Partida Rol por web

Felicitó a Enya y sonrió, satisfecha consigo misma. Agradecía que no hubiesen suspendido las clases de tarde, le había venido bien practicar algo de magia para despejarse.

Se levantó y se preparó para marchar cuando Kelly se le acercó.

- Sí, ¿verdad? -le dedicó una sonrisa y luego se acordó que habían quedado en ir al lago.- ¿Crees que estarán ya allí Orsolya y Erzsébet? -Terminó de prepararse y se giró hacia William y Edward.- Luego nos vemos, ¿eh? -Se despidió de ellos con un gesto de la mano y se fue de allí junto a Kelly.

Enya se sentía realmente satisfecha con su ejecución, especialmente tratándose de la clase de transformaciones, que era su favorita y que la consideraba muy práctica para mejorar su destreza. Lo que no se esperaba era que su hechizo fuera el mejor y que se lo hiciera notar la profesora. Eso hizo que le diera un subidón de alegría. Era la primera vez que conseguía ser reconocida por su trabajo por un profesor, después sobre todo de tantos fracasos como había ido cosechando en las clases anteriormente. Por todo ello esbozó una enorme sonrisa.

- Gracias Kelly. La verdad es que nos ha salido muy bien a todos y a ti también. Se alegraba por todos sus compañeros, aunque estaba un poco preocupada por la ausencia de Gabi.

Enya recordó entonces que tenía un trabajo pendiente todavía para una de las clases, por lo que decidió ir a la biblioteca.

- Nos vemos a la hora de cenar en el comedor. Voy un rato a la biblioteca, que tengo que hacer todavía algunas cosas retrasadas de cuando estuve enferma.

Salió de clase con una amplia sonrisa y con la sensación del trabajo bien hecho.

Al acabar la clase, Ithan guardó la varita mientras se acercaba a recoger su mochila, sacando de esta una palestina de color rojo oscuro y echándosela al cuello. Acto seguido, se echó la mochila al hombro y se acercó a escuchar la explicación final de la profesora, así como la respuesta a sus preguntas.

Al menos, ahora sabía que aquel hechizo no habría marcado diferencia alguna lo sucedido el día anterior. Y no sabía si aquello lo consolaba, o solo le daba más rabia. Acabó por resoplar, asintiendo con la cabeza a modo de agradecimiento por la explicación.

Se acercó a Enya, dándole una palmadita en el hombro. - Lo has hecho muy bien, felicidades. - Comentó en un tono algo más seco de lo habitual. Se alegraba de que Enya hubiera sido la mejor de la clase, sabía que era lo que mejor se le daba, pero lo sucedido el día anterior todavía pesaba en su consciencia como un martillo que no le dejaba descansar. - Tu también lo has hecho muy buen, Kelly. - Felicité a la otra chica, asintiendo con la cabeza cuando dijo que se marchaba. - Nos vemos a la hora de cenar. Que vaya bien. - Despidió así tanto a Enya como Kelly, mientras se daba la vuelta en dirección a la puerta.

Entonces vio al chico nuevo que le habían asignado tras la marcha de Arnold. No lo había visto hablar, ni decir nada, así que se acercó a él. - Tu también lo has hecho muy bien, felicidades. Soy Ithan Trace, un placer. - Se presentó, sonriendo ligeramente.

- Luego hablaremos en la sala común. ¿Vale? - Acabé por decirle, a modo de despedida, caminando hacia la puerta. - Hasta luego. - Despidió a todos los presentes de Ravenclaw que aun quedaban allí, saliendo por la puerta. No le apetecía estar mucho solo, no después de lo ocurrido ayer, así que salió de allí más callado y cabizbajo de lo habitual.

Byron escucha la resolución de la profesora y mira a Enya, había sido la mejor, estaba claro, lo que no entendía es que le hubiesen dado más puntos a él que a otros que lo habían hecho mejor. Al fin y al cabo, los lagartos estaban violentos, pero no eran venenosos como las serpientes. Si que es verdad que con algunos lagartos, su mordedura se infecta rápidamente, pero dudaba que fuese eso peor que el mordisco de una serpiente venenosa.

Sin entenderlo aún demasiado, Byron se dirigió a Christopher.

- Chris, me voy a ir a la biblioteca a seguir buscando información. - dijo muy seguro.

Algo debía encontrar.

El muchacho se agachó a acariciar a las serpientes que estaban tranquilas. Tenían un tacto extraño.

Fue entonces que Byron salió corriendo de la clase, informando que iba a la biblioteca.

¡Espera Byron, voy contigo! gritó, cogiendo su mochila y saliendo tras su compañero

Durante la clase no dejo de echar miradas furtivas hacia Willow. Me siento fatal por no haber ido al funeral. Se me pasó el tiempo sin darme cuenta y cuando quise percatarme, ya era hora de volver a clase. Seguro que está terriblemente dolida, pero no sé por dónde empezar a disculparme. Últimamente todo sale mal y seguro que si me planto delante de ella a pedirle perdón acabe haciendo que todo sea aún peor y me odie...

Veo cómo se va antes de que se me haya ocurrido reaccionar e ir aunque sea a saludarla y darle un abrazo, y otra punzada más de culpabilidad me hiende el corazón. Suspiro y trato de evitar que las lágrimas se me escapen, a la vez que intento manejar como puedo el tenso nudo que se me queda en la garganta.

—Tendríamos que hablar con Willow... ¿no?— digo a Ed—. Me temo que estará enfadada con nosotros... Pero no sé cómo empezar a disculparnos por no haber estado en el funeral... En fin. Deberíamos ir a cenar. Con la tontería se nos pasa el tiempo volando.

Me levanto con languidez y recojo mis cosas antes de encaminarme junto a mi amigo hacia el Gran Comedor.

Una vez que termina la clase me quedo unos minutos más para sacar material de escritura y tomar apuntes sobre el desarrollo de la clase, lo cual hace que me abstraiga durante unos cuantos minutos de lo que sucede a mi alrededor.

— ¿Eh?— pregunto confuso a William cuando escucho que dice algo, y mi cerebro parece processar a posteriori lo que ha dihco.

— Sí, deberíamos ir a hablar con ella cuanto antes... sobre todo para saber cómo se encuentra— a estas alturas ya me voy acostumbrando a que las cosas que creo que pueden salir bien, no lo hagan, solo hay que ver el baile, cuando creía que podría ir con pareja, pasó lo que pasó, cuando pensé que estar allí podría ser divertido... eso, y simplemente, cuando creí ilusionado que este colegio sería interesante, no paro de suspender y tener que ir a recuperaciones.

— Si se ha enfadado con nosotros, tiene todo el derecho del mundo— digo apenado por mis propias palabras mientras me pongo en pie y empiezo a recoger—. A fin de cuentas, los amigos están para apoyarse en momentos difíciles, y nosotros... no hemos estado ahí con ella.

Cabizbajo y con mis habituales pocas fuerzas, me pongo en pie y sigo a mi amigo.

Habían pasado ya quince días desde aquel día que se conoció como el Lunes Sangriento. Y todavía no había habido noticias sobre lo que había sucedido. Green seguía ingresada en San Mungo, y como aún estaba en coma, nadie podia preguntarle sobre lo que sucedió.

Aún se seguían escuchando comentarios por los pasillos, sobre quién era el culpable y lo que había sucedido. Muchos seguían culpando a Bastet, a pesar de que los profesores en ningún momento se habían pronunciado.

La profesora entró en la clase con los bigotes algo rizados y mustios, daba la impresión de estar algo cansada, aunque bajo esa apariencia gatuna era dificil percibirlo. Entró en la clase dando grandes pasos, lentos y sigilosos como no queriendo llamar la atención. Ella misma había oído lo que se decía en el colegio, y no se sentía culpable, aunque sí que quería una explicación por parte de Green. ¡Aquella forma de acusarla había sido muy desagradable!

Se quedó de pie para impartir la clase de aquel día. Buenos días, queridos alumnos. No quiso sacar el tema de lo que pasó para no meter el dedo más en la llaga. Como habéis visto estos días, os he enseñado a mejorar vuestra fortaleza y vuestros reflejos, me imagino que sabréis lo que toca hoy, ¿verdad?

El conjuro transformará esta vez vuestra mente, así que apuntad la varita a vuestra cabeza y repetid conmigo:

¡Mejoratem Voluptatem!

No quiso añadir nada más, la clase fue breve y concisa, directa al grano. Algo que tampoco es que fuera muy habitual en Bastet, pero a la profesora se la podía notar baja de ánimos, triste y melancólica, como si ya no tuviera ganas de continuar allí.

Li entra en el aula y como siempre acostumbra a hacer saluda inclinando la cabeza a la profesora, le habian enseñado de siempre que a los profesores debía de mostrarseles respeto fueran como fueran estos y aunque esta profesora era muy extraña y por lo que había escuchado últimamente había no pocos rumores sobre ella y una posible implicación en lo de las mascotas era una profesora, así que como hacía siempre se coloco en una de las zonas de delante y escucho atentamente las explicaciones.

Saca su varita, se trata de una varita de color rosada, no era muy común la varita de cerezo, pero a ella le gustaba mucho, según sus padres esa varita indicaba que era alguien muy especial y de hecho en otros colegios orientales solo por esa varita le hubiesen admirado, pero allí era diferente, era como ella, una simple rareza, así que se coloco la varita en la cabeza y dice:

- ¡Mejoratem Voluptatem!

Se queda algo extrañada ya que no sucede nada mientras piensa:

- Seguro que ha salido? no lo se, creo que no porque transformaciones se me da muy mal

Un breve paseo por el clima gélido escocés de mediados de noviembre le había servido a Mircea para aclarar las ideas. Aún quedaba al menos un mes para la llegada de las primeras nieves, pero algunas mañanas el termómetro ya parecía rozar el cero. Cuando volvió a entrar en el castillo se frotó las manos, calentándolas con el vaho de su aliento y caminando rápido para llegar hasta el aula de transformaciones.

Por primera vez al entrar, la profesora aún no estaba. Hacía dos semanas ya desde que algunos grupos se habían juntado tras la marcha de alumnos; así que aparte de coincidir ahora todas las clases con Morgana, también compartía algunas clases con alumnos de Slytherin que no conocía y a los que realmente no le interesaba conocer. Aún así saludó con una ligera inclinación de cabeza a Lì húa y James, pues era lo más educado. Guardó su sonrisa tímida para Daphne y Morgana cuando llegaron.

Al llegar Bastet, Mircea se destocó y guardó el sombrero en uno de los bolsillos interiores de la capa de invierno. Se sentó y prestó atención a los movimientos lánguidos de la profesora. Dedicó la hora a repasar lo que decía el libro de texto sobre el hechizo y a practicar a recitar las palabras. Con un movimiento ya ensayado se llevó la varita a la sien y murmuró: Mejoratem Voluptatem

De primeras no notó ningún cambio.

Había poca gente en clase de Transformaciones cuando Daphne entró. Solo Lì, de Slytherin, y Mircea, al que no había visto en toda la mañana. Durante unos cuantos días había estado raro. No parecía poder hablar más que en rumano y nadie supo por qué le ocurría ni por qué, de repente, volvió a la normalidad. Por suerte, ahora ya podía expresarse perfectamente en inglés, pero a Daphne le preocupaba y le intrigaba mucho lo que le había pasado.

No obstante, ese día no estaba para preocupaciones, así que lo saludó con una sonrisa de oreja a oreja que dejaba ver sus dientes blancos. Se sentó y abrió el libro en cuanto llegó Bastet. No se la notaba muy alicaída, pues era complicado leer su rostro, pero a Daphne le pareció comprobar que su pelo, antes brillante y denso, estaba algo mate y se le caía más. Cuando terminó de explicar, sus temores se confirmaron: Esa mujer no estaba con ánimo de dar la clase. Y no le extrañaba. Esa acusación infundada debía de haberle pasado factura.

Daphne desearía poder transmitirle a la profesora parte de la felicidad y el optimismo que tenía ese día, pero no era posible, así que la tejona seguía acumulándolo todo en una gran burbuja en su interior.

Llegó la hora de practicar el hechizo. Muy concentrada y confiando en sí misma, se llevó la varita a la cabeza:- Mejoratem Voluptatem –No pasó nada, así que no sabía si lo había hecho bien o no. Esperaría a que la profesora les dijera algo, pero ella tenía la esperanza de haberlo sacado a la primera.

Con cara de pocos amigos debido a los continuos desastres, Morpho llegó a clase de transformaciones deseando acabarla.

Cuando vió a la profesora Bastet, pudo ver cómo estaba algo distinta, lo notaba en su rostro, en su mirada e incluso en su forma de dirigir la lección del día. Eso a él le daba lo mismo, su preocupación era el conjuro que tendría que aprender, que de antemano sabía que era prácticamente imposible que le saliese bien.

De cualquier modo, él lo quería intentar, no se iba a quedar parado como un tonto.

Se suponía que tendría que notar algo en su mente.

¡Mejoratem Voluptatem!

Para variar, no notó nada.

Comenzó a negar con la cabeza.

Otro más que tendrán que enseñarme mis compañeros, es inexplicable.

Cuando entré saludé a los presentes. La sonrisa de Mircea me pilló por sorpresa, pero no dudé en devolvérsela. No le conocía lo suficiente, pero por lo que había escuchado en el comedor, parecía estar teniendo unos días difíciles, y que sonriera era un buen signo, supongo, así que no sería yo quien se lo chafase.

El hechizo, aunque útil, no me resultaba de lo más divertido de la asignatura. En mi opinión, la gracia de Transformaciones era justamente ver el resultado del hechizo en sí -sobretodo si alguien fallaba-, y en esta ocasión no se vería nada.

Memoricé los movimientos que hacía la profesora Bastet y cuando llegó mi turno, los imité.

- ¡Mejoratem Voluptatem! 

James llegó justito a clase pero por suerte no llegó tarde. Mircea le recibió con una inclinación de cabeza y James, un tanto extrañado, le devolvió la reverencia. James se entristeció mucho al no ver por allí a Dariel. Se acercó a su hermana y le susurró: ¿Tu hermano qué? Nos deja aquí tirados en esta clase. Ya me oirá.- Dijo James mientras intentaba aguantar la risa para parecer serio, aunque no aguantó mucho. Se fue hacia atrás donde se encontraban a un lado Morpho y al otro Lì. Saludó a Lì con una sonrisa, se sentó junto a Morpho, se quitó los guantes y sacó las cosas para la clase, o mejor dicho, para la aburrida clase: ¿Qué pasa Morpho, no te sale? Déjame que lo intente. Mejoratem Voluptatem.- James no sintió nada y se enojó bastante, eso no era normal en él.- Vaya mierda tío. Tendremos que venir a recuperaciones. No estamos muy acertados eee. ¿Qué te pasa tío? Te veo con mala cara.

Cuando vino James le saludé, pero cuando me hizo una pregunta no le respondí, más que nada por si la profesora nos penalizaba. Al fin y al cabo estaba un poco rara.

Sam llegó a la clase, y no dejó de observar a la profesora. Sus andares eran cansados y deprimidos. La acusación de Green la había pasado factura, eso estaba claro. Sus clases buscaban ser divertidas, aunque más bien se podían definir como patéticas. Pero no era plan de decirlo en voz alta, claro.

Y a la muchacha la perdió estar mirando fijamente a la profesora. No se fijó ni en la pronunciación ni en el movimiento. Sacando su varita de entre sus mangas, la movió a su antojo y repitió el conjuro... Sin sentir nada.

Bueno, el curso no podía ser tan perfecto meditó, recordando que era el primero conjuro que fallaba.

Sara llegó corriendo y casi se chocó con Sam. Frenó a tiempo, esa muchacha le daba miedo. Entró lentamente cuando Sam ya había pasado y se juntó rápidamente con sus compañeros.

Miró a su alrededor y sintió pena por la profesora, aunque también la daba grima. Aún no había entendido si era humana disfrazada o una gata que podía caminar sobre dos patas. Pero eso no era importante. El conjuro.

Sara, atiende, que te tiene que salir...

Y no le salió, como era de esperar en esas clases.

Bastet se acercó a los alumnos mientras observaba su pelo. Uno a uno les iba tocando la cabeza con sus delicadas zarpas, sus uñas apenas estaban afiladas, y siempre se guardaban en el interior de sus garramanos. Los alumnos miraban extrañados y de cuando en cuando, les iba quitando un pelo de su cabeza. Era un movimiento seco y ligeramente doloroso, pero esa sensación solo duraba un segundo, ya que en cuanto Bastet les volvía a tocar la cabeza, se sentía un profundo alivio y una sensación de calma y tranquilidad, que tras todo lo que había sucedido era de agradecer.

La profesora iba observando los pelos arrancados, para después ir transformándolos con su varita en un número equivalente a los puntos que recibirían aquella mañana. Un montón de ceros fueron a parar a las cabecitas de las serpientes, que todos ellos habían fracasado, y que para su desgracia, tendrían que pedir ayuda a los tejones si querrían aprender aquel conjuro algún día. Tan solo un único 10 y un único 50, se fueron directos sobre Daphne y Mircea respectivamente.

La mujer de amplios bigotes no dijo mucho más: La única forma de averiguar si os ha salido este conjuro o no, dijo enseñando los mechones blancos de su peludo rostro, es comprobar si os ha salido alguna cana. La cana durará el tiempo que dure el conjuro, y si os fijais muy, muy, muy bien en vuestro rival, podréis verla. Aunque si algún día os enfrentais contra un mago anciano, es muy probable que nunca podréis averiguarlo.

Aquello había sido algo sorprendente, y el estado en el que os había dejado Bastet era sensacional, os había lanzado algún tipo de hechizo sobre vuestras cabezas, que no habíais llegado a oír, pero sí que os hacía sentiros francamente bien. Tan solo Daphne y Mircea tenían un mechón blanco de pelo, especialmente Mircea, que era al que mejor le había salido.
 

Cuando todos terminaron su hechizo, Daphne seguía sin saber quién lo había conseguido y quién no. ¿Le habría salido bien a ella? No estaba segura, solo la profesora podría decirlo.

Bastet comenzó a caminar por entre los alumnos tocándoles la cabeza. Llegó a Daphne, que se estremeció tras sentir un pinchacito cuando la mujer-gata le arrancó un pelo. Iba a tocarse la zona cuando la profesora le colocó su pata y le transmitió una sensación que no solo le quitaba el dolor, sino que también la relajaba enormemente. Hoy no lo necesitaba, pues se había levantado con mucho ánimo, pero aun así era de agradecer.

Los pelos de todos los alumnos fueron transformándose en números sobre sus cabezas con un conjuro de Bastet. ¡10 puntos! Eso significaba que había conseguido el hechizo. Pegó un saltito de alegría y otro más al ver los 50 de Mircea. Por desgracia, ninguno de sus otros compañeros lo había sacado.

Cuando la profesora explicó cómo averiguar si el conjuro había sido un éxito o no, Daphne se llevó los pelos a la cara para buscar ese mechón blanco. Le costó bastante, entre tanta maraña, pero al final pudo localizarlo y separarlo, no sin cierta dificultad, del resto de rizos. Y cuando se fijó en el rumano, lo distinguió rápidamente. Era más grande que el de ella y destacaba mucho en su cabello negro. ¿Cómo no se lo había visto antes?

Con una enorme sonrisa, mezcla de su optimismo actual y del hechizo de Bastet, y el mechón blanco cruzándole la cara de arriba abajo, se dirigió a sus compañeros-. Qué pena que no lo hayáis conseguido -les dijo a Sara y a Morgana torciendo ligeramente el gesto-. ¡Pero seguro que lo recuperáis pronto! Si necesitáis ayuda, aprovechad que esta asignatura es de las pocas que se me dan bien –dijo guiñando un ojo.

- Lo mismo os digo a vosotros, serpientillas -Se giró hacia el grupo de Slytherin-. No tenéis más que pedir por esa boquita si queréis ayuda con el conjuro -Quizás preferían a Mircea, que lo había sacado mejor que ella. Pero la tejona se ofrecía igualmente.

Li contempla que no ha sido capaz de hacer el conjuro, una mirada de tristeza se ve en su mirada, es la primera vez que no le sale un hechizo, por lo que su depresion es evidente, no sabia porque, pero no le habia salido. Se queda mirando a sus compañeros de clase para ver como solo dos habian conseguido superar el hechizo, ella se sentia mal ya que no lo habia conseguido y no estaba acostumbrada al fracaso de esa forma.

Fue entonces cuando una de las chicas dijo que les podria ayudar, hizo un comentario sobre su casa, pero a ella no le importaba, no terminaba de entender aquella rivalidad entre casas cuando para ella habia cosas mas importantes como el hecho de conseguir superar algo, se acerca a la chica que se habia ofrecido a ayudar a los que no habian hecho los hechizos, inclina levemente la cabeza mientras dice:

- Relish... agradezco el ofrecimiento. Podrias ayudarme a superar este hechizo?

Se queda unos segundos callada y añade:

- Os lo agradeceria mucho porque esta materia me es muy complicada a cambio si lo deseais podria ayudaros en otra materia como compensacion