Partida Rol por web

El Cisma

Capítulo I: Fragmentos

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27/12/2016, 18:33
Antony Payne

Esto... Comienza a perturbarme. ¿Puedo sentir la el flujo de los datos? la sola idea me paree absurda hasta más no poder. Pero si no es eso. ¿Entonces que es lo que he sentido?
El intercomunicador comienza a indicarme como seguir cuando todos los cabellos de la nuca se me erizan y mis músculos se tensionan. Me giro sorprendido y es cuando el tipo gordo pasa a mi lado casi atropellandome con su silla de ruedas. Le voy a soltar un grito para que me deje en paz cuando se disculpa y me hace señas para continuar.

Sin duda mi rostro debe ser un poema. Estoy tan desconsertado con la actuación y la apariencia de este tipo que no logro articular palabra por un par de segundos. El firewall, el video, el mensaje y ahora este tío... Me voy a volver loco.

Tomo el contestador. - Estoy solo, digame por favor a donde me debo dirigir.- no quería perder más tiempo y menos darle oportunidad a este gordo de terminar lo que sea que esté haciendo.

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27/12/2016, 20:37
Oliver Gibbs
Sólo para el director

Oh, venga, sube de una vez, maldito niño, pensaba Oliver. Mientras llegaba la respuesta, tecleó:

¡Frankie! ¡Intenta, yo que se, extender tus sentidos! ¡Necesitamos saber qué código pulsa ese pequeño monstruo! De lo contrario, nos veremos abocados a cinco interminables minutos deduciendo a qué pisos hay que llamar.

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27/12/2016, 20:40
Oliver Gibbs

El gordo de la silla se dedicó a esperar pacíficamente, mientras tecleaba algo en su terminal móvil. Al fijarse en que el chaval le observaba, lanzó en su dirección una beatífica sonrisa conminándole a que hiciera lo suyo con toda la tranquilidad del mundo.

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09/01/2017, 20:51
Aiden Becher

Me gustó lo que transmitía aquel salón. Era luminoso y colorido, acogedor. Tal y como parecía ser también la mujer. Me habría resultado muy sencillo sentirme cómodo en ese lugar si no hubiera sido por la compañía del tipo que se creía un lord del siglo XIX.

Cuando mis ojos terminaron de analizar el salón, se dirigieron a la mujer en la cocina y la escuché repetir más o menos las mismas palabras que me había dicho a mí un rato atrás. Me hizo gracia de alguna forma, como si aquello fuese una especie de santo y seña involuntario, y cuando el hombre me habló, me encogí de hombros, dándole la razón a lo primero con ese gesto, sin llegar a dársela del todo.

—No sé si yo diría tanto... —empecé a responder. Pero me detuve cuando la atención del tipo se centró en Madeleine y yo mismo volví a mirarla y a escuchar lo que decía.

Sentí una leve curiosidad por lo que estaría sucediendo en el portal y recordé mi propia llegada, teñida con esa paranoia que Merodach me había contagiado. Sonreí para mí mismo, divertido en ese momento con mi propia tontería, y cuando el tipo relajó su postura, yo di algunos golpecitos en la mesa con los dedos extendidos, como haciendo una melodía. Dos invitados, la mujer, el tío raro. ¿Cuánta gente más tendría que venir?

—¿Y todos ustedes también son... Bueno... —dudé un poco sobre cómo expresarlo y finalmente me encogí de hombros sin llegar a decir la palabra que todavía me hacía sentir escéptico—. Ya sabe. Eso.

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11/01/2017, 20:02
Narración

-Muy bien- responde la voz femenina dubitativa desde el intercomunicador. -El flat  está en el último piso. Al salir del ascensor, justo a la derecha. No tiene pierde- añade amablemente. La suave estática que informa de la existencia de la comunicación da paso a un silencio profundo apenas interrumpido por el teclear del hombre en silla de ruedas. La mujer ha colgado el auricular de su lado.

Tras unos instantes un zumbido metálico y molesto proveniente de la puerta roja interrumpe los escasos segundos de tranquilidad, e informa que con sólo un empujón sería posible abrir la puerta de entrada y caminar hacia el ascensor, a tan sólo unos cuantos pasos de allí. Una corriente de aire sopla con alguna fuerza, incrementando la sensación de frío. las nubes en el cielo se mueven con cierta más velocidad y el color general del día, gris y sórdido, se ve interrumpido por pequeños agujeros de un azul muy claro por el que se filtran algunos rayos de luz.

Notas de juego

Si os separáis, mensajes sólo para el director. Si no, marcaos los dos.

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11/01/2017, 20:07
Narración

Frankie: [color=#7F462C]¿Extender mis sentidos? Creo que estás sobrestimando mis capacidades Olliver. A menos que puedas conectarme a ese dispositivo, mis sentidos están tan limitados como los tuyos. [/color]

Responde a través de uno de sus mensajes la inteligencia artificial. Puedes imaginar cierto rostro de disgusto a medida que el sarcasmo de sus palabras tomaba forma de alguna manera en tu mente.

Frankie: [color=#7F462C]Si tanto necesitas saber el piso, por qué no pruebas alguna solución más sencilla. Pregúntale al humano. O entra al edificio y verifica con tus propios ojos tu hipótesis.[/color]

Sugiere en una segunda respuesta.

Frankie: [color=#7F462C]Lo que vayas a hacer, hazlo pronto.[/color]

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11/01/2017, 20:07
Narración

-Muy bien- respondió Madeleine, haciendo una pequeña pausa -El flat  está en el último piso. Al salir del ascensor, justo a la derecha. No tiene pierde- dice finalmente.

Tu pregunta interrumpe el contacto visual del hombre con la anfitriona, quien ahora te observa mientras deposita el té con suavidad sobre el plato, hasta escuchar el tintineo de las porcelanas juntándose. El extraño mantiene su enigmática sonrisa. -¿Despertados?- repite pronunciando con lentitud y énfasis, como un profesor educando a sus estudiantes a hablar con propiedad. -Sí. Lo somos. Sólo un Despertado puede llegar a saber por lo que pasan otros. Es apenas lógico- explica con absoluta calma, impregnando el comentario de un aire de normalidad. -Es por eso que Merodach te envió aquí, con Madeleine- añade.

En ese momento, la voz femenina de Maddie interrumpe vuestra charla. -Oh, lamento la interrupción Aiden. Ehm...- dice mientras examina la situación. -Oh... sí. Aiden, él es Arcadius, un amigo. Archie- dice mirando al hombre, que no parece inmutarse por el diminutivo -...él es Aiden, el chico que viene de parte de Merodach.- y sonríe con amabilidad, realajando la tensión de la habitación visiblemente.

-Ehm, creo que tu otro invitado está allá afuera. Me parece haberlo escuchado mientras Antony intentaba hablar. Creo que podría decirle por el intercomunicador que pase...- dice Madeleine, hablando hacia el hombre.

-Sabes que no es así como debe hacerse. Me será más difícil justificarle sin que haya pasado esta pequeña prueba. Y si su perfil es preciso, dudo que él mismo lo aprecie- contesta Arcadius.

-Archie, pero va en silla de ruedas, no veo nada de malo con darle una mano- intenta responder la anfitriona.

-Su problema no afecta su capacidad de raciocinio. Cada cual debe encontrar su camino a pesar de sus limitaciones- se justifica el otro.

Maddie se sienta en la silla a tu lado y suspira. -A veces las personas necesitan un pequeño empujón para lograr grandes cosas. Para descubrir de que son capaces.- pausa y se gira hacia ti, sonriente. -¿Tú que opinas Aiden?- pregunta de manera casual.

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11/01/2017, 21:56
Oliver Gibbs

Oh, me rindo. El señor gordo miró al chico. Miraré en el directorio, creo que sabré llegar. Pase usted primero, pase.

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17/01/2017, 20:20
Aiden Becher

Asentí con la cabeza rápidamente cuando el hombre respondió con esa pregunta. No me gustaba que me tratase como si tuviera algo que enseñarme, pero me tragué el orgullo porque realmente quería saber más. A esas alturas el escepticismo había madurado ya en mi interior hasta ir liberándose de las primeras capas y de alguna forma sentía mi mente más abierta a lo que me pudieran contar en ese lugar. Pero aún así... Sin duda «despertados» sonaba mejor que «magos». Como menos a Harry Potter y más a patraña de seminario de autoayuda. Pensé que algo era algo y seguí escuchando con atención lo que el tipo decía hasta que la mujer regresó.

—No te preocupes —le dije a ella, haciendo un gesto con los hombros que le quitaba importancia a la interrupción y le devolví la sonrisa. Definitivamente me caía bien esa tía.

Después escuché atentamente el intercambio entre ambos. No terminaba de entender de qué hablaban, qué clase de prueba podría haber en llamar a un telefonillo. Así que alterné mi mirada de una al otro y vuelta hasta que Madeleine mencionó la silla de ruedas.

Entonces me acordé del minusválido que había visto en la calle. Ese que me había dado mal rollo y que temí que quisiera colarse en el portal detrás de mí. Hay momentos en la vida en los que uno llega a avergonzarse verdaderamente por sus propias acciones y ese fue sin duda uno de ellos. El pobre tío estaba también invitado a esta extraña cita para tomar el té y lo había dejado en la calle. Pude sentir con total claridad cómo me enrojecían las mejillas por la vergüenza que sentí de mí mismo.

Así que cuando Madeleine se dirigió a mí, yo estaba pensando en lo despreciable que había sido mi comportamiento y en cómo la paranoia que Merodach me había contagiado había hecho que me portase como un ser mezquino. De todo se aprende y yo aprendí algo ese día, aunque entonces no era todavía consciente de ello.

—Yo no sé muy bien de qué habláis —respondí, haciendo un gesto con la mano que tenía fuera del bolsillo—. Pero si el tío está en silla de ruedas, creo que deberíamos bajar a echarle una mano, ¿no? A lo mejor ni siquiera alcanza el botón del interfono. Lo vi fuera cuando llegué y no le ayudé, pero puedo bajar a ayudarle ahora.

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20/01/2017, 18:14
Narración

El joven entra rápidamente y luego permite que Oliver pase, sosteniéndole la puerta y observándole con visible desconfianza. Musita un lacónico "ok", y para cuando ambos están adentro, deja que la puerta se cierre sola. La planta baja es alargada, y todo el lugar tiene un espectro verde y azulado de colores bastante frío y poco armonioso. Hacia el final están las escaleras que llevan al primer piso. Hay dos puertas cercanas marcadas con el 1 y el 2.

El ascensor descansa en la mitad de aquella planta. En cuanto el joven presiona el botón, tarda unos incómodos segundos en llegar. Las puertas se abren y revelan un interior estrecho y de un color pálido uniforme. Hay apenas espacio para el chico y el hombre en silla de ruedas. Los botones de los pisos son redondos, negros y gruesos, ocupando dos filas y numerados desde el 1 hasta el 16. Con el 0 ocupando un lugar central bajo las dos columnas.

El joven de lentes presiona el que dice 16 rápidamente y luego mira al minusválido. -¿A qué piso?- dice secamente mientras su dedo está listo y cerca a los botones.

Notas de juego

Antony ha sido pnjotizado por ahora.

Os he movido un poco rápido para no perder la inercia.

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20/01/2017, 19:02
Narración

Arcadius te observa detenidamente. Su mirada seria pareciera poder atravesarte, y sientes una leve incomodidad mientras te observa. Luego notas como su rostro adquiere cierto talante divertido que intenta disimular volviendo a subir la taza de té hasta tenerla frente a su rostro para cubrir su boca. -No hay necesidad, Aiden- te dice -Ser cuidadoso y algo paranoico es una buena costumbre ahora. Nunca sabes quién podría estar trabajando para el enemigo después de todo.- su tono toma un carácter más serio. -Y no creo tampoco que Oliver vaya a apreciar tu esfuerzo- añade.

-!Archie!- dice Madeleine en tono acusador, guarda silencio y luego suspira. -No te tomes nada de lo que diga a pecho...- te dice a ti. -... sin embargo, Archie tiene razón. Tu existencia ahora, como Despertado no está exenta de peligros. A veces es necesario ser muy cuidadoso, sobretodo si no quieres atraer la atención de las personas equivocadas.- ella también usa un tono serio al hablar de ello. -Pero ya que sabemos quién es Oliver, no veo por qué no podemos darle una mano para que nos encuentre. ¿No es eso lo que queríamos desde el principio- añade la mujer mirando a su compañero.

-Calma- responde Arcadius bajando la taza tras tomar un largo y sonoro sorbo de té. -Os habéis concentrado en su discapacidad. Ya le ofrecí ayudarle debido a su... dificultad y me rechazó de pleno. Es un tío listo, llegará aquí por su cuenta. Hacerle sentir menos porque va en silla de ruedas desde el principio no nos va a hacer ganar sus simpatías- explica con impecable neutralidad y finaliza con una sonrisa de cortesía que te cuesta leer completamente.

Madeleine se queda en silencio. Puedes sentir que está algo avergonzada, pero no dice nada y sonríe nerviosamente. -Vale, será como digas. Aiden, ¿has probado el té? Es un Assam Mangalam indio, de sabor increíble. No he encontrado a la primera persona a la que le disguste- dice con una sonrisa amable. Se levanta y toma la tetera con gentileza. -¿Quieres un poco?- te pregunta.

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20/01/2017, 19:26
Oliver Gibbs

Oh, no, no, no, joven, suba usted, yo tengo que estudiar el directorio, a ver si recuerdo dónde... Suba, suba, mi silla ocupa todo el espacio disponible.

El hombre gordo de la silla permaneció en el descansillo plácidamente, mientras observaba al nervioso joven esperar al ascensor.

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22/01/2017, 02:03
Oliver Gibbs
Sólo para el director

Una vez solo, Oliver miró en ese maltdito directorio (en los buzones, vaya) a ver qué narices ponía en la etiqueta.

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22/01/2017, 11:24
Narración

El conjunto de buzones está un poco al fondo. Una matriz de compartimentos de colo azul marcados con una pequeña placa que indica el número y en la mayoría de los casos, una segunda placa indicando el nombre del residente. En algunas ocasiones, dicho nombre estaba escrito en una pieza de papel con diversos estilos de caligrafía y colores.

No te toma mucho darte cuenta que tu hipótesis estaba errada, aunque no por mucho: el último número presente es el 67, a nombre de M. Brown, escrito en una de las placas que parecen marcar residentes más permanentes o más preocupados por la presentación de su buzón.

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22/01/2017, 19:14
Oliver Gibbs
Sólo para el director

Frankie...

...tecleó:

...soy idiota, realmente. 67 es un número que tenía tan a mano que ni se me ocurrió que pudiera ser útil. Trabajé lo indecible para sacarlo de entre aquella masa de códigos y he tenido que recurrir a estúpidas simulaciones para encontrar dónde encajaba. Bien. Aquí lo tenemos, en todo caso.

Creo, siguió pensando, que voy a llamar al telefonillo. No deseo que se sorprendan en exceso. Puede que anden un poquito paranoicos. Esperó escuchar la misma voz que respondió a las dos personas con las que se había encontrado en ese mismo portal. Una bonita reunión se iba a montar. ¿Vendría más gente?

Quizá... Qué demonios.

Finalmente se decidió por hacer justo lo contrario. Entró en el ascensor y subió a la última planta. No llamaría a ese telefonillo. Le había cogido manía.

Una vez arriba, antes de tocar al timbre del piso que le interesaba, se entretuvo en escuchar si hablaban dentro. Y en saber qué hablaban. No pegó el oído a la puerta, claro. Demasiado vulgar. Se limitó a permanecer ahí con aire despistado. Casi como dormitando.

Micrófono si que tienes, querido Frankie. Pon la captación de sonido a tope, haz el favor, y dime si percibes conversaciones que yo no consiga escuchar.

Notas de juego

Escuchar tras las puertas, dire :)

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25/01/2017, 02:05
Aiden Becher

El aire divertido del tipo estirado me molestó un poco, como si hubiera algún chiste privado en lo que yo había dicho y que no era capaz de ver. Fruncí un poco el ceño mientras él hablaba y después asentí a las palabras de la mujer, mostrando mi acuerdo con ella. Todavía algunos detalles de lo que decía se me escapaban pero había llegado a entender que ella también quería ayudar al tipo minusválido.

Sin embargo, lo que dijo el otro después me dio qué pensar. Podía comprender que alguien no quisiera ser juzgado por una discapacidad y tal vez si yo mismo no hubiera estado dispuesto a cerrarle la puerta en las narices me habría sentido más cómodo con esa idea. Como fuese, no quería humillar a ese hombre al bajar específicamente para ayudarlo, sobre todo si él quería mantener su dignidad en alza y demostrar que era capaz.

Así que dejé escapar el aire por la nariz y acepté el cambio de tema de Madeleine, enderezando un poco mi postura hasta el momento algo indolente.

—Nunca lo he probado, pero me encantaría hacerlo ahora —dije, acercándole mi taza.

Hacía mucho que no tomaba el té, así sentado en una mesa, todo tan ceremonioso, probablemente desde la última vez que estuve en casa de mis abuelos maternos. En casa de mi madre nunca había tenido mucha fuerza esa costumbre que se me antojaba arcaica y en casa de mi padre preferían celebrar el Samhain que el día de Guy Fawkes. Una pena que todavía faltase un rato para las cinco, seguramente el tipo aquel habría preferido tomarlo entonces, con una precisión milimétrica, sin siquiera desviarse medio segundo. Sonreí para mí mismo con ese pensamiento.

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25/01/2017, 18:37
Antony Payne

ocupa todo el espacio disponible en el pasillo obvio lo hace en el elevador. pensaba mientras observaba a ese hombre. En circunstancias normales le habría ignorado pues no representa nada que me interese. Pero debido a esta "forzosa colaboración" me percataba de lo extraño que era y francamente quería dejar esta situación cuanto antes. Señor, tenga un buen día a lo cual cerraba la puerta del elevador y espero que este me lleve al lugar donde espero se puedan resolvar las dudas que traigo. Espero que esto no sea una pérdida de tiempo. pensaba mientras sacaba el móvil y alieaba mis jugadores para el próximo partido. Hattrick es entretenido.

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25/01/2017, 20:17
Narración

El silencioso viaje en el ascensor estuvo cargado de un tenso silencio, mientras sólo tus pensamientos te hacen compañía. Llegas al último piso y Al descender y girar a la derecha, hay tan sólo dos puertas, una en cada muro, separadas por la esquina. La puerta de un color azul oscuro que te enfrentaba directamente tenía un "67" marcado en números plateados. Hay un botón para timbrar justo al lado, con una nota de papel escrita a mano y pegada con cinta transparente que dice "No funciona". Golpeas la puerta con suavidad. El espacio del piso es amplio e iluminado, el suelo es de un tono marrón y las paredes de un azul claro. En el medio descansan las escaleras para descender a los pisos inferiores. La ventana del piso da una vista agradable hacia los techos del sector, oscurecidos por el inminente y oscuro nubarrón que eclipsa el sol aquella tarde.

La puerta del flat se abre con lentitud, revelando a una mujer de mediana estatura, piel oscura y afable sonrisa. Se trata de una dama rolliza, que aparenta no más de treinta años. Su cabello rebelde está apenas contenido por una cinta verde a la altura de su frente.  Sus facciones son suaves, delicadas y armoniosas, mientras el relieve de su rostro enmarca sus pómulos con cierto extraño atractivo. Sus ojos son vivaces y marrones, su boca muestra una sonrisa afable. Está vestida con un vestido amplio de dos piezas: una camiseta grande de color púrpura que deja ver su cuello pero que disimula la forma de su tronco, y una larga falda verdosa a pliegues que llega hasta los pies.

Del apartamento se desprende un agradable olor a agua tibia y a esencias herbales, te recuerda al aroma que tiene el té recién servido al destapar la tetera. La luz que proviene de dentro es débil, aunque suficiente para iluminar el tono azul-verdoso de las paredes del interior que apenas alcanzas a ver.

-Bienvenido... ¿Antony? ¿Cierto?- dice la mujer con voz amistosa. Su acento está fuertemente marcado, latino o griego quizás, sus consonantes son pronunciadas con un énfasis exótico. -Pero pasa, pasa. Te estamos esperando- invita y se mueve un poco para invitarte a pasar. No puedes ver mucho, salvo un perchero de varios brazos que descansa al comienzo del pasillo sosteniendo un sombrero de hongo de color negro y una chaqueta abombada. -Puedes colgar en el perchero tu abrigo, y luego al comedor- dice sonriente, cerrando la puerta.

Espera a que dejes tu propio abrigo y te saluda efusivamente con un beso en cada mejilla. -Mucho gusto, mi nombre es Madeleine, pero puedes llamarme Maddie. Pero ven, sígueme- dice invitándote hacia el interior.

El pasillo principal del apartamento es largo. A tu derecha puedes ver dos entradas: La primera tiene una puerta de abalorios en la que cada tira tiene un color diferente, y cada cuenta es de diferente tamaños, semi-transparentes. Las trenzas de la puerta se mueven a medida que pasas, como si se tratase del oleaje del mar. Puedes entrever en medio de la habitación a oscuras una cama y una biblioteca. Más adelante hay una segunda puerta sólida de color marrón oscura que se encuentra firmemente cerrada. A tu derecha hay otras dos puertas casi hacia el final, una blanca, cerrada y una hacia el final levemente entreabierta que asumes debería ser el inodoro.

Es allí cuando Madeleine, quien va tras de ti se detiene. -Oh, llegó Oliver- dice mirando hacia el inicio del pasillo. Te sonríe -Sigue a la cocina, allí encontrarás a los demás. Ya os alcanzo- dice caminando de regreso hacia la puerta.

El final del pasillo está marcado por otra puerta de abalorios, dejando ver el principio de una mesa redonda. Pero antes de que entren, un timbre eléctrico irrumpe la aparente tranquilidad del lugar. -Oh... parece que ha llegado el tercer invitado. Tú sigue y dame unos segundos- dice y al entrar a la sala, gira por una puerta a la derecha hacia la cocina.

La sala es un lugar amplio con una ventana que da al exterior. Está más iluminada que el resto de la casa. Hacia el fondo hay dos grandes sofás azules y una mesita en medio con porcelanas interesantes. Más cerca a ti hay una mesa redonda de caoba, con seis puestos. Sobre la mesa hay dispuestas 6 tazas blancas sobre un plato, sólo cinco de ellas boca-arriba, y todas con una cucharilla. En el medio, sobre un delicado individual tejido en grandes hilos blancos, hay una tetera mediana de color blanco, con grabados verdes en forma de plantas, y una bandeja con galletas. Y en la silla que da la espalda a la ventana del fondo hay un hombre, y opuesto a él hay otro más.

El primero está vestido bastante formalmente. Usa una camisa de un blanco resplandeciente difícil de ignorar, una corbata azul turquesa con un prendedor dorado. No es particularmente atractivo, aunque sus rasgos eran inusuales. Su rostro exhibía una mezclas de tonalidades rollizas y unas facciones que parecían querer ser abombadas, pero que estaban aparentemente disminuidas por la ganancia de una rápida delgadez. Sus ojos verdes fulguraban con cierta inteligencia inquietante. Su cabello, de un color marrón muy oscuro, en medio de una alopecia que se extendía lenta y notablemente a pesar de lo que parecían intentos por cubrir los espacios de su cabeza.

El segundo, más cerca a ti, está vestido de manera más casual. Es bastante más joven que el primero y su cabello está tinturado de un azul verdoso, más alto y más delgado, su postura se opone por completo a la del primero, mezclando cierta prevención con soltura. Frente a ambos hay tazas con un líquido color miel humeante. 

El hombre vestido formalmente sonríe al verte. -Bienvenido Antony. Esperemos unos instantes a que nuestra estimada anfitriona termine de darle la bienvenida al último de los invitados, para que pueda realizar las presentaciones formales. Toma asiento mientras tanto si lo deseas.- dice con sobriedad. 

Notas de juego

Te he movido un poco rápidamente por la escena, cosa que no acostumbro a hacer, porque estoy sincronizando tiempos con todos. En la medida de lo posible, no sucederá comúnmente, :).

Puedes marcar a Aiden como destinatario.

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25/01/2017, 20:42
Narración

Frankie: [color=#7F462C]Tu modelo tenía tan sólo una unidad de error. Sigue siendo una hipótesis relativamente acertada y una verificación exitosa, a pesar de haber tenido la respuesta a la mano. [/color]

Responde Frankie. Luego, al entrar al ascensor, silencio. Estás a solas con tus pensamientos mientras Frankie parecía también explorar al mismo tiempo que tú lo que estaba ocurriendo con vehemencia muda. Llegas al último piso y Al descender y girar a la derecha, hay tan sólo dos puertas, una en cada muro, separadas por la esquina. La puerta de un color azul oscuro que te enfrentaba directamente tenía un "67" marcado en números plateados. Hay un botón para timbrar justo al lado, con una nota de papel escrita a mano y pegada con cinta transparente que dice "No funciona". El espacio del piso es amplio e iluminado, el suelo es de un tono marrón y las paredes de un azul claro. En el medio descansan las escaleras para descender a los pisos inferiores. La ventana del piso da una vista agradable hacia los techos del sector, oscurecidos por el inminente y oscuro nubarrón que eclipsa el sol aquella tarde.

Te ayudas de Frankie para intentar escuchar lo que pasa tras la puerta. Pasan unos instantes y recibes un mensaje inmediato. 

Frankie: [color=#7F462C]Alguien se acerca[/color]

Una vez lo lees, escuchas los pasos, pero antes de poder reaccionar la puerta se abre, revelando a una mujer de mediana estatura, piel oscura y afable sonrisa. Se trata de una dama rolliza, que aparenta no más de treinta años. Su cabello rebelde está apenas contenido por una cinta verde a la altura de su frente. Sus facciones son suaves, delicadas y armoniosas, mientras el relieve de su rostro enmarca sus pómulos con cierto extraño atractivo. Sus ojos son vivaces y marrones, su boca muestra una sonrisa afable. Está vestida con un vestido amplio de dos piezas: una camiseta grande de color púrpura que deja ver su cuello pero que disimula la forma de su tronco, y una larga falda verdosa a pliegues que llega hasta los pies.

-Hola Oliver. Llegas algo tarde- dice y esboza la sonrisa más gentil que recuerdas haber visto nunca antes.

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25/01/2017, 20:42
Narración

-Fantástico, te va a encantar- dice Madeleine mientras empieza a verter el contenido de la tetera lentamente en tu taza. El aroma es casi hipnótico, cálido y acogedor, lleno de extrañas esencias herbáceas y un toque dulce que llega a través de su nariz. El humeante té es del mismo color que el que bebe lentamente Arcadius, quien sólo corresponde con una gentil sonrisa si le observas por más de unos cuantos segundos. Antes de que llenara tu taza, el sonido de golpes en la puerta hace caer un silencio inmediato. La anfitriona deposita con agilidad y suavidad la tetera en el centro de la mesa y se excusa diciendo -Llegó nuestro segundo invitado. Discúlpenme un instante por favor...- dice con prisa pero con afabilidad, mientras camina con rapidez por la puerta hacia el pasillo.

Arcadius decide concentrarse en su té nuevamente, mientras los murmullos de la conversación con el recién llegado alcanzan a llegar a ti, de manera incompleta, pero comprensible.

-Pero pasa, pasa. Te estamos esperando- entiendes. Luego le dice algo que no comprendes bien, y crees escuchar la respuesta de su parte. Luego Maddie añade -Mucho gusto, mi nombre es Madeleine, pero puedes llamarme Maddie. Pero ven, sígueme- y los pasos indican que se acercan. Sin embargo, tras unos instantes, la anfitriona comenta -Oh... parece que ha llegado el tercer invitado. Tú sigue y dame unos segundos- y la oyes alejarse de regreso, aunque podrías jurar que no has escuchado esta vez la puerta.

Tras unos instantes, el nuevo invitado hace acto de presencia. Un hombre joven y delgado, vestido casualmente con vaqueros y con un aire distraído y pálido. Cabello negro corto y unos lentes que enmarcan unos ojos vívidos e inteligentes que observan la situación. Es Arcadius quien interrumpe el silencio inicial. -Bienvenido Antony. Esperemos unos instantes a que nuestra estimada anfitriona termine de darle la bienvenida al último de los invitados, para que pueda realizar las presentaciones formales. Toma asiento mientras tanto si lo deseas.- dice con su característica formalidad.

Notas de juego

Puedes marcar a Antony para las interacciones que ocurran a partir del momento en que entra a la sala.