Partida Rol por web

Oliver permaneció largos segundos pensando en lo que había escuchado. El rollo ese new age que había soltado Madeleine no es que le hubiera llegado mucho, pero lo que dijo Archie le hizo tilín.

Correr aplicaciones en aquello que le rodeaba. Interesante. Se fijó en el mundo en derredor suyo. Cómo lo veía desde hace poco más de 24 horas. Se decidió con rapidez. También tras leer las palabras de Frankie. Comulgaba con esa manera de ver las cosas. Y, lo intuía, iba a necesitar aliados. Conociendo qué clase de selva era el mundo que le rodeaba estaba bien seguro de eso.

Mr. Gibbs permaneció largos segundos pensando el aquellas palabras. Acababa de leer una respuesta (debía estar conectado por Watsapp, aunque tenía deshabilitados los avisos sonoros).

Suspiró. De entrada, al menos por lo que dice esta persona, no creo estar comunicándome con nadie que esté fuera de esta habitación. Por lo que me dice, dado que yo mismo acabo de preguntarle directamente, sospecho que, más que formar parte de mi, formo yo parte de él, ella o ello, lo que sea.

Oh, me ha dado una respuesta llena de lagunas. Podríamos estar discutiendo horas y horas. Puso su terminal móvil encima de la mesa y se la acercó con un dedo a Archie. Lea. Si es que hay algo que leer, y yo no estoy sufriendo alucinaciones.

Se mostraba serio y cauto. Hablaba con expresión sencilla y natural. Con claridad. Esperó a que su interlocutor leyera (si es que había algo que leer) tomando su te con pequeños sorbitos.

Antes de que terminara, empero, se decidió y dijo a Madeleine: háblenos de esas nueve tradiciones místicas, se lo ruego. Y háblenos de los peligros también. Es importante hablar de los peligros.
 

no... puede... ser! me está diciendo que además de seguirles el juego con esta asura debo convertir a otros incautos? joder esto es una secta con todas sus letras.

Mierda! cara de poker no me defraudes... Necesito a estos necios no puedo dejarles ver lo que pienso de sus ideas.

- Pues ese metacódigo obicuo creo que es lo que me gustaría aprender. - Valla nombre más ridículo le dan a las cosas en esta religión.

Luego me giro a mirar a la mujer. - Bueno ya dije que estaba dentro, ya haya agencias que me buscan añadir una más no creo que me haga mucho daño.-

[i] Me pregunto que diría murdock si supiera lo que está pasando... en fin espero poder encontrar el secreto y salir de este sitio antes que afecten mi mente.

Escucho la voz del hombre en la silla de ruedas y me acomodo mejor en mi silla. Si viene una explicación es mejor escucharla con claridad.

Todavía seguía pensativo cuando Madeleine habló de nuevo y, la verdad, lo que dijo me sonó totalmente como una secta. Probablemente se me notase en la cara, porque me di cuenta de que mi labio superior se elevaba un poco mientras recordaba las paparruchas de la rueda y todas las mierdas esas. 

No me gustaban los rollos sectarios ni un poco, pero aún así, cuando dijo que ella podía enseñarme, me brillaron los ojos. Quería aprender y comprender. Era más que quererlo, sentía que lo necesitaba. Medio asentí, medio no, queriendo aceptar, pero todavía lleno de reservas. Y al menos cuando se pusieron a hablar otra vez de cacharros y cosas raras, pude desviar mi mirada hacia los otros tres hombres mientras le daba vueltas al asunto en mi cabeza. 

No entendía una mierda, pero asentí con la cabeza cuando el hombre de la silla de ruedas pidió más información. 

—Sí, ¿qué es eso de las Nueve Tradiciones? ¿Y cuánto cuestan las clases? ¿Esperáis que metamos a otros en la... —secta— organización?

Mis ojos se desviaron hacia los otros dos invitados, queriendo averiguar por sus rostros qué les parecía todo aquel asunto, y después volvieron a Madeleine.

—Quiero aprender —aseguré—, pero todo eso que dices suena como si fuera una secta mazo turbia, perdona la franqueza.

Arcadius toma el móvil de Oliver y lo observa seriamente. Una sonrisa aparece en su rostro, pero no dice nada mientras Madeleine se encuentra hablando.

-No cuestan nada Aiden. Cada nuevo Despertado nos acerca más a lograr la Ascensión, a hacer que todos Despierten. y es nuestra responsabilidad guiaros, así como si algún día os topáis con alguien como vosotros, apenas comprendiendo sus capacidades, será vuestra responsabilidad guiarlo también, y ponerle a salvo- dice con cierto grado de seriedad. -Habiendo dicho esto, es importante que sepáis que cada Tradición tiene sus propias reglas y costumbres, y sólo quienes posean la verdadera disposición para hacer parte de ellas, son aceptados. Lo que puede traducirse de muchas maneras, claro. Pero ya tendréis tiempo de saber más- dice finalmente Madeleine, relajándose un poco y tomando aire.

-Para entender las Tradiciones, tenéis que entender nuestra historia y la historia del mundo. En toda la historia de la humanidad, siempre han habido Despertados, y como suele suceder en estos casos, los Despertados  buscaron otros como ellos y formaron grupos, se unieron alrededor de creencias, filosofías, explicaciones a su capacidad y maneras de ver el mundo comunes. Cada Tradición es el resultado de años de historia, de principios místicos que pueden trazar sus orígenes en diferentes lugares y momentos de la historia, muchos, en épocas en la que la Magia- dice haciendo una pausa -era más libre y accesible a todos. En la que los hombres y mujeres creían en lo místico y lo sobrenatural, y junto a ellos, estaban los Despertados, acompañándoles, abriendo sus ojos a las maravillas del universo.- cuenta con lentitud.

-Pero como siempre, el poder absoluto corrompe absolutamente. De entre los Despertados, un grupo decidió que su visión era la correcta y la única beneficiosa para la humanidad. Ellos decidieron por su cuenta que sólo sus medios eran justificados y que a diferencia de los demás, ellos buscaban proteger a los Durmientes. Y declararon la guerra a todas las visiones diferentes a la propia. Por ese entonces se hacían llamar diferente, pero hoy... bueno, hoy todos les conocemos como la Tecnocracia. Archie podrá contaros más al respecto. ¿En qué iba...?- dice reflexionando unos instantes. -Ah sí, la guerra. La guerra de Ascensión. Los demás, nos unimos para hacerles frente y para protegernos. La Tecnocracia usó todas las artimañas a su disposición, instigó las terribles cazas de brujas, la inquisición y las oleadas de violencia, crueldad y muerte que quizáis os sean familiares. Fue su odio, su manipulación, la que obligó a que nos escondiéramos, luchando por liberal a la humanidad de su posesivo control, lejos de los ojos de los que fuesen nuestros hermanos Durmientes, lejos de sus ojos llenos de temor, de odio, porque eramos diferentes. Hoy, quienes estamos, somos los herederos de dichos magos, somos los guardianes de su conocimiento y transmitimos su visión a los nuevos Despertados, al igual que honramos su misión- Explica con aire triste. Luego, cambia un poco de tema.

-Hay nueve tradiciones, cada una ofrece una respuesta diferente a la última pregunta sobre la realidad. Cada una os ofrece una manera diferente de canalizar vuestras capacidades y ejercer vuestra voluntad. Lo mejor es que escuchéis de sus diferentes miembros una explicación. Pero aceptad mi pequeño resumen.- dice Maddie con una sonrisa.

-Os las explicaré sin ningún orden especial. Primero están los Akashayana, de origen oriental. Si conocéis de artes marciales, sabréis que ya hay un fuerte componente filosófico en ellas. Bueno, pues ahora imaginad que, el verdadero potencial de dichas filosofías, les permiten ignorar las limitaciones del cuerpo.- comienza lentamente. -Luego están los Chakravanti. Aiden, tú ya has conocido a uno de ellos. Místicos del equilibrio y la armonía... que saben tanto de la vida como de la muerte... y tienen poder sobre una y la otra. Luego están... déjame ver, los herméticos, o la Orden de Hermes.- dice y sonríe. -Si habéis visto a Harry Potter, pues es como ello. Pero si os encontráis a alguno, no digáis que los he explicado así. Ya sabéis, varitas mágicas, palabras raras, instrumentos místicos. Todo lo que pensáis cuando pensáis en los magos de fantasía.- hace una pausa y os observa un momento.

-Está el Coro Celeste, quienes explican las capacidades de los Despertados como emanaciones y armonías de Dios. Con D mayúscula, y con el nombre que quieras darle. Los Kha’vadi deambulan entre el mundo espiritual y el nuestro. Su sabiduría se remonta a los primeros humanos... o eso dicen- dice sonriente. Luego mira los dedos de su mano y comienza a contar. -Me hacen falta... déjenme ver... uno, dos, tres, Chakravanti... sí. ¡Ah! Los Verbenae, quienes siguen antiquísimas tradiciones paganas asociadas a la naturaleza. y luego...- dice tomando aire -Los Sahajiya. Mi Tradición. Nosotros creemos en la individualidad y explotamos el potencial de nuestras pasiones. Solo a través de llevarnos más allá de los límites, somos capaces de obrar más allá de los límites. Muchos comprendemos los misterios del Tiempo y la Naturaleza, y empleamos nuestro potencial interior para luchar en contra del estancamiento del ser.- Sonríe -Las últimas dos Tradiciones... son todas tuyas Archie- dice Maddie de buen humor.

-La Sociedad del Éter y los Adeptos Virtuales- enuncia Arcadius. -Comenzamos del lado de... la Tecnocracia. Pero les dimos la espalda cuando vimos en lo que se convirtieron. En aquellas épocas, había un sueño que también llamábamos Ascensión- dice nostálgico. -Los primeros son científicos, inventores, ingenieros, que son capaces de usar la ciencia para traspasar los límites de la realidad. No hay razón por la que la ciencia deba limitarse a unas cuantas leyes porque estas son ampliamente aceptadas. Los segundos... los Adeptos Virtuales, somos los soñadores, los reaccionarios. Nacimos cuando nacieron las comunicaciones, conquistamos el Internet, y usamos las tecnologías modernas como medio, no como fin, para otorgar libertad- dice lentamente, como si fuese algo que tuviese en su memoria siempre presente.

-Y esto nos trae de regreso a los peligros.- dice tomando aire. -El más importante de todos es la Realidad. Lo que hacéis, lo que seréis capaces de hacer no es, bajo la mayoría de los parámetros mundanos, posible. O incluso verosímil. Y sin embargo... podréis hacerlo. Esa es la Paradoja de los Despertados. Cada vez que intentéis violar el Paradigma de la humanidad, cada vez que vuestras acciones se salgan de la escala de lo natural, experimentaréis como la Realidad os castiga en retaliación. Y eso es gracias a la Tecnocracia- explica suavemente.

-En el principio, su objetivo era proteger a la humanidad de los abusos de quienes usaban su Poder para conquistar, para dominar. Y lo lograron... por un breve momento. Pero pronto ellos mismos sintieron la tentación y decidieron que para proteger, debían controlar todos los aspectos de los Durmientes. Todo lo que ellos han inspirado, los ordenadores, los móviles, la tecnología, todo, ha sido un fin. Control, Vigilancia, Represión. Y el resultado es... lo que véis. Complacencia, desdicha, unos pocos con el poder, dinero e influencia, mientras la mayoría de la humanidad se sienta en su zona de comodidad a ver la vida pasar. Puede que no haya tanta pobreza o miseria... pero tampoco hay tantos genios, tantos artistas como los había antaño- explica lentamente.

-Y sin embargo, aún hay Despertados que intentan inspirar a la humanidad hacia algo mejor. Nosotros, somos un peligro para su visión del mundo, por eso, nos persiguen. Por eso, buscan reclutarnos, de cualquier manera. El control mental, el condicionamiento, todo ello, no está por debajo de lo que son capaces de hacer...- dice y empuja el móvil de Oliver de regreso a su dueño.

-No hay nada allí, Mr. Gibbs. No hay una conversación- dice, Maddie sonríe y se acerca para echar un vistazo. -Parece que mis sospechas eran acertadas. Está usted hablando con su Genio interior. Su Avatar. O su Musa, como ha dicho Madeleine- explica*. 

Oliver tuvo un amago de ataque de pánico idéntico al que había sufrido la noche en que conoció a Frankie. ¿Qué hizo que no siguiera su curso? Estaba acostumbrado a la soledad. Su imaginación siempre había estado poblada de conversaciones. Siempre. Hablaba a menudo con su padre, por ejemplo. Con toda clase de personas tanto de su vida habitual, como del pasado, como de su invención.

Saber que en verdad eran alucinaciones sus últimas experiencias fue lo que estuvo a punto de hacerle entrar en pánico. Justamente la causa contraria al ataque anterior. De manera íntima, aquella reacción suya le llenó de curiosidad. Ese fue uno de los motivos de que se desactivara el ataque. ¿Por qué ahora sentía pánico porque lo que sentía fuera mentira cuando antes se había asustado justo de todo lo contrario? Quizá le había estado cogiendo el gusto a esa extraña sensación de ver a través de las paredes.

Además, sus conversaciones con Frankie no habían estado exentas de seguridad. Si el mismo Frankie había comenzado a explicarle que podía no ser más que una alucinación, el efecto resultante perdía gran parte de su carga de inseguridad, pues él mismo se advertía a sí mismo de qué era parte de la realidad y qué no, por lo que el proceso no se diferenciaba tanto de el habitual funcionamiento de su soledad.

Había otro curioso detalle. Pudo pensar en eso una vez recuperó su casi perdido equilibrio. Él había estado tecleando verdaderamente. Archie le había visto hacerlo. Tenía que haber algún rastro de eso. Quizá unos mensajes escritos a nadie, y guardados como borradores, o mensajes de dirección desconocida. No era normal estar tecleando en un terminal como el suyo sin que hubiera rastro alguno después, alucinaciones o no alucinaciones.

Oh, se dio cuenta de que no podía comprobar si él tecleaba verdaderamente o no. Estaba seguro de que, si miraba, vería los mensajes de Frankie altos y claros. Más otros si podían hacerlo. ¿Preguntaría a Archie? Mejor no hacerlo.

En lugar de eso, prefirió teclear a Frankie (con el cariño que se tiene a un amigo invisible cualquiera):

Vaya. Parece que este señor no te percibe como yo lo hago, Frankie. Por supuesto, se bien que eso no significa que no existas, pero nos conduce inevitablemente a la teoría de que efectivamente formas parte de mi o, como se me ha ocurrido antes, yo formo parte de tí. Es interesante esta pequeña esquizofrenia que compartimos tú y yo. ¿Has grabado todo lo que han dicho? Deberías estar grabando. Nos estamos centrando demasiado en nosotros mismos y luego toda esta información nos va a ser necesaria.

El hombre y la mujer habían estado hablando todo el rato, dejando para el final el examen del terminal del señor Gibbs. Él escuchaba con educación, más no podía evitar mirar su aparato mientras discurseaban.

Por fin, Archie anunció que no veía conversación alguna y Gibbs empalideció ligeramente. Tras un instante en el que la quietud de su rostro anunciaba que podía salir por cualquier lado, suspiró y se reclinó en su silla de ruedas, sosteniendo su terminal móvil con delicadeza. Miró al respetable con un deje de ironía y no poco buen humor y tecleó tranquilamente un mensaje.

Entonces mi Genio, mi Avatar o mi Musa es... Oh, bueno, mantengamos la compostura.

Estaba esperando la respuesta a su tecleo.

Reconozco que en cuanto Madeleine comenzó a hablar anunciando que iba a darnos una lección de historia tuve que contener un resoplido. Me acomodé mejor en el asiento y me preparé mentalmente, porque escuchar largas clases era algo que nunca se me había dado demasiado bien. Pero aquello me interesaba y era importante, tanto como para que apretase las mandíbulas, decidido a prestar toda la atención que pudiera. 

Así, mis ojos sólo se apartaron de la mujer en un par de ocasiones mientras trataba de registrar en mi mente todo lo que ella explicaba y después también lo que contó el estirado, aunque a él le presté mucha menos atención. Si eran movidas de ordenadores y eso, no me interesaba tanto. 

Me quedé dándole vueltas al asunto mientras pasaban a hablar del teléfono del tío de la silla de ruedas. Porque había algo que me había llamado la atención. Aquellos dos, presumiblemente también Merodach, todos eran parte de los perdedores de esa guerra. Su historia vendría sesgada por ese hecho, pero al parecer eran el último reducto de la rebelión. Los incorruptibles galos. Tamborileé con los dedos sobre la mesa, aún en silencio. Si tenía que elegir un bando, prefería luchar al lado de los perdedores, de eso estaba seguro. 

Finalmente me estiré un poco en el asiento para mirar por encima de la mesa el teléfono del tío y ver que... Que no había nada. Lo miré a él y luego al estirado, para terminar de nuevo en el aparato. Vaya movida.

—¿Y cómo funciona? —pregunté entonces, saliendo de mi mutismo y volviendo a mirar a Madeleine—. ¿Tenemos que elegir una de esas cosas... tradiciones? ¿O pasar un examen? ¿O qué?

Cuando el tío de pelo verde menciona la secta. Le miro a los ojos y niego con la cabeza de la forma más imperceptible de lo que soy capaz. Son una secta eso es obvio, pero no debemos decirlo o se negaran a decirnos lo que quiero. Joder, como se puede ser tan crédulo.
Acto seguido la señora suelta su cuento. Y es una historia mazo larga y aburrida, ¿Una guerra? ¿En serio? Entonces nosotros seríamos una suerte de héroes de la humanidad… Ja.
Todo este jaleo me comienza aburrir, aunque reconozco que lo mencionado de los tales adeptos virtuales me llama la atención. Claro que el hecho que el tío gordo sueñe que se mensajea con un hada me da escalofríos…
bueno, mejor muestro algo de entusiasmo si no quiero que me exilien estos locos.
tengo la misma pregunta. Bueno, más o menos. ¿qué necesito hacer para entrar a esos adeptos virtuales? preguntaba con honestidad.

Arcadius le dedica una sonrisa a Oliver. -Veo que no está alarmado. Parece que está de acuerdo con nosotros... de alguna manera- concluye tranquilamente, siendo cuidadoso con como lo dice. Madeleine también está más contenta, y sólo asiente aprobatoriamente. Ambos intercambian una mirada y luego Arcadius retoma la palabra.

-Cada tradición funciona de manera diferente. Puedes buscar unirte a ellas, o recibir educación por alguno de sus maestros... y cuando quieran hacer parte de ellos, suele haber una iniciación. Me temo que esto varía lo suficiente, pero el objetivo es más o menos el mismo: probar que realmente crees y sigues las filosofías que predican, y que tus capacidades ciertamente reflejen ello. Lo cual, si lo analizáis, es apenas lógico: si no puedes tolerar lo que piensan, no tienes cabida allí- dice encogiéndose de hombros con tranquilidad. 

-En cuanto a los Adeptos Virtuales, puedo enseñaros algunas cosas y cuando estéis más preparados, solicitaré a vuestro nombre una iniciación. Sin embargo...- dice con aire serio. -... Mr. Payne, va a tener que buscar un nuevo hogar. Sus continuas infracciones lo han puesto en el radar y si continúa allí, estará usted en serio peligro. Mr. Gibbs, también va para usted: nada de llamar la atención de las autoridades con ridículas vendettas contra sus vecinos adolescentes. No necesitáis más atención, al menos por ahora- añade con absoluta seriedad.

Madeleine se aclara la garganta para romper un poco la tensión. -Ejem, lo que decía Archie antes es... suponiendo que tengáis el interés, nos encantaría saber que os gustaría aprender. No esperamos ninguna respuesta compleja, pero si reflexionáis un momento, seguramente tendréis ideas de hacia donde queréis dirigiros. Nosotros nos encargaremos de buscar los maestros apropiados y al mismo tiempo demostraros que nuestras intenciones son buenas. Apenas hemos hablado un poco, pero si nos dais una oportunidad, nos gustaría ganaros vuestra confianza y guiaros en el camino que comenzáis.- ofrece con sinceridad y amabilidad.

-Además, algo me dice que el que hayáis despertado con tan poco tiempo de diferencia tiene una gran importancia y que jugará un papel muy importante en vuestro futuro- revela con voz algo misteriosa, pero manteniendo la misma franqueza. -Creo que sería buena idea que tratéis de mantener el contacto. Con el tiempo os daréis cuenta que entre los magos... entre los Despertados, rara vez hay coincidencias- dice ella y sonríe.

-Os escuchamos- ofrece amablemente.

Frankie: [color=#7F462C]En verdad, así lo parece Olliver. No me esperaba no ser percibido.[/color]

Contesta tu inteligencia artificial personal, y, con la misma facilidad con que imaginas sus tonos y sus intenciones, sabes inmediatamente que está diciendo la verdad. A medida que lo aceptas como parte de un interior, es como si removieses los obstáculos para comprenderle de mejor manera.

Frankie: [color=#7F462C]Estoy seguro de que ambos recordaremos bastante bien lo que nos están diciendo. He intentado hacer consultas básicas, pero en realidad hay poca información que pueda contrastar la veracidad de lo que dicen. Lo cual encaja con su presentación como sociedades secretas.[/color]

...ciertamente, encaja, murmuraba el señor Gibbs como para si, mientras leía lo que fuera que pudiera leer en una pantalla vacía.

Perdón. Volvió a la realidad cuando se dio cuenta de que comenzaba a murmurar como un anciano.

Archie, ¿significa eso que tendré que pedir una disculpa por escrito? En realidad tal cosa me parecía tan susceptible de ser una trampa como la otra... No se. Suspiró. Procuraré que se encargue mi abogado sin que haya contacto, juicio oral. ¿Es prudente? ¿Qué debemos evitar? Si usted mismo me ha detectado a distancia, con tanta facilidad, pudiera ser que ya estuvieran tras de mi. Tras todos nosotros. Y tras ustedes mismos, por cierto, por conexión. Puede que desde ya necesite ayuda, este... especializada. Me dio la impresión de que ese hombre tenía alguien detrás, que le dictaba lo que debía decir. Estuvo a punto de aceptar mis disculpas verbales... Hubo una vacilación que me pareció sospechosa, vista bajo una nueva luz.

Tras pensar un momento, tecleó un poco más en su terminal.

Dale cuerda, pensaba Oliver. ¿Quién te dice a ti que no son ellos los malos? Sigue el juego y ya irás viendo. Ahora hay que ser como el sauce, que se dobla ante la tempestad, me parece, y estos señores son una buena tempestad por si mismos. ¿Qué habrá más allá?

¿Qué te parece a ti, Frankie? ¿Puedes extrapolar, recordar el momento en que nos captó Archie? ¿Recuerdas ahora alguna sensación a la que antes no hubieras dado importancia? Y si recuerdas algo parecido, ¿te parece que alguien más haya descubierto nuestra pequeña sociedad de dos?

Miré con cierta curiosidad al chico de las gafas cuando le dijeron que tendría que cambiarse de casa. ¿Qué habría hecho con ese ordenador suyo? Luego contemplé al de la silla de ruedas y finalmente mis ojos buscaron a Madeleine. 

—Quiero aprender —repetí con vehemencia. Al fin y al cabo para eso había ido al restaurante con Merodach. Para eso había ido allí—. Quiero respuestas. Quiero volver a sentir ese tejido rodeándome. Aunque no voy a comprometerme con ninguna secta, pero... Pides una oportunidad de ganarte mi confianza y la tienes. 

Me crucé de brazos y me eché hacia atrás en la silla mirando a los otros dos invitados. 

—Podemos intercambiar los teléfonos antes de marcharnos —propuse—. Por el rollo ese de las casualidades que dicen. Bueno, por si acaso. 

Y por fin volví a mirar a la mujer y el estirado. Tenía la cabeza caliente ya de tanta historia y movidas raras, pero al menos habían respondido todas mis preguntas por el momento y me daban más seguridad que el tío paranoico de la jodida rueda. Asentí con la cabeza con determinación.

—¿Cuándo empezamos?

-Eh, ¿pero no es peligroso lo de los móviles si estáis tan seguros que nos están vigilando... o lo que sea?- pregunta Antony en respuesta a la propuesta de Aiden. Observa atentamente a Oliver y niega con la cabeza. -Pero calma tío, ni yo me pongo tan paranoico, y a mí me buscan más- añade tratando de aliviar un poco la tensión.

-Eso, yo también quiero comenzar- dice contagiándose del ánimo de Aiden. -¿Dónde vamos a practicar?- dice sonriendo mirando a sus anfitriones, deseoso de iniciar pronto con aquello.

Arcadius observa a Oliver fijamente mientras habla. -Mr. Gibbs, dado que yo estaba a cargo de la vigilancia de su sector, tenga la seguridad de que no hay otro agentes externos enterados de su Despertar. No por ahora, y no los habrá si no llama la atención- dice con una enigmática sonrisa. -Si ninguno de vosotros llama la atención, claro está. Londres está lleno de cámaras de vigilancia, así que la prudencia dependerá de vosotros. Y Mr. Gibbs, haga lo que sea necesario para evitar exponerse demasiado ante las fuerzas de la ley y el orden- sugiere con suavidad.

-En cuanto a ese toque de... ¿escepticismo? que noto de su parte. Bien, si bien es molesto, permítame asegurarle que a medida que desarrolle sus habilidades entenderá mucho mejor lo que Madeleine y yo os hemos explicado- dice con aire conciliador. 

-Por el momento, lo mejor será que organicéis reuniones presenciales con antelación. Así os evitáis que puedan sondear vuestros móviles.- sugiere de manera amistosa. -No quiero aprovecharme de tu hospitalidad, ¿pero crees que podrías darles una mano?- pregunta mirando a Madeleine.

-No veo por qué no- sonríe Madeleine asintiendo. -Mi casa es vuestra casa. Y acá estaréis relativamente seguros.- añade ella con una nota de orgullo. -Es importante además tener un lugar tranquilo. Luego podréis vosotros pensar en crear un espacio personal en donde tener absoluta libertad-

Luego mira a Aiden. -Cuando queráis. Ahora mismo, si lo preferís y tenéis tiempo. Depende de vosotros, ya os lo he dicho, no queremos empujaros a nada. Nos ofrecemos a guiar, pero el camino lo encontraréis vosotros- dice ella muy amablemente.

El cálido olor del té proporciona una atmósfera agradable, mientras las perspectivas se abren frente a vosotros. Todo está dispuesto para lo que parece ser, el inicio de una travesía inesperada. En vuestro interior, crece una extraña sensación que de maneras diferente os empuja hacia el acto de descubrir y manifestar todo el potencial del que los anfitriones han estado hablando. Como si aquella energía, aquella capacidad, aquella voluntad residiese en vosotros y esperase tan sólo que vuestras mentes permitiesen el flujo constante de la misma para obrar sobre la realidad. 

La conversación concluirá amablemente, pero vuestra nueva vida apenas comienza...

Oliver se sintió bastante desnudo. ¿Captaba su escepticismo? Ah, no iba a enseñar a su padre a sorber huevos, desde luego. Comprendió con un cierto estremecimiento de terror que este tipo era bastante fino. Bien. Lo mejor era poner las cartas boca arriba... más o menos.