Hace 7 horas, París, Estación de la Noveau Gare.
La gente camina como una masa que se dirige obedientemente hasta sus puestos de trabajo. Ejecutivos, trabajadores corporativos, operarios de mantenimiento, dependientes, madres de familia llevando a sus hijos al colegio, universitarios que comienzan su jornada. Todos caminan en la misma dirección, aproximándose al andén del tren de levitación magnética.
El agente de policía Pierre Dupont es un joven y motivado patrullero de la policía urbana de París. Tiene 22 años, tan solo, y no pudo entrar en el ejército porque tenía ceguera nocturna: no podía ver de noche, si las luces de su vehículo se apagaban. Por eso, trabaja en el turno de día y en el de tarde, como patrullero a pie. Sin embargo, ha dedicado muchas horas a entrenarse, a superarse. Quiere ser un SPAT, y aunque sus compañeros se ríen de él (el más viejo le llama "Samuel L.Jackson", pero él no lo entiende) no ceja en el empeño de ser un agente modélico, y un hombre de acción en potencia. Aunque, la mayor parte de las veces, esto es más una desventaja que una ventaja.
-Dupont, ¿Es usted?
La voz le es familiar, y el joven se gira, mirando a través de su casco de seguridad. Es el viejo señor Deschamps, con casi 58 años, un operario del ferrocarril. Él había vivido en el viejo mundo, y una vez le contó que era revisor en el metro de la antigua París, la París de la Torre Eiffel. Como siempre, venía con una sonrisa en el rostro, y con sus gafas con cordel por detrás de las orejas, pulcramente afeitado, y a la vez con esos puntitos negros en la barba que tenían todas las personas mayores, por muy bien que se rasuraran.
-Sí, señor Deschamps. ¿En que puedo ayudarle?
El hombre apoyó una mano en su hombro, franco. Vestía un poco retro, de hecho, muy retro, por el detalle de sus gafas. El uniforme era ya antiguo. "Que más me da, si me jubilo dentro de unos meses", le dijo el otro día. Parecía algo inquieto.
-Creo que hay un... un yonki allí.
-¿Yonki, señor?
El concepto le era familiar. Dupont había crecido en un mundo donde las drogas no provocaban aquel tipo de adicción. Sin embargo, el señor Deschamps estaba intentando encontrar las palabras.
-Sí, una persona con un problema médico grave. Parece muy desorientada.
-Vamos a ver -dijo, acariciando instintivamente su porra.
Se acercaron al corrillo de gente que estaba mirando a la figura. No era un pordiosero normal, y la verdad es que no era ni eso. Se trataba de una chica, de piel blanca, con una camiseta medio rota sobre los hombros, un piercing en la nariz, y el pelo corto, teñido de rojo. Su mirada era muy inquietante, y sus ojos parecían oscilar entre varias tonalidades. O eso detectó el agente, cuando se acercó a tocarla con su mano enguantada, y ella abandonó su posición fetal para mirarle.
-Señorita, ¿Está bien?
Trató de mirar si tenía identificación o algo con lo cual pudiese ayudarla pero antes de poder echarle un vistazo, la chica le zarandeó con los ojos fijos en él.
-Vais a morir... ¡Todos!
Él se quedó quieto, paralizado por el miedo. El miedo, algo que el valiente Dupont creía que jamás experimentaría así. Fue a responder, a intentar apartarla, pero sintió que su pecho ardía, que se quemaba. La sensación le provocó un dolor lacerante, y terminó gritando. El señor Deschamps tiró del agente Dupont, y llamó a gritos a la policía.
Como una especie de zombie, o un yonkie sin rumbo, la chica hizo caso omiso al grito, y caminó con expresión ausente. La gente, acostumbrada a que la policía hiciese su trabajo, no había prestado mucha atención, excepto los presentes en la escena, que se quedaron mirando con cierto temor. Pero sobre el temor, pesó la obligación. Tenían que ir a trabajar. Posiblemente, solo se tratara de alguien que había perdido la cabeza. Acostumbrados a obedecer como buenos ciudadanos, no modificaron su conducta, el fin último para el que se habían despertado aquella mañana: ir al puesto que la sociedad reservaba para ellos.
La policía acudió, raudamente, y el sargento de apoyo de armas pesadas Marduk, un hombre muy corpulento, se abrió paso. Tres hombres venían detrás de él. Intercambiaron unas rápidas palabras con el señor Deschamps, y miraron en dirección al vagón donde la extraña chica se había metido. Marduk contactó con la central de seguimiento de la estación, y ordenó según el procedimiento policial artículo 10-2034-01-B que detuvieran el programa del tren hasta nuevo aviso. La gente miró el reloj, extrañada. Las puertas no se cerraban automáticamente.
La chica se sentó, y provocó un vacio de asientos alrededor de ella. Una madre que estaba sentada en frente, con sus hijos, la miraba con desconfianza, mientras murmuraba palabras en un idioma que nadie entendía.
-Señorita, levántese.
La órden del sargento fue ignorada por la chica, que siguió balanceándose como si estuviera repitiendo un mantra, o una oración desquiciada, que solo ella conocía. Los policías la rodearon, con las manos cerca de sus armas.
-Le hablo a usted, señorita. La del pelo rojo. Levántese y acompáñenos.
De repente, la muchacha se echó a reir, de forma estridente, casi sádica. Marduk extrajo su porra, dispuesto a saltarse algún artículo de protección al ciudadano: reirse de la policía, eso estaba muy mal.
-Tic tac -dijo ella, cuando el policía se acercó- El final ya está aquí.
Cuando el sargento Marduk estiró la mano para cogerla por lo que quedaba de su camiseta, la muchacha explotó, como si fuera una poderosa bomba. Y con ella, explotó el tren de la Compañía de Ferrocarriles Europeos número 204, con dirección a la plaza Napoleón Bonaparte. Y con él, se segaron en un abrir y cerrar de ojos más de 200 vidas.
La noticia no llegaría a los medios de prensa europeos hasta las 15:00 de la tarde del 28 de Junio del 2017, miércoles.
Viernes 28 de Julio a las 19:00 locales. Moscu
Extracto del periodico China Press.
Hoy es un dia triste, a las 13:00 horas locales, las Torres Petronas han sufrido el mayor ataque terrorista que se conoce desde hace años. A las 12:59 minutos, tres pisos completos de una de las gemelas han sido destruidos por una explosion de tremendas dimensiones, que sin embargo no parecen haber causado en ningun momento un problema estructural, puesto que la gemela se mantiene en pie y no han habido indicios de colapso.
El agujero provocado por la explosion es claramente visible desde tierra y aunque sin duda las cifras de muertos, ascienden ya en decenas, por lo que parece no ha sido un atentado a gran escala como el sucedido en aquel septiembre negro en Estados Unidos.
Resumen de las palabras del Comisario de Policia a las 18:45
Quiero decirle al pueblo de Kuala Lumpur que no se preocupen, que cogeremos a estos terroristas y les haremos pagar por lo que han hecho y las vidas que han arrebatado. Si su intencion era destruir el edificio han fallado miserablemente y ahora todos los cuerpos de seguridad del Estado estaran detras de ellos, para hacerles pagar por esta masacre sinsentido.
[Preguntas de varios de los medios de comunicacion]
Por ahora no sabemos el motivo por el que han lanzado un ataque contra esa parte de la estructura, segun nuestros tecnicos, no es la zona mas probable de ataque en caso de querer colapsarla. Por lo que seguimos investigando toda posible opcion, espero que entiendan que como investigacion en curso, no puedo dar mas detalles.
[Preguntas de varios de los medios de comunicacion]
No, ninguno de los ataques por lo que hemos podido comprobar ha sido un atentado suicida, por lo que las posibles incriminaciones a grupos terroristas de la Yihad quedan descartadas. Sean quienes sean, la religion no parecia su motivacion.