Partida Rol por web

PEC 12: Space Force

Capítulo 4. El legado de Némesis

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23/02/2022, 18:19
Ambientación

Esperanza

Fe

Seguridad

Aquellos fueron motivos

por los que vendí mi alma a la Space Force.

Y ahora,

no puedo dar la espalda a los míos,

sólo observarles de frente.

Aunque siento

que muchos me han traicionado.

Enemigos.

¿Todos lo son?

Compañeros del Domo,

agentes de la rebelión,

asterianos,

los propios mandos.

¿Estoy solo en este maldito universo?

Sí lo estoy.

Pensé...

que muchos compartían mi lucha,

 pero no puedo cerrar los ojos un instante.

Desconfío

Malditos miserables

Están por todas partes.

Amigos que se transforman en enemigos.

Rivales que nunca dejarán de serlo.

No puedo dar la espalda a nadie.

Quiero seguir vivo.

Seguir luchando,

contra todos,

contra mis enemigos.

¿Pierdo mi esencia?

¿Confío de nuevo?

Caigo y me levanto.

Es inevitable

En el fondo de mi mente

mis valores descansan...

Lucho por ellos.

No puedo dejarlos de lado.

El enemigo es hábil,

ataca donde más seguros creíamos estar.

No dejará de hacerlo.

Alguien debe pararlo.

¿Estoy solo?

Quizás sí,

pero los detendré.

Es mi promesa

Es mi legado

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24/02/2022, 16:25
Ambientación

Mes 3. Nightingale

Muchas fueron las reacciones que se sucedieron, en aquel aciago mes, tras la misión de rescate que se convirtió, finalmente, en el cese de libertad de todo un escuadrón espacial. Donner se cambió de bando; Eugene fue golpeada sin piedad hasta perder el sentido; la misma suerte que corrieron Eylo y Alvin por intentar protegerla; Lomber sucumbió ante la desesperanza; Daya buscaba un nuevo pacto que no solo a ella beneficiase, y Frank observó a los piratas espaciales, Faith y Gregory, negando con la cabeza, sin dedicar una sola mirada hacia quien era su pareja, como si sólo el contacto visual le incomodara.

La convivencia en la Nightingale desde entonces fue un tanto incómoda. Todos los que anteriormente habían formado parte de la misión de rescate eran prisioneros y malvivían en la bodega de la nave, con derecho a ir al baño 3 veces al día, y con una asignación de alimento que hasta la presencia de un menú de Gleason, sería considerado como manjar de dioses.

No obstante, resultó que la tripulación de Delay y Workensen no era más cruel de lo necesario y, si los prisioneros colaboraban se les trataba con cierta suavidad, cuál era el caso de Lomber, en contraposición a los problemas que Eugene daba casi a diario, mostrándose como si de una mala bestia se tratase, recibiendo castigos continuados y algunos, incluso, ganados a pulso.

La tripulación de la Rust fue trasladada a la Nightingale. En la bodega de la nave los días se sucedían, se volvían opacos y homogéneos. Los prisioneros no podían hablar entre ellos, puesto que unas mordazas cubrían sus bocas día y noche. Sucios, babeantes y doloridos muscularmente, aguantaban las jornadas, hasta que que por fin escucharon unas noticias esperanzadoras. Iban a llegar a su destino.

 

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25/02/2022, 08:02
Faith Delay

Mes 4. Nightingale y futura Jolly Roger

Los soldados espaciales supieron que algo había cambiado cuando, uno a uno, fueron trasladados a la zona de reuniones de la Nightingale, el lugar donde Faith y Gregory estaban, acomodados, mientras tomaban un té. Nadie podía entender, hasta la fecha, cómo aquellos piratas se habían hecho con el control de la Rust Walker, así como tampoco el motivo por el que los tenían aparcados, como si de mercancía se tratase, así como incomunicados, impidiendo, en cualquier caso, toda posibilidad de pactar una posible vía de escape.

- Mirad qué preciosidad. Llegamos a nuestro destino - Indicó Delay señalando por la ventana, mostrando un planeta que tanto Daya como Eylo reconocerían, pues sabían navegación espacial.

Coltanium se mostraba imponente ante los prisioneros, mientras se hacía un silencio, incómodo para unos, venerado para otros, con la visualización de aquel magnífico cuerpo celeste tan similar en características a la Tierra.

- Eres innumita - Afirmó Faith mirando a Banerjee, sonriendo en el proceso. Estaba claro de que la mujer lo que prometía, lo cumplía. No le fue complicado averiguar la procedencia de la piloto, le había resultado casi un juego de niños - No temas, Daya, ya sé que tu familia no va a poder pagar un rescate por ti. No me pondré en contacto con ellos. No sabrán lo que te ha pasado, al menos hasta que el ejército quiera emitir algún comunicado oficial sobre lo sucedido ahí arriba, donde estaban los restos del PEC... - Dijo la fémina cruzándose de brazos, estaba seria, pero aparentaba tranquilidad.

Por unos instantes, la mujer se fijó en Yilmaz, el cual tenía el rostro marcado por la vez que se había levantado a defender a la salvaje de Eugene, una mujer temperamental que no estaba dispuesta a permanecer sentada mientras les robaban la nave y les indicaban que iban a ser esclavos de por vida. No, Brezos antes prefería la muerte a conformarse.

- Os he hecho llamar a todos para que sepáis que habéis sido unos prisioneros ideales. Tranquilos y nada molestos - Comentó forzando la sonrisa, pues los presentes no se podían mover ni comunicar entre ellos. Deley usaba el sarcasmo como una vía normal de comunicación - Y es de recibo que pueda comentaros qué va a ser de vosotros - Indicó la mujer mirando inicialmente a Frank - No hemos recibido el trasvase económico que prometiste, por lo que no me queda más remedio que dejarte junto con Daya y el resto de los prisioneros en la Casa del Ilota - Hizo una pausa significativa - Yo siempre cumplo mi palabra. Si por algún motivo recibiera el importe pactado, Kepborn, volveríamos a por vosotros para trasladaros al punto de acuerdo. Pero hoy por hoy, no puedo perder más el tiempo con tesoros que no llegarán. Y tampoco puedo alargar esto y manteneros en la nave. No voy a seguir jugando con la seguridad de mis compañeros. Así que pediré un trato más exclusivo para ti y para ella, pero no prometo nada, todo depende del precio, por supuesto sólo me importan los negocios, así como el coste y el beneficio... 

La mujer había sido muy clara, les iba a dejar en un sitio y a cargo de otra gente. Frank no había cumplido y el tiempo se le acababa de agotar, aunque claro, aún tenía cierto margen para darle a Faith lo que pretendía. A los demás no les daría tiempo ni para preguntar dónde se encontraban, ni qué sería de ellos... Tenían ante sí un futuro muy incierto y, por desgracia, sin poder alguno sobre su destino.

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25/02/2022, 08:33
Ambientación

Mitad del mes 4. Coltanium

Cuando la Nightingale descendió, lo hizo en una región bastante desolada, en una gran explanada que no tenía absolutamente nada alrededor, o al menos que la vista alcanzase a ver, como si fuera un desierto de tierra dura y compacta, claramente sedimentaria por soportar elevadas temperaturas *

Atados de manos y amordazados fueron llevados hacia una vivienda que no tenía mal aspecto, teniendo en cuenta en dónde se encontraban. El sitio tenía un gran patio, con muchas puertas situadas a la derecha y a la izquierda del mismo, como si fuesen las cuadras de una caballeriza. Pararon a los prisioneros a los pies de la escalera doble y allí les dejaron un tiempo prudencial, lo que para ellos se convirtió en una eterna espera.

La cadena de prisioneros era larga, formada por Alvin, Eugene, Lomber, Eylo, Daya y todos los miembros de la Rust Walker. Tan sólo Donner y Kepborn se libraban de las cadenas en ese espacio y, estaba claro, que allí no iban a quedarse. Fue entonces cuando un hombre, vestido como de otra época, se dejó ver en la parte alta de la escalinata y abrió los brazos, ampliamente complacido por lo que veía.

- ¡Dama Sombría! ¡Qué placer verte de nuevo! - Bajó la escalinata de la izquierda para reunirse con Faith Delay, extendiendo, posteriormente, la mano a Big Bang. Hubo un cordial y breve saludo - Vaya, ¡qué maravilla de especímenes me traes!... Las hembras parecen buen ganado, las más guapas pueden dar una buena cantidad de numerarios... - Señaló a Daya y a Eugene. Frank se tensó y cerró el puño de la mano con furia contenida.

- Hablaremos Lord. Especialmente de esa de allí... - Señaló a Daya antes de ser interrumpida de nuevo por el hombre, el cual parecía tener otros intereses en mente.

- Y por cierto, bonita nave, ¿vas a ponerla a la venta?... - Estaba claro que, dentro de aquel lugar, tenían un sistema de vigilancia y habían controlado la llegada de los piratas.

- Es mi nueva nave insignia, la Jolly Roger - Indicó Delay con satisfacción - Aún no la he llevado a la Fábrica, es otra de las paradas obligatorias en Coltanium

- Una lástima, aunque siempre puedo tentarte. Por favor, vamos a mi despacho y hagamos negocios. Mis hombres se harán cargo de la mercancía... - Dicho esto chasqueó los dedos y un grupo considerable de mercenarios, vestidos con ropas de color blanco, salió casi de todas partes, armados y con signos evidentes de ser poco pacientes.

Los prisioneros fueron llevados a una gran sala donde les retiraron la mordaza y las cuerdas que los aprisionaban. Era una sala rectangular donde doce guardias armados se aseguraron de liberarles. No sin antes advertirles que, de realizar un ataque, la consecuencia sería directamente la muerte. No parecía que bromeasen.

Y allí les dejaron, cerrando la puerta de su nueva prisión, pero al menos ahora, tenían libertad para hablar y para moverse. Todo un lujo tras lo vivido.

Notas de juego

* Tirada de Geografía para dar más datos al respecto (Dificultad 15 mínimo)

Todos sufrís -1 en todas las tiradas que implique físico, mucho tiempo parados, los músculos se resienten.

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25/02/2022, 16:47
Ambientación

Mes 3. En el espacio...

Prisioneros. Duncan, Grey y Bintel, tras salir de su cárcel de hielo hasta la superficie, llegaron a encontrar otro presidio, denotando que la suerte no era algo que realmente les favoreciera. Eso sí, su nueva trena era más cómoda y adecuada para mantenerles vivos, con nada de hielo a su alrededor. Era un avance.

El sargento Samuel Bleiz, los soldados que aparentaban ser de la Space Force, y los capturados en la BICOM fueron recogidos por varias naves que, por su aspecto, no eran del ejército. Dichos vehículos mostraban una maniobrabilidad espectacular, deslizándose con suavidad sobre la superficie helada de Alaska, elevándose con premura cuando su carga, potencialmente humana, se acomodaba en su interior.

Y así viajaron al espacio, saliendo de la superficie del planeta Tierra hasta la exosfera, orientándose la nave hacia una dirección que, inicialmente, era desconocida por gran parte de los presentes.

Y allí estaban Duncan, Dunne y Tessa, maniatados y con mordazas en la boca, un buen sistema para evitar que se comunicaran entre ellos y urdieran plan alguno de ataque. Aunque era difícil que escaparan, pues media docena de soldados armados tenían guardia constante delante de los prisioneros, los cuáles únicamente tenían un breve descanso ante aquella monotonía, o bien para ir al aseo o bien para comer.

Los días pasarían y la desesperación daría paso a la desesperanza. Todos callaban, no era momento más que para dejarse llevar.

Era irónico, en cierto lugar del universo otra nave cargaba a otro de los cadetes que aspiraban a convertirse en soldado espacial. William Thompson había subido a un transporte espacial junto con Althais y Lowell, un vehículo que tenía como destino llevarles a Natgrew, el lugar donde serían recibidos por miembros de la rebelión, pues la hija mayor de Townhall, no quería ni podía soportar un minuto más de tiempo en Protect. Sus motivos tendría.

El piloto de la nave hizo un despegue poco fino, no solo denotaba que el hombre no era muy ducho en el manejo de la astronave, si no que ésta, necesitaba una buena revisión, haciendo que el traslado al planeta verde fuera lo suficientemente intranquilo como para estar preocupados de llegar de una pieza.

Los días de convivencia en la nave fueron algo incómodos. Lowell era un tipo serio, seco, con poca habilidad para la conversación y Althais se mostraba particularmente ensimismada, como si la noticia de la muerte de su padre le hubiera resultado tan dolorosa que evitara, de alguna manera, hablar sobre aquella cuestión. Precisó seis días para volver a tener una charla con Billy, y la base de ésta iba a dejarle bastante intranquilo.

- A veces pienso que gran parte de lo que sucede es por mi culpa, Billy.... - ¿Y es que no era así? ¿No había sido ella quién se había relacionado con los traidores de la sublevación arrastrando a sus hermanas? - No sé si podía haber evitado que mi padre muriese, pero ojalá hubiera hecho las cosas de otra manera para que se fuera de este mundo sintiendo orgullo por mí. No así, sabiendo que me torcía de su camino, de sus enseñanzas... - Suspiró durante unos instantes - Billy, piensa bien si unirte a la rebelión es precisamente lo que quieres, una vez das el paso, ya no hay marcha atrás... ¿Es esto lo que deseas?... ¿Con todo tu corazón y con toda tu alma?...

Quizás el joven le respondiera de manera afirmativa o negativa, pero no podía cambiar lo que el destino le deparaba. Un día cerró los ojos, tras comer, y cuando los abrió tenía las manos atadas y en la boca una mordaza. Algo no iba bien, Althais estaba también apresada a su lado. Lowell tenía una expresión triunfal al lado de ambos. Estaba claro de que el piloto llevaba sedantes y una misión establecida, atrapar a ambos. Seguían existiendo preguntas en el aire. ¿Por qué?

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25/02/2022, 18:39
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Mitad del mes 4. Natgrew

¡Qué irónica era la vida! Vivían vidas paralelas dos reclutas que deseaban ingresar en la Space Force, y a la par marcharse de la institución por no estar de acuerdo con su metodología. Ambos permanecían en sus respectivas naves, una llegaba por el este, la otra por el oeste y, mientras miraban por la ventanilla, podrían observar la belleza natural del lugar donde convergerían sus destinos. Natgrew.

La aeronave aterrizó en un prado con tonalidades de verde que se mezclaban con el amarillo. Quizás ellos no lo supieran pero René habría tenido claro el nombre del lugar geográfico donde se encontraban, tan sólo por las características circundantes, donde las rocas que más abundaban eran de clima predominantemente seco*

Cuando la nave apagase el motor y los reclutas pisaran tierra firme visualizarían una fortaleza incrustada en la roca, con pequeñas puertas y ventanucos que destacaban entre las paredes de piedra. Las rejas era el factor dominante en aquel abandonado lugar, un sitio donde entrar y salir era excesivamente complejo.

El primero en llegar sería Duncan, pues la distancia recorrida entre la Tierra y el planeta verde era mucha más corta que la existente entre Protect y el pulmón de la galaxia, como también era denominado aquel cuerpo celeste. Una semana más tarde llegaría William al interior de aquella particular fortaleza, cuyos corredores subterráneos recorrían, de manera íntima, el fértil suelo de la región.

Los reclutas fueron llevados a unas celdas, tras caminar por un laberinto de pasillos, para acabar finalmente en un corredor en el que los calabozos, a uno y otro lado, podían visualizar su interior, pues las puertas consistían en un enrejado por donde los reclusos podían, incluso, sacar los brazos.

Aquellas dependencias eran húmedas, frías, con un olor característico. El catre del suelo daba asco, pero aún así, Dunne Grey, permanecía allí tirada, mientras miraba el techo de la estancia, ya acostumbrada a su observación. Tessa Bintel había sido recibida a punta de fusil, agasajada con un collar metálico que le dispusieron en el cuello y separada del resto de sus compañeros, estaba claro que la consideraban muy peligrosa. Y Duncan, ¿qué podría hacer en tan estrecho espacio? Quizás afinar sus cuerdas vocales. Tiempo tenía.

Sonaron pasos que hacía eco en aquellas cámaras subterráneas. William atado de manos y Althais, siguiéndole en la misma condición, ambos con el aspecto insano de quien había sido drogado. Cada cual fue llevado a una celda, separados de sus compañeros, pero con la perspectiva de poder verse los unos a los otros. Grey se incorporó de inmediato para aproximarse a puerta metálica pero no la tocó, estaba electrizada, ya lo había comprobado antes.

- Althais, por todos los astros... - Observó a la hija de quien en el pasado fue su mentor. Suspiró - ¿Estás bien? ¿Te hicieron daño? - Se preocupó por ella cuando se fijó en que su acompañante era precisamente Thompson - Vaya, vaya, mirad lo que trajeron las Perseidas - Sonrisa - Esto va a ser divertido. Duncan, es nuestro día de suerte... - Añadió cuando los guardias armados se retiraron, parecía que estaban solos, aunque claro, eso nunca se sabía del todo.

William y Althais aparentaban estar cansados, quizás fuera un buen momento para hablar, compartir información y experiencias. Ya habría tiempo para hacer planificaciones de otra índole.

Notas de juego

*Tirada de Geografía para saber más de la región.

Es un inicio de capítulo, si durante mi narración alguien quiere hacer o conseguir algo, tendrá que hacer tiradas y las consecuencias de fallar son golpes que penalizarán físicamente.

En el caso de Billy, las drogas te dan actualmente una penalización a todas las tiradas, al menos hasta que pasen un par de días de sus efectos, siempre puedes rolear que duermes una semana, me es lícito....XD

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26/02/2022, 09:58
Ambientación

Mes 3. Hacia la Comandancia

Jim Foster y el resto de las reclutas habían sufrido lo imposible desde que salieron de Acme, aquel acogedor pueblo que había recobrado de nuevo la fe en la Space Force. Cuando se dirigían en busca del astropuerto más cercano, se encontraron con un problema que no sólo sesgaría la vida de una de las cadetes, sino que dejarían marcadas al resto de las soldados, a algunas físicamente y todas a nivel psicológico.

No todo en aquella historia iba a ser malo. Del aeropuerto civil pasaron al astropuerto y allí, camino directo a la Comandancia, Foster tuvo unas palabras íntimas y sentidas con Vera, la que desde ese instante se convirtió oficialmente en su pareja oficial. Zumbert besó a Jim con auténtica pasión, indicando que ella siempre había sido su única opción, y por quien podría entregar su vida, por amor, tal y como demostró ante el ataque Skull. Vera prefería morir a perder a Foster, era una mujer extrema en formas, pero también en lealtad.

No tan lejos en la distancia, teniendo en cuenta que entre Canadá y Alaska no había años luz que los separasen, Einar había ascendido a una parte de la atmósfera lo suficientemente alta como para que las avionetas enemigas no fuesen un problema. El piloto hizo lo que venía escrito en el protocolo, buscar una baliza de comunicaciones para ponerse en contacto con el Alto Mando y recibir las indicaciones pertinentes. Éstas no tardaron en llegar. Su nueva misión era surcar los cielos en dirección a la Comandancia, asegurando, en cualquier caso, las pruebas que portaba la nave, así como la vida de Heather Mosley, la doctora que podría interpretar, con sus investigaciones, lo que aquel código genético guardaba.

En el mismo mes, y no tan alejados en tiempo y distancia, Jim Foster y Einar Andersen divisaron el edificio de la Comandancia, un elegante y moderno rascacielos que tenía el mejor sistema de seguridad de toda la humanidad y, por lo que sabían ambos, quizás el enemigo se escondiera dentro. Nadie era realmente fiable y a la par, necesitaban confiar en las personas que les rodeaban. Cuán irónica era la vida.

El recibimiento que tuvieron los reclutas fue sustancialmente distinto. Jim Foster y sus compañeras fueron recibidas por un equipo médico que se preocupó de atenderlas de inmediato. La primera en prioridad fue la sargento Corlett, cuya vida pendía de un hilo, a pesar de haber sido estabilizada por doctores civiles en el aeropuerto, y revisada por soldados especialistas en medicina en el astropuerto. Todos coincidían en algo, las mejores herramientas para devolverle la salud estaba en el centro neurálgico de la Space Force, donde actualmente se encontraban.

Por otra parte, Einar Andersen y la doctora Mosley fueron recibidos a punta de fusil. Primero fueron bajados de la astronave, y luego despojados de su libertad, siendo esposados y llevados a prisión por separado, mientras los materiales eran requisados por la autoridad pertinente. En aquel instante, el piloto no comprendería los motivos que llevó a la Space Force a detenerles, pero posteriormente, podría cuestionar los métodos utilizados, en caso de que se atreviera a hacerlo.

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26/02/2022, 19:46
Teniente Lionel West

Mitad del mes 4. Comandancia

Varias semanas pasaron y parecía que las circunstancias no iban a cambiar, sucumbiendo los reclutas a la rutina impuesta. Foster fue llevada a un cuartel general, junto con Becky, ambas tenían órdenes específicas de entrenarse a diario y no relacionarse con ninguno de los militares que allí habitaban, dándoles cierta libertad de movimientos. Lo que nunca sabrían era si les estaban o no, observando. Becky Baker procedió como se esperaba de ella, mientras en su mente estaba Vera, que la habían dejado en observación para que sanase sus heridas, así como Corlett, pues no estaba segura de si viviría o no.

Por otro lado Einar se mantuvo encerrado, solo, con excesivo tiempo para pensar y poder torturarse más a sí mismo, por haber dejado atrás a los compañeros que terminarían siendo sus amigos. El piloto fue sorprendido una tarde cuando, sin esperar de que alguien se acordara de él si no era para alimentarle, se abriese la puerta de su celda y se encontrara con un rostro conocido, amable incluso que le tendía la mano.

- Recluta Andersen, lamento que haya tenido que esperar tanto en este lugar - Se disculpó el teniente West, invitándole a salir - Pero hasta la fecha de hoy no nos han dado permiso para poder liberarles. Acompáñeme, por aquí. Necesitamos su experiencia en vuelo para llevar a cabo una misión. Reunámonos con el equipo.

La Comandancia era un edificio seguro y hasta el teniente tenía que mostrar su identificador de manera continuada para que le dieran acceso en los diferentes niveles. Así hasta que llegaron a la planta 12 y, tras moverse entre varios pasillos, llegó a una sala de reuniones donde ya había gente, algunos rostros conocidos.

Jim y Becky fueron recogidas por la persona a la que menos esperaban volver a encontrarse. Malbone. El pelirrojo les dio indicaciones de que le siguieran, siendo muy parco en palabras, señalando que se subiesen a la parte de atrás de un jeep que él mismo conduciría. Había que decir que Foster jamás había visto a un tipo más nefasto al volante, daba giros bruscos de volante, lanzaba improperios y daba manotazos contra el salpicadero cuando algo del tráfico no le venía bien, que solía ser cada cinco minutos. No merecía la pena ofrecerse para conducir, él decía que tenía el control de la situación, algo poco creíble, y menos cuando Becky mostró un color insano en el rostro, excesivamente pálido. ¿Se mareaba? Daba lo mismo, tanto miedo le imponía el pelirrojo que se olvidó hasta de vomitar.

Fueron los primeros en llegar a la sala de la Comandancia, Malbone se sentó en uno de los extremos de la mesa. Becky no quiso ser descortés y tomó asiento a su izquierda, completamente callada y casi encogida, mientras que por los amplios ventanales podía verse la ciudad. Una nueva York futurista que mostraba la belleza de lo que la humanidad podía construir en tiempos de paz. Irónica la silenciosa guerra que se les avecinaba.

- Malbone, ya estás aquí. Fantástico. ¿Puedes salir fuera un momento? Thyndall está por venir, pero hay un par de cosas que quiero comentarte... - Le hizo una señal Lionel al sargento y ambos salieron de la estancia, dejando a Becky, Jim y Einar solos, era un buen momento para que pudieran hablar con libertad si querían hacerlo.

Becky fue la primera en levantarse del asiento e ir a abrazar a Andersen con afecto, buscando el reencuentro con el cadete que consideraba como si fuera un miembro de su familia. A pesar de que nunca había tenido mucho trato con él pero, tras todo lo vivido, siempre era agradable tener un rostro conocido cerca.

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27/02/2022, 11:03
Duncan "Duke" McCarthy

Había perdido la noción del tiempo, ¿cuantos días habrían pasado desde que cayó en la prisión de hielo que casi les cuesta la vida?. Demasiados. Lo único que le ayudaba a soportar el cautiverio era saber que las muestras estaban a salvo, que Einar habría puesto a salvo a Heather. Había cumplido con su cometido, había hecho su parte y ahora, ya no le quedaba mucho más por lo que pelear.

Una parte de él le empujaba a seguir peleando, aunque fuera por Grey y Bintel, ponerlas a salvo, devolverlas a casa ¿Pero que podía hacer él? Era bajito, apenas un recluta espacial y estaba esposado de pies y manos. Otra parte le empujaba a dejarse ir. ¿Por qué iba a luchar? ¿Por Heather? Heather había tenido muchas oportunidades, se había pasado una vida babeando detrás de ella y solo cuando se alistó se fue detrás de él ¿Para qué? ¿Realmente tendría razón Noor? ¿Realmente le quería o era una de esas mujer tóxicas que hacían lo que fuera por tener controlado a su harem? No lo sabía, tenían esa conversación pendiente, pero era más que probable que no se diera jamás. Aunque lo positivo de todo aquello es que no los habían matado, así que probablemente los querían vivos o no sabían que hacer con ellos, podían ser asterianos, renegados del ejército, un grupo de operaciones espaciales, elfos de Papa Noel, pero de momento salvo impedirles escapar no les habían hecho más daño del necesario.

Duncan repasó su vida en esas horas de soledad acompañada, a punta de rifle. ¿Su vida había sido un éxito?, podría decirse que sí, había ideado un par de métodos que serían la diferencia entre la vida y la muerte, pero no había podido hacer nada por Sarah, por Kurik, no había visto a los asterianos ni estando debajo de sus narices, y Noor, no la había podido defender. Sabía que Noor no era fácil, pero con él se había portado muy bien y... le hubiera gustado que el fantasma de Jim no se hubiera interpuesto entre ellos. Sonrió ¿Jim?, hacía tiempo que pensar en ella no le dolía, solo le sacaba una sonrisa, ¿Que estaría haciendo la loca de Jim? ¿Encontraría la estabilidad con Vera? Sabía que algún día aquello volaría por los aires, y ese día no quería estar ni cerca. Tenía querencia por las situaciones tóxicas, pero no tanto, no tanto.

En los cortos momentos que le quitaban la mordaza para comer los dedicaba a practicar. Estaba bien dejarse morir, pero cuando llegara al cielo, si sus pecados no eran demasiado grandes, no quería tener que necesitar el comunicador. Le había prometido a Heather que hablaría, pero lo hacía por él más que ella. Así, día a día, las letras fueron encontrando su lugar. La mayoría de ellas las sacó por prueba y error, al final una letra y otra se diferenciaban por una colocación distinta de lengua y dientes, así que no fue difícil, una vez que se vio privado de la muleta del comunicador. No sonaba natural, a veces algunas letras eran arrastradas, otras eran demasiado cortas, pero era mucho mejor de lo que había soñado. Era algo a lo que anclarse, algo por lo que luchar otro día más, al menos hasta que Grey y Bintel estuvieran a salvo. Lucharía por ellas, porque por él no veía motivos, ya había hecho todo lo que podía hacer, solo quería poder descansar sin que los gritos de las almas del PEC 12 le atormentaran. Tendría que aguantar un poco más, tendría que apretar los dientes.

Cuando menos lo esperaba un planeta se recortó en el horizonte. No sabía mucho de planetas, pero ese verdor solo podía ser de uno de ellos, Natgrew. Nunca había estado, de hecho salvo la tierra y protect no había visitado otro planeta, así que lo miró con cierta curiosidad, imaginándose las maravillas que había oído de pasada a René. Allí estaría el pollo pimpollo, el llacu, todas esas cosas que contaba el retraído soldado.... suspiró y le pareció oler la sangre, la sangre de cuando el salvaje de Lee Joe le reventó la cabeza con su arma.

Aterrizaron en una pradera y le echó un vistazo a la llanura, donde pudo ver una fortaleza que le recordó vagamente a los castillos escoceses. ¿Allí acabarían sus días? No podía negar merecerlo, debía habérsela jugado, haber subido a la nave de Einar, o simplemente haberle pedido al soldado que los barriera del cielo, pero fueran lo que fueran no podía pensar en un enemigo distinto que los asterianos, y no sabía si sus captores lo eran. No entendía de edificaciones, pero tenía toda la pinta de una cárcel, una donde la salida sería casi imposible.

La idea fue confirmada en cuanto les metieron en sus celdas. El laberinto de pasillos era tan enrevesado que no estaba seguro de encontrar la salida aunque los liberaran. Lo arrojaron a una celda y allí se quedó. Protestó débilmente cuando se llevaron a Bintel, jurando que no haría daño a nadie, que era pacífica, pero salvo recibir algún golpe que se llevó no consiguió nada más. No sabía si la volvería a ver, pero allí estaba, él y Dunne, listos para pudrirse juntos por toda la eternidad. La soldado se tiró en el catre, por asqueroso que fuera, porque sabía que tenía que hacerlo así, recuperar fuerzas, prepararse por si se daba la oportunidad, y él la imitó. Mirando el techo le dijo

- Debiste dejarme atrás Dunne.... cuando se entee Eylo me patirá la cabeza. - sonrió - ¿Crees que Einar lo habrá onseguido? No dudo de Heather, es uena médico, puede que mejor e yo, pero Einar tiene imán para las desgasias.... - suspiró - Solo espero que no hagan daño a intel.

Se recostó en su lecho y se quedó mirando el techo, esperando que alguien les reclamara y les explicara que hacían allí. Eran prisioneros, eso lo tenía claro, ¿Pero de quien? ¿Para que los aprisionaban? Si no eran útiles lo más cómodo era ajusticiarlos, pero si los mantenían vivos era por algo, aunque no supiera para que. El movimiento súbito de Dunne lo alertó, pero cuando habló de Althais pensó que había perdido la razón, pero el sonido de los pasos estaba allí, así que igual había alguien que se pareciera a Althais y por eso se había confundido. Se alzó despacio y entonces los vio. Tenían un aspecto horrible y necesitaban atención médica. Tocó los barrotes inconscientemente, intentando ir a ayudar y la descarga le recorrió la mano

- Ierda! joder! - dijo sacudiendo las manos. - ¿Estáis bien?. - Se sacudió las manos con más fuerza intentando librarse de los calambres. Sonrió al ver a quien se refería. El mismísimo Billy Thompson. Parecía que había pasado un mundo desde que discutieron en las puertas de un tribunal. Sonrió burlón

- Sí, nuestro día de uette, hace pinta de llevar una llave para salir de aquí. Joder, hacéis mala pinta, pero no creo que tengáis nada que haga peliar vuesta vida. ¿Tenéis idea de onde estamos o quien nos ha metido en este aujero? Hemos pasado aquí una semana y las expliaciones han sido excasas....

No tenían mucho más que hacer que hablar y no parecía factible escapar. Así que lo mejor era llenar el tedio de alguna manera antes de dormir, o que alguien les reclamara. Miró a Billy, y por un momento deseó que sus habilidades para colarse en sitios fueran efectivas para salir de ellos también.

- Tiradas (1)

Motivo: geografía

Dificultad: 0

Habilidad: 9

Tirada: 3 4 9

Total: 3 +9 = 12 Éxito

Notas de juego

Ya hablo,....más o menos.... excasas....me duele hasta a mi leerlo XDDDD

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28/02/2022, 09:02
Einar Andersen

Einar creía ser plénamente consciente de su posición y de lo que iba a enfrentarse al llegar a puerto.

Tras haber logrado evacuar únicamente  a la Doctora Heather del incidente en la BICOM, en las circunstancias que lo había hecho, se enfrentaba a dos escenarios posibles.

Por un lado cabía la posibilidad de que realmente había logrado escapar de un asalto perpetrado por los Asterianos haciendo uso de enseñas de la Space Force y podía ser señalado por haber dejado en tierra a sus compañeros, pese a la prevalencia de la misión.

La otra opción era que se había enfrentado y desobedecido a órdenes directas de miembros de la Fuerza Espacial y como tal debería ser juzgado, si bien creía poder justificar su actuaciónde forma suficientemente reglada como para evitar una condena de cadena perpetua por insubordinación, si bien eso no estaba ya en su mano. Lo que sí que tenía claro es que iba a tener que dar muchas explicaciones. Y nada de eso llegó, puesto lo único que se encontró fue frialdad por parte de aquellos a los que debía suponer compañeros, silencio por parte de sus supuestos superiores  y reclusión tintada por un deje de desprecio hacia su persona.

La férrea convicción y fe hacia la institución con la que el joven piloto se había alistado hacía ya tiempo que se había ido descortezando y transformándose en un sentimiento dificil de explicar. Creía fervientemente en la defensa de la Humanidad por encima de cualquier cosa pero empezaba a detestar la institución que enarbolaba aquella bandera como si fuese suya, la cual no había sido capaz de demostrarle a él ni un ápice de aquella supuesta filosofía pues muy al contrario constantemente se veía señalado por el sistema como un sospechoso y desleal cuando, en verdad no hacía otra cosa que poner su vida en juego para salvaguardar la institución, cuando quizá debería estar poniéndola directamente entre el enemigo alienígena y la población.

Y aquella desazón se vió incrementada cuando fue despojado de libertad, juntamente a las pertinentes explicaciones de la motivación de aquella situación.

Él podía entender perfectamente la duda razonable que arrojaba su situación. En honor a la verdad él también hubiese mantenido bajo custodia a alguien como él dadas las circunstancias, pero jamás lo habría hecho contraviniendo el derecho a la información y a la legítima defensa. Muy al contrario lo habían arrojado a una austera celda en la que tuvo que enfrentarse no solo al paso del tiempo, si no a la frustración de tener que afrontar su siuación, la culpabilidad de aquellos a los que había dejado atrás y la ira que empezaba a fraguarse en su interior hacia ningún objetivo en particular.

Fue una suerte la alianza que formaron su caracter metódico y aplicado junto a su carestía física, puesto que no le costó convercerse de que era su deber el aprovechar el tiempo entre rejas para tratar de potenciar el que a ojos vista había sido su punto flaco desde el principio. Sabía que lo único que necesitaba para ello era tiempo y en su situacoión era lo único de lo que disponía de sobras. Por un lado lograría mantener su cabeza ocupada y por el otro intentaría mejorar su forma física.

Siendo así, sin querer darse tiempo a compadecerse de si mismo ni a torturarse al pensar en cosas que no estaban a su alcance, desde el primer día de cautividad se obligó a seguir una rutina de entrenamiento físico diario destinado a agotarle física y mentalmente. Los primeros días fueron una auténtica tortura al desconocer sus límites físicos y ser incapaz de  modular el ejercicio a sus capacidades. Empezó con series de flexiones, abdominales, burpees y sentadillas hasta que símplemente su cuerpo le obligaba a detenerse. Aquellas primeras jornadas sobrepasó por mucho el límite de sus pobres músculos, contratacando estos con inspoportables sesiones de pinchazos, dolores y agujetas.

El tiempo que pasaba tratando de recuperar, simplemente se limitaba a repasar mentalmente protocolos  de pilotaje de memoria, recitaba en silencio y por orden todas las partes del panel de mando de las naves que conocía o trataba de formar alegatos de defensa propia dada si situación.

Tras una primera semana, logró encontrar una suerte de equilibrio en cuanto al ejercicio, logrando evitar las andanadas de dolor muscular de los primeros días y sorprendiéndose gratamente con la aparente mejora en cuanto al número de flexioneso abdominales que lograba encadenar según pasaban los días.

Y con esta rutina marcada a fuego, tratando de evitar el caer en el pozo de la exasperación, habiendo contado el transcurso de los días contado exactitud, llegó el momento de quebrar la monotonía de forma unilateral por parte de sus captores, puesto que la puerta se abrió sin previo aviso durante la tarde, en medio de su sesión de ejercicios previa a la cena, con la irrupción del Teniente West en la celda.

Einar detuvo de inmediato su actividad y se cuadró marcialmente, como mandaba el protocolo militar.

Vista la actitud de su superior, el piloto relajó su gesto si bien evitó perder la forma que denotaba subordinación hacia quien acababa de entrar.

-Con el debido respeto, Teniente West, no comprendo mi situación- dijo en tono marcial- LLevo en privación de libertad incomunicada desde hace *25 días en los que no se me han comunicado los cargos que pesan sobre mí ni el motivo de mi aislamiento. Desconozco el destino del resto de mi escuadrón y no se me ha interrogado sobre lo acontecido en la última misión y ahora se me va a ser asignada una nueva misión...-Pese a que trataba de sonar lo más neutro posible, su voz empezaba a teñirse de confusión. Estaba claro que aquella suerte de aparentes bandazos de la Comandancia al rededor de su situación le desconcertaban bastante. Si era un prisionero o, al menos, alguien sospechoso de actividades en contra de la Humanidad, a la par de que seguía ostentando únicamente el rango de recluta. ¿Que sentido tenía que fuesen a integrarlo a él en una nueva misión? ¿No había pilotos ya consagrados en la Fuerza Espacial que a ojos de la Comandancia fuesen más de fiar que él?

El Einar que se alistó no hacía tanto jamás a cuestionar de forma tan evidente el proceder de la cadena de mando con un superior directo pero las circunstancias vividas, el haber enfrentado a la muerte no una ni dos, si no tres veces de forma consecutiva habían sin duda cambiado al muchacho Gunpeyano, convirtiéndole en alguien mucho menos idealista y rígido, si bien eso no significaba que fuese a ignorar la jerarquía y el respeto debido, puesto que pese a su muestra de disconformidad verbal, en ningún momento la trasladó hacia el plano físico, puesto que su postura y sus formas siguieron siendo exquisitas y siguió sin rechistar más al Teniente, dispuesto a escuchar todo aquello que se le fuese a decir, fuese información o bien órdenes.

Al llegar a aquella estancia, Einar se introdujo con gesto serio y marcial, el cual cambió de manera involuntaria al encontrarse con rostros conocidos, especialmente los de sus dos compañeras de promoción. Era evidente que encontrarse con ellas era lo mejor que le había ocurrido desde su llegada a la Comandancia y así lo demostró el brillo de alegría que tiñó su mirada, no tanto así el resto de su expresión, la cual se mantuvo impertubable. Antes de entrar por completo se cuadró ante Malbone sin decir palabra alguna y tomó asiento.

En cuanto fueron dejados a solas, Einar recibió el efusivo abrazo de su compañera con algo de sorpresa inicial, acabando por aceptarlo de buen grado y de corresponderlo de igual forma, esta vez sí, con una sincera sonrisa dibujada en el rostro.

-Me alegro mucho de veros, compañeras-dijo, haciendo extensivo su sentimiento en Jim, la cual tambien estaba presente.

-¿Que ha sido de vosotras? Yo he estado completamente incomunicado desde que nos separamos...-comentó sin querer concretar demasiado el motivo y los detalles de aquel aislamiento

-¿Sabéis algo del resto? ¿...De Yum?-No era su intención el demostrarse tan evidentemente interesado en su compañera oriental; en otra situación habría sido bastante más sutil a la hora de preguntar, pero el llevar un mes sin saber de ella junto a que en cualquier momento podían entrar los mandos y dar al traste con aquella conversación, no pudo estarse depreguntar sin tapujos.

Notas de juego

*Los días que hayan pasado.

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28/02/2022, 13:45
William P. Thompson

William había tardado un poco en reponerse una vez que se quedó a solas consigo mismo. Buscó un sitio donde poder lavarse la cara. El personaje que había creado, el papel que tomaba había tenido una base muy suya en otro momento, sin embargo apenas quedaba nada de aquel chaval que una vez fue. Se sentía quebrado de tantas maneras que no sabría empezar a describírselas a ningún tipo de psicólogo. Se lavó a conciencia, pues la suciedad de su cara dejaría ver claramente las marcas de haber llorado en su cara. Se tomó unos minutos para centrarse en el espejo, debía volver a interiorizar la actitud que había tomado, comprobó detalladamente sus gestos para interiorizarlos y memorizarlos, la mirada... debía dejar de lado la mirada de pena y tristeza para tomar una más fría, más desapegada... 

Dejaba espacio a Althais, porque no quería arriesgar su fachada y porque había visto no sólo de lo que era capaz, si no que su fuerte era precisamente las personas. No podía arriesgarse a que viera las brechas de su máscara, de la endeble construcción en la que se había convertido tanto su actitud como su rostro. Seis días desde que partieron con un despegue desastroso de Protect fueron lo que tardó la mayor de los Townhall en hablar con él, de una manera que o no tenía sentido o más probablemente era una trampa. Parecía sentirse mal por lo que le pasó a su padre, sin embargo todo lo que había podido averiguar hasta el momento era que todo esto lo organizaba por odio hacia él. La primera pregunta desde luego provocó bastante confusión a William. Estaba claro que era responsable de muchas de las cosas que le habían pasado, aunque en realidad dudaba que fuera así con la muerte del teniente Townhall. - Creo que no te entiendo - afirmó con una confusión muy real - Sinceramente, pensaba que no te afectaría tanto... - Al menos en esta ocasión no debía simular la confusión, pues esta era muy real, al siguiente comentario ni si quiera sabía bien que responderle - Tenías bastante claro lo que hacías ¿no?. Lamento lo que le pasó a tu padre, pero a fin de cuentas estamos en este camino - Encogió ligeramente los hombros, no mostrando una absoluta indiferencia, pues parecía que se estaba abriendo a él, pero si que se le notaba confuso. - Bueno, creo que ya es un poco tarde para eso ¿no? - contestó con una medio sonrisa algo forzada - No se trata de entregarse en cuerpo y alma... conoces mi situación. Esta es mi salida - Si esperaba tenderle una trampa y que mostrara debilidad o alguna grieta que impidiera que cumpliera lo que había venido a hacer se llevaría un buen chasco. No iba a dejarse engatusar por muy hábil que aquella muchacha rebelde fuera. - Deseo ser libre Althais, no deseo morir por hacer lo que es correcto y está claro que de donde vengo no iba a tener eso - Desde luego que si esperaba que confiara en ella, después de todo lo que le había visto hacer, no iba a pillarle. 

Las sorpresas que les deparaban los siguientes días sólo aumentarían la confusión. Se encontraba atado tras despertar y haber sido drogado, lo extraño era que Althais también. La sonrisa de Lowell era casi un puñal en el hígado. Después de haberle visto actuar como un maldito torpe en el aquel nido de hormigas gigantes, ahora actuaba con una suficiencia que parecía, le venía grande. - ¿Qué cojones estás haciendo? ¿Quién eres? - Puede que se hubiera metido en un juego al que resulta que no sabía jugar. Lo que no entendía era quién podría ser. Si le hubieran atado a él, estaba claro que le habrían pillado, algo que veía difícil, pero que ataran a Althais también era lo que no encajaba. ¿Sería Asteriano?. Miraba también a Althais, intentando comprender si ella entendía la situación mejor que él. 

Habían llegado a Natgrew, algo que era parte de la misión. Sin embargo, la situación de su llegada era un absoluto desastre. No paraba de preguntarse en que se había equivocado sin encontrar ninguna respuesta satisfactoria. Aunque podía ser otro asunto, pues el hecho de que tuvieran a la mayor de los Townhall apresada también era algo que no tenía sentido. Quizás fueran las drogas que aún producían efectos sobre su cuerpo y su mente y por eso le costaba centrarse. Alcanzaron algún tipo de edificación horadada en la misma tierra. A pesar de la confusión que aún reinaba en su mente, trató por todos los medios de memorizar el camino por el que les llevaban. No sabía lo que le esperaba, quizás fuera una muerte segura, aunque lo dudaba. Si sólo quisieran matarlos ya lo habrían hecho. Y ese mapa mental podría serle muy útil en caso de tener una oportunidad de escapar. Les llevaron a un sección que convertiría en un palacio al peor antro que hubiera podido visitar en toda su vida. Tenía la impresión de poder coger 341 infecciones distintas sólo con tocar las paredes. Una visión agridulce le esperaba al comprobar que estaban en otra celda Dunne Grey y Duncan McCarthy. En parte se alegraba de ver caras conocidas, aunque desde luego que en cualquier otra circunstancia lo hubiera valorado mucho más positivamente. Casi sintió lastima por el levantamiento de ánimo que tenía Grey al verle, pues no tenía claro poder ser de mucha utilidad y no pudo evitar fijarse en que las verjas estaban electrificadas cuando el doctor se llevó un calambrazo. 

Observó a Dunne con una sonrisa de medio lado, aún con la vista algo desenfocada por el efecto de las drogas acertó a hacer un comentario - Si así son tus días de suerte, por favor no me llames cuando tengas un día malo - Aunque era bien cierto que sentía alivio al ver que estaba ella allí. Si hubiera podido contar con alguien que ayudara en esa situación, Grey estaría, desde luego, entre las tres primeras opciones. Aún así tampoco podía abandonar su papel completamente. Pero era obvio que deberían colaborar para salir de allí. Aunque eran un equipo al que le faltaba músculo, al menos tenían un médico. No podía evitar preguntarse como habían llegado hasta allí. Si no recordaba mal, Duncan estaba haciendo pruebas en un laboratorio secreto, tratando de investigar cosas sobre los asterianos... Quizás fueran ellos quienes los habían apresado, aunque era algo que seguía sin tener mucho sentido al respecto de ellos. Además, les habían traído a Natgrew... No era desde luego el sitio ideal, con una rebelión en marcha... Había algún desarrollo de la idea que pugnaba por salir de su cabeza, pero se encontraba demasiado atontado en ese momento. 

Observó al escocés con gesto contrariado. Realmente esperaba que ellos pudieran tener alguna respuesta adicional que le ayudara a encajar todo aquello, pero no parecía ser así. - Pues no mucho en realidad. Esperaba que vosotros supierais algo más... - Aunque se volvió a Althais en ese momento. Esperando que las drogas aún la tuvieran confundida y eso redundara en su beneficio - Althais, tu sabes mucho más que yo al respecto. Creo que merezco saber que está pasando, ¿Quién es Lowell? ¿Porqué nos hacen esto? Nada tiene sentido... - 

Una vez que ella hubiera hablado, se volvió hacia los miembros de la celda contigua - ¿Cómo habéis acabado vosotros aquí? - Preguntó con mucha curiosidad, aunque por ahora no podía confiar en Althais lo suficiente como para revelar más de la cuenta. Mientras las cosas no estuvieran claras, no podría abandonar su papel. Muchas vidas estaban en juego, la de Eris entre ellas. Esperó a que les trajeran algo de comer, comprobando el número de soldados y su equipamiento. Esperaba que llevaran al menos dos armas, posiblemente una larga, tipo fúsil y una corta tipo pistola, algo que esperaba le viniera bien. Dejó de lado el agua, sorbiendo lo justo y necesario para no deshidratarse y se dispuso a pasar hambre, comiendo sólo los alimentos que tuvieran una elevada cantidad de liquido. No era muy ducho en biología o medicina, pero recordaba los números que Duncan les había explicado en la enfermería y puede que tuviera que poner a prueba el número de días que necesitaba estar sin beber agua. 

Cuando no mirasen los guardias, Billy empezó a descoser la parte del colchón que estuviera más pegado a la pared para que no se viera. Tenía intención de hacerse con un par de muelles y doblarlos y romperlos para poder hacer una especie de ganzúa que le sirviera para abrir la puerta. Aunque la situación del sitio hacía complicado forzar la cerradura, le vendría bien para la otra parte de lo que tenía pensado. Buscaría los cables que aportaran electricidad a la verja para tratar de pelarlos ligeramente y cuando llegara el momento usar el agua para provocar un cortocircuito que le permitiera manipular la cerradura sin peligro. Sin embargo aún no era el momento, antes había muchas cosas que aclarar, pero necesitaba actividad. Necesitaba hacer algo para forzar a su cuerpo a espabilar después del efecto de las drogas. Comprobó que no hubiera cámaras en la zona, ni micrófonos. En caso de que las hubiera, iría actuando cuando no le estuvieran enfocando. 

Una vez que ya hubieran hablado con los demás explicaría el plan que se le había ocurrido. Aunque es cierto que no había prisa. - Mi plan, es abrir las verjas después de provocar un cortocircuito. Si hay suerte, el cortocircuito afectará a toda la sala. Si no, al menos a la nuestra y luego iré a la vuestra. Si hay mucha suerte, puede que anulemos la electricidad en una fase que afecte más allá de esta sala - Mantenía una actitud pensativa, mientras observaba al resto buscando alguna posible adición al plan - Una vez hecho eso, Grey y yo nos pondremos a los lados de la entrada esperando a que vengan, mientras el resto os mantenéis en las celdas con las puerta cerrada, aunque sin trancar. Si la electricidad sólo se corta en nuestras celdas y no hay cámaras ni siquiera saltarán las alarmas y vendrán cuando nos vayan a dar de comer. Entonces, les quitamos las armas y escapamos. Si sale mal... no salgáis de la celda - 

 

 

- Tiradas (1)

Motivo: Geografía

Dificultad: 0

Habilidad: 10

Tirada: 4 8 10

Total: 8 +10 = 18 Éxito

Notas de juego

Quizás me he adelantado un poco. Es la idea, pero tampoco la llevaré a cabo aún vaya. 

De todos modos, la intención primero es compartir experiencias, ponernos al día y esperar a que las drogas dejen de hacer efecto. Por si hay algún evento que debamos presenciar vaya ^^U

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01/03/2022, 00:12
Daya Banerjee

Mes 4. Nightingale

La alejaron de sus compañeros y la sacaron a empujones de la sala. Llegó a poder volverse un instante y poder vislumbrar como el capitán permanecía en el mismo sitio de antes, su mirada fija en Faith y Workensen. Serio, impertérrito, sin buscar contacto visual con ella. Eylo no la seguía, ninguno de sus compañeros de hecho. Lo último que había intuido es que, a sus espaldas, él había reaccionado al ataque contra Eugenie. Temió por él, pero no podía hacer nada, todo lo que hiciera se volvería en su contra y, además, ¿qué oportunidad tenía ella de enfrentarse al hombre que la llevaban agarrada del brazo y a los que aún quedaban dentro de la sala protegiendo a sus dos líderes? Vislumbró a Donner manteniéndose al margen de lo que sucedía, presto a demostrar su valía para los piratas antes de dejar de ver el interior de la sala de reuniones.

La llevaron a la bodega de la Nightingale donde habían preparado un lugar para tenerlos a todos vigilados y confinados. A las esposas que portaba en sus muñecas se le unió una mordaza de tela en su boca que le impedía hablar y casi respirar. Imposible quitársela como ella misma pudo comprobar en un momento de desesperación en el que no podía aguantar más aquello e hizo el intento de quitársela un momento. No había ni terminado el movimiento, cuando el cañón de un fúsil laser se posó en su sien. Alejó sus manos rápido de la mordaza, indicando al pirata que entendía el mensaje, evitando males mayores. Y tuvo que soportar que se la volvieran a poner más fuerte aún si eso era posible.

Sin poder moverse del suelo, ni quitarse la mordaza ni para dormir, las horas y los días pasaban sumiéndola en un letargo en el que su mente buscaba respuestas para sus preguntas, preguntas que se hacía una y otra vez. Quería preguntarle a Eylo cómo estaba. Había llegado minutos después que ella allí, inconsciente y con un gran golpe o varios en la cabeza. Quería preguntarle porque le había dicho a Frank que era asteriano cuando el capitán no había dicho nada sobre eso, sí que era un criminal. Y al capitán no podía preguntarle nada, ni tan siquiera con la mirada, porque no lo bajaron a la bodega en ningún momento durante los días que allí les retuvieron. Aunque quizás era mejor así. Si le seguía rehuyendo la mirada no sabría si hubiera podido soportarlo, por lo que se auto convenció de que era mejor que no estuviera junto a ellos y esperaba paciente a que él pudiera sacarlos de aquella situación peligrosa de alguna forma. Era capitán, sabía que tenía capacidad para ello, sabía que lo intentaría... o eso esperaba. Las dudas la asaltaban en la penumbra y el silencio obligaro en la que estaban sumidos.

Su mente viajó mucho a Innum, a su casa. Estaba intranquila por la amenaza velada de Faith, la sentía capaz de encontrar a su familia y aprovecharse de la situación de una y mil formas. También pensaba en ellos, en la preocupación que debería sentir al no recibir noticias de ella conforme pasaban los días. Días indeterminados que aún estaban por venir.

Los días comenzaron a juntarse con las noches. Sin un reloj que mirar, sin un sol que seguir, todo era igual, monótono y gris. Las comidas, escasas y vomitivas algunos días, pasaron a quedarse casi completas en las escudillas en las que se las traían, algunas veces no sabía si era el almuerzo o la cena lo que le traían. Los calambres en las piernas hicieron acto de presencia y no le quedó más remedio que acostumbrarse a hacer sus necesidades bajo la presencia atenta de uno de sus vigilantes. Era algo inquietante saber que ellos veían sus rostros pero los piratas siempre los llevaban cubiertos. Daya se sentía expuesta, pero no tenía más remedio si no quería hacerse sus cosas encima. Se acostumbró a los arrebatos de ira de Eugene y a la forma en la que la reducían a golpes. Al principio se preguntó por qué insistía una y otra vez en encararse a sus captores, pero llegó a la conclusión de que era su forma de intentar no morir allí mismo de inactividad. Cada vez que comenzaba una nueva tanda de palos, Daya cerraba los ojos, evitando ver cómo la golpeaban, aunque no podía evitar escuchar. Esos sonidos le revolvían el estómago, pero no evitaban que, en silencio, rogase para que Eylo no respondiera intentando proteger a su hermana de nuevo. En aquellos momentos, solía ver la mirada dolía de Lomber. Lo pasaba igual de mal o más que la propia Eugenie al verla así.

¿Cuántos días llevaban ya allí abajo? No sabría decirlo, sorprendida se dio cuenta de que había perdido la noción del tiempo.

Evitaba mirar a sus compañeros a los ojos, a Alvin y a Eugenie. Cuando las miradas se cruzaban casualmente detectaba sus preguntas silenciosas, sus acusaciones veladas por las mordazas. Los entendía pero ni tan siquiera ella tenía explicación para lo sucedido, para la reacción de Frank al intentar establecer su acuerdo que solo la incluía a ella.

La tripulación de la Rust estaba también allí, todos vivos para alivio de ella y, sobre todo, de Eylo. Y en los ojos de cada uno de ellos podía ver lo mismo, la incomprensión a lo que había sucedido, el miedo al futuro. Ellos no sabían lo ocurrido en la Nightingale, el intento de pacto del capitán, y Daya se permitía cruzar miradas de apoyo con ellos, sobre todo con la joven piloto, la única con la que tenía algo de confianza. No sabía cómo actuar con Eylo, no sabía lo que él pensaba de ella, no sabía cómo explicarle que lo necesitaba pero no se acercaba por miedo a recibir su rechazo. Aquello sería un golpe demasiado duro en aquellos momentos. Lo buscaba con la mirada, pero tampoco llegaba a él aunque quizás era ella misma quien se apartaba por miedo a descubrir lo que él pudiera pensar. Y, ¿dónde estaba Frank?. ¿Había conseguido lo que se proponía?. ¿Por qué pasaban los días sin que lo trajeran a la bodega?. Quizás, simplemente, ya no estaba con ellos. Quizás ahora flotaba en el frio espacio para el resto de la eternidad.

Quizás tenía que haber intentado huir de allí con la lanzadera. Quizás le había robado a muchos de sus compañeros su oportunidad de escapar de aquella situación, sintiéndolo por Lomber que hubiera quedado atrás.

Tuvo mucho tiempo para pensar. Mucho. Demasiado quizás. Demasiados "quizás".

Un día indeterminado, sintió como unos brazos fuertes la agarraban de sus brazos y la levantaban en volandas casi al no responder sus piernas al primer intento de mantenerla en pie. La condujeron junto al resto a la sala de reuniones donde Faith y Workensen les esperaban tomando un tranquilo y apacible té. Sus ojos se sintieron atraídos sin remedio e inmediatamente por la imagen que se mostraba tras el enorme ventanal. No tuvo problemas en reconocer el planeta que esperaba al otro lado de la enorme cristalera de seguridad de la Nightingale aunque nunca lo había visto en persona. Coltanium.

La amenaza era cierta… nos han traído aquí… No puede ser verdad que nos vayan a vender como esclavos… No puede ser verdad… Sintió que se aproximaba a un precipicio junto al que ya llevaba varios días durmiendo pero que, ahora, al ponerse de pie y mirar más allá, percibía su magnitud y profundidad. Y solo veía oscuridad en el fondo.

La visión del planeta fue tapada por Faith, que se interpuso entre ella y la cristalera informándole de sus averiguaciones con una sonrisa cínica. Escuchar que la corsaria sabía cual era su planeta hizo que su respiración se detuviese, expectante a lo que iba a seguir a aquello, sin poder ocultar su miedo por la seguridad de su familia. Saber que había investigado a los suyos la dejó sin respiración, los había localizado. Era evidente que su temor era palpable por Faith, pero se sintió incapaz de ocultarlo. Temor que se incrementó por ser incapaz de poder pronunciar palabra. Escuchar que ella los dejaría a un lado, que no los implicaría en aquello, hizo que sus piernas flaquearan, haciéndole pensar que se caería al suelo en cualquier momento. Deseaba creer a la corsaria, lo contrario significaría que sus seres queridos podrían acabar como ella o peor aún y solo pensar en sus hermanos pequeños cerca de aquella mujer la ponía enferma. Pero sus otras palabras tuvieron el poder de hacer que la innumita sintiera el vacío del olvido, la desesperación de su familia al no saber lo que le había pasado, la falta de noticias, la notificación de desaparición en medio de una misión. Se sintió desfallecer. Pero la imagen de Lira le vino a la mente. Sabrían lo sucedido, sabrían que no había muerto y la Space Force los buscaría tarde o temprano, no los dejaría allí tirados. Faith pagaría tarde o temprano.

O no. ¿Llegaría Lira a la Tierra sin contrantiempos? ¿La detectarían y querrían movilizar una operación de rescate por ellos?

Cuando volvió a enfocar delante suyo, Faith había derivado su atención a otro interlocutor que acababa de unirse a los presentes en la sala, el capitán Kepborn. Daya pudo verlo después de todos esos días separados. El no  había estado en las mismas condiciones que ellos, era evidente, y no llevaba esposas ni estaba amordazado. ¿No se había pagado el importe acordado al final? Daya no había dudado ni por un instante que el pago se llevaría a cabo, saber que no había sido así la sorprendió por lo que podía implicar. ¿Habían dejado a su suerte a Frank?. ¿Lo habían abandonado?. ¿Cuál era el punto al que habían decidido llevarlos si él pagaba?. Llevarlos. A él y ella. No a Eylo. Ni a nadie más del equipo. Kepborn no había escuchado su petición o no había podido hacer nada. Y ahora, de nuevo, aquel pacto que solo la implicaba a ella, que la mantenía temporalmente al margen de la suerte conjunta, volvía a hacerse en voz alta ante todos los presentes, tripulación de la Rust incluida. Daya negó lentamente dejando escapar lentamente el aire a través de la mordaza. Aquello los separaba, los hacia menos fuertes. Estaba enfrentando a todos contra Frank y a ella de rebote. Estaba jugando genial sus cartas la maldita corsaria.

La duda planeó en la sala, demasiado evidente para la innumita que buscó la mirada del capitán por enésima vez desde que él había llegado. Necesitaba aquel contacto, saber qué estaba bien, saber si el Frank que ella conocía seguía allí. Pero fue imposible. Antes de que tuvieran tiempo para nada, los volvieron a bajar a las bodegas en previsión de la entrada en la atmósfera del planeta.

 

 

Mitad del mes 4. Coltanium

 

Cuando la compuerta de la Nightingale se abrió y les empujaron a la superficie del planeta, se descubrieron en una zona desértica, tan seca que Daya lo notó en sus pulmones conforme inhaló la primera bocanada de aire. No estaba acostumbrada a un ambiente tan seco y árido, ni tan siquiera la visión que tenía desde allí le resultaba alentadora o llamativa. Para ella era una visión totalmente extraña y completamente diferente a su Innum natal perennemente húmedo, rebosante de agua y temperaturas tropicales. Sus ojos se deslumbraron y tuvo que entrecerrarlos momentáneamente, dándoles tiempo para acostumbrarse a tanta claridad.

Los dejaron a los pies de las escalinatas de una casa que a ella le resultó extraña, diferente, esperando a no sabían qué. Estaban todos allí, atados y amordazados, exceptuando a Donner y Frank. Daya se situó junto a Eylo y le lanzó una larga mirada, por fin, a la luz de un sol natural. La herida había curado, aunque aún había restos del moretón. Le asintió lentamente, intentando indicarle con aquel gesto que aquello estaba medianamente bien para haber curado sin ayuda, aunque no sabía si él querría aquella preocupación de su parte. Se sentía extraña con todo lo sucedido y con la situación, no poder hablar la estaba matando lentamente.

Levantó la mirada al escuchar aquella voz masculina nombrando a la corsaria. Vestía de una forma extraña y sus ademanes estaban destinados a agasajar y encumbrar a la pirata, se notaba a distancia la teatralidad de sus gestos. Hubo algo que le generó rechazo de aquel tipo antes incluso de escuchar cómo se refería a ellos.

Ganado.

Le impactó escuchar aquel término con el que el hombre acababa de referirse a todos ellos y, más aún, cuando supo que la miraba calculando los numerarios que podría obtener con su venta. Era un traficante de personas.

A Daya se le cayó el mundo encima en ese momento. Ese tipo de personas existían en realidad y tenía a uno delante de ella gestionando su futuro. Se sintió palidecer y endureció su mirada frente a aquel tipo. Pero fue el comentario de Faith acerca de la Nightingale el que hizo que fuera ella el objetivo de su mirada más dura hasta el momento. Mirada dura llena de dolor. Le iban a cambiar el nombre a la nave. ¿Qué nombre era aquel para una nave del porte y las características de la Nightingale? ¿Pensaba en serio que era un buen nombre a la altura de la nave? ¡Era un nombre ridículo! Daya apretó sus puños, hincándose las uñas en la palma de sus manos. Aquello había sido un golpe más, no el más duro, pero uno más en la lista. Llovía sobre mojado, demasiadas cosas juntas.

Ojalá la Space Force os encuentre y se os atragante la Nightingale y nuestro recuerdo de por vida… ¡malditos seáis!

Mercancía. Acababa de llamarlos mercancía. Aquello sí que fue un golpe directo a la esperanza. El momento en el que decidieron quedarse y no huir con la lanzadera volvió a aparecer ante ella. Ahora sabía que la posibilidad de haber dejado atrás a Lomber y haberse sentido culpable el resto de su vida no se produciría, pero tendría que cargar con la incertidumbre de no saber si hubiera podido sacarlos a todos de allí en la lanzadera y no dar lugar a verse convertidos en esclavos. Sabía que en aquel momento no podía saber qué les ocurriría, no podía ni tan siquiera imaginarlo, pero aquello no hacía que le pesara menos no haber intentado huir. Aquello le pesaría siempre en el alma.

Se dejó arrastrar por dos de aquellos soldados que surgieron de la nada hasta una habitación totalmente desagradable donde le quitaron la mordaza y las esposas. Respiró con ansiedad y movió la dolorida mandíbula mientras se volvía a ver como salían de la sala y los dejaban allí encerrados. Al fin podía moverse y hablar con libertad, sentía como sus músculos estaban tensos y débiles por los días de inmovilización y mala alimentación. Miró alrededor, a todos los que la acompañaban en aquella habitación y echó en falta a Donner y a Frank. Lo de Donner era entendible, lo de Frank ya también, pero el resto estaban allí, no habían perdido a nadie por el camino desde exterior hasta allí. Buscó con la mirada a Eylo y se acercó a él, era por el que estaba más preocupada, haciendo de tripas corazón y esperando cualquier respuesta por parte de su amigo y de su hermana que, sabía, estaría atenta. Pero no sabía de cuanto tiempo disponían y eso la empujó a no perderlo.

-¿Cómo estás?-le preguntó levantando la mano, acercándola a sus heridas pero sin llegar a tocarlas. Debían haberse curado con ayuda médica, pero se habían medio curado solas por consideración de los piratas.

- Tiradas (1)

Motivo: Geografia

Dificultad: 15

Habilidad: 10

Tirada: 1 6 8

Total: 6 +10 = 16 Éxito

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01/03/2022, 20:16
Eylo Yilmaz

Mes 4. Nightingale

El penoso viaje que siguió a su encierro fue encajado por Eylo con rabia e impotencia, con una creciente ira que hervía dentro de él y que no se apagaría como nunca se había apagado el odio que sentía por los lucerianos. Podían maquillarlo como quisieran, podían adornarlo con mil palabras hermosas, pero toda esa tripulación, con su capitana delante, eran escoria humana peor que los skullreps. Sentirse privado de la libertad le hizo rememorar episodios muy antiguos, y un picor creciente le molestaba en el antebrazo donde llevaba el tatuaje que los extremistas religiosos le habían dejado más de quince años antes. Pero cualquier cábala era inútil, amordazados y atados como animales, esa era el verdadero rostro de la miseria moral y humana que representaba Faith y los suyos.

Tener con él a la gente de la Rust no le sentó bien, verlos de esa guisa le hundía más en la frustración. No deberían estar allí, nunca debieron estar ahí, ninguno de los que tenía a su lado. Eylo se enclaustró en sus pensamientos, en su fértil mundo interior, predicando una ausencia absoluta hacia los demás. Ni siquiera cuando Faith pretendió regocijarse delante de ellos, Eylo le prestó la más mínima atención, parecía una niña ansiosa de elogios, y el eridiano no enfatizó más al respecto. Para cuando aterrizaron en Coltanium, el eridiano volvió a sentir el malestar típico de la gravedad planetaria en su estómago. Avanzó junto al resto sin mirar a nadie, concentrado en quedarse con todos los detalles que pudiera, información útil o inútil para el futuro.

Para cuando los liberaron en aquellas duchas, Eylo se apoyó en una pared para habituarse de nuevo a la gravedad, pero la costumbre de sus semanas en Protect ayudaron. Sí socorrió a la gente de la Rust que pudieran tener dificultades, intentaba no pensar ahora, lo había estado haciendo durante todo el viaje y solo se permitió alimentar una ponzoña que no le iba a ser útil ahora.

¿Qué pasó? —interpeló finalmente mirando en general a la gente de la Rust, pero fijándose más en Kimball —. No me creo que una niñata con ínfulas os la haya jugado de esa manera. No me lo puedo creer.

La severidad de aquella afirmación escupía más frustración que poseer un intento de buscar culpables, lo mismo podía decir de Lomber, que se había pasado por el forro el protocolo militar y también estaban en esa situación por eso. Cuando Daya se acercó a él, su voz le hizo recordar a Frank y, por extensión, a Donner. Dos personas que estaban en su particular lista negra.

Mal. Como todos —respondió un tanto seco, se apartó un tanto de la mano de Daya cuando se centró en sus heridas —. No serán las últimas que vaya a tener y no son las peores.

Dio unos pasos hacia Eugene, a quien consideraba en peor estado y tuvo su particular forma de mostrarle preocupación.

El de las gilipolleces era yo, no tú —suspiró mientras dirigía una mirada general, había acumulado tanta rabia que no sentía en exceso la molestia de las heridas.

No habían opciones, ni tampoco margen para nada. Solo quedaba esperar, observar y prepararse. Tenía que poner en orden sus pensamientos, pensamientos aun bastante caóticos.

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01/03/2022, 23:58
Jim Foster

Mitad del mes 4. Comandancia

 

Llegar hasta la Comandancia nunca había supuesto tanta felicidad como al mismo tiempo incertidumbre. Y es que íbamos con heridas y sobretodo una de consideración, grave. Así que, el viaje fue muy angustioso en cuanto al resultado final que pudiera obtenerse del tratamiento de las heridas, seguramente la sargento sufriría secuelas para el resto de su vida siempre y cuando salvara la vida, un extremo que aún no estaba confirmado.

También Vera había resultado herida y fue atendida y apartada del resto para supongo que administrarle un tratamiento y proceder a su cura. Mientras tanto, a Becky y a mí nos condujeron a la Comandancia, lugar que después del ordinario reconocimiento médico acabó con nuestros huesos en un pabellón de soldados con la encomienda de hacer vida allí pero sin socializar con el resto. Vamos, que tuvimos que ejercitarnos en solitario para recuperar la forma física, así como la puntería y demás tareas propias de un cadete. Lo peor era que no nos llegaba información acerca del estado de salud de las heridas, ni tampoco del exterior para saber cómo estaban las cosas ahí fuera. El hecho de que tampoco pudiéramos recurrir a los soldados del pabellón, nos convertía en cadetes semi-aislados pese a que teníamos libertad de movimiento allí dentro.

Una mañana apareció por allí Malbone, que nos informó que teníamos que acompañarlo. Sin duda fue una excelente noticia y sorpresa su presencia. Quizás en otras circunstancias hasta habría bromeado con aquel tipo, pues había sido uno de los que nos habían acompañado en la huida del PEC, antes de que estallase por los aires en aquel ataque terrorista que habían provocado los asterianos, alienígenas que habían formado parte del Domo 12 hasta que los habíamos descubierto.

Lo acompañamos por la transitada carretera mientras eché pestes de todo tipo a Poliedro, por la deplorable conducción a la que nos sometió, recordándole también que no podía maltratar el vehículo pues, aunque no se tratara de un ser vivo, los golpes afectaban no sólo a la carrocería sino también al buen funcionamiento del vehículo. Por supuesto, le entró por un oído y le salió por el otro, pero aún así insistí, pues aún estaba reciente cómo había quedado el 4x4 que habíamos dejado en plena carretera de Acme al espaciopuerto por culpa de los alienígenas, así como la situación previa de sabotaje que habíamos sufrido y resuelto de manera creativa. Pero aquel tipo era demasiado necio, no cambio y siguió conduciendo como si hubiera conseguido el carné en una feria.

Llegamos al edificio principal de la SF y siguiendo la estela de Malbone llegamos hasta una sala rectangular, dominada por una mesa rodeada de sillas. Parecía un lugar donde se tomaran decisiones importantes. Un gran ventanal arrojaba unas vistas tremendas de aquella ciudad. El cabo tomó posesión del asiento del extremo, colocándose Becky a su izquierda, optando yo por sentarme a su lado. Apareció por allí el teniente Lionel que le invitó a acompañarle fuera. Su cara me sonaba, era uno de los hombres que había aparecido cuando llegó Thyndall, mientras estábamos todos esperando en aquella casita del lago. ¿Sería el novio de Naomi? Ahora no me acordaba si era él o era otro; tampoco me pareció prudente preguntarle sobre ese extremo. Además las preguntas que iba a hacerle sobre las heridas quedaron eclipsadas tras ver cómo accedía a aquella sala, nada más y nada menos que Einar Andersen.

Nos dejaron a solas y poco tardó Becky en levantarse y lanzarse en los brazos del piloto. Me levanté para no quedar mal y me acerqué a saludarlo. Aunque por supuesto, fui más comedida que Becky, pero no tanto como Einar, el hombre del hielo... o del código. Sin duda sí que tenía un problema con la empatía, demasiado frío, regio, normativo. Lo abracé o lo intenté, pues mis manos no llegaban a abarcarlo ahora que Becky se había interpuesto.

– ¡Qué maravilla! Creímos que no volveríamos a coincidir con más gente del Domo 12 – me alegró volverlo a ver, no es que tuviera mucho trato con él, pero de alguna manera era un superviviente del Domo 12, aún recordaba cómo había recibido unas cuantas bofetadas por no ser muy atlético corriendo. Einar era el cadete que había matado a Sarah de un disparo por un despiste con su arma en aquella mañana que había sido épica porque había acabado con 2 skullreps y creía que era la diva del 12 por aquel motivo. Me llegaron muchos otros recuerdos y los rostros de otros que no estaban allí, algunos que nunca lo estarían ya – Me alegro un montón, ¿Sabes algo del resto? ¿Coincidiste con alguno? ¿Qué nos puedes contar?

No manejaba bien los tiempos, y por ello, no me acordaba de cuánto tiempo había pasado desde la última vez que habíamos estado todos los supervivientes juntos. Pero parecía que habían transcurrido meses, sin embargo no noté muy cambiado a Einar, salvo por las ropas que traía, llevaba el uniforme recién planchado sin ninguna arruga y con una raya en los pantalones que cortaba, además traía la gorra. Muy elegante – ya vemos que te ha ido bien – sin embargo por lo poco que comentó se me hizo extraño – ¿Incomunicado? ¿Acaso te atraparon los asterianos? – ahora mismo no recordaba cuál había sido su misión, cuando estábamos en la casa del lago, la capitana nos había dividido y ahora no recordaba si Einar se había ido sólo o en compañía de alguien más.

– Nosotras hemos tenido de todo, es un milagro que estemos aquí. Un auténtico milagro, nos encomendaron una misión en el norte, aparentemente era un pueblo tranquilo pero los últimos días nos pasó de todo – sin duda había resultado muy conflictivo, no tanto por los lugareños sino por culpa de gente que no era capaz de trabajar en equipo y estaba a sus asuntos de manera temeraria y muy irresponsable – ¿El resto? – miré a Becky, torciendo el gesto – Naomi y Vera están siendo atendidas por las heridas. Corlett está bastante grave. En cuanto al resto... no, nada, nadie. Si tú estabas incomunicado, ni te cuento nosotras – el pueblo había resultado ser un lugar inaccesible para las comunicaciones.

La pregunta por Yum me cogió de sorpresa, esperaba que me hubiera preguntado por Daya pero no por la oriental – ¿Yum? – me quedé un tanto helada al escuchar y pronunciar su nombre, más al recordar lo que pasó. Giré con la cabeza a un lado y otro – lo siento, Yum no lo consiguió – había tenido mala suerte, sin duda los últimos días habían sido nefastos para todas, pero sobretodo para Yum – skullreps – si Yum le importaba y por su pregunta, era evidente que sí, lo abracé con mayor ímpetu, previendo su amargura. Mentarle lo que nos había contado quizás no fuera lo más conveniente, si eso, cuando aceptara aquel hecho, entonces ya le comentaría cosas que la oriental había dicho, haciendo referencia precisamente a Einar.

Haciendo un poco de memoria, era increíble lo de Einar: Sarah, Keira y ahora Yum. Quizás necesitase ayuda psicológica o alguien que le quitase el embrujo, pues estaba claro que, lo suyo no era muy normal.

 

 

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02/03/2022, 09:35
Ambientación

Mes 3. Conversaciones pendientes. Nave con Althais

William le había dicho a su recién adquirida compañera de que no la entendía, y ella, quizás fruto de las drogas, le correspondió con una respuesta similar.

- ¿Qué no me entiendes?... - Aclaró mientras acomodaba la cabeza sobre la pared de la astronave - Sinceramente, yo tampoco a ti... No sé qué coño buscas... - No tendía a ser grosera, pero esta vez, aquellas palabras le salieron del alma - No tengo nada claro de lo que hago, improviso como buenamente puedo la mayor parte del tiempo... - Comentó con amargura. ¿Podía ser real eso que decía o mentía vilmente? - Huyes, Billy. Conozco tu situación y lo que estás haciendo es quitarte de en medio. No te culpo, pero tampoco puedo entender algunos de tus motivos, como que no esperes a tener el juicio... - Las palabras del muchacho indicaron que deseaba libertad y no morir por hacer lo correcto. Ella le miró con frialdad y asintió - Es tu elección. Espero que seas feliz con ella... - Se podía intuir de fondo cierto desacuerdo con su forma de proceder, pero Althais no insistiría en ello.

Lowell nunca llegó a decirle quien era, o al menos no la respuesta que Thompson esperaba, pues el tipo miró extrañado a  William cuando le preguntó por su identidad, respondiendo que era Lowell, algo más que evidente. Sin embargo, el joven allí estaba, reteniéndoles sin darles más explicaciones, dándoles acceso a recursos básicos para vivir, como el alimento o el agua, y accediendo a permitirles ir al baño, sólo tres veces al día. A veces por las drogas, ni eso.

Althais miraba con odio profundo a Lowell, estaba claro que aquello no había sido preparado. A Townhall se la habían jugado y la joven mostraba su disgusto de manera abierta, sin disimulo alguno, pero tampoco sin luchar más de la cuenta, como si supiera que esta batalla, estaba perdida de antemano.

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02/03/2022, 14:54
Sargento Dunne Grey

Mitad del mes 4. Natgrew

El traslado de los reclutas desde la nave hasta las celdas había sido ligero, sin permitir muchas paradas o tardanzas de por medio, evitando que los prisioneros preguntaran más de la cuenta o intentaran eludir su destino. Quienes les retenían tenían mejores cosas que hacer, y eso se denotaba en las formas, actuaban como si tuvieran prisa. 

La fortaleza incrustada en roca donde les meterían no le decía nada a Duncan, el cual podía haber entrado ahí o en un pantano con la misma cara de circunstancias, pero William, más acostumbrado a analizar los escenarios donde se movía, pudo intuir algo, que a pesar de estar en el planeta más fértil y verde del mundo, el lugar elegido por sus captores era de pastos no tan húmedos, hierbas que crujían bajo sus pies, secas, deduciendo que no estaban cerca de lugares particularmente habitables. Lástima que tampoco hubiera estudiado mucha más geografía en su aprendizaje militar, pues podría haberse ubicado.

- ¿Dejarte atrás, Duncan? ¿Y perdernos estas vacaciones juntitos con todos los gastos pagados?... - Sonrió Grey, aún costándole trabajo hacerlo - Yo nunca dejo a nadie atrás, y creo que tú tuviste el mismo maestro que yo, pues tampoco lo haces... - Determinó la fémina, estaba orgullosa de sus acciones. No tanto del resultado - ¿Eylo partirte la cabeza? No creo, los dos no sois precisamente muy fieros peleando... - Y eso sí que le hizo gracia, tenía la imagen mental de aquel escenario inverosímil e imposible donde el eridiano combatiera contra el doctor - Y sí, Duncan, creo que Einar lo ha conseguido. Él es un tipo listo, con recursos. Sabe los protocolos y los cumple. Heather está en buenas manos... Por cierto, Duncan... ¿Ella te gusta? Heather estaba muy preocupada por ti, casi ni hablaba en la nave, pero no perdía detalle de tu salvamento... No pega en el ejército, yo jamás la habría elegido para el Domo 12, hasta parece inteligente, al contrario de todos los demás... - Se rio con suavidad, dando muestra de su clásico buen humor, riéndose en parte de sus propias desdichas.

- Lo que no sé es que pasará con Tessa... - Comentó Grey mucho más seria, bajando el tono de voz hasta determinar que sus bromas habían finalizado - Tengo sensaciones encontradas con respecto a ella. Nunca me habían comentado que existía una cyborg tan... Tan real... - Aseguró - No la hubiera diferenciado de una humana jamás. Sabía de la existencia de androides, pero no como ella... Me hace sentir que es como una compañera más, y no sé si eso es del todo adecuado o no, plantearme su humanidad porque al fin y al cabo, es... - No quería decir una máquina, pero la realidad estaba en el aire - Es raro de explicar, no sé si me entiendes....

La llegada de William y Althais parecía haber animado a Dunne, como si en ese preciso instante tuvieran posibilidades para escapar de allí. Billy, por el contrario, no parecía tenerlas todas consigo, burlándose abiertamente de su comentario, algo que la mujer se tomó a bien.

- Si tengo algún día malo, serás el primero en saberlo - Contestó la sargento - No es divertido tener amigos si no puedes meterlos en problemas. ¿A qué no, Duncan? ¿A qué me he esforzado mucho contigo?...

Había un problema de fondo. William no tenía muy claro qué hacía allí, al igual que Dunne y McCarthy tenían claro de que el enemigo era más poderoso de lo esperado.

- Asterianos, Billy. Estuvimos en una base de Alaska. Vinieron a buscarnos para destruir el material biológico que Duncan estaba analizando. Teller es un traidor, pero no sólo él... No es un sitio ideal para hablar con discreción, puede que nos estén observando... - Indicó Grey mirando a todas partes, intentando ver cámaras de seguridad. No las tenía localizadas, pero estimaba de que existían

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02/03/2022, 15:01
Althais Townhall

Mitad del mes 4. Natgrew

Althais había mirado a Grey con intensidad cuando se percató de que ella también estaba en la prisión, casi parecía haberse alegrado de verla.

- Estoy bien, Dunne... - La miró casi con desesperación - Mi padre... Dunne... ¿Ha.. muerto?... - Fue su primera pregunta, y al ver asentir a la sargento, agachó la cabeza. Estaba claro de que no había creído totalmente las afirmaciones de Thompson, pero ahora, Grey cercioraba lo sucedido y la joven parecía confiar en ella.

La muchacha se sentó en el camastro, estaba húmedo y sucio, pero aquello no parecía importarle - Lowell es un cadete que deseaba dejar la Space Force - Levantó el rostro hacia la sargento, casi avergonzada - Dunne, voy a estar condenada a muerte cuando se sepa lo que he hecho... Lo que he estado haciendo todo este tiempo... - ¿Aquello era una confesión? - Si salimos de esta, cuida a Eris y Maia. Yo, no puedo seguir con esto. No quiero luchar más... - Se tumbó, estaba agotada, las drogas no le habían sentado nada bien y dormitaba sobre el camastro.

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02/03/2022, 15:53
Sargento Dunne Grey

Mitad del mes 4. Natgrew

Grey se acercó a las rejas, sin tocarlas, ya estaba Duncan para ello - Ten cuidado, no vayas a freírte, crudo estás muy bueno - Comentó antes de intentar localizar a Althais en la oscuridad - Escúchame, Althais, nadie va a condenarte a muerte. No mientras yo viva... Hablaremos, no te preocupes que todo tendrá una solución. Absolutamente todo... - Dijo Grey renovando el ánimo, aquel que casi parecía haber perdido, como si la presencia de aquella joven la moviera con invisibles hilos.

- Nosotros deducimos que los asterianos son los que nos han metido aquí. ¿Vosotros por qué? - Preguntó Dunne totalmente intrigada y debería de hablar Thompson porque Althais no parecía querer añadir nada más.

William tenía un plan específico para salir de allí, provocar un cortocircuito en el tendido eléctrico, eso fue algo que hizo dudar a Grey, no tan ducha en temas tecnológicos - No he intentado abrir la puerta precisamente por eso, la electricidad. ¿Puedes asegurar que si provocas un cortocircuito no desatarás un incendio? Con eso hay que tener cuidado porque dudo mucho de que vengan a sacarnos de aquí en caso de que algo así suceda... - Suspiró antes de decir lo que pensaba - No veo cámaras de seguridad, lo que no quiere decir que no las haya. Seguramente nos observen porque si no, no entiendo que podamos vernos las caras. Si yo fuera el enemigo, evitaría que mis prisioneros hablasen porque eso siempre da ideas para escapar... Billy, ¿cómo piensas abrir la puerta? ¿Tienes algún tipo de ganzúa? Y ya de paso, ¿cómo piensas provocar el cortocircuito?... Duncan, ¿alguna idea?.... - Ella misma tenía una, pero no iba a compartirla, no por ahora y menos, públicamente, pues el riesgo de que les escuchara, aún estaba ahí.

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02/03/2022, 16:07
Ambientación

Mitad del mes 4. Coltanium

Para Daya y Eylo no era un secreto de que se encontraban en el planeta Coltanium, pues ambos, habituados a estudiar cartas estelares, habían aprendido las características de aquella colonia humana. Lo que sí otorgaba nota, era saber, concretamente, en qué lugar de Coltanium se encontraban. Daya intuía varias cosas, una se ellas que estaban lejos de la civilización pues aquel lugar, en el pasado, había tenido muchos edificios y construcciones urbanísticas, aunque la guerra contra los extraterrestres había mermado la belleza alcanzada antaño. Por otro lado, habían observado una extensión de terreno considerablemente grande donde el paisaje característico era desierto. Si tuviera un mapa, podría averiguar más o menos la ubicación donde debían encontrarse, al menos a grandes rasgos.

No se podía decir que los reclusos estaban pasando un buen día, pero cuando las mordazas y sus ataduras fueron retiradas, casi se sintieron en el paraíso. Podían moverse con libertad.

Daya no tardó ni un minuto de tiempo en acercarse a Eylo, preocupándose del estado de sus heridas. Su compañero y amigo parecía tomarse a mal aquella aproximación, siendo algo seco en su trato, apartándose de ella y dirigiéndose hacia Eugene, no valorando tanto sus heridas como las de su hermana.

- Vete a la mierda... - Le dijo Brezos estirando la espalda y apretando la mandíbula, intentando dar la impresión de que estaba fabulosamente, aunque su rostro fuese un mapa. Al final forzó un suspiro - Hay que pelear... - Y parecía tenerlo claro, tanto como que deseaba matar a Kepborn con sus propias manos.

- ¿Tú cómo estás? - Alvin se acercó a Daya, pasándole una mano por la espalda, en un gesto cariñoso, acercándola hasta él por si quería darle un abrazo, siendo en esos momentos el pilar que quizás ella necesitara - Vamos a salir de esta, Daya, ya verás como sí... No te lo he dicho hasta ahora pero quiero darte las gracias - Le dijo el rubio muchacho, aquel chico natgrewniano que se había enamorado perdidamente de Becky Baker - Por habernos sacado del PEC. Podías haber huido y no lo hiciste. Esperaste por todos nosotros y te la jugaste. Quiero que sepas que si de mí dependiese, ya estarías en la Space Force... - Quizás eran las palabras más bonitas y sinceras que últimamente hubiera recibido.

Lomber por su parte se había acercado tímidamente a sus compañeros, como no deseando interaccionar directamente con ellos, pero escuchando todas las palabras que intercambiaban. Era un tipo tímido, a pesar que tenía amable conversación siempre. Aunque había que tener en cuenta que no conocía tanto a nadie como para terminar de sentirse cómodo del todo.

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02/03/2022, 17:05
Diana Makri

La joven piloto comenzó a llorar cuando, por fin, los esclavistas salieron de la estancia. Dwayne Carpazo, un tipo fornido y de gran envergadura, no tardó en acercarse a ella para darle un abrazo de oso. Era curioso, aquel tipo podía haberse liado a mamporros al verse suelto, pero supo mantener el control, quizás porque se preocupaba de las personas allí presentes a quienes consideraba su familia, siendo Tessa Carpazo, la mecánica, su hermana de sangre

- Ya pasó, pequeña. Tranquila. Saldremos de aquí. Tú saldrás de aquí - Le prometía manteniendo una seriedad tan sombría que daba hasta miedo.

- No Dwayne. Ha sido culpa mía. Si yo no la hubiera recomendado, jamás habría entrado en la Rust... Y ahora, nos han quitado todo, nuestra forma de vida, nuestra libertad.... - Diana estaba completamente desolada, era una joven normalmente alegre y en esos instantes, parecía ser el colmo de la desesperación - Fue mi culpa Eylo, por eso ahora estamos todos así... Lo siento...