Partida Rol por web

 -Señora directora, si me lo permite, no creo que permitir a una alumna trabajar con una forja vieja y poco segura sea la mejor idea del mundo.

El profesor miró a la pelirroja muchacha y negó con la cabeza.

 -Mientras se encuentre aquí, su seguridad es nuestra responsabilidad, por lo que creo que…

El discurso del profesor Witchward fue interrumpido por la bruja, que se puso delante de él, sonriendo a Gaea como si fuera su alumna favorita.

 -Que te daremos un delantal de herrero con protecciones mágicas, para evitar quemaduras. Tú sólo encárgate de forjar una buena marmita de 50 litros de capacidad y alguna otra cosilla que pueda necesitar y podrás practicar todo lo que quieras, fuera del horario de clases, desde luego. Pásate más tarde por mi despacho y te daré el permiso para que el conserje te deje acceder a la forja.

El orientador, que se encontraba tras el profesor Withward, se asomó en ese momento para aportar su granito de arena.

 -Si me lo permite, esta muchacha dice haberse criado entre forjas. Lo más normal es que sepa cómo desenvolverse entre el fuego y las herramientas. Además, en esta academia lo que hacemos es incentivar los talentos naturales, no volver a los alumnos magos prefabricados. Confíe en la señora directora, vicedirector. Sabe lo que hace.

La profesora Auriel escuchó lo que Aethel tenía que decirle y, sonriendo, asintió.

 -Aetheldryd, el desarrollo de un don como el tuyo no puede dejarse aparcado de un año para otro. Las clases de refuerzo siguen en pie, por supuesto. Ven mañana a mi despacho tras las clases para hablar acerca del horario y preguntarme cualquier duda. O si quieres ven ahora al campo de prácticas. Esta tarde me toca estar de guardia y creo que hay un alumno que ya ha ido hacia allí.

Tras decir esto, la profesora golpeó en el suelo con su bastón y comenzó a desvanecerse en el aire.

 -Hasta que nos volvamos a encontrar, Aetheldryd.

Observó en silencio cómo la profesora Auriel se teletransportaba para luego mirar a la muchacha de cabello morado.

 -Por mi parte si necesitas algún consejo, ven a verme a la enfermería. Auriel tiene razón al decir que un don como el tuyo no puede tratarse a la ligera. Pocas personas nacen con él y menos aún son las que lo cultivan. No pensamos dejar que se marchite, Aethel. Cuenta con nosotros. Oh, por cierto, la señora Janice consiguió recordar lo que la ataba a este mundo y se marchó al más allá. Me pidió que te diera recuerdos de su parte.

Pese a las ganas que tenía de escuchar el discurso (o al menos de ver cómo concluía), al final el no haber dormido como debía pasó factura en la joven Sarah, haciendo que pegara alguna que otra cabezada y, por tanto, que no se enterara ni de la mitad.

Al fin despertó cuando comenzó a notar el movimiento de la gente que iba abandonando el lugar. Levantó la vista con cara de recién levantada y la baba cayendo por una de sus comisuras, se enjugó los ojos y la cara con las mangas de la camiseta que le estaba grande y miró a su alrededor para buscar a su amiga. Todavía quería espabilarse un poco antes de marcharse del lugar.

-Claro que puedo hacerle un caldero, es lo que mi padre me enseño antes de pasar a los cascos-saqué el cuaderno de bocetos y comencé a dibujar un  boceto-. Normalmente hacía de hasta 20 litros para alguna hechicera que venía a la herrería, pero solo es hacerle unos ajustes al diseño original, aumentar el grosor de las asas y del caldero para que no se parta, y ya esta.

-Y por cierto, vicedirector, puede permanecer tranquilo. He trabajado durante años en una forja, se moverme entre el fuego con la misma facilidad que un mono se mueve de rama en rama. Puedo asegurarle por mi honor que  no tendrá ningún problema por mi parte-di un golpe en mi pecho como marca de orgullo.

-Bien directora, después pasaré por su despacho. ¿A que hora le viene bien?

Renata estaba distraída al verse sola.

-Yo… -les tiende las galletitas a Sayaka y Hachi. Si… me costaron bastante de hacer, estuve preparando muchas, para darlas a mis amig… compañeros.

Se le veía un poco perdida sin Aethel, pero trataba de verse tan bien como su compañera.

-¿Podemos ser amigas?

Dicho eso realizo una reverencia, aunque en su cabeza ya empezaban a pasar nuevas preocupaciones.

¿Y si decían que no? Tal vez pedirles eso desataría una antigua maldición mágica y un terremoto derrumbaría el castillo entero… Y si de lo nerviosa que estaba ¿Hacia explotar algo y ellas terminaban odiándola?

 -Yo-yo hare lo que quieran, pasare todo un mes en el bosque, me volveré vegetariana…

La humana de pelo amarillo, creo que había dicho que se llamaba Renata, me recordaba mucho a una cría de felino. Parecía como si quisiese acercarse a donde estábamos nosotros y relacionarse, pero se podía notar como tenía casi más miedo que otra cosa.

- Amigas – dije mientras pensaba. “Relación de afecto, simpatía y confianza que se establece entre miembros que no son familia” recordé las enseñanzas de los sabios, aunque no entendía muy bien que significaba, pero sabía que era una palabra que los humanos utilizaban mucho, tanto para bien como para mal, por eso decidí ser algo prudente.

- De momento no se si puedo confiar en los humanos, y menos darles afecto si ni siquiera confío en ellos, pero supongo que podemos hablar con simpatía – intenté aclararme, aunque no sabía si lo había hecho bien. Al ver que nos ofrecía otra bolsa de galletas las cogí para guardarlas y luego les hice una proposición a ambas. – Tengo que ir a hacer una cosa, si queréis podéis venir, aunque no estáis obligadas.

La verdad es que se trataba de algo que tenía que haber hecho nada más llegar, pero no había tenido la oportunidad de hacerlo.

Sayaka toma una de las galletas y la prueba, aquel sabor era muy bueno y podía verse en su cara reflejado mientras decía:

Están realmente deliciosas

Exclama con alegría, cuando se da cuenta que ha hablado muy fuerte y se calla. En ese momento la chica rubia dice de ser amigos, ella se queda un poco sorprendida, por lo que sabía los humanos no eran muy de fiar, pero aquella chica parecía amigable, se queda unos momentos pensando:

Madre decía que tenía que tener cuidado con los humanos no con las humanas… a lo mejor puedo fiarme más de ellas ¿no?

Se queda unos momentos escuchando a Hachi y cuando ella iba a hablar aparece en su cabeza Kitsu que prácticamente se lanza sobre Renata, parecía que al zorro espiritual le había gustado la humana, Sayaka muy apurada dice.

Ay ay, lo siento, perdón… Kitsu eso no se hace… Renata es simpática pero no debes hacer eso.

Aetheldryd no alcanzó a despedirse de la profesora Auriel, pero eso no era algo malo ni nada por el estilo. Era normal que la docente se fuese de esa manera debido a sus obligaciones y el modo en que ella percibía la existencia como tal; pero luego prestó atención al señor Johannes y le sonrió aún más alegre, tanto por cómo él reconocía el don (y no por ella, sino porque esto le serviría para más adelante) y por la señora Janice.

-¡Eso es muy bueno!-puntualizó por el alma que ya podría descansar en paz-. No pude decirle adiós, pero me alegra que por fin terminase con sus asuntos pendientes y así lograse estar bien. Me alegra mucho. Gracias, señor Johannes-realizó un ademán con su cuerpo en señal de respeto y se encaminó para retirarse-. Cuídese y nos veremos después, entonces. Con su permiso*...

Y luego se encaminó con el grupo alcanzando a escuchar de la desconfianza de Hachi a los humanos y mirando cómo el acompañante de Sayaka se iba con Renata. Aetheldryd sonrió alegre de que su compañera lograra sentar las bases de amistades futuras .

-Es comprensible lo que comentaste, Hachi-señaló manteniendo la distancia inicial y en tono educado para evitar que se molestaran-. Las relaciones no inician con la confianza, hay que ganársela, y espero que todos-miró a los tres-puedan tener buenas experiencias en la Academia. Cualquier cosa que necesiten pueden buscarme, este será mi cuarto año y encantada de ayudar si lo requieren.

Aunque le hubiese gustado seguir con Renata para supervisar que no se hiperventilara o le pasara algo, sabía que ella no podría depender de otros y era mejor iniciar desde el primer día con ello. Además, le apremiaba otro asunto que le gustaría resolver antes de que iniciaran las clases e hizo una pequeña reverencia a disculpa.

-Renata, Hachi, Sayaka. Debo irme. Tengo que resolver unos asuntos con una profesora y los vería más tarde, aunque si ocupan algo de urgencia cuando terminen su asunto-para esto miró a Hachi, indicando que se refería a lo que él haría al salir de ahí- pueden ir al Campo de Prácticas. Si no, después. Renata, de ahí me iré a la habitación, luego platicamos si quieres.

Sonrió una vez más con su afabilidad característica y se despidió con cortesía aguardando su enorme curiosidad respecto a todos ellos.

Cuando la ceremonia terminó, la chica araña tiró de la manga del jersey de Sarah.

 -Sarah, esto ya ha terminado. ¿Quieres quedarte por aquí o nos vamos a dar una vuelta por el recinto? Aún es pronto, podemos salir al jardín o ver las habitaciones o el comedor.

Laila bostezó y se estiró sin levantarse de su asiento.

 -Hmmm, luego me voy a echar un siestón. Anoche apenas he dormido por los nervios. ¿Tú estabas muy nerviosa antes de venir aquí?

El vicedirector fue a decir algo, pero acabó por quedarse callado y simplemente suspirar derrotado. La directora, por su parte, sonrió victoriosa.

 -Estupendo, estupendo. Mi despacho está siempre abierto para los alumnos, muchacha. Excepto de cinco a seis. Esa es mi hora de masaje metropolitano de pies. Así que ven antes de las cinco o después de las seis para que te de el permiso. La forja se encuentra en el sótano, no muy lejos del laboratorio de alquimia. Es fácil de encontrar y difícil que te puedas perder. Y recuerda.

La bruja se acercó a Gaea y la miró con seriedad.

 -Sólo tú tienes permiso para estar en la forja y sólo en la forja. No se permite la presencia de alumnos más allá de los límites establecidos. Por su propia seguridad.

Renata de nuevo se había vuelto muda al no saber que responder, por un lado, la respuesta de Hachi le dolió al negar ser amigas, pero también estaba que podían hablarse con confianza.

¿Eso es bueno o malo? Debo buscar un trasfondo en sus palabras???

Lo que la saco de sus pensamientos fue ese adorable zorrito blanco y esponjoso como una nube de algodón de azúcar.

-Ternurita… -Dijo antes de siquiera pensar y aunque paro su impulso de abrazar a la pequeña bolita de pelos, procuro pedir permiso. Puedo… ¿Puedo acariciarlo?

Ya más relajada y viendo que corría el riesgo de quedarse sola se apunto a acompañar a Hachi.

-Si, me gustaría acompañarlas… ¿A dónde?

Asentí cuando escuché que la humana quería venir conmigo, para lo que necesitaba hacer cuantas más personas mejor.

- Está bien, pues cuando estéis listas nos marchamos, aunque antes de ir a los jardines de la academia tenemos que pasar por la planta baja, serán dos minutos pero tengo que poner un anuncio. – anuncié.

Sayaka asiente a la pregunta de la humana y le responde:

Por supuesto, si Kitsu ha deseado ir contigo es porque no le importa. El es independiente, es un espiritu zorro que me acompaña por propia voluntad y es mi amigo, puedes jugar con el y acariciarle, solo que a veces es un poco pesado

Decia con una sonrisa, lo cierto es que el hecho que Kitsu se acercara asi a la chica le dio mucha confianza y tranquilidad ya que se fiaba mucho del "criterio" de Kitsu. Ante lo dicho de ir con Hachi asiente y continua con ellos.

Me puse nerviosa cuando la directora me miró con tanta seriedad, pero me recompuse rápidamente y le respondí con una sonrisa.

-¡Entendido señora! Seré la unica que vaya allí. Ademas, no me gusta trabajar con gente mirando. Hasta luego entonces-dije antes de volver a girarme hacia Sam.

Me dirigí donde mi compañera de habitación, dispuesta a seguir con nuestro reconocimiento de la escuela. Aunque ya que estabamos dentro, igual mejor seguir explorando por dentro. Me paré a su lado y la agarré del brazo, con una sonrisa energica en mi rostro.

-Bueno que, ¿seguimos explorando, pero ahora por dentro?

Sam sonrió a su compañera y le enseñó su puño con el pulgar levantado.

 -Cuando quieras. Podemos buscar el comedor, que yo ya empiezo a tener hambre. O podemos ir a la cafetería a buscar un tentempie. O simplemente dejarnos llevar, ir a donde nos lleve el instinto.

Al terminar la charla, Lionel se quedó algún rato de más en su asiento, esperando a que las personas con más prisa salieran para evitar aglomeraciones innecesarias. Ese lugar y su profesorado era de lo más extraño. Había imaginado algo bastante más serio o profesional... pero así podía ser incluso mejor. A ver si al final en vez de retirarle a un internado le habían metido en unas vacaciones sin darse cuenta.