Partida Rol por web

Lentamente comencé yo también otra vez con el movimiento de saludo, tratando de hacer los gestos de una forma cada vez más fluida. Ante su última petición simplemente asentí con la cabeza con seriedad. Tampoco es que fuese a contárselo a nadie más, vista la gravedad de lo que fuera. No al menos hasta que supiera de qué se trataba: no era mi secreto, y esas cosas se respetaban.

Con la cabeza dándole una y otra vez vueltas al asunto seguí practicando tratando de centrarme en los movimientos que hacíamos pero sin conseguirlo del todo. La idea de esperar hasta la noche hacía que el tiempo se alargase hasta parecer eterno, pero no tenía otro remedio.

Dando un par de palmadas llama la atencion de la clase.

- Bien chicos -dice con su voz aterciopelada- ahora me enseñareis lo que habeis practicado.

El Profesor Kettleburn da un paso adelante y comienza con la ronda. Primeramente hace una reverencia humana, luego deja su varita en el suelo y realiza el saludo. Luego continuan el resto del baile oficioso de los centauros.

- Perfecto, Maestro. ¿Quien es el siguiente?

En cuanto la centauride llamó nuestra atención le dediqué una última pequeña sonrisa a Ingo y volví junto a Charlotte, más tranquila que antes. Parecía que las cosas empezaban a funcionar. Me moría de ganas por quedarme a solas con mi hermana para poder explicarle lo que estaba pasando, pero no quería llamar demasiado la atención, así que permanecí en silencio contemplando cómo el profesor realizaba el curioso baile ritual con la centauride. 

Cuando terminó y ella pidió un voluntario esperé algunos segundos mirando a mi alrededor y, al ver que nadie se ofrecía para ser el primero, avancé hacia ella. - Yo misma. - Dije con voz suave, realizando una pequeña inclinación de cabeza antes de acercarme, como había hecho el profesor. Me coloqué frente a la centauride y levanté los brazos abiertos con el gesto que habíamos estado practicando como saludo para después continuar inclinando mi cuerpo como había visto hacer a Elektra para levantar después mi brazo derecho con la palma hacia arriba. Concentrada en los movimientos y en su significado crucé el brazo izquierdo por delante del pecho e incliné suavemente la cabeza, continuando con el resto de gestos que antes habían realizado la centauride y mi compañera. 

Al terminar esperé su veredicto con un gesto respetuoso y expresión seria y concentrada. Después me aparté para que otro compañero pudiera pasar y volví junto a Charlotte.

Alister estaba repasando sus propios movimientos cuando se pidió que de alguna manera se examinaran delante de la centauride.

A muchos un examen seguramente les daría dolor de cabeza, pero él prefería llevarse aquellos movimientos corregidos en aquel momento, y no que más adelante su falta de seguridad en sí mismo supusiera no haber aprendido nada.

Así que se puso en la cola mientras los alumnos iban pasando por aquella prueba, que pretendía revisar los comportamientos adquiridos y ganar confianza.

Si se equivocaba, prefería poder pulirlo ahora, que no en otro momento de mas necesidad.

Finalmente le llego su turno, y como había visto hacer y había practicado, levanto los brazos al cielo, y de este modo comenzó el ritual.

Procuro no solo hacer los movimientos, sino imprimirles sentimientos al realizar sus movimientos. Y cuando termino, espero el veredicto antes de dejar sitio a algún otro compañero. 

Continué practicando con Tracy hasta que la centauride dio por finalizada la práctica. Me quedé junto a Tracy mientras esperábamos a ver quién se presentaba voluntario, por más que lo intentará era un poco torpe para esas cosas, así que me mantuve en silencio.  Alice volvió a mi lado y la miré de forma interrogativa, mi hermana estaba comportándose de forma un tanto extraña y no podía esperar a estar a solas para que me explicara que estaba pasando.

Después de que Allister finalizara también su saludo di un paso al frente, por más torpe que fuera cuanto antes acabara con ello mejor. Comencé alzando los brazos como nos habían enseñado, realicé el resto de los movimientos tratando de conferirles todo el respeto que merecían y, cuando acabé, sonreí ligeramente satisfecha por tener la oportunidad de aprender algo tan significativo.

Los alumnos van pasando ante la centauride y repitiendo el mismo proceso, con mayor o menor grado de éxito. Pella y el profesor Kettleburn no dudan en corregir los pequeños errores, aunque la mayoría de los alumnos lo hacen bien (aunque carecen de soltura) y la expresión del barón no deja lugar a dudas de que satisfecho con el progreso de la clase.

Las campanas suenan a lo lejos con un débil tañido, indicando el final de la clase.

- Bien pequeños, la clase ha acabado, agradeced a la Dama Pella su valiosisima atencion y nos vemos el proximo dia aqui. ¡Ah! Se me olvidaba, para el proximo dia quiero que me traigais una redaccion de al menos 2 pergaminos sobre la comparacion entre el lenguaje corporal humano y centaurico y sus usos e importancia. ¡Marchen!

Dice en tono de broma, después de dejaros en las lindes del bosque, se marcha hacia la cabaña de Ogg.

Cuando todos terminamos de pasar por delante de la centauride y las campanas finalizaron la clase, hice una reverencia en dirección a Pella como agradecimiento por la clase antes de girarme hacia Charlotte y hacerle un gesto con la cabeza para que viniera conmigo.

Eché un breve vistazo hacia Alister antes de empezar a caminar. - Alister, ven con nosotras hacia el castillo. - Llamé con una sonrisa, pero dedicándole una mirada significativa, para que supiese que quería decirle algo. - Tengo que preguntarte una cosa sobre la poción que estuvimos probando el otro día. - Era una excusa como cualquier otra. Al menos esta vez me había quedado más creíble que la que usé para hablar con Ingo. 

Esperé a ver si ambos caminaban a mi lado antes de alejarnos varios pasos del resto, lo suficiente para poder hablar en susurros sin que nos oyesen. 

Tracy había respondido con una media sonrisa a Charlotte, una respuesta visceral ante el drama que invocaba la pelirroja respecto de su abandono. Podía ver claramente que no había tristeza en la Ravenclaw por el hecho, mientras se posicionaba frente a ella para comenzar a ejecutar los movimientos como si fueran una danza extraña y rota. No, había sabido Tracy, mientras se inclinaba hacia adelante imitando la reverencia aprendida. Aquel ceño fruncido era la molestia de la curiosidad, ese pinchazo que da en las venas la extrañeza de observar algo fuera de sitio, y el sonido de la mente trabajando para comprender los motivos. Podía comprender el sentimiento de Charlotte, pues ella lo sentía a menudo, aunque no era fugaz y espinoso sino ardiente y corrosivo. Bueno, ciertamente, quizás por eso era Gryffindor y no Ravenclaw.

Cuando llamaron a mostrar lo que habían practicado, Tracy permaneció a un lado, como lo hacía Charlotte misma. La Gryffindor usualmente era una persona impaciente, no proclive a para ponerse a esperar de esa manera, pero no quería ser la primera ni la segunda tras haber llegado tarde. Sabía que el profesor Kettleburn se había dado cuenta, y sabía que para el disciplinado hombre de bestias y armas aquello era intolerable. Para ella misma también lo era, en realidad, y más cuando durante la práctica había hecho las cosas mal durante un rato hasta que se había dado cuenta. Había copiado instintivamente a Charlotte, transformándose en su espejo como estaba acostumbrada a ser enseñada, y haciendo toda la mímica con los brazos y manos invertidas. Se había corregido a sí misma de inmediato, sin decir ni una palabra. Esperaba que la Ravenclaw no se hubiera dado cuenta... o no demasiada.

Tracy dejó pasar a más de la mitad de la clase hasta dar el paso adelante para enfrentarse a la centauride. No perdió el tiempo, ni titubeó al comenzar con los movimientos. Su forma de hacerlo traslucía un respeto profundo, una seriedad que parecía propia de personas con mucha más edad, aunque había una rigidez en sus hombros y sus manos que hablaba de estar imitando de memoria, y no de conocimiento. Cuando se irguió, por fin, lo hizo mirando a los ojos de la criatura y luego al profesor Kettleburn, esperando que corrigieran lo que fuese pertinente.

- Gracias por su tiempo, Dama Pella - la Gryffindor se dirigió a la centauride cuando terminó la clase, antes de realizar una breve inclinación de cabeza y alejarse, mirando por un momento a Astrid y a Elektra. Quizás luego hablaría con ellas. Ahora tenía dos prioridades: Ingo, con el que no había hablado desde que había llegado a la clase, y el profesor Kettleburn.

Echó una mirada al Gryffindor, una a mitad de camino entre la curiosidad y el aviso. Estaba segura que la voz de Alice indicaba que habría un aquelarre de Ravenclaw, pues ahí estaba ella profiriendo otra excusa insostenible como la de la altura, y se preguntó por un instante si aquello tendría algo que ver con el repentino acercamiento a Ingo. Luego, quizás. Hizo un gesto de despedida hacia Charlotte, que también era agradecimiento por la compañía en el entrenamiento.

- ¿Me esperas, Ingo? - preguntó a su amigo, mientras chequeaba con la mirada que el profesor no se alejara demasiado - Quiero hablar un momento con el profesor. Pero no demoraré mucho. No quiero que esperes por mí, en realidad - agregó repentinamente, mirándolo a los ojos. Aquello podía sonar brusco y contradictorio para los otros, enredado, pero Ingo sabía perfectamente qué había querido decir Tracy. Ella sólo quería decir no quiero dejarte esperando si tienes algo mejor que hacer, ni quiero que dejes de hacer ninguna cosa por mí.

La Gryffindor esperó la respuesta de Ingo, vigilando por el rabillo del ojo al profesor que se alejaba, antes de volverse y llamar.

- ¡Profesor Kettleburn! Un momento, por favor - dijo, antes de dirigirse a pasos rápidos hacia él.

- Quería disculparme, señor - dijo Tracy, una vez que llegó a su lado - Por haber llegado tarde a la clase de recién. No volverá a suceder, ni aquí en sus clases ni en las actividades del club Scout - agregó, mirándolo directamente a los ojos, con respeto pero sin miedo.

Quizás para el profesor Kettleburn era gracioso verla, tan joven a su lado y tan firme en su postura, como si consciente o inconscientemente estuviera reconociendo y reflejando la condición de militar y autoridad del hombre que tenía frente a ella. Tracy no era de las personas que aceptaban la autoridad por el rango que alguien pudiera llevar impreso en los hombros de un uniforme, lo sabía todo Hogwarts, y por ello era algo muy valioso de su parte el entregar ese tipo de empatía y deferencia. Kettleburn también sabía que, tras aquellos cuatro años de colegio y andanzas, la joven Gryffindor lo respetaba en verdad.

- Si quiere que lo compense de alguna manera, estoy a su disposición - ofreció Tracy, con el mismo tono serio y responsable. No dio vueltas. Le salía mejor hablar así, y no quería hacerle perder el tiempo. Ni a él, ni a Ingo.

El profesor se gira cuando le llama la muchacha y escucha paciente su explicacion. Asiente y le sonrie.

- No hay problema señorita Canterbury. Todos podemos tener algun desliz, pero no coja esto como una costumbre ¿De acuerdo? -acerca un poco mas la cara- A menos... que tenga algun problema ¿No estara metida en lios cierto?

La mirada pese a no mostrar amenaza la escrutaba, Tracy pudo notar que habia algo que al profesor si le preocupaba. Casi podia notar el aire que expulsaba el profesor entre su tupido bigote golpeandola en la cara. Esos segundos que quedas paralizada la mirada penetrante. En ese mismo instante notas como si unas manos invisibles se situaran en tus sienes tratando de presionarlas aunque sin decidirse a hacerlo. Como si tuvieran dudas.

El duelo de miradas continua. Una gota de sudor cae por tu frente, mientras que la presion no cesa aunque tampoco se agrava. Finalmente comienza a volverse mas suave hasta desaparecer. El profesor finalmente parpadea y te vuelve a sonreir.

- Pero no, usted es una gran mujer. Bueno, no la entretengo mas, el señor Wunder parece estar esperandola.

Realiza el saludo scout y cuando se lo devuelves da media vuelta y se marcha en direccion a donde estaba.

Toda esta escena te deja perturbada, sin embargo te das cuenta de que no ha durado mucho mas de 5 segundos.

"¿Estaba usando Legeremancia... Por que?"

Aunque te das cuenta de que no ha llegado a introducirse en tu mente, pero sabes que la estaba tanteando.

Alister había puesto sus pies en polvorosa en cuanto se dio por finalizada la clase, había reconocido la buena labor de la centauride con una inclinación de cabeza, y se había puesto a andar.

Sin embargo, cuando llevaba una decena de metros, se volvió al escuchar la voz de Alice.

Su cara podía leerse incluso por un invidente, pues no entendía que le estaba diciendo la chica, pero quizás más tarde que pronto entendió que era una excusa para hablar con él, y lo cierto era que lo que más le sorprendía era que tuviera que disimular para hacerlo.

Eran compañeros, y podía decirle cualquier cosa. Así que tendría que ser algo de verdad privado.

Claro. Vamos.

Decidió no jugar a hacer cábalas milenarias intentando averiguar que pretendía decirle, o sobre quienes versaban sus comentarios, y se paro esperando que ella y su hermana se acercaran, sin duda la cara de Charlotte indicaba que tampoco sabía a qué venía aquella extraña actitud.

Lo cierto es que las estaba esperando pero en su cabeza estaba ya pensando en la siguiente clase que tenían por delante, y sobre todo, en cómo enfocar de manera sencilla pero completa la redacción para el profesor Silvanus.

Ya tenía el encabezamiento. “Los gestos como parte del lenguaje común”, y tenía una idea de cómo hacerlo, pero quería perfilar detalles lingüísticos que estuvieran a la altura del trabajo. 

En cuanto estuve segura de que podría susurrar a Charlotte* y Alister sin que nadie más nos escuchase, empecé a hablar sin dejar de caminar. 

- Chicos, necesito hablar con vosotros. - Empecé, con más seguridad que antes con Ingo. Me sentía más cómoda hablando con mi hermana y con Alister. - Pero es muy importante que nadie pueda escuchar lo que os tengo que pedir, así que no puede ser ahora. - Continué, hablando todavía en voz baja. - Tendremos que tomar todas las medidas para asegurarnos de que nadie nos oiga. Además, tiene que venir más gente y os lo explicaré a todos a la vez. 

Miré a mi alrededor, asegurándome de que nadie nos escuchaba y susurré en un tono aún más bajo. - Es por algo que le ha pasado a Alex Dracons. - Cuchicheé antes de buscar sus miradas para comprobar si pensaban que estaba perdiendo la cabeza. - Después de la cena, en el pasillo del cuarto piso. Hay un lugar donde en ocasiones aparece un punto brillante en el muro. ¿Podemos vernos allí? Yo iré un poco antes para preparar el sitio y asegurarme de que estará protegido. ¿Charlotte, vendrás conmigo? - Pregunté, mirando a mi hermana y sabiendo que la curiosidad se la estaría comiendo por dentro, pero sin poder contar más por ahora. - Y no podéis decir nada a nadie, es algo grave. De verdad. - Y ya podía serlo para que precisamente alguien como yo me hubiera decidido a citar a la gente después de cenar, a la hora en la que deberíamos estar acostándonos y no paseando por el castillo. 

Una vez hube terminado de practicar con Alice fui observando cómo uno tras otro todos iban mostrando el resultado de su trabajo. Fui dejando que otros pasaran sin ningún tipo de prisa, observándolos para aprender de sus errores y no repetirlos.

Cuando llegó el que consideré que sería mi turno me acerqué con decisión, sin poder evitar preguntarme si sería el primer negro que la criatura viera. Una vez frente a ella fui concatenando los gestos, intentando llevarlos a cabo con una naturalidad que en realidad no había tenido oportunidad de aparecer todavía.

Una vez hube terminado agradecí como uno más a la centauride la clase, y di algunos pasos hacia atrás, dejando espacio para que otros fuesen pasando. No pude evitar desviar mi mirada a Alice, y luego a Tracy. Y cuando la clase se dio por concluida y ella se dirigió a mí simplemente hice un gesto, asintiendo, y me dispuse a esperar. Tampoco es que tuviera realmente prisa.

Cuando terminó la clase me mantuve junto a Alice, aún más extrañada si cabe por la excusa que le puso a Alister para hablar con él. En realidad que hubiera practicado con Ingo no me molestaba demasiado, tal vez porque tenía claro que había alguna explicación, sin embargo quería saber qué me ocultaba, eso me tenía más desconcertada.

Escuché en silencio la explicación de Alice, por un lado no se lo tomaría tan en serio y con tanto secretismo si no fuera muy importante, pero no pude evitar sonreír ampliamente. Ese comportamiento, saltarse las normas, andar a hurtadillas por el colegio, era más propio de mí que de ella, tal vez por fin se le había pegado algo de mí.

-Por supuesto que iré contigo, eso ni se pregunta. ¿Te das cuenta de que es probablemente la primera vez que propones tú, y no yo, saltarnos las normas?- Miré al cielo como meditando un momento.- Creo que finalmente has aprendido algo de mí. Bromas aparte, si te vas a saltar las normas es que de verdad es grave, entiendo que has hablado con Ingo. ¿Vas a contar con Tracy?

Tracy había negado con la cabeza, instintivamente, porque por supuesto rechazaba la idea de que aquello se volviese una costumbre. Podía ser que estuviera algo más distraída este año, tras lo sucedido en las vacaciones de invierno y las de verano, pero no iba a dejar que volviese a suceder. Una sonrisa delgada había comenzado a extenderse por sus labios, esa sonrisa que en los rostros responsables trata de colarse, a presión y con vergüenza, entre las grietas de seriedad. Una que se volatilizó cuando el profesor se inclinó hacia ella, y dejó caer la pregunta y la que podía ser una velada acusación.

Las cejas de Tracy se habían arqueado, pero sus ojos permanecieron fijos y su cabeza, alta.

¿Por qué me acusa…? No, está preocupado. No por mí, no. Algo más. ¿Qué está sucediendo?

Casi podía sentir la respiración del profesor en sus pestañas, y la inquisitiva, clara pregunta vedada que esperaba respuesta. Tracy abrió la boca para contestar porque sabía que Kettleburn esperaba, y porque ella también quería preguntar y obtener una respuesta a lo que veía en la mirada del hombre. Pero todo movimiento murió antes de llegar a esbozarse por más de un instante. Todo se suspendió en una parálisis extraña, repentina, cuando la mirada penetrante de Kettleburn le atravesó las pupilas y sintió el roce de las yemas acercándose a sus sienes. Porque era algo que conocía, que ya le habían hecho experimentar.

Los dientes de Tracy se apretaron en su boca inmóvil, cerrándola en una línea fina, y se preparó con firmeza para no luchar contra su escrutinio. Si es que se decidía. Si es que podía luchar contra él.

No tengo nada que esconder. ¿Por qué lo está haciendo? ¿Qué está sucediendo?

La gota de sudor se abrió paso entre sus rizos, cayendo lentamente por sus pecas. La perturbaba pero, más aún, había encendido todas sus alarmas.

¿Por qué lo hace? ¿Por qué conmigo? ¿Por qué duda? ¿Qué quiere saber?

Tracy no se movió ni un milímetro. No se quejó, no parpadeó, no sólo porque no podía sino también porque no quería. Quería demostrarle al profesor que era fuerte, pero sobre todo que no tenía nada que esconder y que no tenía miedo. No quería retroceder, aunque no entendiera qué estaba sucediendo. Y no lo hizo. Permaneció tal como estaba, sintiendo cómo la mente se le llenaba de preguntas, de inquietudes, de objetivos, todas cosas a las que Kettleburn podría acceder con un solo soplido… pero no lo hizo. Finalmente, no lo hizo. Por el motivo que fuera, no lo hizo.

La Gryffindor parpadeó, como un acto reflejo al profesor, pero no pudo copiar la sonrisa. Tampoco se esforzó en intentarlo. Permaneció mirándolo, seria, mitad recibiendo estoicamente un cumplido que la hubiese vuelto orgullosa en otro momento, mitad diciéndole con la mirada que había entendido que algo grave estaba sucediendo. O eso creía. La verdad, Tracy no sabía cómo reaccionar a lo que había sucedido.

- Señor – atinó a decir, realizando el saludo scout de modo mecánico, mirándolo alejarse sin intentar seguirlo.

¿Estaba usando Legeremancia... Por qué?

Los labios de Tracy se volvieron, de nuevo, una línea muy fina.

¿Me estaba probando? ¿Realmente era una sospecha? ¿Qué está buscando?

La Gryffindor movió la cabeza y se recompuso. Tendría que averiguar algunas cosas, y luego, iría a hablar con Kettleburn directamente. No valía la pena ocultarle que se había dado cuenta y que estaba dispuesta a ayudarle en su búsqueda, y quizás… Quizás él podría enseñarle. Llevaba años aprendiendo de él, aunque no directamente. Pero aquello había encendido una alarma grande dentro de Tracy, y Tracy sabía que aquella llama no se apagaría pronto.

Ingo vio a Tracy volverse hacia él, luego de esperar a que el profesor Kettleburn diera la media vuelta y se alejara de ella a una distancia considerable. La Gryffindor parecía sólo observarlo marchar, como si estuviera pensando algo relacionada con el profesor y su espalda. Pero luego movió la cabeza, se enderezó y giró sobre sus talones para volver con él. Sus pasos rápidos, firmes, la llevaron a su lado en cuestión de segundos.

- Gracias. Ya está. Me molesta llegar tarde - le comentó Tracy, moviendo la cabeza por un momento - La próxima vez vendré contigo, como siempre. A menos que quieras empezar a llegar tarde también, claro. En cuyo caso, serás abandonado.

Había humor en sus palabras, dado que si había algo que Tracy jamás iba a hacer, y había demostrado a lo largo de aquellos años, era abandonarlo. Ingo podía apreciar la línea en la que se habían transformado los labios de la Gryffindor. Estaba molesta, muy probablemente consigo misma. Fallar frente al jefe de la Casa era algo que no entraba dentro de sus actividades favoritas.

- ¿Andando? - ofreció, con un gesto vago en dirección hacia ningún sitio en particular - He visto que has tenido una charla interesante con Alice Battletower - ahora sí, Tracy esbozó una media sonrisa - Charlotte estaba extrañada, y hay que hacer esfuerzos para extrañarla.

 Cuando Tracy volvió hacia mí esbocé una pequeña sonrisa desde lejos. No había que conocerla demasiado para imaginar qué era lo que le remordía, y cuando llegó a mi posición hice un gesto quitando importancia al hecho.

- Le das más importancia que él. - Le dije mientras comenzaba a caminar siguiendo la dirección que ella acababa de marcar. - Y la redacción que ha mandado te da la oportunidad de compensarlo de sobra. - Añadí entonces, buscando el lado positivo. - Si quieres luego podemos ponernos un rato con ella, pero no podrá ser por la noche. - Anuncié como preámbulo de lo que tenía que decirle.

Antes de seguir hablando me di la vuelta, y comencé a caminar cómodamente hacia atrás, sólo para tener más de su atención. Sabía que no era necesario, pero aún así el cuerpo me pedía buscar su mirada.

- Alice no ha llegado a decirme qué quería, salvo que teníamos que hablar de algo importante. - Expliqué. - Y te ha incluido a ti. Después de la cena, en el pasillo del cuarto piso. No ha querido decirme más. - Comenté antes de hacer una pausa para que tuviera tiempo de asimilar mis palabras. - ¿Alguna idea de qué puede ser? - Le pregunté, empezando a funcionar como un equipo a pesar de que ella no había estado presente durante la conversación.

Arrugué la nariz al escuchar a Charlotte y asentí con la cabeza con aire solemne mientras seguía susurrando. - Claro que es muy serio. Si no, ni se me ocurriría pediros que os escapaseis de noche. Pero es imprescindible que nadie que no deba se entere de la reunión. - Sonreí a mi gemela enarcando una ceja. - Seguro que esto te encanta, no tienes remedio. ¿Podrás aguantar tu curiosidad hasta la noche? - Bromeé antes de suspirar quedamente. 

- Sí, se lo he dicho a Ingo y él se lo dirá a Tracy. - Añadí, asintiendo y enseñando el borde de un pequeño pergamino asomándolo por mi bolsillo durante un instante. - Tengo una lista de gente con la que contar para esto. Por la noche os lo explicaré todo bien.

En un primer momento, Tracy falló en ofrecer a Ingo la sonrisa que merecían sus intentos de aliento. La Gryffindor pareció intentarlo, con un ánimo algo extraviado y pensativo, pero no pudo... o no del todo, en realidad, porque se esforzó hasta casi lograrlo. De hecho, estaba esbozando algo parecido a una sonrisa genuina cuando su amigo arrojó la piedra de no podrá ser en la noche, e inmediatamente recogió la mano. Y los ojos de Tracy se agrandaron, para luego entrecerrarse ligeramente, en aquel gesto mitad inquisitivo, mitad ansioso que indicaba que Ingo había logrado sorprenderla. 

Se estrecharon aún más cuando vio que él comenzaba a caminar hacia atrás.

- Oh, suéltalo - atizó, divertida, sin apartar la mirada de la suya. Ingo la buscaba y, tal como lo pedía, allí la tenía. Los ojos de Tracy eran sólo para él.

Ella no dejó de caminar mientras lo escuchaba, porque le era más fácil pensar moviéndose que estando quieta. Tras arquear las cejas, con incertidumbre, las bajó hasta fruncir el ceño en una línea delgada. 

- No se me ocurre qué pueda querer Alice. Quiero decir, qué cosa importante. Más allá que algún grupo de estudio o alguna cosa similar... que de importante, en un sentido serio o trascendente, pues... bien, tú me entiendes - respondió Tracy, cortándose en seco, antes de seguir cavando su propia tumba. A veces no le salía expresarse como debía. Como en este caso, que parecía una defenestración de la pobre Battletower, cuando no era su intención de ningún modo - Pero sea lo que sea me extraña que esté reclutando gente de otras casas, ¿sabes? Sobre todo si lo ha hecho... antes de hablar con los de la suya. Con Alister, por ejemplo - señaló a la distancia a la tríada de Ravenclaw que se iba hacia el castillo - Supongo que le estará diciendo algo parecido. Usó el mismo tipo de excusa para llamarlo que la que usó para hablarte, a fin de cuentas.

Oh, ahí iba de nuevo. Mejor callarse, aunque dado que eran un equipo, Tracy no tenía vergüenza de decir exactamente lo que pensaba por lo que pudiera ser útil. Sus labios volvieron a apretarse mientras pensaba, llevándose el índice flexionado hacia los labios. Miró un instante al sitio hacia el que se había alejado Kettleburn, y pareció pensativa. ¿Cuántas veces su padre le había dicho que la casualidad era una mera ilusión de los sentidos?

- Sabes, Ingo... - dijo, acercándose al Gryffindor hasta quedar a su lado. Bajó la voz, volviéndola únicamente para él - Hace un momento, cuando hablé con el profesor Kettleburn, me preguntó si estaba metida en algún lío. Bien, no es una pregunta extraña, dado que nos hemos metido en unos cuántos - Tracy lo miró a los ojos y no pudo evitar que, en su rostro serio, apareciera una sonrisa de recuerdo. Unos cuántos quizás era poco - Sin embargo, vi preocupación en sus ojos. Verdadera preocupación, Ingo. Como si hubiese pasado algo, y... y temiera que alguno de nosotros estuviera involucrado.

Pareció que iba a decir algo más pero, tras un momento, Tracy acabó moviendo la cabeza. Sus rizos se agitaron con el movimiento.

- ¿Tú has escuchado que haya pasado algo? ¿Quizás, Alice...?

Alister negaba con la cabeza, y al mismo tiempo entendía que le estaba pidiendo Alice.
Era raro, si. Era comprometido, también. Podía resultar peligroso, creía que si y esperaba que no.

Alister estuvo tentado un milisegundo de negarse, pero no era de la clase de gente que dejaba en la estacada a sus compañeros.

Yo solo espero que los profesores estén al tanto te esta reunión. Necesitas que contactemos con alguien por ti, para aliviar la carga de tener que citarlo.

Dudaba que con lo responsable que era Alice delegara esa tarea en otra persona, pero, igualmente debía de ofrecerse a ayudarla.

El camino terminaba y estaban de vuelta en la escuela, y no quedaba mucho tiempo para que empezara la siguiente clase, asi que dejo que su mente le llevara a una sencilla pregunta.

Que pasaba con Alex Dracons.