Partida Rol por web

La segunda tirada le he puesto el -10 (por haber fallado la primera) aunque creo que el menos 10 era para el 36, en fin, independientemente de eso, sería un éxito de todos modos no? (15 es menos que 26)

Recordar que mi iniciativa fue 6

Joder que nervios, no se si voy a ser capaz de apuntar... Me miro la mano fijamente y veo cómo el cañón del rifle tiembla debido a mi pulso. Afortunadamente no se nota mucho al ir codo con codo con todos mis compañeros. La idea de ser un grupo tan grande tranquiliza un poco...

¡No jodas! Zombies de mierda. - Menos mal que gracias a mi poca empata por los vivos hace que tenga aun menos por los muertos, sin dudarlo ni un instante agarro mi rifle láser y empiezo a abrir fuego en modo automático a la ingente marabunda de cuerpos que empieza a desenterrarse... - Alguno daré - Pienso para mi, pero el tembleque que conservo de los nervios junto al retroceso por tener el arma en automático hacen que los disparos se pierdan por encima de las cabezas del enemigo.

Abderramán no pudo evitar que le diera un vuelco el corazón en el pecho al ver alzarse a aquellos muertos. Aquello era una herejía, no sabía siquiera si todos no estarían ya corruptos por el mero hecho de ser testigos de ese acto impío. Las palabras se le atascaron en la boca, y aunque intentó infundirles a sus hombres el valor que a él le faltaba en ese momento, no fue capaz de emitir ninguna palabra reconocible. 

La oración insufló el valor que su corazón necesitaba, y aun cuando la misma tierra se reveló pariendo desde sus entrañas la corrupción que combatían, Haytham no se movió del sitio sabiendo que ellos era la última esperanza de aquel planeta. El Emperador les había elegido a ellos, a todos ellos, para combatir a aquellos que pretendían condenar sus almas, a los mismos que susurraban mentiras en sueños y hacían promesas vacías en las que el que aceptaba siempre perdía.

Sus manos no temblaron por mucho más tiempo. La seguridad volvió a él y el largo entrenamiento por el que había pasado en su tierra confirió a su pulso la firmeza que en el momento de flaqueza le había faltado. Qué más daba a quién se enfrentaban, si al hereje o a las pesadillas que él invocaba, cuando las armas que portaban seguían usándose de igual manera.

- Radi, a aquel grupo de allí, rápido. Apunta. Pulso firme y… ¡Dispara!

Tras la muerte de los médicos de campaña, el mando decidió oportuno sacar a Khaled de los barracones, donde había permanecido desde su llegada al planeta atendiendo a los heridos. Estaba acostumbrado a la sangre, los gritos de dolor y el trabajo de medicina de campaña. Lo que no llevaba tan bien era la lluvia, el frio y la humedad, algo tan diferente a su planeta de origen. Por eso, cuando fue llamado a filas para engrosar la primera linea, sintió cierto orgullo y resignación.

Orgullo porque por fin podría servir al Emperador en primera linea. Resignación porque ver llover era algo tan antinatural para él, como aquellas criaturas que habían venido a combatir. Y por lo que se ve, su primera misión sería algo crucial y complicado. ¿Qué mejor manera había de servir al Dios Emperador, que ofreciendo tu vida en una misión así?

Guardó cuantos utensilios pudiera necesitar en el campo de batalla, y tras la oración matutina, se puso en marcha junto al resto del regimiento con una silenciosa oración en los labios.

Una vez en el campo de batalla, su principal problema era el barro y el hedor, poco acostumbrado a ellos. Y lo impresionable que era, pues aquella era su primera misión de aquel tipo en un campo de batalla. - Por el amor del Emperador... - comenzó a morumurar al ver aquella horda, tardando unos segundos en reaccionar, tomando su rifle y recordando entonces su instrucción básica.

Se agazapó, disparando su arma en automático pero fallando estrepitosamente. Los disparon habían ido hacia arriba.

Al surgimiento de los zombies le siguió el caos: gritos de pánico, desvanecimientos, incluso un par de unidades, una de acechadunas y otra de lanceros, se rieron histéricamente mientras disparaban como locos, alcanzando a otra unidad de zapadores. Sin embargo, en medio de los actos de terror y locura, también hubo espacio para el heroísmo. Aunque solo fuera por aquellos primeros segundos, las fuerzas de Konig se ganaron una mención por la forma en que segaron no muertos con sus blindados, allanando en mucho el camino. 

Los krieg en general demostraron de que pasta estaban hechos, y con la plegaria del sacrificio recitada a gritos, se lanzaron a por los zombies o dispararon contra ellos desde sus posiciones. 

Mención especial merecían también el grupo del 13º, así como una de las unidades de zapadores y otra de acechadunas, que causaron auténticas carnicerías entre las hordas no muertas. 

Aún con todo, más que los zombies, el miedo era su mayor enemigo. El frente de batalla corría el riesgo de romperse, y de hecho algunos soldados intentaron desertar. Por suerte para todos, el Emperador había velado por ellos, en forma del sagrado comisariado, y pronto estos rectos hombres y mujeres actuaron. Varias ejecuciones sumarias, así como amenazas retransmitidas por todos los canales respecto a lo que ocurriría si veían a alguien flaquear, consiguieron que las fuerzas imperiales que no estaban incapacitadas en aquel momento recobraran algo parecido a un aire marcial y profesional. 

Durante una buena parte de lo que fue una carnicería de plomo, explosiones, fuego y criaturas putrefactas, ramí se quedó quieto, incapaz de reaccionar ni saber que hacer, no es que hubiera temido a la estupida voz que profesaba falacias y blasfemias pero algo en él lo hizo mantener la calma, ahora estaba listo, y al ver que sus compañeros asechadunas la estaban pasando mal por sucumbir al terror que causaron los muertos, se dispuso a acabar con cuantas cabezas pudiera antes de que dañaran a sus compañeros, tomó su rifle láser y se movió un poco para dispararles con odio y con ganas, volando los sesos y otras partes anatómicas de las criaturas. Al ver que su pardillo seguía ensimismado le grita -Cabrón! Disparaaa!- atacando en la misma dirección y tumbando unas cuantas cabezas más 

¿Quien le había mandado a él abandonar la seguridad de la retaguardia? ¿Así habían acabado los otros médicos? ¿Devorados? ¿Destrozados? ¿Que estaba pasando allí? Mientras los demás avanzaban, él comenzó a andar de espaldas mientras tragaba saliva e intentaba hilar una oración en sus labios. Aquello le había dejado en estado de shock, y le temblaban hasta las piernas. ¿Era aquel destino lo que les esperaba? Esperaba que por el Dios Emperador que no fuera así.

Tragó saliva. Esperaba no tener que acercarse a aquellas cosas. - ¡Traed los heridos aquí! - Sí, aquello estaría bien. Llevar los heridos a retaguardia donde él estaba para poder atenderle. Eso le evitaría acercarse  aquellas cosas, dejándolo en una posición segura mientras hacia su trabajo.

Y cogió su rifle, aun con las manos temblorosas, elevó su arma, cerró los ojos, le pidió al Emperador que le ayudara y abrió fuego en dirección al enemigo con los ojos cerrados. Y al abrir los ojos, cogió aire a bocanadas aun con el corazón encogido. Miró a su izquierda y se encogió de hombros. - ¡Dispara! - Alzó la voz, ordenándole a su acompañante que abriera fuego.

Parece que el disparo enloquecido y desviado por los nervios no se escorió tanto cómo pensaba. Los disparos, tanto los mios cómo los de mis compañeros hicieron que la horda de zombies mermara y en gran cantidad. Aun así esto no fue suficiente para pararles y estos se lanzaron y trabaron en combate contra la milicia Selicana, de todas formas con las bajas que causamos parecía que la milicia lo tenía ya controlado. Un grito de uno de mis compañeros me alerto... parecía que el grueso de los acechalunas necesitaba ayuda. Avanzando a riesgo de estar muy cerda de la primera horada de zombies, pero con la esperanza de que la milicia Selicana les tuviera entre tenidos busque un sitio donde tener una perspectiva mejor de la situación.

Al observar que otra horda del mismo tamaño que la anterior antes de que la mermaramos había cargado contra mis camaradas y estaba haciendo destrozos no tuve otra alternativa que pararme y apretar el gatillo en su dirección.

Un disparo excelente, apenas apreciado entre tanto cadaver levantándose. Era el momento de cambiar de armamento para sustituir precisión por cantidad de fuego sobre sus enemigo. Alcanzó su M36 y cuando lo tuvo listo para abrir fuego, oye sobre el demás caos reinante, los gritos desesperados de sus compañeros siendo devorados por la horda. Estaban sobre ellos.

Ahmed había perdido un tiempo valiosísimo buscando una cobertura. Además, contra aquellos seres dudaba que sirviera de algo esconderse... Eso seres plagaban el campo de batalla y había que acabar con ellos.

Tras unos primeros momentos de confusión, sujetó su rifle láser M-36, apuntó y dirigió una tanda de disparos en dirección a aquellos seres mientras gritaba a Yasira una orden para que abriera fuego con él.

Las actuaciones de los comisarios consiguieron despejarle la mente y la garganta, al menos lo suficiente como para cumplir con su deber. Las cosas pintaban mal, sí, pero a su alrededor, veía como los muertos caían a decenas, si no a cientos. Quizás no estaba todo perdido. Y así lo transmitió a sus muchachos.

-¡Observad a vuestro alrededor! ¡Ved como el Emperador, a través de sus siervos, borra las hordas putrefactas como el viento borra los pasos en las arenas! ¡Insistid, purgadlos a todos!

Haytham hizo llover fuego sobre el enemigo como siempre había hecho. Era la base de la batalla y de la guerra, pero en aquel caso una guerra como nunca había visto. Aun así, a pesar de los terrores que presenciaban aquel era el ejemplo perfecto de la razón por la que combatían. A un lado el hombre, el orden, la luz y la vida; al otro el engendro, el caos, la oscuridad y la muerte.

Esperaba que Radi lo viera así, que lo tuviera tan claro como él. No debía existir el miedo ante lo que tenían delante cuando precisamente luchaban por erradicarlo el verdadero horror que llegaría si perdían. Eso era lo verdaderamente aterrador. Por ello, por evitarlo, siguió disparando a la masa de enemigos que se les echaba encima, a los muertos que pretendían sumar a sus filas a sus propios compañeros Acechadunas.

Aunque pareciera mentira, aquellas cosas podían caer. Aquí y allá se iban abriendo huecos donde las apelotonadas multitudes de cadáveres semidescompuestos caían, destrozadas por disparos y explosivos. No todo estaba perdido, y los ánimos aumentaban algo conforme se incrementaban las muertes de enemigos. Por supuesto, no se iban sin cobrarse ningún coste en vidas en muchas ocasiones, y el fuego amigo, esta vez involuntario, también se cobró algunas vidas imperiales. El incidente más grave en ese sentido tuvo que ver con la profusión de disparos láser por parte de los krieg en la zona central de las líneas imperiales, que le costó al "¡Arde, zorra, arde!" recibir un duro castigo en su retaguardia, empezando a soltar humo. Algunos se temieron lo peor, pero a juzgar por como la tripulación siguió disparando, no parecía que fuera a estallar en breve... O eso, o sus tripulantes estaban totalmente desquiciados, cosa que no sería extraña con tal nombre.