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Dhaeva 2: El Caballero de las Tinieblas.

Transilvania: 1) Alba Iulia: Calles de la ciudad.

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07/05/2012, 20:37
T01: CASTILLO DE BALGRAD.

CASTILLO DE BALGRAD:

- El Castillo de Balgrad ha cambiado totalmente en los últimos cinco años. El Duque ha invertido en ello buena parte de lo saqueado en la conquista de Transilvania.

- Antes era poco más que un fuerte de madera. Ahora es un majestuoso castillo de piedra.

- Innya, Dagu y Visany están llegando ya al puente que da acceso al castillo, que está situado en una isla artificial en el río.

Notas de juego

// Innya, Dagu y Visany pasan a la escena: "Tirsa de Balgrad."

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10/05/2012, 17:42
T01: ALBA IULIA.
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Pavetta recorre las calles de la ciudad con sus panes calientes y Centeno hasta llegar al mercado.

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10/05/2012, 18:14
Pavetta
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Panes, verduras y huevos. Eso es lo que llevaba Pavetta en las alforjas de Centeno.

El mercado bullía de gente, y el griterío se hacía oír mucho antes de llegar a él. Las vendedoras gritaban sus mercancías, los mozos cargaban sacos de harina, o de grano, los caballos bufaban con impaciencia mientras eran llevados, cargados hasta los topes, desde todas las callejuelas que daban a la plaza.

Pavetta buscó el puesto de una mujer a la que conocía bien, y con la que estaba habituada a hacer tratos. Y, si somos francos, también con la que compartía chismorreos, ya que la tendera era una cotilla de cuidado, y gustaba de hacer circular rumores siempre que podía.

- Buenas tardes, menudo revuelo tenéis hoy. Te traigo pan recién hecho, algo del huerto y huevos del día. Para cambiar, o para que me los compres si pagas bien. - Sonrió, Pavetta sabía que la mujer era honesta, aunque hoy su puesto estaba hasta arriba de viandas y quizá no le interesaran las suyas. - ¿Cómo lo ves...?

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13/05/2012, 19:29
Director II.
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PAVETTA:

- Has ido al horno del Duque en la ciudad a hornear el pan como hace todo el mundo.

- Intercambias algunos alimentos por cosas necesarias para la casa y para la familia. Pese a tus mejores esfuerzos, lo cierto es que este invierno si los tuyos no consiguen trabajo, la familia pasará hambre. Al menos no será el caso del pequeño Lindor, pues le dan de comer en el castillo, come casi como si fuera un niño noble. Pero sí será tu caso, el de tu cuñada, tu hermana y tus sobrinos.

- Has terminado las compras de la mañana y estás pensando en regresar para preparar algo de comer para la familia con los pocos alimentos que tienes cuando escuchas un estruendoso galope cercano.

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13/05/2012, 22:18
Pavetta
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Estaba cargando en las alforjas lo que había quedado de las verduras, una hogaza de pan y algunas otras cosas que había obtenido mediante trueque, cuando escuchó el desenfrenado galope. Cogió a Centeno por las riendas, su caballo era tranquilo, de buena pasta. Un caballo de carga y tiro. Pero el sonido de los cascos en el empedrado hablaba de otro tipo de animal, uno fogoso. O quizá enloquecido. O, y entonces debía aún más apartarse de su paso, podía ser el corcel de un Caballero.

Aunque, ¿qué podía estar haciendo todo un Caballero en las inmediaciones del Mercado de Viandas...?

Pavetta se mantuvo a un lado, cogiendo a Centeno fuertemente, esperando a que lo que fuera hiciera su aparición y ella pudiera verle. Y apartarse. No ser un obstáculo en el camino, sólo le faltaría perder la escasa comida que llevaba, o, peor aún, que Centeno se asustara y saliera despavorido..

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14/05/2012, 00:43
[RIP] Caballero Iacobus Radoslav de los Cárpatos.
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Los cascos hacían retumbar la tierra con la fuerza de un terremoto, o con el aviso de una guerra. Aquel animal que se oía llegar debía ser un virtuoso de la danza de la carga, a juzgar por la manera en la que las pequeñas piedras que escapaban al suelo aplastado desataban una sinfonía moviéndose a su paso. O quizás lo era su jinete. Los ruidos se acercaban y no parecían tener piedad con la tranquilidad de las calles de Alba Iulia, ni con la inexorable rutina de calma y quizás miseria que rodeaba al Mercado de Viandas. Se acercaban, más y más, sin que otra cosa les anunciase, sin que hubiese voces, sin corridas, sin que mediara nada más que eso.

La figura de caballero y caballo se recortó, clara, a unos cincuenta metros luego de un giro. Para ninguno de los dos parecía haber necesidad de bajar la velocidad para doblar, pero aún así, lo habían hecho. El caballero no portaba armadura. Vestía ropas que mostraban su jerarquía y la espada que la volvía indubitable, pero las únicas piezas de metal eran, por lo pronto, los guanteletes. Probablemente fuera más cómodo así para él, en realidad. Quizás eso quería decir que no estaba en misión alguna, sino que había decidido tomar una cabalgata como quien toma una siesta -prohibida, pero anhelada como un sueño dorado- en un día de labranza de sol a sol.

Tampoco portaba estandarte alguno. Alguna vez se habría escuchado la razón, siendo un caballero errante.

Iacobus parecía interesado en algo que estaba más allá de la comprensión común, a juzgar porque sus ojos estaban puestos en un punto alejado de sí mismo aunque conducía a su corcel con destreza al trote. Pero, repentinamente, giró la mirada y la posó en la mujer joven que, a no tantos metros de él, se mantenía a un lado del camino cogiendo las riendas de un caballo pesado con tanta fuerza como si temiera ser separada de un amigo o, peor aún, de un amante.

Que podría serlo, tranquilamente. Aunque saldría más bien perjudicada.

El caballero miró a la bestia, y luego de nuevo a la joven. Entonces hizo lo que ella temía: se acercó.

¿Hace vuestro caballo algo más que acarrear... - observó lo que Pavetta acababa de acomodar en las alforjas, que no estaban cerradas - ... una hogaza de pan y dos habas? ¿O es una suerte que incluso lleve eso?

No estaba claro si se refería a la capacidad de carga del pobre caballo, o si en realidad le estaba preguntando si siempre conseguía tan poco en el Mercado.

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14/05/2012, 11:38
Pavetta
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¡No, no, no... que no se acerque... que no se acerque....!

El Caballero había aparecido doblando la esquina. Con la misma estampa, o aún más terrible, que Pavetta había estado esperando. Y, tras eso, la mujer suspiró levemente, asiendo bien las riendas, porque el hombre estaba sumido en sus pensamientos. Sus ojos no miraban las calles, miraban a un lugar en su recuerdo, en su mente.

Pero el suspiro murió súbitamente en sus labios. La miraba. La miró primero, luego a Centeno, y luego a ella de nuevo. Bajó de inmediato la vista al suelo, no quería problemas.

¡Que no me hable, por favor, que no me hable...!

No estaban hoy los hados por complacerla. Escuchó clara la voz que la interpelaba. Ya no había remedio. Levantó la vista para responderle. No era más que una campesina, pero no era servil, aunque era amable.

Allí estaba él, plantado sobre su bellísimo animal, tan distinto a Centeno que no parecían de la misma especie. No llevaba armadura, pero sí guanteletes. Y ningún estandarte, ninguna insignia. Por tanto, dedujo la mujer, alguien así debía vivir en el Castillo, pues un Caballero no pasea sin sus emblemas y armadura si no es cerca de su morada. Quizá residiera allí estando de paso, un Caballero errante. Pavetta había estado algunas veces allí, pero nunca le había visto. Aunque tampoco eso era extraño, ella nunca se había adentrado en las dependencias de los nobles, sólo había acompañado a su hijo Lindor a sus lecciones con el Maestro Maserrak.

Todas sus reflexiones fueron simultáneas a sus palabras, a su respuesta.

- Mi Señor. - Hizo una inclinación con la cabeza, a modo de saludo. - Centeno, que es el nombre de mi caballo, es un buen animal de tiro. Soy campesina, y a veces también me ayuda en el arado del huerto. Y me sirve también para cargar provisiones. Aunque como podéis ver, poca es la carga que debe soportar. Demasiado a menudo, sino siempre...

No estaba asustada, o no demasiado. Pero sí que el respeto teñía su tono de voz, y se notaba que buscaba las palabras adecuadas para no parecer ignorante o zafia. Se esforzaba por no desairar al extraño.

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14/05/2012, 16:19
Anciana.
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Toda la gente que curiosea cerca se apresura corriendo a marcharse.

El misterioso Caballero de los Cárpatos lleva cinco años al servicio del Duque y casi nadie le conoce realmente, pero es temido instintivamente por la ciudad entera, incluso aunque no exista un motivo aparente.

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14/05/2012, 16:21
Niño Pedigüeño.
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- "¡El Caballero de los Cárpatos! ¡Huyamos!" -

En muy poco tiempo, sólo quedan en la calle los tenderos, que tienen que vigilar sus puestos para que nadie les robe.

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15/05/2012, 00:00
Pavetta
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Entonces se dio cuenta. Lo hizo al escuchar al chiquillo. ¡Era el Caballero de los Cárpatos! ¡Nada menos! No lo había reconocido, y eso era un error que podía pagar muy caro. Por no hablar de la respuesta tan poco exenta de temor que acababa de darle.

Dios mío, pensará que le desafío, que me he atrevido a hablarle como a un igual...

Volvió a agachar la cabeza, humilde, rogando en silencio por su vida.

-Me... disculpo, Caballero. Caballero de los Cárpatos. No he querido ofenderos...

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15/05/2012, 00:16
[RIP] Caballero Iacobus Radoslav de los Cárpatos.
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Las calles se despejaron, como en una silenciosa reverencia hacia el reconocimiento de una figura superior. Aquello no pareció alterar a Iacobus, ni para bien ni para mal. Posiblemente el caballero creyese que el miedo o el temor reverencial no eran sino meros indicadores de su poder. Quizás lo considerase un mero hecho colateral, teniendo en cuenta que había muchas formas de buscar la paz, y una de ellas era a través del temor. O quizás era que no le importaba en absoluto. Los ojos del caballero estaban puestos en la mujer, a la espera de algo que seguramente era la respuesta que había pedido

Me saluda con una inclinación de cortesía. Temor reverencial. ¿O es que tiene miedo de verdad?

Iacobus la evaluaba a cada palabra, aunque no exactamente sus palabras, sino su semblante. El caballero tenía una mirada penetrante, con un fondo oscuro e insondable, que a Pavetta no le costó imaginar como un arma más en el campo de batalla. Siempre era una ventaja que el adversario no pudiera adivinar tus pensamientos, o intenciones... al menos, antes de tiempo.

Iba a decir algo, pero la joven volvió a hablar, y agachó la cabeza. Iacobus cerró la boca, y la contempló.

No, tiene más pudor que miedo. Subyugada, como todas. No sé qué podía esperar.

- ¿Creéis más ofensivo contestar a una pregunta hecha, con todo lo que fue preguntado, que callar?

Le aburría, pero... Ah. Ah.

Interesante nombre para un corcel. Espero que su semilla sea tan buena para vosotros como ese nombre promete - el caballero tenía un modo en el que no terminaba de entenderse si lo hacía de modo serio y solemne, o eran siempre palabras de ironía - ¿Es acaso que no estáis favorecida por la unión con ningún esposo, que ocupe vuestro lugar en el arado mientras os dedicáis al hogar? O eso me habéis dado a entender con vuestras palabras.

No, no del todo, pero tengo intención de ver hacia dónde me lleva esto. Con suerte, a algo más divertido que el castillo.

O quizás es que no tenéis hijos, y cargáis con el deber de honrar a vuestros padres.

Iacobus sonrió, a medias.

Sí, yo también honré al mío, hasta la muerte.

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15/05/2012, 00:29
Pavetta
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- Mis disculpas, Mi Señor, no son por temor a que os ofendan mis palabras, que nada tienen para ser tomadas como tal, ni mucho menos la intención. No es por no haber callado, sino por haber osado hablaros de modo que pudiérais considerar que era con demasiada confianza. Os tomé por un Caballero de paso, y no os reconocí.

Se estaba metiendo en un terreno resbaladizo, él tendría en ese terreno siempre todas las prerrogativas. No, siendo sinceros, en ése y en todos. Decidió responder a las nuevas preguntas con simplicidad, dejando a un lado la opresión que el temor producía en su pecho.

Después de todo, ¿Quién sabe qué de lo que se dice es cierto...? También las malas lenguas dicen de mi que soy una ramera por cómo vivo. Y sabe Dios que no hay error más grande.

- Llamé Centeno a mi caballo porque me pareció que nos traería buena suerte. Y, además, su color amarillento ayuda con el nombre. En cuanto a mí... estuve casada. Mi esposo fue el padre del niño que se educa en el Castillo del Duque, quizá lo hayáis visto alguna vez. El Caballero Durius de Slobozia, que fue mi tierra también, ha tenido a bien aceptarlo como pupilo. Su padre fue Lisander el Cantor. - Se quedó un instante quieta, y era ella ahora la que había dejado suspendida la mirada más allá del lugar al que se enfrentaba, atravesándolo. Concentrada en un rostro, posiblemente. Uno que ya no vería más. Pero tras un leve aleteo de las pestañas, volvió al ahora. Y prosiguió. -Mi hijo me ayuda, pero tiene otros deberes, su formación es más importante. Sin embargo, viven conmigo mis sobrinos. Ellos sí se hacen cargo de las tareas de la casa. Y mi hermana, y mi cuñada...

Notas de juego

Es que no pude editar después de ver que Pavetta debía conocer y temer a Iacobus, por eso volví a postear. :)

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15/05/2012, 21:18
Director II.
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PAVETTA:

- Esta ciudad está en manos de caballeros siniestros y malignos.

- Hasta hace cinco años, estaba dominada por la maléfica Gran Casa Basarab. Los Basarab viven ahora en su finca en el campo, a medio día de viaje de la ciudad. Su gobierno era incluso más cruel que la dominación magyar, pues el Conde Blaatu a menudo se emborrachaba y salía a caballo por las calles desde el Castillo de Balgrad para matar al primer campesino que se cruzara en su camino.

- Ahora los Basarab infunden algo menos de temor, pues ya no se les ve tanto por la ciudad, gracias a Dios, pero siguen habiendo motivos para temer. Está Durius, de quien las malas lenguas dicen que es "el Caballero de las Tinieblas" (pues se susurra que ha hecho un pacto con el Demonio), y también el Caballero de los Cárpatos, que por alguna razón indefinida e indefinible provoca terror en el pueblo llano.

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15/05/2012, 21:22
EL TIEMPO TODO LO VENCE.
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HAN PASADO VARIAS HORAS.

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15/05/2012, 21:39
[RIP] Caballero Iacobus Radoslav de los Cárpatos.
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A veces, realmente, no entendía por qué las personas se afanaban en responder cosas que no les habían sido preguntadas. ¿En qué momento esa mujer había creído que tenía que responder a una pregunta retórica? Sin embargo, Iacobus aguardó con paciencia y sin interrumpirla mientras continuaba con sus palabras. Cómo se notaba que era como un buey con el yugo de su arado. Una persona que no lo tuviera tendría más criterio a la hora de elegir qué responder y qué no, dado que se haría la pregunta, ¿por qué tengo que responder a esto?

Iacobus ya sabía que no le había reconocido. Es más, si lo hubiese hecho, probablemente ni hubiese sido capaz de hablar.

Y sin embargo, hela aquí, haciéndolo. Uhm. ¿Cómo dice?

Así que era la madre del crío rubio aquel que alguna vez había visto allí, entre las faldas del sujeto que gustaba de los libros. Los mismos que, antes que marchara, habían salido a recibir a los tres plebeyos. Plebeyos que, dicho sea de paso, no habían tenido ningún tipo de miedo, consideración o entendimiento de su posición cuando el caballero se había dirigido hacia ellos. Sin embargo, eso le había parecido a Iacobus más producto de inaptitud mental que de verdadera astucia o coraje. Tampoco se le podía pedir entendimiento a una piedra. No, en todo caso, se le exigía reverencia.

Ah, el niño rubio. Estaba en las lindes del castillo cuando marché, recibiendo a unos jóvenes y a una mujer a quienes, si sois familia, deberíais enseñar a evaluar las situaciones en las que se encuentran - dijo Iacobus, con una media sonrisa - Decidles que la próxima vez que un caballero se dirija hacia ellos, y más aún, les ceda el paso, puede que considere su completa inacción como una afrenta, y no como un signo de sordera. Que no sea vuestro hijo quien cargue con la falta de educación de su sangre.

Sobre todo, estando en una posición tan delicada. Pupilo de un caballero como ese. En un castillo con tantos enemigos.

Si era un comentario cortés o una vedada amenaza, era difícil saberlo. Quizás un poco de ambas cosas. Iacobus, en apariencia más interesado que antes, tiró brevemente de las riendas de su corcel que se había movido de su sitio, demasiado brioso para tanto tiempo estático.

- Así que el Caballero Durius ha tomado de pupilo a vuestro hijo. ¿Es que os conocíais de vuestra anterior tierra? O acaso su favor lo ganó su padre, imagino que con su labia, y no vos - que posiblemente también lo hubieras ganado con tu lengua A distancia está Slobozia de aquí. ¿Habéis venido acaso con Durius, o cómo habéis terminado aquí?

Echó una mirada a su alrededor, donde no había ya casi nada, y le hizo un gesto a la joven.

Han huido hasta los bandidos, sensatos ellos, y no precisamente por la cercanía a la caída del sol. Os acompañaré a vuestro hogar.

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16/05/2012, 00:00
Pavetta
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¡También es mala suerte! Con todos los habitantes y sirvientes del Castillo, y mi hermana y los chicos han ido a toparse con el mismísimo Caballero de los Cárpatos.

Y, evidentemente, por lo que estaba él diciendo, tampoco le habían reconocido... ni cuando lo tuvieron delante. ¡Y les había cedido el paso!

Pavetta miró con interés los ojos oscuros del jinete. Fugaz, sólo una mirada, que enseguida desvió para no resultar escrutadora. - Siento mucho que mi familia no reaccionara como debía, Mi Señor. Sin duda, siendo esa su primera visita al Castillo, la situación les había superado. Puedo aseguraros que en ningún momento pretendieron ofenderos, ni faltaros al respeto, estoy segura de ello. Lo que es, y así lo entiendo, una afrenta en su apariencia, en ellos habrá sido simple nerviosismo, simple ofuscación.

Volvió a mirarle cuando su brioso caballo se movió, impaciente, y él tuvo que retenerlo con las riendas.

- El Caballero Durius tuvo a Lisander como escudero, primero en Slobozia, y después en su viajar. Mi esposo murió a su servicio. No sé si también su labia, que la tuvo, pero sí su proceder fue lo que hizo de Lisander un buen colaborador. Para agradecer su esfuerzo y honrar su memoria, ya que Lisander fue verdaderamente leal para con él, el Caballero Durius decidió que Lindor, su hijo, recibiera una educación digna.

La mujer hablaba con un deje de melancolía. Pero cuando siguió, la tristeza asomó a su rostro.

- Llegamos hasta aquí mi hijo, mis sobrinos y mis hermanas, tras un largo y penoso peregrinar. Huyendo de los ataques magyares, soportando las inclemencias del tiempo, el hambre terrible, la enfermedad y el agotamiento. Huimos de Slobozia cuando Maese Maserrak de Flambeau comprendió que era la única salvación para las docenas de familias que quedábamos allí, la mayoría mujeres y niños, sin los hombres que habían partido o que se quedaron a luchar. Y que en ambos casos murieron. Muchos de los que emprendimos el viaje murieron también, tras meses de agonía y dificultades.

Hizo una pausa, el habla se le había perdido en la garganta.

- Pero aquí fuimos recibidos por el Caballero Durius, Maese Maserrak habló con él, y él hizo que todo un barrio de la ciudad fuera destinado a los pobres peregrinos de Slobozia. Y cuando supo del hijo de Lisander, no se olvidó de él. Ni de nosotros.

Pavetta calló tras el relato, y volvió a mirar al Caballero, un segundo.

Dicen de él que hay que temerle, que es el terror del pueblo llano. Me pregunto si su altivo porte es por orgullo de estirpe, y no por la maldad que le atribuyen. Sin embargo, mejor no averiguarlo...

Pero no, no era su día de suerte, porque quizá no tendría más remedio que averiguarlo. Ya que el Caballero acababa de expresar su intención de acompañarla hasta su hogar. ¿Qué decirle? No podía negarse, sería una verdadera afrenta, un desprecio. No podía más que aceptar, y además con gratitud.

Dominó el miedo que subía por su espina dorsal, que se enroscaba en su garganta. Se inclinó en una reverencia de asentimiento.

- Os lo agradezco, Mi Señor, es un honor que no merezco. Aunque no quisiera ser un lastre, un estorbo en vuestros planes...

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16/05/2012, 23:27
[RIP] Caballero Iacobus Radoslav de los Cárpatos.
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¿Faltarme el respeto? Je, para eso necesitarían ser otros. Simplemente, me aburren.

Sin embargo, lo que iba contando la mujer tenía su interés. Por supuesto, no todo el mundo tenía iguales aptitudes de supervivencia, y definitivamente muchos menos tenían capacidad de adaptabilidad. Meses a través de las áridas, frías y terroríficas tierras debían haber hecho de todos aquellos apaleados un pueblo de feroces dignatarios, ¿o no? Aunque a Iacobus le sonaba que no era ese el caso. Pero daba igual. Comprendía ahora un poco más de las relaciones que unían a esos dos, y funcionaban los mecanismos interiores del castillo. Ya se sabía lo que decían del Caballero Durius, pero poco se sabía de lo que decían de Masserak.

El caballero de los Cárpatos no volvió a interrumpir a Pavetta. Es más, ahora la miraba con interés, y acaso para la campesina aquello podía ser lo último que deseaba o que hubiese gustado. Cuando la pobre mujer intentó negarse, ah, porque su negativa era tan obvia aunque estuviera disfrazada de reverencia, Iacobus sonrió y casi se echó a reír. ¿De verdad pensaba que podía negarse? Aquello en verdad era divertido.

Mis planes eran observar las calles para identificar problemas. Mas, decidme, ¿ves alguno? - el caballero señaló a su alrededor, vacío de vida - Como os decía, la sensatez domina estas calles como no domina los pasillos de un castillo. A menos que queráis que me invente un problema el cual solucionar, que tranquilamente puedo hacerlo, no os preocupéis por mí. Más bien, preocuparos por señalar el camino. ¿Montaréis? Aunque, según habéis contado vuestra vida, está llena de caminatas.

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17/05/2012, 00:33
Pavetta
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No hubo manera. No hubo salida.

Voy a tener que llevarle hasta casa. Y hablarle, responderle. Dios mío...

Pavetta soltó las riendas de Centeno. Tan agarrotadas tenía las manos de sujetarlas con fuerza, que se veían blancas como la cera. Y se dispuso a cerrar las alforjas.

- No, Mi Señor, no voy a montar, si me lo permitís. Prefiero andar a su lado, y al vuestro, si seguís queriendo acompañarme. Mi casa está en esa dirección, hacia donde habéis venido. Vivo en la zona cercana al Castillo, la casa que Mi Señor Durius me entregó como vivienda había pertenecido a una familia noble antiguamente.

Y volvió a tomar las riendas, ya con la carga, bien ligera por otra parte, bien colocada. Echó a andar hacia la calle que el propio Caballero había hollado para legar hasta ella.

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17/05/2012, 00:47
[RIP] Caballero Iacobus Radoslav de los Cárpatos.
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Iacobus hizo girar a su caballo, el cual bufó inclemente al descubrirse sujeto al manso paso de una indigna una bestia de carga.

Como prefiráis. Cuanto más cerca del castillo esté, más fácil me será volver a él.

Espero a que la mujer estuviera lista, y echó a andar a su paso, haciendo con destreza que su propio corcel imitase el ritmo aunque su naturaleza fuera saltar y corre como el viento.

- ¿Una antigua familia noble, decís? Poco conozco del pasado de estas tierras, que tampoco son las mías. Aunque parece que últimamente la nobleza está volviendo a confluir en el centro mismo de Alba Iulia - Iacobus miró a la mujer - Os lo contarán vuestros parientes al volver, si es que lo hacen. ¿Sabéis que ha llegado una comitiva de nobles hoy mismo al castillo?

Cargando editor
17/05/2012, 10:19
EL TIEMPO TODO LO VENCE.
Cargando pj

TRANSCURRE UN LARGO RATO.