Partida Rol por web

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA (MES NUEVE, FINAL DEL VERANO).

DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA

El negro Lombriz frunció el ceño, confundido. Si tan fácil había sido encontrar al Cabo Matagatos, y eso parecía por cómo estaba herido y tenía que estar en la tienda.

-Lombriz responde ante Cabo Lenguanegra, Cabo -dijo- Es su deber.

No volvió a repetir, esta vez, "Ikharus no ha hecho nada malo", lo que podía entenderse como que o bien había descubierto que podía estar en un lío y no era un chivato (con un hermano de batalla NUNCA) o que se había dado cuenta de que tenía que haber pasado algo raro y que era imposible que no se hubiera reunido con el Cabo si le había buscado tan a fondo. En su caso... bueno... ¡malditos oscuros y sus costumbres de lamentaciones! ¡Ahí estaba toda la culpa!

-Ikharus... guerrero confiable...

Masculló aún confundido mientras seguía a su Cabo hacia la defensa. Tuvo la sensación, como recordaba haberla tenido otras veces, en el pasado remoto del sueño, que las cosas no acababan de encajar. Como cuando partes un coco mal y tratas de juntar las dos mitades limpias.

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MES: JIRAFA (MES NUEVE, FINAL DEL VERANO).

DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA

Asesina presenció toda la secuencia del jinete con visible perplejidad. Primero Peregrino y ahora Sicofante. Tropas del enemigo a las puertas. Era todo tan irreal. La orden de Lengua Negra para reunir las tropas la saco de su trance. Su semblante se endureció con resolución, sabia que hacer. 

Corrió hacia su tienda y se ajusto su armadura, colgó su puñal a la cintura y con prisa fue hacia la carpa del Herrero. En unos instantes estaba de vuelta junto al cabo, y pronunció con el aliento agitado - ¡Ordenes, señor! -

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MES: JIRAFA (MES NUEVE, FINAL DEL VERANO).

DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA.

Las noticias que Piojillo brinda es precisamente lo que me temía, por lo que hago lo mismo que otros Cabos y comienzo a organizar a mi propio pelotón. Ya les había dado indicaciones de prepararse para el combate, pero es hora de tomar una situación más férrea y dispuesta para responder a esta situación.

Escucho a Pipo y respondo tanto para él como para todos:

 - "¡Exploradores! ¡Todos sobre el muro a vigilar y preparados para disparar!"

Saco mi arco y preparo una flecha para lanzarla mientras abro bien los ojos, oteando a la distancia para intentar captar el momento preciso en que los enemigos se acerquen a nuestra posición. Algo me dice que no lo harán y que todo será el tema de ir a rescatar al Hostigador, cosa que no sé si los Mandos aprobarán, pero que de ser así, será una misión para los Exploradores.

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DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA.

Piojillo asintió con la cabeza a la llegada de Niña de Oro, al tenderle una jarra de agua. Estaba deseando poder refrescarse debido al tiempo que llevaba sin beber agua.

- Gracias Niña de Oro, te lo agradezco. - Y tras dar unos largos sorbos del líquido elemento, y refrescarse el cogote con el agua que había empapado su mano, volvió a dejar la jarra en el suelo.

Aún cansado por la huida, las piernas aún le temblaban a Piojillo. Mientras pensaba en la suerte de Sicofante y en parte se culpaba de ella, atendió a la conversación entre Lengua Negra y Matagatos. Se enteró de que sufrieron un ataque el día anterior y de que, quizás, si hubiesen avisado tanto Lombriz como Ikharus a sus superiores, podrían haber estado preparados. El campamentero esperaba que no hubiese habido más pérdidas entre los miembros de la compañía. De improviso, interrumpió la conversación entre sus superiores, frente a él, para añadir algo que pensaba era de su interés.

- Perdonad... Lengua Negra, esa fuerza del Triplete me persiguió durante toda la noche y cada vez que giraba la cabeza ahí los tenía. La llanura es extensa y a simple vista yo diría que no les sacaba más de una hora de ventaja. Podrían estar aquí en poco tiempo o, sabiendo que he podido llegar antes que ellos, quedarse en una posición de observación para cualquier cosa.

Tras sus palabras, el guerrero K´hlata cogió las riendas de su montura y atrajo su cabeza hacía él, para acariciarla mientras le dirigía unas palabras.

- Lo has hecho bien Marengo. Eres un buen caballo.

Piojillo sintió el sudor y el cansancio que también tenía el animal. Sabía que de no ser por la fortaleza de su montura, no habría conseguido llegar a tiempo de avisar al resto, y, muy posiblemente, hubiese corrido la misma suerte que su compañero Sicofante. Con estos pensamientos, lo dejó en manos de Belleza que se ofreció a llevarlo al abrevadero de las caballerizas.

- Cuida de él Belleza. Me ha servido bien. Sin ese caballo no podría haber llegado a tiempo de avisar al campamento.

Ante las órdenes de Lengua Negra, el campamentero asintió con la cabeza y recogió su lanza y escudo. Miró a su cabo y entrechocó su lanza con su escudo para contestar.

- Haré lo que se me ordene Lengua Negra.

Y el guerrero K´hlata esperó, armado, mientras pensaba en la posibilidad de volver a montar a Dante, el caballo de Lengua Negra. Su superior le mostraba confianza pues no pensaba que cediera su montura a cualquiera. Quizás, llegado el caso, volvería a montar a Dante, una segunda vez, tras el asalto al fuerte Chuda.

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DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA.

Campaña salió entonces de la tienda de los heridos. Había demasiado alboroto como para dormir y, sobre todo, había demasiado alboroto como para que no estuviera pasando nada fuera de lo común. Al levantarse había encontrado la tienda medio vacía, de modo que había salido fuera a ver qué estaba pasando. Descubrió rápidamente que había movimiento en el campamento, muchos Soldados corrían de acá para allá con sus armas y protecciones listas. Finalmente vio a la mayoría de sus compañeros junto a Lengua Negra, Matagatos y Ponzoña, no muy lejos de allí, así que se acercó para ver qué ocurría.

- Campaña no sabe qué pasa - dijo, sin dirigirse a nadie en particular.- ¿Por qué están los Soldados armados?

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POR LA MAÑANA.

Loor se giró y no pudo evitar que una ligera sonrisa apareciera en su rostro. Sí, Campaña era confiable. Siempre estaba dispuesto.

- Aún estás herido, Campaña.- le dijo poniendo su mano sobre el hombro del guerrero- Aunque tu mente no lo sepa, tu cuerpo sí. Deberías relajarte un poco. Pero lo que pasa es que a lo mejor nos atacan. Sicofante ha sido capturado por enemigos, y Piojillo acaba de llegar para informar a los mandos.- le explica en tono paciente, usando la lengua oscura, más conocida por el gigantón- Estamos esperando órdenes. 

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DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA.

Las palabras de Loor desataron una extraña reacción en Campaña. Al principio se quedó sorprendido, como si no entendiera bien lo que le estaban diciendo, después abrió la boca para decir algo pero la volvió a cerrar. Luego comenzó a dar pasos de un lado a otro mientras ponía los brazos en jarras. Finalmente, se quedó quieto, cruzó los brazos y empezó a negar lentamente con la cabeza.

- Nadie ataca el campamento de la Compañía mientras Campaña esté vivo y pueda luchar - dijo, con una inquietante calma, mientras una vena se le hinchaba alarmantemente en la frente.- No, no, no, no, no... y no... Eso no vale, no se puede atacar el campamento de la Compañía ahora... no, no, no, y Campaña lo va a impedir ¡Se van a enterar!

Campaña levantó los brazos, completamente indignado. Parecía enloquecer por momentos, como si en su atribulada mente no se pudiera concebir la idea de un ataque (y eso que ya les habían atacado la noche anterior). Después comenzó a mirar a un lado y a otro buscando algo.

- ¿Dónde está la armadura de Campaña? - preguntó al aire.- Dejad a Campaña, los va a partir por la mitad a todos... y luego les meterá sus asquerosas cabezas por el culo - aquello le hizo gracia y comenzó a reírse como un demente.- Si... Campaña los matará a todos ¡A todos! ¡A TO-DOS!

Volvió a reírse como un loco y se marchó en busca de sus armas, mientras murmuraba algo ininteligible por el camino.

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DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA.

-Habéis oído. Como mucho contamos con una hora de ventaja. Al igual que mi primo, he de ponerme la armadura. Asesina, necesitaré de tu ayuda. Acompáñame. Piojillo, trae a Dante y Beltza aquí. Los demás Campamenteros que estén en condiciones de luchar que se preparen y armen y acudan a este mismo punto con la mayor rapidez posible y aguardad mi llegada. Esas son mis órdenes para vosotros. Y en general a todos aquellos que estén aquí, que acudan a su mando inmediato para recibir sus instrucciones.

Dicho aquello hizo un gesto a Asesina y marchó hacia su tienda en busca de su armadura y lanza.

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DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA.

-Hermanos Hostigadores -gritó tras la partida de Matagatos-. Hora de derramar la sangre del enemigo. Preparaos para la lucha. Recoged vuestros pertrechos y concentraos aquí -Ponzoña nunca había sido tan consciente de las ausencias de Pelagatos y de Peregrino como hasta aquel momento. Los Hostigadores vivían horas bajas y apenas llegaban a la decena-. Habéis oído a nuestro líder. Todo aquel en condiciones de empuñar un arma, deberá luchar. Loor, hermana, ve a buscar a Serpiente. Todos son necesarios aquí.

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DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA

De entre las tiendas apareció la rotunda figura de Uro, el Guerrero de la Diosa. El sudor del campo de entrenamiento arrancaba destellos de la aceitunada piel, haciendo que los tatuajes que la cubrían parecieran serpentear con vida propia. Sus pasos no denotaban alarma alguna, como si el salvaje paseara por el bazar Cho'n Delor en vez de encontrarse en un campamento a punto de ser atacado. El Cazador de Cabezas avanzó hasta encararse con su sombra gemela, el igualmente musculoso Ponzoña.

- Uro siempre estar dispuesto para la lucha -gruñó con una sonrisa lobuna-. La Diosa necesitar ofrendas...

Una de sus manos acarició el mango de madera de su inmensa hacha de batalla. Suavemente. Una caricia sensual e inquietante.

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DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA

Al oír el revuelo del campamento Caracabra se levantó lo más rápido que pudo. Con las prisas las rodillas le crujieron y el dolor se extendió por las piernas. ¡Malditos huesos! Maldijo para sus adentros, con las prisas de la alarma no había tenido tiempo de calentar los huesos antes de levantarse.

Rápidamente se puso la armadura, agarro el escudo y las lanzas y fue a formar junto al resto de sus hermanos. Estoy listo. 

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POR LA MAÑANA.

Cruzó el campamento hasta llegar a su tienda. Una vez allí, se despojó de sus prendas hasta dejar solo la camisola y se dispuso a colocarse la cota de mallas con ayuda de Asesina. Su peso era grande y no hubiera tenido sentido colocársela de cara a un combate cuerpo a cuerpo. La ventaja que ofrecía era que una vez montado en Beltza, aquel exceso de peso carecía de efecto. Una vez colocada, se colgó la espada al cinto y tomó su larga lanza de caballería.

-¿Lista? -preguntó a Asesina.

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POR LA MAÑANA.

Derviche ya había salido preparada, por eso tardó más que el resto, además, se había presentado a Lengua Negra, el cual, parecía haberla ignorado por completo.

Tuvo que escupir al suelo con rabia.

-Lista-

Fue la única respuesta a su jefe

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DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA

Tarado obedeció lo dicho por su mando, pero aprovechó para coger su armadura tachonada. A pesar del calor, decidió que era mejor sudar que sangrar y de paso recogió su cuchillo tribal. Detestaba el baño de sangre que iba a ocurrir, pero lo asumió... habían perdido a dos hermanos, no quería perder más. Se acercó a la vuelta a Pipo y le tendió la mano.

Suerte hermano, que los ancestros te protejan. dijo con calma, se colocó junto a su pelotón acarició el amuleto que le dió el maestro. Involuntariamente alzó la voz cuando murmuró en una plegaria Ancestros de la compañia, mostradnos el camino.

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POR LA MAÑANA

Niña de oro al escuchar las palabras de Ponzoña corrió a por su lanza, no podía quedarse a un lado, debía ayudar, sólo de pensarlo le temblaron las piernas pero no dejó de correr. Agarró fuerte su lanza y volvió a su posición inicial.

-¡Lista! -dijo y con una pose impropia de un guerrero aguardó a que le dijeran que debía hacer.

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POR LA MAÑANA

Pipo ya estaba encaramándose a la muralla, tal y como había ordenado Ridvan, cuando Tarado habló. Ya considera hermano a Pipo, y todavía no ha prestado juramento. Recordó que debía responsabilizarse de lo que hacían sus hermanos, aunque intuía que Tarado no necesitaba muchos ánimos para dar la talla. Terminó de encaramarse y dio su mano para ayudar a los demás exploradores a subir. Cuando llegó el turno de Tarado, entonces respondió: Pipo te desea también suerte, Tarado. No sabía muy bien para qué lo de la suerte. Para Pipo iba llegando la hora de la confusión. Pero las reglas estaban claras, habían sido grabadas en su mente profundamente. Cuando Rivdán (se le atascaba la pronunciación) dice "sube", Tarado sube sin comentarios que no hagan al caso. Solo si Tarado ve algo útil para Ri... d... ván debe hablar. Si no Tarado podría aumentar la confusión.

Mientras susurraba esos consejos a Tarado ya estaba oteando el horizonte para ver llegar (la locura llegaba ya, ya estaba casi, casi... ) al enemigo que quería hacer daño a la manada.

Gruñó en un tono muy bajo.

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DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA.

Loor se queda en silencio, apenas un instante, pero luego asiente.

- Buscaré a Serpiente, y luego me pondré mi armadura y tomaré mis armas. Ya estoy casi totalmente recuperada. Al haber estado en la tienda de heridos sobre todos estos meses, Ponzoña, me vendría bien saber por donde empiezo a buscar primero. Si no lo sabes, me pondré a buscar por todo el campamento.

Tras las palabras espera la respuesta de Ponzoña, y tan pronto la tiene, sale a buena velocidad, llamando a gritos a Serpiente por todo el campamento.

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POR LA MAÑANA.

Asintió a su hermano de capa al escuchar las órdenes, siguió a Lengua Negra hasta la zona donde les repitió que se armaran y aguardaran a que su mando se pusiera la armadura. Reyezuelo ya portaba sus armas, mas con aquel calor no había considerado sano colocarse la armadura, aferró con fuerza su escudo y su lanza corta, preparándose mentalmente para el combate, esperando tener, por fin, la oportunidad de dar rienda suelta a una ira que le parecía llevaba una eternidad atravesada en su garganta.

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POR LA MAÑANA

La noche anterior había sido muy agitada para León Anciano. Su edad le sumía en sueños cortos pero pesados, de los que difícilmente algo le despertaba. En su paraiso onírico, un ave de color negro surcaba el cielo por encima del desierto de Cho'n Delor. Un ave que se tornaba entre un poderoso halcón de fuertes alas y un cuervo augurando muerte en su estremecedor baile de plumas. 

León Anciano nunca supo si lo que lo despertó aquella noche fue aquel sueño que se tornaba en pesadilla o un chillido de dolor que recorrió el campamento. Pero en aquel mismo momento, sus ojos se abrieron cómo platos. Una fuerte luz se colaba a través de la translúcida tela que separaba su tienda del exterior, lo cual le hizo pensar que se había dormido y ya era de día. No fue hasta que el seco viento de la noche movió la cortina que pudo ver las llamas fulgurando sobre la impolútamente negra cúpula celeste.

Aquello sólo podía significar una cosa: Les atacaban. Y León Anciano intentó reaccionar, pero no lo logró. Al menos no con la velocidad con la que le hubiese gustado. Para cuando hubo cogido su arco y hubo salido de la tienda, sólo vistiendo el taparrabos, y con el poco pelo que le restaba en la cabeza completamente despeinado, el fuego era ya sofocado por una densa nube que se alzaba en el firmamento. Nunca se acostumbraría a ver aquellos milagros por mucho que tratase con magos, con los cuales normalmente prefería mantener las distancias en la medida de lo posible.

No volvió a pegar ojo en toda la noche, y se limitó a pasear por el campamento. Algo le atormentaba desde la pesadilla de aquella noche, y no se notaba en condiciones de entrenar con el arco aquel día, por lo que simplemente pensó que retomaría sus entrenamientos al día siguiente. "Mal yuyu" Hubiese dicho cualquiera. León Anciano no era chamán, pero juraría que los espíritus malignos de los caidos en el Valle se alzaban contra la compañía. No era una lucha física, pero sus maldiciones eran peores que el filo de cualquier espada.

No obstante, la lucha física no tardaría demasiado en acudir ante ellos. Piojillo abrió la comitiva que traería mala fortuna a la compañía, cómo un heraldo anunciando la batalla que estaba a punto de llevarse a cabo. León Anciano estaba ya preparado, desde que Ridvan anunció su llegada a voz en grito. Sabía que algo se acercaba, y para cuando Lengua Negra ordenó formar filas, el anciano esperaba estoico con el semblante serio, empuñando su arco, con la lanza a la espalda y sin vestir su armadura. No la necesitaría, al menos no mientras sus flechas fuesen suficientes para mantener la distancia.

Miró al carcaj. Diecisiete flechas. Suficientes si era solo un pequeño escuadrón el que les atacaba. Pero si la batalla se alargaba estaría sentenciado a llegar al cuerpo a cuerpo. Pensó en pedir flechas extra al Cabo, pero no era el momento.

-Soldado Nuevo León Anciano, del Pelotón de Campamenteros- Dijo simplemente, manteniéndose erguido cual largo era -Esperando órdenes.

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MES: JIRAFA (MES NUEVE, FINAL DEL VERANO).

DÍA: TERCERO DEL MES.

POR LA MAÑANA.

Asesina siguió al cabo luego de volver de la tienda del herrero. Lo ayudo con su armadura y esperó a cerca de la salida. - Nací lista - Dijo la guerrera con una media sonrisa dibujándose en su rostro.