Partida Rol por web

Un breve estremecimiento recorrió el cuerpo del Caballero al escuchar el nombre de Bran de labios de la joven. Una antigua sensación había despertado momentáneamente en el joven, una sensación de culpa, de no haber podido cumplir con sus promesas, vieron la luz un breve instante en su mirada, que apartó rápidamente para ocultarlo.

Tras el momento de sensaciones encontradas, el Caballero volvió a enterrar sus sentimientos, como había hecho siempre sin problemas, al menos cuando no se encontraba en la intimidad con Dubieta.

Arrastró la manta por el suelo hasta la portezuela por la que asomaba Tomescu.

- Toma- dijo tendiéndosela.- Bajo yo solo.

Esperó a que el guardia se apartase, si es que se apartaba, para bajar del carro por él mismo. Y es que aquel gesto al que estaban acostumbrados los adultos, sin el menor significado para ellos, era de gran importancia para Tiberiu.

Tomescu asintió, pero le advirtió de que tuviera cuidado por donde caminaba. Era un lugar peligroso y traicionero aquel en el que estaban, y para Tomescu la seguridad del muchacho y de su familia era lo primero, incluso por encima de su propia vida. Tomescu agarró la manta que Tiberiu le ofreció, la agarró y la depositó suavemente sobre el carromato, por la parte exterior. Con ese acto se apartó de la puerta para que el pequeño pudiera salir.

-Ten cuidado, Tiberiu. No te alejes demasiado.

Tomescu siguió lanzando miradas hacia todos lados, manteniendo su guardia eterna.

Solo cuando Tomescu se apartó de la puerta pudo ver el castillo de Balgrad, claro que él no lo sabía. Se quedó boquiabierto nada más verlo e inmóvil bajo el umbral de la portezuela recordó el castillo que había visto en sueños. El suyo era más grande, por supuesto, más bonito y con un patio, pero también estaba más lejos que aquel que veía al otro lado del puente de madera.

Bajó los escasos peldaños que lo separaban del suelo parándose en cada uno de ellos para comprobar que la silueta de las almenas y las torres seguían recortándose en el cielo. No era un sueño. Estaba allí, esperándole. Y sin monstruos custodiándolo.

Comenzó a correr emocionado hacia él, pero cuando unos pocos pies lo separaban del carró se paró y empezó a gritar.

- ¡Schaar! ¡Schaar!- le llamó mientras señalaba con insistencia aquella mole de piedra.- ¡Schaar! ¡Schaar, mira!

- Los que miran hacia el castillo notan cierta agitación en sus almenas. Al parecer los guardias feudales han visto a la comitiva noble, es probable que en poco rato salgan a recibiros.

Aún esperando la respuesta de su bella prima, Radovina desvía los ojos hacia el carruaje que precede al suyo, al escuchar la voz infantil e ilusionada de su pequeño sobrino. Y, al hacerlo, se da cuenta del movimiento en el Castillo, les han visto llegar, y se preparan.

-Dubieta, querida, ve a por tu hijo. Ha bajado del carruaje, y creo que pronto vendrán a recibirnos, estoy viendo los preparativos. Es mejor que nos encuentren también a nosotras preparadas...

Hace un ademán al Guarda Boru, cercano al carruaje, como siempre.

-Avisa a todos en la comitiva. Van a salir a recibirnos. Que el séquito se prepare, deseamos que sea un encuentro digno de los Szantovich.

Los pensamientos se esfumaron de la mente del guerrero cuando escuchó la fina voz infantil de Tiberiu - ya me encargo yo. Proseguid con vuestros preparativos, por favor - indicó a la par que saltaba del carro en dirección hacia el niño.

El Caballero corrió hacia el pequeño, al que quería como si fuera su propio hijo y así trataba - pero, ¿dónde crees que vas? - dijo con voz cálida y cariñosa, impropia de un Caballero de su fama - sí, hijo, el castillo de Balgrad. ¿Quieres que entremos? En un ratito podrás ver su interior - aclaró al pequeño a la vez que miraba hacia la fortaleza y se percataba de la actividad en ella reinante.

Alzando al joven en volandas para ponerlo sobre sus hombros, Schaar volvió a acercarse al carruaje de Radovina - mis señoras, nos esperan en el castillo - dijo en clara referencia al movimiento que se apreciaba en él.

Schaar había acudido a su llamada, aunque lo había hecho sin el caballo. Tampoco es que le importase demasiado.

- Mi castillo es mejor- sentenció.- El castillo de Tiberiu.- Si Balgrad le había dado su nombre, él no era menos.- ¿Quién es Balgrad?

Entonces se acordó de por qué había bajado. La verdad era que no había pasado prácticamente nada de tiempo desde que se había decidido a salir del carro, pero el castillo, y el puente, y el agua que lo rodeaba, y las personitas que desde los hombros de Schaar podía ver moviéndose en la parte de arriba del castillo habían llegado a captar tanto su interés que se había olvidado de todo lo demás.

- Te traía una manta, Schaar. Se la ha quedado Tomescu.

- "¡Sí, mi señora!" -

El cochero y el mozo de cuadra estaban en el pescante. El Ama de llaves y la Doncella aguardaban fuera, mientras las dos damas conversaban dentro del carruaje.

Los dos guardias a pie seguían al carro detrás del mismo, a ratos enganchándose en la parte posterior o subiéndose al techo.

El Guardia Boru se puso al frente de los seis orgullosos sargentos feudales, que presentaban una estampa impresionante con sus cotas de mallas, escudos con el emblema de la Gran Casa Szantovich y lanzas.

Los guardia

EXPLANADA DEL LADO OESTE DEL RIO (ANTE EL LARGO PUENTE QUE DA ACCESO AL CASTILLO):

COMITIVA NOBLE:

- Veis salir del interior del Castillo a un grupo de Jinetes:

* Un hombre de aspecto regio, con ropas nobles, espada y guanteletes.

* Le sigue un hombre con armadura y espada, que porta en una mano bien alto el Estandarte del Duque de Transilvania. Parece un hombre duro.

* Le sigue alguien que parece un noble de la Corte, bien vestido y aparentemente desarmado.

* Cierran la marcha seis soldados a lomos de ruanes de carga. Parecen incómodos y cabalgan de forma desacompasada y torpe.

HABITANTES DEL CASTILLO:

- Estáis viendo a la comitiva noble: parece compuesta por dos carruajes nobles con un tiro de cuatro caballos cada una, y una escolta de siete hombres a caballo, uno de ellos un caballero a juzgar por su aspecto. Los otros seis parecen sargentos feudales, tipos duros y bien entrenados.

- Además, hay otros tres guardias a pie, uno de ellos con cota de malla completa, un cochero, un mozo, y dos criadas. Hay un niño muy guapo vestido con ropas nobles y en uno de los carros dos damas nobles poseedoras de la legendaria belleza de la Gran Casa Szantovich.

CAMPESINOS:

- Por el camino de la ciudad llegan una mujer y dos chicos jóvenes. Los tres visten ropas humildes y sencillas, pero van razonablemente limpios y no parecen desastrados. Se van acercando lentamente hacia el puente que da acceso al Castillo.

Schaar llevó a Tiberiu de nuevo a su carruaje y, tras bajarlo de sus hombros con sumo cariño, lo dejó en su interior - Ahora van a venir a recibirnos unos señores del castillo y debo montar, cuando acaben, si tu madre te deja, te monto a lomos de Fiero para entrar en el castillo, ¿te apetece? - dicho lo cual hizo una señal a Tomescu para que se acercara - Tomescu, cuida de él. Espero que todo vaya bien, pero si hay algún contratiempo ya sabes lo que hay que hacer -el guardia, tal y como Dubieta y él le habían hecho saber en múltiples ocasiones, tenía la orden de poner a salvo al joven para evitar que sufriera ningún daño si algún problema surgía y, de paso, evitar ninguna visión que pudiera dañar su mundo de infante.

Iacobus, al galope, no sesgó la velocidad del corcel que le habían preparado. Podía escuchar los pasos de los otros caballos tras él, y darse cuenta quiénes venían siguiéndole y en qué orden. No era difícil, dado que hacían más ruido que una jauría de sabuesos mal entrenados y totalmente descoordinados, sobre todo los últimos. Pero su atención estaba puesta en otro lugar.  Sus ojos estaban más allá del puente, de la línea donde comenzaba la madera, allí donde comenzaban a divisarse los rostros de quienes se habían estado acercando desde que fuera dada la voz de su presencia. Posó primero la mirada sobre las armas, luego sobre los carros y, finalmente, sobre las mujeres.

Increíble. Pero yo sabía que volvería.

Todos sus pensamientos, por estar de espaldas, le fueron negados a sus acompañantes. Y, por estar lejos, le fueron negados a los extranjeros. Iacobus pasó la línea del puente y detuvo el caballo a la distancia que, sabía, el Chambelán esperaría que la comitiva se detuviera mientras emprendía las acciones de lengua viperina y lamecojones de seda que se le ocurrieran. Se ubicó así en un lugar estratégico, un lugar en el cual veía perfectamente a toda la comitiva y quedaba a un golpe de caballo de alcanzarlos si algo sucedía, a la vez que tendrían que pasar sobre él si querían pasar por el puente. Pero no lo suficientemente cerca como para que lo vieran bien y lo apreciaran por entero, en toda su magnífica gloria.

Había prometido al Chambelán un as bajo la manga, a fin de cuentas. Oh, y eso tendría el Castillo.

-Descuida mi señor, al chico no le pasará nada -respondió Tomescu con una ligera reverencia, la que podía permitirle el pesado equipo que llevaba, sobretodo la enorme hacha. Miró al frente, hacia el castillo, donde todo el mundo se movía agitadamente para finalizar los preparativos. Nobles... Tomescu nunca comprendería ese mundillo, él estaba anclado en uno más inferior y sencillo, donde lo único que debía hacer era velar por la seguridad de los "mayores", aunque eso le costase la vida.

Se acercó a Tiberiu y asomó su mirada por la ventanilla. Sonrió, como buenamente pudo, pues su rostro con barba de escasos días y varias cicatrices adornando sus ojos castaños, no le permitían ofrecer un rostro mejor.

-¿Así que quieres un castillo? ¿ser como Schaar Dvy? Para eso debes entrenarte más, y ser más fuerte. No obstante hijo, no es un mundo divertido... debes ser valiente, sobretodo eso.

Como era de esperar el tiempo era un problema al haber parado tan cerca del castillo, y encima la salida de Tiberiu del carruaje la cogió por sorpresa. Ya le parecía escuchar los portones de madera abriéndose para que salieran a recibirles, o cuanto menos a adelantarse y comunicar al castillo su llegada.

- Ciertamente prima, somos Szantovich; pero también sé que ya no nos respalda la gloria de antaño –aquello era un terrible contratiempo- He de regresar no vaya mi hijo a causar algún problema, es muy entusiasta –sonríe.

Antes de que la puerta se cerrara estando ella en tierra se giró hacia su prima.

- Un momento de humildad, una eternidad de gloria –marchó al fin hacia el carruaje.

Schaar había regresado a su hijo al carro y montaba ya su caballo para estar preparado. Tomescu hizo lo propio nada más llegar al carro y dedicó un asentimiento de cabeza a Schaar, que esperaba como todos la llegada de los representantes del castillo.  Nada más subir notó el entusiasmo del pequeño.

- Tiberiu, cariño, sabes que no me gusta que te alejes sin estar acompañado. Parecía que querías hacerte con ese castillo –rió ligeramente- ¿Has dormido bien?

Recogió la manta del asiento y la dobló mientras escuchaba al pequeño.

El carruaje de la Condesa no hizo ningún movimiento, no era lo adecuado dado la situación. Tenía pensado, antes de que se precipitaran las cosas, enviar un aviso antes de que dos carros nobles se presentaran en las puertas de improvisto. Pero sí algo sabía es que hay que esperar que las cosas no salgan como uno quiere.

- Caballero Dvy -lo llamó de la forma que solía hacerlo en público- Dejemos que se acerquen, es menos problemático.

Entonces miró a su hijo y mientras se acercaban los enviados del castillo consideró que era un buen punto a tratar.

- Siempre hay que enviar un emisario para avisar de la llegada a un castillo, o cualquier lugar que se quiera ir de antemano -comentó con aquel habitual tono que le dejaba claro al pequeño Tiberiu que su madre estaba explicándole algo y que si no le preguntaba debía sólo escuchar- Las circunstancias no son las que esperaba por eso no avanzamos. Sería doblemente descortés si su grupo de emisarios ha salido a nuestro encuentro pues parecería que nos están dando el alto más que recibiéndonos.

IAKOV:

- Tirada oculta y secreta de Apariencia + Sigilo.

- Oculta es marcando la casilla tirada oculta.

- Secreta es en un post aparte sólo para el Director, un post en que sólo está la tirada.

- El caballero que iba en cabeza se queda algo rezagado.

- El fuerte Capitán con el Estandarte del Duque llega el primero, seguido de inmediato por el noble ataviado con ropajes cortesanos: el Chambelán de la Corte del Duque.

- Los seis guardias se las apañan para detener sus caballos con elegancia casi al mismo tiempo, dando muestra de disciplina.

- El grupo de bienvenida del castillo ha cruzado el largo puente que une la orilla con la isla.

-"No se preocupen queridos sobrinos-digo abrasándolos-yo estoy bien y me alegro que ustedes también, por lo visto esa gente no tiene respeto por nadie"-digo susurrándoles para que nadie mas escuche.