Partida Rol por web

Tres días antes del incendio, 21:00 horas

Big Echo es una franquicia de karaoke que tiene establecimientos por todo Japón. Solo en Shiogama tiene tres locales, aunque el más conveniente para la quedada de esta noche es el que está en pleno centro de la ciudad, justo al lado de la parada de autobús; así nadie tendrá problemas para llegar independientemente de dónde haya estado esta tarde. Nos ponemos de acuerdo en reunirnos a las nueve de la noche, ni muy temprano ni muy tarde, para que todo el mundo haya podido cenar ya pero todavía nos queden unas cuantas horas de diversión por delante. Teniendo en cuenta que el Big Echo cierra a las tres de la madrugada, tendremos tiempo de sobra.

Naturalmente, soy el primero en llegar. Después de entrar en recepción y confirmar la reserva de nuestra sala de karaoke, que estaba a mi nombre, me quedo en la puerta, con la parada de autobús a la vista para ver llegar a todo el mundo. Al final vamos a ser siete personas, un grupo satisfactoriamente grande que seguro que va a dar momentos memorables.

Esta noche vamos a pasarlo de miedo.

Había tenido todo el tiempo del mundo para preparme para esa noche pero, al final, no sabía como lo había hecho que las horas se me habían echado encima y me veía corriendo para coger el autobús y así poder llegar puntual a la cita, aunque estaba convencida que ya llegaba tarde.

Gracias a las indicaciones que me había dado Ryota, tanto del autobús que tenía que coger como de la parada donde me tenía que bajar, esperaba no perderme así que fui todo el trayecto atenta para bajarme donde él me había indicado.

Estaba nerviosa, eso no podía negarse, ya que iba a reunirme con gente que apenas conocía y eso me creaba cierta desazón, por lo menos de primeras. No dejaba de pensar si me habría arreglado de manera conveniente o si, por el contrario, iba demasiado informal ya que me había puesto unos vaqueros negros como las converse, una simple camiseta blanca y una americana también negra, pero esa noche prefería ir cómoda antes que demasiado arreglada. De hecho apenas me había maquillado, simplemente un poco de rimmel y brillo de labios.

El autobús, desde mi punto de vista, iba demasiado lento y veía pasar los minutos en el reloj con cierta desesperación, creyendo que ya habría llegado todo el mundo y que yo sería la última, lo que seguramente muchos tomarían como algo que hacía a propósito para llamar la atención. No sería la primera vez que me lo dijeran y seguro que tampoco sería la última. Por eso me extraño, cuando por fin llegué a la parada indicada, que sólo Ryota estuviera a la puerta esperando.

—Hola —saludé sonriente—. ¿Sólo has llegado tú? Y yo pensando que llegaba tarde.
 

Me gustaba llegar pronto. Era casi como una mania, aunque fueran solo dos minutos, cuando lo correcto serian cinco. Habia recibido de Ryota las indicaciones para llegar al sitio, conocia el autobus y tambien lo que debia hacer para llegar al karaoke. Asi que no dude en vestirme para la ocasion. Una camisa blanca de mangas largas y tela fina, que no dude en doblar sobre si mismas hasta casi la altura del codo, dejando ademas el boton superior abierto para no parecer excesivamente formal. Unos vaqueros oscuros con algun que otro toque de viejos, pero que aun asi seguian pareciendo nuevos y un cinturon de cuero. Terminaba la vestimenta con unas zapatillas blancas, con algunos toques en negro. Me habia peinado como siempre, era natural asi que rara vez solia necesitar de gomina o similares. Asi mismo un buen desodorante, porque seguro que acababamos sudando mucho y una colonia cuya fragancia no se notaria a menos que alguien se acercase mucho.

Una vez listo sali a sabiendas de que llegaria seguramente con unos diez minutos de adelanto, pero no me importaba, por alguna razon suponia que Ryota llegaria antes, para confirmar la reserva y similares.

Subi al autobus y mire el movil para asegurarme de que era el correcto. Algo que hice varias veces.

Se suponia que iriamos bastante gente. No conocia a la mayoria, pero estaba seguro de que seria una noche de las buenas. Una pena no haber podido traer el vodka, pero si las cosas iban bien igual luego podiamos seguir la fiesta un poco en la residencia. Estaba sentado tan tranquilo, pensando en las diferentes personas que conoceria, sin un apice de nervios en mi cuerpo, cuando note que alguien me llamaba. Tome el movil y conteste, era Ryota. Conteste porque no entendia el motivo de la llamada. Se habia cancelado la reunion? Esperaba que no... tenia ganas de algo de fiesta. Me habia pasado de parada?  no me lo podia creer, casi deje de hablar mientras me giraba para intentar mirar por la ventanilla, siendo solo posible ver un cartel rojo con sus letras en blanco a lo sumo. Eso era el karaoke? Joder...

No dude en bajar en la siguiente parada y volver sobre mis pasos... o lo intente.

Diez minutos mas tarde, apareci pero no por la misma calle por la que habia pasado el autobus, sino por una perpendicular. Justo por la esquina donde estaba el karaoke. Por mi forma de caminar, y por como iba mirando a mi alrededor, estaba claro que no tenia muy claro si estaba donde debia estar o no. Un par de pasadas por los edificios, hasta que al casi girarme vi el cartel rojo de nuevo. Una sonrisa amplia, agradecida en parte y deseosa de lo que estaba por venir.

Al bajar la mirada me encontre con los otros dos, que ya estaban alli.

Hola. - Me acerque saludando a los dos en un fluido ingles. Primero a la mujer obviamente. Sonrisa tranquila, buenas formas y ese tipo de encanto que hace que sea imposible que alguien te caiga mal, aunque no sabes por que. - Soy Alexei, es un placer. - Hice una leve inclinacion al mas puro estilo japones, puesto que no sabia si seria eso lo correcto o la mano.

Luego de la presentacion y tras escuchar suponia su contestacion, mire a Ryota. - Gracias por el toque, un poco mas y no se donde hubiera acabado.

Habia conseguido llegar relativamente a tiempo. Quizas no tan pronto como me hubiera gustado, pero al menos no habia acabado perdido, lo que ya era algo bueno.

Niū llegó casi al trote y jadeando.

-¡Vamos! ¡Vamos! -urgió en inglés a su compañera, Lyra, que la seguía de cerca.

A medida que se acercó al edifició, notó la presencia de Ryota, Samantha y un chico rubio al que no conocía... pero no pudo ver a nadie más por mucho que miró a los lados.

-¡Hola! -exclamó en japonés haciendo un esfuerzo en sonreír mientras terminaba de acercarse los últimos metros, tras lo cual hizo una inclinación para saludar- ¡Yo tarde! Lo siento. Me he entretenido. -agregó en un torpísimo japonés con acento chino, echándose las culpas aunque era ella la que llevaba mucho rato esperando a Lyssa- ¿Los demás han entrado ya? -preguntó, recobrando el aliento poco a poco.

Lyssa llegó junto a Niu, aunque algunos metros por detrás y con una actitud bastante diferente. Ella era la causa de que Niu llegase más tarde de lo que le habría gustado, y de que estuviese  nerviosa y disculpándose con todo el mundo. Lyssa por otro lado estaba un poco frustrada por las prisas para llegar.

-Pero tranquilizate, seguro que no hay nadie todavía - le había dicho antes de ver al resto de los presentes - y si están ya, que nos esperen, joder, ni que les fuese a dar algo por no vernos la jeta un rato...

Llegó más arreglada que de costumbre, aunque sin abandonar su color fetiche. Con tacones y unos pantalones muy ajustados, una camiseta larga de tirantes y una chaqueta con tachuelas. Las prisas de Niu, y la poca prisa con que ella había empezado a arreglarse, habían hecho que llegase allí con el pelo aun mojado, y terminando de maquillarse sobre la marcha, usando la cámara del movil a modo de espejo. Había salido a la carrera de la habitación después de tener a Niu esperando casi media hora en la puerta. Cuando había salido lo había hecho aun con los zapatos en la mano y la chaqueta al hombro, poniendo aun más nerviosa a su compañera. Había aprovechado el trayecto en autobús para peinarse, y no acabó de prepararse hasta llegar allí junto al resto.

Niu la había invitado a última hora. Se sorprendió, tras el encuentro con las chicas en los pasillos no recordaba haberle caído especialmente bien a las demás. También era cierto que no recordaba bastantes cosas, así que apostó a que mal del todo tampoco debía haber estado. 

-¿Este es el sitio? - miró a la fachada - No es lo que me esperaba - se había imaginado un antro, y aquello no lo parecía -¿Nos falta alguien, o podemos ir empezando la fiesta?

Iba tarde. Muy tarde. Se había entretenido intentando ver que podía ponerse que no resultara insultante, pero tampoco elegante, pero tampoco muy casual... ¿Qué se debía poner alguien para un karaoke? Al final se había buscado un vestido azul celeste y había agregado a su indumentaria un cintillo con orejas de gato que se disimulaban en sus cortos cabellos rizados sueltos. Se puso en camino y por fin logró hacer la conexión, ubicando al grupo que estaba aún parado al frente del local. Abrió los ojos con sorpresa al darse cuenta que conocía a todos los presentes, a unos más que otros, como Alexei con quien compartía casi todas las clases.

-¡Vaya! ¿Conocías a Ryota?- Preguntó, acercándose efusivamente a darle un beso en la mejilla, antes de saludar a las otras chicas con más o menos efusividad, a veces quedando en un interrumpido intento de abrazo que terminaba en un apretón de manos. Por último le hizo un saludo inclinando la cabeza al encargado de organizarlo todo. -Espero no ser la última. Les advierto de una vez que voy a sonar como un mono chillando a media noche en las noches de luna, pero bueno...- Se encogió levemente de hombros mostrando una amplia sonrisa.

A pesar de mis intentos por no atrasarme parecía haber llegado el último. Ryota me avisó con tiempo de la hora y lugar del karaoke, incluso Niu me lo recordó, comentándome que iría con una chica que había conocido un par de días atrás. Y a pesar de todo, me confié y perdí el autobús, por lo que acabé cogiendo otro que me llevó a un sitio equivocado y al final, tras preguntar a varias personas, tuve que pillar un segundo autobús que sí que me dejó donde quería.

Me presenté ante el grupo con las manos unidas por las palmas, pidiendo perdón desde la distancia por haber llegado tarde. Poco antes de salir estuve planteándome si vestir "formal", con camisa y poco más, o si ir como siempre. Llegué a la conclusión de que yo siempre vestía igual, zapatillas, pantalón vaquero y camiseta, y así fue, solo que sumando una chaqueta por si al salir hacía frío. Nunca había sido una persona que vistiera con demasiada etiqueta, no lo consideraba muy importante. Y si lo que íbamos a hacer era beber y cantar, mi formalidad acabaría yendose por la ventana.

Al acercarme al grupo a la primera a la que miré fue a Niu, esperándome algún reproche de su parte por llegar tarde. - Hola a todos, mi nombre es Kueng. - Saludé cuando me detuve junto a ellos, informando a quienes aún no me conocían de cómo me llamaba. Hablé en inglés, principalmente por que me sentía más cómodo usando ese idioma antes que el japonés, y también pensé que la mayoría agradecerían un descanso de la lengua nipona, al menos yo sí.

Aproveché entonces para fijarme en el resto de los que allí estaban, algunos parecían conocerse de antes. Ryota había hecho un gran trabajo reuniendo al grupo. - Siento mucho haberos hecho esperar. ¿Estamos todos listos? - Pregunté mirando a Ryota, a quien trataba como anfitrión.  Era mi primera vez en un karaoke, y no estaba impaciente por ser el primero en saltar a cantar, pero me apetecía tomarme algo y relajarme.

Samantha es la primera en llegar, vestida en un estilo elegante pero informal. La saludo con una sonrisa mientras se acerca. Por la prisa con la que camina, se diría que cree que llega tarde. Sus palabras acaban de confirmarlo.

—Qué va, a estas cosas no se llega tarde. Eres la primera. De todos modos dejé margen suficiente, por si alguien tenía cosas que hacer antes de venir. Así que llegas perfectamente puntual.

Estoy mirando mi móvil para ver la hora y comprobar si alguien me ha enviado un mensaje cuando veo por casualidad a Alexei montado en un autobús. Hago un gesto con el brazo, intentando llamar su atención, pero no parece verme, y el autobús vuelve a ponerse en marcha. Chasqueando la lengua y sacudiendo la cabeza, lo llamo por teléfono para avisarlo de que se acaba de pasar la parada.

—Hay que ver… —le digo a Samantha después de colgar, aunque no dejo de sonreír—. Mira que se lo he dicho varias veces. ¿A dónde iría mirando?

Unos minutos después, el chico aparece doblando una de las esquinas del Big Echo, de blanco ibicenco que resalta su cabellera rubia. Lo saludo levantando las cejas.

—Eh, Alexei, ¿no me has visto haciéndote señas desde aquí? —lo saludo con una sonrisa malvada, mordiéndome la punta de la lengua en un gesto que indica que hablo en broma. A continuación señalo a Samantha con la mano extendida, la palma mirando hacia arriba—. Ella es Samantha.

Mientras los dos hacen las oportunas presentaciones, veo llegar a Niu Xu, también casi a la carrera, acompañada de una chica a la que no conozco pero a la que tenía vista de la residencia. Imposible no fijarse en ella con su imagen de rockera gótica. La joven parece impaciente o quizá algo malhumorada por algún motivo, así que, después de saludar a ambas chicas con una enfática inclinación de cabeza, decido romper el hielo.

—Hola. Soy Ryota Ogawa, mucho gusto —le digo a la rockera—. Todavía quedan dos por llegar, pero seguro que aparecen enseguida. De todas formas aún es pronto, tenemos toda la noche por delante —explico con una sonrisa que convierte mis ojos en dos líneas.

Justo cuando termino de hablar veo a Freedom, también caminando como si el suelo quemase. Casi me siento mal; esta es una quedada informal, así que tampoco hacía falta ser superpuntual. Cuando llega a nuestra altura, la joven saluda a Alexei con familiaridad, preguntándole si me conocía antes de disculparse por adelantado por sus supuestamente horribles dotes musicales.

—¡Claro que me conocía! A mí todos me conocen y me temen… —murmuro con un tono rasposo y gutural, en plan mafioso, mientras me paso el dedo pulgar por la mejilla—. Todos decís que cantáis fatal, pero seguro que al final lo hacéis mejor que yo. ¡Relajaos! Hemos venido a pasar un buen rato. Total, de aquí no va a… ¡Eh, ahí viene Kueng!

Desde lejos veo llegar al hermano de Niu, que para variar viene pidiendo perdón por llegar tarde.

—Nada, nada, no hay excusas que valgan. Por llegar el último, cantarás el primero —bromeo con una sonrisa—. Bueno, ya estamos todos. Adentro todo el mundo.

Abro la puerta con cortesía, sujetándola para que todo el mundo pase, y soy el último en entrar. Una vez en recepción, informo a la chica del mostrador de que ya estamos todos. Después de darnos la bienvenida, la amable recepcionista nos da un juego de micrófonos inalámbricos y nos conduce a nuestra sala de karaoke. La sala en cuestión es una estancia suficientemente espaciosa, de paredes oscuras y butacas y sillones de color rojo intenso. Un proyector digital permite seleccionar entre un montón de clips de vídeo de canciones de todo tipo, desde pop internacional a rock, pasando por metal, bandas sonoras y todo lo que a uno pueda ocurrírsele, que son proyectados en grandes pantallas que cuelgan del techo. En el centro de la sala hay una mesa con varias cartas en las que hay extensas listas de tés, refrescos, bebidas alcohólicas, comida, dulces, helados… Unos llamadores permiten solicitar la atención del personal a fin de realizar los pedidos. Todo lo necesario para pasar una noche de pura diversión.

—Bueno, pues aquí estamos —digo a través de uno de los micrófonos, en una parodia de maestro de ceremonias, una vez la recepcionista nos deja solos—. ¿Alguien se atreve a cantar ya, o primero vamos pidiendo la primera ronda de bebidas?

Niū entró en el local mirando todo con gran curiosidad. De vez en cuando se giraba hacia Lyssa para comprobar que ella estuviese cómoda.

Cuando Ryota preguntó quién comenzaría a cantar, Niū saltó de inmediato.

-Mi hermano. Él llegó el último. -recordó con su japonés mal pronunciado mientras miraba a Kueng con una sonrisa traviesa.

Luego observó bien la sala y decidió tomar asiento en uno de los extremos del amplio asiento.

-¿Dónde pedimos? -preguntó a Ryota al ver que estaban ellos solos en la habitación.

-Esto es mucho menos antro que el karaoke de mi pueblo... - miró a su alrededor con una mezcla entre fascinación y extrañeza.

Había visto muchas veces videos e imágenes de karaokes en Japón, pero aun así había esperado encontrarse un bar cutre donde un montón de desconocidos se reuniesen para cantar en público mientras bebían cerveza. Allí la posibilidad de hacer el ridículo quedaba reducida a su circulo más cercano.

-Si queréis que yo cante, más vale que me traigan ya algo de beber... ¿Con que empezamos? ¿Tequila para todos? - se dirigió, sin esperar una respuesta, a los llamadores y buscó el botón para llamar - Hola, ¿podrían traernos... -  se puso a contar cuantos eran - 14 chupitos de tequila?* O no se... mejor una botella entera y un puñado de vasos...  

Freedom se llevó una palma a la frente. -¡Claro! Lo dijiste ayer... Perdona, creo que estaba tan concentrada en intentar hacerme entender con el vendedor de mascotas que se me fue de la cabeza...- Dijo, riendo apenada. Observó al último en llegar, y le saludó del mismo modo en que él se presentaba. -Freedom, mucho gusto Kueng.- Terminadas las presentaciones, Ryota los guió dentro del local. Era primera vez que estaba en un sitio así, lo que le llamaba mucho la atención, y parecía que no era la única.

No tenía nada que ver con las imágenes de bares con pantallas para karaoke como había visto en películas más que todo americanas. El sitio parecía más una de esas salas para juegos de computadora que se habían comenzado a poner de moda en su ciudad. ¿Realmente vendían alcohol en ese sitio? Al parecer dos del grupo ya se habían puesto de acuerdo en que el último en llegar sería el primero en estrenar el micrófono, por lo que miró en dirección de Kueng para ver su reacción. Al momento ya estaba escuchando a Lyssa pedir bebidas, lo que la hizo rodar los ojos y soltar una carcajada. También la había conocido algo alcoholizada, ¿quizás ese era el estado natural de la chica?

-Pues sí, lo que preguntó Niu... ¿Hay un menú o cómo sabemos que canciones se cantan?- Preguntó curiosa, mirando hacia las pantallas que se proyectaban en algunas paredes.

Con una sonrisa que denotaba cierto vergüenza acabo acercandome a Ryota. Me pase la mano por la cabellera. - Si, si, es que no se que me pasa en este pais pero es subirme a un autobus y se me va el santo al cielo. Eso y que no atino una con los autobuses y las paradas. - Me rei con naturalidad, quitandole importancia, antes de fijarme en la chica que Ryota me estaba presentando. Hice lo propio, con una sonrisa amistosa y amable, de las que dejan claro el buen rollo que hay en general, casi como si no pudieras negarte a ella, pero sin forzar, completamente natural.

Tal y como van llegando los demas, no dudo en saludarles de forma similar a Samantha. Se nota que tengo facilidad para acercarme y hablar, ademas de que me sale de forma completamente natural. Una sonrisa aqui, un saludo con un ligero movimiento de cabeza o incluso el beso que me prodiga Freedom que no dudo en devolverle en la mejilla. Era de las pocas que seguramente aceptarian un saludo asi, aunque para mi era mas normal que la mano. Los abrazos tampoco se me daban mal.

Si. - Sonrei algo mas amistosamente ante la pregunta de Freedom. - Se le ocurrio la idea de darme un susto en un museo con mascaras, y mira tu que ha acabado arrastrandome a un karaoke.

No te preocupes Kueng. Lo bueno se hace esperar. - Una sonrisa amistosa, dandole cancha y al mismo tiempo dejando claro que no habia problema por ello. - Si no fuera por Ryota yo estaria en la otra punta de la ciudad probablemente. - Me rei de mi mismo con suma facilidad, pero queriendo hacer sentir a Kueng mejor.

En ningun momento habia perdido las formas, e intentaba mostrarme respetuoso y de facil acceso para ellos. Solo con los que habia mantenido mas contacto podian notar la sutil diferencia.

Entramos y la verdad es que yo nunca habia estado en un sitio de estos, pero tenia pinta de que al final iba a ser una buena noche. Me gustaba la noche, pero lo que creia que podia ser divertido en Japon no tenia claro si seria lo mio, por el momento Ryota habia acertado.

Mire a Kueng y negue. - Me parece que la han tomado contigo. ¿Hermano mayor? - Sabia de familias numerosas, asi que lo acompañe con una sonrisa que indicaba justamente que sabia lo que era tener hermanos pequeños, aunque en realidad no supiera cual era el caso.

Mire a Lyssa cuando dijo eso y no pude evitar recordar la mencion de unos yetis. Me acerque mientras veia como miraba el lugar con detalle. - Bueno, aqui al menos no habran osos cargados de vodka. - Rei levemente, antes de volver al quid de la cuestion. La bebida antes que cantar.

Si quieres que cante algo, mas te vale traer algo de bebida Ryota, no tengas ninguna duda sobre ello, aunque si luego diluvia... a mi no me mireis. ¿Por cierto se puede mirar y beber solo o esa opcion esta vetada? - Se notaba que estaba de farol, pero habia que animar un poco la cosa, aunque solo fuera un poco... o eso creia.

Mas entonces escuche a Lyssa por el interfono o como se llamara esa cosa. Tequila. - A este paso no se si llegaremos siquiera a ver la primera cancion. - Mire a la canadiense, mientras negaba con una amplia sonrisa en los labios.

Mire en direccion a Freedom cuando digo lo de las canciones. - Ni idea, sinceramente. - Mire a Ryota, porque seguramente era quien mas sabia de esto, o quizas Samantha. No dude en incluirla en mi interrogativa mirada. - Sea como sea, esperemos al primer tiro* pedido por Lyssa, luego podemos elegir la cancion para Kueng, mientras miramos lo del segundo tiro*.

El grupo me recibió de forma agradable, un alivio a pesar de mi llegada poco puntual. - ¿Un castigo por llegar tarde? - Respondí al comentario de nuestro anfitrión, en un principio me pareció divertida la idea de ser yo quien rompiese el hielo, pero no tardé mucho en verlo de otra forma. Tras la corta presentación, Ryota nos llevó al interior del karaoke y nos guió hacia la sala que había reservado. Ni de lejos hubiese imaginado que aquel lugar estaría tan bien preparado, dudaba de si todos los karaokes de Japón serían parecidos a ese ya que lucía bastante profesional.

Mientras yo me sentaba y me acomodaba viendo aquella sala Niu se encargó de darme una puñalada por la espalda. - ¡Oye, oye! - Me giré sorprendido hacia mi hermana, mirándola un tanto dolido, aunque sonriendo. Me la había jugado, pero bien. Ya todos daban por hecho que iba a ser yo el primero en "dar el cante". - Sí, es mi hermana pequeña. - Respondí al joven ruso. - ¿Se nota el cariño que me tiene? - Quizás no se le había olvidado lo sucedido en aquel Shinko y había aprovechado para vengarse.

- Yo voto a favor de la tequila, no podemos cantar teniendo la garganta seca. Tomemos algo, charlemos un poco, apenas me sé vuestros nombres. - Se notaba a la legua que estaba intentando desviar un poco la atención de mi y así evitar salir el primero, algo que no iba a tener mucho éxito. Por desgracia ya estaba asimilando que me iba a tocar mojarme, así que me levanté del asiento rojo que tan poco había disfrutado y fui hacia la pantalla de selección de canciones, pasando antes al lado de Niu. - Traidora... - Murmuré en chino, aguantando la risa. - Ya me tocará a mi vengarme, ya. -

Empecé a jugar un poco con la interfaz de aquel karaoke, ojeando por encima la incontable lista de canciones que tenía. - ¿Alguna recomendación para la primera? - Pregunté al grupo, dejando caer que tras los chupitos haría frente a la carga que Ryota y mi hermana me habían puesto. - Ryota, ni se te ocurra mencionar de nuevo "despacito", que venga de España no significa que vaya a cantar eso. - Por si acaso me adelanté a lo que pudiese decir el chico, ya nos la había mencionado una vez y si iba a cantar algo, tampoco me iba a rebajar tanto.

Niu me apoya la moción de que Kueng sea el primero en romper el hielo, lo que se gana una mirada entre divertida e indignada por parte de su hermano. La sugerencia de empezar relajando la cosa con un trago de algo parece ganar por voto popular, y la nueva, la chica gótica cuyo nombre nadie me ha dicho, usa los llamadores para pedir una primera ronda bastante contundente. Aprovecho el momento de impasse para explicar a todo el mundo cómo funciona el selector de canciones, que permite también elegir el idioma.

Las bebidas no tardan en llegar, para la alegría de todos los reunidos. Sirvo una copa a cada uno, con una sonrisa traviesa.

—Eh, empezad despacio, que si no vamos a comenzar a desafinar antes de lo previsto.

A esto, Kueng se pone a navegar por el selector, dispuesto a ser el primero, y mencionando la broma que les hice hace unos días con el infame Despacito, lo que me hace arrugar la nariz.

—No, no, nada del Despacito, que aún no estamos borrachos. —De repente se me ocurre una idea épica—. Oye, que si te pone muy nervioso estrenarte, podemos empezar con un dúo tú y yo. —Sonrío, mordiéndome la lengua entre los dientes, y no puedo evitar empezar a reírme—. ¿Qué te parece Un mundo ideal, de Aladdín? Si quieres yo puedo hacer la voz de Jasmín. —Luego enarco una ceja con expresión malvada—. Y si prefieres cantar tú solo, te doy a elegir entre dos: I Will Always Love You, de Whitney Houston, o My Heart Will Go On, la de Titanic. —Apunto a su cara con el micrófono—. ¿Cuál es tu decisión? ¿O dejamos que vote el público? —Me giro hacia los demás—. ¿Cuál queréis oír?

Esto va a ser divertido.

-Oh, mierda ¿vamos a hacer eso? ¿otros eligen nuestras canciones? Esto va a ser terrible... - negó con la cabeza, aunque no se opuso a la forma en que habían empezado aquello - Yo si que voy a parecer un oso cargado de vodka más tarde... - contestó a Alexei - Seguro que me hacéis cantar alguna canción espantosa. 

Cogió dos chupitos y se se coloco junto a Niu mientras le daba uno a ella. 

-Ahora esto si es fuerte - recordó la conversación que habían tenido unos días antes en los pasillos - No te recomendaría tomarte una botella entera, eso déjaselo a los profesionales - le guiñó un ojo - De un trago y para dentro, no lo huelas demasiado o te arrepentirás - recordaba su reacción con el vino.

Parecía que de pronto se había acordado de algo, o algo así, y en ese momento se volvió al resto. 

-¡Antes de que bebamos! Quiero proponer un brindis - anunció en un falso tono solemne - ¡Por emborracharnos en Japón!

-Por edad, sí. -apuntilló Niū desde el fondo con una sonrisa cuando su hermano explicó que era su hermana menor.

Cuando Kueng aceptó su destino como primera víctima del karaoke y pasó a su lado murmurando cosas, Niū se limitó a sonreír y responder con un corto: Yīng*.

Ryota se adelantó a ayudar a su hermano a programar la máquina, a lo que Niū aprovechó para tomar nota de cómo funcionaba el aparato.

Kueng, masoca como él solo, tuvo la genial ocurrencia de pedir recomendaciones para la primera canción. Niū sonrió de lado a lado y, aguantándose la risa, exclamó: ¡"Opá, yo viazé un corrá"! -dijo en español.

Y... Lyssa llegó de nuevo con más alcohol. Niū miró por un momento con desconfianza el chupito... pero tras pensarlo un momento lo aceptó y sonrió a Lyssa. Aquella noche le iba a hacer falta tomar uno o dos para atreverse a salir a cantar.

-¡Por emborracharnos! -exclamó Niū con una sonrisa, coreando a la otra joven, justo antes de tomar el chupito... y ponerse a toser sin parar.