Partida Rol por web

El tramo de carretera que sale de la playa, pasando por el Puerto Brumoso, hacia el pueblo de Tedia es quizás el peor del mundo. Se le llama el Camino Piojoso. El Camino Piojoso recorre campos de un color gris enfermizo, donde un puñado de árboles de aspecto salvaje producen unas manzanas tan agrias que sólo con mirarlas te pones enfermo. El Camino Piojoso atraviesa el Río Macabro, un río que es barro en un noventa por ciento, que contiene peces extremadamente desconcertantes y que rodea una fábrica de rábanos picantes, de forma que toda aquella zona tiene un olor fuerte y amargo.

Siento deciros que esta historia empieza con los Millonarios viajando por esa carretera tan desagradable, y que a partir de este punto la historia sólo va a peor. De todas las personas del mundo que arrastran vidas miserables —y estoy seguro de que conocéis unas cuantas— los jóvenes Millonarios se llevan la palma, frase que aquí significa que les han pasado más cosas horribles que a nadie. Su infortunio empezó con un la muerte de una compañera, Lady Pastelito y acabó con un accidente sobre "El Patrón" y un casi seguro asesinato sobre Maria Unasga Yolas, impacto suficiente para durar toda la vida, pero que en el caso de estos Millonarios sólo fue un mal principio.

Tras la explosión los Millonarios fueron a hospedarse en un "hotel" que estaba al cargo de alguien llamado Conde Olaf, un hombre terrible y codicioso. Por suerte para los Millonarios, Mr. Poe decidió irse justo a tiempo. Más de uno tendrá pesadillas con los ojos muy, muy brillantes del Conde Olaf y con su única ceja hirsuta, y sobre todo con el ojo que llevaba tatuado en el tobillo. Era como si aquel ojo estuviese observando a los Millonarios allí donde fuesen.

Así pues, tengo que deciros que, si habéis abierto esto con la esperanza de descubrir que los Millonarios vivieron felices por siempre jamás, será mejor que lo cerréis y leáis cualquier otra cosa. Porque estas ricas personas, sentadas en un autobús pequeño e incómodo, y mirando por las ventanillas el Camino Piojoso, iban al encuentro de todavía peores miserias e infortunios. El Río Macabro y la fábrica de rábanos picantes eran sólo el anticipo de una serie de episodios trágicos y desagradables, que me hacen fruncir el entrecejo y llorar cada vez que pienso en ellos.

El conductor del autobús era el señor Poe, trabajaba en un banco y siempre tenía tos. Era el encargado de supervisar los asuntos de los Millonarios y la Subasta, y era él quien había decidido que los Millonarios, tras los sucesos desagradables que habían padecido junto al Conde Olaf, fuesen hospedados por un conocido suyo que vivía en el campo.

—Lamento que estéis incómodos —dijo el señor Poe, tosiendo en un pañuelo blanco—Creo que también el doctor Montgomery os va a gustar. Ha viajado muchísimo y tiene muchas historias que contar. He oído que su casa está repleta de cosas que ha ido trayendo de todos los sitios donde ha estado.

El señor Poe condujo el autobús por una pronunciada curva del camino de grava, en dirección a una enorme casa de piedra. La casa tenía una pesada puerta de entrada de madera oscura, con varias columnas delimitando el porche delantero. A ambos lados de la puerta había lámparas con forma de antorchas, que estaban encendidas a pesar de que era de día. Encima de la puerta principal había filas y filas de ventanas, la mayoría de las cuales estaban abiertas para dejar pasar la brisa. Pero delante de la casa había algo bastante inusual: un césped vasto y bien cuidado, dotado de unos arbustos largos y delgados de formas singulares. Cuando el autobús del señor Poe se detuvo, los Millonarios pudieron ver que los arbustos habían sido podados en forma de serpientes. Cada seto era una especie diferente de serpiente, algunas largas, otras cortas, algunas sacando la lengua y otras con la boca abierta, mostrando unos dientes verdes y temibles. Eran bastante misteriosas, y los Millonarios dudaron un poco a la hora de pasar a su lado camino de la casa.

El señor Poe, que iba delante, pareció no fijarse en los arbustos, posiblemente debido a que estaba ocupado diciéndoles a los del banco los cambios de planes, a fin de cuentas, no se debe hablar por teléfono mientras se conduce.  El señor Poe subió las escaleras hasta la puerta y llamó al timbre, uno de los timbres más fuertes que habían oído los Millonarios. Tras un momento de espera pudieron oír unos pasos que se acercaban, y los invitados se miraron unos a otros. No tenían forma de saber, claro, que muy pronto habría más desdichas en su desdichada familia, pero con todo se sentían incómodos. ¿Sería el doctor Montgomery una buena persona?, se preguntaban. ¿Sería como mínimo mejor que el Conde Olaf? ¿Podría ser peor? La puerta se abrió lentamente, y los Millonarios contuvieron el aliento y miraron la oscura entrada. Vieron una alfombra color borgoña en el suelo. Vieron una lámpara de vidrios de colores, que pendía del techo. Vieron un gran cuadro al óleo de dos serpientes entrelazadas, que colgaba de la pared. Pero ¿dónde estaba el doctor Montgomery?
—¿Hola? —dijo el señor Poe—. ¿Hola?

—¡Hola hola hola! —gritó una fuerte voz, y de detrás de la puerta surgió un hombre bajo y regordete, con el rostro redondo y colorado—. ¡Soy el Tío Monty y llegáis en el momento oportuno! ¡Acabo de preparar una tarta de coco!

Pese a la sorpresa inicial de aquellos invitados; todo se normalizó al ver que el Sr. Montgomery parecía ser una persona amigable y risueña, tras dar un fuerte abrazo al Sr. Poe, e indicar a los invitados a deambular por la estancia y a escoger la habitación que más les gustara, se fue a su pequeña sala de investigación. La Tarta famosa tarta de Coco se encontraba en su despacho.

—Recordad: Las Serpientes son vuestras amigas, no hagáis nada que no queráis que os hicieran a vosotros y todo estará bien; no hace falta alarmarse, pero para los que tienen más pavor a estos animales, mejor será que no entren en mi Sala de Investigación— dice el risueño Doctor mientras cierra la puerta con una sonrisa.

El Sr. Poe se sintió aliviado que el Doctor Montgomery Montgomery lo haya tratado tan bien y de forma altruista haya dejado que casi una veintena de extraños deambularan por su casa y durmieran bajo el mismo techo; pese a ello, el nerviosismo del Banquero no cesaba, a fin de cuentas, aún había un delincuente entre ellos.

-Ya sabéis que toca; poned en el sombrero el nombre del culpable.

Dice el Señor Poe mientras deja el sombrero en una pequeña mesilla en el centro de la estancia mientras él se sienta en una de las sillas, a la espera de que todos cumplan con su deber cívico y delaten al culpable que hay entre ellos. Esos pensamientos hicieron que el Banquero se percatara de algo.

-Las huellas de las bombonas dejaron marcas en el suelo, lo que implica que habían estado ahí por mucho tiempo, más que nuestra llegada... el plan de acción escondido en un bote de galletas... la ballesta oculta en la chimenea... la insistencia del Conde Olaf de estar todos juntos viendo su obra... 

-Nah, no se me ocurre nada... aunque... quizás deba avisar al Doctor Montgomery de que el Conde Olaf trae mala suerte... 

Dicho esto, se levanta levemente y siguió al Doctor, esperando que nadie manipule las votaciones en su ausencia; a fin de cuentas todos se vigilaban entre ellos. Lo que el Banquero no se esperó fue lo que vio al otro lado de la puerta, serpientes, camaleones, tortugas... por todos lados... pese a ello, y con una tos persistente le comentó al Doctor todo lo que había sucedido.

-Que lamentable perdida- el viaje me había mareado un poco, por lo cual no había expresado palabras en el camino, pero ahora estaba mejor, y el ambiente me recordaba a como suelo estar en el trabajo lleno de serpientes y reptiles por lo que podría decirse me sentía como en casa.

-¿Quién habrá sido el causante de tan terrible desgracia?- menciono sentándome en uno de los mueves, no sin antes inspeccionar que no hubiera un pobre ofidio, y no quería que pensaran que también soy un destructor de la naturaleza, eso lastimaría mi imagen.

-¿Quién habrá sido el causante de algo tan horrible?- volví a insistir  mientras servía un poco mas de vino, el dulce alcohol ayuda a relajar los nervios en esta desagradable situación, rápidamente juego con la tarjeta entre mis dedos, mientras pienso detenidamente sobre que debería hacer, todos me parecen sospechosos claro uno mas que otros, la chica del caniche fue la ultima en hablar con la desafortunada podría ser ella, el jovenzuelo presuntuoso de palabras sagaces quizás, el listillo que había encontrado la ballesta, el japonés, quizás el gemelo perdido de Hittler, Walt-Disney Jr., la elegante Sra. Inglesa, la viuda, la gótica, el catrín taimado, Clarence Seen,  la elegante coleccionista, quizás la despampanante actriz, el silencioso Sr. Ortega o quizás el Sr. Lefou con el cual había compartido una hamburguesa, todos y cada uno de ellos era tan sospechoso como el otro, sería mejor escuchar que coartadas contarían para justificarse – Bueno- atreví a romper el silencio – Supongo que de nueva cuenta tendremos que votar, no les parece irónico.  

Baje del autobus con un dolor de espalda terrible por causa del viaje. Mire maravillada el jardin del doctor, acomparacion de la mansion del conde, esto me gustaba mas, aunque las serpientes sobraban para mi gusto. 
Entre en la casa de las primeras y al pasar alado del despacho del Dr. Montgomery y ver todos esos bichos por la zona senti un escalofrio por mi cuerpo "Aghhh que asco " pensaba mientras entraba en la salita de estar con todos los millonarios.
Me puse lo mas lejos de la puerta, no queria que ninguna de esas serpientes me tocara, apoyandome alado de una de las ventanas de la sala me puse a mirar al exterior, hasta parecia que estabamos en otro mundo. Cuando hablo el Señor Poe mire para el sombrero mientras pensaba "otra vez las votaciones y ni siquiera hemos podido ducharnos ni comer nada" pero la voz impertinente del presidente hizo que lo mirase para atender a su pregunta 

Alguien que busca nuestros tesoros, esta claro - Comento a todos los presentes, solo habia que fijarse en el "postada" de la nota hacia Maria y solo habia una persona entre nosotros que habia estado coqueteando bastante con la difunta y que a mi parecer era bastante sospechosa.

Bajé del incómodo autobus desperezandome. Nunca me habían gustado los viajes en esos cacharros. Dónde esté un buen auto o un avión que se quite lo demás; pero cuando vi a mi alrededor, la cosa no mejoró. Primero la otra chica muerta en el hotel, ahora bichos en el lugar dónde nos encontrabamos y teníamos que votar otra vez - Esto es una pesadilla. Tiene que serlo - exclamé bastante consciente de que era de verdad - Y otra vez a votar casi sin pistas. Si consigo salir de aquí me costará dormir unos cuantos años.

La decoración del lugar le parecía bastante llamativa, pero no desagradable.

Cuando todo el grupo estaba junto y se volvió a iniciar una votación se arrimó a una de las ventanas y endendio un cigarrillo. Escuchó a quienes hablaron y luego formó parte de la charla.

-Pues... no quiero que suene a acusación, pero basándonos en lo que dice la nota, y en quién de todos estuvo actuando de forma "seductora"...- Hizo un gesto de comillas con los dedos sin soltar el cigarrillo al decir esto último. -Se da la pauta en quién sospechar. De todos modos, creo yo que no es algo al cien porciento factible.- Dió una pausa para fumar su cigarrillo antes de seguir hablando. -Verán, si lo que tenemos aquí es un asesino, o varios, con dos dedos de frente, quizás eso solo sea una trampa para desviar la atención.-

Se escuchó un pequeño ruido tras la puerta de la Sala de Investigación, y a los pocos segundos salieron de ahí el Señor Poe y el Doctor Montgomery. El Doctor parecía alegre y despreocupado como siempre, tenía una amplia sonrisa y le daba palmaditas en la espalda al banquero para que se relajara un poco.

-Descuida, yo me encargaré de todo. Tu ve al Banco y haz lo que tengas que hacer. Me aseguraré que se atrape al vil villano, de eso que no quepa duda, ahora no se preocupe, y descansa que tiene muy mal aspecto.

El Señor Poe aún con reticencias tosía, hasta que llegado a un punto ya no pudo negar lo evidente, no pudo postergar más la visita al Banco y tuvo que salir por la puerta, no sin antes avisar a los Millonarios que se comportaran de forma correcta; fuera de la habitación, se pudo escuchar el motor de un vehículo marcharse.

-Haced lo que dijo el Sr. Poe; yo dejare esto por aquí para que nadie se pase de listo...

Dejando en el sombrero una pequeña serpiente roja, negra y blanca, el Doctor se fue de vuelta a su Área de Investigación; pero antes de cerrar la puerta, volvió a asomar la cabeza hacia los invitados para decirles lo último.

-Por cierto, tengo un nuevo ayudante de Laboratorio. Me acaban de llamar y me dijeron que mi antiguo ayudante se encuentra indispuesto. Si alguien llama a la puerta, por favor, abrid y sed amables con el.

Todo lo que estaba sucediendo en aquella recóndita isla le parecía demasiado extraño para ser normal. Era evidente que había habido un asesinato el primer día, y ya de por si, las cosas deberían haberse afrontado de distinta forma por parte del anfitrión. No solo no habían solicitado intervención policial sino que habían actuado como si todo fuese de los más normal, realizando una insulsa obra de teatro, se habían sucedido más accidentes "desafortunados" según ellos, y finalmente, tras hacer un corto viaje en bus, los habían dejado prácticamente solos junto a un Doctor muy peculiar.

El señor Montgomery parecía un tipo estrafalario y muy en su mundo, un apasionado de los reptiles. Aquella mansión llena de ofidios no era el mejor lugar para hospedarse pero no quedaba de otra, por lo que suspirando, trató de solicitar donde podía dejar sus cosas y darse una ducha. Antes de poder hablar, el señor Poe anunció que se debia ir al banco, no sin antes pedir nuevamente votar por el que creyésemos culpable. Una situación de locos.

- Esto no tiene ningún sentido. ¿Por qué se apeñan en hacernos descubrir a nosotros a los culpables en vez de traer a las autoridades de la zona? Un accidente se podría entender, pero en el poco tiempo que llevamos en este lugar ya ha habido una muerte y dos heridos de suma gravedad, en especial la joven. Esa caída desde esa altura con mucha probabilidad haga temer lo peor...

Con el rostro serio y el semblante sombrío trató de tomarse unos segundos y pensar.

- Efectivamente, tal y como ya han mencionado, la nota denota que el asesino o los asesinos, cada vez me inclino a pensar que debe haber varios por el modus operandi de los asesinatos, van detrás de alguno de los artículos de la subasta. Esto es preocupante porque cualquiera puede ser el próximo objetivo si no han dado con lo que buscan...

Viendo lo visto y que la gente cae como moscas Clarence  toma de su chaqueta un port puros, llevaba guardando ese para una ocasión especial y si no va a salir de ese sitio que ocasión mejor que esta.

Le corta el culo lo pasa por su boca humedeciendolo y lo enciende dando un par de caladas fuertes para prenderlo bien,después toma una bocanada de humo que suelta despacio,humo denso como sus pensamientos en ese momento.

Señores,Señoras, esto creo que es una trampa,me explico, estan simplemente intentando que nos matemos entre nosotros, fijense en el dibujo.

Señala el mapa y vuelve a soltar humo de su Cohiba.

Como veis está mal dibujado,mi teoria es que es un desequilibrado mental o una persona con algun tipo de retraso o bien simple y llanamente lo ha dibujado mal a proposito, el señor Reginald puede iluminar mas esa teoria, van por alguien en concreto nuestro o por todos y esto es una especie de caceria en cubierto y somos sus marionetas, yo no me voy a quedar quieto y mirando como en un burdel de Las Vegas, voy a investigar y empezare por el despacho del Doctor, considero oportuno hacer batidas y ser nosotros los cazadores,separemonos para invetigar mejor y reunamonos aqui digamos... en una hora?

 Al Sr. LeFou se lo veía algo consternado, con gotas de sudor cayendo por su frente. Se ve que el segundo asesinato le hizo preocuparse un poco más por la situación en la que se encontraba... o simplemente el viaje en el autobús le había revuelto su gran estomago. Se encontraba sentado en una de los sillones, acaparándolo casi completamente, mientras escuchaba a los demás presentes. Fuertemente aferrado a su pequeño maletín en el que se encontraba su objeto de subasta.

- Ce n'est pas bien ... nous sommes en danger ... nous ne pouvons pas échouer dans ce vote ... (" Esto no esta bien... estamos en peligro... no podemos fallar en esta votación...")

El señor Walt Disney Jr. Reginald Coleson había permanecido en silencio todo el trayecto. Estaba pensativo. Finalmente, su mención por parte del señor Seen le saca de su inopia y comienza a asentir ante sus palabras aunque, en realidad, no tiene ni idea de a qué se refiere.

Primero, empiezo a sospechar que el señor Conde no nos quería bien.

Segundo, veo que han pasado por encima delante y al lado de lo obvio sin considerarlo siquiera, a pesar de mis esfuerzos para hacerselo notar. Es imposible que el señor presidente y el señor Trump votaran ambos a Bigote si no es que existe alguien que haya hecho trampas con los votos. El señor Bigote Espaldamojada recibió tres votos, pero si hubiesen contabilizado sus dos votos o si nadie pervertió el proceso, habría recibido cuatro. ¿Entienden? O bien alguien miente en sus votos, o bien alguien manipuló el resultado. La pregunta que yo me hago es ¿Por qué? ¿Por qué exponerse así de absurdamente en la primera votación? ¿Solo porque pensaban que nadie se daría cuenta y que saldrían impunes? ¿porque creían que podían?

Tercero, si sumo esto al hecho de que Seen ignorase mi petición de que aclarase la situación con los votos y al intento de hacerme relacionar con ese garabato pueril me hacen crecer en desconfianza hacia él

Cuarto, y sin embargo, hoy mi voto será para la señora Rosa Castillo. No solo tiene nombre de chicana, sino que además, miro con evidente envidia a Elvira, la joven y hermosa mujer que están intentando incriminar claramente. Y es evidente que Elvira es inocente, no solo por el burdo intento de incriminarla, sino por que claramente no es judía.

Solte una pequeña risa al oir las palabras de Reginald Coleson y su acusacion hacia mi  No se confunda señor, yo no he mirado con envidia Elvira, al contrario yo diria que era mas bien desaprobación... usted no presencio lo que paso en el patio asi que esta hablando sin saber - dije defendiendome de las acusaciones de ese hombre - Admito que sospecho de ella, pero en ningun momento lo he dicho en alto como para incriminarla ya que no tengo pruebas y creo que no se debe acusar a nadie sin pruebas - hablaba de forma seria al tipo y estaba bastante molesta ya que parecia que me habia incriminado el a mi sin haber dicho nada - Yo apoye lo que dijo Maria sobre las huellas que encontro en el patio, por que yo tambien las vi cuando estabamos alli pero no saque nada en claro  de esa pista  como para crear una teoria. Voteme si quiere, pero ya se dara cuenta de que soy inocente. Y por cierto - dije antes de acabar - No se que significa "chicana" pero sepa que mi nombre es español, que soy una mujer española y que soy cristiana, si quiere acusarme por mi lugar de nacimiento o por mi religion, al menos que vote con cocimiento - no me gire para  mirar por la ventana, esta vez me quede mirando fijamente a Reginald Coleson

-Tal parece que nuevamente es usted uno de los primeros en arrojar la piedra...- Dijo con un tono burlesco mirando a Reginald. -Y nuevamente por motivos racistas... podría llegar a parecer sospechoso incluso, que se excuse en ideologías como esa solo para quitar del camino uno a uno a los presentes...- Su cigarrillo estaba por acabarse, así que le dió una última calada y lentamente expulsó el humo. -Concuerdo con la dama, por ahora solo podemos sospechar de otros por ciertas cosas, pero pasar a acusar así como así... insisto, es cuando menos un tanto sospechoso, y espero no ser el único que lo crea.- Al decir esto último miró al resto de la gente en la sala.

Todo lo contrario. Ser el primero que habla es síntoma de inocencia. Además, la velocidad de la chicana en defenderse me hace corroborarme en mi impresión... alguien tan poco participativa de pronto es la más atenta... amén de que ninguno de los dos ha hecho ningún comentario sobre lo más relevante de cuanto he dicho

-España se me hace un país honorable- menciono desde mi lugar –difiero de usted Sr. Disney digo Coleson, ser el primero en hablar no siempre es señal de inocencia, pero si de nerviosismo- termino la copa de vino.

-Sin embargo, concuerdo con usted, alguien manipulo la votación, puedo recordar que el sr. Poe retiro dos votos, pero de quienes fueron y por que motivo, ¿Culpabilidad o inocencia? – me guardo la tarjeta en el bolsillo sin escribir ningún nombre.

Quedamos 17 de las 20 iniciales, eso implica mucho y las posibilidades se reducen mi sentido me dice que debo poner mas atención en algunos de los miembros de este grupo – Bueno creo que me apetece un poco de la tarta de coco del Dr. Montgomery- digo mientras me dirijo al despacho del mismo.

Les escuché a todos con atención. Seguían sin dar motivos reales, pero eran capaces de acusar así y eso me hacía sospechar - No sé si me preocupan más los que no hablan o los que hablan demasiado pronto - dije mirando al señor Coleson y luego me acerqué a él - Y dígame señor, racismo y adjetivos peyorativos a un lado, y con las pocas pistas que nos han arrojado, ¿porqué debemos pensar en la señora Castillo?

Elvira baja del autobús y estira los brazos por encima de la cabeza. El trayecto había sido de lo más incómodo, pero había estado en agujeros peores. La muerte de la señorita rubia le había dejado conmocionada.

En qué momento se me ocurrió aceptar esta invitación. Maldita sea, con lo bien que estaría yo en casa... Aquí están todos locos.

Apenas había tenido tiempo de asumir lo que estaba ocurriendo cuando las acusaciones comienzan a sucederse a su alrededor. Para su sorpresa, parecían centrarse en torno a ella y a aquella que se había presentado como Rosa Castillo.

-Ejem ejem-carraspea para que todos la oigan antes de tomar la palabra.- Sí, entiendo que esa nota pudiera señalar en mi dirección porque soy la única que ha coqueteado abiertamente con ella. Precisamente. Si quisiera algo con la señorita María no andaría jugando a las escondiditas con ella. De hecho, hasta ahora no nos ocultamos. No es mi estilo. -Elvira se encoge de hombros.- me sorprende la rapidez con la que la señorita Castillo. Tan solo sé que me gustaría tener alguna certeza antes de emitir mi voto, no basarme en palabras vacías.

Un sonido estridente, como el de un grito cruzó el recibidor; los presentes se miraron entre ellos extrañados, intentando indagar de donde provenía aquel sonido, por desgracia no lo dieron localizado a tiempo, pues otro exactamente idéntico al anterior volvió a sonar, y luego otro y luego otro... 

Un par de instantes en silencio hasta que se escucharon golpes en la puerta principal.