Partida Rol por web

son las 9:02am...

los terroristas salen del ducto de la ropa sucia, y se encuentran con el pasillo de los camarotes de proa
el mismo se encuentra completamente seco y sin daños mayores
a un costado sobre estribor, gerard fuster reposa sobre un colchon
al final del pasillo, a unos 20 metros de ustedes ven una aglomeracion de gente, pero desde donde estan, no logran divisar que hacen

Cuando llegan los terroristas, Abelardo está apoyado en una de las paredes donde la gente se arremolina para subir la escalerilla, con la cabeza apoyada en sus manos, mirando al suelo. Al oírles llegar, gira la cabeza y sonríe.

- Ya estamos todos...

El doctor sube de ultimo tras los demás con un dolor en todas sus articulaciones producto de la falta de oxigeno. Le es muy pesado subir por la escalera y casi resbala en uno de los peldaños pero logra sujetarse al final.

Maldición, tengo que concentrarme ..cof,cof..si no daré allá abajo y dudo que sobreviva...Hay porque no habré aceptado ese trabajo antes de salir...Da tu ultima vuelta en el Neptuno y al regreso comienzas en la clínica....maldición que idea la mia....-piensa mientras sigue al grupo-.

Es buena idea la de Uma de evitar esos exabruptos...necesitamos el oxigeno.-dice para que le oigan los demás-.

Los instantes de aturdimiento por el accidente de la escalerilla enlazan con una extraña pesadez y agobio que Trebor asocia, en un principio, con el cansancio. Pronto, alguien expresa en voz alta lo que cree que está ocurriendo y se da cuenta de por que le falta el aire.

-No, no... - musita lastimero.

Tenía muy en mente la posibilidad de morir ahogado en el agua, pero no de hacerlo por el progresivo empobrecimiento de la menguante bolsa de aire atrapada el casco. Ese parece un enemigo demasiado sutil, demasiado difícil de evitar. Ese miedo, y la autosugestión, comienzan a hacerle perder los papeles.

-¡Me falta el aire! ¡Me falta el aire! - dice dando fuertes y sonoras bocanadas - ¡Daros prisa! ¡Por favor! - no cesa de repetir nervioso al tiempo que se pone a la cola junto a la escalerilla, apenas conteniéndose para no abalanzarse hacia ella sin esperar su turno.

Al parecer, los "fugados" no habían conseguido llegar muy lejos antes de encontrarse con nuevas trabas.....y al parecer, tambien con más supervivientes, lo que podía resultar un alivio o más problemas. Todo dependía de cómo fuesen aquellas personas que luchaban por su vida.

Lentamente, buscando no acelerar la respiración y así necesitar menos oxígeno, me acerqué hasta el muchacho de la camiseta verde.....Trebor, creí recordar....sí, así es como se llamaba - ¿Cómo están las cosas por aquí? ¿Quienes son esos?

Había que intentar ponerse al día lo antes posible, pues los minutos pasaban más rápidamente de lo que me gustaría, empujándonos hacia uno u otro final.......lo malo de todo, es que yo no quería un final, sino una continuación.

Un rostro familiar reclama su atención. Tras un par de respiraciones dificultosas, Trebor hace un esfuerzo por recuperar la compostura lo suficiente como para responderle.

-Vi-vienen de otra parte del barco. Huyen del agua o quieren salir por donde nosotros, no lo sé.- responde claramente confuso, como si algo le hubiera sobresaltado hace poco - Hay dos oficiales, pero ha habido un accidente. Creo que están...

Con la mirada señala la escalerilla que conduce a la parte más alta del barco, la que antes del vuelco estuviera sumergida a más profundidad. En el sentido contrario, un resbalón parece suponer una peligrosa caida.

es posible hacer fuerza entre los que estamos en la escalerita para abrir la puerta o al menos fuerza entre los dos mas cercanos a la puerta?

Uma le pasa la barra de metal que habia perdido el segundo oficial.

Gracias a dios que no es el que la lleva si no todos peligrábamos...ese tio estaba loco.-recuerda como mato al Cheff con un objeto similar-.

Nuevamente emprende la subida ahora un poco más peligrosa debido a tener que sujetar la barra con una de sus manos.

Dios yo nunca he sido atleta y mucho menos equilibrista para andar haciendo maromas

Tome...intente con esta barra a ver si puede abrir la maldita puerta-le dice al hombre que esta delante de él-.

muy bien doc

le digo tomando la barrita un poco inseguro y ubicandola cerca de la puerta, antes de hacer fuerza miro al doc 

usted desde ahi alcanza a ayudarme asi que que espera ayudeme por favor

 dicho esto hacemos fuerza para intentar abrir la puerta  

Una nueva estancia, opresiva, se abría ante mis severos ojos... ante nosotros. Un largo pasillo al que vienen a dar varios camarotes que, por su distribución, semejan ser los de proa.

Escruto todo aquello que alcanzó a contemplar... nuevos civiles... un ex-oficial... ninguno parece estar armado... la mayoría está demasiado ocupada al fondo, en la escalera, para percatarse de nuestra ominosa presencia.

La gente tiende a alejarse, en lineas generales, de dónde proceden... mi mirada se dirige hacia el lado contrario de dónde se encuentran... analizando la nueva situación con la minuciosidad de aquel, disciplinado, que lleva tantos años tomando decisiones en circunstancias en las que pocos se han tenido que enfrentar.

Sin daños... el suelo completamente seco... remarcado únicamente con algunas pisadas húmedas de aquellos que se apiñan inquietos al otro lado. Aquella zona del barco estaba inundada bloqueando el camino... sólo hay una dirección posible y es la que han tomado.

De nuevo mi mirada se dirige a la expectante aglomeración... cruzándose, preocupada, con la Cy que decidida avanza por el pasillo disimulando el dolor que hacer presa de su cuerpo. Sé que aguantarás... nada ni nadie princesa.

Sin necesidad de la luz procedente del zippo, George me hace entrega nuevamente de éste que se pierde al instante en el bolsillo de mi mojado jean... detalle que le agradezco con una ráfaga de mi castaño que, casi al momento, se vuelve a centrar en la actual situación. Sigo los pasos que tomaron mis hombres, sin perder detalle en todo cuanto sucede a mí alrededor... en todo lo que se dice... en todo lo que se viene haciendo.

El muchacho de camiseta verde le confiesa, ahogado en sus propios miedos, sus inquietudes a Philip, el superviviente, que no disimula su indiferencia por el mortal accidente que presenció su impresionado interlocutor. Escucho su mensaje de paso... sí... huyen del agua...

El chaval de melenas, coronando la parte alta de las empinadas escaleras, parece haberse erigido como artífice de una salida junto con otro hombre que no reconozco... y que pronto tendré el gusto de conocer. Llego hasta ellos deteniéndome justo ante los cuerpos inertes de los dos oficiales que se habían precipitado... comprobando de primera mano la dificultad que entraña ascender por esas escaleras.

-. Bien hecho chaval...- Celebro de forma audible el avance que habían conseguido, mis profundos ojos se posan en el melenas. -... ahora hacer una cadena humana, entrelazando los brazos, para ayudar a subir al resto.- Ordeno con autoridad, rotundo, sin importarme lo más mínimo que puedan pensar aquellos que no me conocen, pues pronto tendrían el placer de hacerlo... en la voluntad de cooperación de los presentes estaría la forma en la que serían hechas la presentaciones.

Abelardo levanta la cabeza y se incorpora lentamente, estirando los músculos mientras sonríe de oreja a oreja macabramente. Era la sonrisa de un cadáver, la sonrisa de aquél que había perdido toda esperanza de vivir y no tenía absolutamente nada que perder. La sonrisa del león que se iba a abalanzar sobre el cazador que le acosaba. El castaño de sus ojos brilló en la penumbra de los destrozados pasillos del barco, quedando reflejado en él la figura de Philip situado al borde del ascensor, al lado de Trebor y Lázaro...

El ex-púgil había aprendido muchas cosas en el crucero al infierno y una de ellas era que al final daba igual si uno era rico o pobre, fuerte o débil, hermoso u horrible… En el fondo todo el mundo no era más que un trozo de carne esclavo de sus propias herramientas. Lo único que restaba era la comunicación, la colaboración y la comprensión; el apoyar a la gente altruistamente. Eso era lo que nos hacía humanos. Eso, y no el dinero ni el prestigio, que como mucho dejarían una efímera huella en la prensa antes de ser olvidado por todos… Antes de sucumbir tras la dura caída. Había visto a gente morir, había sentido por primera vez cómo alguien se preocupaba verdaderamente por él y le apoyaba con sus problemas con la cocaína en vez de señalarle con el dedo como hacía el resto del mundo, había, casi, sentido el amor por la humanidad. Pero su filantropía se disipó y le hizo sumirse una vez más en la agonía y la miseria cuando se cruzó con los terroristas en la lavandería y el coup de grâce fue la muerte de aquella joven inocente empujada por los conductos hacia una muerte segura por Philip Young, secundado por los gritos de sus compañeros que le dejaron aturdido y desesperado, volviéndole una vez más un niño indefenso que se limitaba a avanzar entre las tinieblas. Hacia el fondo del océano. Hacia la muerte.

Expulsando por la nariz el aire que le restaba, cerró los ojos e inspiró profundamente mientras miraba con ira al despiadado verdugo. Era hora de que pagara por todo el mal que había causado, por todos y cada uno de sus actos… La adrenalina inundó las venas del truncado boxeador, ignorando las jaquecas debido a las drogas, la amargura, la angustia y la melancolía. Seguro de sí mismo, flexionó sus potentes piernas, donde sus fibrosos nervios concentraron todas las fuerzas que le restaban en la vida. Cegado por el odio, corrió como alma que lleva el diablo hacia el despiadado asesino, aprovechando la inercia de la carrera para impulsarse y embestirle con todo su ser, fundiéndose en un abrazo hacia el infierno mientras el aire escapaba de los pulmones de la sorprendida víctima.

-¡RRRAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGH! –la fiera sanguinaria que albergaba el espíritu de Abelardo se había desatado y ahora rugía mientras se precipitaban por el hueco del ascensor hacia las tinieblas eternas, siendo observados de cerca por los cables que se retorcían y sacudían entre chispazos y las llamas que asomaban por el caótico amasijo de chatarra que restaban de las áreas inferiores- ¡PARECE… QUE… TENEMOS UN HÉROEEEEEEEEEEE! –bramó en su último aliento, expulsando de su interior toda la cólera que le corroía por dentro.

Roy, estoy sin internet por culpa de unos ajustes que hicieron en la linea telefonica, heconseguido postear hoy con un ordenador que me han dejado via satelite,pero no se cuanto daño tengo que ponerme por asfixia y no veo postear a Gerard ¿puedes ponerme al dia?