Partida Rol por web

Desde su posición elevada en la torre de control tenía una vista provilegiada de la linea de batalla. Las hordas tirnidas avanzaban por encima de muros, edificaciones y barricadas como si no estuviesen, la monstruosidad tiranida simplemente las ignoraba por tamaño.

Los distintos regimientos de la guardia allí reunidos estaban sometiendo a la horda a una lluvia de fuego con todo lo que tenían. Muchos, al acabarse la munición o encasquillarse su arma se lanzaban granadas en mano a lo más duro del combate cuerpo a cuerpo. Algunas granadas llegaban a explotar despejando amplias zonas de tiranidos, que sin embargo, tatdaban escasos segundos en llenarse de xenos de nuevo. Los marines espaciales y las hermanas de batalla marcaban la diferencia con su fuego explosivo de bolter. 

Dos disparos más con Sintra y empuñaría su rifle laser reglamentario. ​​​​​​

En última instancia, si la linea de batalla caía, si los tiranidos rebasaban la misma. Ella estaría esperandolos. Las granadas podían hacer mucho daño en las estrechas escaleras que llevaban a la parte alta de la torre. Pero, lo cierto era que si llegaban a eso la batalla, y el desembarco estarían perdidos. Y sin refuerzos, el planeta no tardaría en caer tras ellos. 

La hermana Caelestia dejó a un lado el bolter y se preparó para enfrentarse a esos seres cara a cara, puesto que parecía que sería algo que ocurriría más pronto que tarde. Alzó la espada sierra sobre su cabeza y la hizo rugir para atraer la atención de esos seres quitinosos.

-¡Venid aquí asquerosos Xeno!-Bramó al aire, quedándose en su posición, afianzando los pies sobre el suelo y centrándose sobre el enemigo.

- El disparo hubiera dejado tuerto a ese cabrón - pensó la mujer, jodida por los putos escudos de aquellos xenos, pero no tenían tiempo de lamentaciones. Dejando la preciosidad Solothum apoyada en el suelo donde estaba, sacó el rifle automático y comenzó a disparar hacia la horda de la torreta. Aquellos cabrones trataban de destruir las defensas de las naves de desembarco, y ellos estaban allí para asegurar el mismo. Tenían que conseguir como fuera que aquellas naves aterrizaran, aunque fuera dando la vida por ello. 

- Silje, ráfagas contínuas a mi objetivo, sin parar. Ya. - le dijo a su segunda. Ambas empezaron a vaciar el cargador como si no fueran a vivir dentro de breves minutos. 

- Buen trabajo Adler, de seguir así, me tocará pagarte las rondas en la fiesta de la victoria. Aun habiendo mermado bastante las diferentes hordas que se nos acercaba, estaba claro que esas cosas no eran fáciles de amedrentar y no retrocedían. - Seguir así muchachos, no desfallezcáis ahora, mucho nos queda por vivir y servir al Sagrado Emperador. 

Haciendo caso a Mathis y siendo tal el tamaño del enemigo, mismo daba descargar el fuego contra unas criaturas u otras, quizás con algo de suerte pudiésemos salvar algunas de las torretas que Krane había restaurado. - Sin piedad, por la guardia imperial, seguir presionando. 

Sabiendo bien cuanto le queda de cargador, Hains, concentrado en su labor, cambia el cargador por un cargador nuevo, esto con la finalidad de poder seguir disparando en semi.

Eso está mejor.- Masculló el soldado entre dientes cuando vio como los pequeños xenos caían bajo el fuego automático del arma de asalto.- Seguiremos así hasta agotar el cargador.

Alfonso apuntó a los gantes que estaban subiendo por las piernas del caballero Crane y abrió fuego nuevamente, con ayuda de su camarada. Tenían que proteger a los gigantes para que pudieran darle pelea al biotitán, aunque se alegró cuando Andiara fue capaz de penetrar el campo y herirlo, evitando que siguiera avanzando.

   - Encantado de disfrutar de esas rondas si salimos de esto jefa.- Respondió Adler con una carcajada mientras observaba desde su posición la gloriosa explosión del plasma.

El Biotitan por desgracia no sería tan fácil de exterminar.

Esperando a que el cañón de plasma se enfriase unos segundos. Cambió la retícula de su casco tomando el control del triplex situado sobre su hombro, que cobró vida moviéndose buscando  a su siguiente víctima entre la masa de gantes que se acercaban a su posición. Por suerte no le costó encontrar un objetivo viable y apuntando hacia él, disparó

GGGhhhhh.... Aquila 001 ha caído... rep..gggggghhhh... 001 ha caído

El aviso llegó por radio, por todos los canales de comunicación Imperial, una información que para muchos significó algo realmente malo. Una teatro de guerra como aquel, sin su máximo oficial, era algo peligroso para la moral, pero a pesar de todo ello, la batalla había llegado a su punto álgido y los ánimos de los que defendían el terreno reconquistado a los xenos no flaqueó, se lo jugaban todo a una carta. Los gantes iban arrancando cables y servos del caballero que había ido más adelantado, el mismo que había increpado a las fuerzas de tierra por "estorbar". Puede que después alguien le podría recordar que la Guardia estaba ahí para luchar.

Los disparos de muchos de los soldados allí destacados alivió la presión que sufría el caballero, que hostigado por las criaturas de menor tamaño, había visto comprometida una de sus piernas, aunque parecía seguir siendo funcional. Más granadas volaron levantando gantes por los aires, muertos todos ellos acompasados con la dulce canción del cañón automático del chimera y su bolter pesado, que tableteando con fuerza junto al arma centinela de los Mayners, más tiranidos perecieron bajo su explosivo fuego.

Las hermanas de batalla siguieron dando buena cuenta de los xenos, al igual que los de los regimientos de soldados de la guardia, apoyados por los aguerridos marines espaciales que no cedieron terreno cuando una marea de gantes se les echó encima a ellos y al psíquico Ricardo que había convocado sus "dones" para proteger a los suyos con un domo de energía que los envolvió. Las plataformas Hydra no cesaron sus disparos, pero una de ellas se vio completamente destruida por los hormagantes que la escuadra de Custos trataban de eliminar. Fue el impacto de su cañón de plasma y de las ultimas granadas de estos lo que consiguió limpiar esa sección de la muralla gracias al apoyo de otros soldados que dispararon desde la otra punta del muro. Los xenos de pequeño tamaño eran un problema menor llegados a ese punto, en cambio, el biotitan, el hierofante, estaba ahí, presente, avanzando contra las fuerzas Imperiales que, lideradas por el teniente Mathis, se negaban a ceder el terreno recuperado.

El rugido de un motor en un continuo crescendo consiguió que muchos cuellos se alzaran para ver bien de que se trataba. Un interceptor iba en picado hacía ellos, con una de las toberas expulsando un chorro de humo negro y las otras al rojo blanco. El fuselaje del aparato estaba hecho trizas, docenas de gárgolas iban arrancando con esfuerzo partes de la aeronave, pero aquel piloto estaba dispuesto a sacrificarse por un bien mayor. Conforme los segundos iban pasando quedó claro hacía donde dirigía el morro de su nave, el hierofante era su objetivo. Varias salvas de sus cañones láser operativos empezaron a arrancar destellos verdes del escudo del biotitan hasta que llegó lo inevitable, el impacto. Para muchos el tiempo se paró, para otros tantos, podrían jurar como vieron al interceptor Imperial quedarse suspendido en el aire con chorros de energía bioeléctrica recorriendo toda su silueta y electrocutando a las gárgolas que lo destripaban. Aquello duró menos que una fracción de segundo, pues al instante siguiente, un estallido de energía permitió que el caza siguiera su trayectoria y estallara violentamente contra el corpachón del biotitan, el cual se vio obligado a agacharse por la fuerza del impacto.

¡AHORA! - gritó por el vox Agatha Crane, cuyo mensaje fue retransmitido por los altavoces externos de su caballero - ¡DISPARAD CON TODO! - y así hicieron; armas de todo tipo se concentraron en el herido hierofante, el cañón termal de Catherine, sus misiles y armas más pesadas empezaron a hacer mella en aquella aberración biológica. Una de sus patas se partió en dos gracias al cañón de batalla de Agatha, pero aún así, el herido tiranido se mantuvo firme y desafiante. 

¡Es mío! - gritó Gawuyn, exultante por la posibilidad de poder cobrarse una pieza de ese calibre con la que fardar. El poderoso caballero avanzó dando grandes zancadas, destrozando la cápsula de desembarco de los marines espaciales en el proceso mientras lo rodeaba una miríada de proyectiles y haces de energía de todo tipo. Dio un ultimo impulso hacía el cielo, haciendo que su enorme espada sierra rugiera clavándose en el cuello del Hierofante. Los dientes de sierra del tamaño de un humano fueron desgarrando músculo y quitina por igual, ignorando los gritos de dolor del biotitan, el cual se defendió con una de sus garras que atravesó de lado a lado al caballero provocándole daños internos de gravedad, y afectando a su generador de plasma que inició el protocolo de bloqueo de inmediato. Fueron segundos, pero el puño de energía del caballero llegó a hundir la cabeza del biotitan en su propio cuello, justo en el momento que Gawuyn se quedaba sin energía, dejando al caballero Imperial paralizado con el cadáver del hierofante atravesado por su espada y cuya cabeza había sido aplastada por su puño.

Las fuerzas Imperiales habían salido victoriosas, y según llegaban informes de otros sectores, el Espacio Puerto había sido tomado por la guardia Imperial; sin embargo, desde mando central, no llegó emisión alguna.

La transmisión hizo recorrer una sensación de escalofrío por la espina dorsal de Nilsa, pero pasó y quedó como siempre la calma fría y brutal que la embargaba en mitad de situaciones de estrés. Hablando por el canal interno del regimiento, sólo para los suyos, les animó - ¡LA COMANDANTE BIRTE SIGUE EN PIE, SEGUID LUCHANDO SKYGGE, ELLA NOS LLEVARÁ A LA VICTORIA, A PESAR DE KIROUS! - su intención era desviar la atención de los suyos de aquella transmisión, aunque estaba segura que la mayoría de ellos cumpliría con su deber hasta mirar a la muerte a los ojos y dispararle un último tiro entre ceja y ceja. La mención de la maldición que corría sobre todos ellos debería ser suficiente para sacar del estupor a cualquier que fuera lo suficientemente estúpido para haberse quedado en babia, que serían muy pocos entre los suyos. 

Las dos mujeres se levantaron como si el suelo las hubiera escupido hacia arriba y siguieron disparando sin parar, gastando munición a espuertas. Con un movimiento fulgurante, cambiaron el cargador como si fueran una imagen doble, de la exactitud y sincronía de sus movimientos, y sus armas siguieron disparando balas y balas sin cesar hacia las hordas de xenos que se les tiraban encima. - ¡Seguid disparando con los rifles automáticos a los pequeños, están cayendo a mansalva, estamos ganando, no les deis cuartel! - siguió transmitiendo Nilsa, apreciando el cambio en la marea de la batalla en cuanto el caza se estrelló contra el biotitán. La orden de una de las pilotos de Caballero llegó justo después, haciendo que cientos de proyectiles de todos los tamaños convergieran en la monstruosidad de quince metros de altura, mientras los suyos, en su mayoría, seguían abatiendo las tropas de menor tamaño. 

Desvió la mirada justo para ver el ataque-carga suicida del valiente caballero imperial. 

Durante toda su vida, lo que durara, nunca olvidaría esa escena, pues quedó casi boquiabierta e impresionada por aquel despliegue de furia. 

Cuando volvió a centrar su atención a su alrededor, la sinfonía de disparos continuada había sido rebajada a disparos sueltos, rematando alguna criatura xeno que aún se movía, o alguna ráfaga para abatir unos pocos que aún cargaban contra ellos, pero ya había acabado, habían ganado, habían mantenido la posición y las naves de desembarco de las tropas se acercaban al espacio puerto. 

Todo ocurrió, como siempre que ocurría algo de vital importancia, demasiado rápido para poder captar todo el mosaico. Las teselas de colores estallaron y se recolocaron al ir precipitando lentamente al fondo de la sopa de icor, sangre, sudor y quitina que era aquella batalla por el espacio puerto.

La guardia había detenido las hordas xenos a un alto precio. Uno de los caballeros permanecía inmóvil en un funesto abrazo con el biotitán. Disparos dispersos se escuchaban espofadicamente sin poder localizar la procedencia debido a la acústica del lugar.

El silencio comenzaba a llenar el lugar. Y con él, llegó un pitido en los oídos de Andiara. Un recuerdo fantasma de la explosión del Carvalho Araujo.

La adrenalina abandonó su torrente sanguineo, dejando sólo la morfina y los calmantes de Doc. Las rodillas de Andiara golpearon el suelo de la torre de control. Los fuertes brazos, incapaces de seguir sujetando a Sintra, cedieron al peso del cañón laser que quedó tendido junto a ella como un amante cariñoso.

El dolor del pecho se había convertido en un hormigueo, pero respirar le costaba un esfuerzo que, tras dar más de si de lo que imaginó nunca, no parecía estar dispuesta a realizar. Así, se dejó caer arropada por la inconsciencia, abrazada a su fiel Sintra

A Krane le dolía la falange de tanto apretar el gatillo, pues la marea de xenos los había rebasado e inundaba ya tanto a sus preciadas torretas Hydra como a los caballeros. A falta de un ángulo con el que proteger las defensas de la muralla, el visioingeniero tuvo que centrar el fuego de su Triplex en los hormagantes que amenazaban a los portentosos bípedos, y el centelleo con el que él y el resto de soldados le cubrieron fue arrancando uno a uno a los asquerosos alienígenas hasta liberar al pequeño titán. Entonces lo vio.

Un caza, cayendo en picado en dirección al hierofante. La función de su implante respirador se desactivó de manera inadvertida, y Krane se quedó mudo mientras admiraba aquella perfecta metáfora del Imperio. Carne y metal, Emperador y Omnissiah, Terra y Marte hermanados para imponer la voluntad del Hombre en las estrellas. Los tiránidos eran legión, pero ellos, como especie, tenían la mayor de las determinaciones.

Cuando el bio-titán cayó, el tecnosacerdote se levantó y observó la desolación que cubría el espaciopuerto. Lo imposible había ocurrido una vez más, pero no serviría de nada si no retomaban el control de la situación… por lo que se dirigió rápidamente a la torre de control, para dirigir la coordinación del despliegue desde allí. 

Judith subía por las escaleras del edificio a toda velocidad seguida por Theodora, para ocupar su posición en el momento en que se escuchaba ese siseo desde el cielo. Al llegar arriba pudo ver la tragedia de esa nave, pero la valentía del piloto dio la oportunidad para dejar vulnerable a esa enorme monstruosidad xeno que era como diez veces del tamaño de aquel ser que quería haber derribado la muralla que defendía tiempo atrás.

-El Emperador te acoja en su seno -rezó en honor al sacrificio del piloto un momento antes de acercarse hasta el borde y, desde esa posición elevada, comenzar a disparar con su bolter para acabar con todos los pequeños xenos que pudiera. Sabía que tenían referencias y nomenclaturas, pero ella no quería saberlo, le daba igual y el saber eso podía ser un paso hacia un tipo de herejía a la que no estaba acostumbrada a enfrentarse.

"Aquila 001 ha caído" ese fragmento hizo eco dentro de la cabeza del teniente, que agradeció de nuevo llevar la cara cubierta, pues sin duda la expresión que habría asomado a su cara sería fatal para la moral de aquellos que le vieran. Aquello era malo. Aquello era horriblemente malo. Northwode tendría que asumir el liderazgo operativo de forma definitiva, si es que los otros implicados en el asunto se lo permitían, claro. 

Pero ahora había un problema más grande del que ocuparse. Mathis luchó para recomponerse y siguió arengando, negándose a ceder un centímetro ante la marea que se les echaba encima, con proyectiles lloviendo por todos lados para detenerles. Y entonces, un heroico y demente piloto decidió sacar el máximo provecho de su muerte y se estampó contra la mole, trabajo terminado por los caballeros poco después. Lo habían logrado. El desembarco estaba asegurado. 

Sin embargo, el eco de la radio seguía repitiéndose en su cabeza, mientras recorría con la mirada el trofeo que se habían cobrado. Los cadáveres se aplicaban por doquier, y era indiscutible que la mayoría eran de xenos... Pero aquí y allá había pérdidas humanas, y las más llamativas, aquellos dos Chimeras que habían volado por los aires. 

-¿Por qué, Gomes?-se preguntó, en voz baja. 

Explosiones, seguidas de ráfagas de láser y de proyectiles sólidos se descargaban, una y otra vez, sobre las temibles criaturas que asolaban el planeta imperial y aun así, esas cosas no se detenían, por un segundo esperaba que algo de lo que hacíamos nos demostrase que esto valía la pena. Quizás fuese un mensaje del Emperador lo que le siguió a este funesto pensamiento, pues como si de su sagrada mano se hubiese desprendido un ave dorada, esta calló entre los xenos voladores, terminando por estrellarse contra el coloso enemigo y como cualquier bestia imbatible herida, los caballeros que la acosaban no dejaron escapar la oportunidad de rematar la faena. - Loado sea el Sagrado Emperador, que nos bendice con sus milagros. Niego con la cabeza mientras miro a los hombres y mujeres tan incrédulos como yo misma ante lo que acabamos de presenciar. - Pues me parece ... que me va a tocar apoquinar las bebidas. 

Caelestia observó cómo se desenvolvía todo, aun pudo disparar alguna vez mas al Xeno que correteaba por debajo de todos los grandes acontecimientos, e hizo rugir su espada sierra por si se atrevían a llegar hasta su posición; cuando finalmente aquella mole xeno fue reducida, alzo el arma por encima de su cabeza.

-¡VICTORIA AHORA Y SIEMPRE, EN NOMBRE DEL EMPERADOR!.- Dijo mirando a los demás, bajo su casco sonreía ampliamente, satisfecha por la cantidad de enemigos que habían sido purgados. Aunque el acto podía haber sido milagroso, tocaba ahora hacer lo posible por los caidos en combate, utilizó el comunicador en su casco.

-Hermana Ceres, coordina con los medicae y tratad a quien lo necesite. Agradecemos a las hermanas Seraphim su pronta intervención.-Dijo para agradecer la asistencia de estas, bajando las armas.

Finalmente abrió comunicación con el teniente Mathis.- Enhorabuena, creo que puede comunicar a los altos mandos el éxito de la operación Balaclava. Que el emperador bendiga este lugar una vez hayamos purgado al xeno con el fuego que merecen.

Aurestia descendió del muro para reunirse con sus hermanas cuando la batalla terminó. Observó en silencio el cadáver del biotitán, destrozado junto a los restos de la aeronave que se había sacrificado estrellándose contra él. La operación, contra todo pronóstico, había sido un éxito, y el espaciopuerto había sido recuperado, pero todos habían escuchado el anuncio por vox.

La batalla había sido una victoria, los refuerzos podrían desembarcar y podrían por fin darle la vuelta a aquella guerra, y lucharla como deberían haberlo hecho desde un primer momento. Pero la pérdida del Lord General iba a suponer un duro golpe para la moral de los de la Guardia, una vez pasara el caos del momento y se confirmara que realmente su nave había sido derribada.

Aun así, por el momento, se dejó llevar un poco por la euforia de lo que habían logrado, aun cuando habían estado tan cerca en más de una ocasión de tener que abandonarlo todo, y se unió a los demás en la celebración.

Alfonso apretó el gatillo del M36 hasta que se le acalambró el dedo, y siguió disparando a pesar de aquello. La marea de xenox parecía interminable, pero ante el fuego concentrado de los buenos soldados del Emperador, aquellas aberraciones biológicas cayeron una tras otra.

La noticia de la muerte del Lord General retumbó en su cabeza. El viejo hombre llevaba mucho tiempo queriendo morir, y al final había obtenido su deseo. Una muerte digna al servicio del Emperador. La cosa estaba entre Northwode, que había demostrado ser un oficial capaz, y Vimaranes, que era de su propio planeta. En la mente de Alfonso la decisión era obvia.

Sin embargo, todos sus pensamientos salieron de su cabeza al ver la nave interceptora caer en picada hacia el espaciopuerto. Su objetivo era claro, pero el titán de alguna manera se las ingenió para detener la mole de metal en el aire por microsegundos. Alfonso apenas pudo soltar aire de la impresión, antes de que la nave se estrellara de lleno contra el hierofante. Aquella pausa le permitió al caballero Gauwyn cargar contra el monstruo y, tras un intercambio de destrucción, ambos acabaron fulminados. Alfonso exhaló, esperaba que el piloto estuviera vivo.

La muerte del titán significó la victoria de las fuerzas imperiales, y Alfonso empezó a gritar a coro con los demás.

— ¡POR EL EMPERADOR! ¡POR LADY CAROLINA Y BRILARIA!

Varinia había seguido disparando primero a los xenos que intentaban derribar las torretas y luego a la marea interminable que había amenazado con engullir a Caelestia, Ceres y a cualquiera de los soldados que se encontraban a nivel del suelo. Disparó y disparó hasta que el tiempo pareció alargarse infinitamente. Los escritos del monasterio de la Espina Negra hablaban de los berserker, guerreros de la antigüedad que se perdían en el combate, siendo inmunes al miedo y a las heridas. Quizás era eso lo que comenzaba a apoderarse de la sororita en medio de toda aquella masacre.

Entonces vio, o más bien escuchó la caída del aeronave y el impacto subsiguiente contra el biotitán. Luego asistió sobrecogida y maravillada al golpe mortal que el Caballero Imperial había propinado a la abominación.

Bajando del muro, la palatina contempló la escena de lo que había sido por momentos la primera línea de combate. Soldados de varios regimientos se movían entre los cadáveres recuperando municiones y rematando a los xenos agonizantes.

-¡IMPERIUM VICTOR, HERMANAS! ¡GLORIA AL EMPERADOR!- gritó a modo de saludo al reencontrarse con el resto de su unidad-.  ¿Ha dicho que el Aquila 001 ha caído? Atención, hermanas. Quizás tengamos que organizar una partida de rescate- emitió por el comunicador-. Lenore, a ver si puedes contactar con alguien que haya visto dónde ha caído la aeronave del Alto Mando o al menos tenga registrada su última localización- le dijo a su ayudante.

-Si ha caído en medio de la masa de xenos no quedará mucho que rescatar, hermana palatina. Seguramente algún hormagante habrá desayunado un batido de proteínas de oficial.

-Silencio, Lenore, y cumple con lo que te he dicho.

En un abrir y cerrar de ojos, todo cambió. Su campo de visión se vio repleto de láseres, luces y colores. Si no fuese porque el Pater no consumía ninguna sustancia que pudiese tacharse de hereje, juraría que se había drogado y pasado con la droga.

Todo sucedió muy rápido, pero lo que le hizo sonreír fue que, de un modo u otro, habían acabado con esos herejes.