Partida Rol por web

Al ver que las chicas estaban bien, Aetheldryd se acercó a ellas con cautela y revelando un enorme alivio que se dibujaba en su rostro tenso que intentaba lidiar con la situación. Llegó con una sonrisa que se permitió al comprender que esto podía escalar si no hacían algo, pero le ganaba la idea de que no les ocurrió algo en este lapso de tiempo.

-La Directora ya está enterada y se dirige al patio para lidiar con la situación. ¿Encontraron alguna información? Ahorita iré a buscar a la directora para ayudarle. Me explicó que con energía radiante se puede lidiar con esas criaturas-si se llegaban a separar sería ideal que tuviesen esa información a la mano para poder defenderse, aunque esperaba que no llegaran a necesitarlo. 

-¡Magia radiante, eso ya es algo! -exclamó Aida, emocionada, ante la respuesta de su compañera araña- ¡Eres una genio! 

Renata había conseguido ya algo, y eso era genial. Aida le sonrió, asintiendo. Entonces llegó Aetheldryd, cosa que hizo que Aida soltase un gran suspiro de alivio. Se acercó a las chicas con un poco de timidez y escuchó a Aetheldryd, atenta. 

-E-ella también me lo dijo -se incorporó Aida, señalando con timidez a la arañita en su hombro-. Yo... no he encontrado nada que nos sea útil, aunque Renata sí. ¿A-alguna de ustedes sabe manejar la magia radiante? Me gustaría ayudar con eso... pero no sé utilizar ese tipo de magia... por no decir que soy mala con la magia en general.

Renata sacudió sus cabeza haciendo que sus cabellos dorados se agitasen en negativa.

-Es por eso que vine a la escuela, mi aprendizaje de magia es desnivelado.

Murmuro apenada, aunque su familia la entreno en magias poderosas, ella no podía conjurar cosas básicas, una ironía de los pilares de su familia.

 -¿Magia radiante?

Etna justo acababa de llegar a donde estabais vosotras, con un enorme libro entre los brazos.

 -Yo sé usar magia de fuego. No es lo mismo, pero quemar quema igual o más que la energía radiante.

Dicho esto, la chica dejó el libro que había cogido encima del mostrador de entrada de la biblioteca.

 -Magibiología de las criaturas extraplanares. Creo que es lo que necesitamos.

Abrió el libro y empezó a buscar en el índice hasta dar con el capítulo adecuado.

 -Aquí, Soggoths. Criaturas amorfas, provenientes de una dimensión de oscuridad perpetua cuya única misión en la vida consiste en devorar toda materia viva con la que se cruzan, asimilándola para mantenerse o para desarrollarse. Algunos soggoths pueden crecer hasta tamaños gargantuescos, pero la mayoría prefiere tener una masa comprimida, similar en volumen al tamaño de un humano, cuando no están cazando o alimentándose, ya que les facilita el traslado. En general, son criaturas que detestan la luz intensa, siendo terriblemente vulnerables a cualquier tipo de energía radiante. Este tipo de energía mágica puede, desde simplemente espantarlos, a dañarlos e incluso destruirlos permanentemente.

Etna hizo una pausa mientras leía los últimos párrafos.

 -Qué gracia, el libro advierte que enfrentarse a un soggoth es algo tremendamente peligroso y que debe ser evitado a toda costa. Así que, ¿qué vamos a hacer al final? ¿Nos quedamos a cubierto aquí o nos vamos a buscar a la directora al patio?

Aetheldryd escuchó lo que Etna les decía, la misma información que la Directora le había dicho, y mantuvo un rostro preocupado al rectificar la severidad del asunto. Cuando escuchó las propuestas de la demoniza, la ojilavanda miró a todas con determinación y respiró hondo para hablar.

-Quedé en ir a los jardines para apoyar a la Directora. Yo puedo hacer magia radiante de manera básica, pero prometí que haría lo que fuese posible- miró en dirección a la salida de la Biblioteca y tomó su trenza para juguetear con ella-. Si quieren acompañarme no las detendré, pero debo confesar que seré un poco egoísta pidiendo que se queden. ¿Qué dicen?

Renata vio como aquella decisión era demasiado para ella, por un lado los riesgos de un enfrentamiento y la advertencia de sus superiores, por el otro su amiga y su deber moral.

Llevo sus manos a donde debía estar su apoyo en combate… pero nada, la escuela aun las tenia.

-Yo…

Incapaz de decidir, se quedó congelada.

¿Qué debía hacer?

Seguir a Aetheldryd era lo mejor, pero una orden de ella y la directora, más los avisos indicaba que aquella bestia no era algo a lo cual pudiese hacerle frente desarmada.

¿Qué hacer? Lo que había dicho Etna hacía que Aida tuviese un poco de miedo. Quería acompañar a Aetheldryd, pero no había nada que pudiese hacer; ella no manejaba la magia radiante. Si iba no sería más que un estorbo, y lo último que quería era eso.

Miró con algo de impotencia y tristeza a sus amigas, deteniéndose en Renata. Bajó la mirada y apretó los puños.

-Yo... me quedaré -dijo Aida, algo cabizbaja-. No hay nada que yo pueda hacer para ayudarles, sería una molestia. 

Quería ayudar, pero no podía. En esos momentos se lamentaba su pobre manejo con la magia y recordaba por qué realmente estaba en la academia.

Escuchar que Aida se iba a quedar alivió el pecho de Aethelryd, pero cuando la peliblanca dio a conocer las razones por las que lo haría, la joven se le quedó mirando y luego procedió a negar con la cabeza.

-No eres una molestia, Aida. Y no vuelvas a decir que eres mala con la magia en general. Cada quien tiene sus propios talentos y por lo mismo estamos aquí-después miró a Renata y le sonrió-. No te preocupes. Quedarse en la Biblioteca no tiene nada de malo-luego vio a Etna y le asintió-. Supongo que vienes conmigo.

Miró a la salida una vez más para reafirmar su decisión y desde esa misma posición habló.

-Vayamos entonces.

Hacer lo correcto y sentir que era correcto eran dos cosas diferentes, así lo sentía Renata cuando vio que habían tomado sus decisiones.

-Gracias Aida… -susurro con pena, no sabía a ciencia cierta si su compañera se quedó por ella. Siento no poder ser de ayuda…

Apretó sus manos, sentirse inútil era como tener piedras sobre el cuerpo, no podía moverse bien y algo la hacía sentir mal.

-No me gusta dejarlas solas, ustedes son mis amigas…

Una lagrima de frustración asomo por sus ojos.

Etna sonríe con suficiencia tras escuchar a las chicas, mira a Aida y dice:

Seguro que puedes hacer algo como todas… aunque si crees que estarás mejor aquí puedes quedarte.

Mira después a Aethldryd y asiente mientras dice:

Por supuesto que voy… mi poderosa magia de fuego y mi capacidad de volar seguro que es muy útil en esa lucha

Lo cierto es que podía verse como sus ojos ardían en llamas de “pasión” aquello le estaba emocionando bastante, entonces mira a Renata y dice:

Vengáis o no cuidaremos las unas de las otras… así que vamos

Aunque deseaba hacer algo, en verdad no podía. Si tan solo hubiese tenido tiempo de usar el laboratorio de alquimia, tal vez y solo tal vez habría podido hacer algo, pero dadas las circunstancias era mejor no estorbarle a sus amigas. 

Ella también compartía lo que Renata sentía. Al ver el estado de la rubia, Aida, algo tímida, acercó una de sus manos y se la puso en el hombro.

-Les... les deseo muy buena suerte a ambas. Cuídense... -y volvió a bajar su mirada; a pesar de lo que había dicho Aetheldryd no podía evitar sentirse un poco mal.

Simplemente logro reprimir sus lágrimas de frustración.

-Está bien Etna, seré mas fuerte la próxima vez, aunque ahora no me gusta verlas irse.

Renata seco sus ojos y con un elegante movimiento corporal, opto por recomponer su postura normal, incluso asomando una sonrisa un poco forzada, con todo eso las despidió.

-Chicas, igualmente cuídense.

No os sentíais como las más valientes y aguerridas del mundo en esos momentos, pero, ¿qué podíais hacer realmente? ¿Ir y ser un estorbo? No, eso ni hablar. Si la biblioteca era un lugar seguro, pues allí os podíais quedar sin problema. La cuestión era, ¿y ahora qué?

Podíais hacer una barricada o buscar el lugar más resguardado de la biblioteca. O tal vez buscar una solución en los libros. la cuestión era que, aunque ahora no os sintiérais útiles, la cosa era que podíais ayudar. Ya fuera acogiendo a gente que estuviera huyendo o buscando soluciones para echar a los soggoths. La cuestión era que podíais hacer algo. Y lo haríais.

Algo frustrada, Aida apretó sus puños mientras veía cómo sus dos amigas salían de la biblioteca para enfrentarse con la situación en la primera línea. Allí solo quedaban Renata y ella. Ninguna de las dos habían podido acompañarlas, pero... ¡no por eso podían quedarse ahí sin hacer nada más!

Era cierto, se sentía un poco mal, pero no podía quedarse con ello. Si podían ayudar con algo, por muy pequeño que sea, estaría bien. Si se quedaban allí, lamentándose sin más, entonces sí tendrían de qué avergonzarse.

-R-renata. No podemos... quedarnos aquí sin hacer nada. Debemos buscar algo que sea útil, lo que sea... Al menos así... haremos algo.

Renata abrió sus ojos de par en par, la repentina valentía de Aida la había sacado de su estado melancólico para quedársele viendo. Debido a que ella no tenia experiencia con tales eventualidades la siguiente pregunta llegaba desde su confundido ser.

-¿Pero qué podemos hacer?

Mientras pensábais vuestro próximo paso a dar, misteriosamente, un pesado volúmen cayó de una de las estanterías, haciendo un ruido seco y repentino al chocar contra el suelo que os sobresaltó. ¿Sería una señal?