Partida Rol por web

Vale, veamos. 

Lugar: Residencia

Hora: 2.A.M

Lugar específico: Pasillos, ala femenina

¿Por qué?: Ha saltado la alarma de incendios, todos salís al pasillo. Ha sido una "falsa alarma" pero estarán alerta una hora mas aún, revisando el edificio.

Cuando: Seis días antes del incendio que arrasó con la residencia. 

Extras: por favor, todas lleváis algo o estáis de alguna manera que resulta ridículo, vergonzoso o violento. Igual una se ha dormido con los rulos, otra está borracha o algún buho nocturno se estaba afeitando las piernas y ha salido en toalla con media pierna si, otra no. A vuestra elección XD 

Normalmente era difícil pasar por alto a Lyssa. En el tiempo que habían pasado allí la habían visto muchas veces, siempre vestida de negro, con su cazadora de cuero y sus botas. Muchas veces dibujando, sentada en ventanas o en medio de la calle. Otras veces corriendo, parecía su forma de desplazarse a casi cualquier sitio. Su imagen normalmente cambiaba poco de unos momentos a otros, incluso cuando corría sus zapatillas deportivas eran negras, incluso en esos momentos llevaba tachuelas en la ropa. La habían visto con auriculares de los que salía música estruendosa que normalmente podía escucharse a metros de distancia. No había mostrado mucho interés en relacionarse con ninguna de ellas hasta el momento, ni en realidad con casi nadie por allí.

Cuando sonó la alarma ella aun estaba despierta. Solía ser bastante nocturna, y las 2 de la mañana no era una hora a la que acostumbrase dormir. Tras la falsa alarma se encontraron todas volviendo hacia el interior. Ella había salido de la habitación tal cual estaba, sin haberse detenido a cambiarse, y su aspecto y actitud eran ligeramente diferentes de los habituales. Había salido en chanclas, porque era lo que tenía al lado de la cama. Parecía bastante despeinada, e iba vestida sola con una camiseta blanca de tirantes, y unas bragas rosas de Doraemon. En una mano llevaba una copa de vino, y su forma de caminar indicaba que no era la primera. Bajo el otro brazo sujetaba un comic doblado, del que no se distinguía bien la portada, solo algunos caracteres japoneses.

-¿Pero hay un fuego o no?  火はありますか？- preguntó al aire, como si le fuesen a responder - pff... joder... - se quejó mientras se sentaba en el suelo, apoyada en la pared - ¿A vosotras también os ha fastidiado la noche? La mía estaba siendo cojonuda... - levantó la copa y rió - ¿Alguien quiere?  Tengo más donde estaba este.

En buena hora me había dado por teñirme el pelo. Había sido una decisión que tendría que haber tomado con más tiempo y no como un capricho porque esa misma tarde me había fijado que ya empezaba a notarse levemente la raíz. Al día siguiente tenía la tarde libre entonces ¿por qué narices me había empeñado en teñirlo a esas horas de la noche?

No hubiera habido tanto problema si no hubiera sido porque, mientras me estaba lavando la cabeza para quitarme el tinte, la maldita alarma de incendios sonó estridente por todos los pasillos. ¡Joder! Que eran las dos de la mañana.

Tal cual estaba, con mis pantalones de pijama a cuadros verdes y blancos, unas zapatillas abiertas por detrás con pequeñas orejas de gato y una camiseta toda rota y manchada del tinte, eché a correr hacia el exterior, enrollándome en la cabeza la toalla que me había puesto por los hombros y que estaba el doble de manchada que la camiseta.

Me había visto la cara en el espejo antes de salir huyendo de la habitación y, para más vergüenza, la frontera entre la raíz de mi cabello y mi piel se encontraba delimitada por un franja marrón claro que no me había dado tiempo a lavar. Por suerte, había conseguido quitarme todo el tinte porque lo último que me faltaba era que, para colmo, me quedase medio calva.

Era consciente de que mi aspecto era francamente horroroso y cualquiera que me hubiera tratado lo más mínimo desde que había llegado allí, se espantaría al verme. Pero la alarma había sonado y no me quedó más remedio que echar a correr tal cual estaba si no quería acabar como un pollo asado.

Varios estudiantes ya se encontraban en los pasillos y el verlos con pintas iguales o peores que las mías no alivió precisamente mi vergüenza, y eso que incluso alguna había salido en ropa interior, como la rarita con la que me había tropezado en más de una ocasión y que ahora, sentada en el suelo con una copa de lo que parecía vino, enseñaba a todo el mundo sus bragas de niña pequeña. Vaya, y yo que creía que todo su mundo era de color negro.

Los murmullos en los pasillos eran como una ola que iba y venía, pero daba la impresión de que nadie hablaba con alguien en concreto y fue precisamente la chica de negro, mote que yo le había puesto la segunda vez que la había visto, la que se dirigió a mí, o más bien a los que nos encontrábamos a su lado.

—Joder, parece que no —respondí con cierto malhumor a su pregunta sobre el fuego.

 Justo en ese momento estaban diciendo que era una falsa alarma, seguramente la broma de algún estudiante que se creería muy simpático pero que a mí, como a la mayoría, no nos había hecho ninguna gracia.

Observé con perplejidad a la chica de negro, aunque esa noche ese apodo no le pegaba demasiado, cuando levantó su copa, incrédula al ver su comportamiento tan descarado.

—No creo que sea buena idea —ni acepté ni rechacé de mano su invitación ya que, por una parte no me parecía bien ponerme a beber a esas horas sabiendo que al día siguiente había que madrugar, pero por otra estaba tan cabreada con los graciosillos, quien quiera que fueran, que habían hecho saltar la alarma que necesitaba desfogarme un poco—. Además, aún no permiten que entremos en las habitaciones —algo por otra parte que a mí me estaba fastidiando bastante pues ya había sorprendido a un par de estudiantes observando mi aspecto y riéndose entre ellas, lo que conseguía cabrearme aún más.

En el sueño de Niū comenzó a sonar un intenso timbre. Su yo onírica no pudo evitar sentir hartazgo por tener que levantarse cuando aún estaba tan cansada... pero no quedaba otra.

Poco a poco fue abandonando el sueño y alargó el brazo hacia el despertador. Lo pulsó varias veces, pero el estruendo no cedía.

Niū sintió miedo de poder molestar a sus compañeras, su despertador estaba sonando muy fuerte.

Se levantó aún en modo zombi y se fue hacia su segundo despertador. Lo pulsó varias veces sin éxito. ¡No se paraba!

La joven estaba valorando seriamente sacarle las pilas cuando su entumecida mente le indicó que en realidad el sonido venía del exterior de su habitación.

Tardó unos segundos más en que la idea de qué significaba aquello se abriese paso en su cabeza. Pero finalmente se le encendió la bombilla y comprendió que era la alarma. No sabía si era la anti-incendio, anti-terrorista o un aviso de terremoto. Pero comenzó a escuchar voces en el pasillo y decidió sacar la cabeza.

Sus compañeras conocían a Niū de pasada. Era una chica tímida y que no era una gran conversadora, y se le juntaba con que parecía la alumna modelo, siempre estudiando, corriendo de un lado a otro, haciendo trabajos, limpiando el aula... así como con un aspecto siempre pulcro, debidamente conjuntada, peinada... que parecía que hacía las cosas casi sin esfuerzo.

Sin embargo, aquella noche Niū no tenía un aspecto perfecto. Tenía su largo pelo completamente despeinado, en su blanca cara tenía varias líneas rojas de las marcas de las sábanas, y vestía un pijama rosa con kanjis en los que podía leerse la onomatopeya "¡Nya!" y caritas felices de Hello Kitty salpicadas por toda su superficie. Iba completamente descalza, pero no parecía haberse dado cuenta.

Miró alrededor con cara de dormida, y tras intentar gruñir una pregunta sin éxito, pudo escuchar por la conversación de otras compañeras que era la alarma de incendios y estaban yendo todas al punto de encuentro.

Niū las siguió en modo automático y, tras esperar de pie y tambaleante en el exterior un rato, se enteró de que había sido una falsa alarma.

Así pues, la joven siguió al grupo de gente con la indiferencia absoluta de quién aún no se ha despertado del todo y no está procesando debidamente lo que ocurre a su alrededor.

Una de sus compañeras comenzó a hablar sola y se sentó en el suelo, con la espalda contra la pared. Le sonaba su cara, pero no podía estar segura de quién era. Por otro lado, comenzó a ofrecer una copa que tenía en su mano a las chicas que estaban en el pasillo.

Una de ellas se detuvo y comenzó a hablarle. Pero lo que hizo que Niū se parase fue cuando mencionó que aún no podían volver a sus habitaciones.

-Eh… ¿Aún no podemos volver? –preguntó en un inglés con acento chino y voz pastosa- Uhm…

Miró mejor a la chica que estaba de pie. ¿Tenía el pelo a medio teñir o se lo parecía a ella? Luego miró a la otra chica, que estaba en el suelo. Le miró directamente a la entrepierna, sin disimular. Aunque tampoco parecía enfocar la vista muy bien y seguía pareciendo más dormida que despierta.

-Uh… Desde que he llegado a Japón no paro de ver a Doraemon por todas partes. –comentó casualmente. Luego miró a la otra joven- ¿Soy la única que estaba durmiendo? ¿Q-qué hora es?

Hacía mucho tiempo que no escuchaba una alarma parecida, y su cabeza de inmediato se pensó lo peor. -¡FUEGO! ¡FUERA TODAS, QUE HAY FUEGO!- Había comenzado a gritar, con la mala suerte de haber pisado mal al intentar levantarse y se había dado de lleno contra el suelo. Se había levantado, con una bata dormilona de tiritas blanca con azul, un par de medias gruesas y unas "crocs" verde manzana que había comprado al llegar, y lo primero que había agarrado era la plantita en maceta que había comprado esa mañana. Había pasado los primero minutos intentando mantener un orden en el caos, hasta que todos estuvieron reunidos en las afueras de las habitaciones. Por fin todos fueron calmándose y se comenzó a ver que no había nada de fuego, comenzó a darse cuenta que se había roto el labio inferior con el golpe, y le estaba comenzando a arder.

-Hey, ¿están todas bien?- Iba preguntando de un lado y de otro, haciendo camino por el pasillo para estar cerca de su habitación. Vio como se comenzaban a formar grupitos de un lado y de otro, algunos conversando animadamente y otros realmente molestos por la situación. -¿Ustedes están bien?- Dijo al trío que vio un poco más allá, una de ellas sentada en el suelo con una copa, otra con una toalla en la cabeza y una tercera más dormida que despierta. -Pues son las... ¡Olvidé mi teléfono!- Dijo, llevándose la mano a la frente. En su otra mano seguía el materito con la planta, aunque entre que caminaba de un lado a otro, Freedom no se había dado cuenta que había estado tirando al suelo montoncitos de tierra.

-Relajaos...chicas, todas estamos bien... todo el mundo está bien, no parece que haya habido ningún fuego... - le quitó hiero al asunto mientras hacía un gesto con la mano en que tenía la copa que casi la derramó – Ups… creo que es mejor que me beba esto antes de que acabe en el suelo – rio y bebió un trago - ¿Crees que sería un problema si entrase en la habitación? Naah… ¿Que van a hacer? ¿Echarme de vuelta al pasillo? - parecía encontrar la idea de que no la dejasen hacer lo que quería en mitad de una alarma de incendio un tanto ridícula.

Fue entonces cuando reparó en la chica que estaba mirándole las bragas. Arqueó una ceja y sonrió. En aquel momento aquello le resultaba bastante gracioso.

-¿Estás segura de que es eso lo que estás mirando? - miró a Niu ojos mientras se mordía el labio - Puedo enseñarte más si quieres... - dijo aquello con un tono seductor tan exagerado que se hacía difícil tomarlo en serio, pero tampoco quedaba del todo claro que no lo fuese.

Bufé por lo bajo ante el descaro que mostraba la joven sentada con la copa de vino en la mano. Me parecía la típica que se creía rebelde sólo por el hecho de ser malhablada, llevar la contraria a todo el mundo y saltarse las normas aunque con ello pusiera en peligro su integridad. Más que rebeldía a mis ojos se mostraba como una maleducada ya que para mí la rebeldía significaba otras cosas.

—Pues chica, vuelve a tu cuarto si eso es lo que quieres —contesté con un tono de voz que mostraba enfado.

No es que estuviera enfadada con la joven ya que, al fin y al cabo no la conocía y no podía juzgarla sólo con ese primer encuentro, más bien estaba enfadada conmigo por verme en aquella situación. Empezaba a notar el cansancio y al día siguiente tenía que madrugar, aunque la culpa era mía por haberme puesto tan tarde a teñirme el pelo. Más que enfado era frustración y me daba cuenta que lo estaba pagando con quien no debía.

—Disculpa —quise arreglar la situación de alguna forma, al fin y al cabo sólo era una corta temporada la que tendría que convivir con esas personas y era mejor llevarse bien—. Estas situaciones me sacan un poco de quicio.

No tenía ni idea si aquello iba a ir para largo o podríamos volver a las habitaciones, pero por el momento parecía que sólo quedaba esperar.

—Por cierto, mi nombre es Samantha —quise presentarme educadamente y romper de esa forma el mal comienzo que había tenido.

Ante la pregunta de Lyssa, Niū la miró confundida.

-¿Eh? -dijo de forma muy poco inteligente. Su dormido cerebro no supo interpretar a qué se refería. Se le encendió una bombilla- Oh, ¿tienes más doraemons en tu habitación? -preguntó con una leve seguridad de haberla comprendido bien.

Una de las chicas se presentó como Samantha. Niū se giró hacia ella y cuando fue a presentarse, vio a una recién llegada de piel oscura y que por algún extraño motivo iba con una maceta en la mano. Notó una mancha en la bata, y luego es cuando se fijó en que tenía una herida en el labio y una buena cantidad de sangre alrededor.

Niū abrió los ojos de una forma que pareció haberse despertado por fin.

-¡Estás sangrando! -exclamó mientras se acercaba a la chica. Observó un momento su herida antes de estirarle del brazo, presionándola para que la siguiese- Vamos a limpiarte un poco en el baño y a verla mejor. -le dijo, ignorando el resto.

-No no, no te vayas sola a tu habitación, mejor no arriesgar. ¿Y si es que no han encontrado el fuego aún, y se llena todo de humo? Con tanto licor en el cuerpo igual te quedas dormida y no te enteras que te ahogas y... bueno, que mejor evitar.- Le dijo rápidamente la morena a la joven que seguía tirada en el suelo, sin ninguna intención de insultarla realmente, pero quizás no había usado las palabras adecuadas. Las muertes por incendio pocas veces ocurría por quemaduras, sino porque las personas se asfixiaban antes de poder ser rescatados.

Levantó su mirada hacia la otra joven que había hablado, quien se disculpaba por haber reaccionado un poco cortante con la otra chica, antes de presentarse al resto. Al igual que a las otras dos, la había visto varias veces en el transcurso de las semanas que llevaban allí, pero excepto por algún "disculpa" en el pasillo o un saludo con la mano al verse en las calles no había hablado con ninguna de ellas. -Un placer, Samantha, soy Freed...- Se vio interrumpida por la reacción de la otra chica, que parecía mirarla con preocupación. -¿...Eh?- Antes de poder preguntar que había pasado, comenzaba a ser arrastrada hacia los cuartos de baño. Se pasó la lengua por el labio y sintió el sabor a sangre, antes de, ahora sí, comenzar a sentir el dolor y la sensación de que empezaría a hincharse pronto.

Niū entró al baño llevando a Freedom con ella. Se acercó al grifo más cercano y abrió el agua fría. La dejó correr un momento y miró a la otra joven.

-Freed, ¿verdad? Ven, agachate que la limpiamos un poco y vemos cómo está. -le dijo mientras le hacía un gesto con la mano para que se acercase.

-¿Doraemon? ¿Que? No...  -  Miró extrañada a Niu como si no terminase de entender lo que ha pasado. Creía haber sido muy explicita acerca de que se refería, y la respuesta de la chica la había dejado completamente fuera de juego. Miró entonces entre sus piernas y rápidamente las cerró y agachó un momento la cabeza, como si eso la avergonzase. Hasta ese momento no se había dado cuenta de las bragas que llevaba puestas - Joder Lyssa, no tenías otras bragas con las que salir ¿eh? Pff... 

La chica entonces salió de allí llevandose a otra de las que había aparecido por el pasillo al baño, como si estuviese asustada de que le pasase algo.

Se levantó, aun con la copa en la mano, y las siguió hasta el baño pero no entró. En el suelo se quedó el comic con el que había salido. Quedaba a la vista la contraportada, y podía verse que era algún tipo de manga con escenas sexuales explícitas. 

Al ponerse de pie quedó de manifiesto lo alta que era, casi 10 cm más que todas las demás. La camiseta de tirantes quedaba bastante corta, dejando a la vista su cintura por encima de las bragas. A la vista quedaban sus largas y torneadas piernas, de músculos muy marcados, igual que sus brazos y sus hombros. Era evidente que estaba muy en forma. 

Se quedó apoyada en la puerta, mirando hacia dentro. 

-No te preocupes, una botella de vino no va a hacer que haga tonterías - respondió al comentario de Freedom sobre lo que estaba bebiendo - Dos o tres... ahí ya estaríamos hablando... ¿que está pasando aquí? - preguntó con evidente confusión, ella no se había dado cuenta de la herida en el labio de Freedom - ¿hay alguna emergencia? Aparte de la que tengo entre las piernas - se rio sola con el último comentario - Lo siento, lo siento, es posible que no haya sido solo una botella... ¿Estás segura de que no quieres un trago? - le ofreció la copa a Samantha, giranto el torso ligeramente para mirarla - esto es genial para el estres... 

No sabía muy bien por qué, pero seguí a la rarita cuando las otras dos chicas se dirigieron al baño. Quizás me sentía un poco culpable por no haberme dado cuenta que la joven morena sangraba por el labio, pero fuera el motivo que fuera, allí estaba junto a un grupo de chicas con las que apenas había coincidido.

—¿Estáis bien? —Pregunté también desde la puerta al lado de la rarita. Había utilizado el plural porque aún no tenía muy claro qué había sucedido y si la chica asiática sólo había ido a acompañar a la otra o también se encontraba mal.

Imitando a mi inesperada compañera, yo también me apoyé en la puerta olvidándome ya a esas alturas de las pintas que llevaba con el tinte manchando mi cara y la toalla sobre los hombros.

Enarqué una ceja cuando me ofreció la copa de vino, pensando por un segundo que estaba mal de la cabeza, pero después de aquella estúpida broma de la alarma, por lo menos era lo que me parecía, y que ya poco iba a dormir esa noche, quizás un trago de vino me sentara bien, por lo menos me relajaría tal y como la joven decía.

—¿Por qué no? —Le dediqué una media sonrisa mientras cogía la copa y le daba un trago—. No está mal —añadí mientras esperaba a que las otras dos chicas salieran del baño—. Creo que para quitarme el estrés necesitaría algo más que un simple trago —dije en tono de broma. Mi mal humor empezaba a disiparse.

Comenzó a quejarse un poco mientras la chica de ojos rasgados revisaba su herida. -Freedom...- Logró decir, entrecerrando los ojos un momento por el ardor. -Soy Freedom. Debí habérmelo hecho al despertar, di con el piso por el susto.- Confesó, sonriendo de manera que sus dientes blancos resaltaban en su piel oscura, mientras sus mejillas se oscurecían aún más por la vergüenza. Distraída, había apoyado el materito en el lavamanos y ya comenzaba a rebosar de agua. -¡Mierda!- Soltó sin poder evitarlo, viendo a la plantita que comenzaba a dar muestras de que no sobreviviría la noche. La puso en la mesa, soltando un suspiro.

-Ains, apenas la compré ayer. Pero me dio miedo que se quemara.- Dijo con algo de tristeza, mirando las ramitas mustias alicaídas. Vio como una copa pasaba de manos, y alargó la suya para tomar un sorbo. Al momento se arrepintió por el ardor en el labio. -¡Ay jod...!- Se mordió la lengua. -Bah, que esta noche está resultando un desastre.- De pronto su mirada se detuvo en el cabello de la chica llamada Samantha, y volvió a morderse la lengua para no soltar una carcajada. -Oye, ¿la idea era aclararte el cabello?- Dijo, tratando de parecer seria, que igual la chica le gustaba el cabello como le estaba quedando.

-Igual si aún te quedan botellas...- Empezó, aunque no sabía si sería buena idea tomar a esas horas; de todas formas no creía que pudieran irse a dormir pronto.

-¡Esa es la actitud! - respondió emocionada a la petición* de que trajese más vino - Dadme un minuto, y empezamos la fiesta. ¡Esta noche aun puede ser una noche legendaria!

*Quizá no fuese exactamente una petición, pero prefirió interpretarlo así, y así lo recordaría durante el resto de su vida.

Se apartó de nuevo hacia el pasillo, ágil como un gato, y resbaló casi de inmediato sobre una de sus chanclas. No llegó a irse al suelo, pero no le faltó demasiado. Un gato siempre va descalzo. Dejó las chanclas en medio del pasillo y entonces si se puso en marcha hacia su habitación. Supuestamente no debían volver, pero... bueno, no era la primera vez que hacía cosas que supuestamente no debía hacer. Solo tenía que ir con cuidado, tampoco es que estuviese metiéndose en una instalación secreta, era solo su habitación.

Tardó unos minutos en volver. Minutos en los que pudisteis oir algo de alboroto viniendo de las habitaciones. Era dificil seguir las conversaciones, pero no parecía que los técnicos de bomberos, que seguían buscando el origen de la alarma, estuviesen muy contentos con Lyssa, ni que ella se lo estuviese poniendo demasiado fácil. Las voces llegaban en una mezcla de japonés e inglés, las de mayor volumen y agresividad por lo general de la voz de Lyssa. Pudisteis reconocer algún reproche, algún insulto, y alguna que otra insinuación sexual. 

El alboroto se acabó cuando Lyssa apareció doblando la esquina al fondo del pasillo con dos botellas debajo del brazo y tres copas en una mano. Caminaba contoneandose como si estuviese de celebración.

-¿Soy la mejor o que? - dejó una de las botellas en el suelo, abrió la otra y comenzó a llenar las copas - Oh, por cierto, creo que no deberíamos volver por allí hasta que se hayan ido... creo que no les gustamos demasiado. 

La joven era vagamente consciente que las demás las habían acompañado y que estaban bebiendo, pero se centró en Freedom.

-Encantada de conocerte, Freedom. -le respondió Niū mientras limpiaba con expresión concentrada su herida- Tienes un bello nombre. -agregó al poco- Y sí... -miró bien la herida- Parece que te has dado un buen mordisco en el labio al caer, pero no parece grave. Sangra mucho por ser donde es, pero parece que sobrevivirás. -agregó con una sonrisa.

Niū no había podido dejar de notar la oscura piel de Freedom. Era la primera vez que había podido ver de cerca una auténtica piel de color.

-Tienes una piel muy bonita. -comentó casualmente- ¿Usas algo para tenerla tan suave y brillante?

Miró abajo y frunció el ceño.

-Se te ha manchado la bata con sangre... -dijo mientras comenzó a quitársela- Si le ponemos rápido una gotita de lavavajillas y frotamos aún estaremos a tiempo de quitarla. -la pregunta era... ¿dónde podría conseguir lavavajillas? Quizá los profesores aún estuviesen dando vueltas y podría pedirles prestado de la cocina de la universidad...

Por supuesto, Niū parecía ya mucho más despierta que antes y ahora que había comprobado que la herida de Freedom no era grave ya prestaba atención a lo que hacían sus compañeras, pero teniendo cosas que hacer no deseaba pararse a socializar aún.

Cuando quitó la bata a Freedom y se giró hacia el resto, miró como si viese por primera vez a Samantha.

-Deberías quitarte éso o se te podría fastidiar el pelo... -le comentó antes de dirigirse a la salida.

Más o menos al tiempo que Lyssa se marchó a buscar más botellas, ella salía con la bata de Freedom para intentar solucionar el problema a su compañera.

De forma pasiva dejaba que la joven asiática la examinara. -Gracias, ehm... No me has dicho tu nombre, creo. ¿Estudias medicina o Enfermería?- Preguntó con curiosidad, pues parecía examinarla con verdadero conocimiento. O tal vez era que estaba acostumbrada a tener a alguien que se hace daño cerca de ella. Las mejillas oscuras parecieron ponerse púrpuras mientras soltaba una carcajada por el comentario respecto a su piel. -Gracias, sólo tomar mucha agua la verdad. En Uganda si usaba una crema especial con alóe que hace mi abuela, porque el sol y el calor te puede resquebrejar la piel...-

Notó por el rabillo del ojo como la chica en ropa interior se desvanecía por la puerta con la intención de buscar más vino. Pero cualquier pensamiento fue interrumpido en el momento que la chica comenzó a quitarle la bata. -¡Eh, espera, oye!- Dijo, teniendo que cubrirse el pecho con los brazos cruzados, quedando sólo con la parte inferior de la ropa interior blanca y azul, las medias largas y las crocs. Esta vez todo su rostro parecía mucho más oscuro por la vergüenza. En seguida, la chica de cabello negro y oscuro desaparecía por la puerta, dejándola en una situación bastante comprometida. Miró hacia la joven llamada Sam, con cara de circunstancias. Por suerte se encontraban aún dentro del cuarto de baño, sospechaba que la chica asiática habría actuado igual si hubieran estado fuera.

La otra chica no tardó en aparecer con las botellas. -Oh, espero que no lo digas en serio...- Había dicho con una sonrisa nerviosa. -Porque creo que me tocará buscar algo que ponerme.- Parecía sinceramente incómoda en esa situación, mirando hacia la puerta por si alguien más se asomaba dentro, y poniendo su peso en una pierna y luego en otra.