con agresividad y cólera. Aquella mujer tenía el corazón destrozado.
-Comeogros... ¿estas ahí? -escuchó Lydia en su cabeza- ¿Como os va? A nosotros pichí pichá.
Licorambarino miró a la loca de Aire, y sonrió. ¡No hay más embajadas en la ciudad, el resto no la necesitan porque saben como comportarse! Así que me temo que tu plan no es tan fácil, además de que no querría perjudicar a nadie más que a ellos.
Luego se dirigió hacia Tirk.
¡Oh! No digo que hayamos hecho una causa común. Digo que supongo que habrá más gente que me apoye, no los conozco personalmente, o quizá sí. Es que este tema es un poco tabú en la ciudad, y tratamos de no mencionarlo en voz alta con demasiada gente. Es peligroso, nos tratarían de racistas y mancharían el nombre de nuestra casa. ¿Lo entendéis? Dice mientras se levantaba e iba dando por finalizada la conversación y por si ellos querían les acompañaría a la puerta, si es que no tenían nada más de lo que hablar.
Lylo era un alma cándida y se sintió profundamente conmovido por la pobre Rayncliff. Qué canalla ese Licorambarino. ¡Qué canalla! Dobló las cartas metiéndoselas bajo el jubón, junto a su bolsita de dinero y salió con cuidado del lugar aventurándose por la casa, en busca de las estancias de la señora Licorambarino caminando con cautela, escondiéndose tras cortinas cuando creía que podía acercarse alguien y descubrirle.
Motivo: Escuchar(para saber si alguien se acerca)
Tirada: 1d20
Resultado: 8(+6)=14
Motivo: Moverse Sigilosamente
Tirada: 1d20
Resultado: 20(+11)=31
Motivo: Esconderse (por si acaso)
Tirada: 1d20
Resultado: 16(+13)=29
Supones bien; siempre hay gente dispuesta a odiar. Estúpidos, es más divertido no odiar. Salvo a los que me estropean la diversión, esos se merecen mi más profundo, terrible y aterrador odio. Pero aún así no los odio, no. Aunque los mataría, si matara, y no mato. Pero les jodería bien, y no en la cama, a menos que estuvieran en ella mientras les jodía. Lo que quiero decir es que no les jodería sexualmente, a menos que la forma de joderles fuera castrarles, o algo así; eso sería sexual, pero no el tipo de sexual en que estás pensando. Pero si sabes en qué estás pensando, ¿por qué tienes que aclararlo? ¿Estás hablando con alguien? Si pudieran leer tus pensamientos, Lu, pensarían que estás tan loca como la lunática.
"¿Lo entendéis?" Escuchó la pregunta, pero no lo que había dicho antes. No tenía importancia, seguro que era alguna muestra de cobardía como: ¡Oh, queremos que se vayan pero no que nos relacionen con ellos, pobrecitos nosotros! Como si no supiera ya todo el mundo, incluido un grupo de críos recién llegados a la ciudad, de qué palo vais.
—Sí, sí, claro —aseguró Lucrecia, meneando la cabeza de arriba abajo como un pájaro carpintero—, es total y completamente comprensible. Seremos extremadamente cautos.
Abrió los ojos de par en par un instante, solo un fugaz instante, bajó la mirada y se sujetó el punete de la nariz entre los dedos, tapándose la boca, como si estuviera pensando en algo. Las posturas reflexivas eran útiles para indicarles que estabas pensando a los necios que no eran capaces de utilizar la mente y el cuerpo al mismo tiempo.
—Estoy —susurró en la palma de su mano, al mismo tiempo que al oído de Milo—. Podría haber ido mejor. Creo que nos marcharemos enseguida, así que tened cuidado.
¿Lydia? XD
-A mí me pillaron y puede que no encontremos otra entrada. Lylo sigue dentro -dice mientras hace como que habla con algún animalito- Avisa cuando salís y quedamos en un cruce o algo.
—¿Está solo? —preguntó, con una nota de preocupación en la voz—. Espero que puedas sacarle de algún modo. En cualquier caso, el conjuro se agotará enseguida. No tardéis mucho, y veámonos en El Bote de los Lagartos si no nos encontramos a la salida.
-Sí, me pillaron entrando por la ventana, pero el se coló antes. Por suerte le engañé para que no se creyera que había entrado a robar -tras unos segundos siguió hablando- seguro que está bien. Nos vemos en el Bote.
Tirk sonrio amistosamente ante la respuesta de tobias- bueno estamos aqui porque parece que ya es de dominio público su opinion y sus problemas, sin duda sus amigos sean los que sean prefieren que sea usted que de la cara, lo cual sin duda le engrandece ante sus ojos, pero tambien deberian responsabilizarse con los problemas que tienen, y a nosotros la informacion nos viene bien para solucionar el problema, sin duda conocer el nombre de algunos de sus amigos, y actuando con discreción, podemos lograr algo beneficioso para todos.-intento Tirk conseguir informacion con la mayor diplomacia y autocontrol que podia, pero recibiera la respuesta que recibiera ,tirk no se quedaria mas alli, aburrido, habia muchas cosas en aquella ciudad, un sin fin de cosas novedosas y divertidas.
Móvil
¿Y si fingimos que le roban? ¡Oh, oh, mejor, mejor! Finjamos que le han secuestrado. Que venga la guardia y encuentre escamas o cosas de esas criaturas dijo Aire mientras apuntaba cosas en el aire.
Después, le "rescatamos" y, con las pruebas y su declaración, ¡les echará la ciudad encima!
Al menos los Licorambarino no estaban realizando una conspiración formal contra los hombres lagarto. Echarían pestes de ellos, pero mientras no realizasen movimientos abiertamente hostiles... siempre habría algún modo de calmar los ánimos.
Lydia enarcó levemente una ceja al ver la postura que adoptó Lucrecia... ¿Qué estaría tramando ahora? No obstante, su gesto reflexivo era tan extremadamente exagerado que casi no pudo reprimir una sonrisa.
Pero tras el comentario de Tirk, Aire hizo una proposición realmente horrenda. Lydia la miró con cara de regañina.
-No hemos venido a realizar ésa clase de actos. -la reprendió en un tono sólido.
¿Y por qué no? dijo Aire mientras ponía morritos y sus ojos se llenaban de lágrimas. ¡Esos lagartos se comen muebles y usan a los pájaros para sus propósitos malignos!. ¡Es que nadie quiere pensar en los pájaros!
Pues... dice Tobías quedándose pensando un buen rato tras escuchar las palabras de Aire, quizá la jovencita locuaz tenga razón. Quizá si les tendemos una trampa, o si les pillamos infraganti, o mejor si fingimos mi propio robo o secuestro podría servir. El problema es que eso solo implicaría a unos pocos, ¡necesito que se vayan absolutamente todos!
Tened en cuenta que en la ciudad no juzgarán a todos los de su raza, es como si porque un mediano me robase, fuesen a robar a cualquiera. ¿Lo entendéis?
Y tras ignorar a Tirk y solo escuchar a Aire y deciros todo aquello, una campanilla comenzó a sonar durante unos breves segundos. Licorambarino se puso en pie y al grito de ¡Debéis marcharos ya! y después llamar a su sirviente, os invitó a largaros de allí. Algo había sucedido que le había hecho reaccionar nerviosamente, esa campanilla no parecía significar nada bueno.
Cuando alcanzaste una de las puertas, la que parecía ser el dormitorio principal, una pequeña campanilla comenzó a sonar durante unos segundos. El suave sonido sonaba por toda la estancia, por todos los pasillos y toda la casa. Estaba claro, alguien no quería que un desconocido como tú entrase en sus aposentos. Y precísamente, habías sido tú, quien había hecho saltar la alarma.
Pues nada... a la espera de que algo pase, entonces.
¡Fiestaaa! ... espera no, ¡eso es malo!
Saltó al interior de la habitación según empezó a sonar la campanilla y se escondió donde a nadie en su sano juicio buscaría a otro alguien. ¡Debajo de la cama!¡Pegado al cabecero! Esa zona solía quedar medio oculta por la mesilla y un humano no podría aprovecharse de ese cobijo debido a su tamaño... pero Lylo era así de especial.
Ojalá mi hermano estuviera aquí. ¿qué haría él?
En su cabeza vio la castaña y alborotada melena de su primo hermano maullando repetidamente.
No, idiota eso no me vale.
Pues el idiota eres tú.
Pues que te den.
Pues hale.
Motivo: Esconderse
Tirada: 1d20
Resultado: 10(+13)=23
-No sale -pensaba Milo mientras comenzaba a alterarse un poco. No había escuchado jaleo dentro, pero eso no implicaba que no pudiera haber ocurrido nada. Intentó prestar atención a los sonidos de la casa, por si ocurría algo, si en unos minutos no salía, tendría que volver a entrar.
Motivo: Escuchar
Tirada: 1d20
Resultado: 20(+5)=25
Y le hace caso a la lunática. Definitivamente, el Licorambarino está peor de la cabeza que ella. Pero él ni siquiera es entretenido; los locos aburridos deberían estar en algún lugar en el que no pudiera toparme con ellos. Pero no es mala idea, no. Sobre todo si se presta a un secuestro no tan simulado. Sí, sí, sí, oh sí.
Y entonces sonó una campanilla. Quién sabía que significaba, pero era lo bastante importante como para Tobías cesara su explicación —menos mal, porque en cualquier momento me iba a poner a roncar—, elevara la voz y los echara de allí. ¿Podía ser...? No, o sí. ¿Sufría de hemorroides Licorambarino y era la hora de su cura diaria? ¿Tenía quizás estreñimiento crónico y era hora de que le vaciaran una jarra de agua en el orificio oculto? ¿Pudiera ser que ya hubieran llegado las actrices que observaban su minúsculo miembro y le aseguraban, aguantando la risa, que estaba poderosamente dotado? ¿Estaba frustrada por algo su esposa e iba a proceder a darle unos azotes en las nalgas?
Aunque todas las posibilidades eran dignas de un hombre como Licorambarino, y bien merecidas, Lucrecia temía que no se tratara de aquello. Se temía que tuviera que ver con lo relatado por Milo en su conversación a distancia. Y no pensaba dejar al pobre Lylo a su suerte, no señor, aunque fuera como excusa para enterarse de qué significaba la misteriosa campanilla, si no ea que habían capturado al intruso.
Lucrecia sonrió y se mantuvo en silencio. No pensaba malgastar más saliva con ese hombre que —¡vil bestia!— no bebía sus palabras como si fueran embriagador licor. Se limitó a seguir al sirviente hasta la puerta y, antes de salir, cuando el cuarteto y el pobre hombre estaban solos, se dio la vuelta y se inclinó hacia él.
—Solo una cosa más antes de irnos.
Lucrecia levantó los brazos y los movió de un lado a otro rápidamente, haciendo que los ojos del hombre se ffijaran en las volutas de luz que titilaban entre sus dedosn mientras emitía un monótono arrullo con los labios entrecerrados.
—Son nuevos en la ciudad —dijo, confiando en que su hechizo tendría efecto—. Al señor Licorambarino le gustaría que les escoltara hasta un lugar seguro. Son dos mujeres indefensas y un jovencito.
Hipnotismo CD Voluntad 16 contra el sirviente, cuando no haya nadie a la vista.