Partida Rol por web

Sara agachó la cabeza al tiempo que bajaba la varita. Sus cabellos ocultaron su cara, pero un par de lágrimas cayeron al suelo. Sin decir nada a nadie, salió corriendo de la clase, cogiendo su mochila a la carrera.

Christopher estaba muy contento. No sólo había aprendido el conjuro. ¡Había conseguido ganar a una de segundo! Pero él era muy digno y no se iba a poner a celebrarlo. De hecho, se le cayó el alma a los pies cuando vio partir a Sara llorando.

Eh... empezó a decir, sin poder terminar la frase. Vaya comentó mientras guardaba la varita y se acercaba a Byron. Le dio un manotazo en el hombro de manera cariñosa ¡Genial, Byron! ¡Has conseguido puntos extras! ¡Y tu también, Willow!

Su sonrisa se borró al ver como Erzsébet dejaba de comportarse como una cría despechada y le sonreía. Rea, murmuró, devolviéndole un ligera sonrisilla. ¿Como había conseguido defenderse? Conocía su fortaleza, conocía los puntos débiles de cada una de sus hermanas y ninguna debía ser capaz de resistir aquel conjuro. ¿Qué habían estado haciendo durante todo ese mes y medio para cambiar tanto?

Cuando el pequeño Hufflepuff se le acercó, Mircea se encogió de hombros. Sí, no ha estado mal, desestimó. Sabía que la asignatura no se le daba mal, pero estaba lejos de ser de los mejores. Daphne y Selena ocupaban los primeros puestos, al menos en las clases que llevaban hasta entonces. Estáis fuertes este año, alabó a los de primero. Si seguís así seguro que sacáis mejores notas que nosotros, dedicó al húngaro una mueca de complicidad.

Se acercó después a las gemelas Padurearu, que estaban sentadas, espatarradas, como ninguna señorita debería sentarse. ¿Y vosotras qué?, preguntó con los brazos cruzados. Ni se os ocurra usar el Flámatte por los pasillos ni con los fantasmas, las advirtió. Si queréis practicar, os vais fuera, ¿vale?, intentó sonar inflexible. ¿Habéis visto a Daphne, verdad? ¿Es hábil, a que sí? Pues sed buenas chicas y quizás os enseñe a ser tan buena bruja como ella.

Sara no fue la única desanimada con el resultado de la clase. Oliver resoplo, negando, con gesto de derrota. Acabo por dar una palmadita en el hombro al chico de primero que habia practicado con él, dedicandole una triste sonrisa- Bien hecho, campeon. Sigue asi. - dijo a Byron, con apenas un hilillo de voz.

No dijo nada más a nadie, ni siquiera a sus amigos. Cogio su mochila y, cabizbajo, acabó por salir del aula, sin decir a nadie hacia donde iba.

Byron sonrió tímidamente ante los halagos que estaba recibiendo. Entonces sintió el manotazo de Christopher.

- ¿Dónde te habías metido?- El chico había desaparecido después de lo de la enfermería.

-Ah...-Perry abrió la boca como para mostrar su disconformidad con el profesor pero luego la cerró inmediatamente al darse cuenta de donde estaba.- Buen trabajo chicos. Will, ¿estás bien?- Les dijo a los de primero a la vez que se acercaba a su hermano Edward.-Ha sido genial verte Ed, lo haces muy bien. Ojalá tengamos más clases así. ¿Vienes un momento? Te quiero presentar a Mircea, a sus hermanas veo que ya las conoces jeje.- Hizo señas a Mircea para que se acercara y presentarle oficialmente a su hermano.- Oye Mircea voy a necesitar que me ayudes con un asunto que tengo entre manos.

Erzsébet le sacó la lengua a Mircea, a la vez que hacía un sonido infantil, que para algo es una cría. Orsolya la dio un codazo para que no le faltara el respeto así a su hermano. ¿Es verdad que aguantaste el conjuro de Mir?, preguntó O sorprendida a E.

Erzsébet sonrió casi tan ampliamente como Booky, era harto imposible lograr aquella gesta, la sonrisa del elfo era irrepetible. Sí. Pero fue muy difícil, acertó a decir. Realmente no sé como fui capaz, como si algún elfo se hubiera aparecido para recibir el impacto, sino no me lo explico. Volvió a mirar a su hermano y volvió a  sonreír. Pero no me afectó, jeje

Ambas prometieron que no jugarían con el flámatte. Eso de llevarse una mano a la espalda y cruzar los dedos fue algo que solo el espectador pudo ver...

Las crías saltaron para acercarse junto a su hermano al gafotas al que había atacado Orsolya.

No eres tan débil como pensaba, dijo Orsolya dejando que su boca hablara sin que su mente lo procesara.

Entonces fue Erzsébet la que se dirigió a Mircea. Ravenclaw, Slytherin, H-Tejones, vaya Mir, tienes más amigos aquí que en casa. ¿Donde está el muchacho apocado que tanto queremos?

Cuando Mircea giró la cabeza para atender a Perry, vio como Oliver se marchaba. ¿Qué le ocurría a los tejones con DCAM? ¿Como se les podía dar tan mal? Esperaba verle antes de la noche para tratar de ayudarle con el conjuro.

Esperó a que sus hermanas se levantasen antes de acercarse hacia su amigo soim.

La sangre no lo es todo, respondió a Orsolya cuando soltó aquello sin pensar. Habían sido las crías quienes le habían contado de quien eran nietos los Ward.

¿Muchacho apocado? Si hubiera estado en movimiento, Mircea seguramente se habría tropezado con aquella indirecta tan poco sutil. Todavía está aquí, contestó fingiendo enfado y volviéndose a cruzar de brazos.

Se quedó un momento mirando a Edward cuando Perry le presentó. Inclinó levemente la cabeza en señal de aquiescencia. Encantado Edward. Fue así de poco locuaz. No tenía base para crear conversación con aquel chico sin poner en evidencia a su hermano mayor y eso era algo que nunca haría.

¿Qué ocurre?, preguntó a su amigo.

Marchó de la clase con su mochila dando botes tras ella sacudiendo la mano para despedirse de sus compañeros camino de la biblioteca.

La verdad es que me quedé dormido se ruborizó mientras se rascaba la cabeza. Yo creo que la cosa esa asquerosa me dio en la nariz y me ha dejado totalmente fuera de combate. Y me he perdido vuelo, ¡con las ganas que tenía!

Escucho al profesor aún medio cegado, aunque se me va pasando. Cuando logro ver ya está todo el mundo en movimiento y Perry se dirige a mí.

—Sí, sí, no te preocupes... es solo que me has cogido desprevenido y... ¡guau! ¡Qué potencia! —parpadeo un par de veces más, y me froto los ojos, porque han lagrimeado un poco de forma refleja—. Pero estoy bien —concluyo. Voy a ir hacia Ed, pero su hermano se me adelanta, así que doy un paso hacia atrás. Luego hablaré con él. Sonrío a los hermanos antes de que vayan a hablar con el otro chico que Perry quiere presentarle y a continuación me giro hacia Will y Byron.

—Felicidades, chicos —suspiro y miro hacia la pared un segundo. Aún estoy algo cegado por el Flámatte de Perry y veo figuras en el aire. Realmente no es que no pueda ver pero me resulta especialmente desagradable esa sensación de tener manchas en el campo visual—. La verdad es que el hechizo este, bien hecho, fastidia bastante, ¿eh?

Aunque la visión de la pequeña aún no era del todo buena a causa del hechizo con el que había sido impactada, la noticia de haber ganado puntos extra hizo que se olvidase del resto.

- ¡GRACIAS! -Casi gritó, en dirección a Christopher y Will, que la habían felicitado.- ¡Enhorabuena a ti también Byron!

Estaba resplandeciente, y no era para menos. No era algo que se esperase, y viendo sus últimos resultados en las clases creía que estaba bastante lejos de conseguir algo así. Sin duda era un empujón que le venía bien para levantar el ánimo.

- Chicos, yo me voy a practicar Duelo para mañana, que me conozco y sino se me acabará pasando y tengo que mejorar el hechizo como sea... ¡Nos vemos luego!

Algo defraudado por la respuesta de Gwendoline a mis acciones escucho las palabras de nuestro profesor sintiéndome igualmente defraudado, lo cierto es que a mi la clase conjunta me había dado una buena impresión y motivación.

Asiento con la cabeza hacia mi mejor amigo y le dedico una sonrisa, como queriendo decir «¿ves qué buen mago es mi hermano?», pero no llego a pronunciar palabras por el hecho de que ver gente saliendo corriendo de la clase me intimida bastante, yo soy el primero al que le frustran los fracasos, pero ¿tanto? Quizás me esté acostumbrando a ellos, pero desde luego no se me hace normal el comportamiento que he visto.

Cuando mi hermano se acerca, asiento con la cabeza y una sonrisa — Claro — le digo mientras lo acompaño junto a su amigo del que tanto he oído hablar.

— Encantado de conocerte — durante un momento hago revisión de mi memoria, sé que conozco el apellido del amigo de mi hermano y efectívamente no tardo en recordarlo —, Padurearu, mi hermano me ha hablado mucho de ti, y tenía ganas de conocerte — dicho esto, le ofrezco mi delgada, huesuda y débil mano.

Por el rabillo del ojo veo al resto de mis compañeros que empiezan a hablar entre ellos, la verdad es que me gustaría poder ir a felicitarlos también por sus resultados, pero en cierta forma también me siento bastante mal por el hecho de que Willow haya conseguido tantos puntos, ahora sí que soy el último de toda nuestra casa, con diferencia.

La clase concluyó, y todos los alumnos tenían un conjuro más en el repertorio, y para variar, uno que podría ser útil en algún momento. Además, con la falsa seguridad si había conseguido resistir el de la chica de segundo, que supuestamente era de los mejores en la asignatura, no tendría problemas para resistir el de un compañero que decidiera usarlo contra él.

El resto de la tarde iba a dedicarlo a la contemplación silenciosa. El domingo no habría descanso para él, por desgracia. Recuperarse de una semana de clases y trabajos era sencillo para un crío, pero Maxwell era de esas personas que necesitaban dedicarse un rato a sí mismos.

En silencio, mientras los demás se repartían felicitaciones, se escabulló del aula.

Tras la respuesta de Mircea Árpád permaneció escuchando, viendo cómo las gemelas se metían con él y observando cómo otros abandonaban la clase. Después de recoger sus cosas el chico dudaba sobre qué hacer, así que se acercó a sus compañeros tejones.

- Chicos, - Dijo, aunque se dirigía sobre todo a las gemelas, ya que siempre eran las que tiraban hacia adelante. - ¿tenemos algún plan? Si no me iré también a Duelo a practicar el conjuro que me falta.

No lo hacían adrede, pero estaba claro que no podían evitarlo. Odiaban la cháchara de los adultos, ¿pero escuchar a Mircea y Perry? Suerte que no se habían metido en ninguna temática sesuda ni filosófica, pero como si se lo estuvieran oliendo, las cabezas de las gemelas empezaron a buscar conversaciones más interesantes. Era de mala educación marcharse tan pronto cuando se supone que estaban en una presentación, pero la verdad que les interesaba poco. Ellas se presentaban por sí solas, no necesitaban anunciamientos.

Poco a poco se fueron alejando de Mircea, hasta que se encontraron a Árpád.

Pueeees, estaba pensando Orsolya. Deberíamos buscar una casa mejor a Abracitos y Retortijones, además de buscarles comida. Que sino los hurones de Ardeen seguro que acaban comiéndoselos.

¿Duelo? ¿Qué conjuro te falta?, se interesó Erzsébet. ¡Nosotras conocemos todos!, dijo ofreciéndose. Seguro que pueden esperarse hasta la hora de la cena, comentó mirando a Orsolya y haciendo mención a sus nuevas mascotas.

Vale, aceptó la chica de ojos verdes.

Aprovecharían a mejorar alguno de sus conjuros en la propia clase de duelo.

—¡Chao! —despido a Willow. Yo debería ir a la biblioteca, como habíamos hablado, pero prefiero esperar a Ed—. Bueno, ahora a la biblioteca, ¿no? —pregunto a mis compañeros.
 

Igualmente, contestó al hermano pequeño de Perry. ¿Edward, no es así?

¿De mi?, preguntó extrañado. ¿Qué podría hablar Perry de él? Seguramente de los libros que se recomendaban, porque la verdad que la relación de los dos chicos no iba mucho más lejos.

Cuando Edward ofreció su mano, Mircea se quedó primeramente mirándola. Después miró a los chicos a los ojos, y ofreció su propia mano. De dedos largos y extrañamente su agarre no era frío, sino caluroso, lo contrario a lo que su tono de piel y forma de ser parecía dar a entender. No le gustaba mucho tocar a los demás, por ello siempre saludaba con inclinaciones de cabeza más o menos pronunciadas dependiendo del momento.

Ya nos veremos, practicó una ligera sonrisa, despidiendo así al chico, que parecía estar con ganas de irse con sus amigos. Además, Perry aún tenía que decirle para qué necesitaba su ayuda. ¿Sería para Adivinaciones?

Fue en ese momento cuando vio como sus hermanas se marchaban silenciosas del aula. Suspiró sin ganas. Realmente no podía con ellas...

La verdad es que Mircea podía ser algo extraño a veces. Observó a su hermano y a él darse la mano, en tensión, como si fuera a pasar algo malo. Después frotó su mano en el pelo de su hermanito, revolviéndoselo como solía hacer a menudo. Captó la impaciente mirada de Mircea así que le dijo lo que quería de él.

- Necesito que me ayudes con unos libros en la biblioteca. ¿Puedes ahora?- Obviamente no quería decir allí qué libros necesitaba, no allí con todos delante.

Mircea no necesitaba volver a la biblioteca al menos hasta el Domingo. Hacía dos días había sacado libros de sobra para sus tres redacciones y la verdad que la información que estaba consiguiendo era bastante útil. De igual forma, una visita a la biblioteca siempre era bienvenida.

Miró alrededor, pensando si tenía algo pendiente aparte de ir a la sala común a seguir con sus trabajos y decidió que sí que tenía algo de tiempo para dedicarle a Perry.

Claro, vamos, le dijo a la vez que sacaba el sombrero de uno de sus bolsillos y se lo calaba.