Partida Rol por web

Boru Frunció el ceño, el esposo de su señora tenía un ego y una rabia demasiados alta pero no expreso estos pensamientos, simplemente se acerco a la puerta y miró a su señora.

- Cuando desee mi señora, nos pondremos en camino- hizo una reverencia leve con la cabeza y esperó en la puerta a que la Dama Radovina saliera de sus aposentos conyugales, con la mano en su arma y en posición firme. El señor de los Cárpatos desapareció a una velocidad abrumadora, pero él siguió esperando a su señora.

Nada que ver con la suposición del Caballero de los Cárpatos, que con su media sonrisa daba a entender. Los pensamientos de la Dama estaban lejos de las necesidades masculinas, incluso de la situación que el estar a solas con su nuevo marido ponía en plano.

No, no me sucede nada, querida.

La mirada de Radovina se mantuvo en la de su esposo. No era desafiante, ni tampoco estaba preñada de miedo. Podría haberlo sido y estado, respectivamente, pero no. Sólo había, y en gran medida, una profunda tentativa, una curiosidad mucho más madura que lo que la simple palabra indicaba. 

¿Qué te ha sucedido allá atrás...?

¿Qué o quién eres, Iacobus...? He escuchado los rumores que te rodean. Terrible es el más suave de los adjetivos que te dedican. Aunque, ¿quiere eso decir nada...? No. A mí misma me dedican uno peor... diabólica. Y es sólo por mis pupilas escarlatas... ¿no...?

Pero no es lo que dicen sobre tí. Ni siquiera lo que dejas entrever con tu actitud fiera, tu seguridad aplastante, tus decisiones arrolladoras. No, no es sólo eso. Yo lo he sentido. He olido tu aroma, el hedor que te ha rodeado hace un momento, y que emanaba de tí. Olías al propio Infierno...

No tuvo tiempo de más. Los gritos provenientes del pasillo la arrancaron de sus ojos, de sus elucubraciones convertidas en mudas preguntas, súbitamente.

Los gritos de Tomescu la sobresaltaron, pero no reaccionó al momento. Sí lo hizo su esposo, que la apartó de la trayectoria de cualquiera antes de ir a abrir la puerta.

Pero sí reaccionó cuando supo que era Mariana la que estaba herida. Y se acercó para saber más.

-¿Mariana? ¿Herida por el Boyardo...? ¡Cómo es posible!

La mirada de Radovina iba incrédula de Tomescu a Iacobus, y de éste a Boru.

La respuesta de su esposo fue taxativa, y su puesta en marcha, inmediata. Boru se puso a sus órdenes. A las suyas, las de Radovina. Ella asintió.

-¡Vamos! 

Mariana era su sirvienta, su ama de compañía. ¿Cómo se habían atrevido...? El Boyardo, el propio Boyardo en persona. Esto podía ser muy grave... Su ceño se frunció mientras corría, casi literalmente, detrás del Caballero de los Cárpatos, a un cortísimo paso de él. Y a un cortísimo paso por delante de Boru. Ella podía ser lo que era. Pero su séquito era su gente. No iba a dejar pasar una ofensa tal. Si es que era eso, una ofensa...

Con las palabras de su señora, el guardia Boru se puso en camino tras ella, siguiéndola buen de cerca, pensando que clase de hombre levantaba la mano a una dama... EL Boyardo se había metido en un serio problema o quizás no siempre que su motivo estuviera claro, pero eso no era asunto de él.

El caballero de los Cárpatos, seguido de su esposa la Dama Radovina y del guardia Boru se dirigen a la salida de las estancias...

Schaar miró a Dubieta... Pese a sus palabras, Schaar no se imaginaba la manera de que el hecho de que aquél viejo asqueroso se acostase con Dubieta no le influyese.

- No dejaré que te...- pero alguien se acercó gritando.

Schaar se levantó del lado de Dubieta para salir a ver qué ocurría. Cuando salió, observó al caballero de los cárpatos, a Radovina y Boru salir corriendo.

- Qué ha sucedido Tomescu?- dijo preocupado. Una reacción así por parte del caballero de los cárpatos podía ser algo relamente grave.- Cómo ha sucedido? - quiso puntualizar.- He escuchado la agresión sobre Mariana, has visto algo más?

-No, Schaar, he venido en cuanto he podido, ¿como se encuentra la señora Dubieta? El joven Tiberiu acaba de entrar en las cocinas, con el maestro Maserrak y Mariana. Si los Basarab desenfundan sus espadas, dudo mucho que haya algo que podamos hacer.

Tomescu se quedó esperando, dispuesto a seguir cualquier orden dada por su señora o por Schaar.

-Tiberiu!- se alarma Schaar. Maldita sea, los Basarab a punto de estallar y Tiberiu estaba solo?.- Maldita sea! Con Maserrak y Mariana? Y dónde están los Basarab?

Schaar mira a Dubieta, la podía dejar sola en ese estado? No se encontraba muy bien... Y si venia alguno de esos salvajes mientras no había guardia? Pero Tiberiu... Era sólo un niño. Debía protegerlo. Seguro que Dubieta lo preferiría.

-Señora, me marcho a buscar a su hijo. Si puede usted levantarse, le suplico que cierre la puerta con llave.

Se gira hacia Tomescu.

-Vamos, tenemos que proteger a Tiberiu. Hacer que vuelva con su madre.

Se alarmó en cuanto escuchó el nombre de su hijo, pensaba que había seguido a Schaar. Con todas sus fuerzas se levantó, miró a Schaar y a Tomescu, sus ojos parecían brillar de ira, de odio.

 - Disculpad mis modales, pero nadie pondrá una mano encima a mi hijo sin que le haya arrancado los ojos antes. - cogió aire y agarró con la mano el pañuelo con agua, quería llevárselo por si volvía a darle un mareo poder mantenerse un poco más en pie - Vamos... ¡YA! y ayudadme a andar más deprisa, por algo sois mis caballeros y guardias.

Cogió a cada caballero por un brazo para poder sostenerse, al ser algo más bajita podía mantenerse sin problemas. Quería ver a su hijo lo antes posible.

-Mi señora!- se sorprendió Schaar.- Debería descansar.

Schaar sabía que como madre, sería difícil hacerla entrar en razón. Arrastrarla fuera, con lo mal que estaba, sólo podían suponer problemas. Pero debía intentar hacerla entrar en razón.

- Iremos más rápido si traemos nosotros a Tiberiu a su lado.

Evidentemene, era su señora, y si seguía en sus treces, no tendría más remedio que obedecerle.

Quedó casi paralizada ante las palabras de su caballero.

- Pero... Schaar... ¡Es MI hijo! yo... - se agarró el vientre, aún le dolía - tráeme a mi hijo ¡¿Y si le pasó algo?! Por favor... tráeme a mi hijo... pero no puedo quedarme sola aquí en este estado... no me fío ni siquiera de las paredes de este castillo... al menos dejadme acompañaros, por favor, aunque sea apoyada en vosotros...

El Senescal Stolnic entra en las estancias de invitados. Puede ver ante la puerta abierta de las habitaciones de su esposa, la Dama Dubieta, al hombre de armas noble Schar Dvy y al guardia Tomescu, parece que listos para salir, pero hablando con Dubieta. 

Schaar escuchó a Dubieta hablar de esa manera y asintió con la cabeza. Se giró para empezar a caminar cuando vió entrar al Senescal.

Quiso dar un paso, pero miró a Dubieta. No sabía si ahora sería apropiado que él hablase o esperar a que su esposa, Dubieta, le aclarase la situación. El porqué estaba de pie cuando debería estar en cama. Schaar esperó alguna reacción de Dubieta que le indicase que prefería que hiciera.

El Senescal observa la situación con suspicacia, mas no dice nada. Claro que tenía curiosidad de que habrían estado hablando tanto el guardia cono Schaar. Pero eso ahora no era lo relevante.

Venía para ver que tal estábais, pero viéndoos de pie supongo que os habéis recuperado del mareo.

Dubieta estaba sujetándose en Schaar para no caerse, miró con bastante seriedad a su marido, más de la que el Senescal había visto en ella.

- Parece que inhalé aquel humo y me duele el estómago, siento algo de nauseas... pero... lo más importante ahora es... - miró a Stolnic con los ojos llenos de preocupación y seriedad - ¿dónde está mi hijo? - apretó los dientes con ira, y los demás lo notaron - no debisteis perder de vista a mi hijo, Schaar... - miró de nuevo al Senescal - Iba a ir en busca de mi hijo y cuando supiese que está bien y a salvo trataría de tomarme algo para el dolor y ocupar mi puesto en el banquete pero... ¿Qué hace aquí, querido? Boru y Tomescu nos comentaron que hubo algo de alboroto y que la ama de llaves Mariana está herida. Mi prima y su marido salieron en seguida y yo aún me hallaba reposando en la cama cuando Schaar me dijo que no sabía con certeza dónde estaba mi hijo... creo que es razón suficiente para estar de pie.- volvió a decir con total seriedad - quiero a mi hijo conmigo...

Después de salir de la capilla, empezaste a sentirte mejor. Ahora ya no tienes mareos, solo esas terribles quemaduras. 

Después de salir de la capilla, empezaste a sentirte mejor. Solo tienes esas terribles quemaduras.

El niño de Dubieta...- con todo lo ocurrido se había olvidado completamente de él. No le vió en el salón principal...¿Donde se habría metido?- seguro que su hijo esta bien. Caballero Schaar, vaya a buscar al hijo de mi esposa. Yo me quedo con ella mientras tanto- dice acercándose a su mujer y ofreciendo su brazo- y si, el banquete está yendo de mal en peor. Francamente, tengo enormes ganas de que los Basarab se larguen de aquí cuanto antes. 

ES LA QUINTA HORA DE LA TARDE.