Partida Rol por web

Aquella cosa seguía ahí, emitiendo "susurros", ecos o como quisieran llamarlo, pero nadie parecía muy convencido de dar el paso. Probablemente fue Katrin la única que atinó a escuchar algo... Disparos. También voces, que si no le engañaban los oídos se correspondían con las de parte de los soldados que conocían. "... Criatura... Morir... Por todas..." y sonido de combate.

Por su parte, los doblesueldos lo tuvieron claro nada más mirarse.

-Nosotros no vamos por ahí. Nuestra misión está aquí, y ha sido un paseo divertido y confuso, pero ya está claro que no sois kriegers dementes... Y no nos interesa irnos de Alabastria a donde sea que vayáis. 

Los golpes de aquella criatura del averno comenzaron a hacer mella de verdad en el marine. El último de los golpes hizo que la rodilla derecha de Vorgen crujiese horriblemente. Claro que aquello no iba a bastar para acabar con Vorgen. Con un gruñido cargado de rabia, el marine recolocó su rodilla en posición para mantenerse firme y volvió a la carga golpeando una y otra vez con su enorme puño de energía. - "No capitularemos. Somos el escudo que protege a la humanidad de las criaturas que acechan en las sombras, somos la lanza que  atraviesa el corazón del enemigo. ¡NO PUEDES VENCERNOS!" - gritó sin dejar de acosar al enemigo.

Albius apuntó de nuevo, pero aquello se estaba poniendo cada vez más complicado. Los continuos movimientos de los soldados alrededor de aquel engendro dificultaban el disparo sobremanera, amén de la vertiginosa velocidad que tanto el marine como la criatura mostraban. 

- Ahora.....no....espera......¡ahora! - el tiro chasqueó en el rifle, pero no estaba seguro de haberle dado. 

Mis impactos dan en la criatura pero, contra todo pronóstico, su carne no se muele al impacto de mis municiones sino que poco es el daño que parece producirse. Veo con incredulidad como muchos de mis tiros, suficientes para matar a infantería como nosotros, no hacen más que rebotarle.

"Aquella monstruosa criatura está fuera de nuestro alcance. Creo que solo el Astartes tiene reales probabilidades contra de él."

Pero mi deber es plantar cara hasta el final, por lo que simplemente apunto y disparo nuevamente mi arma, por más que sepa que será inefectiva en contra del enemigo.

El comentario de Fiks sobre la Inquisición envió un calambrazo por su espalda. Por mucho peligro que supusiera aquello para sus vidas, sabía que no iban a tener otra opción, al menos si querían tener la consciencia tranquila. Fuera lo que fuera aquel fenómeno, estaba claro que no se trataba de algo natural... y tendrían que responder por ello.

El lantanita debía de estar realmente afectado por aquella perspectiva, ya que estaba visiblemente nervioso y empezó a farfullar. Toda su mente, todos sus recuerdos, todo su condicionamiento le decían que aquello no era más que una vulgar treta, ningún lantanita podía tener sentimientos, no después de que fueran capaces de condenar un planeta entero a la práctica extinción... Y aun así, algo dentro de ella sabía que el medicae estaba siendo sincero. Y no supo que responderle durante un momento — Eh... sobrevivamos a esto... y veamos luego si podemos seguir odiándonos — o no, pensó, sin llegar a decir aquellas últimas palabras. ¿Realmente podía ser posible...?

Conforme se acercaba a aquél fenómeno, Katrin empezó a escuchar voces y sonidos. Creyó que algúna brujería enemiga la estaba volviendo loca o algo por el estilo, hasta que se dio cuenta de que aquellas voces le resultaban familiares — No puede ser... — Se trataba del resto del grupo que había descendido a las alcantarillas... y al parecer estaban en serios apuros — No sé donde hemos ido a parar... Pero parece que, al otro lado de esta cosa, nuestros compañeros han encontrado lo que hemos bajado a buscar a estas alcantarillas. Preparense para la batalla, caballeros.

Se giró hacia los Vástagos al escucharles decir aquello, y asintió — No sé muy bien qué ha pasado... pero sea lo que sea este lugar, espero que Él esté con vosotros, y os acompañe en vuestra misión. Al menos, parece que nosotros volvemos a la nuestra. Buena suerte — y con aquellas palabras a modo de despedida, caminó hacia la fisura sin mirar atrás, dejando en manos de Fiks y Quintus si la seguían o no.

Fiks comenzó a experimentar temblores a medida que hiperventilaba, no estaba listo para aquello, no podía hacerlo, no quería perder el alma. Hizo saltar la visera de su casco hacia arriba para respirar, sintiendo que se ahogaba; jadeaba contra la pared más cercana completamente incapaz de sentir el más mínimo alivio al ataque de pánico que estaba experimentando.

- Maldita sea, ¡Maldita sea! ¡MALDITA SEA! - se enfureció mientras golpeaba con el puño enguantado contra el enladrillado. Tenía que seguir a Katryn, tenía que cumplir con su deber e ir a ayudar a sus compañeros - Puedo hacerlo, uf uf uf uf... Emperador, vela por nuestras almas - apretó los dientes para forzar su respiración por la boca a enlentecerse, se aseguró que su escopeta estuviese completamente cargada, bajó la visera y golpeó los nudillos contra ella, terminando de mentalizarse de lo que estaba a punto de hacer - ¡AAAAAAAAAAAAHHH! ¡Por Lantan!

Así se lanzó en persecución de la fezzornita sin despedirse de los doblesueldos por olvido ni del enviudador por convicción.

-¡Buen viaje fregasuelos, nos veremos en el infierno!-el Enviudador y su camarada cruzaron el portal listos para descargar el plasma purificador sobre los enemigos que habían venido a buscar. El mano del Emperador les había guiado al final de su camino, por fin tendrían la ocasión de acabar con lo que yacía en el fondo de las alcantarillas, fuera lo que fuera esa cosa.

El tirador siguió con lo único que sentía que podía hacer, seguir disparando contra aquel demonio que no parecía poseer ningún punto débil que explotar.

Alain se sentía un estorbo. Sabía que su nuevo y flamante rifle aportaría más bien poco al gigantesco caudal de fuego y golpes con el que los demás soldados atormentaban a esa maldita criatura, por lo que corrió a ayudar a Marcel a llevar a la rubia a un lugar seguro. 

Había logrado herir, aunque levemente a la criatura, eso significaba que sus tajos y estocadas con un arma relativamente sencilla como la espada sierra aún eran capaz de dañar a aquella criatura - ¡Sois el Martillo del Emperador! - gritó, casi más para sí que para el resto - ¡Seguid golpeando!

El ángel que el Emperador les había enviado parecía alcanzar su límite, no, parecía haberlo sobrepasado pero, qué sabría Moham acerca de los límites de un ser tan perfecto como aquel. Sólo rezaba por que no se desplomara antes que la criatura, aunque si debía dar su vida por el Emperador lo haría con gusto.

El sudor perlaba la frente de Van Horst, incluso bajo la máscara. Con su anterior disparo había tenido suerte y la ráfaga de plasma hipercalentado había dejado un buen boquete en el costado del Torcedor. Pero debía tener cuidado, un disparo desviado y cualquiera de los imperiales en combate con la bestia quedaría reducido a plasma fundido. Incluso el Puño Imperial, herido como estaba, podía sucumbir a un disparo de Drakken a esa distancia.

Apretando los dientes, hincó una rodilla en el suelo y apuntó cuidadosamente. Sólo un par de segundos mas...

Vacío, había vaciado el cargador entero y aquella pesadilla andante seguía de pie. Arthur apretó los dientes, dejó el rifle a un lado indicándole a Pipeboy que lo recogiera, sacó una granada de su cinturón y entornó los ojos. No iba a permitir que aquello quedara así, aunque tuviera que lanzarle todo lo que llevaba encima.

- ¡Joder que te mueras puto desgraciado!- exclamó enfadado.

Vitaly siguió disparando su rifle plasma en modo sobrecargado, a sabiendas de que si le volvia a dar a uno de sus aliados seguramente no lo contarian. Pero no podia quedarse de brazos cruzados porque si no, el torcedor los acabaria matando de todas maneras. 

Aquella cosa seguía aguantando castigo, aunque aún tenían la suerte de que solo acertaba uno de cada dos puñetazos que soltaba, al menos contra el marine. Lo malo era que empezaban a quedarse sin cosas que echarles encima, como era el caso del penal sin más munición, o el marine que ya empezaba a sangrar de forma abundante. Y entonces, llegó otro fogonazo. Algo que algunos de los presentes ya conocían, y con esa luz, los últimos que faltaban por aparecer hicieron su entrada.

Aturdidos, confusos, y en especial la fezzornita cubierta de sangre, pero aparentemente capaces de continuar por su propio pie. 

Aquello fue confuso, y mucho, pues empezaron a moverse por una región donde el tiempo y el espacio no parecían ser más que recomendaciones amistosas en el mejor de los casos. Sus cuerpos se retorcieron, se comprimieron, se alargaron hasta el infinito y se extendieron por todos los tiempos y todas las realidades, hasta que finalmente se concentraron lo suficiente para retomar alguna semejanza de realidad. 

Y aparecieron en un lugar "a oscuras". O así estaría de no ser por los braseros en llamas, los fogonazos de disparos y el restallar de energía de una espada de energía llevada por una krieger, y de un enorme puño de energía portado por un gigante de armadura dorada que estaba peleando contra una aberración de 4 brazos que parecía, a la vez, pequeño y grande, creciendo y desapareciendo, en cierto modo un reflejo de su propio viaje, pero fijado en el espacio real y con claras intenciones homicidas.

Nada más llegar, Fiks vio el fruto de todos sus miedos lanzando garrazos, gruñendo y dando muerte a las fuerzas de El Imperio.

Demasiado para que su mente lo aguantase, huyó como pudo.

De nuevo, aquella sensación de estar, o más bien de no-estar, flotando en medio de ninguna parte mientras todo y nada sucedía a la vez, solo que esta vez fue mucho más breve que la anterior. El extraño vórtice los expulsó de dondequiera que estuvieran para lanzarlos bruscamente contra el suelo, un suelo que pudo notar con todos sus sentidos. La visión de él acercándose a toda velocidad, el sonido del impacto, el tacto del choque, el gusto de la sangre en la boca debido al mismo. Y el olor. Incluso viniendo del lugar de donde venía, solo había un lugar en la galaxia que podía apestar tanto de aquella manera. Sélica.

La puta Sélica.

Poco a poco, se fuer recuperando la experiencia. Nuevos sonidos le llegaban, el del combate que se estaba librando a su alrededor, el de los gritos, los golpes y los disparos de las armas. Y en cuanto pudo levantar la cabeza, tuvo ante ella también una nueva visión.

Y como desearía no haber visto aquello nunca.

Aquella cosa no podía ser algo natural. Lo veía en todas partes y de una decena de formas distintas, cambiando a cada segundo, moviéndose de forma instantánea mientras se enfrentaba al grupo que había bajado a las alcantarillas... y a una mole amarilla con pinta de estar en las últimas. Aquél panorama tan extraño y tan imposible quebraron por un momento la mente de la fezzornita, que tan solo pudo seguir observando de rodillas en el suelo mientras balbuceaba, intentando articular alguna palabra, algún pensamiento, que diera coherencia a todo aquello, sin lograrlo.

El Enviudador cerraba la marca y tras é se cerró la brecha disforme, llevado por el estrés del combate no tuvo tiempo para reaccionar ante la aberrante bestia que se erguía sobre ellos. El calor de su rifle de plasma contra el vientre le daba seguridad, la misma con la que profirió un grito a viva voz a medida que se ladeaba en busca de una línea de tiro seguro.-!POR EL EMPERADOR!-acto seguido Quintus descargó un tremendo haz de plasma sobre la criatura del caos.

El fogonazo le hizo girar la cabeza hacia la luz, viendo salir tres figuras conocidas de aquello que parecía una puerta de miasma en el aire, muy similar a la que les había traído a ellos. - ¡QUINTUS!¡GRACIAS AL EMPERADOR!¡DALE CON TODO! - exclamó el enviudador al ver aparecer a su compañero con su venerable arma. 

Todos trataban de derribar a aquella cosa, conscientes de que si el marine caía, luego habría una sangría de guardias imperiales pues caerían uno tras otro ante las embestidas preternaturales de aquel demonio. Albius se tomó su tiempo para apuntar, y en un momento dado hubo un buen hueco que supo aprovechar. 

El disparo entró limpiamente por entre el marine y Silvara, golpeando a aquel monstruo caótico. - ¡BLANCO...JAJAJA....CAE DE UNA PUTA VEZ, MONSTRUO! - entonó con esa fanfarronería y alegría que le caracterizaba.