Partida Rol por web

Poco después de que la mujer abandonara el patio, los guardias franquearon el paso al siniestro carruaje del párroco de Alba Iulia. 

Al mismo tiempo, sale de la zona del servicio el lacayo Vasilov. Casi se diría que había presentido la inminente carga de trabajo. 

El Capitán, miraba distraído, ensimismado, sus pensamientos estaban ese día nublados... Parecía que la propia falta del Duque era como la ausencia de sus propios pensamientos...

Aunque en ese estado, intentaba pensar en las tareas dadas y la seguridad de la Corte... Los últimos sucesos se iban acumulando en su mente y lo tenían bastante preocupado... Al ver el carruaje del párroco, su mente despierta, recordando inmediatamente unas palabras dadas por el Duque...

A su mente llegaron completamente y de inmediato poniéndose a la acción lanzándose corriendo en su posición.

¡Guardias! ¡Detened ese carruaje de inmediato! Grita a toda voz, mientras se lanza cual jinete contra su presa...

Alarmado por el comportamiento del capitán, dijo:

-¿Qué ocurre? ¿Por qué va a detener el carro? El padre seguramente venga a oficiar la boda. 

Miró con ojo crítico al capitán y dijo:

-¿Hace cuanto tiempo que no se toma usted un descanso?

El capitán, miraba distraído, ensimismado, sus pensamientos estaban ese día nublados... Parecía que la propia falta del duque era como la ausencia de sus propios pensamientos...
Aunque en ese estado, intentaba pensar en las tareas dadas y la seguridad de la corte... Los últimos sucesos se iban acumulando en su mente y lo tenían bastante preocupado... Al ver el carruaje del párroco, su mente despierta, recordando inmediatamente unas palabras dadas por el duque...

"Espero que el Reverendo Padre Adelmus desarrolle un nuevo amor y fidelidad por el Duque y acepte de buen grado el cargo de Padre Confesor de la Corte. Si no entrara en razón, tal vez Carcelero pueda mostrarle cual es su lugar en el actual orden de cosas de Transilvania." A su mente llegaron completamente y de inmediato poniéndose a la acción lanzándose corriendo en su posición.

¡Guardias! ¡Detened ese carruaje de inmediato! Grita a toda voz, mientras se lanza cual jinete contra su presa...

El monaguillo que conduce el carro sofrena a los caballos de tiro con expresión de susto ante las palabras del Capitán de la Guardia Ducal.

Los guardias obedecen prestos a su Capitán e interponen sus lanzas en el avance del carruaje eclesiástico.

Los caballos se ponen muy nerviosos ante las puntas de las lanzas y a punto están de encabritarse.

Tras lanzarse en un arrebato de ira oye a lo lejos las palabras del Senescal, que le hacen volver a entrar en razón y volver a su normal tranquilidad, esfumándose de su mente todo pensamiento …

…Ehmm…Vuestra excelencia Senescal Jensi…. Disculpme, Pues creo que me he sobrepasado en tal acción, estos días mi persona se encuentra algo tenso, tras lo sucedido entre El caballero Durius y El caballero Iacobus y los preparativos de la boda, añadidos de la ausencia de nuestro Señor Duque… Creo que lo mejor será que coma algo y así intentar despejar este pequeño agobio… Si me disculpa Senescal… Le dice haciendo una pequeña reverencia.

Guardias, dejad paso al carruaje, me temo que ha sido una confusión.

Tras dar la orden a los guardas, el capitán dispone a retirarse con el permiso del Senescal.

... ¿Qué diablos? ...

El lacayo retrocedió ante las palabras del capitán colocándose a un lado, tras el incidente se aproximó despacio al carro, si el sacerdote se quedaba en el castillo habría que atender a aquellos caballos.

El periplo hasta la fortaleza había transcurrido sin mayores sobresaltos para el sacerdote ortodoxo y su imberbe chófer. Pero como era de esperarse para Adelmus, los ducales no tardarían en complicar el asunto, aunque fuera algo tan simple como entrar en la plaza del castillo y estacionar su horrendo carromato.

Respondiendo a dichas presunciones, una falange de brutos lanceros vino cerrarle el paso al santo carruaje, azuzados al parecer por un oficial sádico, vengativo o en estado de embriaguez. Cualquiera fuera el motivo, Adelmus apenas si pudo asomarse por la rendija en cruz del carro para contemplar fugazmente aquella extraña escena, que se esfumó en segundos y tan inesperadamente como se había presentado.

Aquello le permitió al párroco de Balgrad descender de su deforme vehículo con tranquilidad de no ser ensartado a la primera señal de disensión de su parte. Miró entonces a cada lado con su habitual porte soberbio y sonrió finalmente, al ver acercarse a un criado que probablemente fuera el encargado de las caballerizas.

- Hijo mío, tened la delicadeza de cuidar esmeradamente de estas bestias y de este sagrado carruaje. Son herramientas al servicio de nuestra querida iglesia.

Bendijo entonces al lacayo con un ademán de sus finas manos, para avanzar entonces con tranquilidad hacia una figura de aspecto distinguido que parecía ser la encargada de recibirlo personalmente. El hombre era nada más ni nada menos que Jensi Stolnic, el ilustre Senescal al servicio de los Kadar. Adelmus le sonrió con elegancia al llegar a su lado, queriendo quizás decir con ello que olvidaba el exabrupto sucedido hace instantes.

- ¿Ansioso por la ceremonia, Senescal? Sabido es que los esponsales son experiencias únicas e irrepetibles, pero me ha parecido un poco exagerado el hecho de que pretendierais apurar mi llegada a punta de lanza...  Tranquilo, no estaba entre mis planes escapar de semejante ocasión. Y por lo que puedo discernir ahora, tampoco está eso dentro de mis posibilidades.

Rió entonces el excéntrico hombre santo, con un reír tan sonoro y afable que los ecos del mismo evocaron efímeramente a los de un alegre querubín, hasta apagarse pronto en la frías paredes de piedra del castillo. El lugar volvió a sumirse entonces en su habitual sequedad, y Adelmus también recobró un porte más solemne y melancólico. Tenía una larga y trabajosa jornada por delante, lo cuál ya no le hacía ninguna gracia.

Lo de las lanzas ha sido un ligero desliz del capitán del castillo. El pobre hombre no ha podido descansar bien durante estos últimos días y al ver un carruaje tan... imponente ha actuado de esta forma. Sin embargo, ruego que le disculpe- añade, aunque por la sonrisa del padre daba por hecho que estaba el incidente olvidado. 

Ansioso no es la palabra, Padre Adelmus, aunque bien es cierto poder contraer matrimonio. A mis edades pensaba que iba a quedarme soltero de por vida- dice, a modo de broma- ¿que tal ha sido el viaje hacia el castillo? espero que no haya tenido ningún contratiempo

Las excusas que el viejo Stolnic le ofreció por el incidente conformaron al vicario de Balgrad. En verdad no esperaba ninguna delicadeza de parte de un hombre de armas como el Capitán Zarak. Había sido afortunado de que al menos una persona juiciosa y de cierto rango estuviera presente, evitando así ahondar en la ridícula escena.

- Algo melancólico, Senescal. Pero sin mayores estorbos. Al parecer en el día de las bodas toda la ciudad ha decidido mantenerse afín y respetar la ocasión. Es un buen presagio para todos.

Algo pareció perturbar el semblante del sacerdote mientras su mirada recorría serena el patio de la fortaleza. Una presencia ingrata quizás, que por momentos logró teñir de ira sus finas facciones. Pero al volver su ojos de nuevo hacia el Senescal, su faz lucía suave nuevamente, mucho más acorde a un hombre santo.

- El Senescal y el Reverendo Padre caminan hasta la entrada de la recién restaurada Capilla del Castillo de Balgrad.

Acompañaba al Reverendo hacia la imponente capilla del castillo, mientras escucha las palabras que le dirige. 

Me alegro oír eso- dice- un buen presagio siempre bien para este tipo de eventos- solo hubiera faltado que el padre hubiera sufrido algún ataque durante su camino hasta allí. Y francamente, tal y como se encontraban las rutas hasta el castillo, lo milagroso era que no hubiera ocurrido nada.

Desde luego, la capilla ha quedado muy bien después de las restauraciones- añade, observando el edificio y pensando en el dinero que se habían dejado para ello.

- Ha sido una fortuna, bien lo saben los habitantes de la Tirsa de Balgrad, pues los impuestos de este año han sido elevados. Aún así no todo se ha podido obtener de los impuestos, así que no cabe duda que este año se destinarán menos recursos a otros menesteres, como las tareas de mantenimiento del Castillo y de las defensas de la ciudad de Alba Iulia.

- Visany sale de las cocinas y pasa al patio del Castillo, llevando el desayuno para Farkas Deli a la antesala de los aposentos privados del Duque.

El sumo sacerdote de Balgrad contempló con satisfacción en su rostro las impecables terminaciones de la renovada capilla. Aquella visión pareció fascinarle, a tal punto que apenas si pudo articular una leve exclamación ahogada, mezcla de goce y de asombro. que rápidamente se perdió en el aire mientras su mirada ascendía por los muros del edificio sagrado. Había algo lascivo en aquél Basarab que generaba cierta incomodidad en las personas que lo rodeaban. Un hombre de Dios demasiado expresivo quizás, hecho que atenuaba en parte con su refinamiento.

- Os felicito por tan esmerado labor, Senescal. Estas paredes son ahora un majestuoso bastión divino, una fortaleza más que resguarda la piedad marchita de estas tierras. - Así habló el Padre a oídos del veterano Jensi Stolnic, mientras posaba tiernamente una mano en el hombro de su anfitrión, afinando su voz hasta un tono confidencial en exceso, aunque sus palabras poco tuvieran en verdad de secreto. Luego de ello se apartó del arrugado hombre y dirigió su mirada azul hacia las puertas de la capilla, dispuesto ya a ingresar.

- Es menester que presentéis ante mí vuestros anillos de bodas, Senescal. Lo mismo que Radoslav de los Cárpatos, quien no ha salido a recibirme, y al que ruego que llaméis cuanto antes.

Realizadas aquellas dos sencillas peticiones, Adelmus se adentró sin prisa alguna en el edificio de piedra, prestando especial atención a cada detalle que se iba revelando con cada paso a sus grandes ojos, que no parecían querer salir de su feliz asombro. Al fin se encontraba en el lugar que se le había negado durante un año por culpa de los caprichos estúpidos del soberano ausente. Comenzaba ahora otra historia para él...

El Senescal observó la marcha del padre Adelmus en silencio, sin saber que pensar de aquel extraño hombre. Al menos le gustó como había quedado la construcción de la Iglesia, y mejor era así, porque se habían dejado un buen dinero en ella. 

Mis anillos...- se da la vuelta y se dirige a sus aposentos a por sus anillos, pensando también en buscar a Iacobus. En otras circunstancias, habría mandado a otra persona a que fuese a por el caballero para reunirse junto con Adelmus, pero puesto que iba a celebrar su ceremonia con él, prefería ir personalmente para que le acompañase a verle, solo por si acaso.

- El Caballero de los Cárpatos desciende al Patio del Castillo procedente de su habitación, en el piso superior de la Torre del Chambelán (en el Ala Oeste junto a las puertas del castillo).

- Está cruzando el patio para dirigirse a los establos (donde dos lacayos están introduciendo el carruaje eclesiástico del Reverendo Padre Adelmus Basarab) cuando ve al párroco de Balgrad ante la Capilla.

- Entretanto, el Senescal Stolnic ha ido a sus aposentos privados (anejos al Salón Principal del Castillo), y ya regresa junto al Padre Adelmus ante la Capilla. Al volver, ve llegar al Cabllero de los Cárpatos.

- En el patio están también el Caballero Zuyla Dravescu y el Capitán Ferenk Zarak.

- Además de los Lacayos Mikail y Vasilov, ocupándose del carruaje del Padre Adelmus junto al monaguillo de éste, Sandu.

El Senescal no duda en acercarse a Iacobus nada mas verle en el patio.

Que casualidad, iba a buscarte ahora mismo- le dice nada mas estar a su lado- al parecer el Padre Adelmus necesita que le entreguemos nuestros anillos de boda de inmediato. Yo iba entregárselos ahora, por lo que te aconsejo que hagas lo mismo.

- Innya sale de las cocinas y por un momento se queda aturdida cuando la deslumbrante luz del Sol le da en los ojos.

- Cuando salió al patio esta mañana era tan temprano que todavía era prácticamente de noche, pero ahora es casi mitad de la mañana. ¡Y la boda es a mediodía! Tanto por hacer y se está echando el tiempo encima.

- Observa a los lacayos Mikail y Vasilov atendiendo un extraño carruaje.

Se trata del carruaje eclesiástico del Padre Adelmus Basarab, inspira temor nada más verlo.

- El Capitán Zarak está por allí, aparentemente ocioso.

- Ante la Capilla del Castillo hay tres hombres importantes y poderosos: El Senescal Stolnic, el Reverendo Padre Adelmus, y el Caballero de los Cárpatos.

- Por un momento, Innya se queda un poco parada.