Partida Rol por web

La bestia gruñó ante el primer comentario de la chica, como si comprendiese el significado de las palabras de la joven, mirándola de reojo unos instantes mientras proseguía avanzando a toda velocidad.

Curiosa y extrañamente, Eye se mantenía quieto y casi en completo silencio entre las fauces de aquella vigorosa criatura, agitándose hacia arriba y hacia abajo a causa de los vaivenes del animal.

El gigantesco cánido volvió a gruñir cuando Hallie se incorporó a medias y se sujetó a su lomo con una única mano, reduciendo la velocidad de avance. Velocidad que aumentó de nuevo en el instante en que la muchacha volvió a afianzarse a su pelaje con ambas manos.

Prosiguió con su avance, comenzando a desviarse más hacia el este que hacia el noreste, dirigiéndose hacia una especie de estancamiento que había al final del río Allegheny.

Hallie se percató de las reacciones de la criatura a sus palabras, como si fuera una bestia inteligente. Además, no escuchaba a Eye quejarse y eso la tranquilizó en parte.

Sin embargo, la chica seguía pensando cómo librarse del dron que los acosaba, aún a sabiendas de que estaban ganando terreno. Los militares no eran tontos y bien podrían aguardar hasta que creyeran estar a salvo para sorprenderlos cuando menos se lo esperasen.

Con un gruñido, la joven volvió a intentarlo, apretándose de nuevo el improvisado torniquete. Vamos, Hallie... concéntrate. Siéntelo... por ti, por Eye... debes proteger a Eye, respiró hondo varias veces, mentalizándose. Y se miró el brazo izquierdo.

El dolor era insoportable mientras los huesos de su antebrazo se deformaban. Hallie apretó los dientes, enmudeciendo un gemido de dolor mientras las protuberancias óseas empezaban a presionar su piel hasta desgarrarla lentamente. Gritó cuando las espigas de hueso atravesaron su piel, sufrimiento que se acentuó cuando su mano derecha ejerció en el aire un giro de muñeca y partió las estacas óseas que atrajo hasta la palma de su mano.

-A-aminora...- jadeó dolorida, pero con determinación, esperando que el gran lobo la entendiera, apenas pudiendo sostenerse ya con su brazo izquierdo, que temblaba por el dolor y el torniquete.

Entonces se giró, apretando los dientes para enfocarse al dron perseguidor y, con un grito, lanzó con fuerza las estacas de hueso contra el aparato extendiendo su brazo, y luego retrayéndolo para atraerlas de nuevo hasta ella y asegurarse de que al menos una de ellas le diera a alguna de las hélices del dron o a la cámara para cegarlo.

La enorme criatura deceleró su avance incluso antes que Hallie se lo pidiese, llegando a detenerse y a girar su enorme cabeza hacia la muchacha, como buscando el origen de su dolor, deteniendo su atención en las espigas de hueso que asomaban por el brazo de la chica.

Permaneció inmutable, observando cómo la muchacha sufría y los huesos salían de ella como con vida propia.

Fue entonces cuando Hallie lanzó con inusitada fuerza dos estacas óseas contra el incansable dron, quien no parecía esperarse aquel gesto por parte de la muchacha. Esquivó con bastante precisión una de las estacas al girar bruscamente hacia la derecha, pero fue ese mismo giro el que ocasionó que la otra estaca ósea impactase en el artefacto, comenzando a caer en círculos hacia abajo hasta chocarse contra las ramas de los árboles y caer al suelo con un sonido bastante peculiar, similar al de un monitor que cae desde un cuatro piso y choca contra el suelo. 

El lobo la miró a los ojos durante unos instantes, asintió un par de veces y, tras dirigir de nuevo la vista al frente, retomó el viaje a la misma velocidad que antes.

El rostro de Hallie se transformó en el mismo momento en el que lanzó las estacas contra el dron. Durante unos segundos ya no era la chica dulce que algunos habían conocido, sino una mutante capaz de causarse dolor a sí misma para usarlo contra sus enemigos... un poder que en malas manos podía resultar devastador.

Pero la muchacha logró su objetivo, sonriendo de medio lado a pesar del terrible dolor de su brazo, recuperando las dos estacas por si debía usarlas de nuevo. Sólo entonces cerró los ojos y respiró pesadamente, exhausta y dolorida, mientras aflojaba un poco el torniquete. Su brazo presentaba cierta inflamación por el daño, aunque no había hemorragia abundante. Tardaría horas en sanar del todo, pero al menos la amenaza del dron ya no los acosaba.

Hallie se dejó caer sobre el lomo de la bestia, agotada. Como agradecimiento, enterró sus dedos en el pelaje, regalándole una caricia a la criatura que no sólo la había salvado, sino que pareció escucharla cuando ella lo necesitó.

—Sólo... sólo quiero ir a casa...— murmuró completamente abatida, con su rostro apoyado de lado sobre el denso pelo del gran lobo y dejándose llevar por él.

A casa... Hallie no tenía hogar al que volver. Lo más parecido que conoció fue la Comunidad mutante aunque, probablemente, sus palabras encerraban otro significado: quería estar a salvo.

Miró de reojo a Hallie con cierta preocupación, acelerando el ritmo de avance mientras sentía con agrado las caricias de la muchacha.

Gruñó por lo bajo ante los murmullos de la chica, soltando aire de manera sonora por el hocico, como intentando decirle o responderle al comentario. No obstante, y tras verla tan abatida y fatigada, no repitió el gesto, reduciendo además su velocidad para evitar que la joven, en un descuido, pudiese caer al suelo.

***

~30 minutos después...

La criatura aminó su velocidad enormemente, pasando de correr a una velocidad media-alta a trotar con calma.

La bestia adaptaba su carrera a la joven, incluso parecía responderle en cierta manera, entre gruñidos. Pero Hallie estaba demasiado exhausta y dolorida, sujetándose de vez en cuando el brazo izquierdo con una mueca de dolor. Lo notaba caliente y palpitante aunque su hueso volviera a la normalidad. No obstante, las heridas y el daño muscular, tardarían un poco más.

Media hora después, Hallie abrió los ojos al sentir el cambio en el movimiento de su lobuno transporte. No estaba segura de si había dado l no alguna cabezada, pero se encontraba algo mejor.

-¿A dónde nos llevas?- preguntó intrigada, incorporándose un poco para ver mejor.

La criatura ladeó la cabeza hacia Hallie durante unos instantes cuando esta le hizo aquella pregunta, moviendo la cabeza hacia el frente un par de veces, ¿quizá a modo de respuesta?, sin detener su avance.

Si la chica optaba por mirar en dirección hacia donde el animal señaló con la cabeza, a lo lejos, le pareció ver una amplia zona que emitía un destello amarillo-blancuzco.

Hallie siguió el gesto del lobo, mirando hacia lo lejos, al frente. Suspiró.

-Espero que no nos sigan- murmuró, girando la cabeza para ver si aún los seguían. Entonces observó a la bestia que la cargaba y sonrió, acariciando la zona entre sus escápulas -Menuda carrera te has pegado... gracias. Puede que nos hayas salvado- dijo con una sonrisa cansada.

Aún estaba por ver qué le depararían las próximas horas, pero si Hallie había aprendido algo en esos años de huida perpetua, era a saborear y vivir el presente.

Se detuvo unos instantes y alzó la cabeza cuando Hallie murmuró aquello, moviendo las orejitas hacia un lado y hacia otro, terminando por negar y seguir avanzando.

Ronroneó. ¿Ronroneó?, sí, sí que lo hizo. Aquel enorme y hercúleo lobo ronroneó cuando la muchacha comenzó a acariciar sus escápulas, agachado las orejas en señal de agradecimiento.

Escasos minutos después, la muchacha pudo ver que aquel destello amarillo-blancuzco era provocado por la caída de los rayos del sol sobre un enorme estancamiento de agua que había al final del río Allegheny, haciendo las veces de pequeño lago. Si dirigía su mirada hacia la derecha, más o menos a unos diez metros de la orilla, la muchacha pudo ver aparcado un Ford Raptor de color blanco bajo un grupo de frondosos árboles. Y, junto a este, una estilizada mujer de mediana edad y cabellos ondulados y grises, con los brazos cruzados y la mirada hacia el bosque, vestida con un traje gris y semblante preocupado.

Ahora que podía respirar un poco más tranquila, Hallie se fijaba más en los gestos del gran lobo, incluso llegó a reír al escucharlo ronronear, arqueando una ceja incrédula. 

—Te lo has ganado— dijo ella, volviendo a rascarle el lomo —, siempre que no te comas a mi coleguita— añadió, disfrutando de ese pequeño remanso de paz mientras la altura de la bestia le permitía disfrutar del hermoso paisaje —. Ojalá pudiera dibujar ahora, pero me temo que el brazo aún me duele demasiado para sostener el cuaderno— comentó, torciendo el gesto. Estaba claro que se había acostumbrado a hablar sola durante tanto tiempo viviendo como fugitiva.

Entonces tuvo que alzar la mano para ejercer sombra sobre sus ojos, encandilada ante la puesta de sol reflejada en el agua, pero inmediatamente emitió un quejido lastimero, siseando, ante la punzada de dolor ya que había usado la mano izquierda para ello. 

Al ver el todoterreno blanco, y a la mujer esperando junto a él, Hallie tragó saliva, sintiéndose algo inquieta. ¿Sería ella la que le hablaba mentalmente? Respiró hondo, volviendo a mirar hacia atrás. Escapar nunca era fácil y la muchacha no podía evitar permanecer alerta.

Gruñó de nuevo ante la idea de comerse al can de la chica, negando varias veces con suavidad sin detenerse mientras recibía con agrado la segunda tanda de caricias en el lomo.

Cuando la mujer del otro lado de la calzada vio al lobo, se descruzó de brazos y salió a la carrera hacia vosotros con clara preocupación dibujada en su rostro.

La tranquilizó la "negativa" del lobo a comerse a su compañero perruno. Sin duda era una criatura inteligente, porque parecía entender lo que ella le decía y reaccionar en consecuencia.

Hallie se tensó al ver a la mujer de cabellos grises correr hacia ellos, de hecho, presionó el lomo de la bestia con sus rodillas debido a su inquietud. No obstante, dicha mujer parecía preocupada y, cuando el gran lobo se detuvo, Hallie dudó un instante, pero se bajó de su lomo, quejándose y sujetándose el brazo herido.

—Joder— masculló por el dolor, resoplando un par de veces antes de erguirse y mirar a la mujer como un animal a punto de echar a correr.

La bestia se mostró muy tranquila ante la presencia de la desconocida mujer, girando la cabeza hacia la chica cuando sintió la presión de las rodillas de esta sobre su lomo, dedicándole un desenfadado gruñido.

Nada más bajarse Hallie de la enorme criatura, esta dejó a Eye en el suelo con sumo cuidado, acercándose el can a su dueña entre lastimeros gimoteos. Al mismo tiempo, aquella desconocida mujer llegaba hasta ellos.

—¿Te encuentras bien? —le preguntó con preocupación a la chica nada más llegar hasta ella. La voz de aquella mujer, sin lugar a duda, coincidía con la que escuchó en su cabeza momentos antes de la persecución por el bosque.

La mujer intentó acercar una de sus manos a la mejilla de Hallie, de manera claramente afectiva, llevando la otra hacia el brazo herido de esta para analizarlo muy superficialmente, torciendo el gesto.

En cuanto Eye corrió hacia ella, Hanna se acuclilló para acariciarlo —Ya está, coleguita, ya pasó...— dijo con dulzura, acariciándole la cabecita antes de alzar la vista hacia la mujer que se acercaba a ella, irguiéndose de nuevo.

Al escuchar la voz de la mujer, Hallie arrugó la frente y desvió un poco el rostro, extrañada y mirándola de soslayo.

—Tú... eras la que me hablaba... ¿verdad?— preguntó, aunque cuando se acercó para acariciar su mejilla, instintivamente Hallie esquivó aquella mano, por mucho que pareciera querer consolarla —No... por favor— suplicó, aún en alerta, aunque no apartó el brazo cuando la mujer se lo examinó, torciendo el gesto por las molestias —. Está... bien, sanará en unas horas— dijo, tragando en seco antes de resoplar, con los ojos ligeramente humedecidos —Te agradezco la ayuda, pero... pero lo mejor es que me vaya— dijo con pesar —. N-no quiero que nadie sufra o sea perseguido por mí...

Asintió varias veces con una cálida sonrisa ante la pregunta de Hallie, dedicándole un gesto comprensivo cuando la chica evitó el primer contacto entre ambas.

—No voy a hacerte daño, Hallie. Tienes mi palabra. —afirmó de manera cálida antes de examinar el brazo herido de la chica.
Le dedicó entonces una mirada interrogativa a la muchacha cuando afirmó con tanta seguridad que en unas horas sanaría, terminando por asentir lentamente.
—¿Capacidad regenerativa? —preguntó con duda y curiosidad sin apartar la vista de Hallie.

—¿Qué? —preguntó con cierto agobio— No puedes irte, Hallie. —dijo casi ofendida— Esa gente no va a detenerse hasta que no te atrapen. —opinó molesta.

—En cuanto a ti, Eve, te dije que llevaras cuidado. —le reprochó con una mezcla de preocupación, tristeza y culpabilidad mientras revisaba superficialmente las heridas de la criatura— Volvamos a la academia cuanto antes. Allí os atenderán. —dijo alternando su mirada entre la muchacha y el lobo— Allí podemos hablar con más calma. —añadió.

Acto seguido la criatura se separó un poco de la mujer de cabellos grises y traje de ejecutiva, empezando a crujir sus huesos a medida que menguaba su tamaño e iba perdiendo su forma cánida para ir dando paso a otra cada vez más homínida... y femenina. Segundos después, la enorme bestia fue sustituida por una atlética, estilizada y desnuda mujer pelirroja, de bote, con una herida en el hombro y otra en el muslo colocada a cuatro patas sobre la tierra.

En ese mismo instante llegó a oídos de Hallie, y procedente del Ford Raptor que había aparcado bajo los árboles, una serie de gritos pertenecientes a dos chicas distintas.

—¡¡Mira que no peso casi nada y me portaré bien y no le tiraré del pelo!! —exclamó una adolescente voz femenina.

—¡Pulpoooo dame espacioooo! ¡Dios mío, el pulpo besucón ataca más fuerte que nunca! —exclamó otra voz femenina, esta algo menos adolescente que la anterior— ¡Para! Para! ¡Estás loca! —añadió la segunda voz, quedando en silencio brevemente— ¡Por lista!

—¡¡PARA YAAAAA. TENGO MILLONES DE COSQUILLAS!! —gritó la voz más joven entre histéricas risas. —gritó la voz más joven entre histéricas risas.

La chica apretó los labios, sus ojos recordaban a los de una cría asustada a pesar de las duras vivencias y pruebas a las que se había enfrentado. Cerró los ojos con fuerza y asintió.

—Está bien...— murmuró, volviendo a mirar a la mujer con sus ojos verdes —Eehh... sí, al menos me sano bastante rápido, en horas— dijo Hallie, encogiéndose de hombros —. Supongo que el cuerpo es sabio... no podría hacer lo que hago sin regenerarme con rapidez— añadió, apretando de nuevo los labios como si hubiera hablado de más.

Hallie bufó, desviando la mirada.

—Lo sé, pero... la gente sufre cuando estoy cerca. Prefiero que me persigan sólo a mí— miró a la bestia que la había transportado, y sus heridas de bala por arriesgarse a salvarla de sus perseguidores. Entonces frunció el ceño —. ¿Me conoces?— preguntó, pues la mujer la había llamado por su nombre real, no su pseudónimo.

Escuchó el reproche que le hizo la mujer de cabellos de plata al gran lobo, manteniendo un perfil bajo mientras hablaba, hasta que mencionó la academia y Hallie abrió mucho los ojos —Espera... ¿sois de la academia? ¿Es... existe realmente?— un brillo de esperanza se alojó en sus ojos de jade —Es... es ahí a donde me dirigía...— musitó, mirando entonces cómo la bestia empezaba a retorcer sus huesos hasta convertirse en una hermosa mujer pelirroja —Impresionante...— susurró ojiplática, antes de sobresaltarse al escuchar otras voces que provenían de la pick-up, arrugando el ceño y mirando a las dos mujeres, la de cabello gris y la pelirroja, con cierta confusión.

—Yo...— miró hacia el todoterreno, luego a Eye, que estaba sentado a su lado, con la lengua fuera para ventilarse, y de nuevo a las mujeres —Soy Hallie, y este es Eye. ¿Admitís perros? Porque es mi compañero y... sé que pido mucho tras lo que habéis hecho, pero es lo más parecido a un amigo que me queda— tragó saliva, sintiendo una punzada de dolor al recordar a Deacon y a Nimeria, incluso al Abuelo.

Asintió con visible interés, un interés claramente sano, y una cálida sonrisa ante la afirmación de Hallie por el comentario sobre la sabiduría del cuerpo, no indagando ni mencionando más sobre el tema.

—¿Y quién no te conoce, querida? —preguntó con cierto pesar— Saliste en las noticias. Hasta se fijó una recompensa por cualquier información verídica sobre tu paradero o tu destino. —añadió al tiempo que asentía lentamente— Nada más nos enteramos de aquello intentamos dar contigo para llevarte a la academia. Pero... te perdimos la pista en los bosques. —comentó encogiéndose de hombros.

—¿Hm? Por supuesto que existe. —afirmó con una leve sonrisa ante el reciente nacimiento de esperanza en los ojos de la muchacha— ¿Cómo supiste de nosotros? —preguntó mientras fruncía el ceño.

—Ella es Angeline y yo soy Amanda. —se presentó por las dos con una amable sonrisa instantes después que Hallie lo hiciese, incorporándose al mismo tiempo la pelirroja entre quejidos y palabras malsonantes.

—Claro que admitimos perros. —dijo con bastante seguridad— Pero por favor, que no se mee ni se cague en el coche, ¿vale? —le pidió con cierto apuro.

Se quitó la chaqueta y la puso sobre los hombros de Angeline, tapando parcialmente el cuerpo desnudo de su compañera mientras la ayudaba a caminar con cierta prisa en dirección al coche.

—Al coche. Rápido. —le pidió cabeceando hacia el vehículo.

Hallie abrió la boca para responder, pero se dio cuenta de que no podía rebatir aquello.

-Cierto... llevan persiguiéndome... ¿tres años?- alzó su mirada hacia la mujer. Sus ojos ocultaban un profundo dolor, uno que nadie debería padecer -No sabíais si erais reales. En la Comunidad donde escuché sobre la Academia, se hablaba de ella casi como... como si fuera una utopía para darnos esperanza- de nuevo esa tristeza mientras bajaba la mirada.

Cuando las mujeres se presentaron, Hallie se rascó la nuca, algo nerviosa. No estaba acostumbrada a tratar con la gente.

-E-encantada- sonrió sutilmente con timidez, aunque en seguida negó con apuro ante la advertencia sobre el perrito -No, no... no hará nada... creo, aunque rara vez hemos viajado en coche, pero... pero se portará bien- miró al can dedicándole una dulce sonrisa -¿Verdad, coleguita?- preguntó, asintiendo luego como si el animal le hubiera respondido. Tal vez sí que estaba perdiendo un poco la cabeza.

Hallie se ajustó la mochila y se detuvo un instante para mirar hacia el bosque por el que habían venido. Suspiró -Vamos, Eye...- musitó, subiéndose a la camioneta donde le indicaran.