Partida Rol por web

Entro a la cocina tras las demas y observo al cocinero afeminado, sonrío suavemente aunque seguia siendo un hombre.

- Un placer, señor... - Dijo con suavidad la pelimorada mientras observaba la comida de la cocina, su estomago rugia suavemente, tenia hambre y no podia esperar a tomar algo de las encimeras o de las mesas que pudiesen haber en la cocina.

Tras meditar y observar las mesas, mientras escuchaba al cocinero dar su gran charla, tomo uno de los panes dulces que habia en un cesto y se lo llevo a la boca rapidamente, comenzando a masticarlo algo ansiosa, menuda hambruna tenia la chica encima.

Trago el pedazo de pan que tenia en la boca y al escuchar a Astrid pedir permiso miro al cocinero y despues al pan. Hizo una reverencia super-hiper exajerada y con un tono estridente y ciertamente contundente dijo.

-¡¡LO SIENTO MUCHO, COGÍ PAN SIN SU PERMISO!! - Sonaba arrepentida, la verdad es que cualquiera que estuviese fuera de la cocina escucharia semejante estruendo.

El cocinero parecía una persona bastante competente y para Galiana era todo un lujo poder contar con alguien así en las cocinas de la fortaleza. Era un buen motivo para terminar las misiones rápido. Acabar con monstruos deprisa para venir a comer ¡sí! ¡sí! ¡sí! ¡es una buena motivación!

- Uy, creo que debería haberte dado alguna galletita antes, Elya. - suspiró la joven maga. - De verdad que tienen una pinta deliciosa. - siguió hablando pese a que para evitar meterle mano a los dulces estaba masticando cada vez más rápido, de forma que su conversación se volvió a tornar incomprensible para el resto. De toda una exposición de treinta segundos, sólo se pudo entender "racionar", "importante para las magas", "acabar rápido y venir a desayunar".

Y finalmente cuando deglutió, añadió con los ojos como platos debido a que la bolsa de dulces ya la había hipnotizado casi por completo: - No dudo en que Elya está en la razón. Tenemos que hacer un control exhaustivo de calidad. Y... Lo siento, es más fuerte que yo, no puedo resistirme. - Acercó poco a poco su mano ahora temblorosa a la saca de dulces con un lagrimón en el ojo derecho. La tentación se llamaba bollito dulce y estaba demasiado a tiro.

-Sí, sí...- Dianne asentía a todo lo que Kalmet comentaba. -Es un honor conocerle, por todos los cielos, cocina usted de maravillas- comentaba sin quitarle ojo de encima, la verdad. 

-La verdad es que está todo perfectamente organizado y pensando, sí...-comentaba mientras tomaba uno de los dulces, con otro lagrimón en el ojo, al igual que su amada Galiana. -¿Todos los vampiros libres sois así de meticulosos?- preguntaba sin tapujos la maga. -Porque, usted es un vampiro sin sire- más que preguntar parecía que buscaba afirmarlo. No es que fuera totalmente normal pero el asombro que se llevó Dianne por ver a un vampiro de cocinero, era como poco llamativo. 

-¿Podría preguntar cómo has terminado aquí? Pareces majo. Y eres cocinero. Me caes bien. Muy bien. ¿Tienes mucho trabajo aquí? ¿CÓMO cocinas TAN bien?- asentía varias veces, a la par que no le quitaba los ojos de encima. Qué chica más rara, parecía estar analizándolo en realidad. -Lamento que tengas una mala imagen de nosotras, que parece que venimos aquí a atracarte la cocina, pero... en verdad, sí. Lo siento, es que no puedo con mi alma- pegaba un mordisco a ese bollito de leche que también estaba muy a tiro mientras miraba de refilón a Elya y a Galiana, riendo divertida con el cacho bollo en la boca.

Heins miro al cocinero tras decir toda esa parrafada que incluso tuvo que coger aire para poder seguir explicando.

- Oh, eso esta bien que tengamos refrigerador. Lo mas seguro es que racionemos bien todo, no me gustaría que llegasen débiles a una batalla por falta de comida. - Se arrasco la barbilla mientras hablaba.- Por cierto, buen manejo del cuchillo, cuando volvamos de la misión si quisieras podríamos hablar de Cocina.

- Y a todos los demás, suerte en las misiones que cogieseis.

Tras eso sonrió y espero a tener todo los recursos para marcharse y preparar todo

La cara de Kalmet era un poema, aunque había optado por la vía diplomática en vez de empezar a rebanar manos. Observo como las chicas comían como posesas y le pedían disculpas ¡Menos mal que por lo menos eran educadas! Kalmet simplemente se digno a observarlas con una sonrisa irónica mientras evitaba que se le cayera la cara con la mano.

- Bueno... -dijo cogiendo la comida de sus hambrientas manos- Dejad los recursos en los carros y volved para comer y quedaros completamente satisfechas... Ademas, daos prisa... No queremos un cambio repentino en la carne del menú -dice cogiendo un cuchillo y cambiando su sonrisa por una más siniestra y malintencionada.

Dejando a parte la siniestra intervención del cocinero, parece bastante simpático, por lo menos os sonrió. Después de eso se dirige a Dianne, la verdad es que su pregunta fue bastante curiosa y sintió que por lo menos ella, no vino aquí a ponerse gorda con la comida -pensamiento literal de Kalmet-.

- Oh... Claro, no todos somos así, solamente llevo entre cuatrocientos y quinientos años cocinando. En cierta manera eso ayuda a saber apreciar como cocinar para un regimiento de muertecitos de hambre -dijo mirando a Galiana y Elya de manera descarada- Deberíais tener cuidado con los vampiros libres, no todos pertenecemos a Dafne, muchos de nosotros prefieren ir por libre a hacer... Cosas... O otros simplemente no soportan el hecho de ser libres y se atan a un nuevo amo. Y por ultimo... Un cocinero no revela sus secretos... y ahora trabajad y llevaos las cosas, ya tendréis tiempo para comer.

Después de eso, el vampiro vuelve a sus quehaceres de cocina y sigue cocinando la comida que estaba haciendo. El olor ya casi alimenta, pero seguramente no querríais provocar al, aparentemente, joven cocinero.

Elya se quedó con cara atónita cuando  el cocinero con más pinta de mayordomo que otra cosa le quita el bollo de su mano, miro a las demás luego al cocinero y así sucesivamente 3 veces hasta que la reacción más coherente y efectiva según el cerebrito de la pelimorada fue.

- Yo... Esto .... Ah...- Sacudio su pequeña melena a la par que la cabeza y al mirar al cocinero se cruzó de brazos alzó el menton y soltó un contundente. 

-Ds igual ya no tengo hambre, ¡JUM!- No había nada peor para ella que le quitarán la comida de las manos, menuda educación y más venida de un hombre, que desconsiderado.

Se dio la vuelta y salió a la cocina para esperar a las demás con el mentón y la cabeza bien alta.

El cocinero sacó su cuchillo. Galiana lo miró a los ojos. Era una persona eficiente, inteligente, hábil en el arte de los fogones, y posiblemente experto en cortes en juliana, es decir: tenía absolutamente todo lo que convierte a una persona en aterradoramente fascinante. Mientras tragaba, casi sin masticar su delicioso bollito dulce, contuvo un lagrimón, no fuera a ser que le salara la experiencia y la obligara moralmente a tomar otro bollo, algo que por cierto no le iba a desagradar en absoluto si no fuera por el rostro que estaba poniendo el cocinero.

- Ah... ah... ah... ah... - se escabulló tras las piernas de Dianne. - Ahora volvemos. Qué bonitas botas, Astrid, algún día me gustaría ir a tu zapatería. - Musitó desde el suelo mirando en dirección a la capitana, mientras que tras su parapeto intentando cambiar de tema mientras veía como la sonrisa del señor Pandemonium convertía la idea de tomar un bollo más en algo equivalente a saltar desde un precipicio de una milla de altura para coger un céntimo.

Por supuesto, protegida por las piernas de Dianne, le dio otro bocado al bollo.

La norteña instintivamente apretó el puño durante un instante, la simple idea de tener a un vampiro delante hacía que le entrasen ganas de abrirlo en canal, para ella todos aquellos asquerosos chupasangres eran iguales, salvo Akai y Gilbert. Tras respirar hondo por acordarse de semejante sanguijuela, sonrió levemente al ver a sus compañeras comiendo y disculpándose. No parecían malas chicas y ese ramalazo que tenían de vez en cuando la parecía de lo más gracioso y encantador.

Le caían tan bien que no pudo evitar sentirse algo molesta cuando esa lamprea de Kalmet les quitó de las manos con tan poco tacto la comida. En el fondo todos los vampiros eran unos maleducados con aires de superioridad. Sabía que Elya podía haberse sentido peor que las demás por su..."problema" con los hombres. Así que no dudó en acercarse a ella y colocar una mano en su hombro.

- Creo que deberíamos cargar nuestras provisiones ya e inspeccionar el speedwagon, en caso de que necesitemos alguna cosa más. Tendremos que ver donde dormimos y esas cosas ¿no creéis? - Hace una pequeña pausa y mira a Galiana.

- Lamentablemente nunca tendré otro par iguales, quien me las hizo ya no esta en este mundo, pero si encontramos en nuestros viajes algún buen sitio no me importaría compartir diseño de calzado con ninguna de vosotras...ahora dejemos a "Herr Koch" trabajar, parece que en cierto modo somos una molestia aquí. -Sin decir más recoge lo que vendría a ser un quinto de las provisiones y espera en la puerta de la cocina con una sonrisa animada.- ¿Vamos?

Dianne sonreía ligeramente, alzando una de las comisuras de sus labios hasta quedársele una sonrisa ciertamente divertida. Sin embargo, su semblante ahora era realmente más serio.

-Eso lo explica todo. Si provienes de la región de Dafne...-asentía ligeramente. -Lógicamente si estás aquí, no eres un peligro. Pero como tú bien explicas, debemos tener cuidado con los vampiros. Ya sean libres... o no. Era mi deber preguntar y garantizar así la seguridad que me rodea- alzaba ambas cejas mientras observaba cómo con agilidad el cocinero agarraba su cuchillo. Claramente no iba a hacer daño a nadie, pero la señal de advertencia era clara y concisa.

-No... no pretendía saber sus secretos. Por supuesto eso no se revela, pero sí me parecía muy excepcional su forma de cocinar. Claro que, si son centenas de años cocinando, no puedo hacer nada contra eso. Mi intención al venir aquí era agradecerle su trabajo y así lo he hecho- le sonreía sin mostrar los dientes. A todo esto, observó como le quitaba la comida a las demás y Galiana se refugiaba en sus piernas. Dianne se dirigió a Galiana.-No temas Galiana, hagámosle caso a nuestro cocinero y pongamos nuestras provisiones en los Speedwagons. Después tendrás tiempo para comer más bollitos de leche, pequeña- le decía con ternura mientras ayudaba a levantarse a la joven maga, cogiéndola de ambas manos hasta ponerla en pie a su lado.

-Espero que nos volvamos a ver. Lo cierto es que no me esperaba que un vampiro fuera el artífice de toda esta exquisitez. Seguro que sabrá disculpar nuestro atrevimiento- Dianne lo miraba siempre a los ojos. -Me sigues cayendo bien- y esta vez ya sí que no le miraba, simplemente se dispuso a cargar con algunas de las comidas que estaban ya preparadas. -Vamos chicas, lo duro empieza ahora, y debemos estar bien preparadas para lo que nos espera. Y sobre todo, bien alimentadas- le guiñaba un ojo a Elya y Galiana. En el fondo, y no tan en el fondo, ella sabía que a las pobres chicas sí les había intimidado un poco la actitud del cocinero, a pesar de que a Dianne pocas cosas le intimidaban ya, a estas alturas. Su determinación la había hecho una hechicera fuerte y con una capacidad para seguir aprendiendo que en la mayoría de los casos, sería algo casi envidiable. Después de lo que había visto, no se dejaría intimidar fácilmente, menos aún sabiendo de base que nadie se atrevería a buscar bronca dentro del castillo.

-Ahora vendremos a comer, ¡un saludo y gracias por todo!- se despedía mucho más animada del cocinero mientras cargaba las cosas, junto a sus compañeras.

Ciertamente todos habíais terminado con vuestras tareas y a su vez sentíais que os quedaban muchas. Una vez dejasteis y organizasteis la comida en vuestros Speedwagons o en "El Bardo errante" volvisteis al comedor a comer vuestra ultima comida en Tuk-Morgen.

Cuando estabais casi todos en la puerta de la entrada al comedor, os vino de un momento a otro el olor de la carne penetrando los sentidos, fue tan directo que vuestros ojos olían, vuestras manos veían, el olfato tocaba y el gusto procesaba todo de manera directa. Una vez entrasteis el comedor tenia un aspecto completamente diferente. La mesa estaba colocada, teníais un mantel, un plato por cada persona que debía sentarse. Los barriles de cerveza estaban en los lados, las bebidas no alcohólicas también. Cada plato estaba hecho de forma exquisita, como si de repente se hubiera cocinado todo, exactamente parecía que todo se hizo al mismo tiempo. Era el banquete digno de un rey o de una persona que estuviera apunto de morir.

También podéis observar a Kalmet al fondo de la gran mesa esperando con un lito. Se le nota algo cansado de repente, pero se puede observar que lo oculta bien. Los profesores o altos cargos de la organización aparecen por la puerta contraria a la que fuerais vosotros, posiblemente la del interior de la fortaleza mientras que vosotros cogeríais la que iría desde el patio de armas.

- Bienvenidos a todos al "Ultimo banquete" -dice Kalmet con una reverencia y una sonrisa- Disfrutad de la comida y repetid hasta que hartéis.

El joven cocinero levanta su mirada y observa a Stake durante un momento. Ciertamente se puede ver como si le estuviera pidiendo algo con esa mirada. Stake mueve la cabeza hacia la puerta.

- Muchas gracias Kalmet, sin ti esta fortaleza se comería los unos a los otros -dice con un tono amable- Retírate si te ves cansado.

Stake preside la mesa mientras espera a que los demás se sienten para sentarse. Él se queda de pie y antes de que empiecen a engullir pide una pequeña presentación. Los que asistís a esta presentación sois todos los presentes, menos los del otro grupo, que ya se habían marchado por la mañana.

- Gracias por acudir a este gran evento -dice alzando las manos- Espero que lo disfrutéis y comáis tanto como para no echarlo de menos -ríe para bajar la tensión del nombre- El nombre "Ultimo banquete" proviene de vuestro futuro. Tratad a esta comida como si fuera la ultima que toméis, tomadla como si no fuera ha haber otra. No sabéis que os depara el sombrío futuro, pero lo que tenéis claro que si queréis volver a comer, tendréis que estar vivos ¡Disfrutad jóvenes, mañana empezara vuestra nueva vida!

Nada más terminar el discursillo, cosa que a Stake parece encantarle hacer, brindáis y empezáis a hablar entre vosotros mientras disfrutáis de la gran comida. Ciertamente esta mejor que otros días y os sentís renovados al probarla. Quien diría que podríais llegar a comer esta calidad algún día.

Los altos cargos estaban allí. Cuando Stake termino el discurso Rose empezó a canturrear una canción bastante tonta "Comidaaa de Kalmeeeet" durante un tiempo, posiblemente eso llamara la atencion de las hechiceras Galiana y Dianne y empezo a hablar con ellas sobre sus cosas, pero posiblemente hablara de sus gustos culinarios y, claramente de DULCES. Después de eso, Rose empezó a hablar con Heins, aunque lo intento meter en la conversación en el primer momento.

Mientras tanto Adelina estaba de mejor humor, aunque se le notara también algo traciturna, y Zerstörer se sentó a su lado compartiendo esa misma felicidad. La paz del momento se rompió cuando empezaron las competiciones de bebida. Zerst cogió a Balgala y reto a Adelina y a Astrid a ver quien de los dos equipos bebía más. Stefano por su parte prefirió hablar de arte y de música con Cervantes, sentía que realmente él era el único que le entendería, total ¿Quien mejor que un músico puede hablar de arte y belleza? Ante eso Cervantes pudo darse cuenta de la picaresca que poseía el misterioso y oscuro hechicero.

Stake mientras tanto hablaba con Athena. Le estaba ayudando a no aburrirse por su innecesidad de comer frente a los otros. Ciertamente estaban tratándose como hermanos, por lo menos por la parte de Stake. Athena seguía algo fría y robotica, pero se notaba cierto esfuerzo por intentar entender sus sentimientos. Por el otro lado, Dusha y Riri intentaban mantener una conversación con Akai y Elya, pero era bastante difícil, la actitud animada y despreocupada del joven espadachín resultaba algo violenta para Elya, pero para hablar con Akai no tuvo ningún problema, incluso le dio algunos consejos para combatir al Leshen y liderar a su difícil grupo. Mientras, Riri hablaba con Elya sobre la comida ¿Quien no hablaría de comida en este momento? Claramente fue divertido, ya que la madura bailarina tenia cierto encanto en tratar con la joven doncella.

Cuando terminasteis de comer os retirasteis a descansar o a pasar vuestros últimos momentos en la fortaleza. La tarde fue preciosa y seguramente algunos de vosotros quedaríais para dar una vuelta, sobre todo si os había tocado en diferentes grupos. Otros se hacían preguntan y preferían la tranquila y meditativa biblioteca ¿Que os depararía el futuro de vuestra primera misión? No lo sabíais, pero... Estabais nerviosos por saberlo, por lo menos algunos de vosotros.

Las miradas entre Rose y Heins eran realmente extrañas. Parecía que la joven quería hablar con él por algún motivo en particular. Quizás estuviera aflorando algo entre ellos, pero tampoco estaba seguro de ello. Al final Rose empezó a charlar con él algo cortada. Era una chiquilla bastante mona, tenia 17 años ¿Era o no era una belleza?

No hablaron de nada extremadamente excitante ni picante, simplemente en general de sus vidas pero sin entrar en detalles grandes. Al terminar de comer ella le pidió que fuera a su despacho por la noche, tenia que hablar con él de un tema de importancia.

Stake se dirigió durante un momento a Akai, quería hablar con él de un tema. Fue preciso, posiblemente Akai tendría muchas preguntas y él quería responderlas, pero claramente tenían que quedar en privado. Aunque Stake fue directo, le hablo sobre como estaba últimamente y cuales eran sus planes. Aun así, acabo con un "Haces bien tu papel de líder, joven vampiro".

Cuando terminaron todos de comer, tenían que pasar por algo duro antes de continuar. Felix apareció delante de ellos montado en un caballo. No había aparecido en la comida, cosa que les extraño a casi todos, pero verle montado a caballo y con sus pertenecías en él, resolvió todas sus dudas. Era un hombre optimista que no creía en las despedidas, pero igualmente estaba obligado a hacerla.

El les dijo que le habían mandado a volver a la fortaleza de los Guardias Iluminados, que no podía seguir más tiempo aquí ¿Un cambio propenso en el destino? Quizás simplemente lo vierais en otras situaciones. Algunos se pusieron tristes y otros le dio un poco igual.

Pidió disculpas a todos y espera poder volver a veros en otro momento. Sin más dilación, troto hacia la barbacana, para irse del lugar.