Partida Rol por web

Rirí y Elya paseaban por los pasillos mientras hablaban tranquilamente. Rirí habia terminado de entrenar hace poco y posiblemente se dirigían a las duchas para asearse, una mujer nunca debe permitirse que sus olores sean peores que los de un estercolero. Al parecer estaban hablando sobre compañeros y su adaptación a la nueva forma de vida de Elya.

Mientras se dirigían a las duchas apareció Cervantes con su gran y extraña tuba ¿Que estaba haciendo en dirección a los baños de las mujeres? ¿Acaso planeaba poner en practica tácticas de espionaje? Posiblemente esas dudas jamas se vean resueltas, pero para evitar un mal trago, Rirí saludo a Cervantes.

-¡Cervan! -saludo amigablemente Rirí con un mote cariñoso que le había puesto- ¿Vienes a espiarnos y a vernos desnudas? ¡Uiii! -dijo poniéndose la mano en la boca para dramatizar- ¡Eres una persona muy malvada! -termino soltando unas carcajadas.

Elya iba acompañando a Rirí a paso lento mientras hablaban, la joven siempre hablaba en bajo y con la cabeza medio gacha, con timidez. Sonreía de vez en cuando a Rirí y le comentaba como iba su estancia aquí, tenia buenos compañeros, aunque solo conociera a una tercera parte. Entonces vio a Cervantes de lejos cerca del baño de las chicas, "¿qué hacía ÉL ahí?" , Elya escuchó el comentario de broma que le dirigió Rirí a Cervantes, pero Elya se lo tomo en serio, pobrecilla que inocentona es. 

- ¿Co-como que espiar...? ¿Eso se puede... Castigar no...? - Comentaba en bajo a Rirí mientras miraba a Cervantes con timidez. "Espero que se pueda castigar..." Aparto la mirada con suavidad, la incomodidad del momento y la presencia de Cervantes no es que le agradase del todo a Elya.

Cervantes había salido temprano a pasear pues era la mejor forma de quedarse con la forma y estructura de la fortaleza, hasta aquel momento no se había encontrado con nadie y lo cierto era que estaba un poco perdido, nadie dijo nunca que Cervantes fuera bueno en la orientación. Como por obra de los cielos se cruzó con Elya y Rirí por los pasillos, parecían algo cansadas ¿Quizás estuvieran entrenando hasta instantes antes? ¿O quizás estuvieran haciendo algo más...? La idea de aquello hizo esbozar a Cervantes una amplia sonrisa mientras comenzaba a decir; -¡Pardiez! Me habéis descubierto en mi fútil intento de presenciar la belleza de los ángeles que nos acompañan, mas no me juzguéis bellos ángeles pues no es aquel que observa por amor el espía, sino un simple adorador de lo bello y puro que busca acercarse a su fuente en la máxima expresión.- Cervantes, como era costumbre, realizó varias de sus florituras hasta acercarse a las dos damas y con una reverencia pararse frente a ellas- Dejadme reverenciar tal belleza, pues no hay más forma de expresar la adulación que siento por los ángeles que encarnan vuestros bellos rostros.- 

Con otra extravagante floritura Cervantes se alejó de la chicas levemente y comenzó; -Entonces pues..¿Estais en dirección a algún lugar? O por el contrario vuestros pasos han dejado de ver el final de su destino y por ende vosotras...¿ESTAIS PERDIDAS?- Cervantes alzó la voz al final de su frase, ninguno sabe especialmente por qué, pero seguramente fuera por añadirle cierto dramatismo, todo un clásico. Mientras Cervantes esperaba una respuesta las miraba fijamente, con una mirada sibilina.

La mujer no pudo sino reírse a carcajadas de las frases de Cervantes. Se cogió el vientre y casi le cuesta respirar. Cervantes sabia que no lo hacia a malas, si no que no podía resistirse a reírse de tanto dramatismo teatral. Esa era una de las razones por que Rirí le gustaba tener a Cervantes cerca, a pesar de ser como era, podía sentirte en confianza con él.

-¡Jajaja! ¡No puedo mas...! ¡Jajajaja! Nosotras... Nos dirigíamos a los baños a refrescar "Nuestra belleza angelical" -dice detonando un tono dramático mientras movía un poco los brazos- ¡Jajajaja! -la pobre mujer se partía ante tanto despliegue de dramatismo- Creo que el único perdido aquí eres tu ¡Jajaja!

Rirí no podría ni hablar, pero se acerco a Cervantes y le cogió del hombro para sujetarse en algo. Realmente estaba perdiendo la respiración.

Elya escuchó las florituras de Cervantes ladeando la cabeza, a veces se preguntaba cuanto vocabulario a tenido que aprender este hombre para poder hablar así. Miró a Rirí y luego a Cervantes permaneciendo en silencio.

"Iba a ir a los baños... Pervertido...", Elya giró el rostro con mala cara, ¿a quién se le ocurre admitir semejante acto a dos chicas que iban en esa dirección. 

- No estamos per... perdidas... Íbamos a la dirección... En la que vos pretendía espiar... - Dijo mirando a Rirí, obviamente se dirigía hacia Cervantes, pero la chica seguía con el miedo hacia los hombres, además que andaba mosqueada por lo dicho anteriormente.

Aunque viendo la reacción de Rirí, Elya relajo el rostro, se estaba desternillando ahí mismo, parecía que le iba a dar algo y no pudo evitar acercarse a Rirí. - Res-respire Rirí... O acabará igual de roja que su cabello. - Dijo tímidamente dada la proximidad con Cervantes.

Ante la reacción de Rirí, Cervantes soltó una carcajada sonora que apenas pudo contener. La risa de Rirí era contagiosa cuanto menos. Tratando de no perder el control sobre si mismo, como estaba haciendo Rirí, Cervantes se controló en la medida de lo posible y continuó; -Me alegra comprobar que aún conserváis vuestro sentido del humor, mi dulce Rirí. En cuanto vos...-Dijo Cervantes mirando hacia Elya- No me tome por un simple bribón mi joven amiga, no perturbaría el santuario de belleza y culto a la delicadeza que es el baño femenino. ¡Pardiez! ¡Que un rayo me cayera aquí mismo si mintiera!- Cervantes se alegró de estar bajo techo, por si acaso...nunca se sabe.- 

Mientras Rirí se desternillaba, Cervantes añadía;-Si gustan pues, después de asearse pudiera deleitarlas con alguno de mis Tés caseros. He de decir que he sido elogiado varias veces ya por ellos.- Cervantes mantenía una sonrisa sibilina mientras las observaba, habría a quien le parecería algo desagradable en la medida de lo posible.-Mas no se sientan cohibidas por mi presencia pues al fin y al cabo solo soy un mero sirviente de tales bellezas.

Escucho a Cervantes mientras ladeaba la cabeza, aún insegura de sus verdaderas intenciones. "Lástima que haya un techo... Fijo que ya te habría caído uno..." Entrecerro los ojos mientras miraba a Cervantes hablando con Rirí con sus florituras.

- ¿Té Casero...? - Elya miró a Cervantes con  curiosidad, cambiando así su actitud defensiva con el, un hombre haciendo té, eso era nuevo. - ¿Sabe hacer té... De verdad? - No pudo evitar que se notase en sus palabras cierto entusiasmo, quizás no fuera tan "malo" como lo pinta su cabeza. 

- Claro... Pero... - Miró a Rirí y luego a Cervantes. - No es sirviente de nadie... Todos somos... Compañero y eso... No me gustaría... Que se me tratará como alguien superior... Cuando todos... Somos iguales. - Dijo con la mayor firmeza que pudo entre su timidez. 

Tras que Rirí acabase de reír, Elya tiró suavemente de su brazo. - El baño Rirí... O sino... No la espero... - Hablaba con cierto tono alegre y por último miró a Cervantes. - Aceptaré ese té... De buen grado, señor Cervantes... - Sonrío de manera tímida a Cervantes mientras tiraba con suavidad de Rirí para que espabilase.

Trató de no tropezar con nada por el camino, infructuosamente, ya que no pudo esquivar ni el borde de la puerta, ni un cuadro de un señor muy serio con bigote que se torció ligeramente al pasar su sombrero rozándolo.

- Astrid, me gustaría preguntarle u... una cosa - asumió un tono formal, porque era un asunto bastante serio y de pronto su vocabulario comenzó a tropezar. - ¿Q... qué m... m... m... magia eres capaz d.... de utilizar? - preguntó sin darle más vueltas. - E... es importante, As.. Astrid.

Sigue algo extrañada a Galiana entre desconfiada y alarmada, no entiende el por qué de esa repentina llamada, debe tratarse de algo importante. Debido a la tensión de la situación intenta no sonreír cuando esta se tropieza un par de veces. Cuando comienza a hablarle su rostro pierde ese brillo de diversión por la linda torpeza de la maga hasta volverse una mascara seria, tanto que se acerca a ella y le intenta colocar la mano sobre el hombro para llevarla contra la pared.

-¿De qué estas hablando? ¿Cómo lo has sabido?

El golpe seco con la pared dejó a Galiana un poco dolorida, y aunque no sonó a huesos rotos, Astrid debería haber notado que la constitución de la chica no estaba hecha para recibir un trato brusco. La miró fíjamente unos segundos a los ojos y esbozó una sonrisa para responder pese a la dureza del momento, esperando a que su interlocutora suavizara su gesto para poder apartarse y continuar hablando.

- Soy una maga, naturalmente capaz de dominar la magia, pero antes de manipular algo tienes que saber detectarlo. ¿Es lógico verdad? - hizo una pausa. - Quiero decir que... - hizo una pausa para recuperar la compostura y apartarse brevemente. - Necesitas aprender a usarla, no para disimularla, que no podrás, pero sí para sacarle partido. - Arregló su sombrero y se cruzó de brazos.

- Y bien, Astrid, - preguntó de nuevo, empleando esta vez un tono de voz más firme. - ¿Qué tipo de magia es la que puedes usar?

La norteña dedicó a su compatriota una última mirada recelosa antes de separarse con ella un poco más algo más relajada , la verdad es que lo que decía parecía lógico y completamente comprensible. Se quita la gorra y mesa un poco su azulada melena antes de volver a colocársela, entonces le dedica a Galiana una mirada más dulce y relajada. - Perdóname Galiana, es solo que...es un asunto delicado del que no me gusta hablar.- Respira hondo antes de proseguir. - Se utilizar lo más básico de la magia de agua, de pequeña era capaz de más, pero lo he olvidado.

Omitió el detalle de que de pequeña en su aldea la miraban mal por ello y por otros motivos, pero aquella chica merecía saber algo al menos.

- De pequeña me crié sola desde que mi padre murió atacando los reinos iluminados, nadie confiaba en mi y he vivido con esa "carga". En un futuro tal vez pueda contar más.

- Entonces, utilizas el mismo elemento que yo he desarrollado. Puede que no te lo creas ahora, pero es como comer con cuchara, nunca se olvida del todo por mucho que odies la sopa.

A medida que Astrid dejaba caer algunos detalles de su vida, la joven maga reflexionaba sobre la situación que podría haber vivido en su infancia.

- A los magos no se nos acepta en el mundo así por las buenas. - Hizo una pausa antes del "nos". - Imagina como es la vida de alguien cuya única fortaleza es la magia. Dianne y yo lo hemos visto a medida que nos hemos movido, mucha gente evita nuestro camino desde que salimos de la escuela, y ya ves como somos, Astrid. - Quería llegar al meollo del asunto. - Tomaré un libro para que puedas fortalecer tu conocimiento.

Dejó su mente viajar a un pasado no tan pasado...

- ¿Sabes Astrid? - se acercó a la líder despacio. - No se trata de lamentar las acciones del pasado o de pasarlo mal, sino de crear un brillante futuro donde nosotros tengamos un hueco en el mundo. Si yo que soy apenas una niña lo sé, no puedo esperar menos de quien ha sido escogida como líder de este grupo.

Finalmente sonrió.

- Esto para mí es importante, así que luchemos juntas. Yo pìenso ayudarte, pero prométeme que me ayudaras a que tú, Dianne y yo tengamos un lugar en este mundo. - Los ojos de Galiana esperaban una respuesta a esa última frase.

Escucha las primeras palabras de Galiana con atención, asintiendo cuando propone tomar un libro de la biblioteca. -Si lo ves oportuno, no voy ha ser yo quien te disuada de hacerlo.- Siguió escuchando el resto de lo que la joven tenía que decirle. Para como solía llevarse con las personas "normales", ella le caía en gracia, tal vez por ser con un gran margen la más joven del grupo, a Athena no sabía muy bien que edad ponerle así a primera vista. Finalmente llegó la promesa, los ojos de la maga parecían transmitir una intensidad cuya fuente era desconocida para ella. La peliazul responde con una leve y amistosa sonrisa.

- No lamento mi pasado ni las cosas que he hecho, después de todo son lo que me han hecho ser quien soy el día de hoy. - Por un momento pensó en poner su mano sobre la cabeza de esta, entonces reparó en el sombrero y que hacía poco que se lo había colocado bien. Esboza una sonrisa al percatarse por primera vez de la diferencia de tamaño con respecto a la cabecita de Galiana, así que lleva sus manos a sus hombros. - Por supuesto que lucharemos juntas, y siempre que esté en mi mano os protegeré...soy vuestra líder después de todo. -Dice con una cálida sonrisa que no parece encajar para nada con su forma de ser antes de ponerse serie de nuevo.- Y os puedo prometer que haré que tengáis un lugar en este mundo, y si no existe lo crearé. -Dice con determinación quitandole las manos de encima y quedando frente a ella colocando una mano sobre su propia cadera.

La joven maga terminó de escuchar la última frase y volvió a mostrar su habitual sonrisa. - Es más de lo que esperaba, pongamos las cosas en su sitio. - Le gustó la actitud menos intimidante que estaba mostrando Astrid en ese momento, que nada tenía que ver con el comienzo de la conversación y también tomó una pose mucho más relajada, casi cómica cuando su sombrero se resbaló por su cabeza hasta taparle los ojos, algo que corrigió casi al momento. Y al darse la vuelta trastabilló con su propia capa.

- El libro que te voy a buscar contiene los fundamentos para que controles tu poder. - Siguió hablando por el camino. - No es básico del todo, pero tampoco demasiado avanzado, y casi todo es teoría, pero mira,... somos tres las que podemos llevar el Speedwagon y eso nos permitirá acabar antes y cansarnos menos. ¿Sabes que mientras que lo estemos manejando hay un refrigerador dentro?

Ya cerca de la biblioteca, dio una pequeña carrerilla para llegar antes a la puerta. - Una última observación - justo antes de entrar - si conduces el Speedwagon todo el mundo sabrá que puedes usar magia, así que deberías ser tú la que decida si lo haces o no evidente.

Mi querido máster me pide que trabaje y Galiana con una sonrisa le da lo que quiere.

Galiana: Prométeme que me ayudaras a que tú, Dianne y yo tengamos un lugar en este mundo.

Astrid: Por supuesto que lucharemos juntas, y siempre que esté en mi mano os protegeré...soy vuestra líder después de todo. Y os puedo prometer que haré que tengáis un lugar en este mundo, y si no existe lo crearé.

Espero que hayas disfrutado de la conversación. Pablo ni se ha percatado de que esto va a traer cola.