Partida Rol por web

Sigo caminando mientras empujo a todos para que se den prisa:

-He escuchado ruidos detrás nuestro que provienen de la oscuridad... -digo susurrando y apremiando a empujones- y yo voy le último así que o me dejáis pasar o corremos todos...

A Martin no le hicieron falta los empujones de Jack para aumentar el ritmo con el que avanzaba.- ¡Hay algo detrás!- Confirmó el chicho sin pararse.- Se está acercando. ¡Hemos de llegar a la luz sea como sea! - Su voz sonaba asustada. Aunque no había podido ver qué era lo que les seguía, no le hacía ninguna falta quedarse a comprobarlo.

¡Deja de empujar Jack! - Le dijo al notar otra vez como la mano de Jack volvía a chafarle una pierna y le impedía gatear a la velocidad que él quería.- Es imposible adelantar aquí.

A Jack no le creía, pero a Martin sí. Además, Martin decía "algo" no "el papá de Lissey". Estaba en medio del tren de niños gateando, así que no podía hacer mucho.

 - Chester, Danny, corred más porfi... - les pedí apurada, pues Jack empujaba a Martin y eso acabaría siendo un efecto dominó con reultado atasco en el túnel. Pero sobretodo porque el tono de Martin me habá puesto la piel de gallina.

Chester escuchó a sus compañeros, detrás de él. No le había parecido escuchar nada detrás, y de hecho, no estaba seguro de que ellos lo hubieran escuchado. Más bien, temía que hubiera algo delante. Pero, si no aceleraba, probablemente se pondrían más nerviosos aún, intentarían adelantar y quizás se quedarían atascados allí. Así que finalmente optó por apretar un poco el paso, rezando por que no hubiera una mala sorpresa al otro lado. 

Los niños comenzaron a avanzar con toda la rapidez que sus rodillas y manos les permitían. la luz del final estaba cada vez más y más cerca, y parecía que iban a llegar en breve. Sin embargo, fuese lo que fuese lo que les perseguía, también se iba acercando. Hasta en dos ocasiones notó Jack algo pegajoso intentando agarrarle el pie para resbalar momentos antes de apretar. La luz estaba cerca. A tan solo tres o cuatro metros de Chester cuando entonces, el muchacho vio una pequeña tortuga avanzando de forma lenta, pero segura en dirección contraria a ellos. Aquel momento surrealista fue eclipsado por otro momento aterrador: Una enorme estaca negra y peluda cortando la luz que nacía del final del conducto. Una estaca cuyos pelos parecían vibrar y supurar un líquido translucido y pegajoso.

Justo en medio del "tren", no podía hacer nada excepto esperar a que alguien se moviese. Pero estábamos claramenteen una trampa: tanto por delante cómo por detrás había algo intentando atraparnos. La cosa viscosa se parecía a lo que Jack había incendiado hace un rato. Sólo se me ocurría un plan suicida para salir de ese túnel siguiendo hacia adelante... Pero era muy suicida. Sin embargo teníamos que hacer algo deprisa.

- Jack, pasa tu mechero hacia delante... - le dije con urgencia, pero sin querer alzar mucho la voz.

Al escuchar la voz de Lissey y viéndome atrapado en la cola le dije:

-Si el mechero pasa hacia delante yo voy con el...

Chester sabía que delante tenía que haber una trampa. Lo sabía casi desde que entraron. Y allí estaba la prueba. Pero el chico no pensaba rendirse sin luchar. Intentó rebuscar refunfuñando en su mochila, hasta que dio con una de las botellas que había cargado para aquella misión. Tras eso, quitó el tapón y arrojó el agua bendita en dirección a aquella cosa que bloqueaba el camino.

-¡Muere, monstruo!

Al ver de refilón por encima del hombro de Chester a la tortuga caminando en dirección contraria, a Danny le entraron todas las dudas del mundo. En su imaginación siempre había tenido a la tortuga como una especie de aliada contra el monstruo, pero no podía estar seguro de ello. Y ahora, esa tortuga parecía indicarles que no iban en la dirección correcta.

El grito de guerra de Chester le sacó de sus cavilaciones. Si estaban encerrados en una trampa, tendrían que intentarlo todo, así que buscó rápidamente su tirachinas y una de las balas de plata. En la incómoda posición en la que estaban, esperó a ver qué efecto hacía el agua bendita de su amigo para, si era necesario, pedirle a Chester que se apartase un poco y lanzarle un chinazo a aquella estaca peluda que les cortaba el paso.

Chester no dudo ni un momento en arrojar buena parte del agua bendita contra aquella estaca peluda que había aparecido tan repentinamente. Casi al instante, se oyó un chirrido que parecía un grito de dolor y la enorme estaca se fue levantando, revelándose como una asquerosa y gigantesca pata de araña. Desde su "privilegiada" situación, el niño pudo ver como los pelos se movían y supuraban un líquido negruzco. El resto del grupo mientras tanto trataba de mirar adelante y atrás, esperando que algo ocurriese. 

A pesar de que Lissey parecía haber tenido una idea, nada podía hacer sin el mechero de Jack y este se había negado a dárselo aún a sabiendas de que no podría pasar con él, ya que la tubería era demasiado estrecha para ello. Y Jack estaba al final de la cola, al igual que aquello que los perseguía. Antes de que Lissey pudiese rebatir al pequeño del grupo, un tentáculo viscoso agarró el tobillo del niño y comenzó a tirar hacía atrás arrastrándolo. Con horror, el niño comprobó además que  el bajo de sus pantalones estaba empezando a humear. Al parecer aquel ser no solo apretaba y tiraba de él, sino que también supuraba ácido. 
El resto de los niños pudo apenas girar la cabeza y ver lo que ocurría, con los ojos desorbitados y aterrorizados, pues no podían hacer otra cosa que seguir adelante. Aún así...dejar a un compañero abandonado a su suerte, aún siendo Jack... aquello era horrible pero ¿Acaso podían hacer otra cosa?

Pensando ya que nada salvaría a Jack, ahogaron una exclamación, pero la tortuga que Chester y Danny habían visto había continuado su avance, lento pero inexorable en dirección opuesta a la marcha de los niños. Cuando el animal estaba ya detrás de Chester, un haz de luz brotó de ella, cegándolos momentaneamente y haciendo que el tentáculo se replegase sobre sí mismo y liberase al niño, dejándole tan solo con una pequeña quemadura superficial, parecida a las que se producían al tener una caída. De la tortuga no había ni rastro.

Sintiéndose arrastrado, Jack no podía hacer más que estirar el brazo bueno pidiendo ayuda, pero entonces vio ante él una cara verde-amarillenta arrugada y de aspecto reptiliano. Era una tortuga, pero tenía algo en la mirada. Algo aterrador. mirar aquellos ojos era como mirar la vastedad del universo, la eterna oscuridad....que de pronto estalló en un haz de luz que le dejó durante unos segundos totalmente ciego. Cuando recuperó la visión, la tortuga no estaba allí.

Aun clavando mis uñas en el tobillo de Martin después de aquel aterrador episodio y por fin pudiendo respirar profundamente mientras sacudía mi pierna como un perro.

Todavía con el tirachinas en la mano, Danny siguió avanzando tras Chester quien había logrado liberar el paso. El niño se sintió algo más aliviado al comprobar que sí, que la tortuga estaba allí para ayudarles y que a lo mejor sí que iban en la dirección correcta.

El idiota de Jack no sólo no había pasado su mechero, sino que estaba siendo arrastrado por "algo". Pese a que me sentía relativamente protegida en ese momento al estar en el centro del "trenecito", ver cùomoeso se intentaba llevar a Jack y esuchar al otro lado del túnel los gemidos de la cosa supurante... Hicieron que mis piernas y brazos tembalsen de pánico.

Una extraña tortuga pasó sin detenerse y de ella salió una luz que hizo que "eso" soltase a Jack, pero el daño ya estaba hecho.  (Aunque de todos modos la tortuga que disparaba luz no era tampoco algo que uno quisiese ver)Tenía miedo.

- CORRED! - grité intentando gatear a toda prisa, empujando a Danny que iba delante mío.

Chester suspiró aliviado. Había gastado buena parte del agua bendita, pero parecía que sí hacia daño a aquella cosa. Dios estaba de su lado, así que no podían fallar. Esa convicción tan simple, y probablemente tan falsa, hizo que no entrara en pánico y mantuviera la calma, aún después de los gritos que venían de detrás y la extraña explosión de la tortuga. Todo muy raro, pero no era el momento de planteárselo.

-Adelante. Y cuidado con no tocar el líquido negro que echaba esa cosa-dijo Chester avanzando, procurando seguir su propio consejo. 

La tortuga, el agua bendita, la pata de la araña, el bicho que había atrapado a Jack, los gritos, todo había pasado tan rápido que Martin no tuvo tiempo de reaccionar hasta mucho tiempo después de que todo hubiese terminado.

Con la respiración aún agitada por el nuevo sobresalto, siguió las consignas chilladas por sus compañeros y continuó gateando lo más rápido que pudo, justo detrás de ellos.

Aparentemente a salvo del monstruo que había agarrado a jack, pero sin la tortuga cerca, Chester se fue arrastrando hasta el final del tubo. Antes de saltar al suelo, tuvo el buen juicio de echar un vistazo, y lo que vio le paralizó: una araña de casi 4 metros de alto paseaba sus enormes patas, tan parecidas a una estaca por el suelo de lo que parecía un pozo, pero que tenía el tamaño de un claustro. Había una caída de aproximadamente metro y medio de altura para bajar desde la tubería. Pero aunque la caida no era complicada, había un peligro mayor... El terrible ser que gruñía y escupía un líquido humeante por su boca.

Tras un rápido vistazo, Chester pudo comprobar que la pata que habían empapado con agua bendita estaba herida y le hacía cojear ligeramente. Pero desde luego, haría falta mucho más para derribarla...y si seguían el hechizo de los indios a ver quien era el valiente que se atrevía a morder la lengua a un ser que podía partirte en dos con su boca. 

Por suerte para el rollizo niño, desde donde estaba en mitad del tubo no podía ver a la gigantesca araña porque sino, lo más probable es que hubiera mojado sus pantalones. Aún así, entre los gruñidos que llegaba a escuchar y la descripción que hizo Chester, Martin tuvo suficiente para que su sonrojada cara perdiera todo su saludable color.
 

Durante unos largos segundos, Chester se quedó impresionado mirando a aquella cosa. Desde luego, no se parecía nada al Jesús sangrante que le había increpado en la capilla. Pero, finalmente, los empujones que llegaban desde detrás le llevaron a reaccionar. Algo debían hacer, desde allí iba a ser complicado que todos pudieran acertar a aquella cosa. Debían ir bajando. Y aquello era, indudablemente, mala idea. Pero no había otra opción.

"Además, Dios está con nosotros" se obligó a recordarse el niño, orgulloso del agua bendita que había traído. Así que, con todo el cuidado del que fue capaz, se arrastró para salir de la tubería en silencio.