Partida Rol por web

Con cuidado revisé el cadáver y sus alrededores. Seguía en el mismo lugar en que lo dejamos. Se hallaba desnudo, y el pequeño hacha seguía clavado en su cabeza. El cuello se veía torcido en una extraña postura, tal y como lo había dejado Myst después de rompérselo en un acto de benevolencia para acabar con su increíble sufrimiento.

En el suelo había un charco de sangre, y huellas. Pude reconocer con facilidad mis huellas, así como las de los dos invitados que me acompañaban. Por otra parte, había una ligerísima marca de huellas resecas en el suelo que conducían hacia la mitad del sótano, cerca del cadáver de Hawthorne. Allí desaparecían sin dejar rastro.

Eran, indudablemente, huellas de zapato de caballero.

-¡Fíjense en ésto! -dije, señalándolas-. Miren estas huellas, no son nuestras. Desaparecen aquí.. ¿Cómo puede ser posible? Tal vez halla una trampilla oculta..

Busqué a ver si veía algo.

Bartok se acercó a la huella para examinarla, se arrodillo al lado de ella y la iluminó con la esperanza de poder verla mejor, no sabía que conclusión sacar ni que le diría la huella al lado del cadáver, pero parecía algo, una isla en mitad de el océano, pero también era raro, algo tan obvio como una luz en mitad de la oscuridad, tuvo miedo de que fuera una trampa, pero era lo único que tenía, la alternativa era esperar a que el asesino viniera a por él y no era tan paciente y no tenía tanta sangre fría.

Yo también he encontrado una huella junto al cadáver comunicó a sus compañeros mientras seguía examinandola

La huella es, inconfundiblemente, la de un zapato masculino. Enfocando con la linterna puede verse mucho mejor, y se aprecia un rastro de huellas de sangre que parten del cadáver de Faustin Collins y se aproximan a mitad del sótano para desaparecer justo en la huella que está iluminando Bartok.

La huella de dicho zapato era claramente lisa, y por su longitud, comparando con vuestros zapatos, podéis llegar a la conclusión de que se trata de aproximadamente un 43 o similar. Imposible discernir al 100% si se trata de un zapato o una bota, aunque la huella lisa quizás os hace inclinaros más por un zapato, afirmación que no os atreveríais a hacer categóricamente.

Las huellas están secas. Evidentemente no las habéis hecho vosotros, y un rápido vistazo a los zapatos de Hawthorne, el cura, os indica que tampoco provienen de sus zapatos, ni de los del muerto, apilados junto al resto de sus ropajes en una esquina.

La sequedad de las huellas indican que no fueron realizadas en las dos últimas horas, como mínimo, pues vuestras pisadas al charco de sangre de Faustin Collins sí permanecen frescas y relucientes ante el haz de luz de la linterna, húmedas, emborronando el suelo allá por donde habíais pisado tras alejaros del cadáver del hombre torturado.

La última huella desaparece en el centro justo de la estancia. Hay una capa de tierra, restos de carbón y suciedad cubriendo absolutamente todo el suelo de la ennegrecida estancia.

-Fíjense, las huellas desaparecen aquí. O hay una trampilla en el suelo, o en el techo. ¡Busquen, a ver qué encontramos! El asesino huyó por aquí sin duda.. Y fíjense en la huella, es de zapato grande de hombre.. ¿Quién podría llevar zapatos así? Hagamos un recuento de invitados..

Mientras lo decía, inspeccionaba el suelo y el techo de la estancia, donde la huella parecía terminar.

Tirada detrás de una caja hay una pala medio rota y oxidada.

Bartok va hacia las cajas y rebusca. Al cabo de un rato ves que sostiene algo. A causa de la falta de luz no ves lo que es.

Bartok encontró una pala, tirada detrás de una caja, con la que se propuso despejar esa capa de tierra, restos de carbón y suciedad que cubría la superficie donde desaparecía la última pisada

Hágase a un lado le indico al mayordomo Veamos que hay ahi debajo

-¡Una pala, estupendo hallazgo! -me retiré para que pudiese cavar a gusto, y procuré ilumnarle lo mejor que pude, con la escasa luz de que disponíamos.

Antes de empezar, Bartok se dio la vuelta para mirar a sus compañeros y ubicarlos, hacía tiempo que no sabía donde estaba Myst, la había perdido de vista

Mientras Bartok era ávidamente observado por sus dos compañeros, la pala hizo su trabajo. Había apenas un palmo de tierra mal disimulando una especie de puerta de madera. Abrirla no os costó ningún trabajo. Cedió al primer tirón.

La linterna os mostró un oscurísimo y extraordinariamente sucio tramo de escaleras. Éste daba un giro a la derecha tras unos 8 escalones, y se percibía que habría un tramo similar después.

Y al fondo se veía un insignificante haz de luz. ¿Una vela consumiéndose, quizás? Desde allí arriba era imposible ver nada.

Y por aquel angosto pasillo solamente podía bajarse de uno en uno. Imposible bajar de otra forma más que por goteo, pues no había forma humana de que dos personas pasasen por él a la vez de puro estrecho.

-Creo que estamos a punto de descubrir grandes cosas, amigos.. El que baje primero ha de ir protegido, pues puede haber trampas o ser atacado, si alguien está aún ahí -dije, con apenas un hilo de susurro-. Podemos tenderle una trampa a él, y asegurarnos de que no está adentro. Así avanzaríamos sin dificultad hacia allí. Podemos usar el viejo truco de provocar un sonido y hacer que salga, tal vez con una piedra.. ¿a alguno se le ocurre algo mejor?

Me parecía un poco suicida entrar sin precauciones, después de lo que habíamos vivido. Trampas, hachazos, veneno, cuchillos.. Todo cabía en la imaginación de este ser depravado, y no estaba dispuesto a entrar en su cubil de cualquier manera.

No parece una mala idea lo de protegerse. He aquí uno de esos hombres que de vez en cuando utiliza la cabeza.

Puede que les parezca absurdo, pero para protegernos no se me ocurre nada mejor que la tapa de una olla grande. Supongo que habrá una de ese calibre en la cocina. ¿Se les ocurre algo mejor que utilizar como escudo? Y podemos armarnos con cuchillos, si es que no han cogido ninguno antes.

Bartok recogió el hacha Bueno, si vamos a por la tapa de la olla, vayamos juntos, pero ya nos debe haber oído, le damos tiempo para prepararse, la pala y el remover trastos es lo que tiene  susurro a sus compañeros, pues llevaban un tiempo montando un jaleo considerable.

Una vez armados con cuchillos, algo para protegernos y el hacha desincrustada de la cabeza del infortunado cadáver, propuse:

-Para bajar.. ¿lo echamos a suertes?

Como quiera coincedió Bartok A suertes pues

Ire el primero declaró Bartok cuando vio la indecisión en los ojos de sus compañeros No tengo espiritu para andar jugando a la pajita mas corta.

Su corazón latía lo bastante fuerte como para escucharlo en las sienes, le arrebataba la paciencia con cada latido, si postergaban el adentrarse en ese agujero iba a volverse loco( Si es que eso no había pasado ya); ese ****on estaba ahi abajo y no quería darle ni un momento de más para que ideara alguna otra barrabasada que tarde o temprano lanzaría en su contra

Bajáis por las escaleras, Bartok primero, seguido de Myst, con Calvincott cerrando el grupo. Aquel angosto y oscuro pasillo torcía a la derecha para proseguir con la no muy pronunciada bajada. Aquel subsótano parecía conducir a una especie de refugio de guerra.

Pero sorprendentemente, aquel angosto pasillo terminaba en una amplia sala. Con el haz de luz de la linterna localizáis una lámpara de aceite, y os apresuráis a encenderla, iluminando la estancia.

By camember at 2010-12-17

Desde luego, no os esperabais aquello. Era, como os habíais imaginado, un antiguo refugio de guerra, pero por otra parte había sido convenientemente remodelado, pareciendo ahora un oscuro y húmedo dormitorio subterráneo. Y lo peor de todo es que parecía hallarse en uso.

No hacía falta sumar dos y dos para darse cuenta de que aquel lugar era el escondrijo del asesino. La toalla del lavabo aún estaba húmeda, colgando en el toallero. Había restos de ropas impregnadas de sangre apiladas en la papelera. La cama estaba sin hacer. Había restos de comida apilados en una esquina, provisiones por si debía pasar mucho tiempo allí encerrado.