Partida Rol por web

Cuando Oli vio entrar en la enfermería a Mircea y a Ardeen, los ojos se le abrieron como platos:

-¡Chicos! ¿Que ha sucedido? ¿Estáis bien? - dijo, más preocupado ahora por ellos que por sí mismo. Sin embargo, en cuanto vio que no era nada, Oli volvió a sonreir, como de costumbre- Pues empezamos bien... Menos mal que la señora Pomfrey siempre nos cura a todos enseguida...- dijo, sonriendo a la anciana, mientras terminaba de revisarle el brazo.

-Muchas gracias, señora Pomfrey...Ya me siento mucho mejor... ¡Espero no tener que volver por aquí demasiado!

Y, en cuanto la mujer les dio permiso para ir a comer, Oli miró al resto, más animado.

-Bueno chicos, ¡Vamos a comer!- dijo, bajando de la camilla de unsalto, para después acompañar a sus amigos fuera.-¡Hasta otra, señora Pomfrey!

Y juntos salieron de allí, en dirección al gran comedor.

Sara se quedó observando a Madame Pomfrey. Más que a ella, a su tocado. Tenía un parecido a las cofias de las monjas, y eso le dio un escalofrío. ¿Y si la habían mandado para buscarla? Sara dio unos pasos hacia atrás y tiró de Ardeen para que se fueran de allí.

Adiós y gracias dijo esperando no ser maleducada y saliendo a toda prisa de la enfermería

Ardeen llegó angustiada por el dolor imaginario del leve corte, pero cuando se lo curó con tanta rapidez se relajó. Muchas gracias Madame Pomfrey- dijo sin más. Nada Sara, que volvimos a practicar y a ambos nos salió el conjuro.- dijo sonriendo, y Sara la sostuvo la mirada, indicándola que con esfuerzo, la magia era capaz de lograrse, como la había dicho muchas veces durante el verano. Ardeen la sonrió y asintió, se sentía esperanzada, este año no iba a ser como el año pasado.

Cuando el resto de los chicos salieron hacia el comedor, ella les siguió.

Cassius abandonó la enfermería en silencio bastante despues que el resto de sus compañeros. No dijo nada, pensando quien sabe que. Pero no fue directo al comedor, sino que marchó en dirección contraria.

Para cuando llegó a la enfermería, el tobillo le dolía horrores. Pues si que parecía habérselo torcido bien, sí. Entró, menos animado que de costumbre: después de todo, no había sido una buena tarde.

-Buenas noches, señora Pomfrey. Soy yo otra vez, Oliver Blackwood... Parece que hoy no es mi día... - dijo, deteniéndose en la entrada, a la espera de que la enfermera le indicara dónde sentarse- Creo que me he torcido el tobillo... Me duele horrores... -le explicó directamente, con una mueca dolorida.

¿Otra vez por aquí? se sorprende Poppy al ver a Oliver. Había conseguido dar de alta a los últimos chicos que habían llegado tras las clases de duelo de la tarde y esperaba poder sentarse a la mesa de los profesores para la primera cena "real" del curso  -ya que la anterior era la especial cena de bienvenida de curso y los profesores tenían la costumbre de enardecerse con la cerveza de mantequilla traída expresamente de Hogsmeade, la hidromiel de parra y el vino de apio y remolacha-

Veamos, túmbate aquí, dijo dando unas palmaditas a una de las camas vacías.

Antes fue el brazo, recordó. ¿Te has caído por un embudo de moebius?, se rió con su propia broma. Perdón, eso ha sido poco profesional, dijo recuperando el aplomo.

Tras descalzar el pie de Oliver y quitarle el calcetín, (suerte que era el primer día de clase del curso, sino seguramente ya apestaría), tocó su tobillo con la varita.

Sí, lo tienes un poco hinchado. Vas a librarte de pasar la noche en enfermería, pero vas a perderte la cena.

Oliver se tumbó, tal y como le indicó la señora Pomfrey, dándose toda la prisa posible. Para él la hora de la cena era sagrada y no pensaba perdérsela por nada del mundo.

-Ya ve... otra vez aqui... Parece que hoy no es mi dia... - le dijo, con una sonrisilla amable, dejándola hacer tranquilamente, soltando un quejido cuando le quitó el calcetin.

Y se disponía a oir algo en plan "esto se cura en un periquete" cuando la enfermera le sorprendió diciéndole que... ¿¡Que no iria a cenar?! ¡¿Como?! ¡Menudo disparate!

-¡¿Qué?! ¿¡Como me voy a perder la cena?! No, señora Pomfrey... eso no puede ser... ¡Moriré de hambre! ¡Mire como crujen mis tripas!

Se mascaba la tragedia. Oliver no se habia ido a la cama sin cenar en toda su vida y no entraba dentro de sus planes aquel dia quedarse sin cenar.

-Oh, por favor... Deme una muleta o algo, lo que sea... ¡Pero no me deje sin cenar, se lo suplico! - exclamó de nuevo, trágico a mas no poder. Tenía que ser una broma.

Ah, jeje, se rió Poppy. No te preocupes que no te irás a la cama con el estómago vacío.

Tú quédate ahí reposado que en breves te traeré algo para que calmes la tenia que hay en tu estómago.

Volvió al rato con dos recipientes: uno pequeño que llevaba una especie de crema verde y que no olía demasiado bien y otro más grande con bolitas de chocolate.

Alguien me dejó anoche esto en la puerta de la enfermería. ¿Algún admirador secreto tal vez?, volvió a reir. Toma, coge cuanto quieras, dijo poniendo el bol con los chocolates en la mesa auxiliar.

Y haciendo un movimiento con la varita, el potingue verde salió de su recipiente y se extendió sobre el tobillo de Oliver.

Una enorme expresión de alivio se dibujó en el rostro de Oliver cuando Madame Pomfrey le revelo que no pensaba matarlo de hambre. Sin embargo, algo le extraño en sus palabras:

-Señora Pomfrey... ¿Qué es una tenia? - preguntó, extrañado, mientras la seguía con la mirada, para ver dónde iba. Y, cuando volvió con los dos recipientes, su mirada fue inconscientemente a aquel potingue verdoso y se le descompuso el rostro. Eso no podía ser su cena... tenía que ser un error.

Sin embargo, cuando estaba a punto de recular y decir que se le había pasado el hambre de repente, la señora Pomfrey le tendió aquel cuenco con bolitas de chocolate, sin duda mucho más apetecible:

-Oh, es usted maravillosa señora Pomfrey... ¡Muchisimas gracias! - exclamó, comenzando a comer a dos carrillo mientras comprobaba, con alivio, como el potingue verde era para su pierna y no para cenar- Claro que tiene que haber sido un admirador secreto... Seguro, seguro... ¿Tiene usted algun candidato? - le preguntó con total naturalidad, ni corto ni perezoso, básicamente porque aquello es algo normal para él.

Poppy fue a lavarse las manos; aunque realmente no había llegado a tocar la pomada, era una costumbre que había adquirido en sus tiempos como enfermera muggle en una de esas guerras que tanto gustan a los no mágicos.

Pues una tenia es un bicho que se tiene en el estómago y que se come todo lo que tú comes. Por eso siempre estás con hambre aunque creas haber comido más que nunca, dijo Poppy resumiendo muy mucho lo que era aquel parásito. No se dio cuenta que aquello podría preocupar a un chico que vivía por y para la comida.

La enfermera rió ante la idea de tener un admirador. ¿Sabes quién se me ocurre? Peeves. Así que cuidado y no comas muchos, que a lo mejor son una broma suya.

Oliver palideció al escuchar a la señora Pomfrey hablar de la tenia esa- Espere... ¿Que... que tengo... un bicho... en el estomago?! ¡¿Y se come mi comida?! ¡Pero eso es terrible! ¡Tiene que ayudarme, señora Pomfrey! ¡¿Cómo se va a comer mi comida?! ¡Me moriré de hambre!

Catastrofista era poco. El pobre Oliver se había imaginado ya a sí mismo muriendo de inanición mientras aquel horrible ser engordaba y engordaba en su estómago, hasta que ya no cabía dentro de él.

Y acabó por tenderle el cuenco de chocolate, blanco como la pared- Tome, tome... Se me ha pasado el hambre de golpe... - dijo con el rostro descompuesto.

Tan solo esperaba que madame Pomfrey pudiera ayudarlo a no morir por culpa de una criatura glotona.

La enfermera cogió el cuenco y comió un par de bolitas mientras se la llevaba sonriendo. Era fácil hacer que un niño dejara de pensar en la comida.

Volvió a donde estaba Oliver y se sentó en una silla. No tenía nada mejor que hacer, así que, ¿qué mejor que tratar de conseguir que un chico comiera sano?

La tenia solo habitan en estómagos de los muggles. Es difícil encontrar una en el estómago de un mago. Pero sienten cierta predilección por los estómagos que se llenan de bollos, y todo tipo de cosas con azúcar. La mejor forma de evitar que una tenia habite en ti es comiendo una pieza de fruta al día. Odian la fruta, así que si tuvieras una, seguramente se iría.

Se levantó y se puso a arreglar el instrumental que nunca usaba. ¿Para qué sino se tenía una varita? Pero no, seguro que no tienes una.

Oliver miró a la señora Pomfrey aún con cierto temor en el rostro, aunque lo de la fruta hay que reconocer que lo tranquilizó bastante:

- Entonces... ¿Si no soy muggle no me afectará? ¿Y tengo que comer fruta? Pero no tengo que dejar de comer bollos, ¿no? Sólo con comerme la fruta vale, ¿verdad? - las preguntas brotaron atropelladamente, unas tras otras, casi sin que Oliver cogiera aire. Si tan sólo se trataba de comerse una fruta, aquello sería sencillo. Nunca había tenido en comer de más... si acaso el problema estaba en comer de menos.

-Oiga, señora Pomfrey... ¿Y usted como esta tan segura de que no tengo ninguna? ¿Ha visto usted alguna vez alguna? ¿Como son? - le preguntó, imaginándose una especie de bicho peludo con colmillos afilados y ojos rojizos dentro de su barriga. Una imagen horrenda, cabe decir, sobre todo para alguien tan amante de su propio estómago como era él.

Buenas Noches, señora Pomfrey - digo con algo de dolor.

¿Podría ver como van estas heridas? Me han dado con un Terrum Fulminis, supongo que es lo que tienen las clases de duelo.

De pronto veo a Oliver.

Hola Oliver, creo que hubiera sido mejor vernos en otro lado pero aquí estamos.

Oliver si giró, al ver que James entraba en la enfermería- ¡Hola James! Ya ves, maldito Joey... Al final su expelliarmus me torcio el tobillo... Yo no sé por qué tiene que meterse dónde no lo llaman...

A pesar de que el chico sonreia, estaba claro que el gesto no le habia gustado lo más minimo y que, Joey habia cambiado de lista a partir de aquel momento, para pasar a la misma lista en la que tenía al chivato de Noah.

- ¿Tu como estas? ¿Donde te has hecho daño? - le pregunto, observandolo con curiosidad.

Estoy bien, pero me he hecho daño en el hombro, es posible que entre el hechizo y la caída lo tengo muy dolorido, no he querido mirar si hay alguna herida pero espero que no, no le quiero dar esa satisfacción a Joey - digo guiñando el ojo.

Si te quedas varios dias cojo y yo con el hombro dormido, podemos ser una pareja muy cómica, ¿No crees? - digo riendo

No, no puede decirte si te afectará o no. Que no haya visto una afectar a un mago no significa que no puedan hacerlo, concedió la enfermera. Cuanta más fruta comas, mejor, eso está claro. Obvió el comentario de los bollos. Saldría ganando si al menos Oliver incorporaba cosas sanas a su dieta.

La llegada de James permitió que la enfermera no siguiera con el tema del bicho. Daba más miedo cuando no sabías como era algo...

Buenas noches, joven, saludó a James. ¿Duelo, eh? Mira que les tengo dicho que es mejor empezar a saber defenderse antes que enseñar a atacar. Bueno, ven y túmbate aquí, indicó la camilla que había al lado de Oliver.

Los pequeños rasguños que pudiera tener el joven se cerraron con un simple movimiento de varita de la enfermera. Pasó un trapo húmedo para limpiar la sangre seca y tras ello masajeó su hombro para ver hasta donde alcanzaba la lesión.

A ver, extiende el brazo y trata de levantarlo hasta donde puedas, pidió Poppy.

Presto mucha atención a como la señora Pomfrey me atiende. La calma y el cuidado con que poco a poco empiezan a curar las heridas y limpiarlas.

Cuando empieza a masajear la zona le pregunto:

¿Es fuerte?

Cuando me dice que levanto el brazo, cuidadosamente por no forzarlo, comienzo a levantarlo, aunque poco a poco el dolor empieza a aparecer aunque intento aguantarlo.

¿Hasta donde tengo que levantarlo? - pregunto 

-¿Varios días cojo? ¡No, no! ¡Quita quita! Seguro que madame Pomfrey nos apaña a los dos rápido... - dijo Oliver, negando ante la idea de verse sin poder moverse mas de algunos minutos. Demasiado para alguien como él, no hay duda.

Observa entonces como la enfermera empieza a obrar con James y lo observa, con una expresión de solidaridad- Venga, ya verás como se pasa rápido... La culpa fue de Joey, señora Pomfrey... Se le fue un montón la castaña... ¿A que si, James? Se puso a lanzar conjuros y se quedo solo...

A pesar del cabreo que tenía con el chico, acabo por reir, negando, quitándole hierro al asunto. Más que chivarse a la señora Pomfrey de lo sucedido, acababa de hablarle de lo que habia pasado a modo de anécdota, como si estuviera poniendo al día a alguno de los otros huffies.

-Ha sido muy divertido... ¿A que si?