Partida Rol por web

Seguí caminando, procurando permanecer oculta y aprovechándome del entorno para ello. No quería adentrarme de nuevo en ningún bosque del que no fuera capaz de salir, pero tampoco quería ser detectada. Así que me mantuve al resguardo de las sombras y preparada para cualquier indicio de combate; oía las bombas y los disparos, la guerra por Sélica IV continuaba y aún no había logrado nada. Empezaba a sentirse un fraude, un estorbo al servicio del Emperador y debía lograr que todo eso cambiara cuanto antes. Una tenía su ego... 

El camino siguió, adentrándose en la noche, serpenteando entre colinas suaves y pastos. Una imagen bucólica si no fuera por los fogonazos de artillería de vez en cuando, o los ruidos de la guerra que inevitablemente llegaban desde la línea de frente. Tras un buen rato de andar, puede que una hora, divisaste a lo lejos otro asentamiento. Minerve, probablemente. Pero, a diferencia del anterior, aquí no se veía un solo alma ni se apreciaba movimiento alguno...

Al llegar a Minerve me escurrí entre las sombras para intentar apreciar qué había en aquel solitario asentamiento. Lo había asolado el silencio, un viejo aliado cuando te acompañaba y un enemigo cuando hacía lo propio con el enemigo. No veía a nadie y eso era lo que me preocupaba, ¿ya había llegado el mal hasta aquí? Podía ser, tendría que averiguarlo. Igual que había permanecido oculta, seguí moviendo sin perturbar la efímera paz del poblado. 

Quizás fue la oscuridad, quizás el cansancio derivado de intentar atravesar aquel río y de vagar por el bosque, o quizás simplemente que estabas más distraída de lo que querías admitir. Pero fuera por la causa que fuera, no fuiste consciente de ningún detalle extraño hasta que estuviste prácticamente en el propio pueblo. Una vez allí, escurriéndote entre las sombras, empezaste a ver algo bastante llamativo, quizás el motivo de aquel silencio.

En todas las puertas del asentamiento se habían pintado toscamente aspas en pintura blanca, lo que indicaba que, definitivamente, algo debía haber ocurrido en aquel lugar.

No estuve segura del significado de esas marcas y solo asumí que avisaban de algo. Sabía que podía ponerse a investigar, pero era peligroso y mi misión no era exactamente esa. Aun así, me decidí a echar un vistazo a través de las ventanas con el mismo cuidado con el que me había movido hasta ahí. Eso sí, espada en mano porque nunca se estaba lo suficientemente segura de lo que podría encontrar en ese lugar solitario. 

Podrían ser, realmente, mil cosas... Al principio aquel vistazo no dio demasiadas pistas, aunque en una de las ocasiones la ventana daba a un dormitorio, revelando una cama que aún guardaba a su ocupante fallecido. Un cuerpo que parecía llevar algunos días allí, y que evidentemente no había tenido una muerte violenta aunque algo de sangre se apreciaba en la comisura de la boca y en la almohada.

Mientras tanto, el pueblo seguía tan tranquilo e inalterado como lo había apreciado hasta aquel momento, sin que ni una hoja se moviera.

Todo estaba tan calmado, tan silencioso que solo quedaba espacio para la muerte; y yo era uno de sus rostros, uno que caminaba de la misma forma, en silencio y con una aparente tranquilidad que sorprendería a más de uno. Miraba de ahí a allá, sin ver nada que pudiera interesarme. En el fondo, sentía una sensación de desazón por no hallar nada más claro que un solitario asentamiento, así que me decidí a avanzar, pues entre la nada simplemente haría nada.  

Conforme seguías adelante por el pequeño pueblo, fuiste confirmando lo evidente: allí no había nada más que muerte. Algo había pasado a los ciudadanos de aquel lugar y, o bien habían desaparecido, o bien estaban muertos en sus hogares. Era un auténtico pueblo fantasma.

Después de darme cuenta de que definitivamente ahí no había nada más que muerte y silencio, me decidí a continuar avanzando en busca de lo que hubiera causado la desaparición del pueblo o del enemigo. Lo más probable era que ambos coincidieran, pero eso era algo que debía averiguar durante su camino. Mi camino me iba a llevar lejos de ahí, mucho más adelante y solo esperaba que no tardara mucho en hallar la ruta correcta. 

El camino seguía adelante, en dirección a Bonne, atravesando colinas bajas de pasto. Conforme más avanzabas, más claramente te llegaba una brisa con olor marino, así como el sonido de las olas, eclipsado de vez en cuando por los distantes sonidos del frente. Tras alrededor de unas dos horas de andar, viste algo delante. Parecía que había un bloqueo o patrulla en el camino, aunque a juzgar por su actitud, no parecían estar especialmente en alerta. Todos, eso sí, estaban mirando en dirección a tu siguiente destino, Bonne... ¿Quizás algún control de viajeros?

Al ver el bloqueo, me deslicé entre las sombras para acercarme más a la posición en la que se encontraban y ver con mi propios ojos a quién servían, si pertenecían al Imperio, sobrevivirían y sino me encargaría de que hallaran su final. Ese fue mi pensamiento mientras a cada paso que daba sentía más cerca al fin la presencia de vida. Si había dejado atrás la muerte, ¿serían ellos los encargados de darla? 

Conforme te acercas, queda claro por sus uniformes que son parte de las fuerzas traidoras de aquel mundo. Sus máscaras respiratorias parecían especialmente reforzadas, aunque de forma evidentemente improvisada, con trapos o capas de tela adicional, y montaban guardia controlando el camino de acceso a la población que habías dejado atrás. Una guardia, de momento, tranquila, ya que no parecía avanzar un alma en aquella dirección.

Me detuve a contar cuantos había y a fijarme en el equipo que llevaban, el peligro que podía causar un enfrentamiento. Necesitaba estudiar las pautas de sus movimientos por si seguían algún tipo de patrón motivado por el aburrimiento. Paciencia ante el enemigo, pues su final ya había sido decretado por el Emperador al mandarme hasta aquí y solo faltaba aprovecharse de lo que pudieran brindarle antes de su último suspiro. Permanecí quieta, en silencio, acompasando mi respiración a la misma que tenía uno de aquellos hombres para sentirme como una más y que solo fuera la sombra de uno de ellos que muy pronto se cerniría sobre ellos. 

Eran cuatro, todos ellos con las carabinas milicianas que habías visto hasta el momento, con su correspondiente bayoneta, además de revólveres enfundados y un par de granadas de palo. Otro punto llamativo es que, apartado, tenían un lanzallamas de aspecto aparatoso. Más allá de eso, el lugar era tranquilo, una carretera entre colinas bajas. Los hombres, a juzgar por lo que oías, charlaban de temas intrascendentes con la mirada en la carretera que debías seguir.

Después de pensar un poco supe que debía acabar con ellos, lo práctico sería solo con uno, pero no estaba segura de que eso fuera a ser lo más sencillo. Podía generar una distracción... No lo tenía claro. Así que decidí que todos encontrarían la muerte como traidores que eran, era exactamente lo que merecían y viendo que el lanzallamas podía aportarle cierta ventaja también decidí que entraría por esa dirección. Acabaría con algunos de ellos en cuerpo a cuerpo y luego con los otros, pero no dejaría que pudieran acercarse al arma sin pasar a través de mí.

Así que una vez tuve el plan en la cabeza, tocó el momento de ponerlo en acción y de dirigirme hacia el enemigo como siempre hacía últimamente, a través de las sombras y no con la apariencia de aquellos en los que confiaban, de los corruptos y traidores. Pronto también cambiaría eso. Preparé una granada flash y mantuve mi arma de energía lista para ser desenvainada. 

Aquellos tipos seguían distraídos, o quizás más atentos a su deber y a la dirección obvia de llegada a aquel lugar que a una retaguardia que parecían ignorar, así que no te fue muy complicado llegar hasta ellos y quedar en buena posición. Una granada cegadora podría, con suerte, hacer aquel encuentro algo trivial. Y ante ti parecías tener la oportunidad perfecta...

Nada me salía bien y pude ver con el lanzamiento de la granada que eso no iba a cambiar en esos instantes, algo que debería haber sido fácil había terminado complicándose de una forma que no podía comprender, pero quizás estaba a tiempo de tomar otras decisiones rápidas y para eso tenía que pensar... 

Así que desenvainé mi espada de energía y mi cuchillo dispuesta a presentar combate. 

La granada voló, desviándose bastante del punto de aterrizaje deseado, aunque no lo bastante como para que los milicianos más cercanos a ella no se tuvieran que llevar las manos al rostro intentando salvarse del fogonazo, aunque futilmente. A juzgar por sus gritos, la luz les había dejado ciegos durante algunos segundos, puede que los suficientes. Era el momento de atacar.

Me lancé al frente contra los dos primeros enemigos lanzando cuatro rápidos tajos. Estaba furiosa por haber errado parcialmente con la granada y la sensación no mejoró cuando no logré ensartarlos con el cuchillo como hubiera esperado, pero el campo de energía de mi espada, que chisporroteaba anunciando que nada podría parar su filo cuando este descendiera cortando armadura, carne y hueso con la misma facilidad con la que el aire había silbado al atravesarlo, fue directo hacia su objetivo.  

La sorpresa se había acabado con la granada, aunque el punto final de aquel capítulo fue Silvara saltando hacia delante y soltando un tajo a uno de aquellos tipos, que gritó de dolor mientras intentaba contraatacar con su bayoneta. Los cegados, confusos pero sabiendo que algo se les había echado encima intentaron ponerse a la defensiva con las puntas de sus bayonetas por delante, mientras que el que quedaba sin trabar corrió hacia el lanzallamas...