Partida Rol por web

Asterope, enfadada por no haber conseguido el conjuro, solo pudo dedicarle media sonrisa a Orsolya cuando le habló. Como su contrincante, se giró para mirar a la otra pareja que estaba practicando. Ya había visto cómo Erzsébet había fallado y sentía curiosidad por saber si al menos Max sí que lo conseguía.

Todo ocurrió bastante deprisa aunque, Asterope lo vivió como si estuviera dentro de una escena a cámara lenta en una película muggle. Efectivamente, le fue bastante bien al tejón, aunque no tanto a su víctima. En cuestión de dos segundos, Max hizo estallar la roca y a Erzy, que andaba algo desconcentrada, solo se le ocurrió intentar hacer polvo a las piedras que caían sobre ella. Falló y Asterope vio cómo la gemela estaba a punto de recibir unos buenos cantazos en la cabeza.

Por inercia, olvidándose de la horrible varita de Booky, mientras la niña de ojos azules pegaba un salto, la serpiente apuntó a los proyectiles y repitió las mismas palabras que había escuchado un segundo atrás-. Eleccella Fulminis –El rayo salió despedido y desintegró las piedras justo a tiempo, cuando ya estaban rozando la cabeza de Erzsébet.

Suspiró aliviada y luego cayó en la cuenta. Había conseguido sacar un hechizo bastante potente con esa varita. La miró, sorprendida, y sonrió.

Duelo mágico, últimamente los conjuros que aprendía le gustaban. El conjuro consistía en aumentar el impacto de una piedra dividiéndola en fragmentos antes de que golpearan su objetivo.

Como hizo la otra vez, decidió probar con el profesor. Sería imposible que le hiciera daño, y dado que últimamente se le habían dado demasiado bien tenía miedo de herir a otro alumno si se lo lanzaba él.

-Raiiniin Petrus- la varita apuntaba a una piedra que había lanzado anteriormente. Como era típico en él, el conjuro salió por su varita y las piedras fueron hacia el profesor.

Kendra llego a clase con Linc, despues de haberse despedido de Ithan en el comedor. - Venga, Linc, vamos a probar suerte... - dijo, mirando al chico, con una media sonrisa.

Y, cogiendo una piedra la lanzo, con intencion de practicar aquel conjuro- Raiininiin Petros -dijo, pronunciando mal la ultima palabra sin darse cuenta- Oh, no... - dijo, torciendo el gesto al ver que se habia equivocado y que la piedra cayo al suelo, inerte.

El profesor vio la lluvia de piedras que había lanzado Maxwell. ¡Oh excelente trabajo! Gritó mientras el conjuro se estaba ejecutando. Y al ver el resultado, gritó de nuevo: ¡10 puntos para ti Maxwell!

Después Knower sonrió al ver como Asterope y una de las gemelas intentaban desviar la lluvia de piedras que se cernía sobre Erszébet con un conjuro de electricidad. Si al menos hubierais hecho el Aquus, quizá hubieras tenido posibilidades, pero defenderos con un conjuro te ataque, es muy poco probable que os salga, o quien sabe, lo mismo os caía una lluvia de piedras eléctricas. ¿Estás bien? Dijo preguntándola. Además, ¿a cuál de tantas piedras has apuntado? ¡Solo podrías haberlo lanzado sobre una de ellas! ¿Necesitas que vayamos a la enfermería? Dijo mientras revisaba el chichón que se había llevado la pequeña Padurearu.

Luego miró al resto de la clase. Por eso este conjuro es un conjuro de área, porque afecta a una parte concreta del campo de batalla, y si lo practicais bien, lograréis afectar a todos los rivales que estén luchando juntos. Aunque hay que reconocer que probar y experimentar con la magia, es una gran idea.

A continuación, Knower lanzó una mirada inquisidora hacia Matthew. ¡Practica con tus compañeros! Dijo mientras esquivaba con soltura la pequeña lluvia de su alumno. ¡Esto es una clase para que todos aprendais a atacar y defenderos, practicar conmigo solo os retrasará! Aún así, debo de darte esos 50 puntos que tanto te has merecido. ¡Pero no vuelvas a hacerlo otra vez!

¡A los demás, aprovechad este rato libre y practicadlo bien! ¡Os veré el domingo en la recuperación! ¡Buena suerte! Erszébet, ¿necesitas que te acompañe a la enfermería, o prefieres ir con alguna de tus amigas? Dijo esperando la respuesta de la pequeña para marcharse o no.

Lo que a Asterope le habían parecido pedruscos desintegrados había sido, en realidad, una ilusión óptica provocada por el resplandeciente rayo eléctrico al impactar contra las rocas que caían sobre la gemela. Estas, brillantes por el efecto del Eleccella, apenas eran visibles y de ahí la equivocación de la Slytherin.

Cuando vio que, en realidad, la pobre Erzsébet había acabado sufriendo las consecuencias del Raiiniin Petrus, fue con ella para ver qué tal estaba. Asterope había recibido alguna vez un cantazo y era bastante doloroso-. Perdona, espero no haberlo empeorado con el conjuro. ¿Dónde te ha dado? Déjame ver. ¿Te has hecho sangre? –Revolvió con cuidado su pelo buscando la zona donde había impactado la roca. No tenía herida abierta, pero sí un pequeño bulto que, probablemente, fuera creciendo poco a poco-. Tienes un chichón. No te lo toques o te dolerá bastante más –le aconsejó, justo cuando el profesor se acercaba a ella para examinárselo también.

Los únicos que habían conseguido sacar el hechizo habían sido los chicos tejones. Para el resto había sido un fiasco de clase. Incluso para Kendra, que casi nunca fallaba-. Vaya clase más espantosa hemos hecho todos –le dijo a la otra serpiente que había en la sala. De nuevo, gran parte de su casa había faltado. A Asterope le sorprendía el poco esfuerzo que ponían algunos por aprender. Ellos sabrían.

No tenían ningún sentido las palabras del profesor. Erzsébet sabía a ciencia cierta que el año pasado un alumno había logrado evitar un Raiininiin con un Elecella, y no solo eso, sino que el profesor le había dado puntos de más. ¿Qué había cambiado este año?

Erzy se llevó una mano a la cabeza, frotándose el lugar donde en breves le saldría un chichón. No, gracias, contestó al profesor; el mismo inútil que no había sabido hacer nada cuando su hermana casi se desangró. De hecho, si fuera por ella, pasaría de ir a la enfermería.

Al acercarse Asterope, Erzsébet sonrió. Peores heridas he tenido, el tamaño de esas piedrecitas era ridículo. Orsolya mientras tanto se quedó un poco apartada, con los brazos cruzados al ver que Astro se la había adelantado. Llevaría a su hermana a la enfermería lo quisiera o no.

Matthew y Maxwell habían sido los únicos capaces de sacar el conjuro, de hecho Matthew parecía estar en racha, llevaba unas semanas que no fallaba ni una y además conseguía quedar el primero de clase, ¡se lo tenía bien escondido!

Mirando de reojo a Orsolya, Erzsébet se acercó a los chicos. Oye, ¿nos ayudáis con el conjuro? Me parece que O quiere que vayamos a la enfermería, pero qué tal si nos lo enseñáis antes, pidió, frotándose la cabeza. Le gustaba sacar los hechizos por su cuenta, pero aquel Raiininiin estaba fuera de su alcance y del de su hermana, y más con una varita defectuosa.

-Si, señor- dijo con la cabeza gacha cuando le dijo que debía probar con otros alumnos en lugar de con los profesores.

De igual modo había conseguido hacer bien el conjuro y volver a conseguir 50 puntos para la casa. Si era porque había mejorado como mago o los otros habían empeorado, aún estaba por verse.

-Puedo enseñarte yo, si quieres, Erzsébet. Aunque espero no hacer más daño que bien.

Cogió una piedra y la lanzó contra la niña. -El truco está en decirlo con confianza y con pulso firme... Raiiniin Petrus.

El mismo rayo que produjo su varita minutos antes impactó contra las piedras. Matt cruzó los dedos para que la niña lo esquivara o desviara con la varita.

-Y así es como se hace, parece más difícil de lo que es.

Aquus Guinae, gritó Erzsébet cuando la lluvia de piedras se abatió sobre ella. No iba a permitir que volviera a golpearla. El muro de agua se formó, evitando que el ataque de Matthew ocasionara más chichones de los necesarios.

A ver, creo que lo he pillado, dijo convencida. ¡Raiinniin Petrus! Pero nada, la piedra volvió a caer al suelo impertérrita. ¿En serio?, gritó enfada mirando la varita. Se había olvidado que el Aquus sí había salido en condiciones. Lo único que importaba eran los fracasos y estaba claro que Ollivanders era un auténtico fracasado.

¿Me dejas probar a mi?, pidió permiso Orsolya que creía haber visto cual había sido su fallo. Lanzó la piedra con suavidad, haciendo que describiera un arco bajo hacia su amigo y musitó las palabras: Raiinniin Petrus. La piedra se rompió en muchos trozos más pequeños, volando hacia Matthew.

Erzy se quedó con la boca abierta al ver a su hermana sacar un conjuro de duelo que ella no había conseguido dominar. Cerró la boca con fuerza cuando se dio cuenta y se puso ceñuda.

Se alegró al ver como la pequeña rumana se libró de su hechizo. Ahora le tocaba a él. Aunque había sido su hermana la que lo había conseguido hacer. Las piedras iban hacia él, que levantó el brazo varita en mano hacia esa dirección.

-Flamine Fulminis.

Lo hizo con los ojos cerrados, como si tuviera miedo a que no le saliera el conjuro.

Se olvidó de las palabras que el profesor les dijo a las gemelas sobre que un conjuro de ataque no tenía sentido aquí porque como mucho solo afectaría a un pedazo de piedra o simplemente ni siquiera había prestado atención a lo que dijo... solo Matt lo sabe. El caso es que las piedras siguieron su camino hacia él. 

No podía lanzar otro conjuro, así que se hizo un ovillo, evitando que las piedras le impactaran en zonas vitales, intentando defenderse como podía.

-Ha faltado poco.

Otro conjuro aprobado, y aunque no había sido nada excepcional, al menos había vuelto al buen sendero. Con suerte, se saldría de él durante el resto del curso, al menos en esa puta clase. Si las cosas se torcían, acabaría frustrándose y faltando a clase, y si no aprobaba, el viejo lo sacaría de allí y lo devolvería con sus padres, a la vida de mierda de todos esos años. Comiendo mal, volviendo a las malas costumbres y acabando en un centro de menores antes de los catorce.

Cuando se acercó a las chicas, una lluvia de piedrecitas caía sobre Matthew El chaval era, aparte de él, el único que había conseguido sacarlo. Y según el profesor, lo había hecho mejor. Aunque él nunca había sido capaz de distinguir la diferencia en potencia entre los conjuros, salvo cuando era evidente, como la que había entre los profesores y los críos como ellos.

Erzsébet, a pesar de volver a contar con su varita de siempre, seguía fallando.

—Imagínate que la piedra es el viejo de las varitas —ofreció como consejo.

Aunque Asterope valoraba la fortaleza y la resistencia al dolor de Erzsébet, similares a los de la serpiente, no estaba de acuerdo con su actitud- Orsolya tiene razón. Vale que esa enfermera es espantosa y que odia a los niños, pero un profesional tiene que mirarte eso –dijo, algo escandalizada porque la gemela no quisiera que se lo curaran inmediatamente.

Era cierto que la propia Bletchley había sufrido de vez en cuando alguna herida que nadie había tratado, pero ninguna había sido fruto de un conjuro, solo de caídas o golpes fortuitos y totalmente normales. Si algo apreciaba Asterope era la labor de los especialistas en la medicina. ¿Qué la Dra. Rottenmeier no era el mejor ejemplo de enfermera? Pues no, eso estaba claro. Pero no había que desestimar su trabajo ni descuidarse uno mismo.

Por alguna razón masoquista, la gemela quería recibir doble ración pedregosa y pidió a Matt ayuda para sacar el conjuro. Negó con la cabeza mientras fijaba sus ojos en la varita del tejón y escuchaba sus explicaciones. Aunque esta vez la niña supo defenderse de la lluvia sin problema, no pudo sacar ella el Raiiniin. Orsi la siguió. Parecía haberse olvidado de que su hermana necesitaba asistencia médica. Aunque, en cuanto vio el éxito de su intento, Asterope no pudo evitar una felicitación-. ¡Bien hecho! Te ha salido genial.

La cría cogió una de las piedras que había por la clase. La apretó con fuerza con el puño mientras recordaba los consejos de Matt. La lanzó al aire y apuntó con la varita, dirigiendo su objetivo contra los maniquíes que, desde hacía días, pasaban desapercibidos. Últimamente había tanta confianza entre los alumnos, que ya no les importaba atacarse los unos a los otros en lugar de a los muñecos que había por ahí. Asterope, esta vez, se acordó de ellos.

- Raiiniin Petrus –Para su sorpresa, la varita funcionó y piedra explotó. Sonaron golpes secos cuando los restos cayeron sobre el pelele, que se tambaleó ligeramente un par de segundos.

Se quedó boquiabierta, pues ya era el segundo conjuro seguido que sacaba. Se alegró bastante, aunque seguía teniendo muchísimas ganas de devolverle la varita de cornejo y coral a Booky.

Llena de rabia, Kendra intentó volver a practicar con aquella piedra que se le habia atascado. Sin embargo, el cabreo hizo que, por segunda vez, fracasara en el intento.

Con el ceño fruncido, recogio sus cosas, con un gesto de mal humor y, sin mediar palabra, salio de la clase, ofuscada con el resultado.

Asterope, satisfecha con el resultado de su conjuro, miró cómo Kendra lo intentaba y volvía a fallar. Su compañera se marchó cabreada sin despedirse siquiera. Ella lo entendía. A los Slytherin les gusta la perfección en su trabajo y fallar tantas veces, como les pasaba a las dos serpientes, era muy frustrante.

- Es que combinar los estudios con los novios es tan poco recomendable como combinarlos con una varita inapropiada –dijo, negando con la cabeza y sin pensar, cuando se quedó sola con los tejones. Kendra era muy lista. Estaba claro que pasar tanto tiempo con Ithan hacía que solo pudiera pensar en él y, por tanto, no podía concentrarse lo suficiente. El chico le caía bien, pero Bletchley tenía el presentimiento de que estaba distrayendo a su compañera demasiado.

Se dirigió entonces a Erzsébet, que estaba algo molesta por no haber sacado el conjuro en el segundo intento-. Piensa que acabas de recibir un golpe en la cabeza, es normal que estés un poco ida y no te salga bien –le comentó, esperando convencerla de que lo mejor era que le miraran el chichón cuanto antes.

Orsolya suspiró aliviada cuando Matthew consiguió evitar el ataque convirtiéndose en la bolita de un escarabajo pelotero; solo le faltaba rodar y que apareciese un bicho de tamaño acorde que le empujase. Volvió a guardar la varita y se acercó al chico para ayudarle a levantarse. ¡Gracias! Ahora a esperar la recuperación, dijo mientras miraba de reojo a su hermana.

A ese viejo no le atacaría con la varita, masculló Erzsébet a la idea de Maxwell. En las vacaciones de navidad se encontrará con alguna que otra sorpresita, prometió, mudando su ceño de enfado a calculador.

Ambas asistieron al éxito de Asterope, apedreando al espantalumnos. Orsolya sonriendo abiertamente, mientras que la sonrisa de Erzsébet era algo forzada. A ti también te ha salido muy bien, devolvió Orsi la felicitación a Astro. Sí, muy bien, dijo Erzy manteniendo su gesto.

Cuando Orsolya ya iba a llevarse a Erzsébet a la enfermería, Asterope habló sobre la incompatibilidad de novios y varitas. Qué curioso que lo dijera justo ella... Además, lo malo era cuando tenías un novio feo y sin gracia. Menos mal que las crías no estaban en edad de buscar pareja, porque lo cierto es que Hogwarts carecía de buenos partidos y mucho peores si se miraba en Slytherin o Gryffindor de primero.

Sí, sí, me la llevo ya, le dijo Orsolya a la Slytherin. Venga E, tirando. Que esta tarde después de clase tienes la recuperación de Adivinación y no querrás fallar porque las piedras te hayan aflojado las entendederas, ¿verdad?

Colocando la varita defectuosa en el enganche del chaleco, Erzsébet dio un golpe seco con la cabeza para devolver la coleta a la espalda y se marchó del aula sin despedirse.

¡Nos vemos luego!, se despidió Orsolya de Asterope, Matthew y Maxwell, a lo que salió corriendo tras su hermana.

Asterope no encontró razón para seguir dentro del aula. Ya había practicado el conjuro de la clase anterior y todos se estaban marchando a comer, así que ella no fue menos. No obstante, quizás era buena idea tomar un desvío de camino al Gran Comedor antes de llenar el estómago. Se despidió de los dos chicos que quedaban y salió de la clase.

Lo único que le quedó en la mente a Maxwell era la expresión que había usado Erszébet. No tenía ni idea de que había vacaciones de Navidad. El viejo no le había contado nada, y si los profesores lo habían mencionado en algún momento, no se había enterado. Tendría que enviarle una carta, si se acordaba.

Se despidió de las chicas  y, tras coger sus cosas, se despidió también de Matthew antes de salir.

Matthew se fue de la clase cuando terminó de enseñar a otros alumnos el conjuro que no les había salido. Últimamente se le daban bien... había que tenido que vivir una catástrofe para motivarse. Sonaba macabro, y quizá era solo solo casualidad.

Aún así, lo cierto es que estaba avanzando bastante. Había empezado muy mal, pero esos días estaban lejos.

Cuando Asterope entró en el aula de duelo, no tenía la nariz tan taponada. Aunque sí tosía bastante, pues la garganta le picaba horrores.

No había nadie dentro, lo cual le sorprendió. Entre la gente que faltaba a clase y aquellos que no sacaban sus conjuros a la primera, se imaginaba que habría muchos alumnos practicando para las recuperaciones. ¡Qué ingenua! A saber qué le había llevado a pensar que gente que se salta las clases o que no pone el suficiente esfuerzo podría dedicar su tiempo libre a estudiar más.

Sacó su flamante varita, dispuesta a lanzar conjuros tan buenos como los de los primeros meses. ¡Cuánto había echado de menos a ese palito de abeto! Sacó su agenda, donde tenía apuntados los conjuros que le faltaban. Demasiados para su gusto. No se podía creer que hubiera fallado tanto, qué vergüenza. ¡Ella, que le ponía tanto esfuerzo a su trabajo! Aquus Guinae, me toca ese, pensó cerrando su agenda y metiéndola de nuevo en la mochila.

Cuando iba a ponerse a practicar, le entró un ataque de tos. Uno de los malos, además. Casi parecía que iba a ahogarse, hasta le lloraban los ojos. Decidió sentarse un momento y beber un poco de agua hasta que se le pasara y pudiera practicar el conjuro como era debido.

Enya llegó justo para ver cómo le daba un ataque de tos a Asterope. Una vez que había bebido se acercó a ella: Hola. Esto quizás te venga bien. ¿Quieres uno? Son de jengibre, limón y miel. Le ofreció unos caramelos que solía tener para la garganta y que siempre llevaba encima más que porque le doliera la garganta porque eran casi un vicio, no podía parar de comerlos.

Así que tú también tienes que recuperar... ¿Te puedo ayudar con algún conjuro? Lo mismo lo conozco. Creo que luego yo te tengo que pedir ayuda con otro, si ya has sacado. No conseguí sacar en la última clase el "Raiiniin Petrus". Pero tú has llegado primero, así que practiquemos primero, si podemos, el que hayas venido a recuperar. Mientras hablaba, se quitaba la mochila y algunas capas de ropa que tenía para moverse por los fríos pasillos del castillo y los exteriores. Allí el ambiente era templado, acogedor, con una luz tenue y cálida.