Partida Rol por web

—Demasiado. —dijo con palpable tristeza secundando la opinión que dio Blake sobre lo caprichoso que era el tiempo.
Permaneció unos instantes en silencio tras oír el breve resumen de la vida del viajere, sintiéndose identificado con su relato. Él tampoco pudo despedirse de Valentine.

Un fugaz apretón sobre su hombro por parte de la entidad cósmica le hizo salir de sus recuerdos, sintiendo amabilidad y calidez en aquel contacto. Todavía algo apenado por la vivencia narrada, le dedicó a Blake una brillante y esperanzadora mirada, terminando por sonreír de manera leve sin poder apartar la vista de aquel par de hermosos ojos estrellados— Creo que podríamos ayudarte a cumplir ese deseo, Blake. —afirmó con bastante seguridad, asintiendo con una esperanzadora sonrisa.
Justo en ese preciso instante comenzó a sonar una estridente melodía, procedente de la cocina, haciendo que diera un fugaz respingo por el repentino e inesperado sonido. Se dirigió con cierta premura hasta el poyete de la cocina y allí cogió el teléfono móvil.

—Y hablando del rey de Roma... —comentó con una amplia sonrisa tras visualizar la pantalla del dispositivo, descolgándolo y poniéndoselo en la oreja— Buenos días, Anthony. Sí, sí. Todo bien. Es... no se lo va a creer. —dijo manteniendo la sonrisa al tiempo que dirigía su atención hacia Blake— He recibido una inesperada y repentina visita de alguien. Un viajere del espacio y del tiempo. —afirmó sin apartar la mirada de las cósmicas facciones de Blake— Descuida. Enseguida estamos allí. —sentenció instantes antes de colgar la llamada.

—Me visto, recojo la ropa y vamos a su despacho. —dijo antes de dejar nuevamente el móvil en el poyete de la isla de la cocina e irse a la habitación contigua al del baño.

Blake lo observó con curiosidad, frunció levemente el ceño -Te espero, sin prisa -sonrió juguetona -Tenemos todo el tiempo del mundo.

Suspiró y miró por la ventana, aquel marco temporal de día de sol y tierra firme bajo sus pies, de cielo azul de atmósfera y vegetación en el patio próximo al instituto le hacía sentir... corpóreo. Firme, segura. Ligeramente anestesiado en sus propios sentimientos que amenazaban una y otra vez con salirse de aquel lugar en donde el espacio-tiempo se plegaba sobre sí mismo en donde los había guardado, como la luz en el horizonte de eventos estos querían huir de su inminente prisión.

Giró sobre sí misme y vio al chico hablar por teléfono, recoger su ropa, caminar, ser humano. ¿Elle también lo era, no? ¿No? No estaba segura. Quiso, en un brote de impulsividad, presentarse en su forma humana completa ante él pero la verdad es que no estaba segura de cuál era esta ahora. Tendremos que averiguarlo juntos, Damien.

Le dedicó a Blake una traviesa sonrisa, mezcla entre picardía y fascinación a partes iguales, cuando elle le sonrió de manera juguetona e hizo aquel comentario tan prometedor.

Instantes después de entrar en la otra estancia, salió de la habitación vestido con ropas de lino bastante cómodas y un fular naranja con líneas blancas que formaban extraños dibujos.

—Vamos al despacho de Anthony. —le sugirió una vez en la puerta de salida de la habitación, abriéndola e invitándole a salir en primer lugar— Bienvenide a tu nueva vida, Blake. —añadió cuando pasó por delante de él con una cálida y agradable sonrisa.

Cuando vio a Damien salir vestido de esa manera dijo -Oye, qué ropas más bellas, el color te sienta bien -sonrió tímidamente; los ojos se le aguaron cuando le dio la bienvenida -Eso espero, Damien, eso espero -exhaló en un suspiro como si no quisiera arriesgarse a entusiasmarse demasiado, sin embargo quería creer que esta vez la vida iba a darle una nueva oportunidad de, al menos, volver a ser feliz y poder hacer de su poder algo útil.

Un pensamiento le asaltó de pronto al atravesar la puerta y pasar al pasillo, que a ella le daba la sensación de cruzar un umbral o portal a otra dimensión mágica, como podía ser para su percepción la desconocida vida cotidiana. Carraspeó -¿Cómo es la cuestión con los alumnos aquí? ¿Tendré que... que presentarme?

—Oh, muchas gracias. —afirmó con una amplia sonrisa cuando el viajere le dijo que le sentaba bien el color. 

—Ya verás como sí. —dijo con pasmosa seguridad mientras cerraba la puerta tras de ellos— Más del noventa y ocho por ciento de los mutantes que vienen en busca de ayuda se quedan. —comentó mientras avanzaban con tranquilidad por el pasillo. Este era lo suficientemente ancho como para que dos personas pudieran caminar una junto a otra y todavía sobraba casi medio brazo por cada lado hasta tocar la pared. Los materiales del suelo eran de un inmaculado mármol blanco, complementados por maderas nobles en puertas y paredes y realzados por los distintos ventanales que dejaban pasar grandes haces de luz.

—En principio sí, claro. —asintió respondiendo a la pregunta de Blake— El procedimiento es el siguiente. Primero el psicólogo valora si eres apto o no para quedarte en la academia. —comentó— Mientras no tengas intenciones hostiles, ya te adelanto que pasarás la entrevista sin problema. —aclaró con optimismo— Después se te asigna una habitación, cuyo compañero puede ser de tu mismo género, o no, a tu elección, y finalmente se tiene una última reunión con el psicólogo para orientarte sobre los estudios que te gustaría llevar a cabo. —explicó.

Blake sintió un hormigueo por todo el cuerpo que se manifestó en pequeñas descargas de electricidad a su alrededor, de su cabeza a sus hombros, entre sus dedos; era la excitación de no saber qué vendría a continuación y también otro sentimiento que hacía largo rato no sentía: esperanza. Casi se había olvidado de él, mas era emocionante tenerlo de vuelta.

Se frotó las manos algo nerviose, atente a lo que ocurría a su alrededor por si acaso se cruzaran con alguien: las personas solían asustarse al verle, mas eso no había ocurrido con Damien, quizás había experimentado sorpresa, pero no miedo. Lo miró de reojo entre curiose y agradecide, ¿Le dejarían tenerlo de compañero de cuarto? se preguntó. Habría que averiguar si el tal Anthony lo permitiría, pero luego se preguntó ¿Por qué no lo haría? Damien estaba solo y se habían llevado de maravillas.

Un chasquido se dejó oír desde sus manos que habían reaccionado a los movimientos de le chique. Se sonrojó y miró a Damien como disculpándose mientras se pasaba un mechón de estrellas y espacio por detrás de una oreja galáctica. -Entiendo -musitó y asintió todo al mismo tiempo, mientras tanto miraba todo lo que estaba a su alrededor absorbiendo conocimiento y llenándose con algo parecido a la tranquilidad.

—¿Tienes predilección por algún estudio en general? —preguntó con interés dedicándole una cálida y cómplice sonrisa— Normalmente los viajeros espaciales siempre terminan estudiando física, ¿sabes? Porque son capaces de explicar las teorías que, para las personas que no han vivido lo que ellos, resultan tan abstractas. —opinó dirigiendo de nuevo su atención hacia el pasillo sin perder esa refulgente ilusión en sus ojos.

Escasos segundos después de aquella pregunta, llegaron ante una robusta puerta de apariencia metálica en cuyo lado derecho, junto a la pared, descansaba una especie de lector digital. Extendió la mano, la abrió y la colocó bajo el aparato. Segundos después un pequeño haz de luz verde, acompañado de un breve pitido, iluminó la mano del chico e hizo que la puerta se abriese automáticamente.

Atravesó junto a Blake la pesada puerta, cerrándose esta casi inmediatamente después de pasar ambos. Pese a encontrarse en otra zona de la academia, los materiales utilizados en su construcción y la disposición de estos eran exactamente iguales que los del pasillo anterior.

Había una puerta a la izquierda, de madera noble, donde podía leerse en una placa situada en la parte superior central de esta la palabra "Director" y justo debajo "Gabriel Abbot".

—Esta puerta da al despacho del director. —cabeceó hacia ella prosiguiendo su avance por el pasillo— Ya le conocerás. A pesar de su aspecto rudo y gruñón tiene un corazón más grande que él mismo. —explicó con una suave sonrisa, girando hacia la izquierda en una intersección y dando, casi de frente, con otra puerta cuya placa citaba "Psicólogo/Orientador" y justo debajo "Anthony Clayton".

—¿Preparado/a? —le preguntó sonriente y animado deteniéndose delante de la puerta y girándose hacia elle.

Lo observó mientras caminaban y sonrió de lado, sabía la respuesta casi inmediatamente -No me preocupa explicar cómo es lo que me sucede, pero no porque no me interese -se paró a pensar -Es porque tengo el conocimiento e intuición que me da la experiencia -sintió que las palabras se le quedaban cortas -Cuando viajo adquiero experiencia sobre el mecanismo que mueve el universo porque soy observadore -fue la manera en que mejor pudo comunicarlo.

Suspiró -Eso no quiere decir que más adelante no me surja la sed de conocimiento humano al respecto -sabía que podía resultar chocante hablar con esa distancia de la humanidad pero era lo que sentía. -Si te soy sincera lo que me gusta es el arte -se rascó la cabeza -Creo que es una de las pocas cosas que pueden surcar el tiempo y el espacio.

Abrió los ojos orlados de pestañas tupidas para tomar nota de la seguridad en el casa, que era sorprendente -Wow... -dejó escapar hasta que el sonido se diluyó en sus labios. Asintió ante las declaraciones sobre el director sin dejar de darle miradas de soslayo a la puerta misteriosa.

A la pregunta de si estaba preparade dijo jocosamente -No, pero vamos de todos modos- y le hizo a su nuevo ¿amigo? el gesto de que entraran.

—Buah, tiene que ser una pasada. —confesó con una amplia sonrisa, claramente interesado con la idea— Siempre me ha fascinado el universo, ¿sabes? De pequeño siempre soñé con haber sido astronauta para poder ver qué se sentía allí arriba. Tiene que ser una experiencia impresionante. —opinó sincero.

—Así que el arte, ¿eh? —asintió lentamente, conforme e interesado con el interés del viajere— ¿Clásico, moderno o ambos? —preguntó de manera cómplice.

—Sí, aquí se toma muy enserio la seguridad. —dijo tras una suave risa ante la expresión de asombro de Blake, casi sin poder apartar una mirada llena de fascinación sobre este.

Asintió lentamente ante la convicción de le muchache, dedicándole una cálida sonrisa antes de llamar dos veces a la puerta.

—Adelante. —dijo una amable voz masculina desde el otro lado de la puerta.

Abrió la puerta y pasó al interior del despacho, invitando a su acompañante a entrar.

La estancia era de lo más luminosa y agradable, entrando la luz del día por un par de grandes ventanas buscando transmitir una sensación de paz y libertad.

Justo frente a la puerta de la entrada se encontraba un escritorio sobre el que descansaban documentos y algún que otro libro, todo bien ordenado y agrupado. A la izquierda del escritorio, había una estantería de madera llena de libros de psicología, novelas antiguas, archivadores... todo agrupado en sus respectivas categorías. Y justo frente a la estantería se ubicaban dos sillones de color azul prusiano, uno frente a otro, de aspectos mullidos y cómodos.

—Buenos días, señor Anthony. Tal y como le comenté por teléfono, le presento a Blake. Un viajere del espacio-tiempo. —anunció con un tono que rebosaba orgullo, admiración y fascinación.

—Buenos días, Damien. —dijo con una cálida sonrisa, levantándose de la mesa del escritorio para recibir a Blake— Es un verdadero placer tenerle con nosotros, viajere. Por favor, tome asiento. —le invitó con una tenue sonrisa y un ademán de mano señalando hacia uno de los sillones.

—Les dejo. —informó Damien— Iré a por la ropa que me dijo, señor Anthony. Con la emoción olvidé recogerla. Así que si me dice la habitación en la que se encuentra el visitante, bajo al almacén, cojo la ropa y la llevo a la habitación que me diga. —afirmó el muchacho.

—Oh, muchas gracias Damien. De todas formas ya no hace falta. Débora se puso en contacto conmigo y creo que se lo comentó a Caroline. —le respondió de manera amable, abandonando el escritorio y caminando con paso tranquilo en dirección hacia el otro sofá con un libro de color azul y una pluma estilográfica en el interior de este.

—Oh, estupendo. Estaré abajo entonces. Si necesitan cualquier cosa, solo avísenme. —se ofreció el chico, cabeceando con una cómplice sonrisa hacia Blake antes de abandonar el despacho y cerrar la puerta tras de sí.

Blake sintió todo el peso de esa presentación por más que -intuía- la intención de Damien fuera del todo buena, tenía algo del síndrome del impostor y le hacía sudar, de forma que la piel negra estrellada se le llenaba de estrellas fugaces. Carraspeó -Te veo luego Damien -dijo y le saludó efusivamente con las manos.

Se sentó en el sillón apenas se lo indicaron y entrelazó sus manos con la espalda rígida, sintió cómo se hundía en el silloncito un poco. Sonrió nerviosamente y la galaxia de su boca se afinó como una onda y se dibujaron tímidamente unos labios violetas llenos de polvo estelar dorado. -Así queeeeee... usted es Anthony -se cruzó de piernas. -Gracias por acogerme en este hogar -miró alrededor como si pudiera ver toda la escuela -Gracias por... no asustarse.

Se veía tremendamente poderose, y frágil.

—Suerte. —gesticuló Damien con los labios justo antes de abandonar el despacho.

—Eso se comenta por ahí, sí. —comentó divertido en respuesta a la afirmación de que él era Anthony, observando con clara curiosidad los cambios en la estelar piel del viajere— Entiendo que tú eres Blake. Es todo un placer. —afirmó mientras Blake se cruzaba de piernas.

—Gracias a ti por la visita. —respondió con un suave ademán de cabeza, negando ante la siguiente afirmación del viajere— ¿Por qué debería asustarme? —preguntó con curiosidad abriendo el libro y destapando la estilográfica.