Partida Rol por web

-Hasta luego.-Digo saludando a los que se marchan. Acto seguido me vuelvo hacia Edward.

-Yo había pensado ir a ver al profesor de CCM para hablar con el... ¿Te apetece acompañarme? Se que no es el plan más divertido del mundo, pero puede ser interesante.

Me quedo pensando unos cuantos segundos y finalmente niego con la cabeza.
- No, mejor voy a volverme a la sala común, que tengo que estar descansado para esta noche. Gracias de todas formas por invitarme a ir. - Respondo intentando ser amable.

-De nada.-Digo antes de que se vaya.-Sabes que no es necesario que te invite, puedes venir conmigo cuando quieras.

Al ver que se marcha, salgo hacia el despacho del profesor de CCM.

Byron había estado mirando los libros que se había traido, uno de ellos era el libro de adivinación. Mañana tenía la recuperación y quería enseñarle a la profesora Lovegood que a pear de haber faltado a clase había practicado mucho. Decidido, recogió todo y se despidió de sus compañeros.

-Luego os veo, voy a la sala Comun.

Tras esto, Byron corrió lo que pudo (no mucho más de dos pasillos) hacia la sala común.

Al ver que era de los últimos, Árpád se apresuró a recoger las cosas, preparándose para marcharse.

- Ya debe ser casi la hora de la fiesta. - Le dijo a Matt. Al parecer eran los únicos que quedaban en el cuarto. - ¿Vamos directamente?

-Sí, vamos a la fiesta, que ya va a ser hora.

Salió de allí y siguió a Árpad.

Sin muchas prisas, las gemelas llegaron al aula de DCAM. Mientras esperaban a que llegaran los alumnos restantes, miraban al profesor y cuchicheaban entre sí, riéndose de vez en cuando. Volvían a coincidir con los Ravenclaw, a ver si esta vez conseguían llevarse a Willow de aventuras... Hola, hola, saludaban a cada uno de los que entraban.

Según fueron llegando los de segundo, las crías abrieron los ojos. ¿Iban a coincidir en clase con su hermano? Sí, sí, ahí estaba.

La excusa que puso Neville para usar el Flámatte no tenía ningún sentido, o sí lo tenía si se era un cobarde, ¿quién no querría combatir aunque estuviera en inferioridad numérica? Solo en esos combates forjaba uno su leyenda, ¡todos los cuentos respaldaban esa teoría! Igualmente era un conjuro más y habría que aprenderlo, seguro que encontraban alguna utilidad divertida para acabar usándolo por los pasillos del colegio. ¿Un Flámatte metiendo la varita en un fantasma? Sería como un faro, seguro.

Cuando el profesor hizo su demostración, las gemelas aplaudieron algo reacias. Era un truco barato de prestidigitador muggle, de esos que usaban bombas de potasio para realizar aquel mismo efecto.

Sonrieron cuando supieron que podrían lanzárselo a los de segundo. Sus miradas viraron y se concentraron en un mismo punto. Al darse cuenta que habían elegido sin ninguna originalidad a la misma persona, hablaron entre sí en bajito hasta que acordaron los objetivos de cada cual.

Practicaron el conjuro, sus movimientos, la entonación de la palabra a vocalizar y cuando se vieron preparadas lanzaron sus respectivos hechizos.

¡Flámatte!, gritaron ambas a la vez.

Erzsébet había salido ganando en la discusión con su hermana y aunque sabía que Mircea era muy bueno en DCAM, quería ponerle a prueba y ver con sus propios ojos si tanto rumor era cierto.

Orsolya por su parte había elegido al amigo gafotas de su hermano, o más bien había sido Erzsébet quien se lo había propuesto. Si Mircea era en ocasiones aburrido, Perry parecía ser el súmmum del aburrimiento.

El chiquillo escrutaba a los chicos de segundo tras los gruesos cristales de sus enormes gafas. Se había situado a la derecha de la clase, como había indicado el profesor, y había atendido a las explicaciones para realizar el conjuro. Buscaba entonces un posible objetivo, alguien inofensivo, que no se molestara por su ataque. Descartó rápidamente a Perry, no quería vérselas con él desde luego, eso se lo dejaba a Edward. También eliminó de la lista a Mircea pues las gemelas ya le habían elegido como objetivo. Se fijó en un chico sonriente y que parecía amable y tranquilo así que la punta de su varita fue pasando de uno a otro hasta que se paró en Oliver.

- Ejem...a-allá voy.- Carraspeó para llamar la atención del tejón y lanzó el conjuro.-Flámatte...- Su varita emitió un flash como el de una cámara de fotos. Le hizo sonreír pero luego suspiró pues no quería hacer enfadar a un posible matón de segundo.-Ains.

Oliver entro a clase a toda prisa, sorprendido al encontrar alli a los alumnos de primero tambien. ¿Pero de qué iba aquello? Se sentó donde pillo y, acto seguido, se esforzó por escuchar al profesor Longbottom, decidido a que, esta vez, le salieran las cosas de una vez por todas.

Asintió, efusivo, con una sonrisa en los labios, al ver que habia llegado su turno, y que practicarían con los chicos de primero. Y aun estaba preguntándose si alguien lo elegiria a el, cuando uno de los pequeños Ravenclaw se dirigio a el, avisandolo.- ¡Claro, dale cuando quieras!- exclamo, de buen humor, preparándose para aquel conjuro.

-¡Ettamoif! - exclamo entonces, apuntando a Byron con su varita. Sin embargo, no le habia sentado demasiado bien esa pequeña siestecita que acababa de darse, al parecer, ya que, al pronunciar aquel conjuro, se encontró con que, una vez más, no habia ocurrido nada.

Joder, Oli. Tío. Ya te vale.

Y tan ensimismado estaba con aquella lamentacion que ni  siquiera penso en defenderse de aquel destello que salio de la varita de Byron, dejándolo momentáneamente ciego- ¡Hala! -exclamo sorprendido.- ¡A ti si te ha salido, que bien! -dijo, alegrandose por el chico, mientras se frotaba los ojos, manteniendolos unos segundos cerrados.

No, Oli no era ningun matón. Por el contrario, Byron parecia haber acabado de dar con la persona posiblemente más afable y sociable de todo el colegio.

Entró tras Oliver y se acomodó donde no estorbara a nadie, alisándose las tablas de la falda mientras ladeaba la cabeza. Allí había un montón de alumnos... ¿Qué hacían todos ahí?

Oh... ya veo...

Asintió levemente con la explicación del profesor Longbottom y dejó la mochilita en el suelo acompañada de un suspiro. Sin rival no había hechizo que valiera.

¿Dónde se han metido Sara y Ardeen?

¿Y cómo coño se llaman todos esos?

Era casi un milagro que se hubiera aprendido los nombres de sus compañeros de clases, e incluso de los Hufflepuff de cursos superiores a los que veía con frecuencia —los de segundo, especialmente—. Le había costado varias semanas de llamarles “hey”, “tú” o, simplemente, pincharles con el índice en el hombro para llamar su atención.

Los Ravenclaw de segundo ni siquiera le sonaban de vista —y probablemente seguirían sin sonarle cuando terminara la clase—, como para conocer sus nombres.

Así que, los objetivos debían ser Hufflepuffs. Concretamente, las que quedaban disponibles eran las chicas. Ni puta gracia, pero no quedaba otro remedio. Al menos, no iba a hacerles daño. Entre ellas, escogió a Daphne, la niña silenciosa a la que había asociado irremediablemente con el sonitus.

—Daphne —avisó a la chica, por deferencia, antes de apuntarla con la varita—. Flámatte.

El conjuro podía cegar momentáneamente al adversario. El profesor había explicado que podía servir para huir de una pelea. Maxwell entendió enseguida que su propósito era otro. Si el oponente tenía una defensa demasiado férrea, cegarle podía servir para cambiar de estrategia, aprovechar la distracción para arrancarle la varita de las manos y partirle la nariz de un cabezazo.

Cuando llegó a clase de duelo no pudo sorprenderse más.

- ¡Una clase conjunta!Genial.- Se colocó junto a los alumnos de segundo. Para redondear el día la clase era con los tejones. Por fin podría conocer a las hermanas de Mircea. Buscó al rumano con la mirada y fue a colocarse junto a él.- Son esas ¿no? Parecen adorables.- Pero lo que a veces parece adorable a primera vista puede no ser lo que uno imagina. Tuvo que ajustarse bien las gafas para ver que una de ellas atacaba a Mircea y, más sorpendente aún, la otra le atacaba a él. Pero Perry no era de los que se dejaba amilanar por una chiquilla un año más joven que él, por muy pizpireta que pareciera.

¡No delante de Ed!

Sacó la varita y la colocó perpendicular al haz de luz lanzado por Orsolya.

-¡Ettamálf!- De un plumazo repelió el conjuro. Sonrió de medio lado.- Ahora prepárate tú. Orsolya, ¿no? No te muevas mucho no vaya a dar a tu hermana.-Miró a Mircea como pidiéndole permiso y después agitó la varita con un movimiento que ya tenía memorizado a la perfección. Precisamente esta semana había estado practicándolo.-¡Fámatte!

A ver de qué pasta estás hecha.- No esperaba que la chiquilla pudiera resistirlo, no estaba ahí para regodearse de vencer a alguien cláramente inferior. Simplemente quería ver cómo aceptaba la derrota pues de su reacción podría deducir si las chicas eran lo que parecían o no.

Levantó la mirada hacia Maxwell y enarcó ligeramente las cejas.

¿Yo?

Se incorporó sacudiendo de nuevo la falda y giró la muñeca con un movimiento fluido.

-Ettamálf- musitó con el rostro iluminado por el hechizo perfectamente ejecutado por su compañero de primero... el niño con preocupaciones que para nada eran de niño. Pestañeó y esbozó una sonrisa que hizo que alguna de las pecas que salpicaban su rostro se juntaran sobre el puente de la nariz. Estiró la falda y se inclinó hacia delante en una reverencia respetuosa-Buen ataque- reconoció admirada con la facilidad con la que le había salido, ella había titubeado bastante más en sus clases de DCAM de primero.

Colin llegó tranquilo a clase, ajustándose la camisa para que estuviera perfecta. Escuchó al profesor y miró con curiosidad a los alumnos de primero. Se situó junto a Perry y los demás de segundo sonriendo amigablemente.

- Hola a todos. No tengáis problemas por atacarnos. Sabremos defendernos. - O eso creo. Se le daba realmente bien DCAM. Sacó su varita para estar preparado por si las moscas.

- Ettamálf.

Aguardó a que Maxwell estuviera preparado, concediéndole unos segundos después de su contra movió los pies de un lado a otro basculando su estatura hasta que dirigió la varita hacia el niño y pronunció claramente el hechizo que instantes antes él había realizado.

-Flámatte- de su varita brotó un rayo de luz cegadora dirigido hacia el niño de primero tal y como antes se había dirigido hacia ella.

Llego a clase esperando que esta vez la Defensa contra las Artes Mágicas se me dé mejor que la otra vez. Al ver a tantos alumnos de segundo, me sorprendo bastante. Es la primera vez que comparto clase con gente de un curso superior, y será una ocasión para ver a los de segundo demostrando su experiencia. Saludo con la mano a los compañeros y a los desconocidos, y me pongo junto a Ed para escuchar la explicación. Mientras el profesor va diciendo cómo hacerlo, voy sacando la varita para estar preparado, y entonces hay un estallido.

Se me escapa un grito ahogado y pego un respingo en el sitio a la vez que mis brazos se apresuran a proteger mis ojos. Cuando me acostumbro de nuevo a la luz que hay, me doy cuenta entre pequeños destellos que se han quedado como impresos en mi retina y se reproducen a cada parpadeo en el mismo sitio del aire frente a mí de que el profesor Longbottom ha desaparecido. La idea exagerada de que el conjuro sirviera también para hacerse uno invisible se desvanece en cuanto lo oigo en el fondo de la sala.

—Guau... qué pasada... —digo, y entonces agarro la varita con fuerza y sonrío mirando a Ed, luego a Will y luego a Helios—. ¡Esto va a molar!

Doy un par de pasos y me acerco a los de segundo, mirando a quién puedo hacerle el hechizo. Finalmente me decido por el hermano de mi nuevo mejor amigo. Seguro que él me hace un contraconjuro perfecto, pero me apetece verlo en acción. Ed me ha hablado muy bien de él y quiero aprender todo lo que pueda.

—¿Preparado, Perry? —pregunto—. ¡Flámatte!

Un estallido de luz surge de mi varita, uniéndose a los demás.