Partida Rol por web

- "Nos llevamos dos carros. Khadesa, el tuyo para los heridos. Que los que estén en peor estado viajen en él acostados.

Rastrojo, hazte con otro carro para usarlo como base para el ariete y para transportar a Herrero y todo lo que necesitará. Tú lo conducirás.

Campaña, ayuda a tu padre a subir al carro todo lo que necesite para tener listas las flechas y braseros mañana al alba.

Chicos, todo el mundo en movimiento.

Ayudad a subir provisiones a ambos carros y preparadlo todo. Partimos hacia el Sur en menos de una hora."

- Campaña ayudará a Padre, Teniente - dijo asintiendo a las órdenes del Teniente.

El campamento estaba en movimiento, todos tenían tareas que cumplir, cosas que recoger... La calma que precede a la tormenta estaba a punto de romperse por completo, pero mientras tanto se respiraba un clima de hermandad, camaradería y esperanza... esperanza en la victoria.

- Teniente, Campaña puede ayudar también a derribar un árbol para hacer un ariete - dijo antes de ocuparse de lo que le habían encomendado.- Campaña ha estado entrenando fuera del campamento, ha visto árboles grandes, pueden servir... y si no funciona Campaña derribará la puerta con la cabeza - se dio un par de golpes en casco para enfatizar sus palabras.

Estaba animado otra vez, sus penas habían pasado a un segundo plano, y en parte era porque nadie le trataba de forma distinta por haber sido degradado. En cierto modo era como si todos supieran que aquello no duraría mucho tiempo y que, por tanto, no merecía la pena tratarle distinto, seguía siendo el mismo. Claro está que Campaña no llegaba a hacer una asociación tan compleja, y gracias a eso probablemente llegaría a aprender algo con el castigo.

- ¡Oh! ¡Campaña quiere un dibujo de la suerte! - dijo emocionado ante el ofrecimiento de Khadesa.- Campaña también hace dibujos a veces... pero no dan suerte ni nada... ¿Qué vas a dibujarle a Campaña?

- Flechas Incendiarias. - pienso. Eso suena bien.

- Dispararé tantas Flechas como sea necesario para reducir a cenizas el Campamento y luego cubriré a nuestros hermanos que trepen por la empalizada.

Esta vez podré ser más útil a la Compañía.

Miro a Sabandija y Plumilla y asiento con la Cabeza.

El momento se acerca y ambos están preparados para lo que se avecina.

Lengua Negra esgrimió una media sonrisa ante la rapidez del Teniente en hacer suya la propuesta. Aquello era sin duda positivo. Pero reconocía que tal vez hubiera problemas para conseguir un árbol en condiciones, pero una mirada a la empalizada del campamento bastó para sugerir una nueva propuesta.

-Teniente, tenemos una hora y una empalizada formada por troncos regulares y tallados. Derribar uno de ellos no debería suponer un problema y ahorraremos tiempo. ¿Qué le parece? 

- "Es factible, Lengua Negra, aunque por otro lado quizá sean muy pesados y nos ralenticen. ¿No sería mejor talar un árbol cuando estemos más cerca del Fuerte Chuda? Si nos llevamos el ariete desde aquí seguramente necesitemos llevar un tercer carro." -

Todo se estaba agitando con fiereza pero Sabandija no sabía donde agarrarse para no caer. Desde luego no trepaba bien, pero aunque lo hiciera, no iba a exponerse a ser el primero en caer en la batalla. La idea del asedio a una fortaleza no le gustaba nada. No era la situación ideal para poner en práctica sus habilidades. Tampoco tenía arco para lanzar flechas incendiarias ni quería ser de los que se expusiera a la primera línea usando el ariete. Si sobrevivía a esta batalla debía hacerse con un arco urgentemente. La única opción que veía viable para él era entrar después de la carga de la caballería, una vez la puerta estuviera abierta. ¿Cómo mantenerse a salvo hasta entonces?

Se sentía un poco inútil entre los mandos que sugerían una u otra idea.Dio un paso atrás, tratando de pasar inarvertido entre los miembros de la Compañía. ¿Qué podía decir Sabandija? Ni siquiera sabía cómo era la fortaleza a atacar, así que no pensaba ofrecerse voluntario para encabezar el ataque como hacían otros. Se sentía como debía sentirse un ariete, lanzado sin remedio contra la pared. De pornto le pareció que la herida del vientre volvía a abrírsele, así que se lo palpó para asegurarse. Quizá debiera ir en el carro de los heridos....tumbado y convaleciente con la capa negra y el broche de plata... Devolvió la mirada a Ojopocho con cara de preocupación, pero no asintió. La posición de su mentor lanzando flechas incendiarias no estaba mal, de hecho él mismo hubiera querido hacer lo mismo. Pero ¿qué iba a hacer Sabandija?. ¿Acercarse a la muralla para lanzar una jabalina, como se estaba proponiendo, para acabar ensartado por las flechas del enemigo? Desde arriba de la empalizada sus enemigos tendrían una posición muy ventajosa.

Escuché con atención las órdenes y la discusión, acercándome poco a poco hasta llegar al pequeño corrillo que se había formado alrededor del teniente. Las diferentes estrategias eran algo desalentadoras: trepar con una cuerda, no era mi fuerte; derribar la puerta con un ariete, al lado de Campaña, Uro, Ponzoña o Attar yo era un enclenque; carga a caballo, sería demasiado difícil controlar a Orgullo; flechas incendiarias, no contaba con un arco.

Empecé a sentirme algo inútil. ¿Me tocaría esperar otra vez, cómo en la batalla contra Los Tres Castores? 

Cuándo escuché que el Teniente se dirigía a mí asentí con la mirada severa. Sí, tenía razón. Combatir a caballo era muy positivo para mí, pero no sin un caballo de guerra. En cuándo volviese de esta batalla volvería a los rufianes para pedirles que entrenasen a Orgullo. Si conseguía botín que vender alcanzaría el precio que pedían sin tener que endeudarme. No me gustaban las deudas, no querría acarrear una nunca, por pequeña que fuese.

Pero entonces...¿Cuál era mi papel en la batalla? Tal vez podría ser parte del ataque a distancia si me prestasen un arco o jabalinas. No era mi arma predilecta, pero podía usarla sin mucho problema. Tal vez si Matagatos encabezaba la escalada del muro y Ponzoña el ariete, necesitase a alguien que dirigiese el ataque a distancia. Podía confiar en mí, me había nombrado consejero al fin y al cabo. 

- Matagatos - dije dirigiéndome a él en Oscuro - Puesto que cabalgar en la batalla con Orgullo sería un estorbo, podría formar parte del ataque a distancia si se me prestase un arco o unas jabalinas. ¿Sobró botín del que cedieron a los campamenteros?

León Anciano escucho detenidamente cada palabra del teniente, ahora tenía un objetivo en aquella batalla y era proporcionar cobertura a los que escalaban, al menos no era él el que escalaría, el entrenamiento ya le había costado a su cuerpo como para ponerlo a escalar un muro o una empalizada.

-Podéis contar con mi arco para cubrir a los hermanos que escalen- Fue lo que respondió a Teniente mientras pensaba en las futuras batallas y en como se resolverían y con cuantas bajas.

Teniente recogió la idea de Lengua Negra y se dispuso a llevarla a cabo. Una decisión a todas luces acertada. En cualquier caso, lo que agradaba a Sicofante era la posibilidad de poder combatir en su montura. A pesar de ser pocos en número, una buena carga podría ser suficiente para arrollar a unos cuantos enemigos e intimidar al resto. Solo esperaba que tuvieran ocasión de realizarlo.

-Los campamenteros disponemos de un carro que bien podría emplearse a tal fin, amén de que concluida la batalla serviría para trasladar el botín o a los heridos si la intención es regresar a este campamento después -dijo Lengua Negra. Hipotecar una realidad frente a una posibilidad le parecía peligroso. Tenía a sus espaldas la experiencia del fracaso y no confiaba en más suerte que la forjada por ellos.

Piojillo se sintió alentado, formaría parte de la caballería. No obstante, era una responsabilidad y de pronto supo que entrar a la carga en la vanguardia del ataque sería extremadamente peligroso, pero no faquearía, cabalgaría junto a Teniente, Lengua Negra, Matagatos y Sicofante, era un orgullo y pondría a prueba cuanto había entrenado con Dante.

Debo prepararme, tal vez me pueda venir bien uno de esos dibujos de la suerte.

- "De acuerdo, preparad entonces el carro de los Hostigadores, y sacad los troncos para el ariete de esta empalizada.

Lengua Negra, si vencemos la intención es ocupar el Fuerte Chuda para convertirlo en nuestro nuevo campamento principal desde el que controlar todo movimiento desde y hacia la Fortaleza de la Puerta de Galdan.

Una vez conquistado Chuda, trasladaríamos a todos los seguidores de campamento desde aquí hasta allí.

La prioridad es ante todo ganar la batalla, pero si además podemos hacerlo sin destrozar demasiado el Fuerte, mejor que mejor, pues queremos ocuparlo, no destruirlo." -

TRANSCURRE UNA HORA:

- Todo el mundo se pone a trabajar a toda prisa, incluso los seguidores de campamento ayudan.

- En poco tiempo hay tres carros tirados por recuas completas de cuatro mulas.

- Uno conducido por Khadesa, translada a aquellos que están agotados por los entrenamientos recientes, o que aún tienen heridas graves. Viajarán acostados en el carro en esta jornada.

- Otro conducido por Rastrojo, traslada a Herrero y a Campaña mientras ambos preparan las flechas incendiarias y ajustan las armaduras que hayan de ajustarse.

- El tercero conducido por Plumilla, lleva varios enormes troncos rectos, material para un ariete.

- Una vez el grupo está preparado, todos se ponen en movimiento.

- Delante van los Exploradores de la Sargento Falce, seguidos de los jinetes. A continuación los tres carros, escoltados por los Campamenteros.

- En los flancos y en retaguardia, el Teniente dispone a los Hostigadores como protección.

Khadesha ya está publicitándose. ¿Dibujitos que atráen la suerte? Me pregunto cuantos de los que las lleven morirán en la batalla contra el Triplete.

¿Y Herrero va a repartir cincuenta flechas gratis? Y yo haciendo el panoli y gastando mis platas en el mercado. Podría apuntarme al asalto como arquero y guardarme un par de flechas por la cara. ¡No! ¡La última voluntad de Vieja Gloria! Ya me olvidaba... así no voy a poder utilizar el arco.

Oh, mierda... Seguro que me vuelve a pasar como en la batalla del pueblo de los Tres Castores. Los que escalaron la empalizada para abrir la puerta se cubrieron de gloria, y yo llegué tarde y sin posibilidades de demostrar todo mi potencial. ¿Qué hago? Quiero ascender pronto a Soldado Novato. Normalmente voy solo con los Hostigadores, y mis numerosos méritos son siempre enterrados por Matagatos y Ponzoña.

Pero con el Teniente es distinto. Hasta me ha confiado un carro, cosa que siempre me prohiben. Está claro que me estima. Es una ocasión de lucirme delante de otros mandos. Puede que en la siguiente batalla no logre el traslado al pelotón de arqueros pero, si quiero librarme del yugo de Matagatos, un paso por el pelotón de Exploradores no me vendría mal. Algo temporal, una transición para convertirme en arquero...

Puf.

Teniente... Yo también me presento voluntario para eso de trepar con arpas. Quiero decir... con arpesos. ¿Arpelos? Como se diga. Abriré las puertas antes de que el ariete llegue siquiera a ponerse en movimiento.

No era muy buen trepador. Cosas de chamanes, que siempre viven con los pies en la tierra para estar en contacto con efluvios de los espíritus enterrados en la sabana, y nunca se ven forzados a hacer el mono. Pero si Pipo podía hacerlo, cualquiera podía. Hasta Rastrojo, si los ancestros le echaban una mano.

Khadesa sonrió ante la fogosa espontaneidad de Campaña. Era el único que parecía ir  una fiesta. Los guerreros estaban dispuestos, no cabía duda, pero todos se mostraban serios, concentrados. Y el contraste con el hombretón-niño era inmenso, aunque estimulante.

Se le acercó antes de ir a preparar su carro para acomodar a los heridos, como el Teniente había dispuesto. Y le dio un par de golpecitos en el pecho.

-Te pintaré aquí el símbolo del elefante. Ya tienes su fuerza, su embestida. Tienes también su envergadura. Ahora sólo espero que conjurarlo te dé también la dureza de su piel, su aspecto terrorífico cuando ataca, su tremenda fortaleza. Él solo puede con muchos enemigos, y se necesitan muchos más para abatirlo. Sí, eso es lo que te pintaré.

ESTADO FISICO MAÑANA DEL 14 DEL CASTOR DE 201:

HOSTIGADORES:

1. Attar: Sano. Descansado.
2. Campaña: Sano. Descansado.
3. Caracabra: Sano. Descansado.
4. Dedos: Sana. Descansada.
5. Guepardo: Sano. Descansado.
6. Ikharus: Sano. Descansado.
7. Khadesa: Sana. Descansada.
8. Loor: Sana. Descansada.
9. Matagatos: Sano. Descansado.
10. Ojopocho: Sano. Descansado.
11. Pelagatos: Sano. Descansado.
12. Peregrino: Herido grave. Fatigado (-2 a todo).
13. Ponzoña: Herido leve. Descansado.
14. Rastrojo: Sano. Descansado.
15. Serpiente: Sano. Descansado.
16. Sicofante: Sano. Fatigado (-2 a todo).
17. Uro: Sano. Descansado.

Hostigadores heridos: Peregrino (grave), Ponzoña (leve).

CAMPAMENTEROS:

1. Asesina: Herida moderada. Descansada.
2. Avestruz: Sano. Descansado.
3. Belleza: Sana. Descansada.
4. Chamán Rojo: Sano. Descansado.
5. Derviche: Sana. Descansada.
6. Keropis: Sano. Descansado.
7. Lengua Negra: Sano. Descansado.
8. León Anciano: Sano. Descansado.
9. Lombriz: Sano. Descansado.
10. Manta: Sano. Descansado.
11. Michou: Sano. Descansado.
12. Misteriosa: Sana. Descansada.
13. Niña de Oro: Herida leve. Descansada.
14. Odio: Herido leve. Descansado.
15. Perdida: Sana. Descansada.
16. Piojillo: Sano. Descansado.
17. Plumilla: Sana. Descansada.
18. Reyezuelo: Sano. Descansado.
19. Sabandija: Sano. Descansado.
20. Tarado: Sano. Descansado.

Campamenteros heridos: Asesina (moderada), Niña de Oro (leve), Odio (leve).

EXPLORADORES:

1. Sargento Falce: Sana. Descansada.
2. Cabo Berrinche: Sano. Descansado.
3. Astado: Sano. Descansado.
4. Correcta: Sana. Descansada.
5. Enmascarado: Herido leve. Descansado.
6. Escudo: Sano. Descansado.
7. Frontera: Sano. Descansado.
8. Hermana: Sana. Descansada.
9. Lejana: Sana. Descansada.
10. Masutsu: Sano. Descansado.
11. Niño Guerrero: Sano. Descansado.
12. Pipo: Sano. Descansado.
13. Ridvan: Herido moderado. Descansado.
14. Sino: Sano. Descansado.
15. Tristeza: Herida moderada. Descansada.
16. Provisionalmente: Ballestero: Sano. Descansado.

Exploradores heridos: Enmascarado (leve), Ridvan (moderado), Tristeza (moderada).

Yo también poseo una cuerda dije cuando escuché la conversación sobre el asalto. No poseo ningún arco y no tengo problema alguno si voy en primera fila de combate añadí pensando en los combates en los que había participado. Se hizo un nudo en mi garganta pero que eliminé enseguida. Era un hermano juramentado, ya no valían esos miedos.

Me hubiera gustado decir que iba a servir de ayuda desde el principio. No poseía cuerda aunque pudiera trepar con facilidad. Tampoco tenía fuerza suficiente para ayudar a derribar la puerta. Así que como no bailara para el enemigo para distraerlo, tendría que esperar a entrar en combate.

Pipo, exultante por poder moverse, siguió el orden de batida en avanzada que debían llevar los exploradores. Midió con el horizonte su ámbito de acción y salió corriendo, ligero y silencioso.

Iba en la clásica postura, que parecía difícil y forzada, corriendo casi en cunclillas, con el cuerpo echado para adelante y la mirada cubriendo un amplio ángulo de terreno. Pronto desapareció. Sólo se podía escuchar, de vez en cuando, el canto del mirlo que imitaba para que los demás exploradores supiesen por dónde iba, para que nadie adelantara su posición, guardando la línea de avanzada, y para anunciar algún posible problema. También se podían ver, a veces, si no andaba muy fino, algunas hierbas o cañas moviéndose por donde pasaba.