Partida Rol por web

Harry Potter y la Nueva Generación

En el exterior: Terrenos y jardines.

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23/04/2014, 22:45
1ºG - Ithan Trace Rosier

Ithan recogió sus cosas, y esperó al momento en el que pasaron los hurones para agarrar uno de ellos, y meterlo en la mochila. - Al saco, campeón. - Susurró, colgando la mochila de un solo asa.

- No teneis nada que agradecer, anda. - Desestimó, negando con la mano, quitandole importancia. - No te preocupes, Kendra, ya hablaremos mañana. - Acabó por decirle, con una media sonrisa.

- Venga, que creo que me da tiempo a acompañaros hasta la puerta de Slytherin. - Y dicho esto, marchó con las chicas hasta el castillo, acompañandolas un trozo, para después ir hacia la Torre de Gryffindor.

Notas de juego

A la sala Común.

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17/06/2014, 15:06
2ºH - Daphne Relish

Daphne caminaba a paso ligero detrás de Mircea, con la cabeza gacha y pocos ánimos. No tenía muchas ganas de estar con gente, pero le había picado la curiosidad lo que su amigo le había propuesto. ¿Qué sitio querrá enseñarme? ¿Algo secreto? No me vendría mal, el lago últimamente se llena de gente rápido y ya no se puede estar tranquila...

Al cabo de un rato callados los dos, decidió hablar sobre algo. – Mir, tú que sabes tanto. ¿Crees que puede haber algo en mi varita que haga que sea mala en duelo? ¿Por qué se me dan mejor unas asignaturas que otras? –Era algo que le llevaba rondando por la cabeza desde hacía un tiempo. Le parecería lógico que notara diferencia entre clases más teóricas y clases más prácticas; o entre usar una escoba voladora y una varita. Pero ¿cómo era posible que ese instrumento tuviera resultados tan dispares si la usaba bien?-. Entendería que hechizos concretos se me dieran peor... ¿Pero una asignatura entera? ¡Si pronuncio bien las palabras y hago todos los movimientos y me concentro! ¿Crees que puede ser por la madera o el núcleo?

O quizás hay algo más. Puede que mi forma de ser no esté hecha para atacar a la gente. Pero no tiene sentido. Si cuando estaba afectada por el Confundus solo quería atacar a Sara con todas mis fuerzas... Por más vueltas que le daba, no le encontraba sentido. Esperaba que el libro que había sacado de la biblioteca la ayudara en algo o, al menos, le solucionara alguna duda.

Y siguió caminando con Mircea, deseando saber dónde pararían y qué le enseñaría.

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17/06/2014, 23:22
2ºH - Mircea Padurearu

Tomando la cabeza de la comitiva, comitiva compuesta por solo dos personas que quizás no debiera llamarse así pero que por ser personajes importantes se les atribuye ese palabro, Mircea marchó por los pasillos de Hogwarts, descendió a paso lento las escaleras, traspasó el umbral del castillo, anduvo por el patio porticado y a la altura de la bajada hacia el lago giró a la derecha, alejándose del camino que lleva al bosque prohibido, en todo momento seguido por una Daphne cabizbaja.

Sí, puede ser por la varita, contestó a la chica. ¿Tú sabes por qué es la varita la que elige al mago, verdad? Resuena con nuestro espíritu, encuentra semejanzas entre su madera con nuestro cuerpo, su núcleo con nuestro alma. A veces son iguales, y potencia cosas que se nos da bien, otras veces hace que seamos mejores en todo e incluso en ocasiones nos permite hacer cosas que con otras varitas nunca conseguiríamos.

Se detuvo un momento, pues mientras decía todo aquello había seguido caminando. Se dio la vuelta y se quedó mirando a Daphne. No te gusta hacer daño a la gente y tu varita eso lo sabe. Por eso se niega a permitirte usarla para atacar.  Respect, onoare şi curaj, Astropufilor, dijo en rumano. Respeto, honor y valentía, eres Hufflepuff, repitió. Cada vez que logras sacar un conjuro de duelo, estás demostrando ser más valiente y honorable que los que podemos atacar fácilmente.

Cuando finalmente llegaron a la zona de jardines, empezó a apuntar ciertas flores con el dedo. Iban siguiendo un camino imaginario marcado por flores específicas, como si descubrieras una constelación por la noche.

Crocus banaticus, señaló una flor solitaria violeta. Crecen en otoño.

Siguió avanzando.

Acanthus balcanicus, señaló unas plantas que crecían a un lateral de una piedra. Son endémicas, pero estamos en un área mágica, aquí puede crecer cualquier cosa.

Fuchsia, indicó una árboles pequeños que compartían área con algunas especies de Circaea.

Parecía que el camino que recorrían era bastante aleatorio, alejándose del lago, de la cabaña del antiguo guardián y de todos los críos que andaban haciendo ruido por las cercanías del castillo.

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18/06/2014, 18:23
2ºH - Daphne Relish

Daphne escuchó absorta las palabras de Mircea sobre la unión entre un mago y su varita. Algo había oído hablar, por supuesto, pero tampoco había reflexionado mucho sobre el tema. Al principio, cuando recibió la suya, pensó un poco en lo que le había contado el fabricante, pero luego se olvidó del asunto.

- Mi varita es de cedro y corazón de dragón. Lo que significa que tengo el potencial para ser una adversaria terrible y que debería aprender rápido... Tiene gracia, ¿no? –Aún recordaba las palabras de Ollivander. Y aún esperaba que se hicieran realidad. Quizás la varita sabía algo que ella desconocía. Quizás en un futuro sería diferente. Pero en ese momento, no parecía que tuviera entre sus manos a su alma gemela-. Es verdad, no me gusta hacer daño. Pero sí me gustaría poder hacerlo cuando tenga que defenderme o defender a alguien.

Según iban caminando, Daphne se asombraba cada vez más de las muchas cosas que sabía Mircea. Miraba las flores que le iba señalando, todas ellas preciosas, y de las cuales no conocía su nombre común, solo el que el chico le daba. Es como una enciclopedia. ¿Hay algo que desconozca?-. Son muy bonitas. ¿Cómo es que sabes sus nombres en...? ¿Latín es? La verdad es que pocas veces me he parado a observar la cantidad de cosas que hay para admirar en este colegio.

Y continuaban su camino, sin detenerse en ningún lugar. Ya no se escuchaba un alma. Nunca había llegado hasta donde se encontraban en ese momento. Y la tristeza y frustración que sentía por no haber conseguido el hechizo habían desaparecido; ahora estaba llena de intriga-. Mir... ¿adónde me llevas? ¿Conoces esta zona? Yo nunca había ido más allá de la cabaña cerrada esa.

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19/06/2014, 00:03
2ºH - Mircea Padurearu

Había estado dándole vueltas a lo que le había dicho Daphne sobre su varita: cedro y corazón de dragón. Había estado leyendo tantos libros sobre maderas y núcleos que sabía exactamente qué se decía de esos materiales. El cedro era una madera dócil en la fabricación de varitas, con gran habilidad para los conjuros protectores. Era exactamente lo que Daphne le había dicho, atacar para ser capaz de proteger a los demás; ése era el punto fuerte de la chica. Quizás la forma de lanzar sus conjuros de duelo debían ser enfocados de otra forma, no queriendo hacer daño, sino con el convencimiento que desarmando a un oponente está salvando a un aliado. Por otro lado las fibras de dragón eran núcleos de varitas poderosas, con mucho vrac. Si algo estaban de acuerdo los tratados mágicos de Jimmy Kiddel, la Wandlore de Jeremiah Klaser Rowling y los ensayos de fabricación casera anónimos del siglo XVII era que las fibras de dragón como núcleo tendían a agobiar a personalidades como la de Daphne, auténticos Hufflepuff. Su varita parecía ser complicada de manejar, no era de extrañar que se creyera mala bruja, cuando en realidad era una hechicera excepcional. Siguió pensando esta vez en su propia varita...

Sí, es latín. Tuve un tutor en Târgoviste que me enseñó, pero conocer la flora que nos rodea fue cosa de mi padre. Seguramente aquello fuera lo más personal de sí mismo que había dado a conocer hasta entonces. Apretó los dientes, y siguió caminando. ¿Como podía esta chica meterse bajo su piel de aquella forma? No tenía sentido...

Siguió dejando atrás más flores y plantas que reconocía. El camino que llevamos, apuntó distintas especies con el dedo, está relacionado con lo que podrías encontrar en României. Ya llegamos...

Realmente no sabía por qué le iba a mostrar aquello a Daphne. Es cierto que el castillo tenía muchos sitios especiales a los que podía ir para estar solo, pero en muchos de ellos siempre a la larga acababas encontrando a alguien. Sin embargo el sitio al que iba... Había sido suyo desde que lo descubrió a principio de curso.

En una última elevación que permitió que pudieran volver a ver las torres del castillo y el lago en el valle, Mircea finalmente se detuvo. A unos pasos había una caída de apenas 9 pies, con una tapiz verde y espeso alfombrando el fondo, al cual se podía llegar bajando por unos escalones ocultos tras un arbusto. Era una altura fácilmente saltable pero difícilmente escalable. Bajó los escalones labrados en piedra, que por su desgaste no solo habían visto pasar muchos siglos sino también muchos caminantes. Justo debajo de la cornisa que parecía natural, había unas puertas dobles de al menos 8 pies, de roca gris, labrada, formando todo tipo de figuras y dibujos entrelazados. Se podía suponer que eran dos hojas pues había dos grandes aldabas, pero en realidad no podía apreciarse ninguna abertura, ni grieta que pudiera prever un accionamiento físico.

Pero lo importante no era la puerta, que aunque majestuosa y misteriosa realmente hacía que te diesen escalofríos. Enfrente, tras pasar por debajo de unos arcos naturales formados por árboles doblados, ejerciendo de escondite para aquellos que mirasen desde el promontorio se llegaba a una hondonada cóncava. Una suerte de pequeño anfiteatro labrado en piedra y recubierto por plantas trepadoras de todos los colores. Un semicírculo de cuatro alturas que en sus mejores momentos podría haber albergado a al menos quinientos asistentes de tamaño humano y casi el doble si éstos eran elfos domésticos. Todo enfrentado con una especie de tribuna de dos plantas escalonadas. Toda la vegetación de alrededor crecía alta y acababa en el borde de aquella maravilla, como si alguna magia poderosa o el respeto de los mismos árboles los impidiese extender sus raíces o ramas.

En aquel momento el sol empezaba a bajar y las sombras de los árboles ya cubría al menos la mitad de lo que Mircea había decidido llamar Micia Amfiteatrul, por su tamaño y por las flores y plantas rumanas que le habían llevado hasta él.

Se giró para mirar a Daphne, esperando encontrar en ella el mismo gesto de encanto que él mismo creía haber tenido cuando se olvidó de respirar al contemplar aquello.

Sacó su varita de la manga y en un susurro apenas perceptible, para que Daphne no le escuchara, murmuró: Dectattem, a la vez que abarcaba la fronda que servía de muro a aquel lugar.

El efecto hubiera sido inefable de noche, pero aún así todo el conjunto empezó a brillar, como si una orquesta de colores danzase en cuerpos de hadas y duendes, extendiendo con luces el muro vegetal hacia las alturas y formando una cúpula.

- Tiradas (1)

Motivo: Dectattem frunzis

Dificultad: 20

Habilidad: 5+9

Tirada: 2 2 8

Total: 2 +5 +9 = 16 Fracaso

Notas de juego

Subida de nivel fallado, pero el conjuro sigue realizándose.

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19/06/2014, 17:56
2ºH - Daphne Relish

El silencioso Mircea seguía guiándola a través de los jardines, pasando por los hermosos caminos de flores. Ella disfrutaba con sus cinco sentidos y se maldecía de vez en cuando por no haberse animado a explorar un poco más estas zonas. Hogwarts y sus alrededores ofrecían cientos de posibilidades a sus habitantes y era una pena que solo unos pocos las aprovecharan tan bien.

Tras un comentario del rumano sobre su padre, notó cómo su rostro se endurecía. Entendió perfectamente el motivo. Era lógico que al joven no le gustara hablar de su padre después del accidente con el gas. Debió de ser tan traumático para él y para toda su familia, que el simple hecho de mencionar a su progenitor debía de dolerle.

Así que hablaron un poco sobre su camino. No sería ella quien volviera al tema anterior, así que continuó con ese-. ¿En serio? ¿Todo esto podría ver en tu país? Debió de sorprenderte un montón cuando lo encontraste, ¿no? Te sentirías... –Iba a decir "como en casa", pero se detuvo a tiempo, dándose cuenta de que ese comentario podría haberle afectado, ya que su casa acabó destruida-...muy a gusto aquí y tranquilo. Sobre todo porque dudo que venga nadie más.

Era difícil que alguien hubiera llegado hasta allá. Según avanzaban, parecía que todo estaba como escondido, oculto a los ojos de quienes no se esforzaran por encontrarlo. Tras bajar por los escalones que le mostró Mircea hasta la gran puerta de piedra, totalmente espectacular. Pero, si ya se sorprendió con esta imagen, mucho más lo hizo cuando se asomó a la hondonada y contempló la obra arquitectónica, llena de colores por las enredaderas. Tenía los ojos como platos, brillantes por la maravilla que presenciaban; y la boca medio abierta, como si quisiera decir algo pero se hubiera quedado muda. Las luces que empezaron a brillar de repente, sin saber Daphne muy bien por qué, fueron la guinda de ese delicioso pastel.

- Mir... esto es... guau -¿Existía un adjetivo que describiera con justicia tanta belleza?-. Es... no sé... es increíble... ¡¿Has visto esas luces?! –Obviamente, era una pregunta retórica, pues solo un ciego podría perdérselas. Daphne no sabía ni dónde posar su mirada, sus ojos se movían de un lado para otro, como si no quisieran perderse nada-. Es como si se hubieran activado con nuestra llegada. ¿Siempre es así? –Estaba apoyada en el arco que formaban los árboles, a la entrada del anfiteatro. Se sentía tan emocionada como abrumada por lo que tenía delante-. Madre mía, es precioso, Mir. Esto debe de ser más antiguo que el colegio, ¿verdad?

Después de decir todo lo que su mente hipnotizada le permitía decir, calló.

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20/06/2014, 01:14
2ºH - Mircea Padurearu

Algunas sí que estaban, se confesó Mircea. Otras las he plantado yo... Las flores individuales son mías. Con la cúpula mágica que rodea Hogwarts, aquí puede crecer cualquier cosa aunque el clima no sea el adecuado. Mira, esa, anduvieron un rato más, o esa, las he plantado. Era tan solitario aquello, ver cada una allí sola, en el tapiz verde, con colores espolvoreados de vez en cuando. Tengo la esperanza que puedan extenderse y quizás hacer un camino más visible, giró el rostro un momento hacia Daphne. Realmente aquella idea le hacía estar contento, incluso en sus ojos había un ligero brillo que solía evitar aposentarse en ellos.

Fue durante el camino que notó algo. Como si su corazón se saltase una palpitación, o como si su mente alcanzase algo lejano y volviera temblorosa a asentarse en su mente, incluso como una punzada aguda en el corazón. No supo lo que significaba aquello, pero el que narra sí lo sabe: Mircea acababa de notar una especie de eco, el despertar de algo... Sacudió su cabeza, desechando qué podía significar aquello. Sus hermanas debían estar armándola por algún sitio del castillo.

Aspiró profundamente el ambiente pulsante de magia. Aquel sitio en el alba, con el rocío de la madrugada aún temblando sobre las piedras era un lugar especial. La noche con sus luces también hacía que fuera un sitio único, además el olor era distinto, como si las rocas se comenzaran a despertar mostrando su ser troll y los árboles empezaran a hablar en su idioma lento y antiguo, todo aquello percibido por los cinco sentidos.

Entonces, ¿te gusta?, realmente aquello también era más una pregunta retórica. Por la reacción de Daphne estaba clarísimo cuales eran sus sentimientos. Para él todo aquello tenía una palabra específica: inefable. Era maravilloso que todo aquello que fuera tan increíble y que no tenía palabras, realmente la tuviera: inefable. Inefable, inefable. Si algún sitio realmente merecía aquel calificativo era aquel lugar.

Si escuchas, parece como si estuviesen reunidos, dijo haciendo referencia a figuras imaginarias que pudieran estar sentadas en mitad de un debate. En realidad era el sonido del viento a través de los árboles, pasando por los huecos de las enredaderas, rebotando en los periantos de las flores que crecían de ellas y haciendo vibrar los estambres. Una mezcla de ulular, repiqueteo y canto de sinsonte.

No sé si es lo más antiguo, pero tengo la impresión que aún se usa, sonrió.

Aquel hubiera sido el momento perfecto para invitarla al baile. Pero aunque Mircea sentía algo especial por Daphne, estaba convencido que era simple amistad, algo que nunca había llegado a tener con una chica. Había muchos mejores chicos que él con el que ella podría ir de pareja. Así que el momento pasó.

Según se apagaban las luces, las sombras volvieron a caer. Al ver hasta donde llegaban, Mircea miró a su espalda. Daphne, ¡la recuperación! ¡Vamos!

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20/06/2014, 17:03
2ºH - Daphne Relish

- ¿Que si me gusta? Buah, Mir... ¡Me encanta! ¿Cómo no va a encantarme? ¡Si es precioso! Todos estos colores y las plantas y este lugar... –Se paró entonces a pensar en la segunda frase de su amigo. Al principio no la entendió. ¿Quiénes estaban reunidos? Entonces escuchó el viento y lo comprendió-. ¡Es verdad! Hmmm... Serán los fantasmas de la gente importante que venía aquí a... ¿A qué vendría la gente? ¿Serían también alumnos como nosotros que daban clase aquí? O quizás es la antigua sede del Ministerio de Magia. ¿Te imaginas ahí al Ministro de hace tropecientos años con sus leyes y discursos? Hablando en latín, como tú, claro.

Se giró hacia él y lo miró con una sonrisa de oreja a oreja, mirándolo encantada, como si le hubiera hecho el mayor regalo de todos-. Muchísimas gracias por traerme, Mir. Aquí se te pasan todos los males, ¿no crees? Que hayas compartido esto conmigo... Me doy cuenta de que eres realmente... -¿Qué? ¿Qué era Mircea? ¿Un chico increíble? ¿Un muchacho de lo más atento? ¿Una persona encantadora? No le salía decir ninguna de esas opciones, así que optó por la más fácil-... un amigo estupendo.

Las luces iban apagándose, pero ella apenas se daba cuenta. De vez en cuando miraba a Mircea de reojo; y mientras lo miraba, se sintió tentada a lanzarse a lo desconocido. Un impulso iba creciendo en su interior y amenazaba con salir. Y justo cuando estaba a punto de pedirle que fuera con ella al baile, Mircea se le adelantó recordándole la recuperación de duelo.

- Ah, eh... ¡Tienes razón! -El corazón le latía el doble de rápido en ese momento de lo nerviosa que se había puesto durante un momento-. No puedo llegar tarde. Aunque no creo que consiga nada, pero sería peor no presentarse. Primero comeré un poco, no quiero ir con el estómago vacío –Así que, con una última mirada a ese fantástico lugar, se giró y marchó por donde había venido.

Notas de juego

Al Gran Comedor.

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21/06/2014, 00:08
2ºH - Mircea Padurearu

Respiró con profundidad, cerró los ojos y sonrió interiormente. La verdad que sí que era un sitio mágico, más mágico incluso que el propio castillo y sus terrenos. Daphne podía tener razón y que aquello fuera incluso más antiguo que los propios cimientos de Hogwarts, más que las raíces de los árboles más ancianos del bosque prohibido, quién sabe si quizás más antiguo que el propio calamar gigante del lago. No creo que hablasen en latín. Quizás en alguna lengua céltica: córtico, gaélico o manés. Diría que se reunían los druidas, pero es que esto no es la costumbre de la época. Salvo que los libros se equivoquen, dijo haciendo una mueca. Realmente no tenía ningún sentido que a la efusividad e infantilidad de Daphne, Mircea contestase con semejante pedantería, salvo quizás la excesiva vejez prematura del chico.

Pero cuando la chica se giró, mirándole directamente con su jovialidad e inocencia, la misma que Mircea debería atesorar, su contestación fue muy parecida: sonrió, tú también eres una buena amiga, Daphne. Si fuera un chico que abrazase, lo hubiera hecho; al menos estaba feliz por haberla recuperado.

Vamos, te enseñaré cual es el camino más rápido.

Abandonaron el calvero y se internaron por el túnel natural de árboles doblados por el que habían venido. Subieron las escaleras e increíblemente tardaron la mitad de tiempo en volver al castillo, por casi el mismo sitio por el que habían venido.

Notas de juego

Al Gran Comedor

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12/09/2014, 19:52
2ºH - Mircea Padurearu

Era cierto que había citado a Daphne en el vestíbulo, pero los alumnos ya empezaban a salir del comedor y no aguantaba aquella muchedumbre. El día anterior había sido especial, su cumpleaños, el día en que conseguía ser un poquito feliz y guardar todas sus personalidades bajo doble llave, candados, pasadores y todo tipo de seguros. Se alejó siguiendo el recorrido del patio hacia la lejanía. Con suerte Daphne le vería a lo lejos, aunque lo cierto era que no estaba pensando en eso. Era como si se hubiera olvidado que había quedado con ella. Se quedó quieto, sobre el césped aún húmedo del rocío de la mañana, mirando en la lejanía, con sus tumultuosos pensamientos siendo zarandeados en su cabeza como botes sin vela en una tormenta de mar.

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12/09/2014, 20:19
2ºH - Daphne Relish

Cuando Daphne salió al vestíbulo, buscó a Mircea entre todos los alumnos y no lo encontró. Pero ¿qué...? ¿Dónde se ha metido? Si me había dicho que saliera aquí. Por suerte, su sombrero destacaba allá por donde fuera y no tardó en distinguirlo en la distancia-. ¡Mir! ¡Mir! –Con todo el ruido que había, el muchacho no la oía. Así que usó sus cortas patitas para correr detrás de él.

No era tarea fácil sortear adolescentes, pero lo consiguió y pudo seguir a su amigo sin perderlo de vista hasta los jardines. Llegó casi jadeando, pues no estaba acostumbrada al ejercicio físico a menos que fuera sobre una escoba-. Uff, buenos días, Mir. Pensaba que ibas a esperarme fuera del comedor. ¿O es que querías huir de mí? –le dijo bromeando con las mejillas encendidas del esfuerzo.

- ¿Cómo te encuentras? –Era una pregunta algo absurda, imaginó que muy bien no, después de todo. Pero era mejor decir eso que “Vaya mierda de cumpleaños tuviste, ¿eh?”-. Yo ando un poco así... ya sabes. Lo normal en estos casos, supongo –Seguía con las mejillas rojas, pero esta vez no era por la carrera, sino por el frío que había traído noviembre.

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12/09/2014, 23:17
2ºH - Mircea Padurearu

La llegada de Daphne sacó a Mircea de su abstraimiento, que desde lo ocurrido anoche ya había sucedido dos veces en lo que llevaba de día. Ah, Daphne, buenos días, sonrió levemente. ¿Sí?, preguntó, quedándose momentáneamente en silencio, recordando algo que acababa de ocurrir hacía escasamente tres minutos. Sí, es verdad. Perdóname, cuando he salido del comedor se me ha ido el santo al cielo, comentó mirando aquel techo de la humanidad y recordando una frase que leyó una vez: ¿Qué es entonces esta bóveda azul que ciertamente existe y nos impide ver las estrellas durante el día?

Estoy bien, contestó. Fijándose en el rubor de Daphne fue como Mircea volvió en sí. ¿Alguna vez te han dicho que el sonrojo te sienta bien?, preguntó, aunque pudiera parecer una chanza. Te hace resaltar las pecas de la nariz, sonrió a la pequeña.

En relación a eso. ¿Como te gustaría que despidiéramos a Nimu?, dijo yendo directamente al grano. La idea de meter los animales en barcas y dejar que se pierdan en el lago no me convence y pensaba que quizás te gustaría que hiciéramos algo especial para tu amigo. Quizás nos de tiempo antes de la ceremonia, a la que debería ir para despedir a Ferenc.

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13/09/2014, 13:03
2ºH - Daphne Relish

Mircea era un chico raro, eso ya lo sabía todo el mundo. Pero que cinco segundos después de citarla en el vestíbulo se le olvidara que había quedado con ella y se pusiera a filosofar sobre el cielo y las estrellas, con eso sí que se superaba. Aunque a Daphne le hacía gracia.

No le hizo tanta gracia el cumplido que le soltó su amigo. No es que la molestara, pero la pilló tan desprevenida que lo único que consiguió hacer fue sonrojarse más. Y esta vez no tenía nada que ver con el frío o el agotamiento. Y, ante la mención de su nariz, la arrugó involuntariamente al tiempo que se la tapaba con la mano-. Eh... no... eh, no me lo habían dicho, no –Unos segundos después, intentando ser disimulada (aunque sin conseguirlo, por supuesto), se ajustó la bufanda por la mitad inferior de su cara para tapar sus mofletes colorados.

Agradeció el cambio de tema. Primero, para olvidar sus mejillas; segundo, porque era justo lo que ella quería tratar con él-. Estoy de acuerdo, Mir. La idea del director podría quedar bonita, pero no me apetece que el calamar gigante acabe alimentándose de Nimu. Que, por otra parte, si lo enterramos serán los gusanos quienes se lo coman, pero al menos ahí no lo veremos –No quería imaginar cómo sería estar despidiendo a Nimu y a otras cientos de animales en el lago y que, de repente, un tentáculo saliera a la superficie y hundiera varias barcas al mismo tiempo-. No sé qué podríamos hacer. Si hubiera aprendido el Incendio, podríamos incinerarlo y luego esparcir sus cenizas en el aire.

Dejó de divagar cuando Mircea mencionó a Ferenc-. ¿Despedirle? Ay, Mir, ¿ayer no me escuchaste? ¡Ferenc está perfectamente! Tus hermanas lo usaron para mandar una carta ayer por la mañana. ¡Pobre! Qué mal lo habrás pasado todo este rato pensando que había muerto –le dijo mientras le acariciaba el brazo consolándolo.

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14/09/2014, 12:45
2ºH - Mircea Padurearu

Al ver como su rubor se acentuaba, la sonrisa de Mircea se iba haciendo más grande. Recordaba como la chica había sido capaz de ponerle nervioso el año anterior, sacándole también los colores que creía no poseer tras la pálida piel. Había sido gracias a la niña que se había ido abriendo poco a poco y ahora se sentía cómodo con ella. Bendita infancia... Ya veríamos cuando llegara la adolescencia. Pues es verdad, dijo. Decidió portarse bien cambiando de tema y preguntó sobre qué hacer con Nimu.

¿Quieres incinerarlo?, quizás podamos apañar algo si es eso lo que quieres. ¿Donde lo hacemos?, cierto que eran alumnos de segundo y seguro que había conjuros que conocían que en Hogwarts los profesores les dirían que no serviría para lo que tenían pensado, pero si había algo que no enseñaban allí y a lo que casi todos los sangre pura no estaban acostumbrados, era a pensar fuera de la caja. Haciendo modificaciones podía lograrse lo que se quería, sin los resultados que un conjuro específico conseguiría, claro está.

Empezó a caminar, lento, para que la paticorta no tuviera que doblar la zancada, aunque en realidad Mircea no pensaba en Daphne así. Para él, su amiga tenía la altura perfecta. ¿Como puede ser eso?, preguntó sorprendido. No había llegado a usar a Ferenc, ¿como se había salvado? ¿Quizás las pocas cosas de cetrería que había conseguido enseñarle había servido para que escapara o incluso combatiera con el agresor? No, era una lechuza pequeña, nada que ver con las grandes aves de algunos de los profesores, no podría haber hecho nada. ¿Erzsébet y Orsolya la usaron ayer?, preguntó extrañado. Siendo como eran sus hermanas, que no daban puntada sin hilo, podía haber empezado a desconfiar de ellas y acabar creyendo que quizás tuvieron algo que ver con lo que en unos días acabaría llamándose lunes sangriento. Pero había demasiadas razones para saber que no habían tenido nada que ver. La más importante que Orsolya amaba los animales por encima de cualquier cosa, aunque era cierto que para investigar y aprender no dudaría en usar prácticas poco ortodoxas a instancias de su hermana. Y otra que si a Erzsébet se le había roto la varita, no habría dudado en enviar una carta personalizada a Ollivanders. Al caer en eso, echó el aire lentamente por la boca. Me va a tocar enviarle una carta de disculpas a Ollivanders cuando vuelva, dijo negando con la cabeza. ¿Qué?, notó a su amiga a su lado abrazándole un brazo como solía hacer. Ah no, no estaba pasándolo mal por él, dijo dándole unas palmaditas en la mano.

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14/09/2014, 14:25
2ºH - Daphne Relish

Lo que más le sorprendió a la tejoncita de la reacción de Mircea ante la noticia de Ferenc fue el poco entusiasmo con el que la recibió. Si a ella le hubieran dicho que en realidad Nimu seguía vivo y el animal que había cogido había sido el de otro, por confusión al haber tanta sangre y tantos muertos, ella estaría pegando saltos de alegría y llorando de felicidad. Pero ahí tenía a su mejor amigo, reaccionando con extrañeza y preocupándose más por enviarle una carta a Ollivander-. ¿No lo pasabas mal por él? ¿Entonces por qué, Mir? Porque yo ayer te vi mal y hoy estás algo distraído -¿Qué tendría el rumano en la cabeza que fuera más importante que su lechuza?

Mientras caminaban, Daphne se quedó pensando en lo de incinerar a Nimu. Lo había dicho como sugerencia imposible, nunca creyendo que realmente pudieran hacerlo. Pero Mircea aseguraba que era posible-. ¿Crees que es posible? -¿De dónde iban a sacar ellos tanto fuego como para reducir a cenizas hasta los huesos de la pobre lechuza? Sin duda, era la opción que más la convencía, pero para eso tenías que tener una potencia de hechizo extra-gigante-. No sé, no podemos hacer algo así. Yo no sé hacer fuego como los muggles y eso solo conseguiría churruscar un poco al animal, no incinerarlo completamente. Y con magia... puf, difícil lo veo –Repasó mentalmente todos los hechizos que conocía. No, ninguna podría ayudarles en eso.

Se estrujó el cerebro para buscar alguna otra forma de despedir a su mascota. Había barajado el entierro y la incineración; ahí quedaban, a un lado, por si no había otra forma. Echarla al lago ya había decidido que podía acabar mal. Hay quien les quita las entrañas para conservar su cuerpo. No, demasiado macabro. En algunas culturas, los momifican. Hmmm... no le convencía tampoco. Y existieron pueblos que dejaban a sus muertos en lo alto de una montaña para que los buitres se alimentaran de ellos, con la idea de que todo volviera a la naturaleza. Como idea tenía lógica, pero no le atraía demasiado-. Vale, Mir, no se me ocurre nada más. ¿Qué habías pensado para la incineración? –Puede que él tuviera algo útil. Él siempre tenía algo útil.

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15/09/2014, 19:33
2ºH - Mircea Padurearu

No pasa nada, son cosas mías. Ya estoy bien, volvió a darle palmaditas en la mano, barriendo descaradamente cualquier porqué debajo de la alfombra.

Verás que sí se puede, sonrió Mircea que ya le había estado vueltas al magín. El camino por el que llevó a Daphne ya lo reconocía la niña, uno que habían seguido hacía apenas unas semana. Alfombrado por parches de flores diversas, todas provenientes del este de Europa, estaba claro a donde se dirigían.

El sonido proveniente del funeral llegaba flotando por los jardines, La melodía tan triste evocaba la pérdida y la soledad, el sol oculto tras nubes negras y de árboles milenarios siendo abatidos por los rayos. Mircea apresuró el paso, queriendo alejarse de todo aquello, tratando de llegar cuanto antes a su nuevo refugio de paz antes de que la música volviera a recluir su mente.

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16/09/2014, 13:58
2ºH - Daphne Relish

Daphne no quiso insistirle, pero no se le pasó por alto las palmaditas que le daba, como si fuera un abuelo diciéndole a su nieta “venga, niña, quédate tranquila”. Pero si no quería compartir sus preocupaciones con ella, sus razones tendría.

Lo que sí deseaba saber la niña era la idea que Mircea había elaborado para el funeral. Parecía muy seguro de lo que hacía y había aprendido a confiar en él, pero ella no veía aún qué podían apañar. Con un extraño y triste canto de fondo, procedente del lago, caminaron por un sendero familiar, lleno de plantas rumanas que su amigo le había enseñado hacía no mucho.

- ¿Vamos al anfiteatro? Qué buena idea, Mir. Es un sitio precioso para que Nimu descanse –Lo recordaba lleno de paz, belleza y misterio. Además, un lugar íntimo y personal. Solo Mircea lo conocía y, desde hace unos días, ella también. Y eso lo hacía aún más atractivo.

Cuando llegaron, el canto ya no se escuchaba. O quizás ella no lo oía por la fascinación que volvió a sentir al ver aquella construcción fusionada con la naturaleza. Todo estaba tal y como lo recordaba: los escalones, el arco, la puerta, la vegetación que lo cubría... Y esa imagen conseguía aliviar ligeramente su ánimo- Perfecto –dijo Daphne mientras se giraba hacia Mircea-. No sé si alguna vez conseguiré acostumbrarme a encontrarme con todo esto.

Esperó a que su amigo le contara los planes que tenía.

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17/09/2014, 13:43
2ºH - Mircea Padurearu

Lo más interesante de todo es que allí la magia parece acumularse, un punto natural que amplifica, como si fuera un pozo mágico, informó a su amiga. Hay muchos puntos así por el mundo, el único que conozco es el Bosque Negro de Alemania. Allí las criaturas mágicas son más poderosas que en cualquier otro bosque. Clases de historia con M. Padurearu, pensador y amante del té.

Aquella vena vejestoria le salía de forma natural, como si realmente su forma de pensar proviniera de algún lugar ignoto, de un posible almacén de recuerdos añejos, donde la felicidad infantil era un simple goteo espontáneo.

Cogió a Daphne de la mano y la llevó al centro del anfiteatro, donde la vegetación no había logrado colonizar la piedra que sí había cubierto en las tribunas y los asientos. Se arrodilló y con un movimiento tras murmurar Terrum Fulminis, del centro se elevó una pequeña plataforma. Los Knower enseñaban conjuros de duelo y sin embargo no pensaban más allá, no podían siquiera plantearse de qué formas se podían usar de formas no peligrosas.

Existe un conjuro que te permite concentrar energía en la varita, para que un hechizo salga más fuerte de lo que debería. Hace cuarenta años se enseñaba en segundo, pero ya no. Necesita mucha concentración y supone algo de riesgo si no se hace bien, informó a la pequeña. El único conjuro de fuego que conocemos es el Flamine, pero estoy seguro que entre los dos podremos reforzar su temperatura para que sea más potente que un Incendio, que deberían habernos enseñado el año pasado.

Se quitó el sombrero y lo depositó en el suelo. Con solemnidad Mircea metió ambas manos en la abertura oscura y sacó al pequeño Nimu, al cual depositó con cuidado en el altar. Se alejó para que Daphne pudiera despedirse de él, antes de intentar aquello que se le había ocurrido.

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17/09/2014, 23:49
2ºH - Daphne Relish

La diminuta tejona escuchaba boquiabierta a las explicaciones de Mircea. Ella nunca había oído hablar de esos lugares especiales donde se acumula la magia-. Sabes un montón de todo, Mir. ¿Cómo es que el Sombrero no te puso en Ravenclaw, con Perry? Aunque me alegro de que estés con los Hufflepuffs, ¿eh?

Susurró un largo “Ooooooh” cuando su amigo hizo aparecer la plataforma con el Terrum Fulminis. Nunca se le habría ocurrido usar hechizos de duelo para esas cosas. Bueno, nunca se le habría ocurrido usar hechizos de duelo. Así, sin más. Las posibilidades de que le saliera eran tan escasas que mejor ni intentarlo o acabaría desesperada.

- ¿Un conjuro para concentrar energía? –El caso es que algo le sonaba, quizás de haberlo leído en algún libro. Esperaba que no fuera demasiado difícil, aunque confiaba en sacarlo con ayuda de su amigo-. ¿Y eso de que hay riesgo...? ¿Qué tipo de riesgo? –Como salieran de ahí heridos o habiendo prendido fuego a ese lugar tan hermoso, iban a sentirlo pero bien. Pero luego pensó que su amigo no era de los que jugaba con el peligro. Se lo conocía por su prudencia, a diferencia de sus hermanas, así que si le había propuesto esa idea era porque era más seguro de lo que parecía-. Es igual, es igual. Si así conseguimos hacerle un buen funeral a Nimu, no me lo pienso más.

Temía el momento en el que Mircea sacara el cadáver de su lechuza del sombrero. No sabía cómo iba a reaccionar al volver a verlo. Por suerte, supo mantenerse bastante bien y, aunque tuvo varios escalofríos al ver así a su mascota, no se derrumbó como la noche anterior. Estuvo unos minutos en la plataforma acariciando las alas rotas de Nimu, llorando silenciosamente, hasta que pudo separarse de él.

Tras secarse las lágrimas con la manga de la túnica, se acercó al rumano, sorbiéndose la nariz cada pocos segundos, con la varita preparada-. Ya... ya estoy lista.

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18/09/2014, 00:36
2ºH - Mircea Padurearu

Mircea encogió los hombros, recordando por un momento la ceremonia de selección, donde un Mircea muy distinto se había puesto el sombrero. Sabía lo cerca que había estado de ingresar en Slytherin y viendo los compañeros que habría tenido allí, estaba feliz de haber acabado en Hufflepuff. Gracias, yo también estoy feliz de estar aquí, dedicó a su amiga. Momentáneamente su cara se volvió blanca, al pensar en lo que había dicho, en Hufflepuff, quería decir, trató de arreglar el chico.

Pues no lo sé, contestó a Daphne. Aún no he tenido tiempo de probarlo, pensaba hacerlo esta mañana antes del desayuno, pero al final me quedé dormido, mintió.

Cuando Daphne se acercó, Mircea enarboló la varita. En voz baja, susurrante, comenzó: trata de dejar tu mente en blanco, olvídate de todo salvo de tu magia. Tenemos magia propia, la varita la incrementa. En tu mente deberías ser capaz de hallar un capullo de pétalos cerrados que irradia luminosidad, concéntrate en él y ábrelo un poco, dirige su energía a tu mano y después a la punta de la varita.

El rumano recordó las mañanas de Piteshti, los cielos de Cluj, la tranquilidad agobiante de Turnu-Severin, las canciones de las campesinas de Bacau y los lloros de las plañideras de Constanzta. Bombardeó su mente con imágenes de su infancia, que había ido recuperando poco a poco, hasta que el cúmulo de pensamientos llegó a tal extremo que simplemente desaparecieron. En su cabeza encontró una rosa negra y una puerta con candados. Abrió con mucho cuidado la corola de la que rebosaba la energía y según lo iba haciendo las cerraduras de la puerta se iban abriendo. Dirigió su poder a la punta de la varita y murmuró: Flamine Fulminis