Partida Rol por web

La incomodidad se hace patente en el momento que que el amigo de mi hermano se queda mirándome a mi y a mi mano. al menos termina estrechándomela, y me llama la atención el tacto de su piel, es más cálido de lo que cabría esperar, no como mis propias manos.

— Pues eso, un placer — digo finalmente cuando mi hermano me pone la mano en la cabeza para revolverme el pelo, está claro que no pinto mucho ahí, así que inclino la cabeza y regreso con William.

— Sí, vamos a la biblioteca antes de que se haga más tarde

—¡Ah! ¡Ya has terminado! Pensaba que tardarías más —recibo sonriente a Ed—. Pues vamos yendo, ¿no? ¡A estudiar!

Siguió a Mircea hacia la biblioteca pero, justo antes de salir, con la varita en la mano, lanzó un último Flámatte.

A Gwen no le gustaban las aglomeraciones ni llamar en exceso la atención, pero al parecer no le quedaba más remedio que aguantarse y seguir el juego. Cuando llegó a aquella clase la mayoría de los novatos ya habían comenzado a practicar entre ellos y no solo eso sino que percibió un conjuro lanzado en su contra. Gwen lo esquivó con un gracil movimiento de muñeca con la varita y cuando sus ojos miraron con frialdad y orgullo a la persona que se lo había lanzado descubrió al joven Ward... el novato le caía mejor que el hermano, pero si tenía como modelo a Perry al final se acabaría volviendo como él, de manera que mejor no entablar demasiada conversación corría el riesgo de que ocurriera lo mismo que con su hermano. 

Así que decidió practicar ella misma por su cuenta y eligiendo un monigote que había por el suelo, se preparó para lanzarle el conjuro.

Byron se había quedado sin poder ir a la biblioteca. Ed y Will, como siempre, se habían ido juntos y no le habían esperado. Más bien él se había quedado en babia. Decidió volver a intentarlo con el sonitus. Ese hechizo se le había metido entre ceja y ceja y, si no conseguía perfeccionarlo, no iba a poder dormir por las noches. Sacó la varita, realizó los movimientos que había estado horas estudiando y lanzó el conjuro.

- Sonitus...- El sonido que salió de la varita no era el que hubiera deseado. Era muy perfeccionista e, inmediatamente, se ruborizó. Salió precipitadamente de la clase en dirección al comedor.

Colin hinchó el pecho y sonrió orgulloso cuando el profesor le puso de ejemplo a los de primero. Esta vez sí había hecho bien las cosas y, esperaba que con eso, Perry volviera a estar más amigable con él. Comenzaba a tener hambre así que se dirigió al comedor. Quería tomar algo rápido para poder seguir realizando la redacción de la asignatura de primero.

Selena estaba frustrada. Aunque se alegraba por sus compañeros, en ese momento estaba más ofuscada por su fracaso. Se puso a practicar una y otra vez el hechizo. "Vamos, vamos... esto no puede ser..."

Ella creía que estaba haciendo los movimientos correctos, aún así el contraconjuro no funcionaba. Cuando se dio cuenta, ya era hora de cenar. Había pasado toda la tarde metida en aquella clase. Estaba agotada. Desganada por los pobres resultados, se fue directa a la cama.

Christopher bostezó de hambre. Recogió sus cosas y se fue hacia la puerta. Nos vemos en el comedor se despidió de los que aún estaban en la clase.

Era hora de irse de allí, comer y acostarse. Había vuelto a hacer bien el conjuro, le había costado pero se había puesto al día con sus compañeros. Tarde o temprano le tendría que madar una carta a su madre para que viera su progreso, pero de momento tocaba relajarse.

Abandonó el lugar de inmediato para ir al comedor.

Neville llegó a clase con el rostro cansado, ojeroso y sin afeitar, una costumbre que estaba tomando ya, parecía como si todas las noches las pasase en vela. Pero aún así, continuaba asistiendo a sus clases:

- Buenas tardes, queridos alumnos. Os quería avisar de que lo que fuera que atacó en Hogwarts ya no está por el colegio, no hemos descubierto nada más y no parece que haya habido más muertes. Y aunque no sea un consuelo, creo que por el momento podemos estar tranquilos, pues seguimos patrullando noche y día los pasillos.

Como algunos alumnos ya sabrán, el acceso a la lechucería estaba prohibido. Ahora ya está abierto para todo el mundo, hemos abierto el lugar y hemos traído nuevas lechuzas del Ministerio, por si necesitais enviar alguna carta a vuestros familiares. También avisaros de que ahora el lugar está protegido con un conjuro antimagia y nada se podrá hacer allí. El año pasado ya encontramos lechuzas muertas a final de año, pero pensamos que sería algún tipo de depredador que se había colado. Hoy pensamos que ese misterior pueda estar relacionado. En cualquier caso, ya no tenéis que preocuparos, hay más seguridad de la habitual por los pasillos.

Pero espero, que con esto os hayáis dado cuenta de lo importante que es la magia en este mundo. La magia nos ayuda a defendernos, en especial la asignatura de Defensa Contra las Artes Mágicas. Aquí aprendemos conjuros de protección que nos ayudarán a defendernos de ataques como los de anoche.

Y ahora, creo que ya va siendo hora de que abramos el libro por la página correspondiente y practiquemos el conjuro que toca hoy.

El profesor agacha la cabeza, toma su libro y lo abre y comienza a leerlo como si no tuviera muy clara cuál era la lección que correspondía a aquel día. El profesor Longbottom parecía cansado y agotado, pero ponía todo su empeño en llevar a buen puerto aquella clase.

Hoy toca el conjuro de "Protego". Este conjuro nos servirá para protegernos de determinados ataques mágicos, se materializa como barrera invisible que nos protege del conjuro lanzado. Hoy vamos a practicar con el conjuro de la clase anterior.

Así que, por favor, poneos por parejas, si uno de vosotros se queda libre puede ensayar conmigo.

Colocaos uno frente al otro y lanzáis el conjuro "Flámatte" sobre vuestro rival. Después, alzaréis la varita de esta forma y haréis un gesto de muñeca hacia vosotros. De esta forma. El profesor os muestra los gestos determinados del conjuro para que lo aprendáis. A la vez que os protegéis debéis decir claramente "Protego". 

Aquellos que no asistieran a la última clase y no pudieran aprender el conjuro Flámatte, por favor que se pongan en aquel rincón y solo se preocupen de tratar de protegerse de los ataques que les lancen sus compañeros.

¡Veamos qué tal os sale! ¡A practicar!

El profesor solo os había dado los gestos y las palabras, adecuadas, pero estaba tan cansado que se le había olvidado hacer el conjuro en sí. Pero ahora, no os quedaba más remedio que practicar sin más.

Tanta charla de que la magia era realmente necesaria se caía por su propio peso. Lo que ocurría en Hogwarts era que no desarrollaba la inteligencia de los alumnos, ni fomentaba su imaginación, ni trabajaba todos sus campos de la mente, acabando viéndose todo lo importante relegado por lo único que los magos creían que necesitaban en su vida: la magia. Muestra de ello era el profesorado tan inútil que regía la escuela, o la selección tan aleatoria del nuevo alumnado mediante el envío de lechuzas a críos incapaces, que eran aceptados en la escuela y acababan abarrotando los pasillos con sus chácharas insulsas sobre lo importante que era la magia. Enseñaban que lo más importante era intentar educar a un niño para convertirse en un mago autocomplaciente que se necesitaba solo a sí mismo y un trozo de madera en sus manos para saciar todos sus caprichos. El tren pensante de las crías descarriló antes de que llegasen a una conclusión común, cuando Neville pidió que abrieran sus libros.

Al entrar habían decidido sentarse juntas. Últimamente no sabían quienes irían a clase, así que no tenía sentido que ninguna esperara a ningún compañero y que alguna de las dos acabara sentada sola.

Dejando las varitas sobre la mesa, al lado de dos copias iguales de Magia defensiva y práctica y como utilizarla, de Lucy Weasley, uno de segunda mano y el otro no mucho más nuevo, prestaron atención.

Practicaron el Protego, así como el Flámatte que habían dejado sin practicar demasiado en las últimas semanas prefiriendo el Aagotattem. Entonces de los que habían asistido a clase, decidieron emparejarse con Maxwell, que nunca faltaba a clase y con Willow, que habían elegido por encima de Matthew porque el tejón últimamente se juntaba con demasiados de segundo.

Max, tú conmigo, indicó Erzsébet, sin dejarle opciones a buscarse otra pareja. A ver si esta cosa funciona, dijo sacudiendo la varita. ¡Flámatte!, bajó la varita con fuerza, como si fuera un látigo. No ocurrió nada. ¡Ya empezamos!, se quejó pisando con fuerza en el suelo.

Willow, ¿te pones conmigo?, sonrió tímidamente Orsolya acercándose a su amiga. Flámatte, conjuró.

Llego a la clase con prisas, a pesar de llegar a tiempo. Temo que el profesor Longbottom haya oído algo de mi ausencia en las clases de esta mañana y diga algo, pero ese comentario nunca llega. También tiene sentido. ¿Por qué iba a fijarse en eso? Tengo demasiado miedo a la reacción de los profesores y parece que son bastante laxos en general.

Todo lo que habla sobre la magia me hace recordar que creo que los magos dependen demasiado de ella. Por eso creo que debo seguir aprendiendo, aunque tenga que ser aprovechando los veranos, a la forma tradicional, la forma muggle, supongo. La magia es muy útil, pero a veces parece que atonta a la gente.

De nuevo un ejercicio por parejas. Eso me gusta a la vez que no. Por un lado te hace tener más relación con los demás y hace que la clase sea más interactiva, pero luego también supone compararte con aquel con quien te pongas. Me giro hacia Ed.

—¿Practicamos el conjuro entre nosotros? —le pregunto—. Venga... 

Hago el movimiento del Flámatte y lo dirijo contra Ed.

—¡Flámatte! —exclamo.

El director parecía cada día más cansado. Parecía uno de esos tipos que iban vendiendo mierdas de puerta en puerta. Maxwell los había visto en su barrio, pobres hijos de puta, intentando sacarse una miseria colándoles gilipolleces que nadie quería a gente que no podía pagarlas. Y los había visto terminar la jornada, demasiado pequeños para sus trajes, barbillas grises y ceños arrugados, apestando a sudor y lágrimas contenidas. Como si el paso de las horas les hubiera aplastado, ni siquiera mala hostia les quedaba. Más bichos que hombres, como en el cuento ese del tío que se transformaba en su cuarto, pero solo por dentro.

El director trataba de venderles a niños que no le hacían ni caso una mierda que no entendían. Él no podía ir al pub a beberse el resto de la tarde, aunque puede que lo hiciera en su despacho, colgando trapos de los cuadros para que no le miraran mal. Los magos tenían conjuros para casi todo, pero aparentemente no para relajarse un poco.

Las palabras de la gemela de ojos azules lo sacaron de su ensimismamiento. No estaba preparado para defenderse; apenas fue capaz de agarrar la varita antes de que la niña pronunciara su conjuro, y fallara. Jodida varita.

—A nadie le jode depender de los adultos más que a mí —dijo Maxwell—, pero ya que no te dejan ir a verle volando, ¿no tienes a ningún familiar que pueda ir a sacudirle al viejo de las varitas para que se meta prisa?

El niño esperó a que se le pasara el cabreo, levantó entonces su varita y apuntó hacia la niña.

—Flámatte.

Tras terminar con Erszébet, Maxwell llamó la atención del profesor para que le lanzara el Flámatte que la varita de recambio de Erszébet se había tragado.

Cuando Longbottom disparó, Maxwell presentó la varita frente así, una mano cerrada alrededor de la empuñadura y la otra abierta, muy estirada, sujetando la punta contra la palma.

—¡Protego! —exclamó, deteniendo el rayo cegador.

Llego agotado y abochornado por mi ausencia a la clase anterior, pero escucho con atención toda la clase hasta que mi compañero y amigo propone que nos pongamos juntos. Cuando va a lanzar su conjuro me pongo en posición y repito los movimientos del profesor.

— Protego — conjuro, y el ataque de mi compañero parece poco efectivo contra la barrera que lo detiene.

Me siento orgulloso por el resultado y sostengo de nuevo la varita para cambiar de posiciones.

— Estupendo. Bueno, ahora me toca a mi... ¡Flámatte!

Una vez que hemos terminado las prácticas me acerco al profesor.

— Disculpe, señor Longbottom, me temo que después de... del incidente de Halloween, de que se suspendió la recuperación y de que luego he estado muy preocupado, se me olvidó el nuevo día en el que había puesto la recuperación y asistí — agacho la cabeza avergonzado — ¿Sería posible... hacerlo otro día? Ya he conseguido dominar el conjuro...

Christopher llegó a la clase un poco desorientado. Se había perdido por los pasillos, a pesar de llevar bastante tiempo en el colegio. Entró en clase tras sus compañeros y se preparó.

No le sorprendió la noticia de los ataques. Sabía que el atacante no seguiría en el colegio, fuera criatura o persona, no se iba a quedar después del ataque. Miró a Byron, temiendo su reacción.

Y comenzó la clase. Se preparó para recibir el ataque de Byron y alzó la varita. ¡PROTEGO! gritó, y un escudo mágico le protegió del ataque de su compañero.

¡Genial! Ahora me toca. ¡Flámatte!

La mayoría tenía pareja así que eligió practicar con el profesor. No se preocupó porque su Flamatte fuera muy potente o no, el profesor no quedaría ciego, aunque de todas formas le salió sin demasiada fuerza. No le quitó el sueño, sabía ese conjuro ya.

Se concentró por tanto en el Protego, y esta vez sí esperó que el profesor no se propasara con él. - Protego- afortunadamente, el conjuro le rodeó el cuerpo aunque no se podía apreciar con la vista. Esperaba que eso fuera suficiente para que no se quedara ciego.

Ed se protege sin dificultades de mi Flámatte, como viene siendo costumbre. Ahora es cuando me toca fallar a mí estrepitosamente. Los conjuros se van poniendo progresivamente más difíciles y la diferencia entre los de familia muggle y los que han tenido contacto previo con la magia se nota cada vez más.

—¡Protego! —digo, sin mucha confianza, y efectivamente, el hechizo de Ed sobrepasa cualquier débil defensa que haya logrado conjurar apenas y acabo cegado completamente. Me llevo las manos a los ojos y se me cae la varita al suelo. Me los froto, y aunque noto cómo rápidamente vuelvo a tener una visión normal (porque no veo ese extraño halo violáceo que se queda después de haber sido deslumbrado), me quedo algo más de lo propio con los ojos tapados y así evitarme las miradas de pena de los demás.

Las palabras que dedica el profesor a lo ocurrido el día de Halloween hace que se sienta ligeramente contrariada. No entendía que hubiese pasado algo parecido el año anterior y no se lo hubiesen tomado en serio... Realmente le costaba creerlo, y tampoco quería hacerlo, porque ¿y si se hubiese podido evitar lo de este año?

La voz de Orsolya hizo que saliese de sus pensamientos, que habían vuelto entorno al tema Halloween cuando el profesor había terminado de explicar el hechizo de hoy.

- Sí, claro. ¡Hagámoslo juntas! -Se colocó en pose defensiva y cuando la gemela pronunció el hechizo, se trató de proteger.- ¡Protego! -Durante un momento algo había parecido salir de mi varita, pero aún así, el destello que emitió la de la gemela era mucho mayor, dejando a la Ravenclaw fuera de combate, completamente cegada.- Huala... ya no me acordaba lo molesto que era. -Comentó mientras parpadeba varias veces, tratando de hacer que la molestia se fuera.

Tras unos instantes, y cuando creyo ser capaz de ver algo mejor, decidió lanzarle ella el hechizo a Orsolya.

- ¡Flámatte! -Apuntó a la niña.

Byron entró a clase jadeando y se fue rápido a su asiento. Por pelos... Pensó.

Escuchó la clase y atento miró alrededor, Chris no había aparecido...

-Lo siento profesor... Chris no ha venido... puede ayudarme?- Byron esperó al conjuro del profesor. El profesor era demasiado y tenía algo de miedo, aún así, esperaba que el profesor no fuese demasiado duro y, con algo de temor, pronunció el conjuro a su debido tiempo- ¡Protego!