Partida Rol por web

Buscando un lugar donde la oscuridad le permitiese ocultarse y apuntar bien gracias a la luminosidad de las lámparas de sus compañeros, Paul se colocó a cierta distancia de la posición de Kolya. Preparó su rifle de fusión, comprobando una vez más su nivel de carga.

A su lado, el lenguaje corporal de los soldados de los otros regimientos revelaba una tensión contenida similar a la que él notaba. Mediante lenguaje de signos, le hizo entender al sargento lantanita que se encontraba preparado. Y esperó...

Cuando el auspex reveló una puerta que en los mapas no aparecía, Alain atenuó la potencia de su globo de luz hasta apagarlo. Escuchó atentamente a las indicaciones del sargento, que le hicieron sentir un gran peso sobre sus hombros. En su mente rezó una breve oración al Emperador, rogándole su ayuda para no decepcionar al sargento ni perder a ninguno de sus compañeros, y después, con el rifle automático todavía por estrenar en una mano, indicó con un gesto que él también estaba preparado.

Albius guardó el bolter pesado y Amartilló la escopeta,  enseñándosela a la sargento como preguntando si la podia usar. Como su compañero, solo llevaba un cuchillo. Siguió avanzsndo junto al resto. 

La advertencia de Fiks hizo que me detuviera a fijarme mejor en lo que nos rodeaba. Para mí no era un inconveniente, pero la mayoría de la unidad portaba armas que no podría usar si quería ver la misión cumplida. La advertencia del lantanita fue suficiente para mí, y ni siquiera llevaba el fusil preparado, así que después de escuchar las palabras de la sargento terminé por desenvainar una de mis espadas cortando delicadamente el aire que había frente a mí.

—Espadas y cuchillo —respondí a la sargento, luego miré hacia atrás—. Guardad esas armas, de nada servimos muertos.

Seguí las indicaciones del lantanita, dando unos silenciosos pasos hacia él. Señalé mi espada y a él, preguntando si tenía armas cuerpo a cuerpo.

Pues si tocaba volar por los "aires" temo que sería quién hiciera los honores porque solo disponía de un "arma" para el combate cercano.

- Únicamente la culata del rifle.

Explico sin llegar a empuñarlo pues prefería esperar y provocar la explosión para que el resto pudieran escapar. ¿Quién demonios me lo iba a decir que sacrificaría el culo por esta panda de gilipollas? Quizás haciendo memoria lograra recordar alguna unidad que se hubiera visto en las mismas y logrado sacar provecho de esas tuberías.

Viendo que las huellas parecían llegar a aquel lugar, el grupo tomó rápidamente la decisión de investigar. ¿Arriesgado? Sin duda... Pero unas alcantarillas normales no deberían tener esa clase de recovecos, y ya era más que evidente que algo extraño ocurría bajo las calles de Grouxvignon. El ladrillo se deslizó al ser presionado, logrando que una sección de muro se echara a un lado...

Revelando dos cañones de rifle hotshot apuntándoles, esgrimidos por soldados enfundados en negras armaduras de caparazón y con la reveladora "I" plateada en sus protecciones. Otro más se encontraba algo más allá, a medio camino de coger el rifle que le colgaba de la correa, y aunque todos los rostros estaban cubiertos tras las máscaras, no sería raro suponer que aquello les había pillado por sorpresa. 

-¿Pero qué cojones?-preguntó el más atrasado, bajando rápidamente la mirada a un chrono que llevaba en su muñeca-¡Mierda, entrad, ya!-gritó, adelantándose rápidamente hacia otro botón. Probablemente, el cierre de aquella puerta. 

Ambos grupos se detuvieron ante la revelación de Fiks... Las tuberías podían ser un problema grave, cuando no su final, si la cosa se salía de madre. Pero claro, las dudas afloraban, ¿bastaría un disparo estándar, o habría que emplear algo más potente? Eso era algo que, en principio, no tenían claro ninguno de los presentes. 

El sargento da con un hallazgo que no esperábamos y que es una sección vacía con lo que parece ser alguna clase de pasadizo secreto que se abre con un ladrillo como mecanismo. Intento pensar en el propósito de tener un lugar así en las alcantarillas bajo la ciudad pero solo puedo pensar en alguna clase de lugar de seguridad puesto ahí por las autoridades.

"No creo que algún estúpido mutante o una bestia pueda diseñar un sistema así."

Pero se me ha enseñado que subestimar a los oponentes es el primer paso para la derrota, por lo que mantengo mis sentidos alertas, sobre todo después de escuchar al Sargento y sus indicaciones:

 - "¡Señor, preparado, Señor!"

Me pongo en primera línea, apuntando hacia la entrada con mi bólter pesado, preparado para escupir todo el fuego purificador que el espíritu máquina dentro de mi arma permita, para exterminar a cualquier amenaza que se oculte detrás de aquella puerta escondida.

De pronto, al abrirse, unos soldados de la Inquisición nos apuntan, revelando que esto es algo mucho más extraño de lo esperado. El hombre nos ordena entrar rápidamente y, aunque yo obedecería su orden solo por ser de un Sagrado Ordo, estoy bajo las órdenes del Sargento Vladislovich y es su indicación la que espero antes de moverme.

Malek se quedó con los ojos abiertos como platos ante aquella situación, y él no se lo pensó ni un miserable instante; como buen soldado estaba habituado a obedecer, y esa "I" despertaba en el tirador una sensación de respeto y obediencia ciega a aquellos que la portaban, encarnaban a la élite imperial sirviendo a aquellos que velaban por la seguridad de todos los ciudadanos del Imperio; eran el guardian que nos protegía del monstruo de debajo de la cama y obviamente, de nosotros mismos.

El acechadunas tiró de su hermana entonando uno de sus gritos de batalla para darle más fuerza y velocidad a su acción (aunque no lo gritaría estando donde estaban) - Allahu akbar - dijo en un susurro audible por todos. 

A punto estuvo de disparar con la escopeta cuando se encontró el rifle en su cara junto a Severus; pero la ver la "I" no lo hizo, tomando el riesgo de que esas tropas no les mataran por meterse en donde no les interesaba. 

-¡Todos a dentro! -dijo, empujando a Severus y entrando en su interior- vamos, vamos, vamos -dijo moviendo la mano para que su extraño equipo entrara.

Eran soldados de la Inquisición y no les habían ejecutado. Esperaban algo o a alguien, así que podrían saber lo que estaba pasando ahí abajo.

-Sargento Kolya del 15º de Lantan -dijo a los soldados- ¿qué está pasando?.

Mirando las tuberías sopesó las posibilidades de que un disparo desviado de las postas que llevaba en la escopeta impactaran contra la superficie. Al ser un arma de dispersión, era altamente probable que alguna posta acabara impactando, pero a la vez, era un arma de corta distancia, por lo que a partir de unos pocos metros, perdía mucha fuerza, y el soldado especialista de arma pesada dudaba que fuera suficiente como para romper el recubrimiento de las tuberías. 

Evidentemente, un disparo perdido de bólter sería prácticamente lo único necesario para perforarlas, por no hablar del plasma o el láser concentrado..pero no unas postas. 

Sacó el cuchillo que llevaba y lo sopesó. - Si se acercan tanto, les hincaremos ésto en el cuerpo, Sargento. - dijo sonriendo, aunque no se pudo ver su cara debido al casco de la armadura, claro. 

Guardad las armas - indicó Moham con la parquedad habitual en él - tomaré la vanguardia tras nuestra exploradora - comentó mientras desenvainaba la espada sierra - como bien dice el soldado Quintus, posiblemente desaparezcan si profundizamos más, depende de para quién o qué se estén utilizando...

Quien no pueda defenderse en el cuerpo a cuerpo, que empuñe una pistola, disparos normales, nada de alta intensidad, disparad sólo a la orden, apuntando bien y al centro del objetivo, la probabilidad de fallo será muy baja.

En cuanto alcanzó la vanguardia de su pelotón, aguardó a que Fiks intercambiara palabras con Silvara, parecía querer decirle algo.

Cuando el ladrillo cedió y la pared se abrió ante ellos para mostrarles a un trío de soldados de negro, la adrenalina a punto estuvo de empujar el índice de Alain hacia el gatillo de su rifle. Sin embargo, no lo hizo. Uno de sus muchos temores era el de dejar en mal lugar a la milicia ante los extramundanos y, paradójicamente, su miedo le había salvado. Por él había tomado la decisión de no disparar hasta que lo hicieran sus compañeros, manteniendo el dedo fuera del guardamonte y el seguro echado. Mientras los Tempestus gritaban, Alain exhaló un suspiro tembloroso que pasó desapercibido en el caos de la situación.

Cuando Kolya dio la orden, y no antes, el muchacho atravesó el umbral y penetró en la estancia. Mientras lo hacía, su cerebro iba más rápido que un ave de monta selicana en plena carga, preguntándose que hacían allí esos hombres a la vez que evitaba dar con las respuestas. Las temía tanto o incluso más que al enemigo, porque si el emblema que portaban sus armaduras era el de la Inquisición… entonces podía darse por muerto.

tras oir sobre las armas, me paro un momento para guardar mi rifle de plasma y sacar mi carabina, puede que no fuera lo mejor para estas tuvería, pero sabía que era mejor para los estrechos pasillos.

Los soldados iban bien equipados, de eso no había duda. La mayoría de ellos podía hacer un buen destrozo por sí mismo a cualquier cosa que se encontraran allí abajo... aunque quedaba bien patente que la Guardia Imperial no destacaba en las distancias cortas. Lo mejor que tenían era dos espadas sierra, el resto tan solo disponía de cuchillos reglamentarios o algún otra arma inusual. Esperaba no toparse con nada mínimamente blindado...

Ante la sugerencia de Quintus, no tuvo otra que intentarlo, al menos — Albrecht, trata de contactar con el equipo uno — ordenó a su segundo, aunque ya intuía que ahí abajo el vocoemisor sería poco más que peso muerto. Esperaba que Fiks pudiera dar con una solución más viable.

Mientras tanto, tenían otros asuntos con los que lidiar. No podían demorarse más — Bien, cambio en la formación. El soldado Vitaly irá delante, conmigo justo detrás de él. Luego Fiks y Vespillo, mantengan sus escopetas, pero nada de dispararlas si no es imprescindible. Quintus en retaguardia, como hasta ahora. Sin plasma, me temo — unas instrucciones parecidas a las de Ed Khalbi, no tenían otra opción — Sigamos adelante. Dejemos atrás esta zona lo antes posible — la posibilidad de volar por los aires en cualquier momento la tenía en tensión constante. Ya había pasado por aquello, y dudaba de que el Emperador la fuera a proteger una segunda vez.

Ya estaban cerca del punto de control, en brebe se separarían consolidando la posición hasta que el grupo 3 alcanzase su destino. La sargento se detuvo unos instantes para intentar poner orden, el Grupo 1 ya empezaba jodido sencillamente por no seguir el puto orden de avance, algo básico que habáin enviado a tomar por el culo nada más empezar. Bravo por la maldita indisciplina de los cuerpor menores, estaba claro que los lantanitas no eran más que mineros venidos a más.

Tras mostrar su armas y ver como el resto se equipaban Quintus sacó la escopeta reglamentaría, dejando el plasma a la espalda apagado y con el seguro puesto. Por otro lado sus armas cortas estaban a mano preparadas por si surgía un combate cerrado.

Le hizo un pequeño gesto con los dedos a Silvara, si ella no era diestra con la espada, bien seguro él le daría buen uso pudiendo combatir con ambas manos.

Arthur guardó el lanzaarpones a regañadientes y pasó su espada la mano derecha.- Tu llevas la linterna- gruñó, a Pipeboy. Con la mano izquierda, por si acaso, Arthur echó mano a una de sus granadas cegadoras. Si algo vivía allí abajo, no sería muy fan de la luz.

Fiks temblequeó frente a la figura de Silvara, como le venía ocurriendo en ocasiones pasadas, pero se llevó presto la palma de la mano a su cuchillo para indicarle qué arma cuerpo a cuerpo tenía a su propia disposición y luego tamborileó sobre su escopeta de combate cuyo corto alcance podía limitar el daño que sus disparos pudiesen infligir sobre las tuberías a su alrededor.

- Fijaos, Mando Silvara -recordaba la discusión que había tenido el sargento Selicano Anthony con respecto a que le fuese asignado un rango para mantener el orden entre los Krieg, de manera que no espeficó pero reconoció la autoridad-; rastreando los rebotes de las ondas sonoras me salen estas fuentes -las señaló en su propia consola para que las viese antes de girar un dial- pero si lo ajustó así ¿ve lo que yo? No todos los ruidos vienen de fuera, algo más está pasando, aquí, aquí.

Convencido que si ambos mantenían la búsqueda a través de ecorastreo habría más posibilidades de que discerniesen el camino correcto hacia el archienemigo. Fiks aguardó cualquier señal por parte de Silvara antes de saludar marcialmente y volver corriendo hacia el grupo 2.

A Paul casi se le cayó la máscara del susto. ¿Tropas de asalto inquisitoriales? Aquello se volvía más raro por momentos. ¿Estarían también sobre la pista de los desaparecidos? ¿O las historias sobre el Torcedor serían rumores interesados, difundidos por el Ordo Malleus para evitar que nadie bajase a las catacumbas a inmiscuirse en sus asuntos?

Sea como fuese, no tenían elección. Dejó resbalar el rifle de fusión hasta que apuntó al suelo, realizó un rápido saludo con la mano libre y se dirigió a paso vivo hacia el pasadizo. -Especialista Van Horst, 303º de Fezzorn- fue lo único que alcanzó a susurrar con el nudo que se le había formado de repente en la garganta.

La petición del soldado del 13º de asedio me sorprendió todo lo que me podía sorprender —no era demasiado—, pensaba que era él uno de los que había estado en la reunión, así que decidí ignorar su petición para tomar mi espada. Era mi arma predilecta. Y volví a centrarme en lo que realmente era importante.

Asentí a las indicaciones del medicae, un cuchillo era lo único que podía darle y aun así no creía que fuese a gustarles a los miembros del Departamento Munitorum, pero no pareció que hiciera falta. Me quedé extrañada ante como se refería a mí, en aquellas alcantarillas ya no estábamos bajo la misma situación excepcional.

—Vuelvo a ser soldado, solo fue temporal —respondí con tono monótono, mientras me centraba en la parte que realmente me interesaba de la conversación. Ajusté el auspex de la misma forma que lo hacia él—. Déjeme probar. —Esperé a ver si recibía las mismas lecturas para informar a Fiks.

Cuando el medicae se fue le devolví el saludo y continúe avanzando en un delicado silencio. Si nos detectaban, no quería que fuera por mí.