Partida Rol por web

Esperaba que el Vicedirector tomase cartas en el asunto, pues el Bibliotecario y el Doctor querían localizarlo pronto para que activase protocolos y...

-¿Eh?-expresé ante sus preguntas. ¿No me creía?-. No, no estoy enfermo ni me siento mal. L-Lo que le digo es verdad. ¡Hay soggoths!-quise detenerme, pero esperaba que ahora sí me creyese-. Su hermano y el de la biblioteca llegarán en cualquier momento. Tiene que creerme. 

Comencé a sentir que me estresaba mucho, pues estaban confiando en mí para decirle esta información. ¿Y si la situación empeoraba?

-Créame, por favor.

 -Tranquilo, si hay algo peligroso, lo veremos en seguida.

Pero lo visteis incluso más pronto de lo que el profesor había dicho. Por desgracia, no pudisteis reaccionar a tiempo a la masa viscosa que os cayó encima. Los ojos del profesor se abrieron como platos en cuanto el cieno aterrizó en su pelo, quedándose paralizado durante unos valiosos segundos. En cuanto a lo que cayó encima de tu cabeza, lo sentías palpitar y burbujear, con sus pseudópodos avanzando por tu cabeza y haciéndote unas ominosas cosquillas.

 -Dioses de mis antepasados... No te muevas, voy a quitarnos estas cosas de inmediato.

Sin embargo, el cieno tenía otros planes. Creció repentinamente, cubriendo totalmente vuestro cuerpo. Se deslizaba, emitiendo horribles sonidos de chupeteo y sorbeteo que estaban empezando a daros náuseas. Y cuando ya creías que no podrías aguantar más, que morirías ahogado y digerido por esa masa viscosa... Se fue. Así, sin más. Las dos masas de cieno se separaron de vosotros y empezaron a deslizarse por el techo del observatorio, dejándoos completamente confundidos.

 -¿Qué acaba de pasar?

En cuanto sentí esa cosa sobre nosotros dejé de respirar mientras sentía un miedo poderoso nacer en mí... y cuando recordé cómo inhalar me di cuenta que no podía hacerlo, estábamos rodeados por eso y si no fuera por la parálisis estaría temblando de horror. Pero entonces se fueron y la voz del vicedirector me sonó muy lejana.

-Pensé que iba a morir-susurré, sin darme cuenta que al abrir mi boca salieron volutas de humo debido a mis glándolas poco formadas, como cuando estaba en Enfermería-... ¿Q-qué hacemos? ¿A dónde vamos ahora? ¿Puede hacer algo?

El profesor se examinó rápidamente y luego te examinó a ti.

 -Bien, lo primero, calma. Estamos enteros o eso parece. ¿Te duele algo, te sientes mareado o con ganas de vomitar?

Dedicó bastante más tiempo a examinarte a ti que a él mismo. Labores de profesor, asegurarse de que sus alumnos estaban en perfecto estado de salud. No obstente una vez se aseguró de que no tenías heridas visibles, Sebastian Witchward se incorporó tranquilamente diciendo:

 -Creo, y sé lo que vas a pensar, que no hay motivo de alarma. Evacuaremos a los alumnos al jardín, dejaremos todas las puertas abiertas y esperaremos a que esta criatura termine con su tarea.

Justo en ese momento, la puerta del observatorio se abrió, dejando paso al médico y el bibliotecario. Al verlos el vicedirector les saludó con un gesto de la cabeza y el primero en decir algo fue el buen doctor, que se acercó a ti.

 -Veo que le has encontrado, ¿os encontráis los dos bien?

Al mirar al techo vio a los dos cienos reptando por allí y, agarrándote con suavidad por los hombros, empezó a conducirte hacia la puerta.

 -Deberíamos irnos. Buscar un lugar seguro.

Sebastian Witchward hizo un gesto con la mano para tranquilizar a su hermano.

 -No te preocupes Johannes. Por lo que puevo observar, esas criaturas te agarraron de las piernas, pero no sufriste heridas ni quemaduras, ¿verdad?

El médico se quedó mirando al vicedirector con cara de ¿cómo lo has sabido? Sebastian sonrió y señaló los pantalones del doctor con su bastón.

 -Fíjate en cómo está la tela por debajo de la mitad del muslo. Impecable. Fíajte en lo que está por encima. Está... Bueno, a tu nivel de limpieza usual.

Luego señaló el techo.

 -Ese soggoth, porque no cabe duda de que lo es, no tiene intención de devorarnos. Al menos de momento. Está limpiando.

Dio un tirón a las solapas de la gabardina y luego te dio a ti una palmadita en el hombro.

 -Este muchacho y yo estamos como recién salidos de una tintorería gracias a esos dos pedazos del soggoth. Nos cubrieron enteros, de pies a cabeza, pero no tenemos heridas o quemaduras por ácido, las lesiones más frecuentes que provocan los Soggoths.

-Entonces... ¿Esas cosas no nos harán daño, de momento?-cuestioné aún con humo saliendo de mi boca. Tosí un poco para aclarar mi garganta para que mis glándulas se relajaran un poco. Aún estaba algo mareado con todo lo que estaba pasando, pero tosí más cuando el Vicedirector me dio la palmada.

-Significa... ¿que estamos fuera de peligro?-sentí cómo se me quitaba un peso enorme de encima, incluso guardé mis alas y me llevé una mano a mi cara para después suspirar muy hondo-. Para ser mi primer día esto fue demasiado, ya quiero vacaciones escolares-se me escapó decir eso y caí en cuenta de que estaba frente a dos magos de autoridad en Midnight Rose, por lo que me tensé y crucé mis brazos intercalando mi atención entre esos dos y los soggoths-. ¿Y ahora qué procede?

 -Ahora hay que bajar al sótano, avisar a todos los que estén allí refugiados que el peligro ha pasado y que salgan tranquilamente al jardín. Esperaremos allí a que el soggoth termine su tarea y se vaya. Después volveremos a clase y continuaremos con el horario establecido.

El vicedirector hablaba con tranquilidad. Ahora que ya sabía que no había peligro, no había necesidad de entrar en pánico. Antes de

 -Yo bajaré al sótano. Tú puedes ir saliendo al jardín junto a Johannes y Takahiro. Y si necesitas descansar algo para relajarte, en la cafetería deberían tener bollitos de valeriana. Son muy reconfortantes.

El médico suspiró hondamente. Así que todo había resultado ser un zafarrancho de limpieza extremo. Y él que se había llegado a preocupar por un momento...

 -Ven muchacho. Vamos a por esos bollos, yo también necesito algo dulce.

 -Si me lo permiten, les acompañaré. Si es cierto que esta criatura se está dedicando a limpiar, la cafetería debería ser un lugar bastante seguro. No comparto la visiónd e la vida que posee el señor Chadburn, pero tengo que reconocer que sabe mantener su establecimiento impecable.

Dicho esto, los tres os preparasteis para bajar a la cafetería.

Estoy controlando una sonrisa nerviosa tan cansada y desesperada que tal vez me tacharían de loco. Ya solo quiero irme de ahí, distraerme y descansar porque solo podía sentir fatiga y esa sensación que te da cuando estabas con las emociones altas y tuviste un bajón muy fuerte.

-Sí, está bien...-atiné a decir para comer esos bollos. No tenía hambre, pero sabía que pronto me daría debido al estrés-. Espero que el primer día de clases no sea así cada año, porque si no...-ahora sí me permití soltar una risa nerviosa y seguir al doctor y al bibliotecario para que me guiasen por ese alimento relajante, según-. Si le cuento esto a mi padre lo voy a asustar-me imaginé a mi papá enterándose de lo que me pasó y de cómo mamá intentaría tranquilizarlo. Eso alivió un poco mi corazón-. En fin...