Partida Rol por web

Miro a Ponzoña, pidiendo permiso en mudó gesto para participar.

-Dime, Khadesa -fue la respuesta de Ponzoña a la mirada de la Quinta-.

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Octavo (Primero del Verano). Mes de la Cebra.

Día: 28

Lugar: Fragua de Herrero (por la mañana).

El hombre de poderosos brazos observa al K'hlata que le tiende una lanza. Por un instante parece que va a ignorar a Guepardo pero sus ojos se detienen en el metal cerca de la cabeza del arma. Entonces la recoge con suavidad y la estudia con detenimiento.

- "Esto..." - Sus dedos se han detenido en lo que parece una inscripción. - "Parece oscuro arcaico... Pone XI."* -

Frunce el ceño pensativo. - "Podría ser un arma de la Undécima pero no estoy seguro." -

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Octavo (Segundo del Verano). Mes de la Cebra.

EN ALGÚN MOMENTO INDETERMINADO

Tras la conversación con su superior, Lengua Negra, Piojillo se dirigió hacía donde le había indicado: Los establos. Estaba, en parte, entusiasmado por poder ver al caballo que podría montar. No había vuelto a montar a caballo, cosa que le encantaba, desde que lo hizo con Dante, el caballo de Lengua Negra, en la batalla del Fuerte Chuda. Tenía muchas ganas de ver al animal que tendría que conocer.

Al llegar a los establos, se acercó al caballo tan lentamente como pudo y empezó a susurrarle muy lentamente.

- Tranquilo bonito...

Poco a poco, el K´hlata empezó a acariciar suavemente el pelaje del animal. Esperando un tiempo prudencial, para no encabritar al animal, le acarició el morro. Parecía que el animal no tenía tanto miedo del campamentero. Tras un rato de "saludos" entre Piojillo y el caballo, el campamentero miró a los ojos al caballo, mientras seguía acariciando su cabeza. Pensó en el nombre que le daría y lo dijo.

- Te llamaré Marengo. ¿Te gusta el nombre?

Preguntó jovialmente al animal, sin esperar respuesta de aprobación por su parte. Aunque, un leve relincho del caballo indicaba que el nombre le agradaba, o al menos así lo entendió Piojillo.

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Octavo (Primero del Verano). Mes de la Cebra.

Día: 28

Lugar: Fragua de Herrero (por la mañana).

Guepardo miró la lanza con detenimiento. Había oído sobre las legiones de Katovar que precedieron a la ultima, que terminó por convertirse en la Compañía mercenaria.

"Entonces llegaron a pasar por la nación K'hlata y nuestra tribu obtuvo una prueba de su existencia".

- Esta lanza perteneció a mi padre, Jaguar de Bronce y a su padre antes que a él. Realmente desconozco cuanto tiempo llevaba en la tribu de los jaguares y deseaba saber sobre ella - reveló el explorador -Viendo su manufactura no k'hlata pensé que tu serías el idóneo para hablarme de ella, Herrero. Si la Undecima pasó por sus tierras, eso significa que en su día debió de llegar a Cho'n Delor, pues la zona de los jaguares limita con esta nación - deduce Guepardo.

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Octavo (Primero del Verano). Mes de la Cebra.

Día: 28

Lugar: Fragua de Herrero (por la mañana).

- "La Undécima fue la anterior Compañía Libre de Khatovar en visitar este mundo, aunque según las leyendas regresó a Khatovar cincuenta años antes de la llegada de la Duodécima." - Comenta Herrero. - "Lamentablemente es todo lo que sé. Si este arma proviene de esa época, es sin duda un tesoro de valor incalculable. Ha conservado su integridad durante todo este tiempo y estoy convencido de que ha pasado por manos que la habrán usado mucho." - Dice observando de nuevo el arma.

Bajo la mirada algo confusa y también avergonzada por interrumpirlo. No obstante, me recupero rápidamente y alzo el mentón decidida para lanzar mi petición:

- Querría estar presente, Ponzoña. No sólo porque Pelagatos es mi familia, sino porque estuve allí y así ayudaré a Analista a la hora de redactar sus notas.

Me quería poner muy seria con esta nueva función que Analista parecía agradecer tanto. Con los últimos acontecimientos me había dado cuenta de lo frágiles que son nuestras vidas y si algo pasaba a los hombres que llevaban el recuento, alguien, aunque fuera hembra y pitonisa, debía mantener viva la memoria de la Compañía. De mi familia, de mi sangre.

Negó con la cabeza.

-Las órdenes han sido claras. A solas con Sicofante.

Asiento, totalmente seria. Otro momento será. - De acuerdo- fuerzo una sonrisa-. Ve, te esperan. Mis ojos no pueden evitar una chispa de orgullo por el gran trabajo que está realizando, asumida una responsabilidad que, de normal, compartiría con Matagatos. O incluso descansaría en los hombros de mi hermano.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: TRES DEL MES.

HORA: AL MEDIODÍA.

Escucho la voz de Pipo invocando mis dones. Lo miro directamente y me dirijo a él en K'Hlata.

- No debes creer todo lo que se dice, pues no todo lo que relumbra es plata, ni toda la gente errante anda perdida. Debes saber qué pedir. Pues sino, los espíritus confundirás y al final la caza ahuyentarás con tu flauta y tu lanza sólo ensartará los trinos de los pájaros ahuyentados por tus recias pisadas

Así, pues, guerrero de la Compañía, elije sabiamente. Y con tu elección hallarás la recompensa...

Dejo morir la frase, envolviéndola en un halo de misterio. No sé cómo reaccionará el ahora dueño de mis días y mis noches, pero no puedo negar a mis compañeros los dones de los espíritus.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: TRES DEL MES.

HORA: AL MEDIODÍA.

Pipo se quedó pensando. Él sabía muy bien qué es lo que quería. Él quería una flauta. Claro que una flauta no iba a servirle mucho para cazar. Él quería una flauta para que sonara muy bien, muy bien, para que sacara de él todo lo que tenía dentro, ya que sospechaba que había dentro de él algo más de lo que veía. Estaba en un dilema, porque para cazar de poco servía, y a él Ponzoña le había dicho que tenía que ir de patrulla para cazar y traer cosas para llenar la olla de Astado, así que, como solamente podía pedir una cosa a los espíritus...

Fue un momento duro para él. Una elección moral donde las hubiera.

Pipo desea que los pies de Pipo sean silenciosos, silenciosos, para que la caza no sepa que Pipo se acerca para cazarla. Hizo una mueca. Miró al cielo. Se encogió de hombros. Bueno, ya conseguiría su flauta de una u otra manera. Ahora tocaba sujetarse los machos, como decía el sargento Gulg. Y apencar para que la familia saliera adelante.

- ¿Que en qué consiste el parecido? No, la pregunta adecuada no es esa, Lengua Negra. No en este caso. Todos nos parecemos en mayor o menor medida. Pequeños detalles en algunos casos, en otros los parecidos son mayores o más numerosos. Un gesto, una forma de hablar, una sonrisa...- Sonreí.- La cuestión es si el parecido es conveniente, útil. Puede no gustar parecerse a alguien, pero parecerse a ese alguien que no gusta puede terminar gustando. No pocas serpientes inocuas se visten con los colores de sus primas más ponzoñosas, y por mucho que en privado suelten discursos inflamados sobre lo orgullosas que están de sus diferencias, en público no dudan en aparentar ser otras no vaya a ser que quien no debe llegue a pensar que puede hincarles el diente.

Comencé a caminar hacia un lugar más apartado del campamento, lejos del ajetreo, de idas y venidas, de molestias e interrupciones que pudieran llegar, atento en todo momento, eso sí, a que Lengua Negra no me perdiera el paso.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.
MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).
DIA: VEINTE DEL MES Y OTROS DÍAS MÁS ADELANTE
HORA: CUANDO REGRESAN, DÍA SI, DÍA NO, CON LO CAZADO O RECOLECTADO DURANTE LA PATRULLA

Pipo, lo primero que hacía tras regresar más o menos cargados de alimentos, aparte de ir a la Olla de Astado y estar ahí, iba a ver de lejos a Ponzoña. Bien sabía él que acercarse para saber cómo iba lo suyo y preguntar, era indigno. Estaría cuando estuviese. Pero no podía evitar, era más fuerte que él, acercarse de vez en cuando a ver qué hacía.

Por otra parte, se acostumbró a tocar melodías bailables junto a la Olla de Astado, y permanecía ahí todo lo que podía para quien deseara bailar. Tenía un buen repertorio, y conocía bastantes canciones que cantaba si alguien le acompañaba a los tambores. Además, con aire pícaro, echaba a veces una moneda de plata en la olla, para que le tocara a alguien a suertes. Pronto muchos que no tenían dinero protestaban a Astado si cuando iba a servirles de su olla no revolvía bien el fondo. Algunos querían repetir (y la Olla de Astado, según qué días, no era para gourmets, precisamente), pero eso estaba prohibido.

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Octavo (Primero del Verano). Mes de la Cebra.

Día: 28

Lugar: Fragua de Herrero (por la mañana).

Guepardo asintió ante la información que le aportó Herrero. Contempló el arma por un instante como si fuera frágil, pero finalmente la agarró del mango con fuerza.

- Sirvió bien a mi padre. Sirve bien a su hijo. Procuraré darle el uso que merece un arma tan ancestral - afirma con orgullo.

Guepardo agradeció al herrero la información. Siempre había querido saber algo más sobre tan peculiar arma, tan distinta al resto de las lanzas k'hlatas. Ahora tenía la respuesta.

- Que irónico, Herrero. Salió de una legión de Katovar y retorna a otra - dice con media sonrisa.

Lengua Negra atravesó el campamento con una idea en mente. Acabar con las deudas que había contraído hacía ya un tiempo, antes de la batalla de Fuerte Chuda, para pertrechar a sus hombres de forma que pudieran entregarse a la batalla protegidos y armados por algo más que su piel y manos.

Buscó entre las diferentes tiendas aquella que se correspondía con su objetivo.

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Octavo (Primero del Verano). Mes de la Cebra.

Día: 28

Lugar: Fragua de Herrero (por la mañana).

- "Es un arma espléndida." - Admite en voz baja Herrero antes de ver a Guepardo desaparecer. Los ojos del Seguidor de Campamento siguen la figura del K'Hlata hasta que se pierde de su vista. Quién sabe lo que tendrá en mente.

Lengua Negra no tarda en dar con una tienda vigilada por un par de tipos con pinta de matones de baja estofa.

Ambos arrugan el entrecejo al ver a Lengua Negra acercarse a la tienda, y dudan un instante si dejarlo pasar o no, pero finalmente deciden evitar problemas y se hacen a un lado.

Una figura que Lengua Negra conoce bien se encuentra sentada sobre una alfombra en el interior de la Tienda.

Los ojos del hombre vigilan sin mostrar sorpresa la figura que acaba de entrar en sus aposentos.

- "¿Qué te trae por aquí?" - La voz sibilina surge de lo más profundo de su estómago. - "Hacía mucho que no requerías de mis servicios... Aunque tarde o temprano todos vienen a mí para pedirme dinero. O favores. ¿De qué se trata ahora?" -

-El pago de la deuda de uno de mis campamenteros, Piojillo para ser más concreto -dijo secamente Lengua Negra-. Doce platas. Aquí las tienes. Espero que no sea problema extenderme un recibí justificando el pago de la deuda a nombre de Piojillo.

Aguardó pacientemente su respuesta y evidentemente, la del recibí. Era lo que lo había conducido hasta allí y aún le quedaba ir a amrtizar la deuda contraida por todo el material adquirido para su grupo en la anterior batalla, amén de algunas compras.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.
MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).
DIA: UN DÍA CUALQUIERA
HORA: TRAS ECHAR LA CAZA EN LA OLLA DE ASTADO

Un día Pipo fue a visitar a Herrero.

¡Herrero! ¡Hola! Pipo viene a visitarte porque Pipo necesita algo muy importante para poder cazar. Pipo necesita jabalinas y Pipo tiene lanzas cortas. Pipo quiere saber cuántas jabalinas das a Pipo por cada lanza que te traiga. Miraba con curiosidad toda la mercadería, y cómo trabajaba el hierro, en el caso presente, una cacerola que tenía un agujero en el fondo. Alguien había quemado la comida más de la cuenta.

¿Qué te parece? ¿Una jabalina? ¿Dos jabalinas? ¿Tres jabalinas? ¡No hay prisa! Que Herrero termine con lo que está haciendo. Pipo espera.

- "Ah. Pagar deudas siempre es bueno. Evita muuuchos problemas." - Dice alargando la palabra. Se pone en pie apoyando las manos en sus rodillas y se dirige hacia un escritorio en un lateral.

Lengua Negra alcanza a observar de lejos el famoso libro de cuentas donde están anotadas las deudas de todos los miembros de la Compañía. Usurero estira una de sus arrugadas manos y recoge una pluma, moja la punta en el tintero y con la mano izquierda abre el libro por una página en concreto. Retrocede dos páginas hacia atrás y revisa con la mirada.

- "Aquí." - Parece que habla para sí mismo. Desliza la mano sobre el papel tachando un nombre. Se gira y extiende la mano para recoger las monedas que ha traído Lengua Negra.

- "Dame un momento." - Vuelve a encararse sobre el escritorio, agarra otro pergamino suelto y escribe sobre el mismo. Tras unos pocos segundos deja la pluma sobre la mesa y vuelve a mirar en dirección a Lengua Negra.

- "Aquí tienes. Tu justificante. Deuda saldada." - Sonríe aviesamente. - "Pero si me permites un consejo, yo no iría por ahí pagando todas las deudas de los hombres bajo mi mando. Podría correrse el rumor y acabarías con demasiadas deudas tú mismo." - Comenta. -"Espero que acciones así no socaven tu liderazgo. Que no te vean como un blando, ya sabes..." -