Partida Rol por web

Tras acabarse el trozo de piña que había cogido para el camino, entró al aula, y la sorpresa se vio reflejada en su rostro.

¡SON DE SEGUNDO! -Boquiabierta, se colocó cerca de alguno de sus compañeros de primero, y hasta que el profesor comenzó a explicar en lo que consistía la clase de hoy, observó con gran fascinación y admiración a los mayores.
Estaba acostumbrada a encontrarse con unos cuantos en la Sala Común, pero ver a tantos juntos le hacía sentir mucho respeto.

Seguro que saben hacer cosas super fascinantes...

Tras las palabras del profesor, buscó con la mirada a Selena. No iba a ser fácil, porque por todos era sabido que era una excelente estudiante, pero era con la que más confianza tenía, así que no le dio mayor importancia. Realmente no le importaba fallar en su objetivo, a menos que no le saliese el hechizo, claro, eso era muy distinto.

- ¡Flámatte! -Pronunció con voz alta y clara apuntando a la otra rubia de Ravenclaw.

Maxwell enarcó una ceja cuando comprobó cómo la chica contrarrestaba el conjuro, pronunciándolo al contrario. ¿Por qué este se hace así y los fulminis no? Podrían explicar toda esa mierda.

Parpadeó cuando la chica le felicitó por el conjuro. No podía ser tan bueno si lo había detenido con tanta facilidad. Claro que detener conjuros era casi siempre más sencillo que lanzarlos. Probablemente para evitar que los magos se fueran matando por ahí, sin ton ni son. Era como si la gente normal fuera con armas láser por la calle.

En cualquier caso, él no conocía todavía la forma correcta de ejecutar el contraconjuro. Así que, cuando Daphne se dispuso a lanzárselo a él resistió su primer impulso, que fue cerrar los ojos. Si se podía detener, era porque el efecto iba destinado a una persona concreta, y solo la afectaba a ella, como el agotattem. Apretó los dientes y tensó los músculos, como si fuera un puñetazo lo que se avecinaba.

Y funcionó.

Miró a la niña a los ojos y extendió el puño cerrado, con el pulgar levantado.

Sonrió de nuevo encogiendo los hombros y en sus mejillas aparecieron hoyuelos, devolviéndole el gesto a Maxwell.

-Genial, ¿eh?- se recogió tras la oreja uno de los rizos y bajó la varita. Mirando a su alrededor con curiosidad manifiesta.

Casi cuando la clase estaba a punto de comenzar, Micea entró al aula sabiendo que se encontraría a los de primero. La clase y el horario coincidían, además solo existía un profesor que diese DCAM, era tan solo necesario sumar dos y dos, aunque en Hogwarts no se enseñase matemáticas.

Buscó entre los chavales de primero, buscando al hermano de Perry; era capaz de descartar a uno de los chicos pero de los demás no veía a ninguno que se pareciese a su amigo. Saludó a los Huffies y sonrió ante la mirada escrutadora de las pequeñas gremlins.

Por alguna razón cuando llegó el ataque de Erzsébet, se extrañó. Las crías solían atacar a la vez, usando así la sorpresa, el doble de fuerza y el ingenio para ganar, pero aquella vez habían decidido repartirse los objetivos. Prea listele, murmuró antes de levantar su propia varita. Ettamálf, susurró posicionando su varita.

Vio exactamente qué dirección tomaba su hermana y cerró los ojos para dar la sensación que el conjuro le había alcanzado de lleno. Movió levemente su varita y soltó: Flámatte

Árpád llegó a la clase acompañado de otros tejones. Por primera vez compartían clase con los de segundo, y eso provocaba en él una gran expectación. Seguramente fuesen a hacer algo muy diferente y pudiesen aprender un montón de ellos. Además, tenía ganas de verles en acción, sobre todo a Mircea y a Oliver.

Durante el tiempo que duró la explicación del profesor él escuchó, impaciente, jugueteando ya con la varita en el bolsillo. Estaba claro que no conseguiría darle a ninguno de ellos: él era un negado en Duelo, y esto no era muy distinto. Aún así, el hecho de que fuera una clase tan diferente le hacía sentirse un poco nervioso.

Llegado el momento no dudó demasiado. A pesar de que una de las gemelas ya le había escogido como objetivo Árpád alzó la varita con convicción.

- ¡Flámatte! - Gritó apuntando a Mircea, sin saber realmente si prefería que el chico lo evadiera con facilidad o impactarle.

Fue en este mismo momento que las acciones de las crías se separaron.

La pequeña de ojos verdes tras conseguir sacar un relumbrón de su varita, corrió hacia un lado para evitar a Perry. Sin perderle de vista, se dio cuenta que el amigo repelente de su hermano había conseguido defenderse y que incluso se atrevía a atacarla. Quiso girar la cabeza en el último momento para evitar el destello de luz de su contrincante, pero la golpeó de pleno, tropezando con una mochila que se había quedado por el camino y cayendo cuan larga era, resbalando durante un par de metros por el encerado. Se enderezó sin haberse hecho mucho daño, mientras frotaba sus ojos con los pulpejos de sus manos

La chiquilla de ojos azules por su parte corrió y sonrió al ver como Mircea cerraba los ojos. Satisfecha, detuvo su avance y plantada como estaba relamiéndose por su victoria, recibió el impacto del Flámatte de su hermano. Argghhh, rabió, mientras golpeaba con furia el soleo con sus zapatos.

A pesar de que había entrado en clase pensando que prefería atacar a defenderse, se sorprendió al ver que al menos el hechizo cegaba al oponente. Podría parecer una opción cobarde, de alguien que no sabe combatir, pero en pillería también había cierto honor y talento. 

Pensando en que el conjuro era provechoso alzó su varita y miró en todas direcciones. Esta vez no le había tocado coincidir con los leones, así que no vio a la chica con la que ensayó su hechizo la vez anterior. Decidió pues elegir a un miembro de Ravenclaw, eran conocidos por ser buenos estudiantes, así que seguro que no lo conseguiría cegar. O si lo hacía, el efecto no duraría mucho. Sus ojos se posaron finalmente en Colin.

-¡Flamatte!- gritó, dejándose llevar por la emoción del momento y apuntando a Colin.

No estaba demasiado inspirado, por lo que no fue ni de lejos de los mejores de la clase, pero se contentó viendo que funcionaba. Además, el chico de segundo seguro que había aprendido el contraconjuro del Flámatte, así que no tendría problemas en disolverlo.

Al ver a las chicas correr en desbandada, no pudo evitar reírse ante la caída sin percances de una y la rabieta de la otra. Buscó a Perry y sonrió al chico, a la vez que inclinaba un poco la cabeza en señal de gratitud.

Asintió al ver la maestría de Daphne. La chica había sido la mejor el año pasado y no era de extrañar. Se le daba muy bien la asignatura.

Cuando Árpád le eligió como compañero de juegos, volvió a alzar la varita: Ettamálf

Esta vez sin engaños y sin variar un ápice su vetusto gesto, soltó: Flámatte

Ardeen llegó a clase y saludó al profesor de nuevo, en cuanto empezó la clase sabía lo que iba a pasar, así que esperó y trató de repetir los movimientos de nuevo para practicar esta vez el conjuro de segundo.

Sabía que era muy difícil, pero al haberlo visto ya en otra clase se pudo quedar mejor con los movimientos. Cuando el profesor volvió a lanzar el conjuro ella estaba preparada, suspiró y se concentró todo lo que pudo- Ettamálf - dijo y sorprendentemente no quedó cegada, y pudo ver hacia dónde se dirigía el profesor. Aunque sabía que lo repelería sin problemas decidió contraatacar para recordar el conjuro.

No pudo evitar sonreír al ver cómo Mircea daba su merecido a la otra de las gemelas.  Esperaba que Edward pudiera lucirse en clase, delante de él, pero no le veía por ninguna parte.

- ¿Dónde esta mi hermano Will?- Dijo mientras elevaba la varita para protegerse del hechizo como si no le costara esfuerzo.- ¡Ettamálf!- Paró también su hechizo como si de un amosca se tratase y se la devolvió para que aprendiera lo que era recibirlo.-¡Flámatte!

Llego a clase algo después que el resto de mis compañeros, justo detrás de mi nuevo mejor amigo William. Entro sofocado en la clase y tengo que detenerme junto a la puerta para colocar mis delgados brazos en la pared y recuperar el aliento que llena de oxígeno mi enfermízamente delgado cuerpo, lo que me hace tardar en unirme al resto del grupo.

Finalmente cuando vuelvo a tener fuerzas miro a la gente que hay en la clase y muestro una sonrisa al ver a los alumnos de segundo de las dos casas, me parece muy interesante que nos junten para practicar los conjuros.

Dedico una sonrisa de admiración a mi hermano y luego al chico de ojos azules del que he oído hablar, decidiendo que debería presentarme cuando acabe la clase. Me coloco junto a el dúo Will.

— Veréis qué bien se le da a mi hermano — les digo al chico y chica que casi comparten nombre, lo cierto es que ardo en deseos de ver a mi hermano en acción y su actuación no me defrauda cuando veo cómo repele el conjuro de una de las hermanas.

Después de unos cuantos segundos en que voy practicando el conjuro junto con William, decido que ya lo tengo preparado y miro de nuevo a los alumnos de segundo para elegir mi «víctima». Mi impulso natural es elegir a Perry para probar enfrentar nuestras capacidades, pero después caigo en la cuenta de que sería una pérdida de tiempo, porque sería imposible que consiguiese afectarle con mi sortilegio.

Observo el intento de William y me encuentro en una duda existencial, por una parte me encantaría que el conjuro de mi amigo surtiese efecto, pero por otra soy consciente de que contra Perry es absurdo y no lo va a conseguir.

Entre tanto fogonazo de conjuros me quedo mirando un momento a los alumnos de segundo. De nuestra casa todos han sido ya objetivo de alguno de nuestros hechizos para que pudiesen practicar el contraconjuros, todos menos una persona.

— Dacey — digo avisando a la chica de que voy a seleccionarla como blanco, Gwendoline, para que se prepare y pueda aprender así la otra parte de la clase —, alerta con ese contraconjuro — y dicho eso, imitando los movimientos de William, agito la varita con corrección — ¡Flámatte! — exclamo para terminar la fórmula, si todo ha salido como creo, el fogonazo no debería tardar en efectuarse.

Alzo las cejas sorprendido ante la facilidad con la que se deshace de mi Flámatte, pero sonrío confiado.

—Pues por ahí está, ¿no? Es que con tanto destel- —oigo entonces su voz e intento cerrar los ojos, pero no lo puedo hacer a tiempo y el hechizo de Perry me ciega por completo. Por reflejo doy un par de pasos hacia atrás mientras intento abrir y cerrar los ojos, pero mis párpados se han cerrado por reflejo y acabo chocándome contra un pupitre, lo que me arranca un pequeño quejido.

—Auch...

Selena miró con curiosidad como los de primero asistían a la misma clase que los de segundo. "Bueno, en parte tiene su lógica. Así matan dos pájaros de un tiro." Pensó por la mezcla.

La lección de aquel día prometía. Estaba harta de que Colin la cegara con aquel hechizo así que estaba ansiosa por aprender el contraconjuro.

Willow se acercó a la pequeña, dispuesta a probar con el conjuro cegador. -Bien, buena suerte. Le deseó con una sonrisa mientras se ponía en posición defensiva. La de primero se movió rápido y la luz cegó a la de segundo, que aun no había terminado el movimiento para el contraconjuro. -Argh... se tapó los ojos con la mano libre.

-Otra vez! De nuevo, su compañera de casa la cegó sin ella poder remediarlo. "Maldita sea! Por que no me sale? Odio este hechizo del demonio!" Refunfuño frustrada con aquella clase. No estaba siendo nada productiva para ella.

Cuando logró calmarse un poco, dio la enhorabuena a la de primero. -Bien hecho Willow. Quieres probar los efectos? Yo ya estoy pensando en llevar gafas de sol o algo...

Cambió su postura defensiva a una más neutral y le dio unos segundos a la joven para recibir el flamatte

- ¡GRACIAS! -Respondió radiante ante la felicitación de Selena. A continuación simplemente le contestó con una gran movimiento afirmativo de la cabeza. ¿Qué era lo peor que podía pasar?

Se preparó para recibir el hechizo, y aunque no tenía muy claro qué tenía que hacer simplemente siguió su instinto. Cuando creyó que el destello iba a salir de la varita, giró la cabeza. Lástima que cuando lo hizo, nada salió de la varita, sino que lo hizo a los pocos segundos, justo cuando la pequeña miraba extrañada la punta de la varita de Selena.

- Woah... -Apretó los ojos, aunque aún podía ver colorines.

Christopher llegó de los últimos ala clase de DCAM, suspirando al ver que la puerta seguía abierta. Entró y localizó a sus compañeros de casa y fue hacia ellos. Atendió las explicaciones del profesor y tardó unos segundos en elegir a su rival de segundo. Al final, vio a una chica de segundo que parecía estar esperando que la atacaran, así que sonriendo feliz, se acercó a ella.

¡Hola! ¿Lista? preguntó con educación. Vio como la chica se ponía en posición y gritó ¡Flámatte

Sara llegó corriendo tras el niño negro. Pero tuvo que volver sobre sus pasos. La mochila se había abierto en mitad de la carrera y había perdido prácticamente todo por el camino. Cuando regresó, dejó sus cosas con cuidado y sólo cogió la varita, colocándose junto a sus compañeros.

Se quedó esperando a que alguno de los alumnos de primero se le acercara y practicara con ella. Y no se alargó mucho la espera. Llegó el niño negro y le lanzó el conjuro.
Y aunque parecía que Sara estaba preparada, no fue así. En esos momentos se estaba rascando la cabeza con su varita. Cuando quiso darse cuenta, Sara Lago había sido deslumbrada por un alumno de primero

Quitándose las manos de sus ojos y dejando de patalear contra el suelo, Erzsébet le devolvió una sonrisa taimada a su hermano. El conjuro no la había afectado para nada. Se encogió los hombros a la vez que fingía un gesto tristón porque su hermano haya tratado de cegarla. Ella también sabía engañar...

Se acercó a Orsolya para ayudar a la pequeña a levantarse. Era una floja. No aguantaba los Agotattem, los Flámatte ni casi ningún conjuro. ¿Qué iba a hacer con ella?

Agachó la cabeza con tal sonrojo que de su rostro desapareció todo rastro de pecas.

-Gracias, profesor- musitó azorada uniendo ambas manos por delante del cuerpo, sosteniendo la varita con el extremo mirando al suelo.

Cuando el profesor Longbottom les despidió guardó su varita en uno de los enormes bolsillos de la túnica y marchó a recoger su mochila, abandonada junto al asiento que había tomado en una de las mesas.

Cuando Mircea recibió su conjuro lo hizo de una manera impecable, y Árpád abrió los ojos, sorprendido. Acto seguido, cuando el chico se lo devolvió, él trato de apartar la mirada a tiempo, pero no fue capaz. Bueno, al menos no era doloroso tal y como había imaginado. Sin embargo se quedó durante varios segundos completamente ciego, viendo sólo oscuridad mirase adonde mirase. El potente haz de luz de Mircea le había dado de lleno, y en todo el tiempo que duró el efecto Árpád trató de mantenerse quieto, sabiendo que si se moviera probablemente haría el ridículo.

Después, al empezar por fin a ver de nuevo observó a todos los de la clase, pestañeando con fuerza, y fue escuchando el discurso del profesor. Una vez hubo terminado se acercó a sus compañeros, incluyendo a los de segundo, y habló directamente a Mircea, frotándose los ojos.

- Eso ha sido la leche. - Le dijo. - Sí que se te da bien Defensa...