Partida Rol por web

Llega el gran día de la subasta. Será momento de desempolvar alguna reliquia exótica para conseguir alguna incluso mejor y mas valiosa, o solo para satisfacer vuestros colosos y ególatras sentidos y extasiarlos comprando algo de inigualable costo. Se dirigen hacia la subasta, ¿Quiénes asistirán este año? Es una subasta secreta, de acaudalados y elitistas millonarios. Que ponen en venta sus mas extraños y valiosos objetos. Artículos hasta la fecha probablemente desconocidos para el resto o que solo pocos ojos han precenciado en esta tierra, como la Tetera El Egoista, de Maria Unasga Yolas a la cual le cabe una única sola taza de té, o la mismísima Lanza de Longiso, que atravesara el costado de Cristo, ofrecida por Arthur von Habsburg, o los auténticos Textos de Averroes, en posición de Dennise Blacke.

Así entre otras muchas refinadas y desconocidas reliquias. Para asistir a la subasta, una limusina los va a buscar a vuestras mansiones, que los lleva al aeropuerto para trasladarlos en jet privado de lujo a otro segundo aeropuerto en donde convergen los distintos jet privados para llevarlos en avionetas menos lujosas a una desconocida selva tropical en donde abordan helicópteros militares que finalmente los llevará a su destino, una isla recóndita, alejada de la civilización y en donde los espera el Arthur Poe, el anfitrión y organizador de estas millonarias subastas.

Los trasbordos, selva y avionetas serian incomodas, molestas y raras, pero saben que es parte de espectáculo que ofrece la Corporación Fraudusuaria, un detalle mas de la organización. Es un hombre sumamente excéntrico y precavido y no quiere que gente indeseable localice la isla con fines macabros, para lo que toma rigurosas medidas de seguridad.

Finalmente llegan y son recibidos por el Sr. Poe. Alguno despierta del largo viaje al llegar. Pero por fin han llegado, alguno será asiduo de estas subastas y otros la primera vez. Al llegar, son las ocho de la mañana, es una isla tropical, con una mansión en el centro, helipuerto, puerto, piscinas y demás lujos acorde a los invitados. Poe los espera como de costumbre,

-Pasen, pasen, disculpen el largo viaje, pero es necesario para que estemos en esta paradisiaca isla con nuestros tesoros, seguros y tranquilos. - Saluda a todos con una reverencia y los hace pasar a la mansión.

Holiiiii

Me llamo Maria, Maria Unasga Yolas, Marquesa de Dune, Marquesa de Mordor, Condesa de la Luna creciente de Miskatonic, Condesa de Danganropa, Vizcondesa de Aldebaran.

Vengo a vender un objeto de mi colección privada y si encuentro a mi octavo o noveno marido (ya he perdido la cuenta)

Donde está el botones de este islote? Tengo 28 maletas q le están esperando

Miguel entró como si estuviera en su casa, con un artefacto del tamaño de su mano envuelto en un gran pañuelo con corazones que no le pegaban para nada.Que con las cejas saludaba a todo el que se le cruzaba, se le notaba agusto, cómodo. Parecía que en cualquier momento se quitaría los zapatos y se echaría en el primer sofá que encontrase, pero muy lejos de la realidad se sentó educadamente y siguió sonriendo a todo aquel que le cruzaba la mirada.

Despues de un largo vuelo llegamos a la isla de Jayme- Al fin! -pense mientras ponia los pies en tierra firme, estaba bastante agotada del viaje. Cuando nuestro anfitrión nos hablo me acerque a el para saludarle Gracias por invitarme a esta maravillosa subasta señor Sparragos - estire mi mano para recibir un beso en la parte superior de esta por parte de nuestro "pirata". En la otra mano llevaba una maleta roja donde se encontraba mi objeto a subastar. Eche un vistazo a los demas invitados que habian llegado pero mis ojos se posaron en el apuesto hombre misterioso -Oh la la - me acerque a donde estaba Miguel y me sente a su lado Esta ocupado? pregunte, pero ya daba igual, ya me habia sentando.

Comienzo a estirarme y acomodar bien mi traje. Miro detenidamente todo el panorama de la isla.

Interesante lugar...

Me percato que mientras miraba todo, algunas personas ya habían comenzado a entrar, miro a todos los demás que siguen cerca y sonrío.

-Señoras, señores, un gusto conocerlos, pueden llamarme Arthur.

Tras presentarme tomo mi bolso donde traigo algunas pertenencias y el objeto a la venta. Empiezo a caminar en dirección a la mansión, pero me detengo antes de entrar y saco un paquete de cigarrillos. Enciendo uno y permanezco ahi.

Era momento de pasar el testigo, eso que le había dado fama y poder era momento de dárselo a otro, después de todo ya consiguió lo que quería. Así que decidió aceptar la oferta de subastar su bien mas preciado y subirse a ese barco en dirección a la isla. En el camino recordó aquella vez donde ese mismo objeto le salvo la vida, curiosamente era otra subasta, solo que esta vez él era quien subastaba y no quien compraba.

-Bueno... ya estamos aquí, pescao vendido. Que bien tirado... En fin. -Se atuso la barba antes de salir del barco hacia la mansión y procuro no tropezar en el transcurso. -A ver si tengo suerte y esta vez esto no se vuelve una locura... O acabare pensado que es cosa mía... -Hablaba en alto para paliar el nerviosismo de estar rodeado de gente mucho mas digna que él.

-Uuuaaahhh- bostece adormilado ya que durante el viaje me encontraba durmiendo como solía hacer. Pero rápidamente espabile al ver la maravillosa isla a la cual honraba con mi presencia. No podía esperar menos de esta renombrada subasta, dirigí mi vista a la zona de descarga del barco para ver si habían bajado mi producto pero no encontré rastro alguno de este. Tras ello saludo cordialmente al anfitrión del evento e inspeccione con la mirada a todos mis compañeros de viaje... no logre reconocer a nadie pero seguro que ellos si conocían mi bello rostro de algún noticiero o programa importante de su nación... en fin ya tendré tiempo luego para conocer sus nombres ahora es momento de conocer el lugar.

Reginald desembarcó en la isla con una extraña caja metálica de unos dos metros y medio de alto por un merto de ancho que transportaban un trabajador en un transportín. El trabajador sudaba por el esfuerzo y, al dejar la caja con transportín incluído en el suelo, la caja resonó con un sonido parecido al de un gong por el fuerte golpe.

¡Cuidado estúpido! En esa camar.... [​¡mierda, que me pillan!]...camarcaja están los rest.... [¡otra vez!] ...restreliquias de mi padr... [¡joder!] ...padrpatrimonio. ¡Es muy delicada! - Cuando hablaba alternaba frases en voz alta con susurros para sí mismo que, para los más agudos de oído, era fácil oir.

​El trabajador se encogió de hombros y se fue por donde había llegado dejando al extavagante señor y su caja en la isla.

 ¡Menudo viaje! ​- Exclamó Reginald al desembarcar en la isla - ​Creo que no he dado tantas vueltas en mi vida para llegar a un sitio.

​Permítanme que me presente, soy Walt... [¡​no seas tonto!, da un nombre falso​]...WaltReginal Coleson y soy el hij...hijabogado de la familia. Disn.. eh... esto... de una familia muy influyente [ufff por poco me pillan]. Vengo a este lugar a traer a subasta una pertenencia muy especial. Espero que podamos conseguir un buen precio.

"Debería pensar seriamente en que tanto beneficio obtengo de estas subastas" piensa Dennise y nadie en su sano juicio la puede culpar de tener los nervios alterados después del condenado viaje que ha tenido que hacer para ir a aquella subasta.

"Ve al Edén, querida..." le dijeron, pero no, ella quería continuar con la fina tradición familiar de coleccionar objetos inútiles y raros y ha tenido que subir a aquella condenada avioneta y a aquel helicóptero con aquel piloto que parecía no haber pilotado nunca en su vida, o quizá estaba ebrio, oh dios...

Se lleva una mano a la cabeza con gesto confuso, como quién trata de contener una migraña y avanza a paso lento y elegante, echando la cabeza de cabellos platinados hacía atrás, sus ojos de celeste helado los mira a todos tras pasar del anfitrión.

-Dennisse Blake -se presenta y el timbre de voz delata la cuna elevada, entre sus dedos juguetean las gafas de sol -un placer, señores

No necesita decir más, los Blake son conocidos y ella aun necesita una copa de vino, o dos o una botella, para tener los nervios en su lugar.

Maria ha estado atenta viendo al resto de participantes del evento, bueno realmente al resto de hombres que pudieran ser objeto de sus artes de dormitorio... siempre y cuando tengan más dinero en la cartera que seso en la cabeza.

Quizás tenga suerte y de aquí salga su próximo pretendiente al que deba guardar luto.

El sujeto robusto, panzon y de poblado bigote no parecia encajar entre todas esas personas de alcurnia. Se veia por su vestimenta, pero sobretodo por su proceder completamente falto de tacto.

-"Que hijodela.. que viaje tan pesado" - Exclamó acomodandose el pantalon vaquero mas arriba de lo aconsejable, como tratando de tapar la prominente barriga -"Creo que ya se me borro la linea del cul()"- Dijo sin sonreir. 

Miro la isla desde el helicoptero y considero internamente la posibilidad de siembre de algunas hectareas, para reforestación. 

Se dirigio a la bella rubia de exotico sombrero:

-"Oye, Mari, ¿Tomas ron o guarapo pa'la sed?"- 

Maria miró con gran desprecio al hominidopueblerino q se dirigía a ella y entre cara de asco y perplejidad salió huyendo como si fuese un bolso de imitación!!!

Buscando  entre la gente una mirada de salvación o una escapatoria para entablar una conversación o poder huir hacia cualquier parte a kilómetros de ese engendro de la naturaleza rural 

Bueno,bueno,bueno....Levanta su sombrero en señal de saludo a los presentes, Señora...Señores, un placer encontrar con tanta gente buena en un mismo lugar,dejen que me presente,mi nombre es Clerence Sheen de Detroit, antropologo,mecenas y adicto a los placeres de la vida,un placer conocerlos.

El patrón miro incredulo a la rubia correr, seguramente algun apreton intestinal, pensó.

-"Maryyyyy, por aquel lado hay un buen matorral"- Le grito indicandole unos hermosos rosales que crecian en el jardin aledaño. 

Se encogió de hombros y se rasco la barba. En eso escucho una palabra que llamo inmediatamente su atención.

-"Asi que adicto, he?"- Dijo sonriendo y pasando su brazo velludo sobre el tipo de gabardina y sombrero negro, en un abrazo efusivo. 

-Saimon Satrustegi, Caballero. -Saludo con una ligera inclinación y un aspaviento de la mano. -Pero pueden llamarme Satur. Todos lo hacen. -Todos, todos... la verdad es que no tenia demasiados amigos, pero sus nuevos amigos no tenían porque saberlo.

Nada más llegar a la isla agarro mis bártulos, por un lado una mochila con algo de ropa para el tiempo que vamos a estar aquí, y por otro un maletín negro que guarda mi objeto para la subasta. Mi bien más preciado. Eso que no desenmascararé hasta que llegue el momento.

Muy buenas a todos - digo barriendo con la vista a todos los presentes pero sin terminar de fijarme en ellos - Un placer estar aquí.

El ruido estridente del helicóptero  acompañado de la música un tanto llamativa fueron lo primero que los demás escucharon, lentamente fuimos llegando  al punto de reunión, las palabras Trump podían leerse con claridad aun desde la distancia me había asegurado  de ello,  finalmente  descendimos en el Helipuerto,  una colección de lo más fina por así decirlo  “la cream de la cream”  de los millonarios, al chasquido de mis dedos uno de mis sirvientes me entrego el paquete que subastaría, con el cual esperaba incrementar mí fortuna.

-Take care of the helicopter is worth more than their lives- le dije a mis guardaespaldas mientras avanzaba con paso fime a la subasta.
 
Camine seguro hasta el recinto saludando a los conocidos, analizando a la posible competencia, finalmente me atreví a dar algunas palabras.
 
-Hello Comrades- inicie con firmeza – Es un placer estar aquí.

Entré en la sala con el firme sonido de mis zapatos sonando al rítmico golpeteo de mi bastón contra el suelo. Vestida con un largo abrigo y un sombrero de viaje, de negro como una respetable viuda, recorrí con una severa mirada a los allí presentes antes de dirigirme a nuestro anfitrión. Estaba seriamente molesta por el largo viaje y por tener que llevar yo misma mi artículo para la venta. Nunca había tenido que desprenderme de aquel modo de mi servidumbre y habría preferido que hubieran venido conmigo.

- ¿A esto llamas una disculpa, jovencito? - dije con tono de desaprobación dando un seco golpe con mi bastón en el suelo delante de Jayme Sparragos - mira que hacerme venir hasta esta isla remota en semejante medios de transporte y tanto trasbordo. Ya no estoy para estos trotes, espero que al menos el viaje haya merecido la pena. ¿Y bien? - miré alrededor buscando al personal que atendía a los invitados - ¿nadie va a servirme una copa de baileys?

Me senté en el asiento más cómodo que encontré y me abaniqué esperando que el personal hiciera bien su trabajo y me sirvieran mi copa.

Elvira llega al lugar donde han sido citados para la famosa subasta. Lleva poco equipaje, pero contiene todo lo que ella considera necesario para ese viaje. Lo cierto es que ella odia madrugar, pero por una vez estaba dispuesta a hacer una excpeción. Cuando desembarca, nada en ella muestra el cansancio que verdaderamente siente. El maquillaje, cabello, vestido... todo está perfectamente cuidado.

No había hecho más que poner un  pie allí cuando ve cómo se le acerca el famoso Jayme Espárragos para disculparse.

Elvira, se limita a sonreír y guiñarle el ojo antes de dirigirse al interior del edificio contoneándose. Tras saludar a su anfitrión, pasea la mirada por el resto de los presentes

-Buenos días a todos -sonríe sin perder la sonrisa.

-"El maldito gringo pelo'erata" - Murmuro entre dientes El Patrón al ver llegar el personaje del helicóptero. Ya estaba informado de su presencia, pero no pudo evitar escupir al suelo ante el presuntuoso personaje. 

Siguió con su negocio:

-"Te tengo un polvito blanco que hará que los placeres de los que hablas hoy no sean mas que un machucón del dedo pequeño del pie"- Dijo sin soltar el abrazo al tipo de la gabardina, pero mirando de reojo el escote de la recién llegada. Se relamió los bigotes.