Partida Rol por web

Apenas había terminado de pronunciar la última palabra cuando una serie de gritos resuenan imponiéndose por encima de las conversaciones. Elvira mira a su alrededor un par de segundos, pero finalmente decide tomar la iniciativa. Con la curiosidad reflejada en su rostro, avanza contoneando sus caderas de lado a lado hacia la puerta principal y la abre.

Tras aquella puerta apareció un rostro que os resultaba familiar, aunque por algún motivo no era exactamente como lo recordabais, una calva, sin cejas, unas grandes gafas de culo de botella y una prominente barba grisacea, todo acompañado de una bata de laboratorio con algunos bolígrafos enganchados en el bolsillo que sobresalía.

-Buenos días, soy Stefano; el nuevo asistente del Doctor Montgomery Montgomery.

De entre la multitud de millonarios se escuchó una voz anónima que le replicaba de forma ruda: "Son tardes y eres el Conde Olaf". Cosas ambas posiblemente ciertas, pues a fin de cuentas, llevaban viajando mucho tiempo por aquella carretera y habían partido en el alba. Pese a ello, aquel hombre continuó hablando.

-Quizás uno de ustedes pueda llevar mis maletas a mi dormitorio, el viaje por este camino maloliente fue aburrido y desagradable, y Stefano está muy cansado...

Otra voz distinta de entre la multitud se alzó nuevamente para seguir replicando lo evidente: "Eres el Conde Olaf y si alguien merece viajar por el camino piojoso, eres tú", una tercera voz se alzó nuevamente diciendo: "Y no te ayudaremos con el equipaje ni entrarás a esta casa", acto seguido una cuarta persona se adelantó y cerró la puerta en la cara de Stefano.

Un cuervo negro entra volando por la puerta abierta y se dirige de forma directa hacia Reginald Coleson, al cual ataca con sus garras en el rostro; pese a que él se intenta defender, le produce una leve cicatriz doble en la mejilla derecha; acto seguido este animal sobrevuela el Sombrero del Señor Poe y deja caer algo en él.

Por último, tan rápido como ha entrado, este sale volando aprovechando que la puerta seguía abierta de par en par.

Al ingresar a aquel santuario de serpientes solo pude admirar la originalidad de la vivienda que poseía el Doctor Montgomery, pero eso no era algo que pudiera hacerme olvidar en la situación que me encontraba, había ocurrido otro crimen y debíamos hallar a el culpable. -Hasta ahora lo único en claro es que Elvira no es la culpable del asesinato ya que es obvio el intento de incriminarla, al menos descartar a alguien de los sospechosos era una buena noticia- mientras escucho el debate entre Coleson y Arthur aporto -Seria lo mejor que cada cual mencione de quien sospecha o con quien no se lleva bien, después de todo del orden no se lograra nada, si todos somos amigos, no sospechamos y lo dejamos así los sucesos seguirán ocurriendo, del caos se puede extraer información, de esta manera no-

Tras escuchar unos gritos y la consecuente aparición del Conde Olaf procedo a cerrar la puerta enfrente suyo, no es que tuviera nada contra él pero si la mayoría opinaba lo contrario, no tenia objeción.

Por desgracia para aquel grupo de millonarios, la puerta no se cerró del todo, pues se había topado con algo duro mientras esta se cerraba, algo que Stefano aprovechó para abrir y así entrar, sosteniendo aquella cosa que había impedido a la puerta de cerrarse, un enorme cuchillo de caza.

Tras unos instantes de silencio mientras el Asistente apuntaba el cuchillo hacia los millonarios invitados, aquel hombre armado volvió a hablar, esta vez, con una voz que todos los presentes podían reconocer; pues era la voz del Conde Olaf, sin lugar a dudas.

-Veo que no han cambiado en absoluto, mis huéspedes...

-Anya, veo que sigues con ese chucho apestoso...

-Yoshitoko, sigues usando esas estúpidas gafas porque crees que te hace ver "guay"...

-Y alcanzo ver que Adolf sigue teniendo 9 dedos en lugar de 10... 

Entonces Lady Adele habló, casi para sí misma pero con el suficiente volumen como para que el Conde Olaf disfrazado de asistente pudiera escucharlo: "¿De que habla?, Si Adolf tiene 10 dedos, como la mayoría de la gente..." A lo que dio pie al Conde Olaf de replicar.

-¿Enserio? ¡Qué raro!. Hubiera jurado que perdió uno de sus dedos en un accidente; recuerdo a un hombre llamado Stefano que se confundió tanto que le llamaran Conde Olaf que por accidente dejó caer un cuchillo en su pequeño pie y así le amputó uno de sus dedos...

El Conde Olaf se había acercado a aquel grupo de Millonarios de forma amenazante con el cuchillo.

Fue en ese preciso instante y no en otro cuando la puerta del Área de trabajo del Doctor Montgomery Montgomery se abrió, dejando ver al Doctor rodeado de pequeñas serpientes de todos los colores y tamaños imaginables, con una sonrisa risueña intentó mostrarle a los huéspedes aquellas maravillas de la naturaleza, pero algo le hizo cambiar de idea.

-¿Quién eres?. Veo por esa bata de laboratorio y esas gafas de fondo grueso que debes de ser una especie de científico... No me lo diga, eres mi nuevo Asistente de Laboratorio; genial, le estaba esperando.

Con una amplia sonrisa y sin prestar la más mínima atención al enorme cuchillo que aquel hombre portaba en sus manos le invitó a pasar sin miedo por aquel grupo de ricos huéspedes quienes aún estaban debatiendo acerca de a quién votar. Oportunidad que el Conde Olaf disfrazado aprovechó para deslizarse metaforicamente entre ellos y llegar a la seguridad que el Doctor Montgomery Montgomery le ofrecía.

-Es increíble la rapidez con la que usted ha venido, hacía apenas unas horas que me había enterado que iba a tener que hospedar a estas maravillosas personas y poco después me llamó mi asistente habitual para decirme que estaba enfermo... No sabía que la Organización me trajera a un Asistente con tanta rapidez... eso sí que es eficiencia...

De nuevo con aquel acento italiano completamente inventado, el Conde Olaf disfrazado de Stefano, no tuvo ningún miedo ni perdió ni un solo segundo para entrar dentro de aquella Área de Trabajo junto con el Doctor Montgomery Montgomery, para así continuar hablando de forma privada con él.

-Sí, que Gustav se pusiera enfermo tan de repente fue un golpe de buen-mala suerte... Por eso estoy aquí, yo el Asistente Stefano, tal y como indica mi bata de laboratorio y mis gafas gruesas, soy una persona de "siensia".

Entrando en aquella habitación y cerrando tras de sí, sin dejar a aquellos millonarios recién amenazados por el cuchillo del Conde Olaf decir una mísera palabra de aviso al Doctor Montgomery Montgomery. 

 La mirada del Sr. LeFou se encontraba perdida después de la irrupción del Conde Olaf entre los presentes, dejándolo en un momentáneo estado de shock. La pesadilla los seguía de cerca, y parecía que no había posibilidades de librarse de ella. Y para el colmo de los casos, había asesinos entre los presentes. Que maravilla de viaje, pensó sarcásticamente el hombre francés... Intentando mantener su porte estoico y no parecer un cobarde francés, vuelve al debate sobre los votos.

- Maintenant quoi? ... Qui sommes-nous lyncher? ("¿Y ahora qué?... ¿A quién linchamos?")

Mi orondo amigo francés yo voy a votar a la señorita Dennise Blacke, no por ser mujer ni rubia,me recuerda a una bailarina que conocí hace años en el Bagdad cafe en Barcelona, fumaba y no usaba la boca,lo mas curioso que hacia aros de humo espectaculares y si usaba una cachimba y pagabas un plus hacía los aros de humo del sabor que quisieras... asinsss que años locos aquellos, bueno a lo que iba la votaré por no participar en buscar al asesino o asesinos,simplemente como si no estuviera aqui y para que viva ella pues prefiero que vivan el resto.

Hace aros de humo con su puro y sonrie rememorando viejos tiempos.

Asomo la cabeza desde el despacho del Dr. Montgomery sosteniendo una rebanada de la tarta de coco, exquisita a mi parecer – Ah el conde Olaf ha regresado- añado con una sonrisa sarcástica – Que bien, que bien- digo sin abandonar el despacho del Dr.

-Ahora solo falta que haya otro muerto y estaremos como al principio- continuo probando la tarta – Sr. Lefou de verdad debería probar esto es delicioso, eso o mis papilas gustativas se han atrofiado por la falta de buenos alimentos en estas horas- agrego dando otro bocado a la  tarta.

-Anya, Adolf y Yoshitoko ¿Interesante?,- en mi mente miles de ideas se forman - ¿Inocentes o culpables?- una difícil decisión.

 El Sr. LeFou, recordando momentáneamente la existencia de la tarta de coco, junto todas sus fuerzas y en un abrir y cerrar de ojos se zambulló en el estudio del Doctor, sacando una muy generosa porción del pastel. Se relamía pensando en el manjar que iba a disfrutar.

- Merci, monsieur Trump... Je voudrais être le président de mon pays... ("Gracias, señor Trump... ojalá fuera el presidente de mi país...") ...Je dirais que nous prenons une chance et votons pour la blonde russe... ("Yo diría que nos arriesguemos y votemos por la rubia rusa...")

 Señaló con el tenedor a Anya Ivanov; acto seguido con el mismo tenedor empezó a comer la tarta.

¡¡AAAAGGGHH!! ¡Quitenmelo! ¡Quitenmelo! ¡Maldito bicho asqueroso!

El ataque del cuervo pillo desprevenido a Walt Disney Jr Reginald Coleson, que se vio obligado a cubrirse la cara e intentar desviar al pájaro a manotazos y perdió el hilo de la conversación en el transcurso de su pelea.

Iba hablar, cuando la puerta sono y aparecio el Conde con un disfraz muy cutre y luego un cuervo. Era la segunda vez que veia un cuervo desde que estabamos en aquella isla, pero este ataco a Reginald y no pude evitar reirme al ver que lo habia atacado - Karma - pense mientras veia como el pajaro se iba. Me di cuenta de que habia soltado algo en el sombrero pero ni me quise acercar a el por culpa de la serpiente que dejo alli el doctor.

El viaje por el camino piojoso me habìa dejado lleno de nauseas y ganas de vomitar,asì que luego de acomodar mis cosas en una de las habitaciones me fui directamente al baño para vomitar,tambièn lo era por lo del asesino que manipulo las votaciones,era obvio que esto no podrìa haberlo hecho solo,por lo que cuando finalmente me reunì con los demàs dije:

-Buenas tardes caballeros,damas,¿que esta pasando aquì?.

Cuando alguien fuese tan amable de informarme de todo lo ocurrido mientras me encontraba en el baño,agregarìa:

-Es obvio que el asesino recibiò ayuda del Conde,sino ¿como se explica que pudo alterar la votaciòn que habìamos llevado a cabo?,por otro lado,¿porque pensamos en solo uno?,y ¿serìa imposible pensar que fuesen un grupo organizados de asesinos?,por lo menos como hipótesis es probable dado que la ley de probabilidad dice que aunque sea muy ínfima mientras no sea de cero es posible. Asì que,por lo menos sabemos o sospechamos del conde ayudo a ese asesino o a ese grupo de asesinos,¿porque le o les ayudarìa? ese es el motivo principal del cual deberìamos preguntarnos ¿que ganarìa el conde aliándose con el o los asesinos?

Espere las respuestas de los demàs.

Elvira observa la escena con ojos y boca muy abiertos a causa de la sorpresa en una expresión muy parecida a la de una de esas señoritas de látex hinchables para uso y disfrute erótico-festivo..

-¿Es que están todos locos aquí? Así no me extraña que un asesino pueda pasar desapercibido en esta isla... Señor Meinster, suponiendo que el conde estuviera infiltrado y colaborara realmente con ese asesino o asesinos, quizás haya montado todo este paripé de la subasta para quedarse con nuestros objetos de valor, me temo.
 

La noche había sido horrible, no fea, horrible, ¡aquello no podían ser llamadas habitaciones para invitados! Estaba a dos pasos, sí, así de cerca, de sacar al señor Poe de la lista de invitados para la fiesta de navidad (lastimosamente, no podía hacerlo porque el nombre del señor Poe no estaba en la lista, aun así las palabras sirven para expresar su indignación)

Pero no se podía culpar a Denise de tener los nervios exaltados, pues ella venía preparada para una subasta y allí había todo (incluida una tarta de coco, según le decían) menos una subasta, así que allí estaba ella, siguiendo al señor Poe, el encargado, a donde los había llevado, un lugar más bonito pero no por ello más adecuado a sus sensibles nervios: había serpientes.

Fue así, que olvidando su anterior tirria contra el conde, sentimiento que volvería cuando apareciera con su cuchillo, se fue a concentrar en los asuntos urgentes: el doctor.

El doctor parecía agradable y eso era bueno, le gustaban las serpientes, lo que era preocupante seguro, y hacía tarta de coco lo que era fantástico.

Mientras Dennise se ponía de acuerdo con sus pensamientos, el resto de invitados habían vuelto a las andadas y cada uno hablaba por su parte haciendo lo propio para ayudar a la conversación, por lo que ella también debía hacer lo mismo.

Contaban con pocas pistas, y aquello no era de ayuda, por tanto solo quedaba estudiarlas todas y seguir el instinto, así pues suspiro y viendo que ya la votaban a ella (y la comparaban para mal con una bailarina de cierta ciudad en la que el español era lengua usual) fue a contestar.

-Señor, le pido de buen grado cuide sus palabras, pues yo soy de sangre inglesa como mis padre y los padres de mis padres, además de condesa, por tanto no hay razón para compararme con una bailarina, que si yo bailo no lo hago como ha de haberlo hecho aquella amiga suya ni fumo de forma tan vulgar, que no es de buen gusto hacer comparaciones de tal cariz. si no hablo es que no tengo nada que decir para apoyar vuestra conversación, hablar porque si, sin tener nada útil que decir es solo un modo de aletargar la conversación y no llegar a ningún lado –sacudiendo la mano echo por tierra las preocupaciones del señor (cuyo nombre había olvidado) y siguió pensando seriamente en cosas serias.

-Por otro lado dado que estoy aquí, y parece ser que los asesinos tienen intención de quedarse con nuestros objetos preciados, tratare de participar pues como coleccionista me niego a perder contra gente de mal vivir.

dirigiendo su mirada a Trump primero y luego a Gaston Le Fou estudiando sus palabras, fue a mirar a Reginald Coleson, cuya mejilla tenía la herida de un cuervo, preciosas criaturas ellas, y comenzo a murmurar.

Es raro que haya cuervos aquí, el lugar esta tan verde que no los uniria a tal ambiente y más a atacar sin ton ni son a un hombre que no es cadáver.

El Doctor Montgomery Montgomery sale del Área de trabajo y Stefano lo sigue de cerca; parece encontrarse feliz y risueño por una agradable conversación que acababa de tener con su nuevo asistente. En su afán por divertirse con los nuevos inquilinos que recientemente había aceptado invitó a todos los presentes a unirsele a una rápida escapada a un cine cercano.

-Será divertido, sé que proyectarán una película muy interesante: Zombies: En la Nieve. Todos aquellos que quieran venir serán bien recibidos.

Acto seguido, se mete en el coche y los que estaban interesados en ir hacia el cine, lo siguieron; el coche arrancó dejando a un buen grupo de huespedes solos, explorando otros lados de la casa, principalmente la deliciosa tarta de Coco extra que había dejado sobre su escritorio del despacho y aquel misterioso laberinto.

Saimon estuvo entretenido fumando su propio habano, propio porque el mismo había envuelto aquel suculento tabaco de Jamaica en una gran hoja seca de color marrón claro. Por eso le pareció divertido aquel nuevo anfitrión, pese a dar claras muestras de una enfermedad grave llamada despiste-absoluto. Por eso se sorprendió al ver como muchos, sino todos, parecieron confundir a un hombre clavo, con gafas y con barba con el Conde Olaf; un hombre con pelo, buena vista y bien vestido aunque con extraño olor, era normal que aquel nuevo ayudante se enfadara al ser confundido. Y por eso le pareció divertido ir al cine con el Dr. Montgomeryx2. -No se que receta sigue ese hombre, pero quiero probarla.

Pero antes tenia algo en mente que pensaba necesario comentar, ya que otros también habían caído en ello.
-Caballeros, yo también creo que son mas de uno incluso mas de dos. Recuerdan la nota con dibujos de niño que nos mostró G.LeFou, si se acuerdan, también recordaran que tenían unos números a lo largo de la hoja. Y son cuatro numeros. -Paso su cigarro a la otra mano y levanto los dedos contando. -El uno, dos, tres y cuatro. -Mostró los dedos a todos -Esos eran los números. Creo yo que los asesinos no son uno ni dos sino cuatro y digo bien, CUATRO. ¿Que piensan? -Comento antes de dar una calada a su sabroso habano jamaicano.

Sujeto a cookie con fuerza, con miedo de que le hagan algo es la unica por la que me pelearia de toda esta gente y si me hacen algo a mi que seria de ella.

Yo no tengo nada que ver, yo solo queria venirme de vacaciones y a fardar de mi lote lo juro. Ademas eso de matar no es lo mio. Hare lo que sea para demostrarlo pero os juro que no soy la asesina. Antes desconfiaria de los que han acusado tan libremente.

- Cielos.... cielos... por todos los... - por cada bache o curva que tomaba el autobús en aquella condenada carretera soltaba algún lamento y tenía que agarrar mi sombrero para que no saliera botando por todo el autobús. Cuando llegamos me levanté mareada y sujetándome a todas partes como podía.

Bajé y vi a aquel hombre de pinta bonachona. Algo extraño, pero al menos parecía ser educado, hasta nos había hecho una tarta de coco. Me gustaba la tarta de coco. La casa también tenía mejor pinta que el anterior, hasta que oí algo de unas serpientes.

- ¿Serpientes? ¿He oído serpientes? - esto me quitó el mareo de un soplido - ¡Señor Poe!

Cuando crucé la puerta, las gafas se me torcieron y mi abanico salió volando del susto cuando vi todos aquellos reptiles. Con el bastón agarrado fuertemente y preparado para dar un bastonazo a toda cosa que reptara, estreché los ojos hasta ser unas rendijas. Y pensaba que era un mejor lugar, ¡me habían traído a una trampa de víboras! Seguro que me estaban tendiendo una trampa para quitarme de en medio y llevarse toda mi fortuna.

- Seguro que no iré a ese lugar de Investigación...

- Ni un paso más más, alimaña - le advertí a un iguana que se paseaba cerca de mi apuntándole directamente con el bastón.

Me alejé tanto como pude de los reptiles y me tomé un vaso de ron. Escuché en silencio las palabras del resto de los allí reunidos y a punto de hablar, la puerta sonó. Otro singular personaje. Los siguientes acontecimientos resultaron igualmente extraños. Sin dejar que me influyera demasiado, tomé un trozo de tarta de coco.

- Yo también creo que la nota sólo es una forma de confundirnos. Es demasiado evidente para que sea verdad. Puede que la señorita Elvira estuviera coqueteando con la señorita Unasga, pero podría haber sido cualquiera que siguiera la estela de bamboleante trasero. Además, la señorita Unasga estaba buscando un nuevo marido, si creía haber atrapado una buena presa seguro habría acudido a escondidas.