Partida Rol por web

 -Al jardín. Es donde están evacuando a todos los demás estudiantes. Si consideran que la conversación aquí ha terminado, diríjanse hacia allí. Sus compañeros y profesores deberían estar todos allí.

El bibliotecario se acercó a su mostrador para sentarse en su silla. Acto seguido sacó un libro cuyo título era "El Globglogabgalab: Hábitat, costumbres y maneras de erradicarlo".

Esa era una de las razones por la que Aida estaba aislada del mundo y veía a las demás razas como extraterrestres. Aunque sabía que no era así, llevaba muchos años creyendo eso, por lo que era algo difícil cambiar de la noche a la mañana. Sin embargo, escuchar al bibliotecario y a las demás chicas, la hizo sentirse identificada y en confianza. Llevaba tres años en la academia, y era la primera vez que de verdad sentía que entendía a los demás. Aunque tenía cierto miedo a los humanos... Renata le estaba empezando a agradar.

Bajó la mirada ante la invitación de Sayaka y asintió con una tímida sonrisa. Nunca había salido de su tierra natal a otro lugar que no fuese la academia. Se le pudo notar algo emocionada.

-C-c-creo que deberíamos ir, ¿no? -aunque con mucha timidez, Aida decidió dar su opinión- Puede... que estén preocupados por los que faltemos.

Sayaka asiente a lo que dice Aida mientras se gira y se inclina ante el bibliotecario:

Muchas gracias señor bibliotecario por explicarnos tantas cosas, como dice Aida deberíamos ir al jardín porque puede que estén preocupados.

Mira a las dos chicas y dice:

¿Vamos? Y si nos dejan tiempo libre antes de clases podemos hacer algo divertido ¿no? Que todavía tenéis que enseñarme la academia que no la conozco bien como vosotras jeje

Fuiste con Ofelia y con el tarro vacío a la biblioteca a ver al señor Kurosawa, a ver si tenía más polillas para tu familiar. Sin embargo, cuando entrasteis, no le visteis sentado en el mostrador como de costumbre. En lugar de eso, le viste recorriendo los pasillos de la biblioteca con un cazamariposas en las manos. Ahora, lo que estaba haciendo, no se te ocurría. Aunque Ofelia parecía bastante entretenida con aquella estampa.

Aki frunció el entrecejo. “¿Supongo que no serán polillas que está cazando?” preguntó a Ofelia al mismo tiempo que a sí mismo.
Siempre respectando las normas, Aki se quedó delante del mostrador, esperando que el bibliotecario hubiera terminado su… actividad. Sin embargo, para señalar su presencia, carraspeó y fingió un tos ligero.

Cuando carraspeaste el bibliotecario reparó en tu presencia.

 -Ah, joven Aki. Llega justo a tiempo. ¿Qué tal se le da manejar el cazamariposas?

En ese momento, pasó volando a tu lado un hadita luminosa, riéndose con una vocecilla de pito. El bibliotecario salió detrás de ella, intentando echarle el guante.

 -Esas... Esas criaturas repugnantes consideran de muy buen tono invadir la biblioteca cada estación. Hoy han aprovechado que la academia estaba casi vacía por culpa de lo del soggoth. Y ahora están poniéndolo todo patas arriba y dejándolo todo lleno de polvo de sus alas. ¿Me puede echar una mano para atraparlas? Hay un cazamariposas de reserva tras el mostrador y el frasco donde las voy a mantener atrapadas está al lado.

Como, físicamente, Aki era un poco torpe, no estaba seguro si debía aceptar la petición del bibliotecario, no porque no tenía ganas de ayudar, sino porque no quería decepcionar. Sin embargo, se decidió por aceptar. “Ehem… sí, lo intento”, dijo y tomó el cazamariposas detrás del mostrador. Murmulló a Ofelia: “¿Puedes ayudarme un poco? No sé… Atrapar las mariposas en tus redes y luego los cazo cuando ya están inmovilizadas? O, incluso mejor… bambolearte de estantería a estantería, como Spiderman entre los rascacielos, y hacerte caer sobre las mariposas para hacerlas tumbar en el suelo? Así yo sólo tendría que recogerlas...”

Los ojos de Ofelia se iluminaron cuando le pediste ayuda para cazar a aquellas haditas brillantes. ¡Su actividad favorita después de comer y dormir! Así que, tras asentir a tu petición, Ofelia lanzó un hilo de seda para pegarse al techo y empezó a balancearse como tú le habías pedido. No sabía quién era ese Spiderman que habías mencionado, ¡pero sonaba a algo guay!

Colocándose en sitios estratégicos, Ofelia disparaba seda a las haditas que pasaban cerca de ella. Esta seda pegajosa hacía que se les pegaran las alas, impidiéndoles volar y haciendo que fueran muy fáciles de atrapar con el cazamariposas. Y no sólo eso, sino que aquella actividad estaba haciendo tremendamente feliz a Ofelia, ya que con cada disparo que acertaba, la veías hacer una especie de minibaile de la victoria, que era la cosa más mona que habías visto en años.

Cuán fantástico es tener a un familiar que tiene más recursos que tú! pensó Aki ilusionado mientras que no cazaba de verdad, sino más bien recogía del aire las mariposas que con las alas pegajosas volaban muy torpemente. Y captándolas en su red también captó a algunos más que Ofelia no había inhibido.
Continuó con ese ejercicio, junto con Ofelia, hasta que en la parte de la biblioteca que habían escogido para la caza, sólo quedaban muy pocas mariposas.
Presentó la ganancia con una sonrisa al bibliotecario. “Me alegro poder haberlo ayudado a usted. Y de verdad fue todo el trabajo de mi familiar… quien siempre tiene mucha hambre, sabe…”
Quizá el bibliotecario comprendería la sugerencia sin que Aki tuviera que añadir nada más – pedir nunca le resultaba fácil.

El señor Kurosawa respiró aliviado cuando todas las hadas estuvieron atrapadas.

 -Gracias por su ayuda. A los dos. Estas criaturas pueden convertirse en una verdadera molestia si uno no las controla a tiempo. Y a diferencia de las polillas, no son parte de la dieta de su familiar. Hablando de lo cual...

El bibliotecario se acercó a su escritorio y de un cajón bastante amplio sacó un tarro lleno de polillas blancas como la leche.

 -Intuyo que habrá venido por eso. Puede llevarse el tarro, pero no olvide traerme los frascos vacíos cuando pueda. Oh, y si se lleva este otro frasco lleno de hadas al bosque para soltarlas allí, me haría un gran favor.

Las hadas golpeaban las paredes de crital del enorme tarro en el que estaban metidas. No les hacía maldita la gracia estar encerradas.

Aki sacó el tarro vacío que había llevado de la habitación. “Sí, no he olvidado que usted quería los tarros de vuelta… aquí está.” Lo dio al bibliotecario y tomó el nuevo tarro, mostrándolo a Ofelia. “Muchas gracias”, dijo al señor Kurosawa. “Es muy bueno para la dieta de Ofelia. Creo que necesita una dieta equilibrada para no engordar, y comiendo polillas come menos golosinas.”
Miró de reojo a Ofelia, y, advirtiendo que ella podría tomar mal el comentario, clarificó: “Cuido por tu salud, esto es todo.”
También tomó el frasco con las hadas. “Claro que voy a soltarlas en el bosque. Es lo de menos. Muchas gracias de nuevo. Hasta luego.”
Inclinó levemente la cabeza en signo de respeto y se dio la vuelta para salir de la biblioteca. “Primero vamos a depositar el tarro con las polillas en nuestro cuarto, y luego vamos a liberar a las hadas en el bosque”, explicó el plan de acción actual a su familiar.