Partida Rol por web

CLÍNICA DEL DOCTOR ANDREWS:

- Con la posible excepción de los tratamientos disponibles en los Gremios de Magos y de Mercenarios, la Clínica del Doctor Andrews ofrece los mejores cuidados médicos de DarkGate, y también los más baratos y accesibles, pues el Doctor Andrews no rechaza a ningún paciente, rico, pobre, humano o inhumano.

Lunes, día 8 de enero de 105 PA.

Por la mañana.

- "No estoy seguro de que esto sea una buena idea. Aún no sé por qué mi enfermera les ha dejado pasar a todos juntos. Los pacientes todavía están débiles y necesitan recuperación..." -

- "Señor Drognan, ¿cómo se encuentra esta mañana? Usted y sus compañeros tienen visita." - Se vuelve hacia el pasillo.

- "Creo que no está muy de humor para recibir visitas. Tal vez deberían de ir poco a poco, y pasar de dos en dos o de tres en tres." -

Odiaba esos sitios y aquello era normal, bueno todo lo normal que podía ser algo en Thomas, cuando en tus dos vidas has pasado una buena parte de estas al borde de la muerte en hospitales y clínicas diversas, es al menos comprensible tener cierta aprehensión a esos lugares. No podía evitar sentir cierto malestar cada vez que entraba a una clínica. Lo bueno de tener la cara destrozada y tapada por vendas, es que nadie podía advertir su disgusto. Algo bueno tenía que tener el ser horriblemente feo en sus sueños, y en la realidad.

No habló, su voz no era demasiado agradable, casi nada en él lo era. Pero movió su brazo derecho indicando el interior, dando paso a sus compañeros. No tenía intención de pasar a dentro por el momento, así que se excluía el mismo de ese selecto grupo de dos o tres que podía pasar a ver a los convalecientes en primer lugar. Luego quizás entrara, quizás. Tras eso desvió su atención al Doctor Andrews, fijando sus ojos en él.

BRIAEROS:

- Tu reconstrucción biónica se completó con éxito, lamentablemente con piezas que fueron obtenidas en DarkGate, si bien algunas pudieron ser traídas de fuera, pero apenas hay piezas originales Triax. Es casi todo imitación de mala calidad.

- Tras una conexión total inicial hace una semana sufriste un total colapso nervioso. Tenías un profundo terror a quedarte encerrado en un montón de metal inerte que era tu cuerpo biónico, inútil e incapaz de moverse bajo tu voluntad.

- Has pasado la última semana en shock catatónico, atrapado en un mundo de pesadilla claustrofóbico y oscuro.

- Finalmente, el Head Up Diplay se reinicia exitosamente y recuperas la visión en tus nuevos ojos biónicos. La imagen se centra y ves a Daeron en su cama, tumbado con gesto de fastidio. No parece herido.

- Ves que el Doctor Andrews, la persona que os ha estado atendiendo estos días, ha dejado entrar a alguien. Parece un tipo con el rostro vendado, ¿quizás un paciente? Dirías que viste vestimentas de mago.

SHIDI:

- De repente sientes un espasmo doloroso procedente de tu columna y sientes ganas de gritar.

- Los recuerdos de las últimas dos semanas son confusos. Sabes que te han operado varias veces, y crees recordar vagamente la voz del Doctor Andrews explicándote que te han tenido que implantar una columna vertebral biónica y varios órganos internos artificiales, incluyendo unos pulmones nuevos.

- Lo cierto es que sientes una sensación extraña al respirar. El aire te parece más limpio, como especialmente filtrado, aunque tu respiración no te parece natural y crees percibir un ruido extraño de tus pulmones artificiales al funcionar.

- Abres los ojos y ves a Briaeros tumbado en una especie de enorme bloque de metal, y más allá ves a Daeron con expresión de fastidio y cansancio.

- El Doctor Andrews está hablando con un grupo de gente al otro lado de la puerta abierta de vuestra habitación en su Clínica. Dirías que ese que acaba de entrar es ese excéntrico mago de rostro desfigurado, Thomas.

Briaeros no se sentía bien. Nada bien, de hecho. No había hablado apenas desde su reconstrucción, en buena parte debido al shock y su terror a verse aislado de todo y morir lentamente. Pero también había enfado, por aquella "victoria", por el coste que había tenido para el grupo... Y, desde un punto egoísta, por lo que le había costado a él. Su cuerpo anterior era un glorioso ejemplo de tecnología alemana, eficiente, funcional, con una carencia absoluta de defectos. Pero eso había quedado en el pasado. Ahora era... Esto.

Algunas piezas sí eran triax, y eso era algo. Pero el resto eran imitaciones, más bien chapuceras, de la ingeniería alemana. Juraría que en algún lado llevaba estampado un "fabricado orgullosamente en América" o algo así. Aquello era un desastre. Sus manos y sus piernas no respondían bien, a veces sus dedos se quedaban trabados, o decidían por sí mismos que era buena idea abrir la mano mientras se sujetaba algo... O las piernas fallaban repentinamente, dando con él en el suelo, o dejaban de moverse. La visión a veces parpadeaba, el sonido tenía interferencias... Un caos. Al menos el sistema operativo parecía seguir más o menos entero, algo de lo que debía dar gracias. 

Cuando entró aquel tipo, el borg le miró, pero no habló. No dijo ni una palabra, simplemente se quedó callado y malhumorado, bajo aquella apariencia fría de máquina que llevaba años portando. 

La cobriza melena caía sobre sus hombros, cubriendo su rostro cabizbajo e inexpresivo. Eso le impedía observar a su alrededor pero, con su mirada perdida, extraviada, y con su nulo interés por todo aquello la verdad es que no había nada que mirar.

Sentado y recostado en la cabecera de su cama permanecía perdido, inmerso en otro mundo. Atrás quedaba toda su jovialidad y alegría. Su optimismo y euforia habitual. Borrados de un plumazo. Ella se los había llevado.

Intentó esforzarse y pensar en algo que le animara a alzar la vista. Algo que le infundiera, aunque sea, un mínimo de interés o curiosidad por su entorno. Nada. Con su partida Indira se había llevado una parte esencial de él. No era una metáfora. La mujer de sus sueños, la mujer de su alma, creada a partir de su propia esencia para complementar al joven y crear una unión perfecta con un vínculo que traspasaba lo físico. Un único cuerpo y un único espíritu repartido entre dos entes. Y uno había desaparecido llevándose, como era de esperar, la mitad de su alma. La mitad amorosa y bondadosa. La mitad dulce y generosa. La mitad cálida y emocional.

Atrás había quedado un cascarón medio vacío. Una mitad compuesta por confusión, ira y rencor. Una mitad de indolencia e insensibilidad. Una mitad fría y racional.

Hacía algunos días que dejó de llorar por sus amigos y su esposa. Sus lágrimas se secaron, ya no le quedaban más. Supo que el duelo no los devolvería. Pero el dolor y el vacío seguían allí. Intactos.

Hierático, como una estatua, se sentaba cabizbajo durante horas, sin probar bocado, forzando a que le pusieran una sonda intravenosa. Consumiéndose, solo se movía para ir al baño y hacer sus necesidades básicas. Allí se miraba al espejo y no se reconocía. Ese individuo era distinto a Daeron Drognan. Solo se le parecía.

Cuando el personal sanitario le informó sobre posibles visitas, él se limitaba a negar con la cabeza. La persona a la que ellos deseaban ver ya no estaba.

Domingo, día 7 de enero de 105 PA.

Por la mañana.

Llevaba días sin apenas moverse. Sin emitir palabra alguna. Desde que hablara con Lord Akeimus, a penas despertado de su inconsciencia, había pasado a un estado emocional totalmente distinto. Llevaba días intentando digerir la perdida de sus amigos. La muerte de su mujer, Indira. Y resultó que, sencillamente, no podía encajarlo. Al igual que no le encajaban muchos sucesos y recuerdos durante la trágica batalla de Angstville. 

En leve espasmo recorrió su cuerpo y, como si de una máquina recién activada se tratara, levantó su cabeza. Sus cabellos resbalaron por su cara, por sus sienes, mostrando sus facciones. Eran estas unas inexpresivas y frías. Tal vez tristes, delatadas por las ojeras y la línea horizontal de sus labios. Parpadeó y giró su rostro hacia un lado, hacia el borg Briaeros. Entonces su rostro se tornó serio, cuando no avieso. Volvió a girar su cabeza y al otro lado vio a un convaleciente Shidi, muy parcheado. No había nadie más en ese momento.

Se bajó de la cama y apoyó sus descalzos pies sobre el frío suelo. Agarró la bolsa de suero y se la llevó consigo, mientras caminó hacia la máquina germana. Se detuvo ante la mesa de trabajo donde parecían intentar poner a punto al borg y lo observó: la linea alemana era mucho más elegante.

- Hola Briaeros. No tienes mala pinta.- comentó. Comparado a hace unos días que estabas hecho un amasijo de chatarra, pensó sintiéndose mal por haber llegado a pensar eso, por un momento.

- Estaba... recordando la batalla y todo lo sucedido en ella. Y la verdad es... que no te vi muy activo.- comentó con una frialdad y dureza inusitadas en el mago, algo que a él mismo le sorprendió-. ¿Por qué?

El menudo Quick-Flex desapareció de la vista en cuanto entraron en la clínica.
Apareció unos minutos después masticando algo que crujía y dando sorbos de un refresco.
- Es bueno saber que el buen doctor aún mantiene su nevera surtida, no sé si lo sabréis, pero yo he pasado alguna temporada que otra en esta clínica.
En fin, cuando las cosas vienen mal dadas y hay que quedarse en algún sitio, un buen tipo el doctor Andrews...siempre trató de curarme de las múltiples enfermedades de las que me quejaba.
No parecía hablarle a nadie en concreto y se iba moviendo de un lado a otro curioseando un cuadro allí , unos papeles allá, varias máquinas con sus luces y pitidos. Hablaba constantemente para si mismo, como en un monólogo ininteligible y solo verle moverse resultaba agotador.
Cuando le pareció que había revisado todo, empezó a abrir cajones...

Domingo, día 7 de enero de 105 PA.

Por la mañana.

El borg miró largamente a Daeron antes de contestar. En parte debido a que intentó tragarse la retahíla de blasfemias y palabrotas que iba a soltar sobre su buen aspecto. Aunque también se tomó su tiempo al creer detectar cierto tono hostil en el mago, ¿quizás una acusación? Por lo poco que sabía de lo ocurrido, los tres presentes allí eran los únicos Rift Warrios supervivientes, lo que incluía a su mujer. 

Cuando habló, lo hizo con un fuerte acento alemán en su voz robótica, que además se acoplaba levemente. Otro aspecto chapucero de sus nuevos componentes y montaje.

-Era complicado verme a través de las planchas de metal del condenado tanque. Y, en determinado momento, algo falló. Y aunque dije a todos que abandonaran el vehículo, no quisieron. Luego... Todo voló por los aires. Emergí de los restos como pude, y aunque combatí durante un tiempo, un fallo de los sistemas me dejó ciego. Y acabé con mi buen cuerpo destruido, para verme ahora en... Este otro. 

Domingo, día 7 de enero de 105 PA.

Por la mañana.

Cuando escuchó las palabras del borg, el mago enarcó una ceja, extrañado.

- ¿Como que algo falló? ¿En ti o en el tanque? - su tono ya no resultaba acusador, más bien perplejo e incrédulo. Y mientras hacía las preguntas una terrible sospecha comenzó a nacer en él.

Domingo, día 7 de enero de 105 PA.

Por la mañana.

-En el tanque. Las armas funcionaban, pero algo en la dirección o los controles se había roto, y estaba intentando arreglarlo cuando los misiles cayeron-respondió el alemán, con cierto fastidio al recordar aquello. Puede que, de no haberse averiado en aquel momento, más hubieran sobrevivido. 

Domingo, día 7 de enero de 105 PA.

Por la mañana.

Daeron asintió ante las palabras del borg, procesándolas con sus recuerdos.

El tanque falló. Briaeros falló. El malogrado Sanakin, durante un tiempo al menos, también falló. Lo recordaba bien pues lo tuvo cerca casi toda la batalla y no pasaron desapercibidas diversas dificultades en su amigo durante momentos en los que aun no había sido alcanzado por fuego enemigo. ¿Que diablos pasó?, se preguntó el archimago. Él no notó nada, pero claro, él no portaba dispositivos tecnológicos. Fue entonces cuando volvió a girar su rostro y miró la cama donde reposaba Shidi. Y asintió.

- Te dejo reponerte, Briaeros. Oh, el chasis alemán me gustaba más.- Le dijo con total sinceridad, sin pararse a pensar si aquello podía molestarle. Después caminó hasta la camilla del ex-soldado coalicionista.

Domingo, día 7 de enero de 105 PA.

Por la mañana.

El joven se acercó a la cama de Shidi y lo observó durante unos instantes. Su cuerpo había sido gravemente herido y habían tenido que efectuarle diversas amputaciones y reimplantarle organos y miembros biónicos. Creyó que iba a sentir algo de lástima por él. Mas no sintió nada. Y eso le turbó.

- Eh, hola tipo duro.- lo despertó saludándolo. Y tan que duro, pensó observando sus nuevos implantes, pero sin sentir ni ápice de gracia-. Tienes buena pinta.- mintió -. Me gustaría intercambiar contigo impresiones sobre la... batalla.- dijo, evitando usar la palabra "desastre"-. ¿Te sientes con fuerzas para hablar de ello?

Emil estaba especialmente serio y miró, unos instantes, a Quick Silver. El elfo llevaba su habitual parche en el ojo, unos guantes de cuero, y un traje elegante, que se le ajustaba como un guante. A pesar de todo estaba irascible, y se removía con un profundo desagrado, como si estuviera ligeramente embriagado, o soñoliento.

Era algo raro, sin duda, pero todos los que habían estado con él lo sabían: al elfo le sentaban fatal las mañanas que le quitaban casi todo su encanto. Era cuando el sol caía cuando su apariencia era, bueno, lo que todos decían. El maldito varón con más belleza y estilo de toda la zona. Y bastantes jóvenes de Darkgate podía dar fe de ello.

Entre ellas la enfermera del doctor Andrews lo que quizás explicara por qué habían pasado todos juntos.

En todo caso, estaba irascible y molesto, y aunque había avisado a todos para ir a ver a los heridos, era evidente que el comportamiento de Quick Silver, quizás por la hora del día, le molestaba. Aunque era a Vicky a la que había evitado mirar durante todo el tiempo hasta la clínica.

- ¿Quieres para Quick? Solo falta que te las arregles para cambiar algo de sitio que nuestros camaradas heridos puedan necesitar- tras las palabras miró al doctor- Disculpe, doctor. Nuestros hermanos y camaradas están heridos. Se que alguno puede ser... especial. ¿Quieren recibir visitas? ¿Alguno de ellos? Digales, si le es posible, que el resto de los Rift Warriors hemos venido a verlos, y a esperar que se recuperen pronto.

Levantó la cabeza con los ojos tan abiertos como la liebre deslumbrada por un coche ante las palabras de Emil. Primero miró a su alrededor buscando otro posible destinatario de la orden, con una expresión de gran confusión.
Luego pareció comprender y dejó de revolver el cajón que tenía delante, cerrándolo con lentitud con un largo e incómodo sonido metálico. Caminó unos pasos y se posicionó marcial y profesional junto al Corsario.
- Si, eso es, aquí estamos para verificar el cumplimiento de todos los protocolos médicos Doctor, los hombres que tiene usted ahí son héroes, héroes amigo mío, no se deje usted llevar por los comentarios sediciosos y mal intencionados de la gente, todo eso eso de los asesinatos de civiles es una burda trama, una invención que no tardaremos en revertir.
El Quick FLex comenzó entonces a andar sin rumbo por la sala continuando con su ininteligible perorata, ya en un tono más bajo hasta que una máquina captó su atención...
- Oh, interesante dispositivo. ¿ para qué sirve?

Se había mantenido en un rincón, de pie, desde que había llegado. Callada, quieta. Aún se preguntaba qué demonios hacía allí. Emil la había convencido, pero ahora estaba indecisa. No. Estaba arrepentida.

Cierto que algunos rostros habían significado mucho en un tiempo, ya demasiado lejano. Noa, Vicky, Thomas. Pero ahora se daba cuenta de que ya no había ningún lazo con ellos, ni siquiera, o sobre todo, con los que yacían en las camas de la clínica. Shidi era el único al que había conocido, de pasada. Pero los otros dos... nada.

Alexa se sentía mal. En su interior, los sentimientos mantenían una cruel batalla. Admiraba a los Rifts Warriors, recordaba su tiempo con ellos con devoción, con fiereza. Cuando los había abandonado había seguido, desde lejos, pendiente de sus pasos, de sus hazañas. Al principio. Luego, el tiempo y la propia inercia borra las huellas, allana hasta las más altas dunas. Por eso, ahora, aquellos que la rodeaban, aquellos de los que había estado hablando con Emil antes de seguirle hasta allí, resbalaban por su alma como la lluvia en la piel.

Jeremy la había advertido: "No será lo mismo. Nunca será lo mismo". Pero ella había esperado que se equivocara, que hubiera aún un rescoldo vivo del fuego que un día incendió su voluntad, su deseo de justicia. Ser una Rifts Warrior, eso no se olvida, no caduca.

¿O quizá sí...?