Partida Rol por web

Escuché tanto a Constance como al doctor, y simplemente afirmé con la cabeza tanto a la pregunta de si las cartas fueron recibidas en comisaría, como a todo cuanto Mortimer expuso, en este caso mas como una confirmación de lo que él decía que como una respuesta a algo.

- El resto de cartas entiendo que nos las enviaran a la "oficina" junto con el resto de informes y las autopsias del forense. Al menos eso solicité esta mañana, pero con el ajetreo de las comisarías... En fin... -Suspiré, encogiéndome ligeramente de hombros-, puede que tengamos que ir nosotros a buscarlos.

Saqué mi pequeño cuaderno de notas, y abrí por una de las hojas que rellené a primera hora, la inmediatamente anterior al mensaje críptico descubierto en casa de Maggie.  

En ella había varias notas que tomé de camino a casa de Mortimer, y que las compartí con el doctor y con Maggie, al menos la gran mayoría de ellas, si no todas. La posibilidad de una madre meretriz, o asesinada de forma traumática, el posible trabajo como profesor, la caligrafía...

No obstante, había algo que seguía comiéndome por dentro pese a haberlo comentado ya varias veces. Eran las fechas. 

- Y si... -Aguardé silencio un momento, para aclarar mis ideas, y comencé de otra forma-. Sigo creyendo que las fechas pueden significar algo. Igual me equivoco pero, ¿Y si se trata de alguien que permanece fuera por obligación, quizá recluido, y cuando termina su labor comienza su "trabajo"? Como un marinero o un enfermo mental...
 

-Es una posibilidad a tener en cuenta señor Moore – admitió ante la suposición lanzada por el agente – para un marino le sería fácil ocultarse e incluso hacerse con una coartada, entre ellos se cubren y además con sus constantes ausencias sería difícil de relacionar con ningún...- luego miro a Vane – dudo que se trate de un enfermo mental, al menos uno recluido en algún tipo de institución, aunque quizá el Doctor Vane tenga más idea al respecto de esa posibilidad

Y así dejo en el aire sus pensamientos, repasando la información de la que disponían hasta el momento, del mismo modo que trato de dar con algo más que pudiera dar a la señorita Gallagher como aditivo a todo lo expuesto sobre el caso. Seguía intrigada por la estancia en al hotel regentado por del Doctor Gull, ese hombre no le había agradado desde el momento en que lo había conocido, había algo siniestro en él, en su sonrisa. Pero no era el momento de indagar, habría ocasión.

-¡oh! Cierto...- cayendo en la cuenta rebusco en el interior de su pequeño bolso de mano y saco la agenda donde habían encontrado el mensaje y su correspondiente decodificación – en casa de la segunda víctima, la señorita Mary Ann Nichols, más conocida como Polly, encontramos este código – le mostró la pagina marcada por el grafito que revelaban lo escrito en la pagina que había sido arrancada, junto a ella el código descifrado mecanografiado – el agente Moore lo descifro esta misma mañana en la oficina de Doctor Ragostin

La guerra esta a punto de empezar.

Los invasores atacan.

Whitechapel es el origen de su ataque.

Kate sigua su pista.

El carruaje comenzó a perder progresivamente velocidad, mientras la señorita Gallgaher leía la nota, hasta finalmente detenerse en su destino.

-Me parecen muy acertadas sus valoraciones -dijo tras escuchar al señor Vane-. Coincido con ustedes en que tiene mucho ego, y según parece, quiere medirlo con el señor Moore. Creo que es una buena noticia que le envíe cartas -miró al agente-, porque de algún modo, en algún momento concreto, tal vez usted pueda influir en él y forzarle a dar un paso en falso. Aunque en mi opinión, es pronto para hacer este movimiento.

Tenía dos preguntas referente a ésto.

-¿Cuándo recibió usted la primera carta? -había mucho por ver en ese primer contacto y en la evolución de la relación.

-Cuando su equipo de investigación fue cancelado, ¿tuvo noticias del asesino? -preguntó con curiosidad. Era más sencillo llamarle Jack, pero el policía había dejado claro que no pensaba llamarle de ese modo.

El agente Moore habló de las fechas, haciendo alusión al tiempo que separaba un crimen de otro. Él y la señorita Smith comentaron la posibilidad de que fuese un marinero o un enfermo mental. Constance escuchó atenta y añadió algo que le rondaba por la cabeza.

-Además del tiempo que transcurrido entre los crímenes, me pregunto por qué ha comenzado a asesinar cuando lo ha hecho. Quiero decir... ¿por qué ahora? ¿Por qué el primer crimen? Pienso que tal vez antes no haya tenido la posibilidad o no haya sentido el impulso o la necesidad. En cuanto a que sea un enfermo mental, no sabría decirles, pero no descartaría que hubiese sido internado en un sanatorio. O incluso podría haber estado en prisión -añadió en base a la imposibilidad de haber atacado con anterioridad. En cuanto a la necesidad, pensaba que podían indagar para obtener -. También creo que deberíamos revisar qué acontecimientos ocurrieron las semanas previas al primer crimen. Pueden ser llamativos o no, pero haberle influido significativamente y actuar como detonante para ese primer crimen. Tal vez murió alguien cercano, cerrasen una fábrica y perdiese el trabajo..., una boda... quién sabe... -había mil cosas, tal vez fuese algo importante o algo sutil, la gota que colmó el vaso-. Estaría bien tener la prensa de esos días, o ese mes, para comenzar.

Había un trabajo titánico detrás de aquel asunto. No expondría todas sus ideas ahora, tampoco había tiempo, pero sí quería añadir algo más.

-SW1A -leyó, mientras sujetaba el sobre-. Me gustaría saber si en los matasellos de los otros sobres figura el mismo distrito postal. De ser así, tal vez tengamos el lugar donde reside, trabaja o pasa el tiempo libre. Sería cuestión de comprobar las fechas y los días en que han sido selladas las cartas -propuso. Se había fijado en algo más, pero prefería compararlo con el resto de cartas.

La señorita Smith sacó una agenda de su bolso de mano. Se la mostró a Constance, que devolvió con cuidado al señor Moore el sobre, antes de fijar su atención en la página marcada con grafito. -Gracias -sonrió antes de sujetarla con la misma delicadeza con que sostuvo el sobre. La leyó al compás de la desaceleración y el traqueteo. Al acabar, miró cómplice a la señorita Smith. El carro se había detenido.

La llegada a la barbería cedida como centro de operaciones para la búsqueda del asesino de Whitechapel fue más larga de lo que hubiera supuesto en un principio. El tráfico por Londres estaba siendo lento y tedioso debido a las manifestaciones en favor de la mujer de la Liga del Sufragio Femenino, lideradas por Emmeline Pankhurst. Estas mujeres que a base de gritos y toma de calles estaba haciéndose un hueco en la actualidad londinense, había logrado paralizar algunas calles del centro haciendo que el tráfico tuviera que desviarse alargando el viaje.

En la puerta de la barbería se encontraba un hombre delgado, con un sombrero que pegaba poco con el resto del color de su traje y gafas. El bigote poco favor le hacía a sus facciones faciales, pero estaba recortado según la norma que marcaba la moda. Llevaba una carpeta y miraba compulsivamente el reloj que llevaba en el bolsillo de su chaleco. Moore le reconoció al instante: Era el forense Phillips. Al veros llegar su gesto no se relajó, y esperó a que os acercarais golpeando repetidamente el suelo con la planta de su pie derecho.

—Es una falta de respeto acudir al puesto de trabajo con tanto retraso. Debería darle vergüenza, agente Moore —añadió a modo de reprimenda—. Luego, los que cumplimos con el horario y nuestras obligaciones, nos vemos obligados a tener que soportar el juicio de la gente que, por parte de un puñado de agentes sin compromiso, se han ganado a pulso. Y eso no es justo.

Esperó a que abrierais la puerta, sin permitir que le contestarais apremiando la entrada, y pasó al interior tras el grupo. Ya no quedaba nada de la antigua barbería a excepción de los tres asientos de barbero. Teníais a vuestra disposición un corcho pegado a la pared del fondo y una pizarra montada en un caballete móvil, una mesa de pruebas con instrumental de laboratorio y varios puestos de trabajo. También había una mesa alargada que podría servir de mesa forense si se diera el caso, y ahí fue dónde se situó el señor Phillips.

—He sido asignado a este grupo de trabajo, Sir Charles Warren en persona me ha derivado dándole especial importancia, la que tiene a mi juicio, a este caso —os miró a cada uno—. Os pido que no me hagáis perder el tiempo, pues es muy valioso. He traído todos los informes pertenecientes al caso, no he incluido el del Emma Elizabeth Smith, pero si lo requirieran, lo conseguiría.

El forense deja la carpeta encima de la mesa y se apoya en ella, esperando que lo observéis y vuestras posibles preguntas.

Al ver al forense en la puerta, con visibles síntomas de nerviosismo e impaciencia, no pude sino echarme la mano al rostro y sonreír ligeramente. Estaba claro que iba a decir algo, y no dudó en escupirlo en cuanto estuvimos a su alcance. Así era él, como si el resto del mundo no hiciéramos nada.

- Lo sentimos mucho, doctor Phillips -Le respondí, mientras echaba mano a la llave para abrir el local-. Paramos a desayunar, a almorzar y a comer, y se nos alargó el té de después hablando de nimiedades. Ya sabe, cosas sin importancia. Como un asalto a un Inspector, y al padre de aquí nuestra compañera la señorita Gallagher, un mensaje cifrado de una mujer asesinada, o el reclutar un grupo de investigación solicitado por el actual jefe de policía. Pero no se preocupe, no volverá a ocurrir.

Estaba claro que era ironía. Se notaba en la entonación, y en que era mentira, y yo era un malísimo cuentista. Abrí la puerta, y le cedí el paso para que entrase primero, y luego el resto. Finalmente entré yo y cerré tras de mi la puerta. 

Una vez dentro eché un vistazo a la estancia como aquel que entra en una vivienda que pretende alquilar. Miré en todas direcciones, y sonreí. No era una maravilla, ni mucho menos, pero era lo suficiente como para sentir que era acogedor. Sin duda era un lugar de trabajo mucho más agradable que mi mesa de comisaría, y sobretodo estaba fuera del inmenso ajetreo reinante en ella.

- Descuide, doctor Phillips, que no deseo, ni yo ni seguramente nadie de los aquí presentes, hacerle perder el tiempo -En esta ocasión mi tono de voz era firme, no estaba jugando con el forense. Pensé por unos minutos sobre el nombre que había mencionado, pero no me sonaba Emma Elizabeth Smith de ninguno de los casos que hubiera ya revisado. «¿Sería una de las nuevas víctimas?». En cualquier caso, pregunté, mientras me acercaba para recoger el informe y poder darle un primer vistazo rápido antes de compartirlo con el resto- ¿Hablamos de una de las dos nuevas víctimas? No recuerdo haber leído ese nombre entre los informes que me facilitó hace unas semanas. ¿Qué puede decirnos de ellas? ¿Algún detalle que le haya parecido destacable? ¿A alguna le falta una oreja, o quizá parte de ella? 

El hombre que les esperaba era de lo más pintoresco. Tampoco su carácter era común, pues no les recibió con un cordial saludo, sino con un reproche dirigido directamente al agente Moore. Constance apretó los labios y desvió la mirada, queriendo disimular la sonrisilla que aquella escena le provocaba. Ataviado de aquel modo, el señor Phillips parecía un suizo quejándose de la impuntualidad.

Escuchó la irónica respuesta del agente, y aunque no habló para no cortar la conversación, inclinó gentilmente la cabeza a modo de saludo, dándose por presentada, cuando éste la mencionó.

Entró en la barbería y se detuvo en el centro, en un lugar donde no cortaba el paso. Miró alrededor fijándose en la luz, la distribución y la limpieza. Iba cargada, llevaba consigo su material de trabajo, pero no sabía en qué lugar se acomodaría. Siendo la última en incorporarse, no le parecía apropiado ser la primera es escoger, así que optó por dejar su equipo fotográfico apoyado en una pared, a la espera de organizarse.

Por el mismo motivo esperó a que los demás ojeasen los informes antes de hacerlo ella, y aunque dada la profesión familiar podría interesarse más por la parte forense, había otros detalles que le llamaron la atención.

-Me resulta interesante la edad de las víctimas -hizo notar-, además, todas ellas estaban divorciadas -no lo dijo como un descubrimiento, sino como una observación. Seguramente sus compañeros ya lo habrían debatido con anterioridad.

Cuanta más información, mejor -pensó Constance cuando el señor Phillips se ofreció a traer el informe de Emma Elizabeth Smith, sin embargo no dijo ni preguntó nada por el momento. Mientras aguardaba las respuestas a las preguntas del señor Moore, volvió a centrarse en las mujeres asesinadas, leyendo esta vez acerca de las terribles heridas infligidas por el famoso, y al parecer innombrable, Jack el Destripador.

El doctor Vane saludó con una inclinación de cabeza al doctor Phillips. La sombra de una tenue sonrisa revoloteó por un instante en la comisura de sus labios al escuchar sus reclamos por el retraso, pero tan fugaz como llegó, se fue. 

—Es un verdadero placer contar con su ayuda en el caso. —Lo decía con sinceridad. Era un ferviente admirador del trabajo meticuloso de aquel hombre y uno de los pocos compañeros de carrera con el que le resultaba grato charlar—. Sin duda se le está dando la importancia debida si le han enviado a usted. 

Dicho aquello pasó al interior de la antigua barbería y sus ojos recorrieron el lugar, registrando cada rincón de aquel espacio. Dejó su maletín de trabajo pegado a la pared junto a uno de los puestos y se acercó a los informes para echar un vistazo a la información sobre los dos nuevos asesinatos de los que apenas sabía nada. Mientras leía, estaba también pendiente de la conversación entre Moore y Phillips, pero el nombre que había mencionado el forense fue lo que le hizo intervenir.

—Hasta ahora no he escuchado hablar de Emma Elizabeth Smith. ¿De quién se trata?

El Doctor Phillips era un hombre de contrastes, algo peculiar en el trato y un encanto de persona como se podría apreciar por el recibimiento ofrecido al grupo. Aunque ella tampoco se lo reprocharía, de haber sabido que el hombre estaba esperando por ello habría apurado a la comitiva de la investigación para llegar cuanto antes al lugar. Así pues se limito a guardar silencio y saludar con una educada inclinación de cabeza al buen Doctor y pasar al interior junto a todos los demás.

En otras circunstancias habría dedicado algo más de tiempo a familiarizarse con el entorno, a estudiar con detenimientos los distintos accesos y la distribución del mobiliario, así como ínfimos detalles que siempre atraían su atención, pero esta fue desviada sobre el Doctor Phillips al arrojar aquel nuevo nombre sobre la palestra, sumándose al resto de compañeros en el estudio de los informes. Situandose junto a Mortimer, tras hacerse disimuladamente con una silla para no permanercer más tiempo del necesario a pie firme.

-Emma Elizabeth Smith – repitió para sí una vez tuvo uno de los informes en las manos que iban pasando de uno a otro para su revisión - ¿que puede contarnos de ella Doctor?¿se trata de su nombre real o del seudónimo utilizado? - pregunto recordando así que la mayoría de las meretrices que habían sido asesinadas eran conocidas por un alias o segundo nombre para mantenerlas en un falso anonimato frente a sus clientes, aunque quien se moviera por Whitechapel bien podía conocerlas de sus empleos diarios – cierto, señorita Gallagher. Todas las víctimas hasta el momento tienen una edad similar, además de alturas y complexiones similares, así como el mismo color de cabellos, sin duda hay cierto patrón en la selección de sus victimas, no solo la de su ocupación nocturna...- replicó con la vista sobre los papeles concentrada en lo que leía así como en lo que se decía a su alrededor, finalmente alzo la mirada en busca de la de forense – Doctor Phillips, no dudo en que habrá anotado con suma precisión todo lo que haya captado su atención en el informe pero realmente apreciaríamos profundamente su opinión sobre cualquier cosa que pueda ayudar en la investigación por nimio que le pueda parecer

El forense miró con gesto adusto al agente Moore durante unos segundos tras su respuesta. No le dignó con una respuesta ni un gesto excesivo que le pudiera indicar su desagrado, aprovechó el saludo de su colega para cambiar el destino de su atención y dedicarle un saludo, que lejos de ser afectuoso, era lo más cordial que un hombre como él podía ofrecer.

—Doctor Vane —extendió su mano hacia él—. Es un gusto tenerle dedicado a este caso. No me cabe la menor duda de que su ejemplo influirá en el grupo. O eso espero —miró al resto tras ser presentados—. Un placer, señoritas.

Se llevó una mano a la frente y se acarició las sienes tratando de recordar, sus movimientos impregnaban el ambiente con un ligero aroma a formol. La extrema pulcritud de sus prendas le daba un aspecto aséptico que podía llegar a incomodar. Emitía un leve siseo mientras se mantenía pensativo, como si aquel sonido constante y monótono le sirviera para ordenar sus ideas.

—Emma Elisabeth Smith, prostituta, 45 años —apoyó ambas manos en la mesa central centrando su mirada directamente en Maggie—. Dos hijos, por lo que se ha podido averiguar ese era su verdadero nombre —asintió con la cabeza y tamborileó rítmicamente con las uñas de los dedos en la mesa—, fue el primer caso de asesinato, aunque se le ha dado otra importancia porque no fue asesinada propiamente dicho. Murió de peritonitis en el Hospital de Londres tras sufrir una violación. Ella misma fue la que denunció los hechos afirmando que fueron tres hombres, uno de ellos adolescente, los que la forzaron. Tras su informe entró en coma y falleció al día siguiente. 

Se quedó callado observándoos mientras movía los labios de un lado a otro. Antes de que pudierais decir nada abrió el informe y lo repasó antes de añadir nada más. 

—Es difícil dar una opinión concluyente, no me gusta que mis valoraciones se tomen al pie de la letra, yo sólo expongo las pruebas con exactitud. El resto son hipótesis que pueden, y seguramente, sean erróneas. Así no se trabaja a nivel forense, me temo —dijo con extrema frialdad y se subió las gafas con el dedo pulgar—. Pero hablando hipotéticamente, veo indicios de un asesino que va perfeccionando su técnica con cada víctima. Por eso incluyo a la primera víctima, imagino que uno de esos tres indeseables pudo descubrir un vicioso gusto por la violación y la sangre. De ahí que las víctimas presenten ese aumento de violencia. Evisceración, amputación... —señaló hacia las cartas—. Teniendo en cuenta la sorna que hay detrás de su mensaje, todo encaja.

Rebuscó entre los informes con rapidez digital hasta dar con los que quería mostrar.

—De lo que no puedo decir nada, ni hipotécticamente hablando, es de los hallazgos que realizasteis en la vivienda de la tercera víctima: Mary Ann Nichols —se encogió de hombros—. Simplemente no entiendo nada.

Al hablar de la supuesta tercera víctima, Mary Ann Nichols, y de lo ocurrido en su vivienda, recordé la nota cifrada que la señorita Smith encontró allí y rápidamente saqué el pequeño cuaderno donde tenía apuntado el que yo creía era el mensaje descifrado y que compartí tanto con Maggie como con Mortimer a primera hora del día. De manera casi automática, se lo tendí a Constance, abierto por la página en cuestión: 

La guerra esta a punto de empezar.

Los invasores atacan.

Whitechapel es el origen de su ataque.

Kate sigue su pista.

Si juntábamos eso, con la pregunta de Maggie sobre los pseudónimos, podría ser que tuviéramos algo entre manos. 

- Kate... -Murmuré al tiempo que le facilitaba mi bloc de notas a la fotógrafa, mientras trataba de buscar ese "algo" entre los informes, tanto nuevos como viejos. Estaba intentando ver el nombre de cada una de las mujeres asesinadas.

Apenas fui consciente de si mis compañeros, o el propio doctor Phillips, se sintieron incomodados por mi frenética interrupción durante su lectura de los papeles policiales, pero estaba enfrascado en una búsqueda en apariencia fútil pero que finalmente parecía dar algún fruto.

- Catherine, última víctima -Volví a mi sitio mientras hablaba con un tono de voz calmado, como si aquel momento de locura transitoria rebuscando entre papeles no hubiera existido o fuera cosa del pasado lejano-. ¿Quizá sea la tal Kate que mencionaba Mary Ann Nichols en su nota? Quizá la señorita Meadows pudiera hablarnos de ella -Miré hacia Maggie, dado que era clienta del señor Ragostin y quizá supiera cómo dar con ella-. O directamente quizá podríamos ver donde se alojaba y, con cuidado -Miré hacia mis compañeros afectados por la visita a la casa de Mary Ann, Mortimer y Maggie-, hacer una visita oficial.

El bloc de notas que el agente Moore comparte con el resto del grupo no pasó por alto para el forense. Se ajustó las gafas y le echó un rápido vistazo, fue la primera vez que su gesto severo perdió sus rasgos firmes para mostrar sorpresa. Dejó de tamborilear, de apretar los labios e incluso de miraros para quedarse mirando fijo en algún punto indeterminado del suelo.

—Agradecería que, de ahora en adelante, se me informara de las pruebas que se hayan encontrado —dijo pero sin atisbo de reprimenda—. ¿Dice usted que esa nota fue encontrada en la vivienda de la señora Nichols? No había constancia alguna de ella.

Rebuscó entre los informes negando con la cabeza. 

—Invasores... ¿Quizá se refiera a los extranjeros que se hacinan en las casas de huéspedes? No sé a qué viene a decir con una guerra y dudo mucho que unas prostitutas asesinadas sirva como mecha para iniciarla. ¿De dónde sacó la prueba? —levantó la mirada hacia Moore esperando una respuesta—. Kate es un diminutivo de Catherine, sin lugar a dudas, de hecho es como se la conocía entre... las mujeres de su oficio. Debe de haber algún error. 

Terminó por sentenciar tras unos segundos de silencio.

Mortimer fue ojeando los informes, pasando las hojas a Maggie a medida que iba terminando de leerlas. Luego escuchó atentamente las palabras del Doctor Phillips, y mientras él hablaba se fue hacia su maletín y sacó algunos pliegos de papel en blanco. Lo cerró de nuevo y regresó junto a la mesa para dejarlos sobre ella. Algunas de las cosas que apuntaba el forense se habían quedado revoloteando en su cabeza y empezó a darles vueltas. Sus dedos, mientras tanto, empezaron a doblar con una calma meticulosa la primera de aquellas hojas. A medida que iba haciendo y marcando dobleces, una pajarita de papel comenzó a tomar forma en sus manos. 

Alzó la mirada hacia Moore cuando encontró un posible nexo entre la nota y los asesinatos y luego contempló al Doctor Phillips. 

—No había constancia de ello porque no hemos descifrado esa nota hasta esta misma mañana. En casa de la señora Nichols encontramos un texto en clave que no parecía tener sentido pero que ha resultado ser un mensaje con cierta coherencia y significado. 

Terminó la pajarita y la colocó sobre la mesa, perpendicular con el borde. Se quedó pensativo un instante y estiró un dedo para corregir milimétricamente su posición. 

—El agente Moore tiene razón. La señorita Meadows podría ser la clave. Al fin y al cabo, ella tenía en las manos el libro que nos ayudó a descifrar el mensaje oculto. Creo que debemos localizarla cuanto antes. —Su mirada buscó a Maggie—. Señorita Smith, ¿cree que podría conseguir contactar con ella de algún modo?

Cogió el cuaderno del agente Moore cuando éste se lo tendió. Leyó aquel texto nuevamente, aunque seguía resultando bastante ambiguo.

No tardó en acercarse el señor Phillips. En ese momento la fotógrafa se lo ofreció por si quería cogerlo, pero el forense solo le echó un rápido vistazo antes de dar su opinión.

Constance escuchaba con atención la conversación que mantenían entre ellos, tratando de captar todos los detalles. Sus ojos iban de un a otro interlocutor, hasta que el señor Vane, antes de sumarse al diálogo, hizo algo que le resultó bastante curioso: una pajarita de papel.

Miró después a Maggie, pendiente de su respuesta.

Podía parecer ausente pero nada más lejos de la realidad, la alta capacidad de Enola le permitía perderse en las oscuras profundidades de los recuerdos y permanecer atenta al presente, atada al grupo de investigación.

-No se que tan productiva pueda ser la búsqueda de la señorita Meadows – comento al alzar la vista de la pajarita de papel con una sonrisa de labios cerrados – esta temía por su seguridad cuando acudió a la oficina del Doctor Ragostin, según me informo compartía domicilio con la segunda víctima Mary Ann Nichols en la casa de huéspedes de Thawl Street, tras lo sucedido habrá buscado refugió con alguna conocida o puede que abandonado la ciudad, quizá sea una perdida de tiempo - explicó con amargor en su voz al verse todas las miradas puestas en ella para que respondiera a Mortimer – Igualmente...señor Moore ¿sabría decirme si la señorita Emily Holland sigue en paradero desconocido? Fue vista en compañía de la señor Nichols y de dos hombres esa fatídica noche, puede o no, que pasado un tiempo haya regresado a su rutina cotidiana, quizá ella o alguna de las compañeras de profesión que frecuentan la zona de London Tower puedan decirnos algo o incluso el dueño de The Frying Pan pueda esclarecer algo sobre el paradero de la señorita Meadows

Por unos instantes con su mirada bailando sobre los papeles y la nota descifrada por el agente Moore no puedo más que recuperar fragmentos de los eventos previos al incendio, encadenando hechos y pensamientos retraídos durante toda su convalecencia.

-La señorita Meadows dijo que el hombre que la ataco dijo que “lo sabia y que pagarían por ello” que la degollaría a ella y a las que eran como ella...y me hace preguntarme ¿podría referirse ese hombre a la guerra que se menciona en la nota cifrada?...¿puede estar desarrollándose algún tipo de conspiración contra la corona? - lanzó la pregunta a todos en general pero mirando al Doctor Vane en especial pues era con el único que había compartido la visita de su hermano y las quejas de este sobre su intromisión en una misión de alto secreto al provocar el incendio en la casa de huéspedes. Después volvió a dirigirse a Moor – por cierto señor Moore ¿que fue de los niños que...- su vista se poso en el pecho del hombre rememorando su imagen ensangrentada, gesto al que siguió un breve pestañeo regresando al rostro de este – ¿que fue de los niños que se hospedaban en la casa de la señora Nichols? - pregunto más por curiosidad que por preocupación, alguno de ellos podría tener algo de información y eso le hizo pensar más en profundidad sobre la muerte de la misteriosa “Polly” - y si no es mucha molestia – continúo ojeando de nuevo los documentos de Mary Ann Nichols en busca de algo*- ¿sabe si interrogaron a los residentes donde fue hallado el cuerpo de la señora Nichols? Recuerdo haber visitado el lugar y llamo mi atención que el crimen fuera cometido en una calle de paso como lo es esa y que además fuera precisamente en el umbral de una de sus residencias

Me quedé callado, observando como todos los presentes ponían sobre la mesa sus ideas sobre el caso, incluido el forense, hasta que Maggie me lazó varias preguntas que rápidamente traté de responder.

- Lamento decir que no tengo noticias sobre el paradero de los niños, señorita Smith, ni tampoco de la señorita Holland. Como me apartaron del caso una vez fuera del hospital, no pude hacer un seguimiento del mismo -En verdad lo lamentaba, no era solo una excusa, porque esas semanas apartado del caso podían haber significado grandes avances, y no sólo más muertes-. Lo que sí puedo decir es que yo mismo interrogué a la familia que vive donde fue asesinada Mary Ann Nichols, pero nadie vio nada, ni tampoco la conocían. Bueno... -Cogí el bloc de notas con intención de releer lo que apunté esa mañana, y entonces recordé la frase de la anciana sobre las sombras-. En realidad una anciana dijo algo de un golpe seco y unas sombras, pero parecía senil y bastante distraída.

Cerré nuevamente el cuaderno, y tras unos segundos de silencio, volví a hablar. 

- Desde mi punto de vista tenemos varios cursos de acción que podemos seguir para tratar de buscar pistas sobre el caso. Primero, visitar la vivienda de Kate, ya que está claro que tenía una relación con Mary Ann Nichols, a cuya casa también deberíamos volver. Si la señorita Meadows vivía allí, información que yo desconocía, es posible que haya vuelto. De paso, comprobaremos que no nos dejamos nada de "ver", pero esta vez con mil ojos. Segundo visitar "The Frying Pan". Como ha comentado la señorta Smith, es posible que el regente del local sepa algo, o alguien de allí pueda darnos alguna pista. Tercero, recorrer Whitechapel, tanto de día como de noche, y probar suerte preguntando. Yo tengo allí alguien que quizá nos pueda ayudar también. ¿Tienen algún plan para esta tarde-noche?

El forense os miró con gesto confundido, había detalles en vuestra narración de los que no tenía constancia alguna y un leve gesto de indignación se dibujó en su rostro. Abrió la boca para decir algo pero se contuvo, varias veces. Movía el pie frenéticamente golpeando el suelo. Finalmente relajó los músculos de la cara y se encogió de hombros.

—Desconozco los detalles de la investigación. Pero los niños huérfanos acaban yendo al orfanato si no hay ningún pariente que se haga cargo de ellos. Puedo preguntar en comisaría, si eso les parece adecuado —añadió con voz calmada—. Parece que tienen algo por lo que empezar —os miró alternativamente a todos.

Se puso a recoger los informes para colocarnos en el corcho a modo de línea temporal, dándoos la espalda mientras murmuraba alguna cosa.

Mientras Maggie revelaba las terribles declaraciones que el asesino lanzó a la señorita Meadows, Constance no pudo evitar pensar en lo aterrorizada que debió sentirse esa pobre mujer.

A continuación, el señor Moore expuso claramente el plan a seguir y les preguntó si estaban disponibles esa tarde-noche. La fotógrafa respondió con un movimiento de cabeza, dejando entender que podía cumplir con todo lo propuesto, aunque ciertamente, el paseo nocturno por Whitechapel, a pesar de lo emocionante que podía resultar, la inquietaba.

Observó al señor Phillips colocando los informes en el corcho. Había algo que rondaba la cabeza de la joven desde que el agente le tendió el sobre, pero dudaba si era el momento, dado que en breve saldrían. El tiempo iba en descuento en la búsqueda del asesino, así que se decidió a hablar.

-Si me permiten una observación antes de irnos, quisiera saber si están llevando a cabo un análisis grafológico. De no ser así, lo propongo -sonrió levemente. Luego miró al doctor Vane. Desconocía si tal formación entraba en sus competencias, aunque creyó que era muy probable que así fuera.

-He visto algunos detalles. Por ejemplo, en el sobre, separa mucho las letras de las palabras “Central” y “London” pero no así las demás. Y en las cartas hay otras peculiaridades, como el estilo de la escritura: la inclinación, la escasez de márgenes, el subrayado de algunas palabras como “red” y “ha ha”... -achinó los ojos, pensativa-. Parece que se toma su tiempo para escribir y lo hace con gusto, aunque luego está esa nota a contracorriente a pie de página, apartada y escrita con menos presión, cual susurro, confidente.

-Creo que con el análisis, un experto podría determinar o acotar ciertos rasgos de su personalidad. Y además, en el caso de tener un sospechoso, podríamos comparar su escritura con documentos escritos o firmados por él.

De repente, sus pupilas se dilataron mirando a un punto indefinido, más allá de la barbería. Alzó las cejas y sonrió. Se le había ocurrido otra idea, pero por el momento no dijo nada. Era hora de salir y lo aprovecharía, además, para terminar de darle una vuelta a este plan improvisado que se le acababa de ocurrir.

Echó otra ojeada a las cartas y luego las metió de nuevo en la carpeta. Seguidamente se acercó a la pared donde había dejado su equipo fotográfico. Lo iban a necesitar para que, tal como quería el agente, no se les escapase ningún detalle.

Mortimer asintió despacio a la respuesta de Maggie a su pregunta. Se le notaba disconforme con la pérdida de la señorita Meadows como hilo del que tirar, pero si nadie sabía cómo encontrarla sólo les quedaba pasear al azar en busca de alguien que la conociese. 

Se quedó pensativo con lo que la joven dijo a continuación y aunque notó su mirada sobre él, no respondió en aquel momento. Era una idea para darle vueltas con calma. Lo que él veía era numerosos puntos que parecían flotar alrededor de ellos, sin conexión alguna que los uniese entre sí. Pero debía haberla y sentía que si lograban encontrar el hilo conductor todo empezaría a cobrar sentido por sí solo. 

Todos los planteamientos del agente Morre le parecieron acertados y asintió en su dirección, en un gesto discreto, pero que confirmaba que estaría disponible para acompañarle en todas aquellas tareas. No tenía pacientes que tratar esa tarde y cualquier otra actividad quedaba relegada ante la posibilidad de estimular su intelecto con aquella investigación. 

El apunte de Constance le llamó la atención y la contempló con un brillo curioso en la mirada. La grafología tocaba su ámbito transversalmente, pero la joven parecía tener un buen ojo que no sabía que poseía. 

—No es mi especialidad, pero he leído los estudios de Michon sobre grafología. Podría echarle un vistazo a fondo si la policía no tiene algún experto en el tema disponible —se ofreció, pero no como primera opción.

Nuevamente me quedé en silencio, observando como todos los presentes ponían sobre la mesa sus ideas sobre el caso. No obstante, hubo algo que hizo cambiar mi gesto de sobriedad por uno de sorpresa e interés, y fue lo comentado por Constance sobre la grafología. 

- ¿Realmente es eso posible? -Mi mirada pasó de Constance a Mortimer, y finalmente al resto, cargada de curiosidad-. Una vez me restituyeron en este caso, pedí ayuda para realizar un peritaje caligráfico de las cartas, para ver si eran del mismo sujeto, pero el Detective Abberline parecía poco colaborador esta mañana. Pero lo de descubrir la personalidad de alguien a través de su escritura me resulta cuanto menos curioso. Sorprendente más bien -Y volví a preguntar-. ¿En serio es eso posible?

Entonces saqué del chaleco el reloj de bolsillo. Antes de que se quedara sin cuerda, comencé a girar su pequeña corona, esperando si alguien más tenía algo que decir, pero mi naturaleza de líder me hizo poner sobre la mesa el siguiente punto. 

- Creo que aunque nos queden flecos sueltos, tenemos ya nuestro siguiente destino: La casa de Kate -Miré hacia Constance y Maggie-. Sé que no es ortodoxo, y que quizá el mundo fuera de estas paredes o incluso dentro de ellas no lo entienda, pero quizá deban cambiar sus vestidos por algo más sencillo. No sabemos lo que allí encontraremos, pero los vestidos creo que pueden ser difíciles de manejar en ciertas situaciones -Mi mano fue directa al pecho, donde una fea cicatriz me iba a recordar siempre la accidentada visita a la vivienda de la señorita Nichols-. Por favor, no me lo tomen a mal, lo que quiero decir es que quizá estén más cómodas vestidas de otra forma, y también más seguras. Mary Ann y Kate pueden compartir aficiones además de trabajo...

Asintió a la explicación del agente Moore, agradeciendo de igual modo [] tras su aclaración en el paradero de los niños, el cuál era de esperar dadas las circunstancias. Iba a realizar una petición al Doctor Phillips para que averiguara en que orfanato habían llevado a los hijos de la señorita Nichols cuando la señorita Gallagher compartió sus personal análisis de las cartas, sintiéndose agradablemente sorprendida ante los hallazgos que ella no había podido obtener de su primer vistazo a los escritos del asesino.

-realmente impresionante señorita Gallagher – le dedico una sonrisa afable a su compañera – tiene ojo para el detalle yo apenas logre sacar un par de vagas conclusiones de mis primeras lecturas de las mismas – añadió con cierto resquemor ante su propia ineptitud claro que no era una experta en ese campo pero como siempre el verse superada por otra mente le dolía en el orgullo. Para eludir mostrar tal debilidad deposito su atención en Moore tras las palabras de Vane – si, es posible realizar tal análisis agente Moore, podría ayudarnos a elaborar un perfil sobre el hombre que buscamos, así como bien dije con anterioridad, averiguar la procedencia del papel y la tinta. En conjunto nos ayudaría a sacar muchas cosas en claro

Todas las ideas sobre la mesa parecían igual de prometedoras, ahora debían comenzar por las que les podían proporcional algo con inmediatez y eso sería la visita al hogar de la última víctima. Al referirse el agente Moore a sus ropas y las de la señorita Gallagher una mirada inquisidora se aposento en ella. Ambas mujeres vestían bien pero para nada portaban ropajes excesivamente elegantes o de alta calidad, una de las premisas de Maggie era la de no llamar la atención en lo más mínimo sobre ella, así que no pudo más que sentirse ciertamente ofendida.

-no estará insinuando que vayamos por ahí con ropajes masculinos ¿no es así? - cuestiono con cierta indignación

Anque un atisbo de diversión se dejara entre ver en su sonrisa algo que posiblemente el Docto Vane fuera el único que comprendiera, ya que su amiga había tenido una predilección por escandalizar a los vecinos vistiendo pantalones durante casi toda su infancia para poder montar en bici, correr y trepar a los arboles con total libertad.

-bueno, no se preocupe, estoy segura que podremos encontrar algo sencillo para nuestra incursión en el hogar de la última víctima y apropiado para visitar el resto de lugares que nos quedan por delante -añadió poniéndose en pie y evaluando el estado de sus piernas tras una mañana de aquí para allá