Partida Rol por web

Una vez escogido el orden en que llevar a cabo aquella rudimentaria entrevista, invitó al resto de las chicas a permanecer fuera.

—Toma asiento, relájate y ponte cómoda. —dijo afable y tranquilizador invitándola a tomar asiento en uno de los sofás— ¿Te apetece algo de beber o de comer? —preguntó antes de tomar asiento en el otro sofá en caso de no querer tomar nada.

Abrió aquella especie de agenda y, tras retirar la capucha de la pluma estilográfica, dedicó una cómplice y paternal mirada a la chica.

—Vamos allá. —afirmó antes de carraspear— Nombre, apellidos, edad, ciudad donde naciste, nombre de tus padres, oficios, escuela a la que ibas, amistades más cercanas... —enumeró con un ademán de mano.

Samantha niega suavemente con la cabeza al ofrecimiento, levantando a su vez un poco la mano derecha

- No gracias, estoy bien

Cuando Anthoni empieza a preguntar Sam frunce el ceño

- ¿Es necesario saber todo eso? - Inspira y lo mira fijamente, haciendo un cruce de piernas al estilo de Instinto básico - Mi nombre es Samantha Jones, soy la hermana mayor de Bibi, tengo 19 años, nací un cinco de Mayo en Los Ángeles - Cuando llega a sus padres, el gesto de Sam se endurece y aprieta una de las manos suavemente - Dudo que el nombre de mis padres tenga relevancia alguna, están muertos - Le dice sosteniéndole la mirada durante un segundo antes de seguir hablando - Nunca he tenido muchos amigos, Ivan y poco más, cuidar de tu hermana, estudiar y trabajar no dejan mucho tiempo libre para socializar. Iba a la universidad pública, es lo que tiene ser una muerta de hambre

Dijo con simpleza mientras se encogía de hombros con suavidad y ligero desdén.

—Como gustes. —respondió afable ante la negativa de Sam a tomar algo, acomodándose debidamente sobre el sofá antes de prepararse para anotar las respuestas de la chica.

—Me temo que sí, Sam. —contestó a la muchacha de manera honesta y agradable, sosteniéndole la mirada en todo momento— Es parte del protocolo para conocer el pasado y las motivaciones de cada uno de nuestros potenciales alumnos: vivencias, ilusiones, expectativas. —enumeró con un ademán con la mano que sujetaba la pluma.

Anotó varias líneas tras el comentario que hizo sobre sus padres, asintiendo varias veces tenuemente.

—Todo tiene relevancia, Sam. —rebatió sin acritud— Aún así, si no te sientes cómoda hablando de ello simplemente dímelo. —dijo tras anotar algo más.

—Yo fui a una universidad pública también. No son tan malas, ¿eh? —opinó intentando quitarle importancia a las "clases sociales"— ¿Te importaría hablarme de Iván? —preguntó con una cómplice y cálida sonrisa.

Sam no estaba cómoda, claro que no estaba cómoda en casi ningún sitio, suspiró y entrelazó los dedos de las manos sobre uno de sus muslos

- Mi padre era un hombre horrible, una lacra de la sociedad que debería haber muerto menos inclemente de lo que se murió, era un borracho que pegaba a su mujer y a mi, a Bibi la tocó poco porque yo la protegía, mi madre era una mujer subyugada bajo el dolor de sus mejillas incapaz de rajarle el cuello mientras ese cerdo dormía así que no, no quiero hablar de ello - dijo mirándolo fijamente luego bajó los ojos

- Iván es el portero del club donde estaba trabajando, un hombre corpulento, grande, serio pero con un buen corazón, mis amigas eran la del club, todas ellas tenían su propia historia, su propia identidad pero todas estábamos bien cuidadas.

Explica con un tono de voz más calmado, más sosegado mientras esboza una suave sonrisa sincera (al fin)

Escuchó con atención y en silencio las vivencias de aquella inocente chica, que sin duda alguna se vio forzada a madurar y a endurecerse por la crudeza y crueldad de las situaciones que vivió, manteniendo en todo momento un semblante agradable, cercano y neutral.

—Entendido. No hablaremos de ello entonces. —añadió finalmente al tiempo que asentía un par de veces con suavidad— No obstante, si en algún momento quieres hacerlo... estaré encantado de escucharte y ayudarte con lo que necesites. —comentó amable.

—¿Un club? ¿De qué tipo? ¿Cómo se llama?—preguntó haciendo un par de anotaciones más mientras volvía su plena atención hacia la muchacha.

Sam sonrió suavemente, reclinándose en el sofá, apoyó la mano en la mejilla y miró al profesor con una suave sonrisa, casi cariñosa.

-Si algún día saco fuerzas para hablar de ello contaré con usted, profesor.

Dijo pausadamente, clavando sus ojos azules en el profesor. Cuando pregunta por el club Sam aprieta en sus labios la sonrisa que luego ensancha y casi deja escapar una carcajada.

- Bueno, verá.. no es un club normal, es un un club de bailes exoticos, Pole dance, aros, sedas que cuelgan del techo, todo eso, se llama Afrodita's Song

—Cuando ese día llegue, búscame aquí. —comentó cómplice ante la primera afirmación de Sam.

—Ohm. Vaya. —carraspeó tras una pausa— Tengo... conocidos que han visitado el local que mencionas. Pero, hasta donde yo sé, lo del Pole Dance nunca les interesó en absoluto. —mencionó de manera prudente— Pero bueno. —hizo un ademán con la mano restándole importancia.

—¿Cómo conociste este lugar? ¿Sabías de su existencias antes de traerte aquí? —preguntó.

Sam lo miró con una sonrisa tranquila, bajó la pierna que tenía cruzada y cruzó sobre ésta la que había estado descansando en el suelo, dejando ver la longitud de sus piernas que sin duda estaban trabajadas, eran de aspecto suave y firmes, con un maravilloso color moreno que viendo a su hermana bastante más blanca uno podría preguntarse de dónde saca ese color Sam

- Los bailes de Pole Dance se suelen hacer en la sala pública, aunque también hay bales privados - Sonrió lobuna, entrelazando los dedos de las manos sobre su vientre, dejándolas descansar ahí - Si no estaban interesados en los bailes... seguramente buscaban unos servicios más.... mmm "especiales" remarcó la palabra "especiales" con cierto énfasis y una sonrisa traviesa.

-No conocía éste lugar -Admite acompañando sus palabras con un movimiento de negación de su cabeza - DE la noche a la mañana, tras descubrir Bibi que yo también tenía poderes, ella empezó a hablarme de un sitio de mutantes para mutantes, que si nos enseñarían, que si seguro que podíamos empezar una nueva vida, que si esto, que si lo otro, yo le decía que era una jaula de oro para gente rara pero ella estaba muy... emocionada, al final accedí a probar un tiempo y sino nos piraríamos, dos días después tenía a dos chicas que no conocía de nada y que no sabía cómo habían burlado a Iván preguntando por mi

Admite con el ceño fruncido y se sopla un mechón de pelo.

—Lo cierto es que no estoy muy interesado en saber acerca de esos servicios "especiales". —dijo de manera amable y cálida, mostrándose un tanto nervioso, cohibido e incómodo al tiempo que hacía más anotaciones en su agenda.

—Ohm. —hizo una pausa mirando a la joven con curiosidad— ¿Y... sigues pensando que es una jaula de oro para gente rara? —preguntó con interés tras la explicación de Sam.

—¿Cómo y en qué circunstancias despertó tu gen mutante? —quiso saber posteriormente— Es decir, cuándo ocurrió, dónde estabas, qué sentías... —aclaró con un ademán de mano.

Sam suspiró mirando a Clayton cuando preguntó por la jaula de oro

- Cuando aprendes a palos, también aprendes a desconfiar... no me van a hacer cambiar de idea tan fácilmente, así que si... sigo pensando que es una jaula de oro - Pese a su afirmación, mantenía la calma y un gesto no hostil, tampoco parecía decirlo a malas, más bien parece... cabezona.

Al preguntar por su poder Sam se removió incómoda, hizo una mueca con la cara y luego miró al hombre fijamente

- Ocurrió en la calle, cuando me... - Cambió de posición en la silla, acomodando el culo y sentándose mientras carraspeaba, de pronto ninguna postura era cómoda - Mientras me violaban, puede imaginarse que amor precisamente no sentía, sentía odio, rabia, miedo, ira, en realidad quería que le explotaran los ojos y se muriera, y ... no sé si lo maté, si no lo maté yo lo hizo otra persona - Dice apretando las manos entrelazadas, vuelve a despertarse el fuego de la ira en sus ojos.

—Entiendo. Bueno, esperemos que el tiempo cambie tu concepto de este lugar y lo veas como, no sé, una segunda casa o algo parecido a un hogar. —dijo con una cálida y comprensiva sonrisa al tiempo que anotaba varias cosas en su libro de notas.

Durante unas décimas de segundo no supo qué responder ante el escalofriante relato de Samantha, terminando por asentir y hacer varias anotaciones más.

—¿Acudiste al médico? ¿Denunciaste? ¿Alguien acudió en tu auxilio? ¿Qué significa que no sabes si lo mataste tú o lo hizo otra persona? —preguntó en actitud neutral sintiendo cómo la ira se iba apoderando de la chica— Tómate... tu tiempo en responder si lo necesitas, Samantha. Con tranquilidad y sin prisa. —añadió comprensivo y tranquilo, intentando transmitirle ese mismo sentimiento a la muchacha.

- No, no acudí al médico, tampoco denuncié ¿Qué iba a decirles? Hola, soy Sam, acaban de violarme pero no se si he matado al violador - rodó ojos, ahora se mostraba no hostil sino alerta, como un gato con el pelo erizado - Mi hermana tuvo una visión de que sucedería y avisó a alguien, si, acudió en mi ayuda pero en fin, era demasiado tarde - Se medio recostó en el sofá, cambiando la pierna que tenía cruzada por la contraria, un movimiento lento y sensual mientras se le levanta un poco la falda, no es que pretenda seducirlo, Samantha es sexy de por si, quizás demasiado tiempo trabajando con su cuerpo como herramienta.

- Con que no sé si lo maté yo es que no sé si lo maté con mis manos, mi... poder... o.. lo que sea, pero te aseguro que si no fui yo, lo hizo el tipo que vino - Pese a que Anthony a éstas alturas ya debe saber el nombre de Volk, Sam no suelta prenda, se muerde el labio y deja caer la cabeza hacia atrás, mirando el techo y exponiendo su despejado cuello - O dígame... doctor... si usted estuviera casado... ¿no mataría a quien violase a su esposa? O su hija... o una chica cualquiera que ve por la calle?

—Una declaración como esa habría sido considerada, en cualquier caso, defensa propia. —aclaró ante la primera afirmación de Sam, atento también a los sensuales movimientos y gestos de la chica.

—¿Qué tipo? —preguntó afable, fingiendo que no sabía de quién podía tratarse. 

—Anthony. Puedes llamarme Anthony. Doctor es... como más formal. Y en lo personal me gusta la educación, no la formalidad. Hace que las cosas sean como más frías y distantes. —le corrigió cuando le llamó doctor, guardando silencio unos instantes tras la hipotética situación que le expuso la muchacha— Creo que no. —respondió finalmente— Sí que intervendría de inmediato y lo inmovilizaría o dejaría indispuesto el tiempo suficiente hasta que llegase quien tuviese que llegar para hacerle pagar por su delito. —explicó— Después de todo, hay castigos mucho peores que la muerte, Sam. —le informó antes de hacer un par de anotaciones adicionales.

- Ya no importa si denuncié o no,.... Anthony... es agua que no mueve molino y hasta el momento no escucho muertos así que estoy en paz

- El tipo... tampoco importa -  dijo removiéndose esquiva pero aun no brusca 

- Cosas peores que la muerte.... mmmh... seguramente si, aunque en caliente poco se piensa, al menos no en una situación así, en una situación así... solo quieres que se acabe.... el sexo es sexo... pero puede ser placentero, consentido, arrancarte un gemido tras otro y suplicar que no pare... o puede ser doloroso, cruel y frío convirtiendo cada gemido en culpa y cada grito en impotencia... - habla fijando la mirada en un punto de la nada, quizás para filtrar la ira, quizás para hacerse ajena a lo que habla y cuando calla... sus ojos de azul profundo se clavan como un mar indómito en los de Anthony Prefiero follar y pedir que sigan... llámame loca, al menos ahí... si puedo pensar en que si se pasa... hay cosas peores que la muerte Sonrió 

Asintió lentamente ante las declaraciones de la joven, haciendo anotaciones en su libreta.

Cuando los penetrantes ojos azules de la muchacha se clavaron en los del psicólogo, los de este se volvieron tristes y melancólicos al escuchar semejantes y crudas palabras.

Cerró la libreta finalmente, asintiendo un par de veces antes de carraspear.

—Bienvenida a la academia, Samantha. Tal y como le conté a tu hermana, informaré a secretaría para que os puedan orientar sobre el tipo de formación académica que podéis seguir. —explicó— No sé quién de las dos tendrá la llave del cuarto pero, os podéis quedar con ella también. —asintió con una fugaz y tenue sonrisa, eclipsada por la todavía tristeza de las vivencias descritas por la chica.

Sam odiaba esa mirada, siempre había odidado que la mirasen con pena pero expresarse fuera de su círculo de confort había sido cuanto menos.. liberador así que negó con la cabeza y atusó suavemente una mano 

-No sienta pena por mi, Doc… Anthony, he vivido y me he repuesto lo mejor que he podido de cada mierda que he pisado en mi vida, no necesito la pena de nadie porque yo misma no la siento, aunque lo comprendo - hizo una pausa mientras se levantaba pasando sus manos por los muslos en un gesto que a cualquiera podría parecer sensual pero a ella se antoja de lo más natural. -Ha sido… bueno, Gracias sonrió sincera esta vez, a penas una delgada linea curva entre sus carnosos labios mientras parecía extender su mano enguantada a Anthony antes de retraerla con precaución y agarrarla con la otra suavemente 

-Que disfrute de un buen día  

Se despidió saliendo de la habitación y cerrando con cuidado.

—No es por ti, Samantha. Si no por lo que has tenido que vivir. Que no es lo mismo. —apuntó comprensivo tras la explicación de la joven, observando cómo esta se levantaba del sofá y le ofrecía su mano. Para, posteriormente, retraerla tras habérselo pensado mejor.

—Trabajaremos sobre eso también. —dijo, refiriéndose al control de los poderes mutantes.

—Pasa un buen día, Samantha. —se despidió con un suave cabeceo, levantándose él también del sofá.