Partida Rol por web

Marco se encoge de hombros y asiente fatalista.- Se pueden considerar afortunadas si todavía están vivas

No insiste en inquirir a los curiosos, ya sabe él lo que ha pasado (aunque la descripción de Bibi fuera errática) y tiene la confirmación de dónde están. Vuelve a las escaleras, sube a su habitación, deja alli los sandwiches y las tortitas (aunque coge un trozo de una) y vuelve a descender por las escaleras hasta la enfermería.

Primeramente analizará lo que perciba desde fuera: con tal de estar lo bastante cerca como para oirlas eso es suficiente para percibir el potencial letal sobre ellas (si van a morir o no en los siguientes minutos, hasta con algunas horas de antelación si hay alguna condición desarrollándose, como una hemorragia interna). También le permite analizar a otros que pueda haber dentro, pero en particular espera escuchar la voz de Abbot, o a alguien que se dirija a él.

Pero sobre todo, además de curiosidad, desea ayudar. No tiene mas que conocimientos rudimentarios de medicina y primeros auxilios, pero no tiene igual en hacer triajes de emergencia: sabe cuando se va a dar una crisis cardiorespiratoria minutos antes de que se de, sabe quien puede empeorar en las siguientes horas, y sabe si una condición aparentemente controlada puede tornarse letal incluso con días de diferencia. Por eso, se arriesgará finalmente a entrar un momento, echarles un vistazo, y hacer una predicción.

—Sí, sí que lo estaban. Pero se las veía muy débiles. —añadió el muchacho al comentario de Marco.

Cuando se giró en dirección al interior del edificio, de reojo, le pareció ver a una chica oriental de largos y lisos cabellos de color azabache, tez pálida y constitución atlética, muy llamativa y atractiva, con una llamativa mueca de preocupación y alarma en su fino rostro. No habría reparado en ella de no ser porque, extrañamente, aquella cara le sonaba enormemente de algo aunque en ese momento no consiguió caer de qué. La muchacha, además, iba acompañada de otro chico de aspecto fornido y rudo que destacaba, además de por su físico, por su alta estatura, sus cabellos dorados y sus tatuajes.

El poder de Marco no tardó en actuar, revelando las mortíferas aptitudes de cada uno de los chicos. Por un lado, el muchacho, capaz de controlar y crear arena, lo que hizo que viese diversas y desagradables formas de morir: desde cómo la arena se introducía en su cuerpo y le hacía estallar desde dentro, hasta cómo era comprimido con la misma y explotaba por la presión no sin antes romperse casi todos sus huesos. La arena era capaz de parar balas, lo que hacía tremendamente poder herir —e incluso acercarse— a aquel individuo. El caso de la muchacha sí que era digno de estudio, ya que no pudo ver sus aptitudes como tal. En su defecto, lo único que vio fue una titánica y grotesca cabeza con ocho manos y una especie de haz de luz dorada devorarle sin más.

Una vez bajó hasta la enfermería, después de dejar en el cuarto la comida y tomarse un tentempié, encontró al Director junto a tres personas más, presuntos profesores, observando a través de un cristal, en completo silencio, cómo cuatro sanitarios intervenían a las dos chicas.

El profesor varón no presentaba ninguna "amenaza" como tal. Aunque era inmensamente difícil matar a alguien que era capaz de volverse inmaterial. Sin embargo, la chica pelirroja era otro asunto. Siendo esta una amenaza más que considerable al tener la capacidad de crear y controlar hielo. Pudiendo incluso congelar el agua existente en el cuerpo humano...

Por el momento no había indicios de que ninguna de las dos chicas fuese a morir. Al menos no en las próximas horas. Las heridas no habían sido fatales y, afortunadamente, tras la extracción de los proyectiles, una trasfusión de sangre y reposo estarían como nuevas en poco tiempo.

No presta más que una atención casual a los dos estudiantes. Incluso la vaga familiaridad de los rasgos de la chica no le llama demasiado la atención: si no recuerda sus poderes es que nunca se la ha cruzado antes en persona, así que debe ser alguien visto en la tele o en el cine o en la prensa. Ya se acordará de quien es. Se toma el trabajo de mirarla un segundo de más, pero luego sigue su camino.

Una vez en la enfermería le alivia no ver muertes inminentes ni próximas. Algo es algo. Y encontrar al Director es justo para lo que ha venido, así que se prepara para interrumpirle. Se detiene un momento, parándose a considerar la compañía del director: la gata gruñona, una pelirroja gélida, y un tipo capaz de cambiar de fase. Anda, mira, ese tipo no está nada mal, le encanta la gente que ni puede matarle a él, ni él puede matar. No tiene ni idea de qué coño enseñará ese tipo ni como se llama, pero piensa apuntarse a todas sus clases.

Se acerca al Director Abbot, por el lado del profesor fantasmal, y carraspea para llamar la atención. Hace un esfuerzo deliberado por no ponerse en posición de firmes, y lo mejor que consigue es ponerse en posición de descanso.

- ¿Director Abbot? Siento interrumpirle, pero el señor Clayton me ha pedido mi colaboración en un experimento, y sería muy conveniente recuperar lo que le dejé en custodia para realizarlo. -No, no habla de su pistola abiertamente. No tiene nada de particular que no lo haga, una lección martillada a cualquier activo de operaciones encubiertas es no divulgar más información de la estrictamente necesaria entre quienes no tienen relación con una situación.

Nada más avanzar hasta el director, ambos profesores se giraron para observar al desconocido en actitud neutral.

Cuando Marco carraspeó giró su cuerpo hacia este, frunciendo el ceño ante la afirmación del varón y se mostró notablemente extrañado.

—¿Experimento? —preguntó. En su voz no había rastro alguno de negarse a la petición de Marco, pero sí confusión.

Marco asiente y se explica, como siempre, del tirón y sin pararse, en su posición de descanso militar y mirando al frente a Abbot sin pestañear.- El señor Clayton me dijo que tenía que hacer una prueba de campo a una mutante en uno de los pabellones, y dado que habia ofrecido mi ayuda para cualquier cosa que puedan necesitar de mi, solicitó mi colaboración en su experimento dado que mis propios poderes podrían ayudar a determinar los poderes de una chica recién llegada, y que parece desconocer que es mutante. Le expliqué que poseer a mi alcance los medios para matar ayuda a determinar el potencial, y acordamos acudir a la prueba con mi pistola y mi munición. No necesito que el arma esté cargada, ni siquiera sacarla, con tal que esté a mi alcance todo lo necesario para usarla, de modo que permanecerá descargada en una funda, y fuera de la vista.

Terminado su "informe", espera la reacción de Abbot sin moverse. Eso si, recuerda que ya no está en el centro de entrenamiento de Coronado, y trata de relajar su postura. No lo consigue, tras cambiar de postura tres veces en nueve segundos vuelve a la misma inicial, pero es notorio que lo intenta. La verdad, que no haya dicho "Señor" al final de cada frase ya es un logro.

La chica pelirroja y el otro hombre se miraron entre sí con gesto interrogativo cuando Marco habló sobre un experimento y sobre una pistola, interviniendo Débora finalmente.

—Anthony me avisó a mí también para estar presente en la prueba. —afirmó la mujer felina mirando al director Abbot mientras los los otros dos profesores adquirían un gesto bastante más relajado.

—Está bien. —dijo finalmente invitando a Marco a caminar en primer lugar, no perdiendo su expresión de preocupación por las dos chicas que estaban siendo intervenidas en la enfermería— Vayamos a mi despacho. —le indicó, echando a andar justamente tras Marco.

—Cuesta liberarse de las viejas costumbres, ¿verdad? —preguntó con cierto tono de curiosidad mientras ambos subían las escaleras que les llevarían hasta el piso superior. 

Marco camina delante de Abbot, no poco incómodo con ser quien abre la marcha, pero no dice nada. En cambio, asiente al director.- No se imagina cuanto, señor -Hace un gesto de D'oh! y se corrige.- Quiero decir, director. La disciplina militar se basa en la repetición, y en castigos fulminantes para cada infracción. Es algo que termina martilleándose en la forma de ser. Por supuesto, tiene su propósito. -Se encoge de hombros.- En realidad da igual, si no es una forma de disciplina, es necesaria otra, pero la misma sociedad se basa en reglas de comportamiento.

Sube las escaleras y tira por el pasillo. Se gira a medio camino, antes de llegar.- ¿Preocupado por las dos mujeres? Según mi visión de muerte no corren peligro inmediato, si eso le alivia un poco. Mis dones no son realmente muy poderosos, pero soy muy útil para vigilar enfermos, siempre se cuando se está dando una complicación antes de que suceda. Puedo hacer guardia cerca de la enfermería si lo desea, cuando termine con Clayton. -Hace una larga pausa, parpadeando, y se corrige- Qué mal ha sonado. Cuando termine la tarea de Clayton.

Pese a lo delicado de la situación no pudo evitar esbozar una tenue sonrisa ante la corrección del hombre, asintiendo imperceptiblemente varias veces— Igual sí que me hago una leve idea, Marco. —afirmó con cierta tristeza— En otro tiempo fui Ranger... —confesó segundos después sin dar más detalles.

—Sí que lo estoy, sí. —respondió sin vacilar a la pregunta de Marco— Y no solo por eso. También la identidad del responsable del ataque. —aclaró— Porque si se han atrevido a usar munición de ese calibre en pleno día y con tanto descaro, es que a ese alguien le importa bien poco que le señalen. —razonó— Y no creo que sea consciente de la gravedad que pueden ocasionar sus acciones. —añadió.

Recibir aquella información por parte del mutante sí que le alivió. Aunque no lo dijo abiertamente, sus cansados y preocupados rasgos faciales se relajaron considerablemente cuando el muchacho le aseguró que ambas chicas estaban fuera de peligro en un futuro inmediato.

—Nunca menosprecies tus dones, hijo. —comentó le comentó cuando el hombre afirmó que sus poderes no eran realmente muy poderosos— Si la naturaleza te los dio fue por algo. Y, en lo que a mí respecto, te considero una persona de lo más transparente y sincera. Algo que valoro mucho. —añadió.

—Descuida. Te entendí. —dijo tras la corrección de Marco en un tono sutilmente ¿divertido?— Si pudieras pasarte por la enfermería después de la prueba con Clayton... te lo agradecería. —le pidió en un tono amistoso.

Nada más llegar hasta el despacho abrió la puerta, entró, se dirigió a su escritorio y sacó el arma que había guardado horas antes en uno de sus cajones. Cerró nuevamente el cajón y se dirigió a la puerta, ofreciéndole el arma al ex militar— La academia confía en ti, Marco. Y yo también. —dijo antes de ofrecerle el arma.

Marco alza las cejas y sonríe impresionado- ¿Sirvió en la 75ª Aerotransportada, Señor? -Si, otra vez se le escapa el "Sir" militar, pero está tan emocionado que ni se da cuenta ni se corrige.- ¡Rangers, lideren el camino! -Pronuncia el lema del cuerpo de Rangers con buen humor, hasta que se da cuenta de que para Abbot es un recuerdo menos que agradable. Lo que le recuerda que su propia estancia en los Seals tampoco fue un romance idílico con el Tio Sam. Suspira- Lo siento, señ... Director Abbot. Me dejé llevar por el entusiasmo... siempre he sentido una afinidad y rivalidad deportiva con los Rangers, Boinas Verdes y Deltas.

Asiente al análisis de Abbot- En efecto Director Abbot. No es común que se ordene desplegar un helicóptero de ataque para una misión de captura, y menos aun en una carretera abierta, sin controlar y restringir el acceso de civiles, por multitud de razones: control de la información, sobre todo, o evitar daños colaterales secundariamente. Si me permite mi opinión... la aparición de esas mujeres en medio de una operación de captura no estaba en sus planes, pensaron que se les escapaba el objetivo, alguien se puso nervioso y sacaron sus activos más potentes. Creo que está claro que fue una reacción excesiva y desproporcionada... y como dice usted, sin reparar en consecuencias. -Mira a Abbot y añade- Las que conocemos, es que un coche civil se vio involucrado en el incidente. No les parecerá importante, pero ese tipo de cosas son el motivo para que yo dejara el proyecto, para empezar.

Suspira, no interrumpiendo a Abbot cuando le comenta que no se menosprecie, pero sonriendo levemente cuando dice que valora la sinceridad. Finalmente asiente a Abbot tras escuchar su petición.- Si, naturalmente Director, para eso me he ofrecido. Mis conocimientos médicos son totalmente rudimentarios, pero puedo saber si algo va a fallar bastante antes de que falle. Me ocuparé de avisar a los médicos de cualquier complicación, aunque ayudaría que usted les dijera que me manda allí y por qué, no todo el mundo se fía de primeras de las predicciones.

Finalmente recibe su pistola.- Gracias, Señor, trataré de merecer su confianza. -Tampoco se molesta en corregir el "Sir" militar esta vez. Examina la recámara, introduce el cargador en el arma, pero no la monta, salvo para volver a examinar la recámara y asegurarse de que está vacía, sin obstrucción ni cartucho. Guarda la pistola en la funda cerrada, y esta en su pantalón, lo mejor escondida posible bajo la camiseta.

Entonces vuelve a mirar al director y comenta.- Estoy redactando un informe de lo que conozco, pero me gustaría saber cuales son sus prioridades, porque tardaré varios días en redactar ciento ochenta y tantos informes de misión, más las características de las bases que recuerdo, y qué mutante está en qué base. Así puedo hacer unas cosas antes que otras, y presentárselas antes.

—¿Conoces a alguien de la 75ª Aerotransportada , Marco? —preguntó con cierta curiosidad, no pudiendo evitar dibujarse en su rostro una tenue aunque nostálgica sonrisa al mencionar el lema del cuerpo de Rangers.

—No te disculpes, Marco. Lo cierto es que yo también sentía algo así. —confesó dedicándole al muchacho una cómplice mirada— Esa rivalidad hacía que quisieras destacar y superar las marcas de los otros cuerpos. —detalló.

—¿Verdad? —preguntó cuando el muchacho opinó que la aparición de esas mujeres no estaba en los planes del captor, coincidiendo con este.

—Hay cosas mucho peores, la verdad. Y estoy seguro que también las has visto. —afirmó pensativo, asintiendo posteriormente a la petición del chico— Les informaré ahora mismo. —asintió.

Se mantuvo en silencio unos instantes, pensativo, cuando le informó que tardaría varios días en redactar todos los informes necesarios para rescatar a los mutantes que, a día de hoy, todavía seguían en manos del gobierno.

—Salvar al mayor número de inocentes, Marco. —dijo al fin— Esas son mis prioridades. Tenemos que agilizar los informes. Y creo que puedo ayudarte con eso. —afirmó— Un mutante con poderes psíquicos podría leer toda esa información y, conectándose mentalmente con otro, digitalizarlo y escribirlo a la vez. —se le ocurrió.

Marco asiente con la cabeza.- Especificamente, la 75 se ha desplegado en Siria junto con Equipo Seal 3, mi unidad, para protección de refugiados, operaciones de contrainsurgencia, y entrenar a guerrillas contra el Isis. Dos periodos de servicio en Siria, y luego siete años de operaciones secretas. He luchado muchas veces junto a los Rangers o los Deltas. Merece la pena competir con esos tipos. Con los marines no, son unos capullos, da igual las veces que les pases por encima, siempre tienen alguna excusa, pero nunca te van a reconocer que fuiste mejor. Un Delta o un Ranger si... y para la siguiente serán una competencia más feroz, y le tocará a uno admitir que te han pasado por encima.

Sonríe ante la confesión de sana rivalidad.- Al principio competía para aspirar que me reclutasen para el Equipo Seal 6... la élite de la élite. Pero luego fue simplemente por la competición misma. Lo que tiene gracia, porque yo nunca fui realmente competitivo... hasta que viene un Ranger más callado que la mayoría, y vuela la funda de un boligrafo a seiscientos pasos de un tiro, sin tocar la punta. A eso hay que responder, no hay más remedio. -Se rie recordando la anécdota.

La mención a las cosas peores que quizás haya visto le hace palidecer un poco. Quizás porque las peores consecuencias que ha visto en persona las ha aplicado directamente, y no solo las ha visto suceder. Pero le hace recordar algo.- La chica del perro, la que vino en ese coche, Hallie Davies, por lo visto escapó de una redada general en una comunidad de mutantes. Lamento no poder aportar detalles, eso sucedió después de mi salida del proyecto. Pero ella querrá saber si hay supervivientes de esa comunidad... aunque me temo que esas operaciones son un baño de sangre. Aun asi, trataré de extrapolar qué centros podrían haberse visto implicados, aunque solo sea por proximidad al lugar, para que sepamos buscar llegado el caso.

Lo que lleva a que asienta inmediatamente a la idea del Director.- Esa sería una solución perfecta, señor -Se le escapa un "Sir" militar, pero no se molesta en corregirse, o no se ha dado cuenta.- Si dispone de telépata y tecnomante, podríamos tener todo esto hecho en un rato de trabajo. Normalmente diría "y una mierda" a dejar que un telépata me fisgue la cabeza, pero tiene usted razón, el tiempo apremia y la prioridad debería estar clara: salvar gente. Porque eso es lo que juré cuando me hice soldado, y lo que juré cuando me hice bombero, y estoy un poco hasta las pelotas de jurar en vano, así que esta vez vamos a hacerlo de verdad, joder. Señor. -Añade el "Sir" como si terminar la frase con un "joder" no le pareciera adecuado.

Por si no está claro, mira a Abbot fijamente.- Puede llamarme ingenuo, señor, pero yo quería ser un heroe. No paro de ver muerte con mis ojos, así que salvar vidas era una forma de hacer algo más positivo que solo ver como pueden terminar. Aunque he tenido mis momentos... tuve que descubrir por las malas que no lo era, sino el sicario de gente sin conciencia. Así que se acabó el servir, pero no se acabó el salvar gente. Mientras uno es un fugitivo apenas puede hacer algo más que huir, pero se acabó también el huir. Aquí es donde me doy la vuelta y presento batalla. Así que vamos a salvar gente, joder. -Si, otro joder. Por no terminar con otra palabrota, añade.- Mientras usted, o este lugar, tengan conciencia, estoy a su disposición.

Y sin embargo se le dibuja una sonrisita divertida.- Si me dieran un dolar cada vez que los Rangers necesitaron la ayuda de los Seals, tendria mi propio yate.

—Vaya. El mundo es un pañuelo. —afirmó con nostalgia tras la confesión del chico, asintiendo a sus palabras— El principal problema que tienen los marines es que se lo tienen demasiado creído. Les falta humildad. —opinó sin acritud.

—Ya lo creo que sí. —dijo con una tenue sonrisa cuando desveló aquella interesante anécdota sobre el disparo a una funda de un bolígrafo.

Asintió lentamente cuando mencionó a Hallie y el posible destino de la Comunidad en la que estuvo, adquiriendo un semblante más sombrío. Las muertes de tantos y tantos de los suyos pesaban demasiado sobre sus hombros. ¿Cómo pudo soportar Charles tanto tiempo aquello? Quería creer en él y en su "sueño". Pero cada día que pasaba y salían más cosas a la luz le resultaba más difícil hacerlo— Si te resulta más sencillo... —mencionó pensativo unos instantes antes de continuar— con darnos las coordenadas de los sitios y alguna información sobre la seguridad exterior, sería más que suficiente. Si los centros están conectados entre sí. Será cuestión de tiempo hacernos con toda la información que necesitemos. —explicó antes de que Marco aceptase la idea del psíquico y el tecnomante.

No pudo evitar sonreír con agrado, aunque de manera leve, cuando el chico mencionó lo de jurar salvar vidas, caminando hasta este y posando una mano sobre su hombro— Este lugar seguirá teniendo conciencia mientras existan personas como nosotros, hijo. —confesó con cierto tono paternal— Así que sí. Vayamos a salvar vidas. —afirmó presionando ligeramente el hombro de Marco, asintiendo un par de veces.

Terminó por separarse del muchacho y regresar hasta su escritorio. Descolgó el teléfono, marcó varios dígitos y esperó.

—Hank. Soy Gabriel. Dile a Yezabel y a Kain que se presenten en la enfermería subterránea. Avisa también a Bianca. —dijo a través del teléfono mirando hacia Marco— Bajaré enseguida con un acompañante.

No abunda en los comentarios militares, salvo para mencionar el colofón algo irónico de la anécdota del desafío de tiro.- En realidad, no pude igualar un disparo tan espectacular. Ese tirador era un monstruo. Pero era callado y no presumía, por eso mismo animaba a querer emularle. En acción puedo hacer disparos que nadie más podría, usando mi sentido de muerte... pero para disparar a un boli no, a menos que por alguna razón eso pudiera terminar matando a alguien. Pero es por ver a gente como ese hombre, que uno se esfuerza en mejorar.

Asiente sin más ante la sugerencia de Abbot para facilitar los datos más críticos.- Ya le dí la información más importante al señor Clayton. Coordenadas de media docena de centros, estimación de defensas y numero de soldados y prisioneros, y la disposición general de sus instalaciones dentro de lo que yo se. También, es lo primero que he redactado en el pc de la habitación, además de los protocolos de defensa de las instalaciones y los de destrucción de archivos de sus sistemas, aunque le advierto a usted que es información que era cierta hace dieciocho meses, pero hoy podría haber cambiado algo, igual ahora han aumentado sus guarniciones, aunque dudo que hayan cerrado o trasladado ningún centro.

Se piensa algo muy concreto de lo que dice.- Los centros no están realmente conectados entre si, en el sentido de que están diseñados para operar independientemente del resto del mundo. No obstante, si que comparten información científica e inteligencia militar. Quiero añadir algo, le hice una sugerencia al señor Clayton, pero siendo civil es probable que no se percate de su importancia, así que se la repito a usted: los logs de vuelo de sus helicópteros le pueden ser de enorme utilidad para detectar centros de los que yo no tuviera noticias, o puntos de avituallamiento, y varias cosas mas, y tienen la ventaja de que carecen de cualquier protocolo de destrucción de datos, al contrario, se guardan por duplicado en su caja negra aunque el aparato explote. Cualquier operación que hagan en estos centros, haría bien en contar con una recuperación de dichos datos entre sus objetivos.

Asiente a Abbot cuando le palmea el hombro. Solo le falta ponerse firmes, pero se contiene. En lugar de eso se prepara para salir cuando Abbot habla por telefono. Aunque todavia carraspea y añade algo.- Ehm, he pensado un poco en algo que dijo... sobre la persona que ordenó todo lo que acaba de pasar, el ataque con helicópteros. Es como si tuviera un candidato en la cabeza o temiera tenerlo. -No insiste ni presiona por una respuesta. En lugar de eso abre la puerta, guardando la pistola en la trasera de sus pantalones, listo para ir a la enfermería que dice el Director.

—Después de presenciar cómo un mutante lanzaba un alfiler y le acertaba en el ojo a una mosca... —insinuó negando— asumí que hay gente a la que es imposible superar por mucho que se intente. —dijo sincero ante el comentario de Marco.

—Sí, algo me contó. Aunque no tuve mucho tiempo de pedirle los informes. —asintió cuando mencionó que le dio toda esa información a Anthony— Esa gente no creo que mantenga los protocolos de seguridad durante más de tres meses seguidos. —opinó con aire pensativo.

—Si esa información que comparten entre los centros se hace vía electrónica o eléctrica, Yezabel dará con ellos. —afirmó con bastante seguridad— Igual que los logs de los helicópteros.

Asintió lentamente ante la insinuación de Marco, adquiriendo un semblante pensativo.

—Conozco a un general obsesionado con los mutantes. —explicó echando a andar tras Marco— Me consta que ha intentado conseguir hasta en una docena de ocasiones un permiso especial para irrumpir en la Academia. Pero siempre se lo han denegado. Es más. Una vez hubo un intento de asalto a los territorios de la Academia. Todo el equipo militar fue masacrado a más de quinientos metros de los recintos principales. El gobierno siempre negó su participación. Echándole la culpa a mercenarios independientes. Pero siempre sospeché que fue él. Thompson Maxwell. Quien lo orquestó. —afirmó cerrando la puerta del despacho tras de sí.