Partida Rol por web

Kendra notó como las mejillas se le teñían de rojo cuando Ithan le dio aquel beso en la mejilla, aunque aquella vez parecio importarle menos que lo notara que las veces anteriores. Sin soltar aquella mano, estaba a punto de decir algo sobre el libro que tenia en la mano libre cuando, de repente, Arnold los sorprendio.

El primer impulso fue el de separarse, como si los hubiera pillado haciendo algo malo. Sin embargo, no lo hizo. Por contra esbozó una media sonrisa, manteniendo la mano de Ithan agarrada.

-Hola Arnold, ¿que tal? -preguntó, educada, mientras veia como tambien Lincoln se acercaba a ellos. Linc, si. Arnold tambien viene te lo dije antes... - añadio, en la misma posicion, acabando por girarse hacia Ithan- ¿Entramos primero y luego ya cenamos? .- pregunto, con una sonrisilla emocionada, demasiado emocionada para que fuera solo por la visita al bosque prohibido.

-Vamos, chicos... - animo, deseando poner un pie en el bosque.

Vio a Linc justo cuando llegaba, la mirada de ambos se cruzo en esos breves instantes. –Pues vaya, otro mas, aunque recibió el ataque por la espalda de Noah, y Ithan lo ayudo, no puede ser mal tipo del todo.- Pensó, mientras volvía de nuevo su mirada hacia el bosque. –Si, yo también voy- Dijo, tanto para contestar a Linc como para corroborar las palabras de Kendra, dedicándole una amplia sonrisa al chico culebra.

Arnold dio un par de pasos en pos del bosque, escuchando las últimas palabras de la chica. –Si, ya cenaremos después, hagamos lo que hemos venido a hacer.- dijo, firme, invadido por la curiosidad, aunque el murmullo del miedo aferrándose a sus entrañas.

Que llegara Arnold le fastidió bastante, habría deseado que tanto él como a quien estaba viendo venir a lo lejos, Linc, hubieran tardado algo más. O quizás, simplemente, es que había pasado demasiado tiempo pensando en como decirselo a Kendra y el tiempo se le había pasado volando. Fuera como fuera, a lo más importante, si que le había dado tiempo y que Kendra siguiera agarrandole de la mano aun con la llegada de Arnold y Linc, era una clara señal para Linc de lo que había pasado.

- Hola Arnold. Pues... si, a ese. - Señaló a Linc cuando Arnold se dio la vuelta, para que lo viera. Cuando Linc llegó hasta ellos, contestó a la mirada de Linc con una amplia sonrisa. - Llegas tarde, Linc. - Bromeó con él, cuando dijo que había llegado. Entonces, miró a Linc y cuando este le devolvió la mirada, Ithan miró hacia la mano de Kendra, que sujetaba con la suya propia, para volver a mirarlo. Acababa de señalarle algo, posiblemente la razón por la que le había pedido antes que se marchara a darse una vuelta y "llegar tarde". Luego le contaría como había ido ese tema en concreto. 

- Vamos allá. - Dijo a los demás, y tras darle un pequeño apretón a la mano de Kendra, la soltó, echandose la mochila al hombro, y preparandose para entrar al Bosque prohibido. Tendría la varita preparada por si acaso. Y tras decir eso, se acercó al Bosque Prohibido.

Lincoln sonrió al ver que todos apoyaban la decisión de entrar ya, al fin y al cabo, mientras venía y para vengarse, ya había cenado algo, así que por él no había el problema del hambre -Bien, vamos- Empezó a caminar junto al resto y los cuatro se metieron en el bosque "Si mi padre me viera ahora... igual me cuelga" Pensaba Lincoln, y no por desobedecer y meterse en el bosque prohibido, sino por ir acompañado de Gryffindors, Linc dejó soltar un leve suspiro mientras caminaban y esquivaban raíces "Cuanto tardarán en aparecer estas criaturas" le daba igual lo que apareciera... mientras apareciera algo.

Kendra, asintió, con el estomago ligeramente encogido por la emocion y el nerviosismo de estar en aquel lugar- Si.. all... - sin embargo, en el momento en el que Ithan soltó su mano, la iniciativa de Kendra se vio disminuida radicalmente. De repente se frenó en seco, y las palabras se ahogaron en su garganta, como si acabara de ver algo ciertamente horrible.

Tragó saliva, pálida como el papel e inmediatamente, saltó como un resorte, agarrándose  al brazo de Ithan, mientras cerraba los ojos en una expresion de alivio- ..Vamos... Sí. Allá vamos. - dijo entonces, sin que casi le saliera la voz del cuerpo, sacando su varita tambien por si era necesario utilizarla, sin soltar tampoco a Ithan.

¿Por que, de repente estaba tan nerviosa?

Ithan comenzó a caminar por el bosque, buscando con la mirada cualquier cosa que pidera parecerle extraño. No tardó demasiado en sentir como Kendra se le agarraba del brazo, lo que hizo que el chaval le mirara de reojo, sorprendido por la reacción de la chica. Pudo sentir como estaba nerviosa, y dudaba que tuviera relación con lo que había pasado fuera del bosque. ¿Qué le pasa? ¿Será por el bosque? No... ella parecía muy animada por venir. ¿Ha visto algo?  Entonces, se paró, buscando con la mirada lo que fuera que Kendra hubiera visto.

Pero allí no había nada.

Ni siquiera estana el bosque en absoluto silencio, lo que habría indicado alguna amenaza. Podían escucharse algunas aves nocturnas, y los clásicos ruidos de un bosque tranquilo. Él, en cambio, por su parte, estaba buscando además algo. Algo por el suelo, hasta que finalmente pareció verlo. Apretó ligeramente el antebrazo de Kendra, acercandose hasta una pequeña planta, un Colmillo Plateado. Una planta apreciada entre los hombres lobo y parecida al crisantemo blanco, que Ithan no tardó en esforzarse por desenterrar con raiz incluida, para luego meterla en la mochila que llevaba.

Miró a sus compañeros, para luego mirar a su alrededor. - ¿Habeis visto algo? - Preguntó, mirando a su alrededor aun con Kendra agarrada a su brazo. Y tras eso, siguió caminando con la varita en la mano, mirando hacia su alrededor.

Kendra observó cómo Ithan cogia aquella planta, y frunció el ceño, sin soltarse de él siquiera para eso, extrañada- ¿Para qué quieres eso? - le preguntó, casi inaudible, curiosa, sin saber qué motivos podria tener Ithan para llevarse una planta de aquel bosque.

Negó entonces, cuando Ithan preguntó si habian visto algo, con el corazón a punto de salirsele del pecho- N...no. No he visto nada. - ese, precisamente, era el problema. Aquella ausencia de luz que conseguía tensarla hasta decir basta. Y, a pesar de la sensacion de seguridad que pretendia transmitir, los dedos de Kendra se aferraban con fuerza al brazo de Ithan, y su respiracion comenzaba a estar ligeramente entrecortada, algo que, a la excasa distancia a la que estaba, sin duda Ithan notaria.

Era ya bastante tarde. Aquella incursion por el bosque tampoco podria durar mucho más, si querian estar en la cama a tiempo.

Arnold camino junto a los demás chicos, con las manos aferradas a las correas de la mochila. Estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano por contenerse, intentar andar sin hacer mucho ruido, cosa que parecía totalmente imposible, ya que a cada paso se escuchaba el ruido de las hojas al pisarlas, o ramitas al ser partidas.

Avanzaba con los ojos abiertos de par en par, volviendo la cabeza hacia el menor ruido que pudiera ser extraño.

Cuando Ithan se detuvo, tuvo que pararse en seco, ya que por poco choca contra el. Lo vio escarbar en el suelo, y guardarlo en la mochila. La escasez de luz era abrumadora, pero la cercanía al rubio le permitió entrever eso. Intentó hablar, preguntar, pero le fue imposible, aunque por suerte, Kendra hizo la pregunta que el quería hacerle.

Arnold volvió la cabeza, buscando con la mirada a Linc, asegurándose de que estuviera cerca, cuando lo ubico, se volvió hacia la pareja. –Apenas o..os veo a voso…otros...- Consiguió articular, mientras cerraba los puños con mas fuerza alrededor de las correas de la mochila.

- Es una larga historia. - Es lo único que contestó a Kendra, mientras seguía caminando por el bosque. Lo cierto era que no era muy bueno orientandose, y lo habían dejado el primero para guiar. Pero Ithan siempre tenía un plan de reserva. Movió el brazo ligeramente, cuando notó que los dedos de Kendra comenzaban a negarle la circulación en el brazo. Miró a la chica, con lo nerviosa que estaba. Acto seguido, miro a Arnold, que parecía tan o más asustado que Kendra, y por último a Linc.

Lo cierto era que aquello estaba demasiado tranquilo, demasiado silencioso. Demasiado oscuro. Frunció el ceño, mirando a su alrededor, buscando algo para orientarse, pero no fue así. - Creo que es momento de volver, es muy tarde y aun tenemos un rato andando hacia el castillo... bueno y salir del bosque. -  Y el problema estaba en que el segundo punto no lo tenía tan claro, por eso pidio un momento de calma con gestos de la mano, dudando que lo vieran claramente.

Entonces, sacó de la mochila algún tipo de riendas o correa, y se llevó una de las manos a la boca. Cogió aire y dio varios silbidos con fuerza, de tres en tres, varias veces, llamando a algo o alguien. 

Todo quedó de nuevo en silencio, e Ithan se llevó el dedo indice a la boca para que no hicieran más ruido. Poco más de un minuto después, se escucharon los arbustos e Ithan se acercó a ellos. - Por fin... - Susurró, y en cuestión de segundos, apareció Albo, su hurón, al cual le puso la correa.

- Caisteal, Iotek. Caisteal. - Susurró en otro idioma, haciendo que este comenzara a tirar. - Es por aquí. - Le dijo a los demás. Minutos más tarde habían llegado al linde del bosque, y entonces, soltó a Albo, que escaló al rubió hasta situarse en su hombro, mirando a los demás presentes. - Mòran taing. -

- Deberíamos ir tirando para el castillo. - Le dijo a los tres chicos, comenzando a camianr por los campos hacia el castillo, con Kendra aun agarrada del brazo, a la cual, le susurró algo mientras caminaban.

- Mañana nos vemos en la recuperación de la primera hora ¿Vale? Nunca olvidaré este día, Kendra... Hasta mañana. - Le dijo, con una amplia sonrisa, dejandole un beso en la mejilla antes de separarse de ella en el vestibulo.

Kendra jamás se habia alegrado en su vida tanto de ver aparecer a Albo por el bosque. Incluso Sócrates, que iba con ella, en su mochila, pareció alegrarse. -Menos mal... - dijo, con alivio, relajando ligeramente la presion en el brazo de Ithan.

Siguio entonces al animal hasta el exterior del bosque, y de ahi fue, junto con sus compañeros, de vuelta hacia el castillo- Es el sitio mas tenebroso que he visto nunca... - reconoció Kendra, una vez se fueron encaminando hacia el castillo, mientras caminaba cogida del brazo de Ithan- Ha sido genial... - añadio, con una sonrisilla emocionada. Y resultaba curioso que, en cuanto salieron del bosque, a la luz de las antorchas del castillo, no habia ni rastro de aquella Kendra tensa que habia habido en el bosque.

Y, en cuanto Ithan le susurro, ella asintio, con una sonrisa, susurrando algo más antes de despedirse de Arnold tambien- Hasta mañana chicos. - dijo, dejando un beso en la mejilla de Ithan, antes de marcharse, con una sonrisilla en los labios- Venga Linc, a la cama.

- Yo tampoco lo olvidaré nunca, Ithan- le susurro, con una sonrisilla- Mañana nos vemos. Ven a recogerme a mi mesa si quieres. - le dejo caer, con una media sonrisa. Estaba pletorica.

Arnold asintió con la cabeza a la sugerencia de Ithan de volver al castillo. –Si, mejor que volvamos.- Dijo, encontrando una chispa de valor al escuchar a los demás, aunque se sobresaltó cuando Ithan empezó a lanzar aquellos silbidos, mirándolo con los ojos abiertos de par en par. –Por las barbas de Merlín, que…- y se quedo callado, cuando vio que Ithan hacia señas para que guardaran silencio.

Al rato escucharon los sonidos de arbustos, lo cual hizo volverse al chico, con los ojos bien abiertos y acercando una mano al bolsillo donde tenia la varita. Cuando vio lo que apareció, se relajo, se destenso, casi llora de alegría. –Jodido bicho, casi me matas del susto, pero te quiero…- pensó, mientras miraba como Ithan le ponía la correa a Albo e indicaba la dirección a seguir.

Una vez se pusieron a seguir al hurón, Arnold parecía mas contento, no solo por la perspectiva de estar avanzando, sino de estar avanzando en dirección a las lindes del bosque, y por ende, al castillo. Fue cuando vieron que el bosque empezaba a clarear, que el chico apretó el paso, buscando salir al aire libre cuanto antes.

-Yo no pienso volver en un buen tiempo ahí dentro.- Dijo con convicción, contestando a Kendra y dándose la vuelta, mirando los árboles que acababan de dejar atrás, como si esperara que de improviso saltara alguna criatura a por ellos. Kendra lo distrajo de ese terrible pensamiento, con una despedida. –Adios, Kendra, hasta mañana! Adios, Linc. –Les dijo, despidiéndose con la mano, mientras echaba a andar hacia el castillo.

Linc se pasó un buen rato caminando por ahí adentro, absorto en sus pensamientos cuando Ithan decidió preguntarles, lo tenía un poco lejos, se había separado del grupo por si encontraba algo, pero agachándose y cogiendo una piedra dijo decepcionado -Nada- 

Apretó la piedra con fuerza y la lanzó contra un árbol esperando al menos que de él saliera una araña, un ratón o una misera mosca a la que atacar, pero nuevamente, se llevó una buena desilusión, aunque los silbidos de Ithan le sacaron de sus pensamiento -Sí, larguémonos de aquí- Dijo mientras salía con los demás del bosque, una vez fuera se empezaron a despedir, así que sin mas dilación, se largó con Kendra a la sala común de Slytherin -Hasta mañana- Dijo despidiéndose de los Gryffindor y aun cabreado por no encontrar nada dentro, se fue con Kendra.

Fue caminando pasito a pasito desde las mazmorras hasta las lindes del Bosque Prohibido. Se cruzó con mucha gente, todos comentando la fiesta del día anterior. Algunos de su casa intentaron pararla para preguntarle algo, pero ella hizo como que no escuchaba. ¿”Hizo como”? En realidad, no escuchaba nada más que sus pensamientos.

Noviembre había llegado y el día era bastante frío. Se ajustó bien su capa de invierno, aunque lo hizo casi por instinto porque no sentía absolutamente nada. En cuanto hubo llegado al Bosque, pensó que había hecho bien en pasar del resto de gente, pasar de las clases y del desayuno. Ahí estaría tranquila. Nadie le molestaría y menos esos estúpidos que no acudieron a la fiesta y, cuando les explicas qué ha ocurrido, no se les ocurre más que mirarte mal por estar borde o poco hablador.

Por fin, después de tanto tiempo con los ojos secos, comenzó a llorar. Quizás no había podido antes por la cantidad de gente que había estado a su alrededor. Por suerte ahora, que estaba sola, podía desahogarse. Sacó de su mochila a Hefesto, con las manos temblorosas, envuelto en la tela rosa de su disfraz de Halloween. Volvió a mancharse de sangre, pero no se inmutó.

Ahora ya no podría contactar con su familia ni contarles lo ocurrido, aunque eso ni se le pasó por la cabeza. Su familia, en ese momento, le importaba menos de lo que le importaba su búho y la tristeza que tenía por dentro. Se adentró unos metros en el Bosque. Le habían advertido que no se metiera nunca, pero tampoco estaba alejándose en las profundidades, seguía viendo los terrenos y el castillo desde ahí. Y no se escuchaba nada raro. Además, ese era el mejor sitio de todos para él. Ahí su espíritu podría volar libre con las otras aves, recorriendo los árboles que tanto le gustaban.

Una vez tuvo un agujero considerablemente grande, colocó dentro a Hefesto, con toda la delicadeza del mundo. Estuvo unos minutos observándolo, pues no se atrevía a taparlo de nuevo con la tierra y perderlo de vista para siempre.

La pequeña sabía que no podía seguir esperando más. Tenía que terminar su labor, así que cogió la tierra y, con todo el dolor del mundo, enterró a su mejor amigo. Luego buscó una piedra más o menos grande y la colocó encima, para saber dónde estaba exactamente y poder visitarlo de vez en cuando. No conocía ningún hechizo para darle forma a la roca ni escribir nada. Pero quizás era lo mejor. Para cualquiera que pasar por ahí sería una piedra más. Si vieran un mensaje escrito, algún gracioso podría encontrar divertido quitarla de ahí o incluso desenterrar a Hefesto. No le sorprendería viendo la clase de gente que había en el colegio.

Lo único que se le ocurrió fue darle un toque musical a esa ceremonia tan íntima-. Sonitus –La melodía comenzó a sonar mientras Asterope murmuraba unas palabras en galés, que terminaron con una frase de consolación:- Marwolaeth yw'r lleiaf o'r holl ddrygau.

Mientras escuchaba la música, no demasiado alta para evitar que alguien la escuchara y se acercara a cotillear, Asterope se sentó al lado de la tumba de su amigo. Se secó la cara de lágrimas, con la consecuencia de que se manchó, sin darse cuenta, las mejillas y los párpados de la tierra que tenía en las manos.

No sabía qué iba a hacer a partir de entonces. Era cierto que su búho había estado casi dos meses fuera de casa, alejada de ella, pero al menos le quedaba el consuelo de volverlo a ver y de recibirlo con alegría. Ahora ya no tenía ese consuelo. Había perdido a su mejor amigo. ¿Cómo se supera eso? ¿Juntándose a otros amigos? Kendra, Linc e Ithan le caían muy bien, pero aún no eran tan importantes para ella como lo había sido Hefesto. Y todos habían perdido a alguien, así que ninguno estaría de humor para animarla. Además, ella tampoco lo quería. Solo con pensar en pasar un tiempo con ellos ya le disgustaba. Había hecho el esfuerzo a primera hora, cuando entró en el baño a hablar con Kendra y cuando se sentó al lado de Linc en la sala común, pero había sido todo tan poco natural... Ni siquiera estaba cómoda con ellos.

No, necesitaba estar sola y punto. Quizás pasara el resto del día sentada ahí, oculta por unos 10 metros de bosque. O quizás podría salir a caminar un rato. Total, en breve empezaría la primera hora de clase, así que estaría todo el mundo dentro del castillo. Nadie podría molestarla.

Ya pensaría qué hacer. Por ahora, ese lugar era perfecto.

Asterope siguió bastante rato dentro del bosque, escondida entre los árboles a diez metros del terreno liso y abierto. Aunque el bosque no era muy espeso por esa zona, la niña se camuflaba perfectamente gracias a su ropa negra y verde Slytherin. Además, no hacía ni un solo ruido.

Estaba inmersa en su propio mundo, inconsciente del paso del tiempo, con los ojos fijos en el árbol de enfrente, aunque sin mirarlo. No obstante, por muy ensimismada que estuviera, le pareció escuchar los pasos de alguien que se acercaba. Genial. Un poco de tranquilidad, no pido más. ¿Tan difícil es? ¿La gente no tiene otro sitio adonde ir? Suerte tenía de estar ahí metida, donde no les resultaría fácil encontrarla. Pero menuda mañana llevaba. Su habitación llena de gente cotilla; la sala común igualmente atestada; los pasillos con cientos de alumnos, algunos de los cuales se habían atrevido a intentar entablar conversación con ella. Seguramente si hubiera querido estar con nadie, encontraría el castillo vacío. Claro que ese no era nunca el caso de Asterope. Jamás había tenido problemas con estar sola.

Sin hacer mucho ruido, se levantó y miró a través de los árboles. No parecía que hubiera nadie, pero no se fiaba. Poco a poco, fue saliendo al exterior y comprobó que, efectivamente, sí estaba sola. Quizás había pasado algún animal cerca de ella y había pensado que era otro alumno.

Ahora que ya estaba de pie, decidió que le apetecía moverse un poco y caminar tranquila. Recordó el lugar al que fue con Ithan y Kendra no hacía mucho. Había vuelto sola un par de veces y por ahí nunca había un alma. Quizás era un buen momento para regresar.

Linc llegó a las Linces del bosque prohibido, estaba harto de la gente de ahí dentro "Es imposible no haber escuchado como tus animales mueren... Y el idiota de Morpho me va de vacilon..." -Se va a enterar- Dijo en voz alta, enfadado, cerrando los puños conn fuerza y sacó la varita... estaba muy cabreado, miró el fondo, a la oscuridad del bosque, como de costumbre, no había mucho que ver, pero ahora, mas que nunca, se moría de ganas por entrar en él, miró a los alrededores, esperando que algún profesor apareciese, pero no veía nada, se sentó en una piedra, la piedra en la que siempre reposaba cuando estaba por ahí y pensó bien que hacer.

Le sorprendió no ver a nadie mas por ahí, pero lo agradeció, necesitaba estar solo.

Desde que lo enterró, Asterope había venido a ver a Hefesto casi a diario. Le daba igual el frío que hiciera o incluso que lloviera. La pequeña Slytherin salía del castillo, caminaba hasta las lindes del Bosque Prohibido y se internaba unos diez metros hasta la piedra que señalizaba el emplazamiento de la tumba. Solía pasar ahí media hora y luego regresaba.

Cualquiera que se enterara podría pensar, y con razón, que era una conducta bastante enfermiza. La pequeña serpiente debía de seguir adelante y no obsesionarse tanto. Pero no podía. Quizás, con amigos adecuados, podría haberlo conseguido, pero no quedaba nadie en su casa que la ayudara a superarlo.

Kendra estaba muy ausente y pasaba todo el tiempo con Ithan; y Linc... de él ya no sabía nada. Y visto su comportamiento de las últimas semanas, casi lo prefería. Cierto era que Asterope había estado un tiempo ausente, pero se debía a la tristeza y al luto por la muerte de Hefesto. Ella quiso arreglarlo y volvió a intentar socializarse, pero él no respondió a ese intento más que con miradas de cabreo y palabras secas. Ni todo el dinero de su familia podría compensarlo.

Al menos me quedan mis compañeros de aventuras, pensó mientras se sentaba apoyada en el árbol de siempre. Niños repartidos por las demás casas de Hogwarts que habían demostrado su valía de muchas maneras. Asterope estaba segura de que, a diferencia de otros muchos, llegarían lejos en la vida. Sí, a ellos tenía que juntarse.

Se escuchaban chirridos de aves a su alrededor, así como pezuñas de centauros a lo lejos. Pero no le importaba. Esta vez no quería estar en absoluto silencio. Los sonidos que la rodeaban le hacían la estancia en el bosque más agradable.